Biblioteca

Llegué a la biblioteca, sonriente. Tenía el libro de relatos que había cogido hacia unos días en las manos. Ya me lo había terminado, y ahora tenía que devolverlo. Busqué la estantería de la que lo había cogido y lo deposité allí (aunque probablemente no en el sitio exacto donde había estado).

Miré a mi alrededor. Volví a mirar a la estantería. Sonreí. Estiré los dedos y los apoyé en el lomo de un libro.Cerré los ojos. Comencé a caminar hacia delante, pasando mis dedos por los libros.

— Uno, dos, tres, cuatro, cinco y... seis — murmuré, al tiempo que avanzaba.

Abrí los ojos. Miré la estantería. Leí el título del libro donde estaban situados mis dedos. Lo cogí y comencé a ojearlo.

*se queda*

Entro en la biblioteca en busca de papel para elaborar los sobres donde enviaba a Gabrielle las cartas. Es un que-hacer como otro cualquiera así que no estoy ni animado ni aburrido, simplemente voy de aquí para allá haciendo lo que debo.

Entre vuelta y vuelta ojeo los libros de alguna estantería. Debo leer un poco más ya que tengo esta biblioteca a mi disposición.

Después de un rato por allí danzando encuentro a Inger de pie, ojeando un libro. Sonrío para mí y levanto un poco las alas. Debe de estar muy contenta después de lo del otro día. Me acerco a ella, hacía tiempo que no hablábamos.

- Hola, Inger, ya hacía tiempo que no te veía -. Bueno, ver lo que se dice ver la había visto hace dos días, pero...

Una voz me sobresaltó y casi, casi, casi me hizo gritar (pero sólo casi. No lo hice porque estaba en una biblioteca y no se podía ir por ahí gritando a lo Rick Dehnel). Miré al dueño de la voz de reojo y esbocé una pequeña sonrisa, aún nerviosa por el... ¿susto?

— Ah... Hola, Heylel

Me agaché. Recogí el libro, que se me había caído al escuchar la voz de Heylel, y volví a levantarme. Me giré y miré al aether a la cara. Dibujé una amplia sonrisa.

— Pues sí que hacia tiempo — Ensanché la sonrisa —. ¿Qué tal estás? ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a coger libros como yo...? — Me pasé una mano por el cuello y fruncí ligeramente el ceño —. Aunque, bueno... No cogerías los mismos libros que yo, claro... Porque, claro, no te veo leyendo estas cosas... ¡Aunque a lo mejor sí! ... O no. No. No te pega... ... — Negué varias veces —. Esa no es la cuestión... ¿Cómo estás?

Inger parece sobresaltarse con mi saludo y hasta se le cae el libro que ojeaba de entre las manos. Me agacho para recogérselo pero ella es más rápida.

- No creas, también me gusta leer alguna que otra leyenda de vez en cuando -. Comento sonriente. Entonces pregunta cómo estoy y me rasco la cabeza.

- Pues bastante bien. Aunque un poco vago últimamente -.Comento mordiéndome la lengua. Entonces decido que la picaré un poco en venganza de negar lo que YO ya sabía desde hace taaanto tiempo. Alzo las cejas y pongo los brazos en jarra.

- ¿Y tú qué tal, Inger? -Pregunto con tono algo sugerente. -Supongo que te habrás cruazado con Rick Dehnel... - Mi mente me dice "mueve las cejas, Heylel, múevelas con ansia" Pero la educación me lo impide.

Dejé el libro apoyado en la estantería. Ensanché la sonrisa.

— Pues muy mal. — Fruncí el ceño. Puse voz grave —. Pereza fuera. — Di una palmada con las manos —Pereza fuera. — Otra palmada —. Energía dentro. —Otra palmada —. Energía dentro. — Apreté un puño —. ¡Descansen!

Dejé escapar una risa nerviosa. Bajé la cabeza. Me sonrojé levemente. Me pasé una mano por el cuello.

— Lo siento... ... Llevo unos días un poco... ... Infantil...

Me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja derecha. Escuché a Heylel, en silencio. Sonreí.

— Pues muy bien... — Ensanché la sonrisa. Alcé un poco la vista —. Y sí, me he cruzado con él... ¡Le he perdonado porque soy buena persona! Ahora vuelvo a hablarle y todo... Pero sólo porque soy buena, eh...

FdR. Está tonta esta niña xDD

Miro a Inger extrañado cuando empieza con ese rito de despegarse de la pereza. Debe de ser su forma de animarse por las mañanas o algo. Me hace gracia así que suelto un bufido.

- Bien, lo tendré en cuenta -. Comento animado. Entonces responde que ha perdonado a Dehnel. "Y tanto que lo ha perdonado..." Peinso recuperando la imponente imagen de ambos ahí, dándolo todo en los pasillos... Si es que el cuerpo es joven y claro...

- Ya veo... Entonces todo está bien entre vosotros ya, ¿cierto? -Pregunto revisando (de mentira) algunos de los títulos de la estantería. - Imagínate que Rick hubiese conocido a otra Inger por ahí antes de que le perdonases tan bondadosamente... - Comenté con desaire para ver su reacción. Oh, que malo eres Heylel... ¿Cómo puedes meterte así con Inger? Pero mi causa era buena, Inger no tenía por qué avergonzarse de lo que sentía. ¡Eso nunca!

FdR: bastardo Heylel XD

Miré a Heylel de reojo mientras él hablaba. Observé cómo revisaba los títulos de la estantería. Tenía el ceño ligeramente fruncido y la boca entreabierta. Apreté los labios cuando terminó de hablar. Me pasé una mano por el cuello.

— Bu... Bu... Bueno... — Clavé mi vista en uno el lomo de uno de los libros —. Me... Me habría... O... ... — Pasé mi mano a la nuca —. No sé... A ver... Me había dado cuenta, ¿no... ...? — Le miré, con la preocupación pintarrajeada en la cara —. ¿Ha conocido a otra Inger? O... O sea... A ver... No...

Me callé. Bajé la cabeza. Observé el suelo.

— No... No ha conocido a otra Inger... ... — Crucé los brazos —. Me... Me lo habría dicho, ¿no? Si hubiese conocido a otra... O... A ver, yo me habría dado cuenta... La hubiese visto en el dormitorio... ... — Lo miré de reojo —. O algo así... ... ... El caso... El caso es que todo va bien entre nosotros — Sonreí —. Todo va bien...

Inger se pone nerviosa con mi comentario y empieza a preocuparse demasiado por si Rick ha conocido a orta. Que tierna, si está claro que la primavera ha llegado adelantada para estos dos.

Sonrío a Inger y muevo un poco las alas.

- No, tonta, dudo que Rick haya podido sustituirte nunca -. Comento con amabilidad. - Pero se te veía preocupada, eh -Le digo dandole un par de toquecitos con el codo. Esta chica... Como siempre sea tan tímida se le van a pasar todas.

Su primer comentario me reconfortó por dentro, e hizo que esbocé una pequeña sonrisa, pero al escuchar su último comentario no pude evitar sonrojarme de sobremanera . Bajé la cabeza, intentando ocultarla entre mis hombros, y clavé mi vista en el suelo. ¿Se me notaba preocupada? ¿En serio?

Me pasé la mano derecha al codo izquierdo y lo miré de reojo.

— Es... Estaba... No estaba preocupada... O... O sea... Sí, pero... ... — Noté que me enrojecía más y desvié mi mirada al lomo de un libro —. Jo... Jolín... — Me pasé la mano a la nuca. Lo observé por el rabillo del ojo —. Tsk... ... Igual me preocupa un poco... Pero sólo un poco... ...

Inger se ruboriza muchísimo. Parece que al final he dado en el clavo. Y ahora casi me da pena que se coiba tanto. Pobre.

Puse una mano en su hombro con una sonrisa de disculpa.

- Inger... No te pongas así, anda. No tiene nada de malo -Le comento con amabilidad y casi comprensión. Me resulta tan tierna. Ahí, toda preocupada y avergonzada por situaciones que, a fin de cuentas, son tan naturales.

Me llevo ambas manos detrás de la cabeza, formando un triángulo con ambos brazos.

- Si te preocupas es que lo quieres mucho y eso nunca va a ser malo -. Comento sin ninguna carga en mis palabras. Es lo que pienso.

Miré a Heylel al notar su mano en mi hombro. Desvié la vista, sonrojada, al escucharle y suspiré.

— Es que... Es que me da vergüenza, jolín... — Bajé la cabeza —. Además, ni tan siquiera lo entiendo...

Resoplé. Me crucé de brazos. Era cierto que no lo entendía. ¿Por qué me gustaba? No tenía sentido. Lo conocía desde hacia un par de meses. ¡No tenía sentido! Miré a Heylel cuando terminó de hablar. Tenía las manos detrás de la cabeza. Sus brazos formaban un triángulo. Esbocé una pequeña sonrisa.

— Eso es lo que no entiendo... Le... ¡Le conozco desde hace unos meses! — Miré a los lados, preocupada por si alguien me había escuchado. Al ver que parecía que nadie se había dado cuenta, volví a mirarle. Bajé el tono de voz —. No puede importarme tanto... ... Quiero decir... No digo que... ... ... — Suspiré —. Porras...

Sonrio con la reacción de Inger y bajo los brazos. Por fin empieza a ser franca consigo misma -y conmigo- Que cuca, su reacción era tan jovial. Ai... Esos días en los que casi no me atrevía a hablarle a Gabrielle y en los que daba vueltas en la cama pensando en qué decirle o por qué no dejaba de pensar en ella.

- Unos meses, una semana, un día, unos años... no importa demasiado cuánto tiempo ha pasado si hemos conocido a alguien especial -Comento cruzando los brazos y apoyándome en la estantería. - Mírate, tan confundida y hasta asustada -.Le aparto un mecho de pelo para verle la cara. - No tengas miedo a lo que venga, Inger. Eso solo lo hacen los covardes que no consiguen vivir su vida -. Comento recordando buenos momentos de años atrás. Esa sensación extraña de duda y ese confort de un abrazo.

Escuché a Heylel en silencio. Dejé que me apartase un mechón de la cara, sin decir nada, y le observé. Esbocé una pequeña sonrisa y le di la espalda. Cogí el libro que había cogido antes y volví a mirarle.

— Bueno, vale... — concedí —. Te creeré porque hablas muy bien. — Sonreí —. Deberías ser orador o predicar o como se diga... — Me pasé la mano derecha por el cuello y fruncí el ceño. Me acerqué un par de pasos a Heylel y lo miré con seriedad —. Y yo no estoy asustada... ¡A mí nada me asusta! Bueno... Eso no es del todo cierto, pero casi nada — Puse voz grave —. Casi nada asusta a Inger Nielsen, por favor.

Ensanché la sonrisa.

— El caso es que no soy una cobardica, por favor...

Estiré los brazos. Bostecé. Sonreí.

— Perdón. Ayer me acosté tarde y ahora bostezo.

Parece que Inger se recupera con mis palabras. En cuanto me habla de ser orador o predicador niego con insistencia y una sonrisa.

- Oh, no, no, no... Esos son todos unos embusteros -. Comento echando la lengua. Entonces me dice muy seria que a ella no le asusta nada y sonrio con satisfacción.

- Así me gusta. Una chica fuerte -. Le digo. Entonces bosteza y se disculpa. Así que acostarse tarde, ¿eeeh? Bueno, Heyl, tampoco seas malpensado, hombre...

- Bah, no te preocpes, es normal. La verdad es que es un poco tarde. Deberíamos descansar -. Inger estuvo de acuredo con mis palabras y ambos nos fuimos de la biblioteca hablando hasta las habitaciones.

*se van*

Entrñe en el lugar con cauela. Nunca sabías si habría libros malitos o no por el lugar. Pero, para mi alivio, ninguno de estos pareció manifestarse. ¡Me tenían tanto miedo que sus hojas se quedarían temblando ocultas en aquellas estanterías!

Al verme en el lugar deseado, tomé un poco de papel, un pluma, un tintero y tomé asiento. Comencé entonces a redactar una carta:

Código:

Querida Inger:

Me detuve.

- No, no vale -gruñí, arrugando el papel.

Comenzaría de nuevo:

Código:

Estimada Inger:

Fruncí el papel. ¡¡Por favor!! ¡¡Un Dehnel jamás comenzaría una carta de tan vulgar forma. Nuevamente, el papel terminó hecho un arrugado bulto, como los siete siguientes. Solo a la décima sonreí conforme y lo guardé en un sobre que cerré.

- Perfecto.

*se va*

Entré en la biblioteca. Hacía tiempo que no iba y tenía gans de pasar el rato.

Cogí mi plumilla de faisan un tintero y un pergamino y me puse a hacer un dibujo



podría haber dibujado muchisimo mejor, pero hoy no estaba yo para muchas fiestas... solo quería pasar el rato. Ademas, la crema que me había echado cerca de los ojos me escocía muchisimo...

*se queda*

FdR: está en blaco y negro

Llego a la biblioteca en busca de algo de papel para sobres. Había acabado de escribir las cartas y ahora tenía que enviarlas al fin. ¿Qué me dirá Gabrielle? ¿Vendrá algún día de visita?

Voy cabilando sobre mis cosas hasta que me choco con una silla haciendo algo de ruido y sobresaltándome. Incluso he encrispado las alas... Eso me apsa por ir en las nubes.

Doy un "lo siento" general a pesar de que apenas hay gente allí y me fijo en que uno de los presentes es Silvanus. Hace tiempo que no hablo con él. Me acerco a saludarle.

- Buenas. Se te ve cara de merluzo -. Bromeo al verlo aburrido.

El ambiente estaba cargado y paracía que el aire me pesaba en la nuca...


Un sonido seco me despiertó de mi embolia.

Entonces Heylel me habla.
-Oh, calla Heyl- dije apoyando la cabeza en la mesa. despues de unos segundos de silencio, lo miré de reojo. ¿que tal? pregunté desganado.

-¿Nunca te ha pasado que no tienes fuerzas para nada ni te apetece hacer nada?- pregunté como si la pregunta se la hubiese lanzado al aire. Entonces me froté un ojo.

Miro a silvanus con curiosidad y cierta preocupación. Parece muy desganado. Me siento frente a él y lo miro.

- Humm ¿te encuentras bien? Porque eso de no querer hacer nada... Hombre -Me encojo de hombros- Tengo mis días, como todos, pero luego ya me pongo de buen humor.

Me acomodo en la silla y me rasco la cabeza.

- Además cuando estaba decaído hablaba con Gabrielle y se me pasaba todo. Aquí pues, bueno, o aburro a alguien o lo voy pasando. Total solo son momentos de bajón de los que ya me reiré luego -. Le digo con una sonrisa amable.

Escuché sus palabras. Quizás tubiese razón... quizás debería animarme para luego reirme como so solía hacer antes... Pero no podía...

-Heyl... estoy de vacaciones... he quedado con Hewina un día de estos para dar un paseo, hacer un picnic o algo: ¿te apuntas? dije con tono neutro. Quizás eso me anime...

Me volví a rascar un ojo.

-¿Vas a escribir otra carta? pregunté por variar un poco el tema. La vas a aburrir... sentencié viendo al aire.

Miro a Silvanus y asiento a su pregunta sobre el picnic. Parece realmente decaído.

- Pues como sigas con ese ánimo nos vas a aburrir a los dos -.Comento cruzándome de brazos. - Vacaciones. Bueno, al menos algo bueno ha hecho ese energúmeno -Comento mirando a cualquier lugar ya que no es algo que diga a Silanus sino, más bien, un pensamiento en voz alta. Luego lo miro.

- No. Ya tengo todo escrito. Ahora tengo que enviarlo y tranquilo, no se aburrirá -. Comento jugueteando con la pluma que hay encima de la mesa. Vuelvo a mirarle. - Di, ¿por qué esa cara larga? -Y como está muy seco decido añadir un chiste. Le agarro con cuidado la membrana de la oreja sana y tiro un poco de ella. -Ábrete un poco, hombre

Puse morros con su primer comentario, pero no eran de enfado, sino que debajo dibujaban una sonrisilla cansada.


-No me la rompas ¿eh? le dije cuando cogió mi pluma. Es genial así que andate con ojo. No quiero que le pase lo mismo que al anillo de mi señor.

Me pregunta entonces porqué estoy asi.
-Bueno... ¿por donde queires que empiece? - no tenía reparos en contarle mis problemas, pero por supuesto no le iba a contar nada del recado de Aren y de mi estrepitoso fracaso que, por cierto: aún no sabía como había salido mal.
-Pues que Lyam ¿lo conoces? y mi señor se pelearon y según Alexander Lyam le dijo que no le hiciera daño a él, sino que todo lo que Alexander le quisiera hacer que me lo hiciera a mi... y entonces mi señor no tuvo opción y me prohibió que le hablase a Lyam para que no me envenenase la mente con sus mentiras y todo eso... y mi señor me hizo todo esto- dije señalando los numerosos golpes de mi cuerpo.- pero tranquilo, le estoy hechando un ungüento... pica un poco, pero bueno... dije frotándome un ojo de nuevo.

-Ahora mi señor me dió vacaciones... una semana para recuperarme y que no presente este aspecto.

- Tus cosas valen más que las de ese tipo -Comento con una sonrisa cuando menciona lo de su pluma. La dejo sobre el escritorio.

Entonces Silvanus empieza a hablarme de lo que le pasa y lo miro preocupado yalgo extrañado. Lyam era el chico con el que había hablado ayer en los jardines. Me había comentado sobre sus roces con Alexander así que supongo que se referiría a esto. Pero la verdad es que no lo creí el tipo de persona que deja sus problemas a quien venga detrás. Frunzo el ceño.

- Bueno, si quieres mi opinión -y si no la quiere me da igual- te diré que, para empezar, Alexander no tiene derecho a dañar a nadie porque le apetece o porque tenga una rabieta en una discusión. Y segundo, no conozco a ese chico más que de haber hablado con él ayer así que no puedo decir si es ese tipo de persona pero, ¿has hablado con él? Porque tu confiarás mucho en Alexander porque, por alguna extraña razón, confias más en la gente que te golpea, pero yo no me fiaría -. Le digo con claridad mientras cavilo en lo agradable que parecía el chrysos. Pero claro, las apariencias... -Ah, y no le llames "mi señor" delante de mí, ¿quieres? -Reprocho.

Me encaojí de hombros y me puse clorado cuando dijo que mis cosas valían mas que las de mi señor.
-Bueno... es de lo poco de valor que tengo... dije viéndla con cariño.

Escuché sus palabras con atención y la cabeza gacha, razonando cada apalabra que me dijo.

-No... no es que confíe más en la gente que me pega... pero es que... si no les llevo la contraria, evitaré que me peguen, aí está en quid de la cuestión.
Lyam también me lo pareció a mi en un principio y mira ahora: estoy así por su culpa. Ademas, mi señor no me permite hablar con él. Lo tengo prohibido.

Me dijo que no le llamara "mi señor" delante de él. Pero es que... jolin... es lo que es: es mi señor... y tengo miedo... si le llamo "mi señor", mantendré las distancias con él y no creará confianza conmigo: no quiero volver a terminar como estoy ahora... lleno de golpes.

Entonces me froté un ojo por enésima vez.

Mi cara se contrae en una mueca apenada al escucharle. Silvanus parecía siemopre un cabeza hueca y al final todo lo hacía porque era demasiado debil y pequeño y covarde para hacer otra cosa y nadie... Nadie le entendía. Sus palabras consiguen emocionarme y le agarro de las manos mientras lo miro -porque estoy lejos para darle un abrazo-.

- ¡Silvanus! ...- Digo con gran emoción mirándolo con una mueca triste. Al final me levanto un poco y lo rodeo todo lo que la mesa me permite. -Entiendo que es difícil pasar por algunas cosas, pero que sepas que voy a estar contigo. Nadie tiene que pegarte porque no hagas lo que te dicen -. Le digo abrazándolo todo lo fuerte que me permite la postura. Luego me alejo y me mantengo en pie con gran determinación.

- Me parece correcto que quieras ganarte un sueldo con un trabajo digno, pero eso no te convierte en inferior. Nadie tiene derecho a prohibirte relacionarte con alguien ni mucho menos a golpearte por ello -. Le comento. Luego rodeo la mesa para ponerle una manoi en el hombro. - Eres un buen tipo pero tienes que ser consciente de lo que vales, Silvanus -. Comento lleno de esa emoción de antes. -Y para mantener distancias puedes llamarle señor cuando trabajes. A fin de cuentas para algo trabajas para él y si así te lo pide... Pero cuando estás fuera de tu horario laboral no eres más que Silvanus y él no es más que alexander y aquí tooodos somos iguales -todos los guerreros, claro- No mezcles lo profesional con lo personal y ya -. Le sonrio con cariño y le froto la cabeza. Pobre chico. La verdad, nunca había pensado que tuviese un fondo tan profundo. -Además. Si le llamas así delante de mí me indignarás demasiado y acabaré sintiéndome mal -Fruncí lijeramente el ceño, pero de broma. Aunque no le vendría mal un poco de ataque psicológico pequeñito.

FdR: LOL Heylel sindicalista salido de la telenovela de las 5 XDDDD