Biblioteca

Me recriminó mi hipotético comportamiento dándome una colleja y diciendo que me pondría a soplar todo el día.
-Jo... no seas bruto digo frotándome el golpe jajaja, pero me rio de todos modos.

Entiende mis motivos y cede ante ellos.
-Gracias!! digo abrazándolo efusivamente- que bueno eres! ¿sabes? hasta la fecha nadie había confiado en mi nunca... no se porqué podrá ser.

Me sorprendo un poco cuando me abraza y abro las alas para que no me aplaste. Bueno, es cierto que es muy efusivo. Me rio con sorna cuando dice que nadie confia en él.

-Sí, por qué será... En lugar de llamarte Silvanus deberían herte puesto Problemas -.Le digo. -Y vete saliendo, venga, que se me están durmiendo las piernas -. Le pido.

Le hago caso y me levanto.
-Jo, no te metas conmigo... te aseguro que la mitad de mis problemas no me los he buscado yo, pero claro, el mundo está erre que erre, ahí, jorobando al niño- dijo esto mientras doy puñetazos con mi mano a la palma de la otra- y además, están ciertos personajillos orejudos- digo estirándome las orejas*- que tiene fijación conmigo: para empezar tenemos a doña rencor: Inger Nielsen, luego tenemos a doña "mevoyaquedarembarazadadetiparaquenomedejes", digo con sorna, luego tenemos a muestro queridisisisisisisimo señor AREN FEREC DARVENWISH, que bueno... de eso ya ni hablar, vamos: el primero que me encuentro en Brontë y desde aquella... una fijación, un acoso, un desacato a mi persona... en fin, y luego tenemos al último orejudo: AREN FEREC DARVENWISH HIJO, vamos: Alexander... que parece que me va a traer por el camino de la amargura...

Cojo a Heylel por el pecho y lo sacudo de forma graciosa, dandole mucho énfasis a mis palabras:
-QUE HAGO HEYL, QUE HAGO!! LOS SERES DE OREJAS PUNTIAGUDAS ME ACOSAN!! creo que voy a tener que cortarselas a todos para que se conviertan en seres racionales! jajaja


*estiro la única que tengo

Miro extrañado a Silvanus mientras me habla de todas sus desgracias y aprieto un poco los ojos, girando la cara, cuando se pone a zarandearme.

-Bueno, yo creo que eres tú quien va bucando problemas "orejiles" -Me rio.- Que yo sepa fuiste tú quien empezó a meterse con Inger, después con Aren estuviste erre que erre detrás de él a pesar de que todos te decíamos que no era buena idea, a Hewina la conociste tú y supongo que ella no te obligaría a punta de báculo a ser su pareja y con Alexander pues, oye, tú aceptaste el empleo -. Le digo, contando con cada uno de mis dedos las personas que ha mencionado mientras yo le explico mi postura.

Estiro las piernas y me reclino en la silla, mirándolo con los ojos algo más abiertos.

-Eres un caso... -

Con cada afirmación suya, yo intentaba rebatirla, pero no podía... tenía razon en todas.
entonces me dijo que era un caso...

-jo Heyl... a mi también me gustaria ser un chico normal... pero es que todo me pasa a mi... ¿cuantos somos en el castillo? MUCHÍSIMOS! y todo me tiene que caer en mis hombros... y creo que ya no puedo aguantar mas... menos mal que tu nunca me has fallado- entonces lo abracé.

-Haga lo que haga... no quiero perder a un amigo tan bueno como tu... ¿sabes? toda la gente que había conocido hasta ahora, a la semana de conocerme, huía de mi... decían que atraía la mala suerte... pero tu no, tu siempre has estado a mi lado. Por lo que no quisiera perderte nunca... no se que pasaría si nos enfadásemos para siempre- una lagrimilla salió de uno de mis ojos pero se secó rapidamente contra su ropa. Entonces me separé.
-Bueno, perdoname, es que me pongo muy sentimental a veces- dije un poco rojo.

Nuevamente silvanus consigue sorprenderme, no por el abrazo, sino por lo que dice. Sí que se toma a pecho las cosas, vaya... Por este tipo de cosas me da algo de pena este piscis. No sabe lo que tiene en la cabeza, pero no es mal tipo.

-Bueno, bueno, venga. Tampoco es para tanto. Hewina tampoco ha huído, ¿no? -Le sonrío. -Pero creo que deberías evitar esas cosas que "caen en tus hombros" y relajarte un poco

Estiro los brazos y me pongo de pie para desentumecerme las piernas. Recojo los libros y cosas del escritorio.

-Por cierto, ¿cómo está ella? -Le pregunto con interés.

Absorbo los mocos que se me caían por la llorera y le respondo:
-ya, ya se que debería evitarlo... pero es que parece que tengo un iman que los atrae... pero bueno, dejamos de pensar en estas cosas... da igual.
No Hewina me ama con locura y me quiere mucho y yo tambien... ella está bien, pendiente en ver si le viene de una maldita vez la maldita regla y librarnos del maldito crio de una vez -mierda... no debí de decir eso en alto... esta boca me pierde cuando me acaloro- no, quiero decir que me voy a poner contento si esta embarazada, per mucho mas si no lo esta... es duro, pero es la verdad... lo siento... no me veo preparado.

Escucho a Silvanus con comprensión y cierta pena. Para la edad que tiene es muy poco independiente, aunque bueno, tampoco es que sea tan mayor. Entonces me sobresaltan sus gritos y me abro los ojos. No es la voz lo que me sobresalta, sino sus palabras, que me dejan en el sitio.

Me quedo callado un momento. No sabía que Silvanus realmente no quería a esa criatura. Supongo que había sido precipitado...al fin y al cabo, ¿cuánta gente tiene la suerte que tuvimos Gabriell y yo? Suspiro. Ahora veo que, realmente, no es su momento.

-Silvanus... Si te preocupa que al final Hewina esté embarazada deberías decírselo. Si vas a vivir angustiado y amargado por que nazca, entonces ninguno será féliz... Aunque una vedad duela, es mejor que condenarse -.Le digo, lleno de tristeza. Estas cosas me angustian de veras.

me deje caer en una silla y apoye mi cabeza en la mesa.
-No... no le voy a decir nada... simplemente preferiría que no estuviese embarazada... pero si lo está voy a querer a ese niño hasta el infinito... no es por falta de cariño... lo que pasa es que me cortaría las alas... me enjaularía... estaría trabajando todo el día para que no le falte de nada... no como a mi... no quiero que tenga una infancia como la mia... no, eso nunca.
-¿que pretendes con lo de que no hay que condenarse? me estas diciendo que la abandone y que me ponga a vivir la vida loca? O MEJOR LA TIRO POR UNAS ESCALERAS, ¿NO? HEYLEL, POR EL AMOR DE DIOS, QUE YO LA QUIERO!

Escucho lo que dice Silvanus mirando hacia otro lado. Mierda, ¿qué demonios dice? Ya no entiendo que es lo que se le pasa por la cabeza. Entonces empieza a gritar cosas horribles y yo aprieto los puños.

- ¡CALLATE! -Grito desesperado, lanzando la silla que estaba a mi lado de un empujón. -¿Cómo se te ocurre decir cosas como esas? ¿Cómo puedes solo pensarlo? Baah, cállate, haz lo que quieras. No tienes ni idea de donde vives ni el daño que haces a la gente -.

Recojo mis cosas y salgo de allí sin dejar que me diga más cosas. No quiero escucharle, no quiero saber más sobre el tema. Cierro la puerta y apoyo la espalda en ella agarrando mis cartas y los libros frente al pecho. ¿Qué es esto? ¿Se me humedecen los ojos? Intento relajar la respiración, me he alterado un poco... Joder, ¿por qué la gente no puede pensar una mierda en este maldito castillo? Me muerdo el labio inferior.

Me voy corriendo del lugar. No quiero que silvanus salga y me encuentre.

*Se va*

FdR: Monstruo! Pobre Heylito! ;w;

Heylel mira hacia otro lado y ocurre algo inesperado:
Heylel me chilla... nunca me había chillado antes así... siempre era de broma... pero entonces yo retrocedo y me pego a la pared al ver que tira una silla. Por una milésima de segundo pensé que me la iba a estampar en la cara.
Entonces comienza a decir cosas horribles de mi y que soy un inutil y no se lo que hago y cosas asi...
Con cada palabra, sentía como me ardía la garganta y el aire quemaba mis pulmones.
Entonces se fue y yo me he quedado solo.
A la enorme carga de problemas que tenía sobre los hombros, ahora se añadió uno mucho mas pesado que hizo que me derrumbase por completo y comenzara a llorar como un descosido. Creo que ni cuando Aren me pegó con el látigo había llorado tantísimo. "CÁLLATE" resonabe en mi cabeza una y otra y otra vez.
Me quedé en el suelo, en una esquina, llorando.

Entendía a Heylel a la perfección: el seria feliz con un bebe... pero el problema lo tiene el que no es capaz de ponerse en mi lugar. Y aún por encima se enfada conmigo... que depresión.

-Muérete

Cuando logré calmarme después de lo que me había pasado con aquel engreído de Alexander, fui a la biblioteca para devolver el frasco de tinta y la pluma que había cogido para escribir la carta.

Le di todo al encargado, quien me dio las gracias, y cuando me dispuse a irme vi a Silvanus encogido en el suelo y llorando, al lado de una de las mesas.

Lo miré asombrada y me dirigí hacia él apresurada, y una vez estuve a su lado me agaché y le dije mientras le acariciaba la cabeza: "Sil... ¿qué te pasa?"

Estaba tan concentrado en mi dolor interior, que no me di cuenta de que Hewina estaba en la biblioteca y que se había acercado a mi.
Ante su pregunta, comencé a llorar mas fuerte aún.
-E-e-e-es qu-que- di un respingo- no- no- no- no- pued-pued-puedo- respingo- ha-hablar ahora no... no... Heylel iadjfhsdj y entonces...ajosfhjasdkd y luego sdjfbasdkjbfznas no me salían las palabras y parecía que estaba hablando en parvus.

No era capaz de entenderle nada entre sus tartamudeos y lloros, pero me parecio entender que mencionó a Heylel, por lo que supuse que le haría pasado algo con él...

"Habrán discutido o algo...", pensé apenada, y entonces me puse de rodillas y lo abracé.

"Anda... tranquilo... ya me lo contarás más tarde...", le dije mientras lo abrazaba, intentando calmarlo así.

Me fijé en que el encargado nos miraba de forma acusadora, ya que estábamos haciendo bastante ruido.

"Venga... vámonos de aquí, que estamos haciendo mucho ruido", le dije mientras me levantaba y le tendía la mano para ayudarle a levantarse.

Hewina dijo que ya se lo contaría y que nos fuésemos de ahí, porque estábamos armando mucho jaleo.
Por lo que le dí mi mano y nos fuimos de ahí.

*se van*

Entro en la biblioteca para buscar información de como atender a un criado y que le debo dar de comer, que cuidados necesitan o algo asi... al fin y al cabo... hay que mantenerlos medianamente contentos para que no se te rebelen...

Me pongo a buscar... pero no encuentro muchas cosas, ya que no es un tema que ineterese a mucha gente... mas que nada porque la gente no suele tener criados en Brontë. Lo que pasa es que yo no soy gente: soy el dueño de esta gente.

El libro se titula "Como entrenar a tu esclavo"... pero no tiene autor: es viejo

Comienzo a leerlo y una sonrisa torcida cruza mi cara.
el libro decía textualmente:

"Al esclavo hay que callarle la boca siempre, no debe hablar nunca sin pedir el consentimiento de su señor. El esclavo debe ser fiel a un único señor. Si el esclavo intenta poner condiciones, abofeterale tantas veces como condiciones haya pedido. Si el esclavo se revela, ahogue sus quejas con mas oro. Si el esclavo no cumple con sus tareas, deberá devolver todo lo que su amo la haya dado hasta la fecha (si es que le da algo, ya que al fin y al cabo: es un esclavo). El esclavo comenzará y terminará las frases con un "señor" en sus labios, sino, será usted libre de abofetearle tantas veces como quiera. El esclavo..."

Conforme avanzo en la lectura de tan jugoso artículo, mi lúcida mente se pone a trabajar, imaginando lo útil que puede ser un esclavo, sirviente o lo que sea... al fin y al cabo: es lo mismo. Aren tenía razon... por algo es el mejor lider del mundo.

El caso es que me levanto alegre con el libro debajo del brazo y me lo llevo.

-Al fin y al cabo, la esclavitud no se ha abolido... solo se ha puesto en nómina- susurro antes de salir de la estancia

*se va*

Entré en la biblioteca bastante enfadado con lo que me había contado Hewina. Ahora ella era la sirvienta de Alexander... tenía que arreglar esto ya.

Pero bueno intenté despejarme con los libros. La verdad es que quería estudiar algo. Por lo menos tendría la posibilidad de encontrar un trabajo mejor que el de sirviente.

Cogí un libro de matemáticas básicas. Siempre me escaqueaba de las clases de mates, y no tenía ni idea. Solo sabía hacer operaciones muy básicas... realmente no era para nada mi fuerte, por lo que me puse a estudiar un poco de mates... al fin y al cabo: quería ser un profesional preparado y no tenía otra cosa mejor que hacer... solo encontrar a Alexander... pero lo encontraba.

*se queda*

Fui a la biblioteca para buscar un libro con el que evadirme un rato de la realidad, y entonces vi a Silvanus leyendo.

Ya le había contado lo que había pasado y estaba un poco molesto conmigo, pero me acerqué a él de todos modos y le dije con el rostro serio: "Hola Sil"

Entonces me fijé en que el libro que estaba leyendo era de matématicas, y le miré extrañada.

"¿Matemáticas?", le dije con una cara entre rara y divertida.

La miré por el rabillo del ojo y dejé de escribir la tabla del nueve.
-Si señorita. Matemáticas. Como estas? bah... que mas da, si luego te pones a pelear como una cosaca... ¿sabes que te digo? pena que no te hubieran dado bien esos dos. Así aprenderías.
Y continuo escribiendo la tabla del nueve.

Ante su respuesta lo miré apenada y me quedé callada un rato.

"Ya te dije que lo sentía...", le dije desviando la mirada hacia el suelo.

-Me da igual que lo sientas- dije sin levantar la vista de mi papel, lleno de números y borrones- ¿y si te dan una patada en la barriga? ¿ y si te llegan a herir de gravedad?- entonces tiré con desgana la pluma encima de la mesa y me pasé una mano por la cara, para despejarme. Dime... ¿que se supone que tengo que hacer yo ahora? ¿irme a pelear por tu libertad contra Alexander? ¿quieres convertir esto en un círculo vicioso?

Me di la vuelta y comencé a ojear libros en las estanterías cercanas a la mesa en la que estaba Silvanus, y cuando terminó de hablar le dije seriamente: "Tú no tienes que hacer nada. Asumiré las consecuencias de mis actos imprudentes y seré la sirvienta de Alexander."

Sabía que después de decir eso se alteraría, así que esperé su reacción mientras hacía una pequeña cuentra atrás y continuaba observando títulos de libros.

"3... 2... 1..."

-DE ESO NADA! NI HABLAR! QUE QUIERES? QUE TE VUELVA A INTENTAR VIOLAR OTRA VEZ?- "para eso que me viole a mi, que así no hay peligro" pensé. pero no lo dije, por supuesto.
-No. Encuanto me lo encuentre, volveremos a la mecánica anterior. Además... estoy estudiando mucho estos días... quizas encuentre un trabajo un poco mejor...-suspiré. Quería autoconvencerme de que eso así seria, pero sabía que nadie iba a contratarme.

Aunque por otro lado... una pequeña parte de mi ser me decía que no me volviera a "encarcelar". Erda libre ¿que mas da que ella no lo sea? es un pensamiento egoista. Pero las personas somos egoistas... no se... pero supongo que al final haría lo correcto para todos... supongo.

Suspiré profundamente para coger aire a seguir.

"¿De verdad piensas que ahora te dejara firmar un contrato decente? Teniéndome a mi en su poder no le interesa que firmes nada que no sea como aquel injusto contrato. Por lo tanto... no creo que puedas optar por otro trabajo.", le dije.

Entonces me acerqué a él y me senté en frente suya.

"Si me desata a mí es para atarte a ti con la misma cuerda. Y no podemos hacer nada...", le dije.

"Si no hubiese aparecido ese odioso de Aren...", dije en voz baja, posando la cabeza en mis manos y apoyando los codos en la mesa.

"Aún que si no hubiese aparecido yo habría salido mal parada... pero... al menos seríamos libres...", pensé.

Asta ella se había dado cuenta de que mi estado laboral no iba a avanzar...

Entonces pronunció a Aren.
-Eh! que...- me callé de repente. No podía defenderlo: Aren lo había estropeado todo.- bueno, estoy un poco cansado. Así que me iré. Mañana ya se me habrá pasado el cabreo.

Asta mañana- dije sin ganas. No me gustaba que se jugase con la vida de mi hijo o hija de esa manera.- quedamos asi, en cuanto vea a Alexander, que te libere y punto.
Salí dando un pequeño portazo, dejándola sola.


*se va*