Biblioteca

Me pasé una mano por la nuca, ligeramente sonrojada, al escuchar su primer comentario.

— Y soy tímida y vergonzosa, jopé — murmuré, más para mí que para él.

Escuché, tras mi pequeña intervención, las siguientes palabras del aether. Al parecer se había encontrado con dos alumnos nuevos: un chrysos, llamado Lyam o algo así, y una flamma cuyo nombre no recordaba. Asentí varias veces y, después, negué.

— No, no he coincidido con ellos — respondí.

Me pasé una mano por el cuello. Entonces recordé que había dejado algo en el comedor. Me llevé una mano a la frente y miré a Heylel, ligeramente avergonzada. Le pregunté si no le importaría acompañarme y, al ver que aceptaba mi "invitación", sonreí. Comenzamos a caminar, hablando de temas irrelevantes, y nos fuimos de la biblioteca.

*se van*

Fdr. xD Es que a Heylito le entró el sueño

Llegué a la biblioteca y me dejé caer sobre una silla.
Apoyé los brazos en la mesa y puse la cabeza entre ellos, de manera que mi barbilla tocaba la mesa pero mi cabeza estaba sujetada por mis brazos.

Hablar con Lyam ayer de la cicatriz de mi oreja me había abierto nuevas heridas. Ahora recordaba como Aren se había reido de mí por mi acto. Y esa risa me dolía de nuevo.

Me quedé viendo a la nada mientras con un dedito me repasaba la cicatriz.

Suspiré.


*se queda*


Después de un largo período de silencio pensando en... cosas. Decidí retirarme, porque el encargado de la biblioteca estaba recogiendo las sillas y poniñendolas encima de las mesas seguramente para fregar, por lo que me di cuenta de que quizás molestaría.

Me despedí con una mano y una sonrisa forzada mientras me volvía a pasar una mano por el corte de mi oreja, pensado que una parte de mí estaba debajo de la chaqueta de Aren, lo que me hizo ruborizarme y esbozar una sonrisa.

*se va*

Entré en la biblioteca un poco perdida, vagando sin rumbo. Estaba vacía. Avancé por el lugar en silencio, con el semblante muy serio, hasta una de las mesas, donde alguien había dejado un libro. Lo cogí y me perdí entre las estanterías.

Una vez escogido un rincón de mi gusto, me senté en el suelo con la piernas cruzadas, abrí el libro por una página al azar y seguí las incomprensibles letras con la mirada, parándome en las más grandes para pasar el dedo por encima de los trazos. Parecía una escritura un tanto enrevesada, pero los dibujos que hacían las letras eran bonitos.

*Se queda*

Llegué a la biblioteca para comprar un poco de tinta al señor de la biblioteca. Se me había acabado y la necesitaba.

Entonces ví a Massen un poco alicaída leyendo un libro.

Me senté a su lado y apoyé mi cabeza en la mesa.
-¿Que lees?- dije levantando el dorso del libro.- ¿Politica econcomica de la infraestructura moderna del arte encriptado del norte de Lumen? Ohg, venga Massen, ¿porqué lees esto?

Oí a alguien entrar en la biblioteca, pero no levanté la vista del libro. Supe que era Silvanus cuando se sentó a mi lado y me hablo. ¿Política económica de... qué?

Dejé el libro a un lado, echándome a reír sin poder contenerme. Cuando, después de unos minutos, conseguí calmarme, miré a Silvanus, secándome las lágrimas.

- ¿En serio ese es el título? -analicé la portada, de letras ornamentales, como las del interior-. No me había fijado, la verdad -me sentía más segura sabiendo que no mentía, aunque tampoco dijera toda la verdad-. Estaba estudiando los trazos de las letras. No me interesa el texto -expliqué.

Yo también reí cuando ella lo hizo.
-Si, ese es el título.- entonces me dijo que estaba simplemente viendo las letras.- Ah, que forma de diversión mas... ¿entretenida? - reí- ¿no preferirías venirte al lago conmigo o así? el agua está helada, pero bueno, nos lo podemos pasar bien igual.- dije pensando viendo hacia el techo con un dedo en los labios. Meditabundo.

-Bah, déjalo. ¿Que tal?- pregunté mientras yo tambien veía el libro.

- La verdad es que el lago parece buena idea... Hace siglos que no voy a darme un baño -comenté, arqueando las cejas-. Pero las letras bonitas también me gustan. Me parecen interesantes.

Volví a tomar el libro y pasé las páginas al azar.

- Estoy bien, ¿y tú? -respondí distraida. De pronto alcé la cabeza-. Ahora en serio, ¿y si vamos al lago?

Parece que la propuesta le gustó, así que decidimos ir al lago.
Le propuse llevarla a mi espalda - ¿subes?- y ella aceptó, por lo que nos fuimos con dirección al lago.


*se van*


FdR: me ha dado permiso.

La biblioteca estaba desierta.


Entré dando una patada a una silla: estaba de mala leche: en Brontë la comidilla oficial era la boda del jefe caeruleus y la jefa flamma.

Le di un puñetazo a una estantería y apoyé mi cara contra los lomos de los libros, mojándolos con mis silenciosas lágrimas.

El día en que el amor de mi vida se fuera de mis manos se estaba acercando y eso me frustraba y me hacía llorar en silencio sintiendo un calor en mi cuello. Un calor agónico que hacia brotar mis lágrimas ardientes por mis enrojecidos ojos.



Me derrubé en una silla y Tristán salió de mi bolsa para ver que me pasaba.

Apoyé mi cabeza en la mesa, quedandome a la altura del pequeñin, mientras mis lágrimas mojaban el tablero.
-Se casa... ¿lo sabias?- el dragón asintió- jolines... va a ser horrible.- el dragón asintió- ¡CALLATE! así no me ayudas.- el dragónse indignó y me mordió la nariz.
-Seras...- dije haciendo un amago de bofetada.


-Bueno- suspiré- si no puedo casarme con el, por lo menos le regalaré algo que nadie le pueda regalar... no se... algo especial... ¿tu que le regalarías?- el dragón negó con la cabeza- ¿no le regalarías nada?- el dragón asintió- PUES MUY MAL A AREN HAY QUE QUERERLO MUCHO MUCHO- dije poniñendome de pie- por aquí tiene que haber libros de cosas guays... veamoooos... dije pasando mi dedo por los lomos de los libros.

-¿Objetos de locomoción? No, puede aparecerse en cualquier lugar. Es absurdo.- ¿¿Cursos de quiromasaje? ¿Aren dando masajes? no: en todo caso le regalaría un masaje... bah, que regalo mas cutre.

...


Después de buscar durante mucho rato estaba a punto de darme por vencido, pero Tristán se subió encima de un libro y bufó.

-¿de que es ese? - dije cogiéndolo- "¿Criaturas mágicas y donde buscarlas?" ¿una mascota? ¿Aren? ¿Mascota? eso no es Barthemius? - dije riendo levemente- bueno ¿porqué no? a veeer...

Me puse a leer:
-Unicornios... - me imaginé a Aren montado en un unicornio rosa con flores y pezuñas de gelatina oliendo a mandarinas y melocoton. Alcé el labio y una mueca de asco se dibujó en mi cara.- No, por Mithos, ¿Aren en unicornio? NI DE COÑA.

-Dragones... ¿como capturo y un dragón? ¿donde lo meto?- entonces vi a Tristán de reojo- Porque para regalarle uno como tu, mejor no le regalo nada. El reptil me mordió y se cabreó un poco, pero yo no le hice caso.

- Faunos... ¿Aren para que demonios quiere un fauno? no, que ademas tienen pinta de oler a cabra y es no gusta a nadie.


Me quedé buscando algo hasta que llegué a un apartado bastante interesante:

Un hada es una criatura fantástica y etérea, personificada generalmente en forma de mujer hermosa, -inciso: a Aren le gustan las mujeres hermosas- que según la tradición son protectoras de la naturaleza.
Clases de hadas:
Hay muchas clases de hadas, siendo las más conocidas las:
Lamias (hadas con pies palmeados), Ninfas (Las mas comunes, viven en ríos, lagos y en lugares floreados. Son las más características), Dríades (hadas protectoras de los bosques), Sirenas (hadas de los mares), Salamandras (hadas del fuego) y Drinfas (hadas de la tierra).

-Caray cuantos tipos de hadas. ¿crees que le harán ilusion? no se... bueno, al fin y al cabo son mujeres encerradas. Es muy del gusto de Aren- dije con una sonrisa.

Pero, ¿donde encontrar hadas? en Brontë no había... quizás tuviera que ir a buscarlas. Sería un regalo fantástico. A Aren le encantarán: un puñado de Hadas que iluminen su preciosa habitación, que le canten y que hagan cosas de hadas... como... hadear y eso...- me quedé pensando un rato en que podían hacer las hadas en su tiempo libre...

-Bah, decidido: le regalaré unas cuantas hadas. pero... no se donde hay... alguien listo debe saber donde hay hadas...- me quedé pensando en las personas que conocía- A Aren no se lo puedo preguntar, porqeu se daría cuenta de que es su regalo y al resto de los líderes no los veo casi nunca y la fecha del enlace se me echaría encima... un alumno... Alexander no ha visto más ayá de sus lujosas narices, dudo que sepa cosas de campo, por lo que dudo que sepa donde hay hadas, Massen... no, Hewina... no me apetece hablar con esa traidora, Thamerlein... bah, es una mujer muy ocupada... Alehyss... bah, lo mismo que Tham, Inger no me habla y Rick no se separa de Inger, por lo qeu también lo tengo vetado... y...¿Lyam? ese padguato sabrá donde hay hadas? es bastante listo, pero aún estoy un poco resentido con el... pero bueno es el único que podría ayudarme...


Suspiré.

-Decidido, le preguntaré al tonto ese donde hay hadas...




Salí por la puerta maldiciendo no saber yo mismo donde había hadas. Me daba rabia depender de ese niñato...

-Tonto Lyam...



*se va*


FdR: Gracias Rocio por ayudarme con esto.

Entro en la biblioteca y suspiro aliviada al encontrarla vacía. Cierro la puerta a mi espalda y me encamino hacia las mesas.

Nadie.

Me permito una leve sonrisa, ya encaminándome hacia las estanterías, y examino los diversos lomos con el índice, leyendo varios títulos que no llegan a llamarme la atención.

No me apetece leer; solo tranquilidad.

*se queda*

FdR- Troll

El líder Darvenwish apareció en la silenciosa biblioteca para dejar sobre su mesa predilecta algunas de las diferentes lecturas y depositó los demás útiles sobre la misma mesa. Suspiró. Estaba aburrido y asqueado del papel pero nunca estaba de más encontrar algo con lo que despejarse.

Caminó con calma por la amplia sala recorriendo títulos que no llamaban demasiado su atención. No le interesaban historias fantásticas o de entretenimiento sino libros sobre magias arcanas o instrumentos curiosos llenaban en mayor grado su requisito de ocio.

Había echado la mano a un lomo que le había llamado la atención por su tacto aterciopelado y su ortografía decorada. "Religiones en busca del poder oscuro" Miró el libro con un gesto entre asqueado e incrédulo. Se preguntó en qué momento habían empezado a dejar publicar semejantes estupideces.

Escuchó entonces unos pasos calmos por el lugar. No era de extrañar pues en la biblioteca la gente siempre caminaba como almas hacia el purgatorio. Fue entonces cuando se encontró con la joven chrysos que tanto lo evitaba y sonrió al tiempo que cerraba el libro de golpe con su derecha.

Dejó el objeto sobre una estantería cualquiera y se acercó a la muchacha por detrás con sigilo. Bien erguido, por supuesto, no fuese a darse la vuelta y verle. En cuanto estuvo a una distancia prudencial amplió su sonrisa.

-Alehyss -Pronunció con un tono casi danzante. -Buenas noches, querida. que interesante encontrarte por aquí -. Indicó en un tono calmo y más bien bajo, adecuado al habla en un lugar como aquel.

Al escuchar mi nombre de su siseante voz de serpiente me yergo un poco más, adoptando, tal vez, una posición excesivamente enhiesta. Escucharlo me hace recordar nuestro último encuentro, y, aunque lo que viene a mi mente no es un recuerdo nada agradable, no me siento en absoluto nerviosa con respecto a ello. Para mi sorpresa, logro mantener una calma casi completa, siendo el único rasgo que la perturba el ligero movimiento de sorpresa que realizo al descubrirlo a mi espalda.

Me vuelvo con calma, procurando parecer incluso más tranquila de lo que estoy.

- Buenas noches, señor -saludo mirándolo a los ojos tras girarme-. Solo estaba buscando alguna lectura interesante.

El líder caeruleus esperó a que la chica saludase y diese sus primeras escusas para continuar.

-Una noche poco productiva, deduzco -.Indicó bajando un poco la cabeza como si fuese a mirar por encima de unas gafas inexistentes. Posteriormente recuperó su postura erguida y pavoneante.

-Hace bastante tiempo que debería haber hablado contigo. Supongo que ha sido mala suerte el no encontrarte... -Añadió comenzando a caminar hacia uno de los lados de la muchacha.

-Todos tus compañeros han sido gustosamente entrevistados tras la batalla contra las bestias. Sí... Esa batalla de hace meses. Pero tú has conseguido escabullirte muy hábilmente -.Indicó rodeándola con pasos lentos. -Te estoy halagando -.Añadió con tono jocoso mirándola a sus opacos ojos antes de pestañear y continuar caminando.

Finalmente se sentó en una de las butacas del lugar y cruzó las piernas mirando a la chrysos con arrogancia.
-Dime, ¿coindices con tus compañeros es que fuiste la última en llegar y que no viste a ningún individuo extraño por allí? -Comentó con un tono juguetón, casi infantil como si el asunto ya apenas importase.

¿Individuo extraño? Se me cae el mundo a los pies, pero logro recomponerme antes de que se note a primera vista mientras sigo con la mirada sus idas y vueltas. ¿Acaso...? ¿Quizás Jager vagaba por allí en aquel momento y fue visto por alguien? Siendo como es, no me extrañaría.

- ¿Individuo extraño? ¿En qué sentido? Pues yo no recuerdo haber visto a nadie extraño -entorno los ojos, pensativa-. Aunque, ¿quién soy yo para discernir, señor?

Lo miro fijamente unos segundos, pero termino zanjando que me he excedido.

- No, señor. No vi mucho, pues llegué la última y regresé pronto al palacio.

La respuesta de la chica divirtió al líder caeruleus. Preguntas y comentarios evasivos. ¿Quizá para huir de la cuestión o quizá para tomarle un poco el pelo? Cierto era que la chrysos iba tomando confianza a trompicones según en la situación en la que se viese.

-No ver mucho no es no ver nada -Indicó entornando ligeramente los ojos mientras mantenía la mirada en la chrysos. Se mantuvo uno segundos.

Después tomó aire y miró a su alrededor como queriendo quitar hierro a su comentario.

-Eres una mujer complicada, Alehyss. No bajas la guardia en ningún momento y eso es francamente interesante. Y entretenido -.Indició con una media sonrisa -Acércate, creo que me debes algo -.Ordenó mirando con desinterés y jugueteando con el candelabro al lado de la butaca.

- No creo haber visto lo que busca, señor. Creo que me hubiera percatado.

Cierro los labios al callar y no hago ningún gesto, ni siquiera cuando me llama, más que acercarme.

Extiendo una mano segura hacia él, aunque titubeo un poco a la hora de elegir el lugar. Finalmente, por estar descubierto, opto por el cuello, y deposito las yemas de mis dedos sobre él.

Humedezco los labios, algo más nerviosa.

- Chrysantae...

¿Para qué lo quiere? ¿Y si quiere otra cosa y ahora me castiga por propasarme? ¿Y si solo quiere asustarme? ¿Y si sabe quién soy, qué hago aquí y está esperando a que me delate?

Lo miro seria. Por dentro estoy nerviosa, pero... ¿Cómo no estarlo frente a esta situación?

El líder caeruleus observó a la muchacha acercarse y, con gran complacencia, observó como acariciaba su cuello para dedicarle un nuevo chrysantae. Tras la descarga, no pudo evitar una carcajada jactanciosa que lo hizo echar la cabeza hacia atrás unos seungos.

- Alehyss- La agarró de la cintura. -Y pese a todo somos animales de costumbres -Todavía riendo se guardó para sí el adjetivo que le dedicaría a la chrysos gracias a su comportamiento ejemplar. le entraron ganas de decir "Salta, Alehyss. Vamos, ahora gira sobre tus pies. Ve a buscar ese libro..." Pero en lugar de eso el líder caeruleus agarró con su otra mano la cara de la muchacha y reparó en su gesto serio.

-Tienes orgullo, Lester. Esta situación debe parecerte cuanto menos magnífica -Indicó jocoso e irónico. -Mírame y dime que no deseas aplastar mi cabeza contra esa lámpara o atravesarme el pecho y achicharrarme con tu insignificante magia -.Incitó el hombre sin perder el contacto visual ni soltar a la chica. -Lo has hecho bien, Alehyss y aquellos que se comportan reciben su premio -.Añadió separando la mano que tenía puesta en la cara de la chica para apoyar el brazo sobre la butaca. -Atácame, Lester. Desahoga un poco esa rabia que tenéis que tragaros. Te doy mi palabra de que no tomaré represalias -.Indicó con una sonrisa pícara.

Se acomodó en la butaca y continuó observando a la chica.
-Piensa en lo mucho que algunos de tus compañeros desearían una oportunidad como esta -.Añadió.

Sus palabras no logran provocarme reacción alguna. Mientras habla, solo siento ganas de apartarme de él y gritar en soledad, despotricar contra el líder, arrancarle la piel...

Alzo la vista, claramente contrariada. ¿Mi recompensa por acatar sus órdenes, por humillarme, es poder descargar sobre él el asco que le tengo? Frunzo el ceño. Aunque no es alguien que aparente fiabilidad, por otra parte... ¿Haría de verdad una promesa falsa de esa calaña? No le pega a alguien de su clase, a alguien con su orgullo...

No le pega porque Aren Darvenwish no me teme. ¿Para qué mentirme cuando tiene tanta seguridad en sí mismo que no le asuta lo que pueda hacerle?

Aprieto la mandíbula. Lanzo una fugaz mirada a mi arma y luego aprieto el puño. Lo miro. Me aproximo un paso y lo observo más atentamente.

Cortar su yugular, arrancarle los ojos... Tomar su látigo y cruzar su espalda... Llenarlo de cortes.

Caparlo.

Poco a poco, malvadas sensaciones de poder se van haciendo hueco en mi interior, y siento ganas de relamer con gusto las dulces sensaciones, placenteras, que tengo de imaginarlo suplicando clemencia a mis pies, como un perro.

Pero a la hora de la verdad, cuando estoy cerca de él, solo logro levantar la mano contra él, viendo cualquier castigo mayor como un desafío demasiado grande. Y, aún estando él sentado y relajado y mi mano alzada, no logro descargar nada contra él.

Al tener mi mano en alto, noto que mi serenidad se quiebra un poco, y al notar cómo mi extremidad tiembla un poco la dejo bajar. Y bajo también la cabeza, sintiendo humillación.

Sumisa.

Sumisa.

La palabra hace eco en mi mente y soy consciente de que soy incapaz de alzarme contra él si no es una orden.

El líder Darvenwish esperó pacientemente mirando a la muchacha con las manos unidas sobre su vientre y un gesto la mar de plácido. Esperó el tiempo que hizo falta y observó el gesto de la muchacha levantado la mano con ímpetu.

Parpadeó con calma, movió ligeramente el pie en alto -debido al cruce de piernas- y continuó observando a la muchacha hasta que esta titubeó y cesó en su empeño. El líder amplió su sonrisa.

-Pequeña y frágil Alehyss Lester -.Puso una mano sobre el tronco de la chica debido a la distancia hasta su cabeza, mirándola desde arriba sin bajar el mentón. -Al fin nos conocemos -.Indicó con tono triunfante. Dejó unos segundos de margen a la muchacha y descruzó las piernas.

-Siéntate -Ordenó.

"Pequeña y frágil Alehyss Lester". Me tenso, pero no respondo. ¿Qué decirle tras demostrar mi...?

- ...

A su orden no puedo sino estremecerme. Aunque no me agrada y trato de retrasarlo lo más posible, termino mirándolo silenciosa y, tras desviar la mirada hacia un lado, como si de mirarlo fuera a verme reflejada y a sentir asco de mí misma (algo muy probable en esa situación), me siento.

No estoy nerviosa. Simplemente me siento totalmente sucia, humillada y cobarde. Pero miedo no. No tengo miedo.

Lester obedeció la orden tras unos segundos de duda y acabó por sentarse sobre las piernas del líder de forma que las suyas quedasen a la izquierda del hombre. El líder se irguió dejando de apoyar su espalda en la butaca y acercándose a la chica. Luego rodeó su cintura con la mano derecha y posó su izquierda sobre una de las piernas de la muchacha.

-He de confesarte algo, Alehyss -.Indicó en tono susurrante y amargo.-Eres increíblemente irritante, tanto que a veces te rasgaría lentamente la espalda -.Indicó mientras acariciaba con las yemas la espalda de la chrysos..- hasta que suplicases clemencia -.Sonrió ligeramente y volvió a su gesto taciturno. -Pero eres demasiado prudente. Llegas al punto exacto entre la serenidad y el desasosiego -. Se mantuvo en silencio y respiró el aroma de la chica. Luego acarició ligeramente la pierna de esta para que no se olvidase de donde había situado la mano izquierda y volvió a rodear su cintura con la derecha.

-Te quiero, Alehyss y sé que lo tienes presente... Ahora está en tus manos decidir como zanjar este asunto -.Sentenció manteniendo el áspero susurro.

No reacciono al contacto de su mano izquierda, y dejo que él me acerque un poco con la derecha si lo ve conveniente. Me siento tanto a su merced en este momento que hasta casi la idea de ser rasgada y morir me parece mejor. De todas formas, me siento extrañamente calma para encontrarme en una situación de tan poca dominancia.

Mi espalda se comba ligeramente siguiendo la trayectoria de sus dedos.

- No me gustaría que hiciese eso... -me atrevo a susurrar con cierto desagrado, logrando recuperar algo de cinismo-. Si le digo la verdad.

Lo miro de reojo. Siento sus manos moverse sobre mi piel.

"Te quiero".

Me estremezco por el tono y por las palabras, pero por separado.

Me desea. Casi tengo ganas de sonreír, pero no me encuentro con fuerzas. Realmente desea tomarme como si de un objeto me tratara, porque aún no me ha obtenido. ¿Será porque no he caído a sus pies? ¿Una especie de capricho? ¿O simplemente porque "quiere" todo aquello que se plante frente a él?

Dejo que mi mano derecha se deslice hasta su pierna. No me siento cómoda, pero pese a todo acaricio esta hacia arriba con las yemas de los dedos.

Me asqueo. ¿Tan fácilmente sucumbo ante él solo porque su poder es mayor?

El líder caeruleus sonrió con cinismo al comentario de la muchacha pero no añadió nada al respecto sino que se mantuvo en su posición esperando alguna respuesta más de la muchacha.

Sintió la mano de esta sobre su pierna y recuperó una media sonrisa antes de traer más hacia sí a la chrysos. Tiró de su cadera y la colocó de espaldas a él de forma que posteriormente pudo rodearla con los brazos y apoyar la cara en su nuca.

-Hermosa Alehyss -.Susurró antes de probar la piel de su cuello para acabar dejando paso a un húmedo trayecto bífido sobre este.

Cierro los ojos al sentirlo en mi cuello, más para evadirme de este lugar que por alguna clase de placer.

"Hermosa Alehyss"

Hermosa Alehyss...

Alehyss...

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"Alehyss".

Jager me había llamado aquella mañana. No directamente, pero me había hecho llegar el mensaje de alguna forma que no recuerdo y a media tarde ya había empezado a ponerme nerviosa. Era cierto, por una parte, que me alegraba de que por fin mis ruegos fueran escuchados, pero, al mismo tiempo, había algo en todo aquello que no cuadraba.

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No respondo a sus palabras con sonido alguno. Sin embargo, mi mano derecha no abandona en ningún momento el contacto con su cuerpo.

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- ¿Qué sucede, Jager? -inquirí tras llegar.

Él me miró nada más verme aparecer. Sonrió arrogante, altivo, grandioso, fuerte... Se acercó y me besó sin pudor, como si lo hubiera hecho mil veces antes, introduciendo su lengua en mi boca y haciendo caso omiso a mi sorpresa.

- ¿Lo adivinas...?

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Empiezo a ponerme ligeramente nerviosa. Necesito hacer acopio de fuerzas para no desmoronarme.

"Solo es sexo... No es importante."

El líder caeruleus se apoderó de la muchacha llevando su derecha a la cadera de esta mientras su izquierda subía acariciando el cuerpo de ella. A la altura de su pecho hurgó entre sus ropas buscando la piel de la chrysos de forma que esta comenzase a dar más señales de vida que su propia respiración.

Continuó besando cuello y mordiendo con escasa piedad en cuanto se le antojaba necesario. Lentamente, su mano derecha se deslizaba hacia el muslo de la muchacha de forma que el deseo empezase a aflorar.