Biblioteca

Corbin no tenía muy claro si la mujer estaba bromeando o no. Sonreía, pero su sonrisa no era exactamente amistosa. Por su parte, el claritas se limitó a apoyar un codo en la mesa y la cabeza en la mano, sin perderla ya de vista. La chica se desenvolvía de forma atrevida y directa, pero Corbin no se molestó en aclarar sus palabras cuando se refirió a ellas. En su lugar, se limitó a encogerse de hombros.

Asintió cuando ella se refirió a su anterior encuentro. No lo recordaba exactamente, pero era perfectamente plausible. Desde luego, ella le sonaba de algo. Clavó la mirada en sus ojos.

-No, la verdad es que no lo recuerdo -reconoció. Luego se enderezó, dejando de apoyarse en su mano-. ¿Qué habrás cambiado para llamarme la atención ahora?

Corbin repasó mentalmente, intentando cuadrarla en algún lugar de su mente. Poco a poco, empezó a acordarse de aquel encuentro, aunque no de los detalles. Tal vez habían intercambiado un par de frases, pero ni siquiera sabía si se habían presentado.

Lo observo fijamente.
Nos separan varios metros, pero eso no impide que pueda estar atenta a sus ojos en todo momento. Cualquier gesto, antes de ser, pasa por los ojos, a menos que seas un perfecto farsante. Si miras a tu oponente a los ojos, sea cual sea el campo de enfrentamiento, es más difícil que te engañe.

-¿Qué he cambiado? Nada, a mi parecer. Quizás seas tú el que estaba despistado la otra vez.

Despistado y aburrido, pienso para mí.

El claritas concedió con un gesto lento y suave, asintiendo.

-Quizás -repitió.

Pero no era cierto. No recordaba bien aquella otra vez, pero sabía que no se trataba de un problema de atención. Algo le decía que no, que ella había actuado de un modo diferente. O, tal vez, la chrysos tuviera razón y, sencillamente, Corbin tuviera aquel día otras cosas en la cabeza. Si era así, Falace lo castigaría, y él era consciente de ello. Ni siquiera estando muerta lo dejaría en paz.

Se pasó una mano por delante de los ojos, como si quisiera borrar algo de su vista, aunque en realidad, su intención era borrar a Falace de su mente. Aunque ella lo persiguiera, su cometido era no darle el gusto de alcanzarlo. Buscó de nuevo el rostro de la chrysos, oscuro y cuerdo, tan diferente al de ella, y superpuso aquella imagen a la que ocupaba su cabeza.

-Soy Corbin -murmuró entre dientes. Falace se resistía a desaparecer.

Ladeo la cabeza ligeramente, notando cómo las puntas del pelo me acarician la cara. Asiento levemente.

-Alehyss. Recuérdalo -digo, dejando entrever un sutil tono jocoso, aunque no sonrío.

Me aparto el flequillo, pensativa. Creo que ha llegado el momento de inmiscuírme en sus asuntos. Ya he profundizado suficientemente en la superficialidad de la conversación como para "exigir" saber algo más sobre él que su nombre, aunque solo sean datos banales que quizás, en un futuro, me abran puertas hacia secretos más interesantes.

-¿Estoy abusando de tu tiempo? -pregunto con tranquilidad. Lo primero que hay que hacer cuando interrumpes a alguien ocupado siempre es ser cordial-. Parecías ocupado -añado, haciendo referencia a sus libros con un gesto de cabeza mientras hablo.

Además, siempres es una forma de que te desvelen, quizás, lo que hacen.

Alehyss. No era la clase de nombre que le habría puesto. No era el nombre de la dama de Rick el mendigo. Al pensar eso, una chispa de reconocimiento se encendió en la mente de Corbin, y tuvo que contener una carcajada. Al final, consiguió que su sorpresa quedara reducida a una amplia sonrisa y un brillo divertido en los ojos.

-¿Alehyss Lester? ¿En serio? Créeme, no lo olvidaré -respondió con voz risueña-. He oído hablar de ti. Te has ganado una reputación peligrosa...

Aunque Rick el mendigo le había advertido, Corbin no se sintió amenazado al escuchar aquel nombre. Independientemente de que la mujer fuera realmente una asesina o no, el claritas llevaba toda su vida aprendiendo a defenderse, y dudaba que aquella mujer fuera tan poco cuidadosa como para intentar un ataque en un lugar como aquel. En cualquier caso, si de verdad era como el flamma había dicho, él estaba sobre aviso.

-No te preocupes por mi tiempo -repuso, despreocupado-. Últimamente tengo demasiado.

En cuanto pronuncio mi nombre me doy cuenta de su extraña reacción. La turbación que me provoca la ignorancia se esfuma enseguida, nada más abrir él la boca y pronunciar mi apellido como si yo misma acabase de decírselo. Eso, sumado a sus palabras, me dan una clara imagen mental del culpable de tal...

Rick Dehnel. Él es la única persona que habla de mí a todo aquel que ve, advirtiéndole de mis muchas enfermedades venéreas, mi capacidad para maltratar animales adorables y muchas otras crueldades de las que solo yo, la puta de Alehyss Lester, soy capaz. ¡Y estando sobria!

No puedo evitar que se me ensombrezca el rostro y se note en mi expresión la frustración que sigue a sus palabras.

-Si ha sido Dehnel el que te ha informado, has de saber que tiene cierta tendencia a decir cosas incorrectas sin corroborarlas. No soy prostituta, así que guarda tu dinero.

Me vuelvo de nuevo hacia mis cartas, incómoda. Todo lo que haya podido hacer en este sitio quedará comletamente eclipsado por las burdas palabras del estúpido flamma.

"Lo llego a saber y te dejo morir entre el barro", pienso para mí, recordando a Dehnel desplomado sobre el suelo. Pronto ha llegado el esperado arrepentimiento.

Aún por encima, todo eso me recuerda la relajada expresión de Lyam ese mismo día, presuntuoso, impetuoso y bobo.
Me llevo una mano a la cara para frotarme la frente, cansada.

Suspiro secamente.

FdR- D: XD

FdR2- Lyam es un pokémon: Impetuoso y bobo

Corbin trató de contener el gesto en cuanto vio la reacción de la chica. Sus palabras le hicieron carraspear, sintiéndose un poco mal por haberse dejado llevar por la sorpresa. El nombre de Dehnel no le sonaba en absoluto, pero por la reacción de Alehyss presumió que Dehnel sería su apellido. Sin el menor disimulo, mojó la pluma en tinta y anotó aquel nombre bajo el boceto del flamma, para luego tachar el boceto de ella. Si se llevaban tan "bien" como parecía, dudaba que a ninguno le hiciera gracia que los relacionara. Dejó de nuevo la pluma.

-No me dio ese nombre, pero supongo que será él -respondió-. Se presentó como Rick el mendigo. Y no te preocupes, se limitó a "asesina". No dio demasiados detalles. De todas formas, es un alivio pensar que solo estaba adornando su historia. Dudo que demasiada gente le haga caso expresándose en esos términos...

Se sentía mal por la chica, pero aquello no hacía sino acrecentar su curiosidad. Había planeado una heroína y había dado con una antagonista. Desde luego, también era una temática interesante, pero no quería precipitarse. Por la reacción de la chica, dudaba que le gustara apetecer en la historia, del lado del caballero o en su contra.

Ladeó la cabeza, pensando si de verdad la habría ofendido tanto. La chrysos parecía muy cansada de pronto, casi a punto de derrumbarse. La sonrisa de Corbin, que se había ido borrando poco a poco, terminó de desaparecer.

-Vamos, tampoco será tan grave... ¿Te encuentras bien?

FdR.: Corbin sintiéndose mal XDDD

"Rick el mendigo". Eso explica varias cosas que me habían extrañado el día que lo encontré tirado en el barro. No me interesa mucho la vida de Dehnel, pero no puedo evitar preguntarme qué estará tramando. Por lo menos, sea lo que sea, es algo que lo mantiene alejado de mí, aunque en momentos como ahora su presencia se hace notar de nuevo.

Me doy cuenta de que Corbin escribe algo en su hoja, pero no hago comentarios. En su lugar, me froto la frente, como si tuviera migraña, y respondo a su pregunta.

-Estoy algo cansada, no es nada -corto, algo seca.

En momentos como este siento que Heylel sería mi única salvación. Un oído amigo que aconseja cosas de señora que no me interesan, pero ante el cual puedo bajar un poco la guardia sin sentirme débil. La única persona de Brönte a quien puedo contar medias verdades sin sentir que mi imagen se desmorona.

Aparto la mano de mi cara y lo miro de reojo. Procuro cambiar de tema, siendo más directa.

-¿Puedo preguntarte qué hacías?

Corbin asintió con la cabeza, dejando la pluma a un lado. Lo cierto era que la chica parecía cansada, y mucho. Se preguntó si le habría pasado algo personal (en cuyo caso, él no pensaba meterse), o si sencillamente habría estado trabajando demasiado duro últimamente.

-Te diría que mi... maestra solía decirme que el descanso es parte del trabajo, pero lo cierto es que fue algo que tuve que deducir por mi propia cuenta -comentó, con una sonrisa amable.

Se imaginó a Falace diciéndole que por qué no descansaba un rato y casi le dieron ganas de estallar en carcajadas. Acabó por apartar aquel pensamiento de su mente, sacudiendo la cabeza. Había pasado su infancia buscando lugares donde esconderse para poder dormir varias horas seguidas.

Alzó de nuevo la vista hacia Alehyss cuando habló, y señaló con un gesto de cabeza los papeles que tenía delante.

-¿Esto? -preguntó-. Es mi forma de pasar el tiempo. Nada importante.

Lo escucho con el codo apoyado en la mesa y la cabeza apoyada en la mano, cubriendo esta mis labios.

-¿Maestra? -inquiero, curiosa.

¿Acaso le enseñaron algún arte bélico y estuvo a cargo de una mujer? ¿O simplemente era una profesora? Quizás sea incluso un eufemismo para denominar a una amante mayor que él.

Luego se refiere a los papeles como su forma de pasar el tiempo.

Esbozo una pequeña sonrisa, cediendo.
Se borra enseguida.

-Veo que es imposible sonsacarte nada -murmuro, ante su capacidad para responder sin responder.

Decirle esto a las claras solo tiene un objetivo: parecer sanamente curiosa, pues en la broma muchas veces se oculta la verdad, pero es una forma más delicada y dulce de plantearla. Y siempre está el no insistir demasiado.

El claritas asintió con la cabeza, sin dejar de sonreír. Pareció que fuera a añadir algo más, una aclaración, algún otro dato, pero debió pensarlo mejor, porque no llegó a decir nada. En su lugar, se humedeció los labios con la lengua.

Ladeó la cabeza, arqueando las cejas y aumentando su sonrisa, ante la "queja" de la chica.

-¿Eso intentas? ¿Sonsacarme algo? -repuso, divertido. Pensó que, tal vez, Rick no mintiera del todo y debiera andarse con cuidado. No pensaba mal de la chica, pero no bajaría la guardia por una tontería. Tenía algo que defender-. Bueno, plantéatelo así: generalmente, aquel que busca algo debe ofrecer algo a cambio -se encogió de hombros-. Si yo buscara sonsacarle algo a alguien, suponiendo que ese sea tu caso -la miró con un brillo divertido en los ojos- comenzaría por hablar de mí mismo. Es probable que, así, la otra persona se sienta más cómoda a la hora de hablar. Ya sea del tiempo o de cómo conoció a su esposa. Claro que es solo una teoría que yo tengo. Tal vez me equivoque.

Lo miro fijamente, escuchando cada una de sus palabras con una sutil sonrisa, casi imperceptible, en los labios.

-Supongo que sí. Siento no haber seguido los pasos socialmente acostumbrados.

Me aparto un mechón de la cara, mirando en dirección al techo sin ver nada, pensativa.
Estoy tan acostumbrada a no hablar de mí que no se me da bien empezar, y en estos momentos no se me ocurren más que muchas preguntas que hacerle y pocas respuestas a la suya.

Al fin doy con algo, aunque algo estúpido, a mi parecer. Quizás sirva.

-Esta -. Alzo la carta en alto, mostrándole el sobre, seria, aunque el contenido de mis palabras es irónicamente divertido- es la primera carta que escribo a mi familia desde que llegué. Creo que cuando mi madre la lea y descubra que "sí sabía escribir", dejará de hablarme.

Suspiro mentalmente.

Es verdad. He descuidado un poco la familia desde que trabajo con Jager. Y mi madre no dejará de recordármelo en cuanto tenga ocasión.

FdR- Familia de Alehyss. Demasiado working class u.u

A Corbin no le pasó por alto el hecho de que la chica no ponía el menor disimulo en su interés. Eso le sorprendía e intrigaba a la vez. Por una parte, dejaba clara su intención de obtener alguna información. Por otra, un interés tan abierto no parecía sospechoso. Se limitó a escuchar educadamente. Clavó la vista en la carta cuando ella la levantó, y luego se volvió hacia ella.

-Entiendo, pues, que llevas el suficiente tiempo aquí como para que alguien se sienta mal si no lo contactas -comentó-. O eso, o tu madre es una histérica. Pero apostaría por lo primero -hizo una pausa, y entonces se dio cuenta de que su reacción podía parecer algo extraña. Así pues, afianzó su sonrisa y su mirada y respondió a la información que ella le había brindado-. Nunca he escrito una carta. Nunca he visto a mis padres. No queda nadie sobre Mithos que sepa de mí más que lo básico. Ni un alma.

Ladeó la cabeza, observándola, consciente de lo inusual, e incluso poco creíble, que resultaba aquella información.

Esbozo una sonrisa. Ha mordido el anzuelo. Al final parece que contar información banal sirve para recopilar información interesante. Aunque, por supuesto, no todas las personas se rigen por el mismo patrón, pero con este funciona.

-Haré dos años en verano. Aunque ella también es algo histérica- añado, divertida.

Entonces me habla de él. Es una respuesta que no me esperaba. ¿Ni un alma? ¿No tiene amigos? ¿No tiene ex novias o amantes? Supongo que está exagerando un poco su condición, aunque con las personas que rondan Brontë, ¿quién puede afirmar algo a ciencia cierta?

Lo miro unos instantes. Es un hecho triste, pues si es como dice y muriese ahora mismo, nadie lo recordaría.
Aunque, por otro lado, lo triste para él es una ventaja para aquellos que no tienen que sufrir su pérdida. Aquellos que, por otro lado, no existen.

Lo miro unos instantes, pensativa. Tomo entonces una hoja y una pluma y me pongo en pie. Me acerco a él y se las tiendo.

-Siempre estás a tiempo de escribir una carta.

Asintió a sus palabras, haciendo sus propios cálculos. Sabía que él llevaba menos tiempo en el palacio, pero la cifra que ella le había dado tampoco le pareció muy significativa. Nunca había salido antes de las montañas, así que tendrían que pasar muchos años antes de que considerara que llevaba mucho tiempo en un lugar. Sin embargo, sí se le ocurrió pensar que hacía algo menos de dos años que él había recibido la llamada. Si se había convocado a todos los guerreros a la vez, aquella chica se había dado mucha prisa por llegar allí. ¿Tan mal se llevaba con sus padres?

Entonces, ella se levantó, tomando pluma y papel, y se acercó a Corbin para tenderle el material de escritura. Casi en un gesto reflejo, Corbin alejó sus apuntes de ella. Un trabajo a medias no debía mostrarse al público. La miró, entre sorprendido e irónico, aunque aún sonriendo.

-Y dime, Alehyss, ¿a quién iba a escribirle? -preguntó, con auténtica curiosidad.

No rechazó lo que ella le tendía, pese a todo, aunque fue más por no hacerle un feo que porque lo considerara realmente útil. Puso ante sí, sobre la mesa, el papel y la pluma que ella le había facilitado (a pesar de que él ya tenía a mano papel y pluma para escribir), pero no se volvió hacia la mesa, sino que se quedó con el cuerpo mirando hacia ella, esperando una respuesta.

Lo miro fijamente unos instantes, cavilando su pregunta. ¿Acaso importa?

-¿Qué más da? -. Cavilo un momento -. A mí, por ejemplo. Prometo responder.

No puedo evitar usar un tono burlón y divertido. Realmente no tiene mucha importancia a quién escriba, pero un hombre que no tiene amigos ni familia y que jamás ha escrito una carta haría compadecerse a cualquiera. Incluso a una mujer sin corazón. Y yo, aunque pequeño, lo tengo.

Si bien yo siento más curiosidad por su repentinamente misteriosa identidad que por ninguna carta. Aunque, si su afirmación es cierta, no puede ser él es espía, pues ninguna organización de espionaje aceptaría como miembro a una persona sin familia, amigos y de la que desconoce datos importantes. ¿Cómo confiar en un trabajador así?

¿Con qué amenazarlo?

FdR- Me voy a casa, así que estaré un rato sin poder responder.

Corbin no pudo evitar una pequeña carcajada, tras lo cual arqueó las cejas, incrédulo. No sabía si la chica intentaba burlarse de él o "civilizarlo", pero en cualquier caso, aquella propuesta le pareció del todo curiosa.

-¿Así, sin más? -preguntó, divertido-. Querida Alehyss... ¿Querida estaría bien? ¿O debería ser más formal? ¿Estimada? ¿Compañera? ¿Señorita? Desde luego, empezando ya con esas dudas, no me extraña que tardaras tanto en escribir a tu madre.

Lo dijo en tono desenfadado, pero por dentro se sentía intranquilo. No entendía demasiado bien el propósito de aquello. Desde luego, no tenía nada que contar en una carta, y menos a una desconocida. Su actitud, de pronto tan amistosa, aunque a un tiempo de tono burlón, le escamaba un tanto.

FdR.: Te espero~

Enarco una ceja en respuesta a su pregunta.

-Pues la formalidad es la que desees. Mejor empieza Excelentísima Señoría y ya veremos si llegas a querida -replico, mordaz, con intención, remarcando la última parte.

Me entretiene hablar con él, pero pronto caigo en que estoy haciendo el ridículo con mis bromas de adolescente. No tardo, al fin y al cabo, en darme cuenta de que mis palabras no corresponden a mi cabeza, sino a mis ansias por tener sexo.
Enseguida adquiero un tono algo más serio, tratando de evitar más comentarios ridículos.

-No es necesario que escribas nada. Solo bromeaba. Y créeme si te digo que no suelo hacerlo -añado bajando algo el tono.

FdR- Alehyss es como las gatas en celo xD

Corbin sonrió de medio lado, concediendo la broma.

-Sus deseos son órdenes para mí, Excelencia -concedió con tono dramático.

De pronto, ella se puso seria, y en respuesta el claritas recompuso el gesto. Interiormente, sin embargo, seguía sonriendo. Era la primera vez que bromeaba de aquella forma con nadie, y aunque era extraño, de alguna manera ayudaba a liberar la tensión.

Las siguientes palabras de Alehyss le parecieron un poco extraña. Claro que era una broma. Al menos, en cierto momento había empezado a serlo. Aunque, al pensar en eso, se dio cuenta de que no tenía muy claro cuándo. Negó con la cabeza.

-Tendré en cuenta ese detalle. Resulta halagador -dijo, completamente sincero. Volvió la vista a la mesa-. Supongo que escribir una carta puede ser un ejercicio interesante. Como una especie de... entrenamiento mental. No prometo nada, pero tal vez intente escribir algo. Está bien saber que hay un posible destinatario.

Se volvió de nuevo hacia ella.

-Tal vez deberías bromear más -comentó-. Yo tampoco bromeo mucho, pero poco a poco se te veía menos cansada. Quizá fuera una impresión, pero...

Lo miro mientras habla.

Lo que me pasa es obvio. Obvio para mí, pero desagradable que lo sea. Hace mucho que no veo a Jager, y la discusión con Lyam me dejó sin otro método de desahogo. Ahora me siento estúpida, arrastrándome como una adolescente, como un animal en celo (odiosa comparación) por una rápida y placentera salida a mi estrés. Con el inconveniente, claro está, de que apenas lo conozco y que estoy haciendo el ridículo y dejando por los suelos mi imagen.

Aparto la vista, incómoda. ¿Qué pensaría él ahora? Sin duda, me respetaría mucho menos. Así solía ser: bajabas la guardia y dejaban de respetarte. Y por ello te llamaban puta.

-En fin...

Me levanto y regreso a mi mesa, tomando mis cartas.

-Creo que ya te he entretenido bastante -le digo, mirándolo seria un instante -. Voy a enviar esto cuanto antes.

De pronto estoy incómoda. Por ser tan débil. Por sucumbir a unos instintos tan básicos, arrastrándose para conseguir una efímera sensación de bienestar.

-Un placer "reconocerte" -digo, y no miento, pero odio que sea verdad.

Jager se reiría de mí.

¿Cómo podía añorar la compañía de esa forma? Había conseguido acostumbrarme a vivir sin esa clase de cosas, pero tanto tiempo en Brönte hacía a una débil...

Camino hacia la puerta, tras despedirme escuetamente. Lo miro un instante más.

¿Menos cansada? También más expuesta.

*se va xD*

FdR- Alehys quiere sexo LOLOLOLOLO Alehys quiere sexo LOLOLOLOLO

De pronto, ella volvió a ponerse tensa, y Corbin la vio volver súbitamente a su aspecto inicial. Se preguntó si habría sido un error mencionarle que se relajara un poco. De todas formas, no era asunto suyo. Así pues, no hizo el menor gesto ni comentario cuando ella decidió retirarse tan secamente.

Se limitó a observar cómo recogía, y cuando ella se despidió, correspondió a su despedida.

-Igualmente -contestó-. Ya nos veremos.

La observó avanzar hacia la puerta, pero desvió de nuevo la vista a sus asuntos antes de que ella alcanzara la puerta. Recolocó frente a sí el papel en blanco que la chrysos de había proporcionado, pero lo desplazó un poco a un lado para dejar sitio a las notas de su composición. Tras aquella larga conversación, casi había olvidado la relación entre Alehyss y Rick el mendigo, que volvía a resultarle divertida.

Con un suspiro, recogió todo el material de escritura y abandonó él también la sala. En aquel momento tenía más en la cabeza la carta que el poema, aunque sabía perfectamente que sería una tarea aún más complicada. Pese a todo, no renunciaba por completo a escribirla. Como le había dicho a la chica, era un buen entrenamiento.

*Se va*

FdR.: Pues Corbin es un virgensito... XDDU

Un nuevo escalofrío me recorrió la espalda, y sorbí por la nariz. Apoyé la cabeza sobre una mano, cansada, pasando otra página con aire aburrido. Definitivamente, había hecho una auténtica tontería. Pero necesitaba más agua...

Me froté un ojo y volví a sorber por la nariz. Tratando de ignorar el estado de mi cuerpo, tomé papel y pluma y comencé a escribir un poco. Últimamente me había acostumbrado a leer con cierta frecuencia, pero escribir ya era otra cosa. De hecho, no había vuelto a escribir después de aquella carta, de la que aún no había obtenido respuesta.

*Se queda*

Abrí los ojos lentamente, y tardé un momento en entender lo que estaba pasando. Recorrí la biblioteca con la mirada, sorprendida, y por último me detuve en mi escrito; las frases se desarrollaban de forma cada vez más irregular, hasta perderse en un manchón de tinta.

Noté cómo se me enrojecían las mejillas, y volví a mirar alrededor, buscando a alguien con la mirada. Sorbí. La biblioteca estaba vacía. Deseando interiormente que nadie me hubiera encontrado durmiendo, recogí las cosas y me fui. Entre el catarro y el estudio, tenía la mente embotada.

*Se va*

Zacharyas entró en la biblioteca con los hombros hundidos en las capas que vestía. Caminaba como un ánima, con pasos lentos y silenciosos, pero aparentemente arrastrados. Se frotó un ojo con la mano y un bostezo se abrió a sus labios, formando en su boca una enorme y oscura cueva.
Lágrimas afluyeron a sus ojos y él las secó con una de sus mangas.

Dormir por la noche le resultaba imposible, pero dormir por el día significaba no relacionarse con los demás guerreros. Además, durante el día todos hacían mucho más ruído. Así pues, llevaba varias noches sin pegar demasiado ojo, si bien no se notaba en sus ojeras, siempre profundas, durmiese o no.

Atisbó una imagen entre estanterías y esbozó una macabras sonrisa.

-Hola –saludó con voz ronca.

Hacía mucho que no veía a la aether, pero le avergonzaba un poco mostrarse feliz, así que simplemente se quedó en pie, mirando hacia ella, esperando a que lo viese.

-Otra vez nos encontramos aquí...