Sala común

Al rato me desperté y decidí llevar la carta a la habitación de las chicas...
*me voy*

El líder Darvenwish se encontraba en la sala común repasando los lugares que había ido recitando a su sirviente mientras realizaba comparaciones y estudios del terreno de estos así como el porcentaje de materiales que lo formaban. Debía hablar con Nagorr para concretar mejor aquel punto, aunque por el momento no llevaba mal su trabajo.

Fue entonces cuando escuchó un ruido de choque contra el crital de una de las ventanas y vio a un pequeño dragón que portaba una carta. Lo observó durante un rato y finalmente abrió la ventana para dejarlo pasar.

-¿Para mí? -Preguntó el líder, extendiendo la mano para que el dragón depositase el sobre.

En cuanto la abrió y empezó a leer su contenido se desmoralizó totalmente.

Spoiler:

Menuda sarta de estupideces. Se saltó la mayor parte de las líneas hasta que encntró algún nombre que le interesaba.

Se echó a reír en cuanto leyó las opiniones sobre el flamma. Dehnel acusaba a Alehyss de espíay Silvanus acusaba de espía a Dehnel. Menudo enredo se tenían montado. También rio con malicia en cuanto leyó sobre Lester. El piscis era tan idiota que no le valía la pena aquellas informaciones que le aportaba por via dragón.
Acabó de leer saltándose otras tantas líneas y chamuscó la carta en su propia mano con una pequeña llama negra.

Lo único productivo que había sacado es que aquel piscis estaba a sus pies como un perro hambriento y quien sabe si podría comentarle algo interesante sin darse ni siquiera cuenta. Se como fuese, si tantas ganas tenía de verle, aun tardaría en dar señales de vida. Sería el opio de aquel muchacho y le generaría una larga y agónica abstinencia.

Por supuesto no iba a responder a su carta. Con un gesto echó al dragón de la habitación y volvió a sus cosas. Mejor se dedicaría a ello en sus aposentos.

*Desaparece*

Entré en la sala común y dirigí mi mirada a las escaleras por donde se sube a la parte donde solo pueden entrar los líderes... No había nadie... quizás pudiera subir a ver si estaba Aren...
Las piernas me temblaban... ya me había metido en bastantes líos... pero necesitaba verlo... no se que me pasaba... era como si tuviera mono de Aren... que raro sonaba eso... Solo necesitaba verlo. Tampoco hacía falta hablar con el... esta vez.
DECIDIDO
Subí las escaleras y abrí la puerta muy pero que muy suavemente, asomé un ojo por el espacio que había abierto. Estaba vacío. Entré entonces y me escondí debajo de una mesa que tenía un mantel que le llegaba hasta es suelo: era el escondite perfecto, puesto que me permitiría ver a Aren y el no me vería a mí. Y si entraba Blues, no tendría más que quedarme cubierto por el mantel sin moverme y Doña Alitosis no me encontraría jamás.
ERA EL PLAN PERFECTO
Me metí debajo de la mesa y me quedé oculto completamente debajo del mantel. Saqué una bolsa de zanahorias y comencé a comerlas... Se estaba muy bien allí, puesto que la moqueta que cubría toda la estancia era muy blandita y calentita, por lo que era un lugar muy acogedor...
Ahora solo tenía que esperar para verlo. Solo verlo... estoy en un lugar prohibido... así que me quitaré el mono de Aren con la vista. Hoy no le hablaré.

*se queda escondido*

El líder Darvenwish entró en la sala por su propio pie cargando con un fajo de papeles que dejó de mala gana soltándolos sobre una de las mesas de la estancia. La que estaba más cerca de una de las ventanas, así al menos podría ensoñarse mirando hacia afuera.

Podía haber llamado a alguna de las mujeres del servicio, pero llevaba trabajo retrasado y ya no podía posponerlo más. Se sentó en la mesa y se puso a revolver entre los papeles. Luego abrió un gran estuche de madera de olmo y sacó un complejo compás con unas cuantas reglas. Suspiró. Estaba realmente aburrido.

ya casi me había quedado dormido en aquella posición cuando oí movimientos en la puerta. Asomé la cabeza por debajo del mantél sijilosamente: no me lo podía creer: era el. Le estaba viendo los piés: con sus enormes y puntiaudas botas. Ví que se acercaba a la mesa y me replegé rápidamente hacia la otra esquina. Estaba hiperventilando. Respiraba entrecortadamente y mi corazón retumbaba en mis oidos. Parecía que Aren podría oirlos sin ningún esfuerzo...
Entonces oí un sonido atronador sobre mi cabeza: PUM!
Seguramente había dejado algo muy pesado encima de la mesa.
Y entonces ocurrió lo peor: Aren apartó la silla con intención de sentarse. NO PODRÍA HABER ESCOGIDO OTRA MESA! justamente me había metido en esta porque era la que más alejada estaba...
Mierda. Éstaba temblando sin control.

El líder de Caligo ya se había dispuesto con su trabajo y, a pesar de que no le gustaba curbar la espalda al escribir, los trazos sobre el mapa le obligaron a hacerlo durante un rato. Después de un tiempo, cuando ya hubo dejado un poco de lado ese trabajo, se disupuso a comenzar el informe escrito. Lo que peor llevaba. Era el trabajo más tedioso. Pero al menos podría estirar la espalda.

Cambió un par de papeles y se recostó en la silla, estirando los brazos. Arrimó un poco más la silla al escritorio, para mantener la postura erguido y, como de costumbre, antes de ponerse a escribir cruzó la pierna derecha sobre la izquierda en un rápido movimiento.
Golpeó algo contundente con fuerza, algo que, en un principio, no debería estar en una mesa como aquella.

-¿Qué se supone...? -Frunció el ceño y, tras descruzar las piernas, se dispuso a levantar el mantel para comprobar qué clase de bulto, que no debía estar allí colocado, estaba estorbando su trabajo. Como se enterase del dueño de aquello, tendría una discusión con el jefe que fuere.

Estuve encogido en la misma posición durante mucho tiempo. Respirando muy lentamente por la boca, para no hacer ruido. Me dolía la espalda de estar asi...
Tristán me miraba con cara de pena y preocupación, parecía que estuviese sintiendo lo mismo que yo, por lo que se acurrucó en mis brazos.
De repente, Aren comenzó a moverse y de repente, sin previo aviso, su afilada y puntiaguda bota me propinó tal golpe en la cara, que de mi labio inferior comenzó a bortar un hilo de sangre.
Cerré los ojos, aguantando el grito de dolor todo lo que pude.
Entonces Aren levantó el mantel para ver que se había cruzado en su camino.
Su bota se había manchado con unas gotas de sangre.
Estaba perdido.
Entonces ocurrió: nuestras vistas se cruzaron.
yo tenblaba de miedo, dolor e impotencia. Y le miraba muy fijamente, con una expresión del más profundo miedo en mis ojos.

La cara del líder caeruleus se mostró sorprendida en un inicio, pero después retomó parte de su habitual sonrisa maleficente y volvió a erguirse.

-No sé si quiero saber qué demonios hacías ahí debajo. Tampoco tengo claro de si llega a desagradarme por completo...- Ironizó con voz más ronca, ladeando su sonrisa. Se repatingó en la silla, sin intención de dejar subir al piscis, por supuesto.

-Dime, ¿cuándo conociste a Alehyss Lester y a Rick Dehnel? -Preguntó con altiveza, alzando una de sus cejas y apoyando las manos sobre los reposabrazos de la silla.

En cuanto me vé, arquea sus cejas de la impresión. Luego su cara tuerce una sonrisa.
Casi no podía articular palabras.
Ante su primer comentario, se me erizan los pelos de la nuca, bajo la cabeza y suspiro con una mínima sonrisa.
-AL? la conocí en las termas, estaba saltando y bañandome en esas aguas tan geniales cuando apareció. Me dió un poco de verguenza que me viera desnudo... pero ahora me dá igual, porque somos super amigos - Dije con una sonrisa, la verdad es que me estaba relajando ante la reacción de Aren, puesto que no me había echado de la estancia de una patada en el culo.
-En cuanto al Imbécil de Sir Lagartija... bueeeno, a ese lo conocí en los jardines hace mucho tiempo y sé de buena tinta que no es de fiar... Es un espia- dije en un susurro la última frase.

Entonces decidí que ya podría salir de la mesa, y me apoyé en una silla para incorporarme y estirarme, puesto que llevaba varias horas allí debajo.

En cuanto el piscis trató de salir de la mesa, el líder caeruleus puso un dedo en su frente y volvió a empujarlo hacia abajo, impidiendo su partida.

-Seguro que sí... -Comentó a ambas respuestas con el mismo comentario indiferente. Luego se acomodó en su silla y miró hacia otro lado pensando en qué debería hacer con el chico.

Volvió a mirarlo, sin cambiar de postura.
-Supongo que tu mente prodigiosa sabe perfectamente que no puedes estar en este lugar. Realmente es algo que me molesta. Es el único sitio en el que puedo no encontrarme con guerrerillos de pacotilla -. Indcó con la voz algo más severa. Miró a los lados de la sala de nuevo. A esas alturas el chico le parecía tan idiota que ya no le valía la pena continuar golpeándolo. No estaba de humor tampoco como para ponerse agresivo.

En cuanto intenté levantarme, Aren puso un dedo en mi frente, impidiéndome salír, de hecho me empujó hacia atrás.
-Por lo menos me ha tocado- pensé -No me tiene asco. Eso es bueno.
Le ví a los ojos desde aquella posición vejante. Y me aparté el pelo de los ojos.
-Sé que no debería estar aquí. Pero si me lo permite, yo no habría venido si usted hubiese respondido a mi carta. Solo tenía que dársela a Tristán y ya estaba. Me preocupé, y vine a buscarle.- Bajé la cabeza- y que le quede bien claro señor. Yo no soy un guerrero de pacotilla, señor. Creo que soy bastante más valiente que muchos de los que moran en este bendito lugar. De hecho ayer a la noche, me enfrenté a Rick y a Inger yo solo - Seguía mirando hacia abajo.
No quería hablar más del tema. Quería salir de allí debajo.
-¿me permite?- dije muy serio alzando la vista asta su cara- me gustaría salir.

Me sequé el hilo de sangre de mi boca.
Dolía.

El líder no quis prestar demasiada atención a las palabras del piscis pues, si lo hubiese hecho, se habría puesto de peor humor. Sabía que por mucho que dijese y mucha piel que levantase, el chico era demasiado estúpido como para entender una sola palabra de lo que le dijese.

Entonces dio cuenta de su bota, ligermente manchada con su asquerosa sangre. El líder miró la bota, los ojos de Silvanus y finalmente le indicó con un gesto que la limpiase. Una vez el chico lo hizo, el líder estiró una mano hacia la cabeza del chico y agarró su pelo tirando un poco hacia afuera. Con total conciencia de lo que llevaba a cabo, sacó al chico por su frente, haciendo que su cabeza recorriese sus piernas, su entrepierna, frenando unos segundos a la altura de su ombligo y acercándose a su pecho como final del recorrido.

El líder agachó un poco la cabeza entonces para acercarse al oído del piscis y, con gran cinismo, comentó en un susurro.
-Lár-ga-te -. Separó la silla y espacio para que el piscis saliese sin volver a rozarle. Esperaba que con su gesto, tono y cara le dejaría claro que no quería verlo nunca más por allí.

Ví razonable tener que limpiarle la bota, por lo que la limpié con mi camisa. Era una suerte llevarla siempre desabrochada, puesto que me permitió utilizarla como paño más rápido.
Me arrepentí mucho después de hablarle así. Entonces, su mano agarró mi pelo con una fuerza bastante importante. Yo cerré mis ojos ya que había empezado a llorar muy sutilmente, ahogando los lloros en sonidos inaudibles. Me hacía daño.

Entonces empezó a tirar de mí hacia arriba, dejando que mi cara se rozase con sus piernas y luego... luego pasó mi cara por su entrepierna, cosa que me hizo cerrar más los ojos, mientras enormes lagrimones caían por mis mejillas.
Luego siguió arrastrando mi cuerpo hasta su pecho. La sala estaba tan silenciosa y yo estaba tan cerca, que podía oír los latidos de su corazón en mi cuerpo.
Estaba muy nervioso. Temblaba sin control.

Luego me apartó rápidamente y Tristán Voló hasta mi hombro. El pobre quería salir de aí cuanto antes.
-Vale. Me iré. Pero quiero que me devuelvas lo que es mío.y salí dando un portazo.

* me voy*

Nuevamente llorando. Era repulsivo y extresante. Pero igualmente el líder decidió dejarlo ir al salir de la mesa. Entonces el muy idiota habló de nuevo y el líder apretó sus comisuras un segundo y de pronto un fuerte y único latigazo castigó gemelo que el piscis tenía bendado.

Una vez el individuo salió de su vista, se frotó el entrecejo y se dedicó a sus papeles. Aquel chico era demasiado agobiante. Estúido, repetitivo, llorón... No dejaba de perseguirle y aun encima no entendía cual era su lugar aun golpeándolo con furia. No pensaba pasar muchas más ocasiones como aquellas. Por mucho que Jillian chillase, si un guerrero inútil lo seguía y lo trataba como a un "colega", no iba a dejarlo continuar con aquel comportamiento.

Se centró en su trabajo, de peor humor que antes, y no se movió del lugar hasta que acabó lo que tenía retrasado.
Después de unas horas, estaba harto de todo. Pensó unos segundos. No iría junto a su prometida, no quería "incidentes" y mucho menos meses antes de la boda. Iría a sus aposentos y desde allí llamaría a alguien.

*Se va*

Llego a la sala común para pasar el rato. También es un buen lugar para escribir. Miro la puerta de las escaleras que da a la sala de los jefes. ¿Para qué tienen puerta si supongo que se aparecerán arriba directamente? ... Será para los poco dados en magia o para los que les gusta caminar...

Me siento en el sofá (FdR: Síii, ese sofaaa oooghh XD) y me pongo a repasar lo que he escrito hasta el momento. Cuando dejo una carta a medias luego tengo que ver si me falta demasiado. Tsk.

*se queda*

Buscando los dormitorios, me perdí y fui a parar a una sala en la que no había estado antes. En la estancia había mesas, sillas, sillones y sofás. Y, en uno de los sofás, estaba Heylel. El aether contemplaba unos folios que, por su expresión de concentración, debían de estar escritos. Pensé que, probablemente, los estuviese leyendo.

Observé a Heylel desde la puerta. Quería disculparme con él por haberle gritado ayer, pero no quería molestarle si estaba leyendo. Además, tampoco sabía cómo afrontar el tema. ¿Tenía que decirle sin más que lo sentía? ¿O tenía que hablar antes de cualquier otra cosa insustancial y disculparme al finalizar la conversación? Supuse que lo más lógico sería abordar el tema directamente, sin rodeos.

— Hola... ...

Pero en vez de decirle un "lo siento" lo único que se me ocurrió decir fue "hola".

Bravo yo.

Escucho que alguien me saluda y aparto mi vista del papel. Es Inger. Sonrío y doblo la carta para guardarla.

- Hola, ¿cómo va eso, Inger? -Le pregunto animado. La verdad es que la carrerita me subió la moral.

Heylel dobló el papel que tenía entre las manos. Me pregunté que sería, pero, evidentemente, no expresé mis dudas en alto. Seguro que era algo privado.

— Bueno... Tirando... — Me pasé una mano por el cuello. Luego di un par de pasos y me acerqué hasta el sofá en el que estaba sentado Heylel —. Yo... Lo cierto es que... ... Quería pedirte perdón por lo de ayer.

Miré a los lados. Ya lo había dicho. Ahora sólo tenía que esperar a que dijese algo para ver si podía explicarme o si, por el contrario, debía callarme, irme y dejarle en paz con sus cosas.

Alzo las cejas y miro a Inger extrado. ¿Pedirme perdón? ... Ayer... Ayer... Ah, igual por reprocharme. Pfff... Me río un poco, para indicar que no tiene importancia.

-¿Disculparte? Que va, si no fue nada. Supongo que era muy frustrante... -Comento con cierta comicidad. -Todos allí tan animaditos y medio caidos... Igual hasta debemos disculparnos nosotros por el espectáculo -. Río. Madre mía, si es que la verdad...

Negué varias veces, con la cabeza. Heylel se rió, y dijo que tal vez ellos debían disculparse, pero yo negué. Había sido frustraste, sí, pero yo no tenía que haberle gritado. A fin de cuentas él sólo pretendía ayudar.

— ¡Claro que fue! No debí haberte gritado... — Bajé la vista al suelo. Ahora tocaba la parte en la que me explicaba —. No lo hice a propósito, no creas... Es sólo que... — Suspiré —. No sé... ... Estaba preocupada, porque igual se hacían daño y... En su estado... Pues no sé... ¡No creo que pelearse fuese lo correcto...! — Miré de reojo al aether —. Pero, en lugar de gritarles a ellos, te grité a ti... ... ¡Bueno, realmente al que debería haberle reprochado algo es al estúpido de Rick...! Pero el caso es que no lo hice y parece que la pagué contigo... Y no... No te merecías que te gritase... ... No sé si me explico.

Escucho a Inger con cierta resignación sin borrar la expresión placida y me leevanto para darle unas palmadas en la cabeza.

-Inger, Inger... Te preocupas demasiado. Vale que lo mejor que puede hacer un borracho no es darse de tortas, pero mi tio decía que cuando un niño intenta coger una piedra de un lago desde la orilla, solo aprenderá que no debe hacerlo así cuando se caiga y se empape las alas -.Comento con gran carta nostálgica para dar más razón a mis palabras. Luego sonrío un poco más pícaro.

-Seguro que el estúpido de Rick está deseando disculparse. -Le doy un pequeño codazo. Si es que... -Mira, si realemente quieres mis disculpas, la próxima vez relájate y mira lo verdaderamente idiota que puede llegar a ser una situación -.Bromeo. Si es que esta chica es muy graciosa.

Alcé la vista para observar a Heylel cuando este se acercó y me dio un par de palmadas en la cabeza. Luego asentí varias veces. Tal vez tuviese razón y me preocupase demasiado, pero... ¡estaba en mi naturaleza! ¡En mis venas! Era una persona preocupada. La gente me preocupaba. Si alguien se hacía daño, yo me preocupaba por ese alguien. Si conocía a alguien con problemas, yo me preocupaba por ese alguien con problemas. Y si alguien necesitaba mi ayuda, yo le daba mi ayuda. ¡Si hasta me preocupaba por cumplir las norma a rajatabla en el colegio! ¡Jope!

— Tal vez tengas razón, pero... ... Llevo siendo así desde siempre... Si veo a alguien en el suelo, me preocupo aunque no hubiese hablado antes con él. No sé si me entiendes...

Suspiré, y Heylel me dió un pequeño codazo y siguió hablando.

Fruncí el ceño.

— Es idiota. No aceptaré sus disculpas — Me crucé de brazos. Probablemente Heylel no me entendiese, pero ese idiota se había reído de mí, me había ignorado y me había gruñido en una sola noche. ¡Por favor! ¡Y me había asustado! ¿Cómo osó...? Negué varias veces y, luego, añadí —. Pero tomo nota de lo último que dices...

Suspiro, nuevamente con resignación. Esta chica...

-Bueno, bueno, yo tampoco niego ayuda a quien la necesita, mujer. Y quizá me hubiese preocupado más ayer en otra situación... Pero el caso es que tal y como estaban ambos seguramente se habrían caído tratando de coger carrerilla...- Le digo para quitarle hierro al asunto.

Luego vuelvo a reirme por su comentario.
-No seas dura con el chico. Si es un noblote -Le digo, palmeando su hombro. -Ya verás, ya verás. Todo queda en nada -.Entonces recojo el resto de mi papeluchos y me dispongo a retirarme. -Bueno chica, nos vemos en otro momento. Ahora tengo que tomar un rápido tentempié e irme a dormir para madrugar mañana. ¡Buenas noches! - Y salgo del lugar despidiéndome con una mano.

*se va*

Asentí al escuchar las primeras palabras de Heylel.

— Tampoco te creas que me quedé esperando eternamente... Me fui poco después de que tú te fueras — susurré. No quería que se creyese que me había quedado allí toda la noche. Y mucho menos que pensase que era una pringada. ¡Nada más lejos de la realidad! —. Decidí desentenderme... Tal vez un poco tarde, tal vez porque estaba molesta, pero el caso es que me desentendí...

Pensé añadir algo más, pero, antes de que pudiese decir algo más en mi defensa, Heylel se echó a reír. Y yo fruncí el ceño. ¿Por qué también se reía él? ¿Tenía una cara divertida? No lo entendía.

Hinché los carrillos. No sólo se reía sino que me decía que no fuese "dura con el chico". ¡Yo no era dura con nadie! ¡Él se merecía mi infinito desprecio...! O mi momentáneo desprecio. ¡Como mínimo un día de desprecio!

— Lo que es es un... ... ... ¡Un desconsiderado! ¡Y un maleducado...!

Miré a Heylel de reojo. Estaba recogiendo los papeles. Supuse que se iría y, segundos después, él me lo confirmó. Me despedí de él con la mano, con los carrillos hinchados y con un buenas noches.

La gente se reía de mí. ¿Por qué la gente se reía de mí?

Con esa duda en la mente, abandoné la sala y me dirigí a los dormitorios.

*se va*

FdR. Pique puro y duro u.u Lo que yo diga (cofinfantilcof)

Entré en la sala común después de abandonar los tejados.
Cogí un libro y me puse a leerlo, haciendo como si no hubiese pasado nada de nada... a ver si lograba no fastidiarla... se me daba muy mal disimular...
-A ver, Silvanus... hay muchos boros en el castillo... porque uno haya desaparecido, no se va a acabar el mundo... nadie se va a dar cuenta...- pensé

Justo en ese momento entró un boro en la sala.
Me quedo viendolo.
El me ve.
No vemos.
Le hago una pedorreta con la lengua.
Me ve extrañado.
Silencio incómodo.
El boro me ve extrañado.
-QUE LECHES ESTÁS MIRANDO BOLA ASQUEROSA!???
el pobre boro salió corriendo de la habitacion emitiendo un chillido al ver mi reacción.
Estaba de pié con las iernas arqueadas... apuntando con mi dedo el lugar donde estaba antes el boro... malditos bichos... respiraba muy rápido...
-Me estoy descontrolando. dije sentándome de nuevo.- tranquilo Silvanus.... no has hecho mada malo... solo has matado a un boro... no hay de que preocuparse..

Leo.

El sonido del reloj retumba en mi cabeza, impidiendo que me concentre en la lectura...
Tic
Tac
Tic
Tac
-NO LO AGUANTO MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS dije agarrandome la cabeza con las dos manos
- Me voy. UM!

*me voy ofuscado*