Sala común

-Por supuesto que puedes- dije mientras se lo ofrecía a mi nuevo y supergenialoso amigo.- Pero andate con ojo que te puede morder, el truco es acariciarle la barriga...
Mi cigarro ya se había consumido y me puse a hacer otro.
-Olle Cero, ¿que te gusta hacer aqui? es que yo a veces me aburro un poco... y siempre que me aburro, termino quemando algo... pero ese es otro tema jajaajaja.
¿Quieres? dije cuando terminé de hacer mi cigarro.

Tome al dragoncín en mis manos muy nervioso y, como sugirió mi nuevo amigo, le acaricié la barriga. Sus escamas eran muy suaves, y en sí el bichito molaba mucho.

Tras comentar que siempre lo quemaba todo me ofreció algo extraño cuya utilidad desconocía.

- ¿Qué es eso? - Pregunté señalando la cosa colocando al dragón en mi regazo de forma que no se callase -. ¡Quiero uno!

Sin esperar a que me diese ese extraño artefacto le pregunté la pregunta del mes.

- ¿Quieres unirte a mí y a Rick para pelear los tres juntos contra el mal y contra una chica apellidad Chester? - Interrogué a una velocidad algo acelerada y con mucha ilusión en los ojos. Por supuesto mi sonrisa era enorme, casi tanto como mis pies.

-Mmmm si quieres, fuma con cuidado, es una cosa bastante fuerte... te deja en la hipnopia un buen rato... andate con ojo...

En cuanto me hizo la pregunta del mes
-POR SUPUESTO QUE SI!!! PARA ESO HE VENIDO YO AQUI; ¿NO?- y lo abracé efusivamente, ya que nadie nunca, me había ofrecido nada semejante...- lo que pasa esque se me da muy mal luchar, ¿ves?-saqué a Altheda- Mi daga está nueva, aún no ha probado la sangre- dije entre risas- nadie me ha enseñado... lo mio son las pociones... venenos... algunas que si las tiras explotan... pero cuando me tropecé con Arén, se me rompieron todas...

Miré hacia abajo...
-Quizás sea un laste en el equipo...

Vaya... El pobrecito parecía no ser muy fuerte.

- ¡¡No te preocupes!! - Grité tratando de animarlo - ¡Puede que no seas bueno en lucha, pero todas esas cosas que has dicho molan mazo y casi nadie sabe hacerlas! ¡Eres genial... tú!

Me di cuenta de que no sabía su nombre, ¿o tal vez si y acababa de olvidarlo? Por seguridad no pregunté, me limité a callarme ligeramente cortado por no saber su nombre. Un nombre lo dice todo, por eso es muy importante acordarse. Si ahora me dice su nombre y no es de mi agrado, sólo podrá significar una cosa, tendré que matarlo u obligarle a cambiarse de nombre.

Miré lo que me había dado, no sabía qué hacer.

- ¿Qué hago con esto? - Pregunté señalando el extraño objeto.

cuando le conté que no era muy ducho en combate, puso una cara de superioridad como si yo le diese pena...¡Menudo ego tiene el tio este! entnces me dí cuenta:
-Ostras! que no te dije como me llamo! Soy Silvanus Kettleburn.- dije con una sonrisa

-Haber, hombre, esto se hace así:-le abrí su boca con una de mis manos y le puse el cigarro en la boca- !AHORA CHUPA COMO SI FUERA UN ESPAGUETTI!

El chico resultó llamarse Silvanus, un nombre super guay y muy bonito.

- ¡Encantado! ¡YO SOY CERO! - Exclamé aún más fuerte que antes.

Sabía que ya había dicho mi nombre, pero me sentía muy orgulloso de él y no me importaba repetirlo las veces que hiciera falta.

Silvanus me dijo que se utilizaba ese objeto, absorbiendo. Probé y de repente sentí que algo parecido al humo entraba en mi boca, por lo que empecé a toser, tirando el artefacto al suelo.

- ¡Aghhh! - Exclamé con cara de asco mientras sacaba la lengua y me la frotaba con las manos -. ¡Qué ascazo!

El sabor no me gustaba para nada, no entendía como él podía tomarse dos seguidos y quedarse ahí tan pancho.

Evité en todo momento los movimientos bruscos, pues tenía a un pequeñín sobre mis piernas.

- ¿Cómo ze ciama (Cómo se llama)? - Pregunté con la lengua hacia fuera, como si eso provocase un efecto positivo en mis papilas gustativas.

-Sabía que lo escupirías jajajajajajajajaja a todos los novatos le pasa lo mismo... esque tengo que recnocer que es un poco fuerte... incluso para mi...
-le sacudí fuertemente el pelo y me volví a reir- ya te ira gustando cada vez mas. Y GUARDA YA ESA LENGUA! QUE SE TE VA A CONSTIPAR jajajaaj.
En cuanto me preguntó por el nombre del dragón dije rápidamente:
-Tristán, se llama Tristán... y es el amigo más fiel que te podrás encontrar- dije mientras le daba un golpecito cariñoso en la cabeza...

Puaj, ¿qué eso me iba a gutar más? ¡Mentira! ¡Nunca!
El dragoncín se llamaba Tristán, nombre adorable para dragones.

- Vaya... Se nota que lo aprecias - comenté sonriente; nadie que no apreciara a otra persona se sentiría tan orgulloso de tenerle como aliado/compañero.

Lo miré con mirada esperanzadora, muy profundamente.

- ¡Seguro que no eres tan débil como dices! - Exclamo dándole los ánimos que antes no le di - ¡Un día de estos te retaré y hasta que no me ganes no te dejaré acabar!

- ¡Cómo si tienes que morir para ello! - Añadí aún más eufórico.

Pero de qué iba la piltrafilla ¿esa? se cree que va a vencer a Silvanus Kettleburn, al chico que salió con vida después de llamarle IMBECIL a Arén a la cara... en fin... supngo que sería todo palabrería...
-!Vale!, pero que sepas que no te lo voy a poner nada fácil.

bueno, ya era tarde, así que decidimos irnos a dormir, nos hechamos mutuamente un brazo por los hombros y nos fuimos cantando una canción

*se van*

Tras haberme dado un buen baño, había ido a la sala común. Me senté en el sofá y me puse a pensar en las palabras de Timber. Realmente, el jefe parecía tan estúpido como algunos de los alumnos que habíamos "acogido". Suspiré. Si un líder era así, ¿cómo iba a enseñar a los alumnos a comportarse como personas normales?

Me pasé una mano por el pelo, echándolo hacia atrás. Todavía seguía mojado. Estiré los brazos y apoyé la cabeza en el respaldo del sofá. Contemplé el techo y pensé en la información que había conseguido, y en si Timber trabajaría o no.

*se queda*

El líder Darvenwish aun se iba riendo mientras caminaba por el lugar. Barthemius había metido la oreja entre dos cristales cuadrados para que se mantuviese. Se dirigió a la sala común buscando encontrar a algún líder al que contar el disparate. Lo que se iban a reír... Para su gran suerte y entusiasmo, a quien encontró fue a la líder piscis. Su sonrisa era amplia y enérgica y sus aires m´s insoportables que de costumbre.

-Querida Blues, que ganas tenía de verte. Es una suerte que estés aquí. Dime, ¿todo en orden estos días entre tus pececitos? -Preguntó con tono contento y casi infantil el líder mientras se repantingaba en el sillón que estaba frente a la piscis.

Alguien entró en la sala común, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. Miré de reojo hacia la puerta. Aren Darvenwishs, el líder caeruleus, estaba ahí. Fruncí el ceño nada más verlo. El caeruleus sonreía. Parecía feliz por algo que había pasado. Pero no sabía por qué.

Darvenwishs comenzó a hablar. El tono de sus palabras era diferente al de costumbre. No se mostraba irónico. Ni cínico. De hecho, parecía hasta eufórico. Fruncí aún más el ceño.

— No les llames peces — bufé —. De momento, los piscis están bien... Bueno, al menos Massen Dew lo está. El otro piscis, al parecer, ha tenido la osadía de faltarte al respeto. ¿Me equivoco? — Le miré de reojo. Luego me pasé una mano por el pelo y pregunté —: ¿A qué se debe el interés?

La respuesta de la piscis agradó -extrañamente- al caeruleus, pues le daba pie a continuar con su algarabía.

-Ah, sí, ese chico. Le di una lección que pareció calarle hondo... -Comentó con tono sutil para después soltar una risita. -Ahora ya no me falta al respeto, por supuesto. Se le ve más abierto, como más ilusionado cuando me ve. Realmente agradece la represalia. Dice que le encantó... aprender la lección, por supuesto. -El líder no dejaba de sonreír con cada palabra estúpida y de vez en cuando era incapaz de contener la risa.

entré en la sala común y para mi sorpresa, la parte de abajo estaba bacía, por lo que me acomodé en unos blandísimos cogines que había y me puse a leer un libro gordo que había alli...
Me pareció oir unas voces que venían de arriba ... pero no les hice caso..

Arqueé una ceja al escuchar los comentarios del líder de Caligo. Las sonrisas y las risas que dejaba escapar no eran propias de él. Me levanté y me acerqué hasta estar frente a él. Le miré a los ojos y fruncí el ceño.

— ¿Qué pasa? Ya sé que le enviaste a la enfermería. Sé que es un incompetente. Y me imaginaba que debió de haberle quedado todo muy claro. — ladeé la cabeza ligeramente hacia la derecha, aún con el ceño fruncido —. ¿A qué se deben estos comentarios? ¿Le encantó aprender la lección? Explícate, Darvenwishs.

El líder caeruleus sonrió con complacencia a la líder piscis en cuanto esta se levanató para hablarle. Entonces se recostó en el sofá y puso las manos detrás de la cabeza.

-Blues... Querida, hermosa, húmeda Blues...Cada vez me convenzco más de que los piscis superáis todas las expectativas... -Cotorreó alargando las palabras y distrayéndose constantemente. -Ese chico que te decía... Silverio o algo así. Quedó tan prendado de mis formas... -Suspiró y esperó a ver la cara de la líder de Aqua. Entonces deslizó su mano sugerentemente dentro de su chaleco y sacó lentamente algo de su bolsillo interior.

-Tanto que me demostró su gran adoración con un precioso regalo...- Miró a los ojos a la piscis mientras sonreía recuperando su maleficencia, enseñando los dientes y mostrando el escarnio que guardaba entre aquellos dos cristales.

Rehíce el camino que Aren realizó con la mirada. Ahora estaba sentado en el sofá, con las manos detrás de la cabeza. El líder de Caligo comenzó a hablar. Primero habló de los piscis en general, y luego se centró en el piscis nuevo. Al parecer se llamaba Silverio. El caeruleus interrumpió su discurso a la mitad. En silencio, sacó algo del interior de su chaleco. Fruncí el ceño, y escruté el objeto que el líder me mostraba. Y antes de que pudiese decir nada, el caeruleus se explicó. Y luego sonrió como la serpiente que era.

Abrí mucho los ojos y me acerqué con prisas hasta el sofá. Una vez allí, volví a escrutar el objeto que había sacado de su bolsillo. En las manos del caeruleus descansaba una oreja de un piscis. En un acto reflejo, me llevé una mano a mi oreja izquierda y boqueé. Quería decir algo, pero no podía hablar. Mi vista estaba centrada en el órgano que el caeruleus sostenía. Apreté los puños, con fuerza. Y luego alcé ligeramente la mirada para clavarla en la serpiente de Caligo. Notaba como la ira y la repulsión vagaban por mi garganta, deseosas de salir en forma de palabras. También sentí cómo mi expresión mutaba, dejando entrever el asco que me producía la estampa.

Observé al caeruleus durante unos segundos. Luego le di la espalda y comencé a andar hacia la puerta.

— ¿Dónde está...? — susurré —. ¿Eh? ¿Dónde?

oía unos pasos en el piso de arriba... no debía preocuparme, seguramente sería un boro, o algo por el estilo... Yo seguí enfrascado en mi lectura muy apasionadamente...

En cuanto observó el gesto de la líder piscis, el líder caeruleus se sintió pletórico y amplió su sonrisa. Guardó de nuevo el objeto, pues ya había herido bastante la sensibilidad de la chica y comentó con desinterés.

-No tengo ni idea. Se quedó llorando en un balcón. Quien sabe si seguirá allí, desangrándose por amor -El líder soltó una enérgica carcajada aun tumbado en el sofá y así se quedo incluso después de que la líder se fuese. Cuando consiguió recuperar el aire perdido entre risotadas, volvió a limpiarse una lagrimita de tanto reír y se desapareció para no perderse el encuentro siguiendo a la piscis.

*Desaparece*

Ignoré las palabras jocosas del caeruleus. No sabía dónde estaba. Tan sólo necesitaba esa información. Salí de la sala, y comencé a bajar las escaleras que llevaban a la planta de abajo de la sala común, con la vista fija en el suelo. Pensaba ir a buscar al piscis. Encontrarme con él esa misma noche, a pesar de las horas. Me daba igual si estaba durmiendo, comiendo, nadando en el lago, o si todavía seguía en los balcones. Iba a encontrarlo, y lo iba a hacer esa misma noche.

Al terminar de descender las escaleras, miró la sala. Con un rápido vistazo, identificó los diferentes objetos: las mesas, las sillas, el sofá y, encima del sofá, alguien. No me hizo falta haberlo visto antes para reconocerlo. Ahí sentado, en la sala común, estaba el intento de piscis. Tenía el pelo rubio, y los ojos verdes. Estaba leyendo tan tranquilo. Como si no le importase lo que acababa de hacer. Como si se sintiese orgulloso. Apreté los dientes y me acerqué a él. Observé cómo el lugar donde debía residir una oreja estaba ocupado por vendas ensangrentadas. Parecía que ya había ido a la enfermería.

Al llegar junto a él, le arrebaté el libro y lo lancé a una esquina. Ya lo recogería después. O no. Qué más daba. Miré al chico a los ojos, con el ceño fruncido y con la repulsión dibujada en la mirada. Sonreí de lado, creando una extraña mueca en mi rostro. Desde fuera probablemente parecía desquiciada, pero me daba igual. Agarré el cuello de la camisa del piscis, y lo acerqué hacia mí. Cuando estuvo lo bastante cerca, siseé:

— Asqueroso y repugnante ser. ¿Cómo te atreves...? ¿Es este el... respeto que muestras por tu raza? — fruncí aún más el ceño —. Eres completamente repulsivo. ¡¿Te cortas la oreja por "amor"?! ¡Por favor! ... ... — dejé caer al chico en el sofá —. Me das asco. No quiero volver a verte, ¿entendido? Ni que te dirijas a mí como líder. Ni se te ocurra acercarte a mí. Y como oiga, como alguien me diga que te haces llamar piscis, créeme que te enterarás. ¡¿Comprendes?!

alguien me retiró el libro de las manos... estaba a punto de reprochar el comportamiento de la persona que lo habia hecho, pero en cuanto ví quien era, se me heló la sangre. Estaba muy enfadada: la lider piscis daba veerdadero pánico... tenía los ojos desorbitados y parecía que en cualquier momento que iba a rajar en dos...
Estaba muy asustado... menos mal que Tristán seguía dormido en la habitación, sino se habría puesto agresivo y podría haber salido herido...

no sabía lo que hacer. estaba muy asustado mientras ella hablaba... estaba desorientado por la situacion... el dolor... ella me acribillaba a preguntas y yo no podía reponder... me puse a llorar. Lo único que quería era irme ya de allí, por lo que lo primero que se me pasó por la cabeza fue decir:

-ACUAERUM.

Una bola de agua explotó en el pecho de la líder, por lo que se sobresaltó, ocasión que aproveché para huír, cosa que habría conseguido si no me hubiese tropezado con el enorme libro que estaba en el medio, que me hizo caer de bruces al suelo.

Comenzó a llorar. Ahora tendría que sumarle llorón a sus cualidades. Tras unos segundos en silencio, el chico lanzó un acuaerum. O mejor dicho, me lanzó un acuaerum, que me dio en el pecho. El conjuro no me hizo daño. No podía hacerme daño una magia de ese nivel. Sin embargo, sí que me sorprendió. No me esperaba que fuese tan estúpido como para atacar a su superior.

Esbocé una sonrisa de lado, y me acerqué hacia él. El chico no sólo era estúpido, sino que, además, era torpe. Ahora mismo estaba tirado en el suelo. Había tropezado con el libro que había tirado minutos atrás. Cuando estuve cerca de él, le observé desde arriba. Fruncí el ceño. ¿Qué podría hacerle ahora? No sólo era una especie de desertor, sino que, además, era un llorón que tenía el "valor" de desafiar a sus líderes.

— Eres penoso... Lo sabes, ¿no? — Me agaché para poder coger varios mechones de su pelo. Tiré sin demasiada fuerza, para que girase su cara. Quería que me mirase mientras hablaba. No hacerlo era una falta de educación. Cuando tuve el rostro del chico frente a mí, dibujé una sonrisa sombría —. Y parece que te gusta atacar a tus superiores, ¿eh? ¿Qué demonios haces en este Palacio? — escupí, con asco —. ¿Qué clase de guerrero eres? Seguro que no tienes ni idea de... nada... — Le miré durante unos segundos a los ojos. Parecía joven. Muy joven. Tras unos segundos en silencio, extendí los dedos de mi mano derecha y apunté a su cara —. Acuaerum...

Le pequeña bola de agua que había formado explotó en su cara. Podía haber usado otro conjuro más poderoso, y podía haber aplicado mucha más fuerza en mi hechizo. Sin embargo, el acuaerum que había formado no era demasiado grande, ni demasiado doloroso. De hecho, la fuerza con la que se lo había lanzado era similar a la fuerza que él había aplicado en su anterior conjuro.

Solté los mechones de pelo rubio que había tomado y me levanté con lentitud. Observé al chico desde las alturas y señalé la puerta de la sala común.

— Ahora desaparece — siseé.

estaba aterrorizado. Mi corazón comenzó a latir de miedo cuando su saliva tocó mi cara.
Por supuesto no respondí a ninguna de sus preguntas... no se porqué se tiene que meter entre Aren y yo...
Recibí el impacto del Acuaerum con cierto dolor, ya que me explotó en la cara y me dió en parte de la zona afectada por el corte... por supuesto, las vendas estaban empapadas...
Mi jovencísima piel, estaba ahora cortada y mojada. Además, los tirones a mi enmarañado pelo, ayudaron a que la herida comenzase a sangrar un poco, ya que se debieron sltar un par de puntos de sutura...

Me levanté tambaleante y me fui. Solo quería descansar. Aquel día había sido maravilloso hasta encontrarme con aren... luego todo se torció...


*se fui arrastrando los pies*

Observé como el chico se iba sin moverme del sitio y con el ceño fruncido. Cuando se fue, me agaché y recogí el libro que había tirado anteriormente. Luego miré a mi alrededor. Tenía la sensación de que alguien había estado observando la escena, pero no estaba segura.
Me acerqué a una mesa y dejé el libro ahí encima. Luego me pasé una mano por el pelo.

Tras permanecer unos segundos en el piso de abajo, me fui. Necesitaba pensar en ese extraño episodio.

*se va*

Menuda noche!... había sido horrible: solamente había intentado algo con aquella chica, Inger: la verdad es que era muy guapa y no quería herirla, por dios, era lo que me faltaba; yo, Silvanus, agrediendo a una chica... Jamas.
Pero tuvo que aparecer aquel personaje, ¿que clase de enajenado mental era aquel?... ¿que hacía espiando? y lo más importante: ¿quien era? Solo me había fijado que tenía el pelo rojizo... pero no le había visto la cara... ¿y la voz? aquella voz me sonaba muchísimo... pero no caía en quien podría ser.
-Bueno, ahora lo primero es disculparme con Inger, pero como no se cuan do me la voy a encontrar, le escribiré una carta. Comencemos:

Querida Inger, quería pedirte disculpas por haberte besado sin tu consentimiento
no se que me pudo pasar esa noche, quizás fue la oscuridad... las estrellas... o quizás
fuera simplemente que quería olvidarme de Aren y empezar de cero... te ruego
sinceramente que me perdones... quizás podamos quedar como amigos.

Un abrazo.

Bien, ahora quería descansar un poco, así que me desvestí la parte de arriba y me tapé con una manta para echar una siestita...
ya le dejaría la carta a Inger en otro momento....
*me dormí ligeramente*