Sala común

Sin despegar la mirada del papel, el chrysos escuchó con especial atención las palabras del flamma. Se preguntaba qué habría pasado exactamente con el piscis. Dudaba que se hubiese dado a la fuga (no parecía demasiado descontento en Brontë y, además, se suponía que estaba colado por el líder caeruleus... Hecho inexplicable pero cierto según lo que había entendido), y no le apetecía creer que lo habían secuestrado o asesinado. Más que nada porque a él, a diferencia del flamma, sí que le parecía importante lo que le hubiese podido pasar a un alumno. Al pensar en esas últimas palabras del flamma, sintió una ligera molestia.

En cuanto el mago hizo una pausa, el chrysos volvió a mirarlo por encima del respaldo. Tenía el ceño fruncido.

—Yo espero que no sea nada grave, la verdad — Chasqueó la lengua, molesto —. Y, teniendo en cuenta tus palabras, me parece normal que la posible desaparición, secuestro, fuga, asesinato o lo que sea del piscis sea la principal preocupación de los líderes en este momento — Torció una sonrisa —. A fin de cuentas, lo tuyo no deja de ser una investigación. Los libros no se van a mover del sitio y, oye, a lo mejor no descubres nada nuevo. Y, sin embargo, según tus palabras, parece que nadie sabe qué le ha pasado al piscis... Así que nadie sabe si va a estar aquí en un día porque solo ha ido al pueblo de aquí al lado o en una semana porque ha decidido ver a su abuela Marian de las montañas de yo qué sé qué continente. O a lo mejor no vuelve hasta dentro de años porque ha descubierto el verdadero amor o porque quiere vivir aventuras o ver mundo o recorrer el océano a nado para sentirse como un pez. O igual no vuelve nunca porque resulta que se ha muerto... — Volvió a chasquear la lengua —. Así que, como parece que nadie sabe qué pasará con él (si es que realmente ha pasado algo), supongo que es más importante porque, bueno, los libros no van a sacarse unas piernas de entre las hojas para darse a la fuga. Además, si algo le ha pasado, supongo que querrem... Querrán saber cómo ha pasado y quién lo ha hecho. Y el motivo por el que ha pasado, claro...

Chasqueó la lengua de nuevo y se levantó del sofá. Recogió el libro que había dejado antes en la mesa.

—Por tanto... Si yo fuese tú, me importaría el tema del piscis. No por un gesto altruista o por no quedar como un cabronazo, sino por interés. — Esbozó una sonrisa sesgada —. Cuanto menos grave sea, mejor será para ti porque, bueno, supongo que ningún líder tendrá reparos en atenderte. Sin embargo, si resulta ser algo más grave, quiero creer que los líderes se centrarán en ese asunto. Y si se centran en ese asunto, tu investigación se verá retrasada.

Estiró los brazos y se pasó una mano por el pelo, despeinándoselo.

—En fin... Sea como sea, yo creo que me voy a dormir. Suerte con tus libros y todo eso — murmuró, más por educación que por otra cosa —. Buenas noches...

Sin dejar de darle la espalda al flamma, el chrysos movió la mano que tenía libre. Luego avanzó hasta la puerta. Tendría que prestar atención al tema del piscis. No sabía lo que podía ser, así que a lo mejor encontraba algo de interés... Además, y aunque no lo fuese admitir públicamente ni aunque lo amenazasen, lo cierto era que estaba un poco preocupado.

*se va*

Fdr. your tsundere is showing part2

El flamma escuchó al Chrysos por encima, le pareció percibir preocupación por su parte, hacía demasiado hincapié en un asunto del todo irrelevante, para su gusto. Una lástima había empezado a respetarle, esto podría costarle ese respeto.

-Descansa - fue todo lo que dijo, sin levantar la vista del pergamino o los libros.

Rais se quedó un rato más, escribiendo. Desde luego, lo del Piscis le traia sin cuidado, el no podría hacer nada para ayudar a los líderes, si ellos estaban metidos, más gente no sería más que un estorbo para ellos.

Finalmente, cuando le entró el sueño, recogió sus cosas y se fue a su habitación.

*se va*

Entré en la sala común tranquilamente. Hoy había sido un día normal y corriente, pero no sabía por qué, tenía una mala sensación.
Me acerqué a uno de los sillones, dejé a Arpa apoyada en él y me senté. Con un suspiro me espatarré apoyándome en el respaldo y tapé mi vista con el antebrazo derecho. -Odio esta sensación...- Quité el brazo de mi cabeza y me quedé mirando los dibujos del techo de la sala.- Es como la calma antes de la tormenta...- Estuve unos 10 minutos así, observando las formas del techo y preparándome para lo que fuera a llegar.

Finalmente me levanté del sillón y di vueltas por la sala, quería moverme, tenía que moverme. Di vueltas, miré por la ventana, me acerqué a la chimenea, a las pequeñas mesas que había, volví a la ventana; pero no estaba a gusto. Me paré en seco- Tengo que hacer algo...- Miré a Arpa y me acerqué a ella. Me agaché y la miré minuciosamente sin tocarla, la madera estaba intacta y perfectamente pulida. Toqué la cuerda y salió un sonido grave, también estaba perfectamente.
Me levanté y volví a dar vueltas, un paso tras otro, uno y luego otro...- Voy a darme una ducha.- Decidí y fui al sillón y cogí mi arco, me lo colgué al hombro y juto cuando iba a emprender mi camino a la salida, entró una persona.

- Buenas noches. ¿La señorita Thamerlein Naëgling?- Me preguntó el criado después de hacer una cortés reverencia.
- S-sí soy yo.- Le respondí sorprendida mientras aflojaba el agarre de mi arco, el cual había apretado más de la cuenta al percibir que entraba una persona.
- Disculpe las molestias pero le ha llegado una carta.- Dijo ofreciéndome un sobre color carne.
Desde mi posición pude distinguir la pulcra letra de mi padre. Tragué saliva y me acerqué.- G-gracias.- Le dediqué la sonrisa más amable que pude y cogí el sobre.
- Si me disculpa...- Y con una nueva reverencia el criado desapareció tal y como había llegado.

Observé el papel en mi mano y me apreté el puente de la nariz.- Mierda...- Fue mi última palabra antes de salir de la sala.

*Se va*

Con el guerrero de Brontë picando y arrastrando piedras con el fin de aumentar la superficie de la Organización, 43, después de una semana de deliberaciones, había llegado a la conclusión de que quizás debiese meter un poco las narices en ese palacio. Más que nada para averiguar cuanta conmoción había causado la desaparición (completamente accidental por otra parte) de uno de sus valiosos guerreros.

Si Darvenwish, estaba en el palacio, quizás estuviese furioso y tener al ejército de Cáligo buscando sus cabezas escamosas no era una buena idea.
Si todo se había tranquilizado, quizás lo hubiesen dado por muerto, pues el jovencito ya llevaba unos cuantos días desaparecido sin dar señales de vida, lo que de ser así, todo quedaría en un susto (o quizás es que no le importase perder a un guerrero) lo que le llevó a pensar que, si la pérdida de uno de sus guerreros era tan insignificante como para no darle importancia, o bien les sobra gente, lo que se convertiría en un grave problema ya que sería un indicador de que dicho ejército es enorme, o bien, que la baja producida... no era más que un obstáculo en su preparación, lo que, sin quererlo, quizás les hubiese hecho un favor.

Ante tanta confusión y preguntas sin resolver y sin nada mejor que hacer, pues sus ejecutivos menores lo controlaban todo, su gusanillo de la curiosidad se avivó increíblemente, como si Brontë fuese una casa de caramelo y él, un jovencito con ganas de que sus dientes se cayesen por la caries. Pero no iría el a tan intrigante y desconocido lugar. No tenía ni idea de que era a lo que se enfrentaba por lo que decidió encomendarle la tarea a su fiel y mejor ejecutivo, Flastio, ya que: ¿Quien mejor que Flastio para catar tan gran dulce en el cual Brontë se había convertido? Nadie mejor que Flastio para hacerlo, por lo que, después de unas breves pautas básicas y ciertos mandamientos por parte del líder de fuego, el ejecutivo, partió raudo y alegre a la par que ansioso ante su nueva aventura, aunque un tinte de miedo y nerviosismo manchaba su entusiasmo. ¿Qué se encontraría en tan desconocido y a la par interesante lugar? Y lo más importante: ¿Cómo entrar?

Flastio se montó en uno de los Estrell que "La Sombra del Fuego" le ofrecía para, en medio de la noche, llegar al magnifico palacio y, una vez localizado, voló hasta los tejados para una vez allí, deshacerse del ave con una palmada que, obediente, emprendió hacia Ignis el vuelo.
No encontró mejor forma que entrar en el palacio que mediante una de las chimeneas que adornaban, hermosas, los lucidos y trabajados tejados de Brontë, por lo que, sin más dilación, se coló, con su escuálido y sigiloso a la par que reptante cuerpo por el interior de la chimenea.






La estancia está oscura, silenciosa. Las antorchas ya se han consumido ya que hoy, al estar la Sala Común vacía, los chicos del servicio prefirieron apagar las antorchas para ahorrar grasa. Sólo los rayos de la enorme luna bañaban de azul la muda y misteriosa estancia, donde solo se podían diferenciar un par de sofás, una mesa con galletas y estanterías cargadas de libros, mientras que unas escaleras, completamente a oscuras, denotaban que la habitación no terminaba solo entre aquellas cuatro paredes.
Y, de repente, sin que nadie o nada aparente estuviese en la tranquilísima y dormida sala, unos ruidos extraños comenzaron a brotar de la chimenea, para, mas tarde, un montón de hollín manchar la alfombra principal de la habitación, mientras de dicha mancha negra, se levantaba el infiltrado.
Respiraba fuerte y dolorido, pero, a los pocos segundos, se recuperó y se irguió:

Una figura encapuchada, vestida de negro completamente, la capucha terminaba en pico y poco rostro dejaba a la vista, abrochada hasta el suelo.
Sacó una mano sucia, llena de hollín del interior de su capa, la cual arrastraba por el suelo para limpiarse la cara un poco.
Su imagen era espantosa: macabro, oscuro, pequeño, diabólico, con grandes ojos saltones y una boca desmedida y horriblemente torcida en un gesto demoníaco.
Lo había logrado al fin.

Se dirigió a la mesa con las galletas y las devoró de un solo mordisco, metiendo la cabeza en el bol y repasando con la lengua sin dejar ni una sola miga.
Tenía taaantas cosas que ver, oler, tocar, lamer, disfrutar... y todo ello mientras su rápido y acelerado cerebro recaudaban toda la información posible, pero, de momento, debería dar largos paseos bajo la luz de la luna por los pasillos, para ubicarse y poder llegar rápido a los sitios. Su éxtasis era tanto como el de un niño con un muñeco nuevo, aunque encontrar un armario de las escobas para pasar la noche y utilizarlo como escondrijo no estaría mal.

Ahora todo le daba igual: ahora solo quería correr y disfrutar de Brontë y de su extensión.

Pero al encontrar el escobero, decidió hacer bien su trabajo y, aunque cansado, decidió regresar a la sala común para barrer todo el hollín que había caído de la chimenea. Una vez la estancia estuvo limpia, el cansadísimo flamma volvió al escobero y se cerró por dentro, para luego, hacerse un ovillo entre sus ropas negras y enormes y descansar un poco.
Mañana comenzaría su búsqueda.

*se duerme*


FdR: NOTA: este post corresponde a la noche de ayer, lo que ha ocurrido es que a uno de los moderadores no le gustó la versión original por medio de la cual Flastio entraba en Brontë, por lo que he tenido que modificar casi todo el post, así que Flastio ahora no duerme, esto lo hizo ayer. Perdón por la molestia.
FdR2: y esta vez lo siento mucho, pero no me voy a dejar los cuernos otra vez para redactar el mismo post, si alguien no está conforme con su entrada, lo siento, pero ayer ya me enfadé bastante como para seguir dándole vueltas al mismo post.
FdR: e3e dicho esto, me andaré por Brontë unos días y luego me largaré e-e

Al final sus pies lo llevaron a la sala común. Por el camino, le pareció haber visto de refilón a una parvus a la que no había visto antes, pero había decidido no pararse a hablar con ella. Malo sería que no se encontrase con ella en otra ocasión. O, al menos, eso había pensado mientras avanzaba por los pasillos.

Entró en la estancia mirando a ambos lados y luego se acercó hasta el sofá, donde se sentó. Chasqueó la lengua y clavó su vista en la pared, pensando en que hacía bastante que no se acercaba hasta allí y en otras cosas que hacia bastante que tampoco hacía.

*se queda*

Entro en la sala común tras un breve pase por la biblioteca. Me gusta más leer los libros en el sofá de este sitio. Es más cómodo. Sin embargo, al entrar me encuentro con que alguien ha llegado antes que yo.

- Hola -saludo a Lyam, frunciendo el ceño con cierta extrañeza-. Buenas noches, es decir.

Me acerco al sofá y me siento.

- Cuanto tiempo -digo, sin más.

Ni siquiera me planteaba que él pudiera estar aquí.

Cuando Alehyss entró en la habitación, el chrysos despegó la vista de la pared y la miró con el ceño ligeramente fruncido. Pese a que en ese preciso instante no le desagradaba la idea de verla, no se esperaba que se acercase hasta allí.

—Buenas noches... — murmuró, echándose hacia un lado para que la chica se sentase y volviendo la mirada a la pared.

Hacia bastante que no veía a la chrysos. Y la última vez que la había visto, ella se había enfadado. Se preguntó, mientras apoyaba la cabeza en el respaldo, si seguiría molesta. Con un poco de suerte se le habría olvidado (porque tampoco era que le hubiese hecho algo terrible), pero quién sabía.

Chasqueó la lengua y la miró de reojo. Observó su pelo, su rostro (sus ojos, su nariz, barbilla, labios), sus brazos, su pecho, el libro que llevaba... Luego, cuando escuchó la voz de la chica, desvió la mirada y respondió.

—Sí, bastante tiempo — Torció una sonrisa —. ¿Cómo has estado?

FdR. sahjdsad

Noto cómo su mirada revisa mi cuerpo de arriba a abajo, deteniéndose antes de llegar a la mitad y, interiormente, no puedo evitar dibujar una sonrisa arrogante, pero no la exteriorizo. Prefiero que no sepa lo que pienso. Mantengo mi expresión semiinocente y me siento junto a él, poniendo el insulso libro en mis rodillas.

- Pues he estado algo atareada, pero mal no sería la palabra para describirlo. Ya sabes... Silvanus desaparece, asesinan a Adela, charlas un rato de cualquier cosa con una guerrera recién llegada -. Clavo mis ojos en él con cierta frivolidad-. Ya sabes... Lo normal.

Clavó sus ojos en la chica cuando ella se sentó a su lado y ensanchó la sonrisa. Luego escuchó sus palabras sin variar la expresión y, cuando terminó de hablar, no pudo evitar soltar una suave risa sarcástica. La desaparición de Silvanus y el asesinato de Adela eran, sin duda, dos acontecimientos fuera de normal. Y, aunque había imaginado que la chica estaba siendo irónica, el comentario le hizo gracia.

—¿Esa es tu definición de normal? — inquirió, jocoso, sin apartar la mirada —. Me gustaría saber qué es algo extraño para ti entonces...

Se preguntó quién sería la nueva guerrera con la que había hablado. ¿Sería aquella chrysos, Julie, la persona con la que Alehyss se había encontrado? ¿O había llegado alguien más a Palacio? Desde su encuentro con la chrysos y con el aether (aunque aquello podía ser definido como un "visto y no visto"), no se había encontrado con alguien más.

—¿Cómo se llamaba, por cierto? La guerrera, digo. Es curiosidad — añadió. Luego torció una sonrisa —. Responde si quieres.

Lo miro socarrona y no respondo a su primera pregunta; la retórica. Escucho, sin embargo, la que hace acerca del nombre de la chica.

- Lynth - respondo sin dudar-. No hace falta que te pongas tan a la defensiva, pequeño chrysos. Si me importara que supieras el nombre de la chica, si fuera un secreto, no te lo habría dicho.

Abro el libro al azar y lo miro con desgana, sin leer ninguna frase por completo. Alzo de nuevo la vista hacia Lyam.

- ¿Por qué? ¿Acaso buscas a alguien?

Asintió al escuchar el nombre de la nueva guerrera, que resultó ser una completa desconocida, y luego, cuando la chrysos volvió a hablar, rió.

—¿Cómo que pequeño chrysos? — inquirió, socarrón, mirando a la chica. Luego añadió —. Y no estaba a la defensiva, por Mithos. ¿Por qué iba a estarlo?

Desvió la vista al libro que Alehyss acaba de abrir y suspiró. Debía encontrarse Lynth. Al menos debía saber cómo era. ¿De qué raza sería? ¿Sería estúpida como Dehnel o interesante? ¿Por qué había acudido a Palacio? Demasiadas preguntas. En cuanto notó la mirada de la chrysos, clavó sus ojos en los suyos y esbozó una sonrisa jocosa.

—Hasta hace un rato pensaba en ir a buscarte — Rió. Luego negó con la cabeza —. Pero no. No busco a alguien — Ensanchó la sonrisa —. ¿Por qué preguntas?

FdR. te odio, maldito D:

No puedo evitar una pequeña sonrisa.

- Tan interesado te vi en saber su nombre que casi me pareció que la curiosidad era algo más, pero veo que me equivocaba.

Sostengo su mirada unos instantes y luego miro al techo.

- O quizás no, pues me buscabas a mí -. Lo miro de reojo-. Aunque me pregunto para qué...

No puedo evitar pensar durante un segundo en Jager, lo que casi me arranca una mueca que logro contener. Me aproximo con lentitud al oído del chrysos tanto que mis labios rozan la piel de este a intervalos irregulares. Mi inevitable respiración lo acaricia cerca, pero tan suave e imperceptible que es difícl saber a ciencia cierta cómo de cerca me encuentro (no en vano me adiestraron para pasar desapercibida y respirar con sigilo).

- ¿Por qué no me lo haces? - le susurro muy bajo, pero de forma contundente, sin retirar mi rostro, que viste una arrogante satisfacción.

Ojalá Jager estuviera aquí y lo viera. Que ya no lo necesito.

Ojalá.

Le devolvió la sonrisa a la chrysos.

—Pues, como ya dije, era solo curiosidad — respondió. Luego, cuando la chica desvió la mirada al techo, volvió a apoyar la cabeza en el respaldo y a observar la pared que tenía frente a él.

La chrysos volvió a hablar y él torció la sonrisa. Iba a responder a su comentario, pero, antes de que dijese algo, la chica se acercó a su oído. El chrysos alzó ambas cejas al notar los labios de la chica sobre su piel y el roce de su respiración. La miró de reojo, sin moverse, esperando lo que fuese que quisiese decirle. En cuanto lo hizo, perfiló una sonrisa sesgada. Apartó la cabeza del respaldo del sofá y se giró para mirar a la chrysos, a la que se acercó sin variar la expresión.

—Tenía pensado hacerte... Hacerlo... — murmuró, antes de besarla con avidez.

FdR. algún día me acostumbraré... ;u; (no)

Respondo a su gesto con la misma avidez. Desde la desaparición de Silvanus no han sucedido más que cosas frustrantes, y, por básico que sea, no hay nada como intimar para olvidarse de los problemas durante unos minutos (de dos a veinte dependiendo del hombre). De esta forma no solo la mente se relaja, sino que el cuerpo libera ciertas sustancias que hacen que al día siguiente sientas que la vida te sonríe.

En mí caso hay veces que el sexo se traduce, simplemente, en una necesidad a saciar, como puede ser comer, beber o respirar, solo que su ausencia no me causa la muerte. Me genera, sin embargo, un humor de (más) perros que me hace odiar al mundo más de lo normal.

Lo beso como si bebiera de él. Como si viviera de la excitación igual que del oxígeno. Poco a poco (más bien, con bastante velocidad) los besos son seguidos de contactos más íntimos. Sin embargo, en cuanto noto cómo su mano pugna por deshacerse de la prenda de ropa femenina conocida por muchos hombres como "fuerte indestructible" (o sostén, según sea la destreza de estos) me aparto de él y sonrío socarrona.

- Quieto un segundo. No voy a hacer nada en un lugar que lleva la palabra "común" en el nombre- murmuro divertida.

Quedando claros mis designios, poco después ambos abandonamos el lugar dispuestos a seguir en algún otro más recogido.

Los establos y el observatorio fueron suficientes para mí. Me gustaría, para variar, que el lugar donde me despierte (o en el que repose unos minutos tras terminar) fuera, por una vez, privado. No quisiera abrir los ojos y ver a algún idiota observando mis tetas y preguntándose si paseo desnuda bajo el sol o si tengo familia claritas.

*se van con la fiesta a otra parte*

FdR- Y nadie lo leerá porque en 6 horas tengo fisioterapeuta y me voy a dormir : D

Después de una rica cena, decido ir a la sala común para distraerme un rato antes de irme a dormir, además, en este lugar, como es para todos y tal... igual hay mas posibilidades de encontrar a alguien con el cual charlar un ratito antes de irme a dormir.

Me ajusto la minifalda mientras que de mi boca cuelga un helado de tonalidad azul-transparente. La verdad, ne tengo mucho que hacer, así que repaso un poco los libros de las estanterías y me quedo, repasándolos con el dedo, sin ningún interés por leerlos, a no ser que alguno de ellos trate de moda, musica o sea de chicos guapos.

*se queda*

Salí a los balcones para saltar de uno a otro como entrenamiento nocturno de agilidad. Desde un la de la fachada delcastillo hasta el contrario salté como un mecña escapando de un dragón de luz en medio del desierto de piedra. Era un entrenamiento divertido con el aliciente de la adrenalina por si me caigo de semejante altura.

Al final encuentro una ventana abierta y decido entrar por ahí para volver al palacio. Me agarro al alfeizar de la ventana y, de un salto, me apoyo en el marco para introducirme en la habitación. Caido de pie en lo que parece la sala común y me coloco bien la ropa con el cuello subido ahsta la nariz. Me doy cuenta de que hay alguien allí y me pongo en guardia porque me ha visto entrar de esa forma.

—¿Quién eres? —Pregunto en tensión. Es una chica muy bajita así que supongo que será parvus porque tampoco parece una niña de seis años.

Me sobresalto al ver a un chico bastante alto entrando por la ventana, por lo que me llevo una mano al pecho y me echo para atrás, apretando los puños, pues no tengo ningún arma- Joder, tio, que susto- digo relajándome y acercándome un poco, mientras me llevo una mano a uno de mis chichos para apretarlo bien, para a continuación poner las manos en jarra y echarme hacia delante. - Me llamo NagooooOOOoore- digo moviendo las manos en el aire como si fueran una lamprea y enseñando todos los dientes. - Y tu, ¿niño? ¿como te llamas?

Entonces entorno los ojos y veo el aura misteriosa que le envuelve, esos ojos penetrantes y ese rostro tapado. Es tan misterioso y tan moderno, con ese pelo pincho...

Noto que me sonrojo un poco, pero no por ello pierdo mi sonrisa y mi curiosidad.

"¿Tío?" Que yo supiera no teníamos ningún parentesco familiar. Veo como la parvus se acerca y mantengo mi pose marcial un momento, pero entonces dice su nombre. Nagore, eso se parece bastante al nombre del líder parvus. Sea como sea, ahora sé cómo se llama y ya está dentro de mis dominios.

Se mueve de una forma muy rara pero poco amenazante con lo que relajo la postura, pues dudo que pueda ahcerme algo una pequeñaja como ella. Pero entonces se atreve a llamarme niño y frunzo el ceño con desagrado.

—No soy ningún niño, retaca y no tengo ningún nombre —Afirmo cruzándome de brazos mientras miro hacia otro lado con el mentón bien alto. Miro a mi alrededor y no veo a nadie así que me animo a ser inquisitivo para imponerme sobre una chica tan infantiloide. —¿Y qué hace en Brontë una chica así? —Le pregunto mirándola aun con el ceño fruncido.

FdR: A la porra el tiempo pasado e_e

Escucho con interés sus palabras, para entonces, terminar con la barbilla bien alta, anotándose un tanto, pero yo me cruzo de brazos y bajo la cabeza, ceñuda y muy sonriente.- bien, entonces habrá que ponerte uno, veamos... Yo, Nagore, la gran Nagore- comienzo a bailar, cerrando los puños y comenzando a acercarlos y a alrejarlos de mi cuerpo mientras mis pies marcan el ritmo- te bautizo a partir de este momento con el nombre de Pinchitos - digo señaládolo con ambos pulgares. -Y dime Pinchitos, ¿te gusta tu nuevo nombre?

-Perdona, tio, pero no sabes con quien estás hablando- digo ahora, yo, chulita.- Para que lo sepas, Pinchitos, Nagorr Brumm es mi tio- digo henchida de satisfacción. - entonces vuelvo a ver a sus ojos prgundos y misteriosos. -¿Sabes una cosa? - digo girando la cabeza- Eres guapo. Me gustas bastante. - digo sin reparo, mientras me dirijo a una de las butacas para relajarme.

Frunzo de nuevo el ceño cuando pretende ponerme un nombre y suelta un mote ridículo que no sé a qué viene.

—No voy a bautizarme o será visible apra la muerte. Además, pinchitos no es ningún nombre, ¿de dónde lo has sacado? —Pregunto, algo incomodado por el hecho de que la chica quiera entrometerse en asuntos donde nadie la llama.

Después parece ponerse algo más determinante y dice ser la sobrina del líder parvus con lo que entorno los ojos con curiosidad y acabo girando la cabeza con un "jum". —Pues yo pertenezco a un clan de aqua en el que me entrenaron para el liderazgo de los mios, así que no me da miedo la sobrina de nadie —Enfrento con los brazos cruzados. Pero en lugar de callarse ya dice que soy guapo y que le gusto y abro mucho los ojos con sorpresa para soltar los brazos y retroceder un paso por inercia. Me ruborizo un poco y mantengo mi gesto extrañado.

—¿Qu-Qué? ... ¿Qué dices? No... digas bobadas, ¿pretendes meterte conmigo? Déjame tranquilo —Digo enfurruñándome de nuevo, ahora con las mejillas algo coloradas. Entonces noto un cosquilleo en la espalda y el lagarto pesado sale de debajo de mi hombro para frotarse contra mi cara.

—¡Ah! ¿Pero aun sigues ahí? Tssk... al menos podías quedarte en la habitación... —Replico al dragón para, finalmente, darle con el dedo en la cabeza un par de veces.

Pues no se, Pinchitos... veamos,tienes los pelos de punta, que pinchan... - le digo mientras me llevo las manos a la nuca, despreocupada. - Pues a ver, chavalote, aclara tu ideas, porque yo tengo que llamarte de algún modo, o sino, serás Pinchitos, escoge, ademas, supongo que tu madre, o tu familia te habran puesto un hombre - digo ceñuda y sonriente, mientras agito un pequeño dedo índice en el aire, mientras chupo ávidamente mi helado. - Además, yo no soy la muerte, a mi puedes decírmelo - sentencio gustosa.


Entonces me dice que el es de un clan del agua que no se qué. - Bueno, bueno, ya será menos - digo riendo. - Oh, venga, relajate un poco, ¿quieres? parece que estuvieras siendo vigilado todo el rato. Haz una cosa, ¿porqué no relajas los hombros un poco? te sentirás mejor.- le digo mientras hago uan postura de yoga lentamente.

Veo entonces desde el sofá como un lagarto sale de su ropa.Es pequeño, pero tiene alas y cuernitos, como el de aquella chica. - Ostras! - digo poniéndome de pie- ¡que fuerte! - tienes un dragón tu también- ¿que pasa? ¿me estoy quedando fuera de onda o que? He conocido a dospersonas solo y ambas tienen un dragón. - digo en alto, mientras señalo al susodicho reptil.

Me acerco- Jo, que chuli... este es más bonito que el de aquella chica- digo sincera. -¿Me dejas cogerlo un rato? - digo mirado hacia arriba, con ojitos dulces y una enorme sonrisa, para al final, darle un codazo suave.- venga, enróllate un poco, dejame tocarlo, ¿va?

Miro a la chica parvus con cierta sorpresa y me llevo una mano al pelo. ¿Pinchitos por mi pelo? ¿Tan raro le parecía? Me paso la mano un par de veces por la cabeza para que se baje un poco, no vaya a ser que esté dando demasiado el cante, quiero pasar desapercibido.

—Pues no, no tengo nombre, en mi clan me educaron sin él —En cuanto dice que debía llamarme de alguna forma o me llamaría con aquel apelativo estúpido suelto un bufido. —Si vas a llamarme de alguna forma que sea Follow, así me llaman los mercaderes y el nómada —Le informo para que no se ponga tan pesada. Entocnes le quita importancia a mi clan y dice que me relaje un poco poniendo una pose rara.

—Mi clan es un orgullo para mí, claro que no es de menos. ¡Y estoy perfectamente relajado! —Le digo de forma algo más brusca apretando los puños. Esta chica parece querer tomarme el pelo todo el rato, no deja de reirse y decir bobadas.

Pero cuando el dragón sale y ella lo ve se acerca rápida y emocionada y dice algo de que si está fuera de onda o yo qué sé qué. La miro extrañado y luego al dragón, que se ha escondido un momento detrás de mi cuello y ahora huele su dedo con curiosidad.

—No sé si hay más gente con dragones enanos, pero este solo me sigue porque le da la gana. Si quiere tocarlo, tócalo —Digo moviendo el hombro hacia ella para facilitarle llegar al bicho.

-¿Ves Follow? Una Brumm siempre consigue lo que se propone, no lo olvides, ¿vale? - digo contenta. -Follow. - repito- me gusta tu nombre.

Ya claro, tan relajado como un Toloco en una caja de madera incndiada. - digo negando con la cabeza. - dime Follow, estas en un palacio supermega protegido tio, porque demonios entras por las ventanas como si esto fuese la guerra- digo mientra sme deshago las dos coletas para dejarme el pelo suelto mejor y ponerme los coleteros en las muñecas.

Al final Follow me ayuda a alcanzar al dragón y yo me estiro para cogerlo despacio y con cuidado- Aiiiiii que cosa mas monaaaaa- digo pegándomelo a la cara y restregándomelo contra mi. - o sea, es que es genial! ¡mira que pequeño! - digo eufórica. - Follow, pero deja que te diga algo, esta un poco delgado, ah? deberías cuidarlo mejor. - digo sentándome de nuevo en el sofá- quieres helado, bichito?- digo ofreciéndole el frío alimento, a lo que el comienza a lamer con ganas. - Miiira como coooome - digo con los ojos mas abiertos del mundo- ¿no es una pocholada? - hago una pausa y le miro. -¿quieres sentarte aquí conmigo un rato? pregunto apretando los labios contenta- Por cierto Follow, ¿como se llama el dragón? Aunque bueno, igual tampoco tiene nombre porque no quieres que lo encuentre la muerte, aunque viendo como lo cuidas, parece ser que si que quieres que la muerte lo encuentre. digo para meterme con el. Es un chico muy rarito, pero es muy entretenido hablar con el. Es gracioso verle todo el rato a la defensiva.

Cuando dice que un Brumm siempre logra lo que quiere vuelvo a fruncir el ceño.

—Follow no es mi nombre —Reprocho ya algo malhumorado, más para mí que para ella para que se calle de una vez con eso. En cuanto habla del palacio, suelto una risa seca.

—Ja, pues una anciana ha muerto hace poco en este palacio "superprotegido". Soy un hombre precavido. Estoy en alerta permanente por lo que pueda pasar —Aseguro con altanería ala parvus.

cuando coje al dragón se lo lleva muy contenta y empieza a parlotear con lo que me llevo una mano a la cabeza ya que empieza a dolerme con tanto cocoroteo.

—No sé cómo se cuida un dragón. Ni siquiera es mío, simplemente me sigue —Miro al bicho mientras como el helado. Le he dado un aopr de frutos secos para que comiese algo, yo qué sé de estos animales. Si fuese un dragón listo ya se habría buscado comida solito. —Y no sé cómo... —Pero antes de acabar recuerdo el mote estúpido que quería ponerme antes y decido tener piedad con el dragón. —Se llama... Noru. Así se llama. Noru —Comento mientras le veo la cabeza saltarina.

-Vaale, vaale no te cabrees, ¿de acuerdo? jolin, tiiio cogete una vacaciones o algo - digo estirandome, pues la luna ha salido hace rato. - Algún dia te vendrás conmigo a los jardines, nos tubaremos en la hierba y nos relajaremos, ¿que te parece? - le digo bastante entusiasmada.


-Bueno, se moriría de vieja- digo quitándole importancia con la mano. En serio, no te preocupes, con mi tio Nagorr por las inmediaciones, nuestros culos están seguros.- digo ahora en un tono más serio, pues realmente estoy convencida de que mi tio puede vencer a cualquiera. - en serio, no se que pasaría. digo ahora seria, pues la muerte de alguien siempre merece respeto y yo, ante todo, se comportarme cunado la situacion lo requiere- pero no puedes vivir en alerta permanente o no superarás los 30-le digo con una sonrisa cómplice.


-Bueno- comento acariciando la cabeza del pequeño. - Quizás es porque le gustas... quien sabe. - ¿No sabe comer por su cuenta? Quizás tuviese otro dueño antes, hay veces que si acostumbras a un animal a comer de tu mano, luego no sabe hacerlo solo... - digo meditabunda.

A mi pregunta, esta vez responde sin rodeos.- Mmm... Noru. Es un nombre precioso. Le pega mucho. - digo sonriendo.- Realmente si te ha seguido es porque ha visto en ti algo que le atrae, quien sabe... quizás sea una hembra y le gusten también los chicos guapos, como a mi- digo roja como un pimiento pero no por ello dejo de enseñar todos mis dientes en una sonrisa, mientras muevo mis pies descalzos de adelante atrás.

-Bueno, Follow, como veo que no vas a sentarte a mi lado... pues charlemos.- comento distraida, viendo como mi pequeño huesped, come helado con avidez y ganas. - Cuentame, si eres de un clan que te han entrenado para ser el mejor... ¿que heces en bronte? porque te has ido? - pregunto por sacar tema, y pasar así un buen rato, al fin y al cabo, vamos a ser compañeros, y los compañers deben contarse cosas para volverse amigos, auqneu he de reconocer que no quiero que se vaya.
Es guapo.