Sala común

Voy a la sala común ya que es un lugar muy cómodo para escribir o leer. Al llegar me siento en una butaca y me pongo con la carta que esta vez lleva algo de retraso. Pero lo bueno se hacía esperar, además esta vez iba a enviar una botella del licor con el que me había puesto a tono con Alehyss. Al menos tendría un poco de palacio también allí. Tenía ganas de decirle que viniese, pero llevaba relativamente poco tiempo aquí y viajar desde tan lejos era un engorro.

Me pongo a escribir con calma y, en cuanto acabo, me recuesto en el sofá con los brazos cruzados y cierro los ojos. Ah... Tranquilidad.

*se queda*

Llegué a la sala común tras dar una vuelta por los exteriores del Palacio. Había pasado los anteriores días yendo de el dormitorio a la enfermería y, de esta, al comedor, por lo que el dolor de espalda había desaparecido casi por completo.

Al entrar en la sala me encontré con Heylel. El aether estaba sentado en el sofá, con los brazos cruzados y con los ojos cerrados. Me acerqué hasta él sin hacer mucho ruido. Quería comprobar si dormía o si, por el contrario, estaba descansando. En caso de que durmiese, abandonaría la sala con cuidado. En el caso contrario, hablaría con él... O al menos lo intentaría.

Cuando llegué al borde del sofá, murmuré:

— ¿Hola...?

Al escuchar mi nombre -después de uno ligeros pasitos a los que no di importancia- abro los ojos lentamente y sonrío al encontrar a Inger.

-Hola, ¿cómo va eso? -Le pregunto descruzando los brazos y recolocándome en el sofá. -Siéntate, vamos. -La invito. Aunque, pensándolo bien, quizá no le apetezca... Bah, ya lo dirá ella.

Sonreí al escuchar cómo Heylel respondía y luego, cuando escuché su invitación, me senté en el sofá. Tenía ganas de hablar con el aether. Hacía mucho que no le veía (en cierto modo, hacía mucho que no veía a bastante gente).

— Pues bastante bien... — Estiré los brazos y ensanché la sonrisa —. Ya casi no me duele espalda... Y eso resulta... Agradable... — Le miré de reojo —. Hace mucho que no nos vemos... ¿Tú cómo estás...? ... Es curiosidad. No respondas si no quieres...

-Me alegro por tu espalda -Comento. -Y eso de que hace mucho que no nos vemos... Bueno, relatvamente -.Sonrío. Más tiempo hacía que me habí ido de mi bonita casa.

Abro un poco las piernas y apoyo los codos en mis rodillas.
-Yo estoy bien. Sin muchas novedades. Al que más he visto a sido a Silvanus -.Comenté dedicándole una mirada, ya que sabía que a ella no le caía muy bien. -¿Y Rick? ¿Le has visto últimamente? -Entonces giro la cabeza y sonrío con picardía. -¿Lo has perdonado?

— Bueno... Todo es relativo... ... Creo — murmuré al escuchar su primer comentario —. Y gracias por lo de la espalda...

Me pasé una mano por el cuello y le miré de reojo. Heylel siguió hablando. Me comentó que estaba bien y que había estado viendo a Silvanus y, al escuchar el nombre del piscis, yo no pude reprimir una mueca. Luego, tal vez porque conocía mi "enemistad" con el piscis, cambió de tema y me preguntó por Rick. Suspiré. Llevaba una semana sin verle y, a pesar de que me había prometido a mí misma que no iba a perdonarle con facilidad, el flamma me estaba preocupando. La última vez que le había visto estaba a punto de iniciar un combate con Alehyss Lester. El combate, que no sabía si podía considerarse normal teniendo en cuenta lo que había observado aquel día, lo iban a realizar estando ambos "borrachos", por lo, tras días sin verle, mi mente había empezado a imaginarse diferentes finales relacionados con su estado. Evidentemente, en todos los finales alternativos ninguno de los dos acababa bien, por lo que mi preocupación, que había empezado el lunes, había ido en aumento conforme pasaban los días.

— Pues no le he vuelto a ver... — respondí, con preocupación y con la vista clavada en el suelo —. ¿Tú no le has visto... ...?

La miro extrañado cuando dice que no lo ha visto de nuevo y niego con la cabeza para luego dar un corto suspiro. Tampoco he visto a Alehyss estos días... Pero si hubiera pasado algo lo habrían avisado.

Pongo una mano en la espalda de Inger.
- Seguro que está por ahí enrenando o algo. Tal y como es, creo que se preocupará más por excederse con el entrenamiento que en dar señales de vida -.Comento para tranquilizarla. Realmente parece preocupada. Pero como sé que Inger es bastante exagerada para estas cosas añado:

-Si mañana no aparece, iremos a buscarle -. Le digo con una sonrisa.

Suspiré, y la preocupación se me pintarrajeó en la cara al escuchar el primer comentario del aether: Él tampoco lo había visto. Antes de que pudiese decir algo, y como si se hubiese percatado de mi intranquilidad, Heylel colocó una mano en mi espalda y siguió hablando. El aether, no supe si para animarme o si lo creía de verdad, dijo que era probable que el flamma estuviese demasiado preocupado entrenando como para dar señales de vida.

Como respuesta a su comentario, yo fruncí el ceño y apreté los labios.

— Pues, si eso es cierto... ... Si eso es cierto, se va a enterar... — crucé los brazos —. Porque... porque... ¡Jopé! Podía pasarse a decir hola, al menos... ... — Miré a Heylel de reojo —. ¡Yo estoy preocupada! ¿Es que no lo entiende... ...? ¿Qué hace entrenando...? Debería venir a decirme hola para que deje de preocuparme... ... O algo así...

Hinché los carrillos. Si el hipotético caso de Heylel se cumplía, el flamma se ganaría un buen algo de mi parte. Todavía no había definido el algo, pero sabía que, en caso de cumplirse la predicción del aether, no se iría sin comprobar mi hipotética molestia.

Tras unos segundos en silencio, Heylel volvió a hablar. Después de escucharle, asentí. A fin de cuentas, su anterior comentario no dejaba de ser hipotético...

— Vale... ... — murmuré.

Sonrío al escuchar las protetas de Inger sobre Rick y coloco ambas manos detrás de mi nuca para recostarme de nuevo en el sofá.

-No deberías ser tan egoista...Deja al chico matarse un poco -Bromeo, dando un empujocinto a la cseruleus.

Le miré de reojo.

— ¿Egoísta? ¿Yo? Es él el que no ha dado señales de vida... — Me pasé una mano por el cuello, con la frente arrugada —. Si quiere matarse, que lo haga, pero que no me deje preocupada... ...

Me callé durante unos segundos. Si iba a matarse, seguro que me preocupaba, así que mi comentario anterior no tenía sentido.

Suspiré.

— Ni tan siquiera sé que hago preocupándome... Yo tenía que estar enfurruñada en una esquina por su falta de modales y, sin embargo... ... Sin embargo me estoy preocupando... — Crucé las piernas —. Y mi mente crea finales alternativos de ese combate... ... Y eso no es nada agradable...

Me llevo una mano a la cara en señal de frustración. No había qué hacer con aquella chica...

-Mira, lo que de verdad deberías hacer es centrarte en tu propio entrenamiento y olvidarte un poco de todo. Piensa que los jefes esperan que rindamos bien y creo que no les agradaría ver a soldados angustiados por lo que hacen los demás -. Le comento con amabilidad y despreocupación.

- Dime, ¿en casa eras así también? -Le pregunto para cambiar un poco de tema.

FdR: Así de petarda y aburrida?? è_e XDDDDD

Escuché en silencio lo que Heylel decía. Coincidía, en parte, con lo que había dicho, pero, por otro lado, dudaba que pudiese dejar de preocuparme con tanta facilidad. Si me ponía a entrenar, probablemente mi preocupación se evaporase durante el tiempo que permaneciese en ese estado, pero, al terminar el entrenamiento, volvería a preocuparme. Suspiré, y luego asentí.

— Tienes razón, supongo...

Tras su comentario acerca de mi "exceso de preocupación", Heylel decidió cambiar de tema y preguntar por mi actitud en casa. Fruncí ligeramente el ceño.

— ¿Así en qué sentido? ¿Preocupada...? — Le miré de reojo —. ¿O cómo... ...? No sé... ... Si preguntas por lo de preocupada, si que era así en casa... ... Me preocupo mucho por la gente y, cuanto más me gusta una persona, más me preocupo... ... ... Si preguntas por otra cosa, pues no sé qué decirte...

Escucho la respuesta de Imber y me quedo en silencio unos segundos, mirándola con una sonrisa picarona.

- Y... ¿tanto te gusta Rick? -Bien, puede que haya sid algo brusco, pero es que me hace mucha gracia. Rompo el contacto visual y relajo el gesto para volver a una sonrisa plácida. -Bueno, perdóname, era una broma...Ya sé que mehas dicho que solo sois amigos -Y por unas cosas se empieza y luego... Que no lo sabré yo.

Me sonrojé, alcé ambas cejas y giré la cabeza para mirar a Heylel a la cara. Luego parpadeé un par de veces, boqueé y bajé la vista.

— Me cae bien... ... Me gusta hablar con él. Es agradable... Nada más — murmuré, pasados unos segundos. Me llevé una mano al cuello y, luego, seguí comenté —. Y... ... Como ya dije, Rick y yo sólo somos amigos... Por favor, nos conocemos desde hace más o menos un mes...

Alcé la vista para mirarle y, tras pasar unos segundos observándole en silencio, añadí:

— Creo que te gustan mucho esas bromas... ...

Como parece que se ha quedado algo compungida, debo disculparme. La sonrisa se me borra y me paso una mano por el pelo.

-Vale, perdona. Es cierto que ya debería haberlo dejado -. Comento con arrepentimiento. entonces me callo porque no sé qué decirle. He querido que se olvidase un poco de su angustia y parece que la he incomodado.

Dejo pasar el tiempo, hasta que me acuerdo de algo curioso.
-Mi madre decía que bromear con esas cosas solo confundía a la gente -. Comento, entre serio y nostálgico. -Porque ella no supo si le gustaba mi padre hasta que no le importaron las burlas de sus hermanas -.Sonrío tímidamente. La verdad es que hablo más para mí que para Inger, ya que ni siquiera la miro.

Heylel se disculpó, y yo ladeé la cabeza hacia la derecha. Sólo había sido una broma, y mi comentario relacionado con su broma tampoco había ido en serio. Suspiré.

— Tampoco es para tanto... ... Es decir... Mi comentario no iba en serio. Era una... ¿apreciación...? ¿Comentario...? No sé, una de esas dos palabras... No me molestan taaanto tus bromas... ... Creo.

Lo cierto era que no tenía muy claro cuál iba mejor en aquel contexto, pero esperaba que Heylel lo entendiese. Permanecimos unos largos segundos en silencio, hasta que Heylel decidió alzar la voz. Le observé con curiosidad, mientras él relataba una curiosidad acerca de su madre. Cuando terminó, esbocé una pequeña sonrisa.

— Vaya... Qué... Curioso, ¿no? Saber que alguien te gusta porque las bromas dejan de molestarte debe ser... ... — Parpadeé varias veces y alcé una ceja —. No sé... ¿Raro? ¿Peculiar...? ... ... ¡Original! Seguro que es original.

Sonrío con las palabras de Inger y salgo de mi ensimismamiento momntáneo.

-Suena incluso tonto si lo piensas friamente -.Comento casi como un estudioso.-Pero creo que es valientes -.Digo "valientes" con un tono de voz más grave y Saco pecho dándome un toque en él con el puño para exagerar mi comentario. Después rio legeramente.

Miro por la ventana y doy un par de palmadas en una pierna de Inger.

-Bueno, compañera, es tarde. Esto es lo que pasa por venir siempre denoche -.Le recrimino bromeando. Me pongo en pie. -Mañana buscaremos al perdido de Ricky si no aparece. Adios~ -

Y, tras mi despedida, salgo de la sala comú con paso tranquilo.

*se va*

Ensanché la sonrisa al escuchar el primer comentario de Heylel. Tonto o valiente, el descubrimiento en sí no dejaba de ser curioso. Tras su comentario, al que respondí con un asentimiento sonriente, el aether me dio un par de palmadas en la pierna y se despidió. Antes de irse me aseguró que, al día siguiente, iríamos a buscar a Rick (o Ricky, como había dicho él) si el flamma no aparecía. Yo, como respuesta a la propuesta, asentí.

— Hasta mañana... — murmuré.

Pasados unos minutos me levanté. Esperaba no tener que ir a buscar al flamma. De hecho, casi que prefería que estuviese entrenando. Entrenar era más seguro que estar perdido por el mundo en adelante.

Tras dar un par de vueltas, me fui.

*se va*

Entro dando una patada a la puerta de la sala común y echo a la bestia encima de un sofá, manchándolo de barro, aunque eso me daba igual.
Estaba echo una furia. Mecesitaba respuestas a un montonde preguntas... ¿que eran esas bestias? ¿porque nos atacaron? ¿habia estado mi amor allí?... Lo queria mucho...
Sacudí la cabeza y me centré en mi malhumorado estado de ánimo.
Subí las escaleras y peté muy fuerte tres veces con el pecho enchido

Fdr: por dios blues... no salgas...

Unos ruidos provenientes del piso de abajo hicieron que me levantase del sofá donde estaba sentada. Con el ceño fruncido, me acerqué a la puerta, al tiempo que el causante de semejante jaleo golpeaba la puerta una, dos, y hasta tres veces. Apreté la mandibula. Aquel ser ruidoso tenía que ser un alumno. Un alumno inepto, claro.

Entreabrí al puerta, lo suficiente para que el sujeto y yo nos pudiesemos ver, pero no tanto como para que él entrase sin mi consentimiento. Al ver al causante de tanto alboroto, no pude evitar esbozar un amago de sonrisa. Sonrisa irónica, por supuesto. Parado ahí, en el final de las escaleras, estaba Silvanus Kettleburn, sin camiseta y sin su oreja, claro. Le observé en silencio durante unos segundos, con la frente arrugada. Por lo que había estado observando en el lago, él había estado al lado de un aether, luchando.

— ¿Y bien...?

Justo tubo que habrir la puerta ella: justo ella.... do todos los líderes... ella: Blues Splash...
La miré lleno de ira homicida provocada por su socarrona sonrisa
-Está el señor Darvenwish contigo? dijo sin quitarle los ojos de encima, aguantándole la mirada.- tengo algo que preguntarle y enseñarle...una cosa...

Entonces Tristán entró por la puerta y se posó en mi hombro, pero al ver a Blues, bufó y expulsó una bocanada de fuego cara ella del tamaño de un dedo índice: a el tampoco le gustaba nada Blues.

Cuando la pequeña llama del dragón se acercó lo suficiente, apagué el fuego utilizando un poco de magia, sin apartar mi mirada de los ojos del chico. Silvio me miraba con algo similar a furia, y yo no pude evitar esbozar una mueca sarcástica. No sólo no me trataba de usted, sino que, además, me miraba mal. Tras dejar escapar un amago de risa irónica, me crucé de brazos y, sin quitarle los ojos de encima, susurré:

— El líder de Caligo no se encuentra conmigo en estos momentos. Cualquier cosa que quieras preguntarle o mostrarle, puedes preguntarmela o enseñarmela a mí. — Murmuré —. Como comprenderás, los líderes estamos demasiado ocupados como para atender a los juegos de los alumnos, por lo que, si vas a decir algo, dilo ahora, porque yo no pienso ir a buscar al líder caeruleus. Tiene cosas más importantes que hacer, como todos los demás.

-El señor de Cáligo vendrá si es por mí - dije en tono altivo sin creerme ni yo mismo mis palabras- pero si no quieres llamarlo, lo iré a buscar por todo el palacio- dije desafiante.

Queria decirle que he traido uno de los bichos que nos atacó esta noche... no se ni como se llam ni porqué nos atacó...
-Está ahí, en el sofá.

— El lider caeruleus está demasiado ocupado con sus planes personales y con otros asuntos privados. Dudo que se dignase en verte a ti, que tantas buenas risas le regalaste el día que te amputaste la oreja. — Siseé —. Pero, si quieres desangrarte, corre por todo el Palacio en su búsqueda. Seguro que es lo más sensato teniendo en cuenta las heridas que te hizo aquella bestia en el lago.

Me callé durante unos segundos. Silvio confesó, al fin, los motivos por los que había venido. Al parecer, había conseguido (a saber cómo) traer a una de las bestias con las que habían combatido a la sala común.

— Entiendo. Si no hay nada más que quieras decir, vete. Ya nos encargaremos nosotros de la bestia.

Seguro que a Svend le hacía ilusión poder investigar a aquel ser.

Cuando pronunció los asuntos relacionados con la ''boda'' fue como si un jarro de agua helada me calase los huesos.

-Por mí como si la usas como alfombra... -Susurré- Ah! y dile, por favor, al Señor Svend que, cuando pueda, me devuelva mi libro...

Me marché bajando las escaleras y salí de la sala común de mal humor.

*se va*