Escalera de caracol

El líder bajó las escaleras de caracol con calma. Lo cierto es que le parecían una de las cosas más interesantes y al tiempo más rústicas de todo el palacio. En parte le tenían cierto encanto aunque su estrechez y longitud llegaban a convertir aquel tramo en algo agobiante.

Pasó una mano por la piedra. Estaba húmeda debido a la localización de la torre. Entonces recordó su encuentro en aquel lugar y le entró la risa mientras continuaba bajando.

Salí de mi habitación un poco cabreado, porque un chico del servicio, mientras barría había golpeado la pecera de mi pececito, que estaba en mi mesilla de noche, por lo que llegué a la conclusión de que mi habitación no era un lugar seguro para mi pez, puesto que cualquier mano torpe podría hacer mil pedazos la pecera, acabando con la vida de aquel ser tan bonito.

Salí de la habitación con la pecera entre mis manos, pensando un buen sitio para esconderlo... un lugar donde hubiese poca gente...
-Ya está- musité- El observatorio...

Llegué a las escaleras de caracol que conducían a dicho lugar, con un poco deprisa, puesto que quería ir a cenar... tenía hambre.

Entonces, en medio de las escaleras, entre las sombras y oculto anteriormente por la curva de la escalera, apareció Aren, bajando tranquilamente.
Me paré en seco, derramando un poco de agua en el suelo. ¿¡Porqué demonios tenía que encontrármelo siempre!?

-Buenas noches, señor. Dije haciéndome a un lado para que él pasase por delante mía y yo pudiese continuar mi camino.

El líder sintió los pasos de alguien subiendo y ralentizó su paso para conocer al viandante. Poco después se cruzó con un despistado Silvanus que sugetaba un jarrón con agua de la cual había vertido una poca -Lejos del líder para su fortuna-

Ante el saludo del chico el líder se limitó a ampliar su sonrisa y continuar su bajada. Pero, cuando ya daba la espalda al muchacho, frenó su camino y preguntó:

-¿Para qué llevas eso arriba? -Indicó con tono neutro sin girarse.

Para mi grandísima suerte, ninguna gota despistada mojó al caeruleus.
Entonces pasó por delante mía, a lo que yo bajé la cabeza un poco avergonzado... ayer a estas mismas horas le había hecho aquello... y me parecía muy raro estar ahora tan tranquilos los dos...

-¿E?- su voz rompió mis pensamientos- ¡Ah!, si, bueno... nada, llevo a este pequeñin a un sitio un poco mas tranquilo... hoy casi lo mata un chico del servicio- dije con una tímida sonrisa.

Entonces se me ocurrió una genial idea.
-¿Le gusta?- pregunté acercando mi pecera a los ojos de Aren.- Si quiere se lo puedo dar... la verdad es que yo con Tristán ya tengo suficiente trabajo- dije con una amplia sonrisa.

Esperaba que acptase con ansias, ya que de este modo, mataría dos pájaros de un tiro: por un lado, me libraría del dichoso pez, y por otro, quedaría bien con Aren, ya que le habría hecho un regalo.

-¿Y bien? ¿quiere quedarse con el?- dije abriendo mucho los ojos, esperando un "si, mi amorcito querido"

El líder escuchó al chicon con calma y se dio la vuelta una vez este le ofreció el pez. ¿Para qué quería él un pez? Y menos un pez que inicialmente iba a ser tirado por cualquier parte.

-¿Piensas endosarme a un bicho que hace unos segundos ibas a tirar en el observatorio como si fuese un vertedero? -Preguntó el líder con un tono ligeramente más frío que el de la pregunta anterior dirigiendo la mirada a los ojos del muchacho.

Al tiempo escuchó en el bajo de la escalera los paasos llermos de su querído sirviente, pero antes de prestarle atención esperó la respuesta del muchacho.

-Oh! no, no, no, no, dije girando mucho la cabeza- perdón si has entendido eso... yo no quería... ¿como decirtelo? darte algo que iba a tirar... no, lo que pasa es que le estoy buscando un dueño... y claro... he pensado que tu podrías ser el dueño perfecto: tienes dinero para comprarle una pecera mas grande, buena comida... mmm ¡Incluso podría hacerte compañía mientras haces tu trabajo...- entonces me quedé callado... desde cuando un pez hacía compañía?- eee... mejor... olvida eso último que acabo de decir... El caso... que a todo el mundo le viene bien tener una mascotita con la que pasar el rato cuando uno está aburrido... ademas... - dije poniéndome rojo- ademas... así te podrás acordar de mi siempre que lo veas nadar en su pecera...
-¿que me dices? porfi Aren, hazme este favorcito... quiero que te lo quedes... se que lo vas a cuidar muy bien porque se te da muy bien cuidar pececitos- dije guiñándole un ojo y echando la puntita de la lengua.

El líder se quedó mirando al muchacho mientras hablaba sobre las grandes ventajas del pez y de que él fuese su dueño e incluso alzó una ceja y mostró una cara de entre incredulidad y anti-cursilería cuando el chico soltó su último comentario. Estaba claro que no podía hablar mucho tiempo con aquel muchacho; cuando se ponía nervioso pasaba de tratarlo con respeto a actuar como una niña de mala vida.

El líder escuchó los pasos por la escalera y dirigió la vista hacia su lacayo ya visible. Sonrió.

-¿Quieres un amaguito? -Preguntó a Barthemius con un tono peculiar. El siervo lo miró algo extrañado pero no pronunció palabra, simplemente se dedicó a estirar un poco el cuello para ver la pecera. Luego volvió a mirar a Aren.

El líder suspiró y bajó un par de escalones.

-Cójelo Barthemius y llévalo a mi habitación -. Indicó con un tono entre aburrido y risueño. Barthemius se dirigió a Silvanus y extendió las manos para que le cediera la pecera. En cuanto el piscis se la dio, Barthemius se quedó unos segundos mirando como el pez nadaba y luego rodeó la pecera con sus brazos antes de irse escaleras abajo.

Aren echó la mirada atrás y comprobó como Barthemius desaparecía tras él para luego continuar su camino.

Había dado resultado. Le había colado el pez a Aren... aún no me lo creía. Pero había funcionado.

Justo cuando Aren se iba, abrí mucho los ojos y me acordé:
-AREN! por cierto... dije tocándome mi cicatriz de la oreja- ¿aún tienes mi oreja?... ¿po-po-podrías de-devolvérmela?- pregunté azorado- Me gustaría recuperarla... quizás se pueda hacer algo... el médico de Brontë es muy bueno... quizás haya solucion...- El caso es que sentía bastante complejo por la falta de mi oreja... así que había que intentarlo.

El líder iba a marcharse con la misma tranquilidad que había subido cuando el muchacho piscis volvió a llamarlo. Giró un poco el cuello para prestarle atención pero, al escuchar su pregunta, decidió mirar otra vez al frente, con calma.

El mal humor reptó por su espalda y chocó contra su cerebelo desparramándose por su garganta y su frente como un veneno de acción inmediata.

Después de aquel tiempo se atrevía a mencionar algo así. ¿Acaso lo culpaba a él de sus estúpidas acciones? ¿Acaso estaba solo insinuando que pretendía remediar un daño que se había infligido para llamar su atención? ¿Se atrevía a indicar que renegaba de todo su comportamiento como gusano, arrastrándose a sus pies? Primero montaba numeritos imprudentes y autodestructivos y creía que podía volver atrás así como así. ¿No era esa toda una prueba del "tremendo amor" que le probesaba y que le había estado vendiendo hasta que había conseguido ser utilizado por él? Le repugnaba. Le parecía francamente indignante.

No dijo nada y simplemente continuó escaleras abajo, prioritariamente para que Jillian no tuviese más excusas para tocarle las narices.

*se va*

Aren no dijo nada... ¿eso es bueno o malo?
...
Me quedé viéndolo, con un dedo en la comisura de mis labios... ¿por qué no decía nada? Eso me molestaba. Me gustaban las cosas claras... pero como noté algo en su rictus... algo había cambiado en su interior... quizás mi pregunta lo hubiese enfadado o molestado...
Mejor sería no hacer mas preguntas.

Entonces comenzó a bajar las escaleras... Mudo.

Fruncí el ceño... Quizás fuera a buscar mi oreja... o quizás había pasado olímpicamente de mi... quien sabe... habría que esperar...

-Hasta mañana... que duermas bien- dije antes de que se marchase.

Entonces yo bajé las escaleras... ya nada me retenía para tener que subir al observatorio.

*me voy*

Me paré en seco ante una puerta de madera, entreabierta, de la que casi podía decirse que salía una oscuridad abrumadora. Me acerqué lentamente y abrí más la puerta. Al asomarme al interior, noté el frío repentino de la piedra que lleva mucho tiempo a la sombra. Miré hacia arriba. Una escalera de caracol, con una bonita columna atravesándola, se extendía hacia lo alto. Me quedé allí, palpando con los dedos los detalles de la columna, de pequeños y trabajados relieves, dudando si subir.

Tras un momento, negué con la cabeza y me alejé.

*Se va*

Me apetecía subir a dar una vuelta al obervatorio, ya que aunque el día había estado nublado e incluso había nevado ahora la noche estaba clara y la luna estaba enormente brillante, por lo que decidí ir a echarle un vistacito.

Comencé a subir las escaleras, pero me distraje mientras subía por las oscuras escaleras y cuando casi estaba arriba, me resbalé con un charquito de agua que había en las escaleras y me escoñé escaleras abajo.

-Ay, ay, ay, ay, ay- con cada escalón me iba quejando con cada golpe.

Llegué abajo y me mordí el labio inferior mientras me retorcía de dolor en el suelo sin poder contener las lágrimas.

-Auuuuuu... joliiiiiiineeeeeeeeeeees como dueleeeee- dije mientras me intentaba poner de pie.

FdR: joder, que mitico es este pavo, pero es que me salió del alma.




Despues de mitigar el dolor frotanzome las rodillas, las cuales estaban un poco peladas. Me levanté no sin dolor y me fui cabreado ha dormir.

*se va*

Paseaba sin saber muy bien adónde iba cuando di con unas escaleras de caracol. Me detuve y la observé. Los peldaños eran altos, y normalmente habría pasado de largo, pero hoy me apetecía movimiento. Con una sonrisa que desafiaba a las escaleras a ser todo lo escarpadas que quisieran, me remangué la camiseta y me dispuse a subir hasta lo más alto, costara lo que costase.

*Sube*

Ya he comido y ahora me apetece caminar un poco para que no me siente pesada la comida. Mis pasos son lentos y constantes, como el latido de mi corazón. Me pongo los guantes hasta el codo. Negros.
Encuentro unas escaleras de piedra curiosas y que suben en caracol, por lo que dejo salir lentamente una sonrisa dulce mientras giro la cabeza y, moviendo mi mano pausada, agarro el pasamanos, también curvado y subo, escalón a escalón, con una sonrisa las escaleras. Luego las bajo y continúo mi camino.
Me gusta hacer ejercicio.


*se va*

Hoy es uno de esos dias en los que estas cansado y no te apetece hacer mucho, por lo que acabo por sentarme en el segundo escalon de la escalera de caracol, con la cabeza apoyada en la pared, sin pensar en nada. No estoy triste... solo que no me apetece hacer mucho

*se queda*

despues de descansar un rato, me voy

*se va*

*PERSONAJE MUERTO*

La sangre se me hiela en las venas al llegar a las escaleras de caracol que van a dar al observatorio. Logro contener la respiración mientras observo el cadáver que yace en el suelo. Aunque es obvio que no hay ya vida en su cuerpo, me aproximo a la anciana chrysos y me agacho junto a ella, tomando un inexistente pulso de su frío cuerpo muerto y ensangrentado.

Me pongo de nuevo en pie, mirando a mi alrededor. No se ha caído sin más, eso es bastante obvio, pero no puedo determinar si la causa de la muerte ha sido la caida o no. Ni siquiera podría afirmar si la empujaron o se cayó ella sola, aunque sí puedo decir sin dudar que las heridas que tiene no se las ha podido hacer ella sola.

Entré tras la puta de Lester esperando que ella estuviera ya muy lejos, pero me encontré con que estaba practicamente a la puerta. Apenas se había movido. Abrí la boca para recriminárselo, creyendo que sí que me había visto venir y había decidido meterse allí para hacerme quedar en ridículo.

Luego vi el cuerpo en el suelo y lo entendí.

La miré, entre asustado y furioso.

- Tú... -murmuré-. Ya casi me habías convencido de que no eras una asesina...

Alcé la mano apuntandole a la cabeza.

- ¡FLAGRARE!

Me vuelvo sobresaltada al escuchar la voz de Dehnel. Lo hago a tiempo para tener que moverme hacia un lado para evitar el hechizo que me lanza, alcanzándome este la mejilla izquierda y haciéndome proferir un gemido de dolor mientras me llevo la mano al rostro quemado.

- ¡Maldito seas! ¡Detente, Dehnel!

Lo fulmino con la mirada. ¿Por qué ha de estar este inepto cerca siempre que suceden cosas así?
Sin embargo, no hago nada más. Si algo debe entender es que no es momento para luchar.

La había golpeado, así que aproveché que ella estaba indefensa para acercarme a la mujer herida del suelo. ¡Qué desgracia! Aún recordaba a la gran Adela, única mujer y quizás persona en el mundo que había ganado a Rick Dehnel en un pulso! Qué triste viudez tenía... Y qué gran humor y buen comer...

Me agaché a su lado para tratar de ayudarla. Seguro que todavía podía despertarse. Se incorporaría y reiría, porque ella era fuerte...
Pero ya no había aliento en sus pulmones. Noté algo más húmedos los ojos que de costumbre y me volví hacia la asesina.

- ¡¿QUÉ HAS HECHO, MALDITA?!-. Miré a Lester con odio-. ¡ELLA ERA UNA SEÑORA BUENA! ¡¿POR QUÉ LA HAS MATADO?!

Me puse en pie. Ahora iba a matarla a ella y a hacer justicia.

Pese al dolor que siento en la cara, retiro la mano de mi rostro para encarar a Dehnel, que me acusa de dar muerte a la anciana chrysos.

- No te pongas así -siseo-. No he sido yo. Lo siento, pero tengo la misma información que tú sobre esto, aunque quizás tu mermada inteligencia no te permita manej... -. Niego para mí. No es momento para pullas-. Ella... Ella ya estaba así cuando llegué.

Miro el inerte cuerpo de la anciana. No puedo evitar pensar que los años hacen a uno frágil, pues ahora ella lo parece.

- Dehnel. Si de verdad predicas la nobleza tanto como dices, si luchas por la justicia y por todas esas memeces tuyas... No es de mí de quien debes vengarte, sino del que ha hecho esto.

La miré con desconfianza, aunque no ataqué. No me creía ni una sola de sus palabras. ¡Ni una! Yo ya sabía que ella era la asesina. Lo sabía desde que la vi por primera vez, antes de llegar siquiera al palacio. Sin embargo, sus esfuerzos por hacerme dudar merecen que me plantee que, aunque ella sea una asesina, no sea la asesina en este caso. Por eso, y solo por eso, no cargo contra ella y retuerzo su pescuezo hasta verla morir en mis manos.

- ¿Por qué habría de creerte, Lester? -escupo con los ojos aún húmedos-. ¿Cómo voy a creer que estás junto a su cuerpo muerto por casualidad? ¿Cómo quieres que me crea que no eres una asesina maligna si cada vez que te encuentro te traes algún asunto ilegal o de contrabando entre manos?

Bajo la vista. Estoy triste. Ni siquiera tengo la fuerza necesaria para encararme a gritos.

- Lester... No sé si has sido tú o no. Has de saber que si has sido tú, te arrancaré la vida, pero... Ahora mismo hay que sacar de aquí a Adela...

Esta gran mujer se merece una gran ceremonia para llegar a un lugar mejor.

Parece que realmente apreciaba a esta anciana, sino no veo el sentido de que Dehnel se muestre tan melancólico. Quizás es, simplemente, como un perro pequeño, que aunque ladre a todos se asusta en cuanto un pajarillo le planta cara.

- Deja el cuerpo, Dehnel -. Lo miro friamente-. Hay que hablar con algún líder. No nos lo podemos llevar sin más. Ve a buscar a alguno y yo me quedaré aquí, examinando el lugar.

Me empieza a dar dolor de cabeza el maldito flamma. Estoy deseando quedarme sola y examinar todo el sitio, buscando alguna prueba o pista que indique cómo ha sucedido todo.

¡Ni hablar! ¡Pretendía quedarse sola con Adela para borrar todas las pruebas de que había sido ella! ¡¿Acaso creía que era tan tonto como para irme sin más?! Vaya una asesina sigilosa estaba hecha si así era...

Miré bien todo el lugar, fijándome en cada detalle. ¡Incluso en las motas de polvo que el servicio había tenido a bien no limpiar!

- Acabo de memorizar cada detalle con mi memoria maravillosa, Lester. Has de saber que si tocas cualquier cosa lo sabré, y me encargaré de que también los líderes lo sepan, descuida.

Me acerqué a la puerta para salir.

- Más te vale no tocar nada o lo pagarás caro.

*se va corriendo*

Finalmente Dehnel se va. No sé cuanto tiempo tardará en dar con un líder, pero confío en que su ineptitud sea lo bastante grande como para dejarme hacer un rato. Además, los líderes estarán, seguramente, tan ocupados con lo de Silvanus que no se dejarán ver como si nada por los pasillos.

Dedico mi tiempo, limitado, a examinar los detalles sin tocar nada demasiado. El cuerpo de Adela está algo maltrecho. Seguramente ha tenido un enfrentamiento, ya sea este un combate o una paliza. Hay, sin duda, en su cuerpo, varias muestras de maltrato físico. Lo que más me intriga es la herida de su cuello, claramente causada por alguna clase de dentadura... Quizás... ¿Humana?

- Lo siento -murmuro al cadáver, recordando cuando Lyam y yo llevamos su cuerpo inconsciente a la enfermería-. No he podido ayudarte esta vez.

No siento ninguna clase de carga moral por no haberla ayudado, pero sí, quizás, por no haber estado presente para descubrir así el rostro de su agresor.

Cuando reviso todo lo que puedo asciendo por las escaleras, cuidando de no dejar mis huellas por ningún lado, no vayan a culparme a mí de algo que simplemente me he encontrado.

*se va*