Jardines (2)

Me llevo una mano al pecho, conmovido por sus palabras.

<<Tanto tiempo sin vernos y todavía eres una amiga fiel>>.

Qué bonito. De todos modos, siempre podría haberme ido. O haberme quedado mirando, que de verdad no pasa nada. Quizás sea un poco violento. Es que parecen metidos en el tema.

Bueno, no me voy a quejar de la parte que me toca. Respondo al beso con ganas, abriendo los labios, buscando su lengua, más agresivo que antes. Y una parte de mi cerebro no acepta que esto esté pasando. Pero otra lo disfruta sin tapujos.

Me aparto de pronto y cojo el pitillo de su mano. Le doy una calada, mirándola y alzando las cejas un par de veces. Solo quieres distraerme, eh.

No parecía que él tuviera muchos problemas con el tema tampoco. Si seguro que lo había dicho solo para picarme. Correspondí con ganas, dejándome llevar, hasta que se separó de nuevo. Y, de pronto, yo ya no tenía el cigarrillo en la mano, porque lo estaba usando él.

Me lo quedé mirando un momento, como sin reacción. Después fruncí los labios, ladeándolos un poco. Y entonces sonreí con malicia.

«Bueno, yo te lo dejo, pero si no lo tiras al suelo» advertí. «Que esta gente está ocupada y yo no tengo mi magia flamma tan desarrollada.»

¿Cómo era eso? Compartir es vivir. Aplicable a las drogas y al toqueteo.

Con mi atención fija en Ben, no me doy cuenta de que el chico acerca su cara hasta que lo noto contra mi piel. Cuando baja a mi cuello, puedo notar cómo los poros se me contraen y un cosquilleo me recorre por dentro. Tiro levemente de su pelo, pero sin apartarlo, para que sepa que me gusta eso que hace. Y estiro un poco el cuello para dejarle más acceso. Me doy cuenta de que Johan vuelve al grupo, pero ahora mismo tengo las manos llenas, por así decirlo.

Aunque mi cerebro no pueda concentrarse en una sola cosa, no aparto la mirada de Ben. Las yemas de mis dedos van presionando contra su brazo poco a poco cada vez más. Pero ella no sigue avanzando, solo me mira alzando las cejas. Yo le respondo con una sonrisa divertida, pero al mismo tiempo me siento impaciente. Me gusta el juego, pero ahora mismo necesito que siga. Así que la dirijo para que siga subiendo por mi costado, hacia el pecho.

Mientras ella se acerca para besarme. Correspondo al beso, dejando que se note un poco mi impaciencia. Dejo que explore mi boca, pero procuro hacer lo propio con la suya. Me entrego a ese beso, sintiendo la electricidad dentro de mí, pero procurando que se quede dentro.

En cuanto la mano de Ben alcanza mi pecho, le pongo encima mi propia mano. Espero un par de segundos antes de hacer nada, por si no es eso lo que quiere hacer. Luego la guío, presionando ligeramente, para que me toque donde llevo tanto tiempo esperando que lo haga.

Johan no puede evitar sonreír ante la reacción de Kyoti, y aunque sabe que hay más gente, la ve entretenida, por lo que se centra en el flamma. Su piel caliente es un buen contraste en una noche como esa, al aire libre.

La caricia es suave y superficial a ratos, pero plena y fuerte momentos después. Juega con los cambios, variando la presión y la localización. Recorre su costado, su pecho, desciende hasta su vientre y asciende de nuevo. Finalmente aproxima la cara también, acercándola al cuello del flamma, que recorre hacia arriba con la nariz, pero que luego desciende en pequeños besos y algún que otro mordisco.

No le importa que Kyoti esté a otra cosa, o que Krista y Ben estén tan lejos. Disfruta de las reacciones, con un gesto tranquilo, casi divertido. Hace mucho que no tiene una noche tan buena como esa. Nadie pertenece a nadie.

Si no lo tiro al suelo. Muy graciosa. Le respondería, pero tengo una mano ocupada y me da pereza, así que solo le sonrío con intención. Después doy una calada especialmente profunda y, manteniendo el humo dentro, me aproximo a ella, a sus labios. Me quedé antes con las ganas de que me pasasen el humo y, ya que ella no va a hacerlo, lo haré yo.

Diría que es la noche más rara de mi vida, por muchas cosas. Pero, sobre todo, por lo raro que es estar aquí de vuelta. Y, precisamente, en esta situación. Por mucho que haya podido imaginar de todo, esto no estaba en ninguno de los escenarios. A veces, la realidad...

Kyoti va dejándose recorrer, sintiendo que su piel responde al contacto erizándose o con pequeños estremecimientos, según el momento. Lo mismo pasa con su calor corporal, que ha llegado a un punto en que no siente el menor frío. Su respiración no es menos, y se le entrecorta o acelera en función de las sensaciones.

Y va dejando que sus reacciones afecten a sus propias acciones en los besos y mordiscos con los que recorre suavemente la clavícula de Krista, el cuello, la mandíbula, la oreja. Poco a poco va dejando él espacio para que Johan siga una ruta parecida por su cuello, pegando el cuerpo contra él instintivamente.

Acaba, al final, por separarse ligeramente de la chica, dejando ir un pequeño jadeo. Cuando vuelve a ponerse en movimiento, es Ben quien está más cerca, y le aparta un poco el pelo para recorrerle el hombro con los labios. Acaba, sin embargo, volviéndose hacia Johan, buscando su boca.

Ben se dejó guiar, se dejó llevar. Krista le decía, con la boca, con la tensión, que acelerase el ritmo, y así lo hizo. Se dejó acariciar por su lengua, haciendo lo propio, sin dejar de prestar atención a ese brazo, que no tardó el situar sobre el pecho. Apretó un momento con suavidad, sonriendo a través del beso, y acarició con delicadeza, casi más rozando que tocando, la parte del pecho que quedaba en el escote desnudo. Y entonces dio algo más de firmeza a sus gestos, tocando a Krista donde ella le estaba pidiendo.

Se separó un momento de la chica, todavía con la sonrisa en los labios, cuando sintió la caricia de Kyoti contra su hombro. Inclinándose ligeramente, lo besó también a él un momento, apenas un roce, antes de que él continuase su camino. Entonces volvió a Krista, primero a su cuello, ascendiendo despacio con la lengua hasta los labios, y volvió a buscar el acceso a su boca, al tiempo que, con una rodilla, presionaba ligeramente para pedir acceso entre sus piernas.

Jun no respondió, sino que se limitó a mirarme con una sonrisa y siguió fumando. Iba a pedirle una calada, pero ni siquiera me dio tiempo. Porque la calada que había dado era bastante profunda, y cuando se inclinó hacia mí entendí lo que pretendía.

Terminé de cerrar la distancia, aceptando el humo que tenía en la boca y cerrando los ojos. Y, de paso, alargué la mano para hacerme con el pitillo. Pero no llegué a separarme. Cerré los ojos, lo rodeé con los brazos y volví a besarlo, despacio, dejándome inundar por la sensación de vértigo que parecía estar marcando mi noche.

Acabé por separarme un poco, aunque sin soltarlo del todo, y me acerqué el cigarrillo a los labios, aspirando con fuerza para hacer lo mismo que él.

Me dejo inundar por las sensaciones de las atenciones de Ben en mi pecho y de Kyoti en mi cuello. Las de ella, suaves pero intensas. Las de él, cambiantes e inquietas. Arqueo un poco la espalda, agradeciendo el contacto. Y le regalo a Ben una sonrisa cuando sus caricias se vuelven más firmes.

Ambos se separan brevemente de mí, y los miro besarse. No voy a negar que el calor en mí se intensifica cuando los veo hacerlo. Aprovecho ese momento para ver hacia Johan, que está detrás del flamma. Le sonrío y le paso una caricia por el pómulo, la oreja y luego la nuca. Lo hago en un movimiento suave, pero apasionado.

Luego Ben me lame el cuello y yo siento que el mundo me da vueltas un momento. Me pilla por sorpresa. Y entre la excitación y el cosquilleo que me produce, se me escapan unas chispas de los dedos. Presto atención solo un segundo por si he hecho daño a alguien.

Vuelvo a la boca de Ben, y ella a la mía. Esta vez más intensamente, casi sin espacio para respirar. La busco con la lengua y en cuanto noto su petición le dejo hueco entre las piernas. Mi mano derecha viaja lentamente por la espalda y el costado de la chica, buscando sentirla. Pero tiene demasiada ropa. Tiro del primero de los botones del chaleco, a modo de pregunta. Mientras mi mano izquierda acaricia la cabeza de Johan, enterrando los dedos en su pelo. Doy algún suave tirón desde la raíz, alternando con caricias.

Johan se divierte participando en el evento. No puede más que sonreírse debido a los gestos que provoca en Kyoti. Responde con entusiasmo a su beso cuando él lo busca, sin ningún tipo de tapujo, cerrando los ojos y acariciando su lengua con la propia. Lo único malo es que parece que se estén separando en dos grupos, y Johan no ha tenido la suerte de besar a la chica del piano. Pero bueno, son cosas que pasan. Aún nota un vínculo con el otro grupo, sin embargo: una mano lo recorre y al centrarse en su dueña se encuentra con los ojos de Krista, a la que sonríe. Prolonga el contacto de sus dedos aproximando la cara a la piel de la chrysos, como si siguiese a su mano, y termina por sentir una chispa estimulante que hace que se estremezca por completo.

Por su parte, como ya tiene una mano bajo la ropa del flamma, coloca la otra de igual forma, en el lado opuesto del torso del flamma, y vuelve el descenso una caricia mucho más ligera y lenta que las anteriores, aún a riesgo de provocarle cosquillas. Atrae suavemente su labio con los dientes, relaja el ritmo de su boca y luego lo acelera de nuevo, buscando entretenido reacciones a sus cambios.

Se siente en una nube flotando magníficamente. La fiesta, a su juicio, ha sido un éxito.

Ben se iba concentrando cada vez más en acciones precisas. Un roce suave con los dedos. La caricia de la lengua contra la de Krista. La mano que le acariciaba el pecho, primero sobre el vestido, después, más atrevida, introduciéndose por debajo de la ropa. El contacto de Kyoti contra su costado. Le costaba ser consciente de lo que se extendía más allá de aquello. O, quizás, ni siquiera lo estaba intentando.

Krista dio permiso entre las piernas, y Ben avanzó suavemente la rodilla, buscando el contacto contra ella, con suavidad pero con intención. Cuando Krista comenzó a palpar el chaleco, Ben arqueó ligeramente la espalda, dejándole espacio entre sus cuerpos para mover las manos. Sonrió, todavía besando a la chica, y se separó un poco para mirarla tanto a ella como a los dos chicos que tenía al lado.

Es como si una nube me sostuviese. Como si la realidad pasase de una forma inesperada. Y de pronto estoy fumando, y de pronto la boca de Massen se une a la mía, y respiramos juntos. Su cuerpo me atrae, pero a la vez la dejo ir. Es como funciona. Como tiene que funcionar.

La observo risueño, después. Mientras fuma. Y se me ocurre de pronto lo afotunado que estoy de estar viendo esto. No la escena, tan... No. Pero a esta gente, experiencias divertidas y todas esas cosas que un día me hubiese aterrado hacer.

Recibo a Massen y su humo, dejando que me llene. No puede ser bueno respirar tanto humo.
¿Acabaré yo hecho de humo?

Vuelvo a mirar al grupo. Resulta... excitante. Y me da un poco de vergüenza que sea así. Como si hubiese algo de sucio en ese pensamiento.

Kyoti responde de manera instintiva a los estímulos que lo rodean. Todo se desarrolla en una especie de realidad espumosa, flotante, extrañamente suave. Y aunque no se da cuenta, cada vez persigue el contacto con más ansia. Pese a que su temperatura es difícil de igualar, siente y busca el calor en torno a él, tanto de Johan, que es quién más acceso tiene a su cuerpo, como de Krista y Ben, a su lado.

Jadea contra la boca del chico, se estremece, cerrando los ojos con fuerza, cuando recorre sus costados bajo la ropa. Cuando lo besa de nuevo, despacio, Kyoti alza una mano hacia su pelo, disfrutando de la sensación sedosa en los dedos. Cuando él acelera el gesto, Kyoti se aferra al moño que todavía aguanta las emociones de la noche y lo atrae hacia sí con un ímpetu repentino, respondiendo con ansia.

Palpa con la mano que tiene todavía en el suelo, distraídamente, como si no tuviera claro adónde la va a llevar. Da con el tacto del vestido de Krista y le acaricia un momento el costado inconscientemente, antes de alzar la mano hacia el torso de Johan, topando primero con el jersey y buscando a continuación una vía de entrada bajo la ropa.

No entiende ni pretende siquiera plantearse en cómo ha llegado a esta situación, pero quiere más con cada gesto.

Me separé un poco de la cara de Jun, envuelta en humo, y di una nueva calada, pero esta vez no la compartí con él. Empezaba a rascar un poco. Una lástimas. Aunque, objetivamente, era consciente de que con todo lo que había tomado aquella noche tenía de sobra. Una pena que la objetividad fuera tan objetivamente aburrida. Pero, en cualquier caso, tampoco era para montar un drama, y menos considerando que ni siquiera se había acabado del todo todavía.

Echando el humo, seguí la mirada de Jun con la mía. Me estremecí un poco al ver al grupo en el suelo, cada vez más entregado, cada vez más directo en sus gestos. Era una escena curiosa. No era lo que esperaba que pasase cuando había empezado la noche, la verdad. Me pregunté, lejanamente, adónde habría ido Frikka.

Sonreí con picardía, mirando a Jun de reojo. Parecía fascinado con la escena.

─¿En Aqua no te enseñaron estas cosas? ─pregunté en un murmullo─. Eso no me lo creo.

La voz de Massen me saca de mi ensimismamiento. La miro de golpe, volviendo a la realidad, o algo así, y clavando los ojos en los suyos. Termino por reír un par de segundos después, cuando entiendo su pregunta en retrospectiva. Y la intención tras la misma.

<<Estás no. Allí hacía demasiado frío para tumbarse en el suelo de los jardines por la noche. La gente era más de meterse entre las sábanas>>.

Luego ya, si eran dos o seis, aquello variaba en función de muchas cosas. Como, por ejemplo, de lo grandes que fueran sus camas. Aunque a veces era más cosa de buscarle optimización al espacio. Empiezo a pensar entonces en eso. En la forma óptima de meter a personas en una cama. Uso los cuerpos de los del suelo como ejemplo, en la cama de mi mente. Es un buen ejercicio de abstracción.

Me estremezco cuando Ben empieza a tocarme por debajo del vestido y me sale un pequeño gemido. No lo callo. Entre besos le paso la lengua por el labio inferior sensualmente. Pero enseguida vuelvo a besarla. Aumento la intensidad de los besos. Ahora tengo su pierna entre las mías. Cuanto más me toca, más impaciente me vuelvo.

Cuando me deja hueco le desabrocho el chaleco. Y luego la camisa. Empleo ambas manos en explorar su torso, ahora desnudo. Su cintura, su vientre y subiendo a su pecho. Dedico unas cuantas caricias, suaves pero firmes. Luego presiono con las manos en su espalda para que se acerque más a mí al tiempo que alzo un poco la cabeza. Aunque eso haga que tenga que parar sus caricias. Voy dejando pequeños besos ligeros por toda la piel que tengo al alcance. Y los besos se van convirtiendo en roces con la lengua.

Johan olvida el chispazo y todo lo demás, y se deja llevar, hipnotizado, por la necesitad de recorrer la piel del flamma. Está tan concentrado que no se da cuenta de que él lleva una mano hacia su cabeza hasta que nota cómo le toca el pelo. Cuando se lo aferra, deja ir un resoplido por la nariz. Luego ríe en un único sonido, sordo, sin detener sus actos.

Enseguida es él el que siente una mano bajo la piel. Cierra un momento los ojos, como disfrutando del contacto, para luego abrirlos de nuevo para ver primero a Kyoti, justo delante, y luego un fragmento de Ben y Krista.

-Qué piel más caliente y suave -le dice a Kyoti, mientras su cuerpo se acomoda al paso de su mano, buscándola.

Se aproxima tras hacer el comentario dejando un beso en sus labios y, luego, un mordisco en el cálido cuello.

Ben cerró los ojos, satisfecha al oírla, y repitió el mismo gesto con algo más de firmeza. No quería hacer nada brusco que pudiera hacerle daño. Sabía de sobra que la sensibilidad de cada persona era diferente. Pero Krista solo parecía pedir más con cada gesto, y Ben tampoco iba a ir de puntillas si lo que le pedían era intensidad. Respondió a su boca sin tapujos, dejándose besar pero sin darle el control total de los movimientos. Y, separándose un poco de su boca, comenzó a recorrerle la comisura, la mandíbula. Dejó escapar una exhalación contra su oreja antes de morderle el lóbulo, sin hacer daño.

Entre tanto, metía con más descaro la mano dentro del escote, tratando de abarcar el pecho con ella. Aunque era mucha carne para abarcarla, realmente. No que tuviera ninguna queja al respecto. Pasó la palma por encima, buscando tanto hacerse hueco como recorrer la piel con suavidad, reconociéndola al tacto. Rozó el contorno, primero en círculos amplios, disminuyendo cada vez más su tamaño, pendiente de las reacciones de ella. Y, tras hacerse de rogar un momento, pasó con suavidad el dedo por el pezón, antes de acariciarlo con algo más de firmeza.

Su rodilla enfatizó el gesto presionando suavemente contra la chica.

Kyoti se estremece visiblemente al oír a Johan. Está a punto de responder. Está casi seguro de que iba a responder algo. Tiene la boca abierta, aunque no sabe si es por eso o porque es la única manera que tiene de hacer llegar a sus pulmones todo el aire que necesita en este momento. En su mente, en cualquier caso, no hay más que electricidad estática, así que si de verdad pretendía decir algo, lo más probable es que lo haya olvidado. Así que, al final, todo lo que puede hacer es dejar ir otro jadeo, alzando la cabeza, que tiene contra el suelo, para dejarse recorrer el cuello con más facilidad.

No es chrysos, pero siente como si una corriente eléctrica le recorriera todo el cuerpo. Recorre el torso de Johan, y aunque una parte de él está demasiado centrada en el tacto de su piel como para plantearse nada más, otra está maravillada por la situación en la que se encuentra. Pone la palma lisa contra la piel, tratando de alcanzar la mayor superficie posible en su recorrido y explora a tientas todas las irregularidades que se aprecian en su cuerpo. El vientre, liso hasta las costillas, que suben en pequeños montículos acompañando a la respiración, el pecho, el pequeño bulto de un pezón bajo sus dedos. Casi alcanza la forma de una clavícula antes de decidir que vuelve a descender, que se desplaza hacia en costado, bajo el brazo, por la cintura, hasta dar con el pantalón.

Y entonces, en un movimiento algo más brusco, baja la mano hasta una nalga y la aprieta, al tiempo que la otra mano abandona el pelo que tenía asido para tomarlo por el otro costado y, ayudándose de ambas, subir a Johan completamente sobre su cuerpo tendido. La mano más baja se queda entonces en la cadera, dándole apoyo, y la otra vuelve a subir hasta la nuca, buscando reconducir su cara para volver a besarlo.

Reí suavemente, asintiendo con una cierta solemnidad. Aquello sonaba más esperable. Volví a dar una calada, volviéndome a mirar el espectáculo que Jun no parecía capaz de dejar de contemplar. Desde luego, la situación iba escalando. Aunque no parecía que les molestase tener público. Dadas las circunstancias, lo más probable era que no fuesen demasiado conscientes.

Di una nueva calada al cigarro, que estaba ya en las últimas, y volví a sentarme en el banco, disfrutando de la noche. Y, al sentarme, me di cuenta de que todavía estaba allí mi vaso, con lo que quedaba de mi bebida. Lo contemplé un momento. Era más hielo derretido que otra cosa, a aquellas alturas, pero me lo llevé igualmente a los labios y bebí lo que quedaba, antes de depositarlo de nuevo en el banco, ya vacío.

Me volví entonces a contemplar la escena. Diría que estaba pensativa, pero más bien tenía la cabeza en blanco.

No sé cuánto paso contemplando la escena. Lo suficiente como para proyectarme a mí mismo en ella y pensar que qué estaría haciendo. Pero ni así lo tengo claro. Parece que están completamente entregados los unos a los otros. Me tienen hipnotizado, pero termino por romper el hechizo para mirar a Massen, a mi lado, con un resoplido. Es que de verdad, que esto no puede estar bien. La gente se está desnudando y yo creo que es inmoral que yo mire. No es que falten ganas, que conste. Pero siento que nadie me ha invitado.

Cuando, bien pensado, es literalmente lo contrario. Me han invitado explícitamente.

<<Yo creo que me iré retirando. Como me quede un poco más ya me quedo hasta que termine>>, gesticulo, con gesto bromista.

Que no es que sea broma. Pero todavía soy lo suficientemente consciente de todo como para saber qué no quiero terminar haciendo delante del resto.

Daré una vuelta para que se me baje un poco y a dormir. Si es que se me baja, que por lo que puedo decir del bizcocho, bien me encontraré mañana con la misma sensación atenuada que ahora mismo.

Fue Jun quien me sacó de ese estado cuando se volvió para decirme que quería irse. Me reí, sin poder evitarlo. La verdad era que la situación era completamente absurda. Negué con la cabeza, como pretendiendo que eso me despejase un poco, pero tenía el cerebro de algodón, así que no sirvió de mucho.

Apagué el cigarrillo contra el banco y lo eché en el vaso vacío.

«Te acompaño» decidí, levantándome.

Tomé el vaso en una mano y rodeé el brazo de Jun con el que me quedaba a mí libre. Porque no estaría bien dejar el vaso por ahí, era mejor llevarlo dentro. Dejamos atrás al grupo en su trance liberador colectivo y nos marchamos.

*Se van*

Ben me provoca constantemente. Su respiración contra mi oído seguida de sus dientes en mi oreja me roban otro gemido. Una nueva ola de calor me inunda por dentro. Sus caricias circulares sobre mi pecho me tientan y me impacientan hasta tal punto que acabo mirándola con cara de súplica antes de que llegue al centro. Mi estado inquieto se refleja también en cómo la toco. Le rozo la piel de la espalda con las uñas, sin llegar a arañarla. Mis manos viajan por todo su cuerpo. Quiero abarcarlo todo. Me sobra toda esta ropa. La suya y la mía.

Finalmente centro mis caricias en su pecho. Voy alternando suaves roces con movimientos más firmes. Me permito disfrutar de la sensación de mis manos cubriendo sus pechos. Y le sonrío de medio lado, algo extasiada.

Siento que el cerebro me vaya a explotar en cualquier momento. Miro hacia mi izquierda, donde se encuentran los dos chicos. Parece que el ambiente está bastante caldeado en general. Mientras mi mano derecha juega en el pecho de Ben, llevo la otra al cuello de Kyoti, que está acostado a mi lado. Agarro la nuca con la intención de atraer su cara hacia la mía para besarlo.

Johan recorre el cuello de Kyoti sin vergüenza, dejando mordiscos, besos y acariciando con la lengua hasta llegar al lóbulo de su oreja, que atrapa entre los colmillos. Disfruta, mientras, de las cálidas manos del chico por su cuerpo, que siente como dos ríos de fuego hormigueándole en la piel. Le cuesta concentrarse debido al contacto ardiente. Se estremece visiblemente cuando alcanza su pezón, y no puede evitar reír un poco.

Es como si flotase. Como si flotase en medio de todas las sensaciones físicas que puede imaginar.

Y de pronto es como si Johan flotase de verdad. El contacto del flamma se vuelve más evidente, más fuerte, y Johan jadea, sorprendido. Se ve elevado, aunque enseguida colabora, en cuanto entiende las intenciones de Kyoti, y acaba encaramado sobre él, con una pierna a cada lado de su cuerpo, sentado justamente sobre su pelvis. Y esboza una sonrisa.

El flamma lo llama de nuevo y Johan acude. Atrapa su lengua, penetra en su boca, lo recorre con fuira. Y eso que él suele estar tranquilo. Tiene las manos sobre los hombros, dándole apoyo, pero también creando contacto. Acaricia el cuello con una de ellas, llegando a dibujar la forma de su mandíbula, disfrutando de esa piel tan lisa. Se mueve un poco sobre él, iniciando un roce contra su pelvis, todavía no demasiado evidente. Y entonces percibe, por el rabillo del ojo, la mano de Krista que se aproxima en su dirección, hacia Kyoti, y se da cuenta de que por un instante la había olvidado.

Libera una de las manos para rozar suavemente el brazo de la chrysos, mientras que la otra, concentrada en Kyoti, atrapa varios mechones, pero le deja libertad de maniobra para que acuda a la llamada si lo desea.

Kris respondía a sus gestos con hambre patente, y Ben no podía sino disfrutar de esas reacciones, del tacto de sus uñas contra la piel, de las caricias y besos que le devolvía. Cada vez sentía más el calor de los cuerpos, y el frío nocturno a medida que la chica se iba abriendo paso bajo su ropa era un contraste delicioso.

Buscó hacerse más espacio bajo el corpiño. Sin abandonar el pecho que le acariciaba, acariciaba con la otra mano el costado de la chica, hasta que dio con lo que estaba buscando. Con agilidad encomiable, Ben abrió el cierre del vestido, relajando la presión del mismo sobre el torso de Kris y dándose con ello más acceso a su cuerpo. No dudó en aprovechar su nuevo margen de movimiento para acariciarle el pecho con más libertad, aflojando e intensificando la presión entre sus piernas con el mismo ritmo.

Estaba, en general, pendiente de los gestos de ella, pero entonces un movimiento brusco a su derecha la hizo girarse y se encontró con que, de pronto, tenía a Valter al lado. Le sonrió, divertida, aunque parecía que estaba muy ocupado con todos los estímulos que recibía.

Iba a inclinarse de nuevo sobre Krista para besarla, pero dado que ella parecía estar buscando a Kyoti, a su lado, cambió de idea y se inclinó sobre su pecho. Lo acarició primero con la cara, dejándose envolver por el calor que emanaba. La besó en el esternón y comenzó a explorar su piel con la boca, acariciándola con la lengua, dejando mordiscos suaves, besos y caricias a su paso. Hasta que, en su ruta, llegó a la altura de un pezón y, tras respirar un momento sobre él, lo envolvió con la boca, dejando ir un jadeo.