Lago

Blablablablablablablabla blabla blablablablabla bla blablablablabla bla blablablabla blabla blablabla.

Blablablablablablablablabalbalablabalbalablabalablabalablabla besar jovencitas.

Mmmm. Sonreí.

Eso me recordaba que debería besarla en vez de seguir hablando, que seguro que era lo que llevaba deseando un buen rato.

Humedecí mis labios con la lengua y me lancé al ataque. ¡Ya iba siendo hora de algo de acción!

Lo bueno era que ella me dejaba. Sin compromisos, sin negaciones...

Perfecto.

Parpadeé varias veces, sorprendida, al ver como se acercaba. Cerré los ojos y dejé que me besase (o le besé o lo que fuese). Apoyé mis manos en sus hombros y lo besé durante unos segundos. Luego me separé un poco (sin quitar las manos de sus hombros) y esbocé una pequeña sonrisa.

— Qué... Sorpresa o... Algo así...

Ensanché la sonrisa y lo miré.

Me dieron ganas de enarcar una ceja, pero ese día había movido demasiado las cejas y no quería que un excesivo ejercitamiento de las mismas me hiciera deforme la cara. Me contuve, pues.

Inspiré profundamente, la miré fijamente y puse mis manos en sus hombros, adoptando una seria expresión de símbolo del atractivo y el buen sexo.

- Espero que sorpresa buena -dije, serio.

Bajé la vista, sonrojada, y escuché su comentario en silencio. Sonreí con timidez y alcé un poco la vista, para mirarle a los ojos.

— Claro... — murmuré —. Fue una buena sorpresa... Sin... Duda...

Lo observé en silencio durante unos segundos. Tragué saliva, me puse de puntillas y volví a besarle.

FdR. Me tomo la libertad de poner que lo hace, porque sé que deja que lo haga.
Mwjajajajaja.

Sonreí. Lo había logrado con mis increíbles dotes de galán. ¿O eran tal vez mis músculos? ¿Mi sagacidad o inteligencia quizás? ¿O el conjunto de todo?

Me separé castamente de ella y peine un mechón de su pelo.

- Inger... Tengo una pregunta que hacerte...

Aquello no era fácil de hacer- Tuve que aspirar hondo antes de pronunciar las siguientes palabras, las cuales fueron más complicadas de pronunciar que un bismonte de ser comido con pelo y todo.

- ¿Crees que debería dejarme perilla?

Sonreí cuando peinó mi mechón de pelo y lo miré. Permanecí en silencio, esperando a que me hiciese la pregunta que quería hacerme. Me pregunté, a mí misma, qué podría querer preguntarme. Cavilé varias opciones, pero, a pesar del número de posibles preguntas que pasaron por mi mente, su pregunta me cogió por sorpresa.

Enarqué una ceja. ¿Dejarse perilla? ¿En serio me lo preguntaba? ¿Por qué?

— ¿A qué viene esa pregunta...? — Alcé la otra ceja —. O sea... ... ¿Por qué? No lo entiendo...

Fruncí ligeramente el ceño. No dije nada en unos segundos y, una vez pasaron, respondí:

— Yo no creo que tengas que dejarte perilla... — Me pasé una mano por el cuello —. O sea... Si quieres, dejatela, pero a mí personalmente me gustas así — Me sonrojé levemente. Sonreí —. Y eso... ... Pero como veas.

Me rasqué la barbilla. Tal vez tuviera razón, pero...

- Pensé que sería sexy recortarme la perilla, pero tal vez solo es una alocada idea de juventud. Tienes razón; lo dejaré estar por ahora... -. Asentí.

La miré.

Bostecé.

La besé.

Sexo o dormir. Todos mis pensamientos acababan en cama.

Sonreí.

— Me parece correcto... — murmuré, como respuesta a su comentario.

Lo miré cuando me miró. Ensanché la sonrisa cuando bostezó. Dejé que me besase y le devolví el beso.

Luego me separé de él, sonriente.

— Voy a... vestirme y eso... — Ensanché la sonrisa —. Empieza a hacer frío y esas cosas... Y, bueeno — Lo miré, jocosa —. Tú bostezas, así que... ¡para cama!

Le besé con suavidad, le sonreí. Le di la espalda, me sequé y me vestí. Me acerqué a él, le cogí de la mano, sonriente. Comencé a caminar, con el cogido de la mano, y nos fuimos del lago.

*se van*

Después de dejar a Hewina a la altura del betún, me dirijí contento y feliz al lago para darme un refrescante baño nocturno.

Me quité la camiseta y los pantalones y me quedé en gallumbos.

Entonces metí los piés el el lago y comencé a pasear por la orilla antes de meterme

*se queda*

Tras salir del comedor seguí a Silvanus hasta el lago sin que se diese cuenta. El se desvistió y comenzó a adentrarse en el agua, entonces me sequé las lágrimas y me acerqué a él pisando fuerte, para que me oyese y se diese cuenta de mi presencia.

El se giró hacia mi, y justo cuando iba a articular palabra le di una bofetada con todas mis fuerzas.

"¿¡QUIÉN TE CREES QUE ERES!? NO... MEJOR DICHO. ¿¡QUIÉN TE CREES QUE SOY YO!? ¡COMO TE ATREVES A TRATARME ASÍ Y A QUEDARTE TAN ANCHO! ¡ERES DESPRECIABLE!", le grité.

"¿QUIERES TENER SEXO? ¿QUIERES QUE SEA MALA? ¿EH? ¿QUIERES? ¡PUES MUY BIEN! ¡TÚ TE LO HAS BUSCADO!", le grité, y entonces le di un empujón y lo tiré en el agua.

A seguir me subí encima suya y comencé a besarlo de forma brusca. Había explotado... y ya nada me importaba.

Oí unos pasos a mis espaldas, por lo que me giré.
Era Hewina.

Iba a reprocharle el haberme seguido cuando una sonora bofetada, salida desde el más profundo rencor se posó sobre mi cara, haciendo que un par de pájaros emprendieran el vuelo.

La cláritas comenzó a gritarme a lo que yo miraba impertérrito con una mano en la cara, tapándome la zona colorada por el golpe.


Entonces, antes de que pudiese contestarle, me empujó hacia atrás, haciendo que me cayese de culo en la orilla del lago.
Se subió a mi cadera y comenzó a besarme de forma salvaje.

mientras me besaba, la agarré por el pelo y la acerqué más a mí.
Esta era la chica que llevaba buscando desde hace tiempo.

Sonreí hacia mis adentros mientras mi lengua se hundía en sus labios. bajé mis manos por su espalda y posé mis manos en su trasero, dandole una palmada suave.
-Pensé que no me lo ibas a hacer nunca, morena- le susurré- me tenías preocupado- dije mordiéndole una oreja suavemente para luego descender por su cuello hasta su pecho

Realmente ser bueno era una tontería... solo le estaba haciendo un favor a Hewina...

Tras aquello comencé a quitarme la ropa mientras me besaba el pecho, y entonces me recosté en el agua y lo atraje hacia mi. Él se quitó la ropa interior, y una vez estuvo encima mía volvimos a besarnos fuertemente, mientras nuestros mojados cuerpos se rozaban.

Mientras tanto mi mente se dividía en una lucha interna. Una lucha entre lo correcto y lo incorrecto. Una lucha entre el bien y el mal.

"¿Qué estoy haciendo...? No debo hacer esto... se está saliendo con la suya. No debo ceder... No debo...", pensaba una y otra vez mientras se me llenaban los ojos de lágrimas, pero de todos modos me deje llevar.

La fricción era enorme. El agua parecía hervir entre nosotros y el frío de la noche se hacía a un lado al vernos.

Ahora que estaba yo encima, disfrutaba de una posición privilegiada, por lo que fui descendiendo por su cintura hasta su húmeda oquedad. Mi lengua jugó con la cláritas un buen rato, hasta que ella se deshizo en suspiros y gemidos.

Aprovechando su situación de clímax, subí y me introduje en sus labios, haciendo que su boca se llenase de palpitante carne.

Después de un rato, me separé de ella y la besé con pasión. No eran necesarias las palabras y era genial hacerlo con alguien por quien no sientes nada: así no tienes cargos morales de ningún tipo. Ahora mi corazón era de otro hombre y no de esta mujer, puesto que me había echo daño.

Después de que nuestros cuerpos se acariciaran, estábamos completamente empapados en agua y fluidos.
Era tarde, por lo que decidí cumplir mi cometido como hombre y darle lo que su cuerpo llevaba pidiendo un buen rato.

Entré en ella suavemente, mientras la besaba y comencé a realizar un vaiven que había aprendido del mejor, por supuesto, aunque aún no dominaba la técnica tanto como el.

Sus senos eran mi entretenimiento mientras me movía y sus gemidos mi acompañamiento musical.
Todo era perfecto.
Dí mis últimas embestidas mucho más fuertes pero me separé de ella a tiempo para evitar futuros problemas con patas, boca y chillones... ese era el fallo de las mujeres, que se quedaban embarazadas...

Una vez hubimos terminado, me despedí- Ha sido algo fantástico, espero poder repetirlo pronto- dije mientras me vestía.- me gusta tu nuevo "yo", Hewina. Mola- ya verás cuando le diga a Aren que ya sé utilizar a las mujeres a mi voluntad, tal cual él lo hace. Seguro que me recompensa con buenos alagos.

*se va*

Después de hacerlo se despidió de mi y me dejó allí tirada... entonces me sentí horriblemente mal. Me costaba entender como Silvanus había podido cambiar así...

Entonces lloré desconsoladamente allí, sentada en el agua.

Sin embargo saqué fuerzas de flaqueza y tomé una decisión.

Ya que ahora creía que era mala y que estaba a su merced, me aprovecharía de la situación para influir en él y llevarlo por el buen camino de nuevo, teniendo en cuenta que ahora podría volver a estar a su lado... a pesar de todo lo que tenía que sacrificar.

Me levanté, me vestí la ropa y me fui de allí.


*se va*

Salí al lago con un pequeño candelabro bonitamente ornamentado con capacidad para tres velas ya que sería demasiado cansado mantener un flagrare todo el rato. Me acerqué a la orilla del río y noté como el aire frío me rozaba las mejillas, la verdad es que conseguía hacerme tiritar un poco, pero tenía que realizar mi ritual.
Me quité la blusa blanca y larga hasta los pies que había usado para venir hasta allí. La tela no era muy gruesa pero sí lo suficiente para que no se viera nada a través de ella. La doblé y la deposité en el suelo dejando el candelabro justo al lado para saber con certeza donde estaba mi ropa. Me abracé a mi misma, acariciándome los brazos tratando de quitarme algo de frío. "Flagrare" Susurré recogiendo la bola de fuego entre las manos para poder tener caliente el vientre al menos.
Cuando conseguí adaptarme un poco a la fría temperatura ambiente apagué el flagrare para introducirme en el agua. Miré al frente y respiré un par de veces mientras empezaba mi pequeña meditación. Con la punta de los dedos del pie derecho toqué el agua e introduje mi extremidad muy despacio, no porque tuviese un frío horrible, sino porque debía ser así.
Caminé hacia adelante, dejando que el agua acariciase cada vez más zonas de mi cuerpo al tiempo que me iba sintiendo limpia y aliviada de cualquier cosa virulenta que pudiese haber dañado mi espíritu durante el día. Estaba concentrada y sentía el agua como caricias en mi piel, me gustaban mucho aquellos momentos.
Al fin llegué a una zona donde el agua me daba algo más abajo de la cintura y me agaché con calma para mojarme por completo hasta introducir la cabeza. Una vez completamente mojada salí a la superficie y comencé a susurrar algunos versos del libro que los de la torre debíamos aprendernos.
Recogía el agua con las manos y la dejaba caer desde arriba mientras seguía susurrando con los ojos cerrados o directos hacia el cielo donde la diosa me miraba con sus tiernos ojos.
Llegado un momento puse las manos en forma de cuenco y las situé frente a mi vientre para invocar un flagrare que vaporizase el agua haciendo que rozase mi piel y entrase por mis fosas nasales, inundándome de vida.
Era un momento precioso.

Llegué al lago, con el objetivo de darme un baño. A pesar de que había llegado el otoño, en Fulmen todavía hacia demasiado calor para mi gusto. Me descalcé, nada más llegar a la orilla, y escruté el paisaje. A pesar de que mi visión no era buena (no podía ver por la noche, evidentemente), podría ver si había alguien en el lago. Tras unos minutos (en los que exploré la zona del lago), me percaté de que en el suelo había un candelabro. Y, al lado de este, había ropa (o algo así). Alcé una ceja y me acerqué un poco, para comprobar si lo que había visto era lo que pensaba que era.

Y sí, aquello que había al lado del candelabro era ropa, ropa de mujer. Fruncí ligeramente el ceño y observé de nuevo a mi alrededor. Luego me acerqué aún más a la orilla (hasta que mis pies entraron en contacto con el agua) y escruté el lago en sí, en busca de la chica que, en teoría, tendría que estar allí.

Mis ojos se toparon con ella pasados unos minutos. He de decir que, de no haber sido por una especie de luz que había en una zona, no hubiese sabido que allí había alguien. Desde mi posición no podía ver nada (deducía que era una chica por la ropa, pero mis ojos no podían confirmarme la deducción), por lo que (tras meditarlo durante unos segundos), decidí dirigirme a la joven.

— ¡Hey! ¿Quién eres? — pregunté, con un tono de voz lo suficientemente alto.

No quería que la chica pensase que la espiaba o algo similar, pero sí quería saber quién era. No me había encontrado con ningún alumno (y, mucho menos, con un líder) en el lago a esas horas de la noche, por lo que la joven despertaba mi curiosidad.

Estaba reconfortándome en mi ritual cuando una voz me alertó. Abrí mucho los ojos y el corazón empezó a latirme con fuerza con lo que me cubrí como pude con las manos. Me puse nerviosa ya que la voz había sonado tan de repente que no había distinguido si era de hombre y de mujer. ¿Y si era un hombre? ¿Y si era caeruleus? Echaría a perder todo mi ritual y me vería... Me agarré con fuerza y me agaché para cubrirme con el agua hasta el cuello.
"Soy... Mi nombre es Summer... Soy una flamma que ha escuchado el mensaje, no... no me he colado o algo así... so-solo pensé que podía utilizar este lago" Respondo alzando la voz al aire, ya que no veía quién o desde donde me hablaban. Estaba bastante asustada ya que ahora que lo pensaba estaba sola, desnuda y lejos del castillo en un enorme lago por donde podía pasar mucha gente y, si pasaba a esas horas, no solía ser gente agradable. O eso solían contarnos en el templo.
"¿Qui- quién eres..?" Pregunté con cierto reparo. Mi voz estaba algo rota tanto por el frío como por la intranquilidad.

Escuché sus palabras en silencio, tratando de memorizar todos los datos. Summer. Flamma. Escuchó el mensaje. Fruncí ligeramente el ceño. La chica tenía que ser nueva. Y no debía de llevar demasiado tiempo en Palacio. No había escuchado hablar de ella, y tampoco la había visto nunca. Me pasé una mano por la nuca y chasqueé la lengua.

— ¿Summer qué más? ¿Cuál es tu apellido? — pregunté —. ¿Y qué arma tienes?

Al igual que había hecho con los alumnos con los que me había topado, interrogué a la flamma. Aquellos datos eran importantes para mantener un cierto seguimiento (para saber con qué clase de alumnos contábamos), por lo que no podía dejar que la chica se librase de responderme. Tras las preguntas, decidí responder a las suyas.

— Blues Splash. Te daría la mano, pero estás en el agua — dije, con un amago de sonrisa en la cara —. Y sí, el lago se puede utilizar, aunque no es común que la gente venga a estas horas.

La persona que me había hablado me preguntó por mi apellido y mi arma, ¿eso significaba que quería luchar? Tragué saliva y procuré sonar contundente y segura mientras me apretaba los hombros con las uñas. "Bullet, Summer Bullet y tengo una alabarda" Le dije con severidad mientras fruncía algo el ceño. Si era un pervertido o algo así al menos que supiera que sabía luchar... Aunque me hubiese dejado la alabarda en las habitaciones.
Entonces me acaba respondiendo a las preguntas que le había hecho. Blues Splash... Splash... Ese nombre me sonaba de algo, pero no alcanzaba a saber de qué... Blues... No tenía una voz muy grave pero bien podía ser un chico joven, el nombre no me alentaba demasiado. Tomé aire. No podía quedarme allí toda la noche así que auné fuerzas para hablarle.
"Perdona, estaba en medio de algo importante y si se diera el caso podrías echármelo todo por tierra... No sé que clase de tipo eres pero... si no te importa, te... te pediría que me dejases... acabar" Le dije con cordialidad tratando de no sonar maleducada por "echarlo".

Summer Bullet, flamma con una alabarda como arma. Sonreí. Interesante.

Permanecí en silencio, observando el lago. Me pasé una mano por el cuello y escuché a Summer. Fruncí ligeramente el ceño. Incluso parpadeé varias veces. ¿Me estaba echando a mí del lago? ¿A mí? Ladeé la cabeza y fruncí aún más el ceño (más por sorpresa que por otra cosa). Nunca me habían echado de ningún sitio. ¡Por favor, yo era Blues Splash! La gente no me hablaba con tanta confianza (yo me aseguraba que de no se tomasen ningún tipo de confianza), y esa chica me había echado.

Fruncí el ceño. Apreté la mandíbula. Miré al lago. Resoplé.

— Vale, vale... Te dejo tranquila.

Lo que tenía que escuchar. Me acerqué al sitio donde había dejado los zapatos y me calcé. Le dediqué una última mirada al lago y, antes de desaparecer, añadí:

— Tal vez no haya quedado claro, pero soy Blues Splash, líder piscis. Ya nos veremos, Summer Bullet.

Y dicho esto, desaparecí.

*se esfuma*

En cuanto escuché que me dejaba tranquila respiré aliviada y relajé los músculos. No había sido tan malo como lo estaba imaginando, ni siquiera iba a tener que salir corriendo lanzando flagrare desnuda... Que panorama.
Pensé que ya se estaba yendo con lo que me erguí nuevamente para salir del lago y vestirme. Entonces escuché de nuevo su voz: "Blues Splash, líder Piscis" Abrí mucho los ojos y me llevé una mano a la boca. De eso me sonaba el nombre. Bajé la cabeza bastante preocupada y sorprendida. Había faltado al respeto a un líder e incluso lo había echado del lugar... Pero debía haberme avisado, es decir, debería haberse presentado por completo y entonces yo... Bueno, nadie le mandaba estas espiando a una chica mientras se baña... Líder Piscis, le pediría disculpes, por supuesto, pero le explicaría con todo mi respeto que no debió haberme amedrentado de esa forma estando desnuda en el lago.
Me escurrí el pelo y salí de allí. Ahora que lo pensaba, no le había visto la cara, ¿cómo iba a reconocerle para disculparme? Me puse el camisón y agarré el candelabro. Suponía que, siendo un líder indignado, vendría a pedirme explicaciones. Aunque era piscis... ¿sabría quién era yo?

Llegué rodando como un loco río abajo, medio asfixiado, medio muerto... CONCLUSIÓN: no volver a bañarse en el río en invierno... puedes morir ahogado bajo terribles sufrimientos...

me dolían los brazos, quería moverlos mas rápido de lo que me movía, pero estaba exhausto, y sin fuerzas después de dar vueltas y vueltas debajo de toneladas de agua...

Como pude, me acerqué a la orilla y me dejé caer como plomo, respirando entrecortadamente y sin poder mover ni un músculo del cansancio que me inundaba...


*se queda*


Despues de recuperar el aliento, me levante y me fui a duras penas... iria a recoger mi ropa al rio y me iria al palacio...

*se va*

FLOASHHHH!

saqué mi cabeza del agua, chapoteando, en medio del lago, tenebroso oscuro, el agua parecía tinta. Que miedo. Realmente me daba muchísimo miedo nadar en el agua negra. Tenía la sensación de que me iba a tragar en cualquier momento.

Nadé sin fuerzas, agotado... el agua estaba hipermegacongelada, y el rocío y el viento hacían que hiciese mucho más frío.

Al salir me dejé caer en la hierba, tenía los labios morados y temblaba.

Que demonios había pasado? QUE DÍA, JODER QUE DÍA! QUIERO MORIRME! JOLINES! en serio... ¿porqué todo me caía a mi? porqué parece que todo el mundo está en contra mia si yo no le he echo daño a nadie? soy una persona normal... no... no se... me dá rabia... y es que no hago nada bien! PORQUE NO PUEDO SER GUAY YO TAMBIÉN? yo quiero ser un chico normal! no uno que lo tiran al río como a una vulgar trucha!

Comienzo a llorar y me desmayo, mas que nada por el frío, la ropa empapada y el frío viento, hacen que sea una situación inaguantable y piera el conocimiento, con un increíble dolor de cabeza, y los labios morados.

*se queda hipotermico perdido*

Tras darme un baño en las termas di un paseo con Hoju, aprovechando que había llevado un farolillo de hierro. Pensé en mi lucha con Adela, y entonces pensé en Silvanus. Hacía tiempo que no nos encontrábamos, y me preguntaba que sería de él. De hecho no nos habíamos visto desde aquello... seguro que me evitaba. Entonces acabé en el lago, y de lejos vi un bulto en la hierba que mi farolillo iluminaba malamente. Abrí mucho los ojos y me acerqué, y entonces pude reconocer a un inconsciente Silvanus.

Fui corriendo a junto suya. Estaba mojado, y tenía el rostro pálido y los labios morados.

"¿S-Sil?...", dije preocupada, pero en seguida me autocorregí.

"Silvanus. Silvanus...", dije mientras lo zarandeaba, pero no respondía.

"Esta helado... ¿qué le habrá pasado?...", pensé preocupada.

Miré por los alrededores para ver si había alguien que me pudiese ayudar a llevarlo, pero no había nadie, y yo no podía cargar con él, ya que mi fuerza es mínima... y además gracias a Adela tenía la espalda demasiado dolorida.

Sin pensarlo dos veces me saqué mi abrigo y lo puse en el suelo. Después puse a Silvanus encima de este, y tiré del abrigo para llevarlo a rastras hasta el palacio.


*se va*