Lago

Rio con su golpe.

-Un poco, si. Soy bastante idiota, ¿para que negarlo? pero reconoce que te encanta este idiota.

Entonces me acurrurco en sus piernas.

-¿nos quedamos a dormir aqui?

FdR: tengo que apagar el ordenata ya. HAz lo quequieras, puedes llevartelos.

Miro algo extrañado a silvanus con su respuesta pero decido no darle importancia. Entonces se acurruca en mis piernas y pregunta si podemos dormir aquí.

- ¿Aquí? ¿Estás loco? Hace frío, es un lugar muy húmedo, no se ve un pimiento, puede venir una bestia o un espía de esos que ves tú en el bosque y atacarnos, nos comerán los mosquitos, puede salir el cracken a por su tentempié de las tres de la madrugada... No. Definitivamente no es un buen lugar para dormir. Venga, arriba -. Le digo empujándolo para que se levante. Yo también me pongo en pie.

Silvanus patalea un poco y protesta pero al final consigo convencerlo de ir dentro. La próxima vez que quiera volver a convencerlo debo recordar decir "Puede que te cruces con el líder Darvenwish"

*Se van*

Estiró los brazos y clavó su vista en el lago. Llevaba un buen rato ahí parado, sin hacer nada. Cuando llegó, había dado un par de vueltas, explorando un poco el sitio, para ver si había alguien o si había algo interesante. Al comprobar que no había nada, había decidido sentarse cerca de la orilla del lago y observar la superficie acuosa.

Cogió una piedra plana y la lanzó al lago, haciendo que esta rebotase un par de veces. Bostezó. Tenía algo de sueño (se había acostado tarde y se había levantado temprano), pero se había desvelado y no había podido volver a dormirse. Suspiró, cogió otra piedra, y la volvió a lanzar. Esta rebotó una vez. Miró a los lados y cogió otra. Como no había nadie, comenzó a tararear una vieja canción para acompañar el lanzamiento de piedras.

* se queda*

Llegué al lago para darme un baño nocturno. Hoy me habñi despertado temprano y estaba cansado, además: Aren parecía muy afectado por lo de ayer y si Aren no estaba bien, yo tampoco lo estaba.

Suspiré y continué ni camino.

Al llegar lo vi y me invadió la ira.

-¡Lyam! grité mientras me acercaba a el.- Asquerosa y vil cucaracha- dije poniendo a Altheda a la altura de su cuello (FdR: momento hermione granger en HP3)- ¿como te has atrevido?

La voz de Kettleburn le hizo girar la cabeza y fruncir ligeramente el ceño. ¿Qué querría el piscis? Probablemente buscase pelea (recordaba su encuentro de ayer y el agradable empujón que le había dado), pero una parte de él deseaba que no fuese así. No quería pelear. No porque tuviese miedo del piscis o algo semejante, sino porque no quería volver a ver al líder caeruleus por culpa de una pelea (le había dicho que no volvería a pelear con nadie, y, a pesar de su "enfrentamiento" con Alexander, todavía pensaba cumplir su palabra).

Iba a decirle eso al piscis, que no quería pelear y que, por favor, se fuese, cuando notó el filo de la daga de Kettleburn en su cuello. Tragó saliva y miró al piscis de reojo (tenía encendidos los ojos, así que podía verle bien). ¿Cómo te has atrevido? Arqueó una ceja. ¿Cómo se había atrevido a qué exactamente?

Frunció el ceño, aún en silencio, pensando en el motivo por el que Kettleburn le preguntaba eso. Y entonces recordó su última "conversación" (¿se podía llamar a aquello conversación?) con Alexander y su "encuentro" con Aren. Ya verás cuando se lo cuente a cierto piscis. Apretó la mandíbula. No había demasiadas dudas: tenía que habérselo dicho. Eso o el piscis todavía lo buscaba por el encuentro de la sala de baile (cosa que dudaba bastante).

Desvió la vista de Kettleburn y la clavó en el suelo. Debía controlar lo que le decía para no enzarzarse en una batalla. Y también tenía que controlar el violento impulso de atacarle.

- ¿Qué te ha dicho Alexander...? - murmuró, mirándole, de nuevo, de reojo. Tragó saliva -. Si me quitas la daga del cuello, tal vez pueda explicarte un par de cosas que igual te interesará saber... ... Aunque, bueno, dudo que me vayas a creer.

Apreté mas a Altheda contra su cuello, con mi brazo estirado y viéndolo con asco.
-¿Y si no me lo voy a creer para que quiero saberlo, gili?- hago una pausa- ¿Como se te ocurre? -entoces me pasé la mano libre por la cabeza, ¡COMO LECHES SE TE OCURRE!- dije con la voz quebrada y con una lágrima a punto de brotar. No quería llorar, pero no podía evitarlo, pero por el momento, mantuve mis líquidas penas en el interior de mis cuencas, aunque luchaban por salir.

Escuchó las palabras del piscis en silencio, preguntándose qué podía decirle para que se calmase. Lo malo de un individuo como Silvanus Kettleburn, que parecía tenerle una cierta aversión a la lógica, era que no sabías cómo podía reaccionar.

Tragó saliva. El piscis había apretado más la daga contra su cuello. Apretó la mandíbula e intentó no pensar en que tenía la daga en su cuello (a pesar de que el frío del metal le recordaba que el arma todavía seguía ahí). Miró al piscis de reojo.

- Igual querías saber la versión de alguien que no te maltrata - murmuró. Chasqueó la lengua -. Mira... Me imagino que Alexander te habrá dicho que besé a Aren, o algo por el estilo. - Se calló durante unos segundos, esperando que el piscis confirmase su sospecha. Luego continuó -. Aunque es probable que no me creas, tengo que decirte que no lo besé queriendo. Fue el líder caeruleus el que me besó a mí, no del revés. Puedes preguntárselo a Summer (una flamma de ojos azules y pelo marrón. Un poco rara, la verdad), que estaba presente el día que pasó.

Tragó saliva. De pronto, le sudaban un poco las manos. ¿Y si no creía a Summer? No la conocía, así que probablemente también ignoraría las palabras de la flamma. Además, la chica podía tergiversar, de nuevo, lo que había pasado. Suspiró. Podía decirle que hablase con Alehyss (aprovechando que el piscis y la chrysos parecían amigos y que la chica había vivido un encuentro similar al suyo con el líder. A lo mejor le explicaba que el líder solía ir haciendo esas cosas por ahí), pero eso implicaría que la chica se enteraría de que el líder le había besado. Volvió a suspirar. No iba a decírselo. No porque Alehyss se enterase, sino porque, si le decía que hablase con Alehyss de sus encuentros con el líder, había tantas probabilidades de que la chica le explicase lo que le había pasado como que se inventase algo. Chasqueó la lengua.

- Kettleburn - Clavó sus ojos en los del piscis -, me gustan las mujeres, no los hombres. No voy por ahí besando a hombres por gusto. Igual no te lo crees, pero... - Se encogió de hombros -. Es cierto... Pregúntaselo a... - Se calló. Suspiró -. Yo qué sé... Pero es cierto... ... - Miró al piscis, con intensidad -. Y, sólo para que lo sepas, Aren también besó a Alexander.

Bufé. ¿porqué hablaba? sus palabras me confundían. Mi cerebro no estaba para pensar ahora: solo quería destrozarle la cara de chulo-puta que tenía.

-Si, Alexander me lo contó, ¿que pasa?- dije relajando un poco el brazo que empuñaba a Altheda.
Ante sus palabras, me pongo nervioso. ¿Y si por pequeña probabilidad que sea, este tonto me dice la verdad?- UFFFFF- debería matarte aquí mismo y punto. Muerto el perro, se acabó la rabia.

-A Aren también le gustan las mujeres y me tiene a mí- dije con rabia- eso no es excusa.


Lo vi a los ojos profundamente mientras me mordía el labio inferior. Así que Alexander también lo había besado.
Separé a Altheda al fin de su cuello y puse las manos en la cara.

-AAAAAAAAAAAAHHHHH VAIS A TERMINAR TODOS CONMIGO!- clavé a Altheda de golpe en la tierra y callé.

Me quedé viendo al suelo muy serio, escuchando el silencio de la noche pensando muy bien las palabras que iba a pronunciar ahora.

-Lyam.- hice una pausa- te voy a contar un secretito.- entonces aparté el pelo que cubría la cicatriz de mi oreja mutilada.- ¿ves eso? esto es la prueba viviente de mi amor por Aren, y no voy a permitir que nada ni nadie ni Alexander, ni Hewina y mucho menos tú, me lo robéis, ¿entendido? no quiero oír más excusas: solo quiero que lo sepas. dije en tono realmente serio. Ya no estaba de broma ni mucho menos. Me senté a su lado y lo vi con ojos de asesino- me la corté por el. ¿pasa algo? fue ya hace mucho tiempo y dudo que nadie lo quiera tanto como yo. Así que haced el favor y alejaos de él. Ya te he avisado dos veces con esta: a la tercera no responderé de mis actos.

Suspiro.

Suspiró aliviado cuando el piscis retiró la daga de su cuello. Miró de reojo el arma, que ahora estaba clavada en el suelo, y se pasó una mano por el cuello (por el sitio donde había estado situada el arma).

Clavó sus ojos en los del piscis cuando este lo llamó y frunció ligeramente el ceño al escuchar la historia del piscis. El gesto era, sin lugar a dudas, absurdo y... ¿temerario? Definitivamente, alguien normal no se amputaría una oreja sólo por amor. Y mucho menos por alguien como el líder caeruleus, que parecía que tenía cierta fijación con robar besos.

Cuando el piscis se sentó a su lado, frunció el ceño. No le gustaba ni lo que decía ni cómo le miraba (parecía un demente. Aunque, bien pensado, ¿no lo era?). Se pasó una mano por el pelo y forzó una sonrisa.

- Tranquilo, no tengo el más mínimo interés de robarte al líder caeruleus - murmuró -. Me gustan las mujeres, como ya te dije, y, a diferencia del líder, no tengo pensado hacer excepciones.

Lo miró. Ensanchó la sonrisa.

- Por cierto, creo que deberíamos hablar de nuestro encuentro en la sala de baile. O, al menos, creo que debería decirte que yo no le pedí a Alexander que te hiciese daño - murmuró, sin apartar su mirada de los ojos del piscis -. De hecho, me sorprende que pensases (o pienses) que yo le había pedido eso. Que yo recuerde, con el caeruleus suelo enzarzarme en disputas verbales (que no hacen otra cosa que demostrar lo estúpido que es) y no suelo darle la razón (de hecho, nunca le doy la razón). Es absurdo, desde el punto de vista desde el que lo mires, que yo aceptase que te pegase, porque supondría que él podría hacerme daño cuando no es así.

Y en caso de que lo fuera, nunca lo admitiría, pensó, pero no lo añadió. A fin de cuentas, sabía que no era cierto.

fdr. jajajaja qué sobrado quedó lo último.

Me quedé meditando sus palabras. Puse morros y me crucé de brazos.

-Quizás tengas razón...- lo vi de reojo y arrugué la nariz.- Perdón. ¿vale? ya está... es que a veces... soy un poco iluso. Yo lo sé, pero no puedo remediarlo... dije secándome los ojos con la manga de la camisa, puesto que no había conseguido retener las lágrimas.- Es que ya no se a quien creer... unos me mienten, otros me confunden... me cuesta entenderos a veces es que yo... jolín... me utilizáis para vuestros fines como si fuera un pelele sin sentimientos y no es así- dije casi sin voz por que los lloros me entrecortaban- a veces me doy cuenta... pero bueno ¿que mas da? soy el tonto de Silvanus Kettleburn, que le da igual todo ¿verdad? PUES NO- dije poniéndome de pie sin dejar de llorar- mi vida ya es suficientemente dura como para que vengais vosotros, malditos malnacidos a complicármela aún más. Dime: ¿que debo hacer? ¿a quien creo? bah, dejadme solo. dije enfurecido mientras me tapaba la cara con las manos y me metía corriendo en el agua hasta perderme en las profundidades del lago, dejando a este completamente calmo.

*se va*

FdR: no es que se valla, luego saldrá pero de momento está buceando.
xDDDDDDD

y si: se metió vestido

Arqueó ambas cejas al ver cómo el piscis se metía en el agua. Se levantó del sitio donde estaba sentado y estiró los brazos. Al final, había sacado un par de cosas buenas del encuentro: la primera, el perdón de Kettleburn (eso implicaba que o le había creído o que al menos se había planteado que Alexander mentía); la segunda, el motivo por el que se había cortado la oreja; y la tercera, la confirmación del amor que sentía el piscis por le líder caeruleus y su obsesión con este. Además, le había dejado claro que no tenía ningún interés en Aren Darvenwish.

Torció una sonrisa. Volvió a estirar los brazos y le dedicó un último vistazo al lago.

- Adiós, Kettleburn...

Y sin decir nada más, se fue. A pesar de todo, el piscis seguía siendo alguien que lo sacaba de sus casillas, por lo que, ahora que ya había aclarado los puntos que le interesaba aclarar (y que ya sabía con total claridad los sentimientos del piscis), no tenía nada que hacer allí.

*se va*

FdR. jajaja lo siento, silvanus...
yo intento que no sea tan... así, pero... ^^U

Después de llorar durante mucho rato debajo del agua, salí empapado y bastante helado.
Arrugué la nariz y me froté los labios, fui a mi bolsa y cogí un pitillo y me fui.


*se va*

Después de haber hecho un par de recados de Alexander, ahora me tocaba lavar la ropa, por lo que me dirigí al lago con una cesta y un poco de jabón.

Me puse a lavar la ropa rápido, porque me apetecía aprovechar el día y no me lo quería pasar limpiando ropa.


*se queda*

Llegué al lago para disfrutar de aquella mañana de otorño tan agradable.
El tiempo estaba realmente frío y estaba segura de que las próximas lluvias ya serñian en forma de nieve, o sino al tiempo.

Ví a lo lejos una cabellera rubia, de rodillas y lavando. Me rasqué la cabeza ¿Desde cuando el rubio lavaba ropa?

Decidí pues acercarme a él.

-Hola, pinfloy- dije sacudiéndole con fuerza el pelo.

La señora aquella se dirigió a mí como si nada pasara. ¡'CASI MATA A TRISTÁN EN NUESTRO ÚLTIMO ENCUENTRO! ¿es que ya no se acordaba? Jolines... bueno: no se lo tendré en cuenta porque es una vieja demente loca y peligrosa: sobre todo peligrosa.

Arrugué la nariz y la vi de reojo.

-Buenos días Adela- dije sin dejar de atender a mi trabajo.

Tristán que estaba feliz jugando con unos escarabajos - uno de los cuales chamuscó sin querer- se asustó tanto al ver a la mujer que voló hasta la más alta rama del más alto árbol de todo el lago.

-Ala, mira que has hecho- dije poniendo los brazos en jarra. Ahora a ver quien lo baja de ahí arriba, de verdad señora, si vienes a molestarme, mejor que no vengas, en serio.- dije medianamente mosqueado.

El chico parecía realmente enfrascado en su tarea. Parecía ya mas maduro.
Sonreí al ver sus progresos como persona.

Entonces un lagarto salió volando hasta el arbol más alto.

-¿que le pasa? ¿ese no era tu lagarto?- entonces recordé nuestro encuentro en el río. Ah, ya me acuerdo... bueno, no estarás aún molesto por eso, ¿no?

-Pues si, un poco- dije cruzándome de brazos (FdR: si, la está viendo con cara de Voltorb jajaja) - pero bueno- dije haciendo un deje con la mano.- da igual ya.

entonces me puse de pie.- ¿a que has venido?

El chico parecía ocupado y quizás mi presencia le molestase.

-¿acaso no puedo dar un paseo por el lago?- suspiré y sonreí mietras me cruzaba de brazos- aiiins, Mithos mío ¿que voy a hacer contigo, rubito?
entonces le sacudí de nuevo el pelo.- Anda déjame a mí: entre los dos terminaremos con ese montón de ropa- dije arodillándome donde el estaba el joven antes.

-Si, bueno, si que puedes dar un paseo, supongo.- dije hundiendo mi cabeza en mis hombros y cruzándome de brazos.

El cielo estaba gris y el viendo era frío.

Abrí mucho los ojos y relajé mis músculos al ver que ella me estaba ayudando. Nadie me había ayudado hasta ahora con las tareas de Alexander.
Me quedé como una estatua viendo como ella comenzaba a lavar la primera prenda de ropa.

Agaché la cabeza y oí el silencio, me quedé viendo la hierba que pisaban mis pies.

-S-Silvanus. Me llamo Silvanus, no rubito, solo es para que lo sepas. Aunque no me importa que me llames rubito... Me gusta- dije con una sonrisilla arrodillándome a su vera.
-No tienes porqué ayudarme. No hace falta. dije un poco rojo.

Entonces un copo de nieve se posó en mi nariz.
El primero del año.

SIlvanus. Era bueno saberlo. La verdad es que no tenía ni idea de como se llamaba. Procuraría no volver a olvidarlo.
Aunque como me dijo que le gustaba que le llamasen rubito, pues no me importó pero bueno: por lo menos ahora sabía como se llamaba.
-Gracias por decírmelo. Sabía que empezaba por S - mentí- pero no me atrevía a preguntártelo, mentí de nuevo, así quedaría bien- pero bueno, si no te importa, te seguiré llamando rubito.

Entonces un copo se posó en su nariz.
-Ja! el primero del año te ha tocado a tí. Eso no puede traerte más que buena suerte, pequeñajo.- dije sonriendo.- venga pide un deseo para tí solo antes de que se derrita. Rápido. Jajaja

el chico pronunció su deseo para sus adentros.

-¿ves? no dudes que se va a cumplir. El primer copo nunca falla.

Entonces continuamos lavando la ropa, yo no tenía nada mejor que hacer y bueno, me había dado cuenta de que hablar con este caprichoso, enjuto y pataletas era lo mejor que tenía que hacer en todo el día, así que me daba igual acompañarlo.

Sonreí levemente al oír que me iba a continuar llamando rubito- Vale, no me importa- dije mientras metía una prenda de ropa en las heladas aguas.

Entonces al ver que se me había puesto un copo en la nariz, me dijo que pidiese un deseo rápidamente antes de que se derritiera.
-¿Yo? ¿ahora? vale- entonces cerré muy fuerte los ojos y apreté los puños. ¿que pedir? lo primero que se me pasó por la cabeza fue que el motivo por el cual nos tenían reunidos en brontë desapareciera y que ese mal dejase de azotar nuestro mundo, pero luego pensé que eso me haría regresar a casa y nunca más volvería a ver a Aren, por lo que lo retiré rápidamente de mi mente. Luego pensé en pedir recuperar mi oreja, pero entonces ya no estaría una parte de mí con Aren siempre, por lo que también lo retiré rápido de mi mente. Aren... Aren... todo mi mundo estaba embutido de su esencia. No paraba de relacionarlo todo con él, por lo que al final le pedía al copo de nieve que Aren me quisiera mucho muchísimo y que cuando me viera me diese un abrazo, no infinita indiferencia. Quería que me dejase de tratar como un objeto que puede ofrecer "favores" y sobre todo, SOBRE TODO que no se buscase otro pez que le mordiera la cola. Eso ante todo.

Sentí entonces como el como se deshacía y rodaba por mi nariz.

Sonreí. Me había dado tiempo a pedirlo.

Continuamos lavando la ropa charlando de cosas insustanciales. Creí que Adela era un vieja loca con la cual no se podía mantener una relación o simplemente una conversación, por lo que me sorprendió descubrir que era... bueno, maja. Vamos a dejarlo ahí.

Una vez hubimos terminado, recogí la ropa mojada para ponerla a cubierto dentro del palacio y continuar con mis tareas.

-Muchas gracias Adela. Te lo agradeceré siempre, si no llega a ser por ti, aún estaría ahí arrodillado. Gracias de nuevo.

Después de pedir su deseo terminamos de lavar, y el me dió las gracias.

-No es nada, rubito- Ahora nevaba un poquito más, pero poco de todas formas.- Bueno, ¿nos vamos?

Entonces emprendimos el camino de vuelta.

-Espera. Se me olvida una cosa. Me acerqué al arbol donde estaba Tristán- que debía medir unos 6 o 7 metros de alto- y le dí un fuerte puñetazo al tronco de este, con lo que bibró, haciendo que el dragón se cayese del arbol y se diera de morros contra el suelo.

-Ala, ahora si. Vámonos.

El chico golpeó su cara con su mano y sonrió. Recogió a Tristán del suelo y nos fuimos.


*se van*

FdR: Silvanus me ha dado permiso para poner eso.

Salía a dar una vuelta por los alrededores del lago, bastante lejos de la orilla. Desde que el líder caeruleus me había soroprendido aquella noche me había venido a purificar alguna que otra tarde cuando el sol aun me dejaba ver si alguien se acercaba a mí. Me gustaba más realizar la purga de noche con la luz dela luna y las estrellas pero había olvidado por completo a los caeruleus que podían ver en la noche sin ser vistos y que me habían obligado a desplazar mi ritual a una zona alejada cerca del río y por la tarde entrada.
Llevaba conmigo mi alabarda, esa que no había utilizado todavía más que para cubrirme. Me detuve un momento y la agarré entre las manos para observarla. Al ver mis ojos azules reflejados en su brillo metálico recordé los bailes de bienvenida al sol y las flores, recordé las canciones tranquilas y las risas de mis hermanas y casi pareció que aquellos momentos se apoderaron de mí mientras empezaba a mover ligeramente los pies a un lado y a otro.
Casi sin darme cuenta había comenzado una de aquellas danzas, moviendo mi albarda como si se tratase de las antorchas que se ofrecían a la diosa, ensimismándome en sentir que ella siempre estaba a mi lado.


FdR: Es algo así como el baile de Yuna de Final Fantasy X

Cuando me cansé y me di cuenta de que frente a mí había un gigantesco palacio lleno de guerreros sedientos de batalla de mi cara se borró la sonrisa que había ido labrando con cada vuelta y me frenté con los ojos fijos en el edicificio. Volví a poner los pies en tierra y me dirigí dentro.

Despues de desperezarme, me fui al lago a pasar el resto del día.

Cogí una caña larga y un par de gusanos de la tierra y me puse a pescar.

Dejé la caña apoyada en una roca y me tumbé mirando al cielo.

*se queda*

Me voy a dar un paseo por el lago después de haber estado leyendo y escribiendo. Me atrevo a impulsarme un poco y tratar de planear para ir acostumbrando y recuperando el ala ahora ya solo bendada.

Después de un rato paseando por la orilla del lugar veo a lo lejos a alguien tumbado con una caña. Al acercarme compruebo que es Silvanus. Debo ventilar mi cama...

- Hey, al fin en pie, mascababas -.Le digo sonriente. Me fijo en la caña. -¿No te dan bien de comer en el comedor? -Bromeo.