Lago

Noté el viento arremolinándose contra mi piel y mis alas. hacía un poco de frío, pero se podía aguantar perfectamente.

Me senté en el pasto frente al lago, me gustaba esa visión. Sonreí y saqué de la funda colgada en mi muslo derecho, mi cuchillo de afilar flechas y, cómo no, saqué una flecha y empecé a sacarle punta.

*Se queda*

Después de una hora afilando flechas, un bostezo salió de mi boca, provocando que unas pequeñas lágrimas se acumularan en la comisura de mis ojos. Guardé el cuchillo en su funda y las flechas en el carcaj. Me estiré, me levanté y volví al castillo.

*Se va*

Llegué al lago. Hacía tiempo que no me pasaba. El invierno ya había llegado a Fulmen, por lo que el número de veces que acudía a bañarme había reducido, así los paseos por el lago. Además, en los últimos días había estado ocupada investigando por mi cuenta. Se suponía que tenía la misma tarea que el líder aether, pero no me había topado con él desde nuestro último y lejano encuentro. Me pregunté dónde estaría y si estaría trabajando. Por su bien, esperaba que sí, aunque era bastante probable que hubiese ignorado el tema como la última vez.

Bufé. La investigación me estaba frustrando. Me sentía, mientras indagaba en el tema, como si estuviese perdiendo el tiempo leyendo cosas que me llevaban a ninguna parte. A pesar de que había encontrado algo, la importancia, o la relevancia de ese algo en el asunto que nos ocupaba era escasa. Y lo peor era que no sabía qué más hacer.

Suspiré. Me acerqué a la orilla del lago y me quité las botas. Las apoyé a mi derecha y me senté. Sumergí los pies en el agua, abriendo las membranas de estos. Luego me pasé una mano por la nuca y volví a suspirar. Tenía el pelo más largo. Necesitaba cortármelo.

*se queda*

Fdr. tirar la house by the window parte 1.

Caminaba con aire meditabundo por ls alrededores del lago y a lo lejos detectó una figura.
Arqueó una ceja conforme se iba acercando, pues no era muy normal que en estas fechas la gente normal metiera sus piés en el agua helada, pero sus dudas se aclararon al ver que era un piscis quien estaba en tal posición. Rió para sí.

A pocos metros de la persona que yacía en el borde del lago, cogió con fuerza su botella y le propinó un tremendo beso a la boca de cristal de esta. Se secó con la manga y habló.

-Hola- digo con un tono un poco más alto del que hubiese deseado, por lo que carraspeó y repitió la palabra, esta vez en un tono un poco mas moderado. Era un piscis bajito y además estaba sentado, por lo que desde tal posición de dominancia, la capitana se llevó las manos a la cadera y le rodeó dando un par de pasos en la circunferencia imaginaria que trazaba el cuerpo de aquella persona, sinedo esta, en centro de ella.

Alguien apareció en el lago, pero no me molesté en moverme. Escuché los pasos del recién llegado, y cogí una piedra plana. La lancé al agua. Llevaba repitiendo ese movimiento desde que había llegado, y la llegada de alguien no iba a interrumpir mi entretenimiento.

El recién llegado habló, carraspeó, y repitió lo que había dicho. Por su tono de voz, parecía una mujer, pero no podía saberlo al cien por cien. Cogí otra piedra, volví a lanzarla y observé cómo rebotaba tres veces sobre la superficie. Luego torcí el cuello hacia la derecha y observé a la recién llegada con los ojos entrecerrados.

Tal y como había supuesto, mi acompañante era una mujer. Una mujer piscis, para ser más exactos. Caminaba con las manos en la cadera y, aparentemente, me rodeaba al andar. Tenía el pelo anaranjado y los ojos negros. Y era alta, mucho más alta que yo. Llevaba, además, ropas ajustadas que realzaban su feminidad.

Esbocé una sonrisa lacónica, y volví mi vista al lago. No la había visto antes.

—Nombre, edad, arma y por qué has venido — inquirí, antes de lanzar una nueva piedra.

La piscis, la cual no dejaba entrever nada bién su condición de fémina, no se inmutó ni un ápice ante la llegada de Bocanegra. La Capitana dejó salir un "pffff" de sus labios y se rascó un glúteo.

Al fin, Blues giró su cabeza hacia ella y se vieron.

La más baja inquirió una serie de preguntas que la joven y audaz Capitana no estaba dispuesta a responder.
La mente de ella trabajaba rápido... aquí había gato encerrado. Un alumno normal y corriente no preguntaría eso... no si respetaba un ápice su vida. Quizás fuese alguien importante, por lo que la Capitana debería andarse con ojo.

-Si eres un alumno, perdona la expresión, te importa una mierda mi edad, mi nombre y el porqué de mi llegada. Si no lo eres...- digo escupiendo en una mano- Bocanegra.- sentenció.- No creo que mi edad sea un dato relevante y es de mala educación preguntarsela a una mujer- dijo con una sonrisa torcida.

En cuanto al motivo, Bocanegra no dijo nada. Estaba demasiado concentrada intentado averiguar si la cosa que tenía delante tenía pene o no.

La piscis no respondió a todas mis preguntas, pero, durante unos segundos, ignoré ese hecho. En aquellos momentos, carecían de importancia si teníamos en cuenta quién era ella. Bocanegra, la pirata que tantos quebraderos de cabeza le ha dado a la armada de Aqua. Una sonrisa lobuna se dibujó en mi rostro. Ahí estaba. Y con una simple carta, podría encerrarla para siempre.

Volví a torcer el cuello, y clavé mis ojos en ella. Me estaba tendiendo la mano, pero ignoré el gesto. No iba a estrecharle la mano a esa pirata, y menos si había escupido. Me puse en pie, aún con la sonrisa dibujada en la cara, y me acerqué a ella, con pasos lentos y seguros. Conforme avanzaba, mis ojos se desorbitaban y mi sonrisa se dilataba. Ahí estaba. Ahí.

Cuando estuve a un par de metros de ella, dejé escapar una suave risa.

—Perdón, Bocanegra, pero me gustaría que respondieras a las preguntas. — Me encogí de hombros y di un par de pasos más hacia ella —. Necesito saberlo.

Una macabra sonrisa brotó de los labios de la líder. Se levantó y caminó hacia ella, con los ojos clavados en La Capitana. Sus ojos parecía querer comerse cada centímetro de la esencia de aquella mujer, que tanto habían buscado y que tan pocos frutos habían dado sus capturas.

La Capitana retiró su mano con el ceño fruncido y se la limpió a su cuádriceps mientras retrocedía a medida que la reducida mujer avanzaba.

-No diré más a no ser que obtenga algo a cambio... ¿una identidad?- sujirió Bocanegra mientras echaba la mano a su botella de whisky y la sujetaba con fuerza.

Estas situaciones tensas le hacían ponerse en guardia sacaban una parte de la capitana que no solía usar. La prudente. El uno contra uno solo le gustaba en medio del océano y ahora no se encontraba en posición para ofender, sino de esperar.

Observé los movimientos de la pirata con interés. Y cuando dijo que no respondería a ninguna de mis preguntas a no ser que me presentase, ensanché la sonrisa. Me extrañaba que le preocupase tanto responder a esas preguntas y que, por otro lado, no tuviese reparos en decir su nombre. Era una pirata buscada. Se suponía que debía cuidar más aquellos detalles. Aunque, por otro lado, su escaso interés por ocultar su identidad dejaban entrever lo orgullosa que estaba de ser quién era.

La miró en silencio durante unos segundos. Cavilaba si merecía la pena decir mi nombre a cambio de sus respuestas. Finalmente, decidí que no, pero que una identidad falsa sí merecía la pena. Ella no tendría por qué saber que le había mentido.

—De acuerdo — murmuré. Esbocé una sonrisa y clavé mis ojos en los suyos —. Sidney Robinson. Pero prefiero que me llamen Sid. ¿Puedes ahora responderme, Bocanegra?

-24 años. He venido en busca de aventuras.- mintió justo antes de tragar dos o tres veces seguidas de su botella.- ¿lo preguntas por algo en especial? - inquirió - ¿o eres uno de los tipos como el moscardón violeta insoportable? - dijo escupiendo al suelo de solo ensar en él.

Estaba nerviosa. Y era extraño... con el resto de alumnos que se había encontrado... había hablado pacíficamente, reido y sobre todo, había mandado ella en las conversaciones, pero en este caso, algo era diferente. No sabía lo qué en concreto, pero no estaba a gusto.

Se colocó los senos en su sitio y se pasó una mano por su pelo vermellón para luego ajustarse el cinturón.

Dió dos pasos hacia el camino de vuelta al palacio. Le vió con los ojos abiertos y negando con la cabeza rápidamente sin quitar la vista de los ojos de ella mientras apuntaba con su dedo hacia Brontë.


-Si no quieres nada más, me largo, a no ser que quieras contarme algo que valga la pena- comentó sincera.

Moví la cabeza en un movimiento afirmativo cuando respondió a las preguntas. Bocanegra tenía veinticuatro años y, según lo que decía, había venido a Brontë en busca de aventuras. La primera respuesta no me sorprendió demasiado (en mi mente era un poco más mayor, pero no demasiado. Tal vez un par de años), pero la segunda sí que me llamó la atención. Me extrañaba que una pirata como ella hubiese venido en busca de aventuras. ¿Se habría cansado ya de atracar? Lo dudaba.

—Lo preguntaba por curiosidad, nada más. — Sonreí —. Yo he venido porque veo que tenemos algo que defender en el Palacio.

No quería decirle que era la líder piscis por si decidía huir. Cabía la posibilidad de que alguien le dijese quién era realmente yo, pero esperaba que, cuando eso sucediese, ella ya estuviese o entre rejas o a punto de ser encerrada.
Observé cómo se alejaba y ensanché la sonrisa. Bocanegra negó con la cabeza y señaló el Palacio. Yo miré hacia allí también. Cuando volvió a hablar, clavé mis ojos en ella.

—¿Te molesta hablar conmigo? — inquirí. Parpadeé — Si quieres irte, vete. Pero tu compañía era bastante agradable.

-Yo no te he preguntado, Sidney, no soy tan cotilla como tú.- dijo desplegando las largas menbranas de sus orejas, que denotaban sus genes caeruleus ocultos para, a continuación, encogerlas rápidamente, como si fuera un acto reflejo.

-Has sido tú quien me ha acosado a preguntas, sin presentarte y de forma muy pasiva hasta que te dije mi nombre, entonces te empezaste a interesar por mí.- comentó enfadada- ¿acaso me conoces? no entiendo que mi compañía sea agradable si no me has dicho ni "hola", así que si me disculpas...- dijo escupiendo al suelo y entornando los ojos, para dirarse en un rápido movimiento e irse.


*se va*

FdR: lo siento, pero es que me tengo que marchar. Disculpas.

Ladeé la cabeza hacia la derecha al ver cómo desplegaba las membranas y la escuché en silencio. Por su tono de voz, no parecía demasiado contenta. Reprimí una sonrisa y me limité a parpadear. Cuando escupió al suelo, retrocedí un paso y luego volví a mirarla. Definitivamente, estaba enfadada. Me pregunté si habría perdido los nervios por algo en mi forma de actuar. Al pensarlo, volví a tener la necesidad de esbozar una enorme sonrisa, pero reprimí el deseo y me limité a mirarla.

No respondí a ninguna de sus palabras y, cuando se fue, sonreí mostrando todos los dientes, como si fuese una bestia. Tras tanto tiempo buscando a esa maldita pirata, al fin el gobierno de Aqua la había encontrado. Ahora sólo tendría que enviar una carta avisando de la situación de la pirata y, en cuestión de días, la armada llegaría a Brontë. Pero, antes de hacerlo, prefería seguir observándola. Por supuesto, avisaría a mis superiores informándoles de la buena noticia, pero en la misma carta les pediría paciencia. A los individuos como ella era interesante estudiarlos, investigarlos. Saber qué les movía y conocer su forma de actuar.

Me acerqué a la orilla y me calcé las botas. Luego, desaparecí.

*se va*

Fdr. no te preocupes :'3 A ver si nos encontramos otra vez ^^

Nadaba en el lago. El agua estaba algo fría, pero mi cuerpo ya se estaba acostumbrando a la temperatura del agua. Aquella tarde, había decidido ir a dar un paseo por las afueras del Palacio. Tras haber dado un par de vueltas por los jardines y por el bosque, había llegado al lago y, al comprobar que no había nadie, había decidido darme un baño a pesar de la época del año en la que estabamos y a pesar de que no tuviese ninguna toalla. Tras desnudarme (hasta quedar en ropa interior), había doblado la ropa y la había colocado en un pequeño montón cerca de la orilla. Luego me había sumergido en el agua.

Di un par de brazadas. No se estaba del todo mal...

Salí corriendo fuera del palacio, ya sin poder contener las lágrimas. Me sentía tan tonta y sucia... Y todo por las palabras de aquel becerro. Corrí hacia el lago ya que era mi sitiofavorito a pesar de que aquel día me hubiese llevado tal susto con el hombre caeruleus. No me importó, solo quería un sitio lo más familiar posible para desahogarme.

Llegué a la orilla y me acurruqué agarrando mis rodillas con los brazos para luego llorar tranquila. En días así deseaba volver al santuario para estar con mis hermanas. Quería volver a casa y continuar mi vida con ellas. "Por favor, ayúdame y dame fuerza..." Susurré entre sollozos a mi amada diosa.

Llegué corriendo al lago, jadeante. Había sido una buena carrera y ya no podía más. No obstante, vi el perfil de una sobra en la orilla y sonreí para mí. Aunque en esta época oscurecía más pronto, y por ese motivo no veía un tres en un bismonte, lo cierto es que era obvio que aquella sombra pertenecía a Inger, pues ella estaba en el lago, como muy bien había atinado yo.

Caminé hacia la silueta sigilosamente, cercándola por la espalda, y cuando estuve al lado salté sobre ella alegremente, abrazándola.

- ¡¡¡INGEEEEER!!!

Restregué mi mejilla contra su espalda mientras trataba de buscar su pecho con mi mano: era un saludo de nobles con confianza.

- ¿Me añorabas? No te preocupes, que aquí estoy, dispuesto a templar tu caliente acero bajo mi martillo de amor...

Continué nadando hasta que escuché la voz de Rick, que me llamaba. Esbocé una amplia sonrisa y me giré, para poder mirar a la orilla. Nada más posar mi vista en la orilla, fruncí el ceño y entreabrí los labios. En la orilla no sólo estaba Rick, sino que también había una chica (de la que habría jurado que era flamma) a la que no había visto antes. Y, detrás de ella, estaba Rick, abrazándola.

Me mordí el labio inferior y comencé a nadar hacia la orilla. Cuando estuve lo suficientemente cerca, alcé la voz:

—¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTÁS HACIENDO?

Clavé mis ojos en Rick.

FdR. cutre post is cutre xD

Me quedé llorando unos minutos hasta que conseguí ir calmándome ligeramente. El aire fresco de allí fuera conseguía relajarme bastante y hacerme olvidar la gente horrible que poblaba el mundo. Escuché unos sonidos en el lago y me pregunté si estaría por allí la líder piscis que siempre parecía rondar el lugar. No me dio tiempo a pensar en ello ya que de pronto noté como unos brazos monstruosos me apretaban sin dejarme huír al tiempo que vlvía a escuchar esa infernal voz gritando un nombre que no era el mío. Los ojos se me salieron de las órbitas al darme cuenta de quién era y empecé a gritar y patalear. "¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡SUÉLTAME, MAL HOMBRE!! ¡APARTA TUS IMPURAS Y LASCIVAS MANOS DE MÍ!" Pero era muy grande y no podía deshacerme de él. Noté como las lágrimas salían otra vez y el corazón me iba a gran velocidad. Estaba temblando por lo que pudiese ahcer ese bruto.

Entonces noté como se rozaba contra mí y decía cosas totalmente asquerosas. Abrí mucho los ojos y sentí un gran escalofrío de repateo. "¡AAAAAAAAAAAAAAAH! ¡¡SUÉLTAME, CERDO!! ¡¡AYUDAAAA!! ¡¡POR FAVOR!! ¡ESTE HOMBRE INTENTA FORZARME!" No podía hacer otra cosa que revolverme en vano y gritar para que alguien escuchase mis gritos de socorro. Quizá ese tipo lo habría planeado todo finjiendo buscar a aquella chica. O quizá pensaba abusar de ella y se había confundido. Sea como fuese el lago era demasiado grande y me inundó el miedo de que nadie me escuchase.

Entonces alguien gritó entre el escándalo que estaba montando y sentí una punzada de esperanza y desasosiego. "¡AYUDAME!" Volví a gritar.

Justo cuando empezaba a iluminárseme el rostro, la chica comenzó a gritar, y por encima de su voz escuché la de Inger. Mis poderosos brazos se separaron sin que yo se lo ordenase, actuando por sí solos, mientras comenzaba a sentir que mi espalda empezaba a sudar.

O había dos Inger (sexualmente genial) o aquella mujer era otra... Así que hice lo más sensato.

- ¡¿Quién es usted, señora?! -grité a la furcia que se había puesto a gritar-. ¡Esta mujer ha intentado forzarme! Y yo creyendo que era mi novia... ¡¡Me da asco!!

Tras mi pregunta, el lago se sumió en un intercambio de gritos. La chica gritaba cosas sin sentido y me pedía ayuda, y Rick respondía a sus gritos con los mismos comentarios absurdos.

Fruncí el ceño y salí del agua. Me acerqué a ellos y, al llegar a junto de Rick, le di una bofetada en la mejilla.

—¡Eso por confundirme con otra! — grité. Luego me giré y miré a la chica. Era completamente diferente a mí. Tenía los ojos claros y el pelo oscuro y corto. Era más alta que yo. Bufé —. Por el amor de Mithos, ¡si no nos parecemos en nada! ¿Cómo es posible que no me distingas? — Volví a mirar a Rick —. ¡Por favor!

Me acaricié el brazo izquierdo con mi mano derecha y me acerqué a la chica. Ahora que acababa de salir del agua, comenzaba a tener algo de frío. Al estar a unos metros de la flamma, la miré y me pasé una mano por la nuca.

—Dísculpale, no quería hacerte nada... Me buscaba a mí, pero no... No por algo malo... O... O sea... No es mal chico ni... No va por ahí haciendo esas cosas —Me pasé la mano al cuello —... Lo que pasa es que... Bueno... Creo que debe de tener algún tipo de problema... En la vista... O algo así... Disculpale, en serio... — Miré a Rick. Fruncí el ceño —. Disculpate con ella, Rick. — Volví a mirar a la chica —. Y... Y... Y eso... ... No tienes por qué preocuparte... Ni nada...

En cuanto me soltó di un brinco para escapar y acabé por caerme en la orilla del lago, mojándome. Aunque ahora no me importaba demasiado, solo quería huír de ese secuestrador. Estaba temblando de miedo, nervios y, en parte, rabia. Esa bestia empezó a decir que le daba asco y que yo había ido a por él. "¡Mientes! ¡Mientes, maldito! ¡Eres un miserable!" Me llevé las manos a la boca mientras lloraba de nuevo ya que aquel tipo me estaba haciendo pasar un rato horrible y me hacía gritar cosas espantosas.

Entonces una chica salió corriendo del agua y lo golpeó. Estaba desnuda y eso me pareció escandaloso ya que estaba mostrando todo su bonito cuerpo a ese animal encabritado. Me recordaba a un caballo salvaje en la época de celo. Ella se acercó a mí y me ayudó a levantarme. Estaba temblando y no tenía demasiadas fuerzas. "Ah... Gra... gracias... No, no me hables de él... Es un..." Lo miré con odio, aunque dudaba que pudiese verme demasiado ya que apenas se veía debido a la caída casi completa del sol. "Por favor, cúidate de él" Abracé a la chica un momento notando su húmeda piel que, en aquel momento, se me hizo bastante reconfortante y me fui de allí corriendo. "¡Pagarás por tu falta! ¡La diosa no dejará impune tu pecado, flamma!" Grité al acosador antes de correr lejos de allí.

El bofetón que recibí me dañó más los sentimientos que el físico. Se me humedecieron los ojos.

- Lo siento, señora desconocida... Creí que eras ella... -. Sorbí-. Lo siento, Inger... No veo bien a oscuras... -. Sorbí-. Acabo de manchar el honor de mi familia, los Dehnel, el de los Nielsen y el de la desconocida, por no hablar de los astandartes que con tanto arrojo defiendo, que ahora no son más que palabras vacías y sucias que ya no puedo... -. Sorbí-. Soy un desastre, un deshecho humano, un despojo de nobleza que pretendía más de lo que era en potencia...

La mujer se marchó despotricando contra mí... ¡¿Qué significaba impune?! ¿Y de qué diosa hablaba...?

- Quizás ahora haya perdido mi apellido... Soy una deshonra...

Escuché las palabras de Rick y negué con la cabeza. ¿Por qué lo tenía que exagerar tanto? Nadie había querido decir eso ni nada... Iba a decirle algo, pero, antes de que pudiese pronunciar palabra, la flamma comenzó a hablar. Alcé ambas cejas, ligeramente sorprendida cuando me abrazó (no estaba acostumbrada a que los desconocidos me abrazasen de buenas a primeras) y me pregunté si no le importaría mojarse la ropa. Iba a preguntarselo (también iba a preguntarle su nombre), pero, de nuevo, antes de que pudiese dirigirme a ella, se fue.

Suspiré. ¿Por qué no me daba tiempo a decir nada? Rick murmuró un par de cosas más (relacionadas con la deshonra que sentía), por lo que me acerqué a él.

—No, hombre... A... A ver, ha sido un malentendido... No pasa nada... ¡Siento haberte abofeteado! Realmente no... O sea... No quería, pero... ... — Suspiré. Me pasé una mano por el cuello —. Sólo ha sido un malentendido, ¿vale...? Nadie ha deshonrado nada...

Me dejé caer de rodillas, y luego a cuatro patas, y luego golpeé el suelo con los puños con furia y sexicidad.

- ¡Sí lo es! Si mis ancestros supieran esto y lo de las viudas yo... No sé lo que haría... Mi nombre está tan manchado que ni siquiera sé cómo disculparme ante esa pobre mujer a la que sin querer toqué creyendo que eras tú, movido por la excitación y el amor... ¡Hasta se me han caído al suelo todas las fresas y los profiteroles que te había traído como ofrenda! Soy un... Desastre... ¡Ojalá lloviera para que mis lágrimas se ocultaran!

Rick golpeó el suelo con sus puños. Escuché sus palabras, sin saber muy bien qué hacer, mientras negaba con la cabeza. ¿Por qué no aceptaba lo que yo le decía? Todo sería más facil si aceptase que todo había sido un malentendido y que, por tanto, no debía castigarse mentalmente ni nada por el... ¿Había dicho viudas? Negué con la cabeza. Tanto daba.

Suspiré, me acerqué a él y coloqué mis manos en su espalda.


—Rick, tranquilo... No te preocupes... Mira. Dentro de unos días, vamos tú y yo a buscar a la chica. Le explicamos lo que ha pasado, que no tenías ningún interés en ella y ya está... Y, bueno, no pasa nada porque las fresas y los profiteroles se hayan caído. Ya buscaremos más, ¿vale?


FdR. PROOOFITEROOOL, BOOOOOOOM!!

Sorbí y la miré, aunque no veía nada.

- ¿En serio? ¿Vendrás conmigo? ¿Y si...? ¿Y si no me perdona y sigo teniendo roto el orgullo?

Estaba destrozado, pero apreté el puño, poniéndome en pie de un salto energético.

- ¡Tienes razón! ¡Soy demasiado heroico como para venirme abajo! ¡Areglaré esto y sabrá que fue un malentendido, ya lo verás!