Lago

La miré de pronto. ¿Una piscis? ¿Sería acaso la violadora piscis o había más piscis por el palacio?

Me estremecí.

- ¿Una piscis? ¿Bocanegra? ¿Có-cómo era ella? -. En mi voz se intuía cierto temor, pero esperaba que mi conclusión no fuera cuerta.

Desde luego, si aquella mujer coincidía con esa piscis, ya sabía de qué le venía el nombre, pues era, sin duda, una sucia.

Alcé las cejas y ensanché la sonrisa en cuanto Rick me miró. Al escuchar su pregunta, sin embargo, no pude evitar arrugar el ceño y ladear la cabeza, pensativa. ¿A qué vendría ese repentino interés? ¿La conocería?

—Pues... Es Pelirroja... Tiene los ojos negros y es muy alta — dije mientras intentaba recordar todo lo que me había llamado la atención de la Capitana Bocanegra físicamente —. Ayer llevaba ropa ceñida y una botella... Psicologicamente... Bueno, ya he dicho que me parecía agresiva, pero parecía que odiaba a Heylel por algo de una misión, aunque creo que eso puede extenderse a todos los hombres... ¡Oh! Y no le gusta mi nombre y prefiere llamarme Wini...

Me encogí de hombros.

—Solo la vi ayer, pero no estuvo mucho tiempo. Se fue la primera y no hablamos demasiado...

Noté algo de sudor frío brotar de mis poros, humedeciéndome la espalda, la nuca y la frente. No podía estar al cien por cien seguro. No quería acusar sin saber, pero...

- ... -. Tragué saliva nervioso-. Uh...

¿Pero y si era ella? ¿Y si había intentado propasarse con Inger? Porque ese mote cariñoso no podía significar más que ansias sexuales...

Dejé de abrazarlo para poder alejarme un par de centímetros, pudiendo verlo así mejor. ¿Qué le pasaba? ¿A qué venía ese interés? Me pregunté si ambos habían tenido algún encontronazo o si le sonaba su descripción física de algo (a saber). A lo mejor a Rick no le caía bien y le pasaba como con Alehyss, que no la podía ver delante.

—¿Te pasa algo con Bocanegra? — inquirí —. ¿La conoces de algo? — Ladeé la cabeza —. ¿O te suena? ¿Te llevas mal con ella...?

La escudriñé con la mirada, aunque difícilmente podía intuírla. No sabía si aquello lo iba a empeorar, además no estaba seguro y no quería acusar sin saber. Lo mejor sería que me callase para no causarle problemas a alguien que quizás fuera inocente.

- Creo que es probable que haya sido ella...- murmuré, temblando ligeramente solo al recordar aquello que había pasado con aquella desagradable piscis.

No quería recordarlo, pero una parte de mí me decía que si lograba encontrarla de nuevo, si solo podía toparme con ella y enfrentarla, quizás entonces pudiera redimirme en parte por lo sucedido.

Esbocé un amago de sonrisa cuando Rick me miró. No sabía muy bien qué le pasaba con Bocanegra, y su actitud caracterizada por la ausencia de alguna explicación solo me preocupaba y confundía. ¿Por qué no me decía qué demonios le pasaba?

Cuando lo hizo, no obstante, pensé que tal vez hubiese sido mejor que no me dijese qué problema tenía con la piscis. Noté cómo mi rostro se endurecía borrando la sonrisa y arrugando la frente y cómo me tensaba. Por algún motivo, no había imagino que Bocanegra podía haber tenido esa relación con Rick...

—Oh... — articulé. No sabía muy bien qué responder —. Ya... Veo...

- No lo sé -me apresuré a decir-. Yo no puedo decir que fue ella si ni siquiera vi a la mujer que me dices.

Me sentía triste y sucio. Hacía demasiado que no besaba a Inger y estaba seguro de que un beso lo facilitaría todo. Esa sensación de necesidad, de tristeza, de añoranza o nostalgia, de angustia... Seguramente todo eso se desvanecería simplemente con un roce de labios, pero ¿quién era yo para pedirle algo así a una dama como ella? No, Rick, era mejor sufrir en silencio que mancillar de tal forma el honor de una dama tan buena como ella.

Asentí inconscientemente al escuchar la respuesta de Rick a mi, por llamarlo de alguna manera, comentario. Al parecer, no estaba seguro del todo... Suspiré. A lo mejor si la viese en persona, sabría decir si era quién creía o no, aunque no sabía si quería saberlo. Si se suponía que íbamos a ser todos compañeros, no creía que fuese buena idea discutir con esa chica (porque era muy agresiva y parecía que no se olvidaba muy fácilmente de las cosas), pero, por otro lado, quería saber si había sido ella o no.

Asentí.

—Pues... Cuando lo sepas... Ya me lo dirás, supongo... — murmuré.

Me puse en pie con lentitud. La mano aún me dolía y me costaba abrirla. Seguramente (de hecho, sí) me había hecho un corte con el golpe y ahora la sangre reseca y la costra me hacían más difícil y dolorosa la apertura y cierre de la mano. No le di importancia, de todas formas.

-Creo que voy a ir a descansar -susurré cansado.

La verdad es que ya era bastante tarde. Quizás el hecho de que ya fuera tan tarde hacía que mi humor estuviera aún peor. Me aproximé a la muchacha con pasos pesados y me agaché al llegar frente a ella, acercándome a su rostro con intención de besar su mejilla.

-Buenas noches -le dije, triste, pero evitando que la voz me teblase. No sería seguir dando pena.

Observé cómo se ponía en pie y, cuando dijo que se iba a descansar, asentí.

—Yo creo que también voy... Es bastante tarde — murmuré, con la vista clavada en el cielo. Al ver, por el rabillo del ojo, que Rick se acercaba, volví mi mirada al flamma y esbocé un amago de sonrisa. Dejé que me besase la mejilla y, antes de que se separase, aproveché para besarle de forma superficial durante unos escasos segundos. Luego retrocedí un par de pasos y me pasé una mano por la nuca.

—Si quieres que volvamos juntos, podemos... — ofrecí.

Cerré los ojos cuando me besó. Necesitaba algo más que eso, pero era suficiente para hacerme sentir algo mejor. Prolongué un instante el contacto y cuando nos separamos esbocé una leve sonrisa. Quería arreglar aquello.

- Quiero que me guíes, como solías hacer... -le dije, clavando mis ojos en donde deberían estar los suyos.

Tomé su mano con fuerza. Era un noble y fiero guerrero, sí, pero tenía también que demostrarle que estaba dispuesto a demostrar que la quería, que era sensible, lo cual gustaba a las chicas.

Con ella cogida de la mano, dejé que me guiase hasta palacio.

- Te quiero -susurré cuando faltaba poco para llegar.

No me atreví a repetirlo, pero esperaba que me hubiera escuchado.

*se van*

No sabía cómo me las había apañado para llegar a aquel lugar a oscuras. De hecho, apenas había tropezado una o dos veces. Sin embargo, no me sorprendí durante demasiado tiempo. No había ido allí a sorprenderme. ¡¡NO SEÑOR!! Por Mithos... Había ido allí a hacer un ritual del que, probablemente, jamás podría redimirme. ¿Acaso aquello que iba a hacer no tenía marcha atrás?

Pensé en lo que había hecho con aquella piscis tan sucia... En lo que había hecho a Inger. En un abrir y cerrar de ojos había destrozado casi todo lo que había creado en aquel lugar. De pronto la puta de Lester no era más puta de lo que yo lo era, ni más cruel de lo que yo había sido con mi preciada caeruleus.

Con la escasa luz que mis débiles hechizos creaban busqué leña por el bosque. Ramas secas, hojas, cortezas... Y lo reuní todo en un llano, junto a la orilla, sin hierbas que prendiesen. Luego lo hice arder y pude ver mi rostro en las aguas mientras el crepitar del fuego me envolvía y llenaba de cierta nostalgia.

El cabello me había crecido tanto que ya no se alzaba imponente, sino que caía sobre mi rostro y semicubría mis ojos, marrones y cansados.

- Pareces un vagabundo, Rick Dehnel... -me dije con media sonrisa cínica, fuera lo que fuera esa palabra.

Me pasé una mano por el pelo, despeinándolo. Me desprendí entonces de mi ropa elegante y lustrosa, de noble, y la quemé en las llamas que había formado, viendo cómo el emblema de mi familia se crispaba al contacto con el fuego. Entonces saqué de un morral que llevaba unos calzones blancos amarillentos, unas calzas marrón oscuro, desgastadas, y una capa raída cubriendo mi pecho desnudo. Todo ello lo había comprado a un pobre hombre, teniendo ya pensado esto. Me quedaba algo apretado, pues la envergadura de aquel hombre no era la misma que la mía, pero me sentía satisfecho de todas formas.

Dediqué al nuevo yo una última mirada antes de apagar el fuego. Luego, tras esperar a que las brasas se apaciguaran, llené mi rostro con hollín.

- Adiós -dije a lo que había sido y había perdido.

Me puse la roída capucha de la capa y me marché.

*se va del lago*

A pesar de que los días empezaban a refrescar, eso no era un impedimento para que, con cierta frecuencia, me acercara al lago. Aquel día, con el suave sol de otoño luciendo en el cielo, tenía especiales ganas de darme un buen baño, y el frío no me amilanó en absoluto.

Con tranquilidad, me fui quitando la ropa, que dejé echa un bulto junto a mi mochila, me estiré y me acerqué al agua. Estaba, por supuesto, muy fría, casi cortante, y un escalofrío me recorrió el cuerpo nada más meter un pie. Sonreí, sin embargo, y continué la inmersión, sabiendo que era cuestión de tiempo que entrara en calor y me adecuara a la temperatura.

Me tomé mi tiempo, mientras jugueteaba con la tierra bajo mis pies y removía el agua con las manos. Finalmente, me animé a nadar, y al poco rato ya buceaba por el fondo del lago, haciendo piruetas y explorando el fondo, que empezaba a conocer bien.

Mientras buceaba, fui buscando cantos rodados y piedras planas que tuvieran una forma adecuada, y los fui recolectando en la orilla. Cuando me cansé de nadar, salí del agua y me dejé secar por el tibio sol que empezaba a declinar, mientras hacía botar las piedras que había recolectado.

*Se queda*

Hacía ya tiempo que había oscurecido, pero aún así, incluso teniendo en cuenta malas experiencias pasadas (no podía olvidar aquel encontronazo con Adela en el bosque, la noche que me había perdido), me sentía reacia a abandonar el lugar. La humedad del ambiente era de lo más agradable, e incluso fuera del agua dejaba extendidas todas mis membranas para disfrutar del ambiente.

En aquella situación, ya con la luna asomada, rodeada de estrellas (pues las pocas nubes que habían salpicado el cielo durante el día se habían disipado) continué lanzando piedras hasta que me pesó el brazo, y cuando me cansé, me quedé mirando el cielo nocturno.

No pasó mucho tiempo antes de que oyera una voz a mi espalda, que aunque reconocí en seguida me hizo abrir mucho los ojos. Hacía mucho tiempo que no veía al líder Caeruleus, aunque su presencia me resultaba grata. Me incorporé y me giré hacia él.

- Buenas noches, señor -correspondí a su saludo-. Es cierto. Debe haber estado muy ocupado.

Me sonrojé un poco al pensar que yo, por el contrario, no había hecho gran cosa en todo aquel tiempo. Sonreí de todas formas, encogiéndome de hombros.

- Bien, supongo, gracias -contesté-. Sigo con mi rutina, y me encuentro bastante cómoda aquí.

Lo cierto es que esperaba fervientemente a que pasara algo, porque me sentía como atrapada en un mismo día que se repitiera una y otra vez, y que yo debía rellenar con mis actividades. La siguiente pregunta de Darvenwish, que no me esperaba en absoluto, me sacó de mis reflexiones.

- Pues... Cumplí catorce en marzo... -respondí, sintiéndome de pronto algo pequeña. ¿Cuántos años tendría él?-. ¿Es importante? -pregunté con curiosidad.

FdR.: Eso, Aren, ¿cuántos años tienes YA? ¿Los has contado bien o se te ha escapado alguno?~

- En realidad, intento que entrenar sea divertido -comenté, pensando en mis continuos baños en el lago, que me ayudaban a no perder mi habilidad natatoria y me ponían más en contacto con mi elemento-. El lago suele inspirarme bastante. Me gusta pasar el tiempo aquí.

Los aduladores comentarios de Darvenwish me hicieron enrojecer hasta la raíz del cabello. Llevaba bastante tiempo intentando ocultar lo que cada vez se hacía más evidente. Dejar atrás la niñez, en mi caso, no traía más que desventajas, y la huella que mi abuelo había imprimido al rojo vivo en mi mente no hacía sino recordármelo.

- Gra-gracias, señor... -balbuceé, sin saber muy bien qué decir-. Supongo que... Bueno, con el entrenamiento... Y la comida es buena...

FdR: Para que me de tiempo a ir y volver sin que seas vieja, guarrilla ... e.e XDDD

Hice una extraña mueca, sin entender muy bien adónde quería llegar el líder con "más posibilidades". Sin embargo, decidí no darle mayor importancia.

Me preocupaba más la forma en que Darvenwish me estaba hablando, y en general su actitud. Aunque en cierto modo me resultaba incómodo, por otra parte no podía evitar pensar que era una forma de hablar del crecimiento que nunca había oído antes. En casa siempre me habían dicho que hacerme mayor implicaba servir a otros, y hasta el momento me había dedicado a huir de ello.

- Nunca lo había visto así -murmuré, tragando saliva y llena de vergüenza. Finalmente, me obligué a mí misma a decir aquello que siempre me guardaba, aunque fuera a regañadientes-. En realidad, yo aún me considero bastante niña... Aún estoy empezando a crecer ahora.

En cuanto Darvenwish soltó mi rostro, desvié la vista a un lado, azorada.

*Desaparece*

FdR: Tenía que ser una bonita despedida u.u

Lo que pasó a continuación fue algo que permanecería en mi mente a lo largo de mucho tiempo, quizá para siempre. Por un momento me quedé helada, rígida y quieta, sin entender muy bien si lo que estaba pasando era real o no. Incluso cuando el líder ya había desaparecido y me había quedado sola, seguí un tiempo más sin moverme, únicamente moviendo los ojos de un lado para otro.

"Recuerda que, aún en silencio, no escapas a los ojos del mundo."

Eché a correr hacia el lago, y me tiré de golpe dentro, para nadar a toda velocidad hacia la zona más profunda. Apenas veía nada, pero las vibraciones del agua me indicaban el camino. Dentro del agua siempre me sentía más segura.

Buceando, llegué hasta una gran roca en el fondo, a la que me abracé con fuerza. Cerré los ojos, sin entender nada. Aquella noche no volvería al palacio.

*Se queda*

FdR.: Aunque se quede, yo no estoy, compréndase xDU
FdR.2: Aren, I just hate you e_____________e


A la mañana siguiente, después de pasar la noche durmiendo en la orilla, recogí mis cosas y me marché al palacio. A pesar de que, una vez había conseguido conciliar el sueño, había dormido bien, aquella mañana seguía dándole vueltas a lo ocurrido la noche anterior, perpleja.

*Se va*

Hacía tanto frío que casi recordaba a la temperatura de Nevus. Aquel tiempo tan invernal me recordaba enormemente a mis actividades allí, y no había podido evitar la tentación de acercarme al lago. Nadar cerca del glaciar era de las cosas que más me habían gustado desde siempre, y aunque al irme desnudando notaba cómo se me ponía más y más la carne de gallina, no me detuve un instante. El sol, oculto entre las nubes, no parecía tener intención de asomar.

Me acerqué al agua despacio y metí un pie. Un enorme escalofrío me recorrió la espalda. Estaba tan fría que cortaba. Sonreí. Podía ver el vapor de mi respiración frente a mí. Hacía tiempo que no tomaba un baño de agua tan fría. Pronto estaba nadando, y pese a que la temperatura del agua no lo propiciaba, no tardé en acostumbrarme y entrar en calor por el ejercicio. Mis membranas, abiertas al máximo, recibían cada gota de agua helada con hormigueos de placer.

*Se queda nadando*

Después de recorrer el palacio saltando sus soportales por enésima vez me dedico a pasear por el lago para alejarme del bochornoso ruido de los alrededores de la contrucción.
Camino con cautela, tratando de mantener ese silencio acompañado por el sonido de los pocos insectos y los copos de nieve sobre los troncos de los árboles.
Extiendo una mano para dejar caer algunos sobre ella, pero rápidamente se vuelven agua que refresca mi palma, es una sensación agradable.

Me acerco al lago para observar cómo la nieve cae sobre él, pues creo que con esta temperatura todavía no se ha congelado. Llevo la cara únicamente cubierta por la tela hasta la nariz y dejo que el aire me refresque mientras camino.