Claro del bosque

Alzo ambas cejas.

—Por supuesto que la hay, y por supuesto que no os la vamos a enseñar, por Mithos.

Por Mithos.
Esas cosas primero: no deberían existir. Segundo: no se deberían saber. Y tercero: no se deberían divulgar. No es algo con lo que uno deba jugar, ni bromear. Y cuanto menos se sepa del asunto, mejor.

—Es una magia mala, una magia que no debería saberse ni estudiarse. No hay razones para enseñároslas a vosotros, los guerreros. Y uno no debería querer aprender a controlar la mente de los demás.

Pese a todo, hablo con bastante amabilidad. Pero, Mithos, no. Esas cosas ni se plantean, por favor, en qué siglo estamos. Ni que fuésemos unos bárbaros descerebrados, no, no.

—Encantado, Frikka Njorthrbiartr. —Sonrío—. Imagino que conoces mi nombre, pero en caso de que no lo hagas, yo soy Svend Rybner.

He decidido tutearla, me resulta más cómodo.

fdr. voz de agnès: unacceptable!!!

Hago una pequeña mueca, pero río, apresurándome a negar. Creo que he dicho lo que no era. Lo que yo quería decir es...

-Me refiero a aprender a identificarlo por si vuelve a pasar algo así. lo del control mental mola, pero supongo que no pido tanto, claro -comento, torciendo la sonrisa.

Respeto, Frikka. Por favor...

Asiento cuando se presenta, metiéndome las manos en los bolsillos para que ganen algo que calor. Ahora que ya no hay lluvia sobre mí se está mejor...

-Lo sé, claro. Déjeme decirle que es usted alguien conocido en el mundo, y aquí, por supuesto. Más que yo, incluso -comento. Mala broma, Fifi.

FdR- Escucho a Agnès en esas palabras XD

La miro de reojo, frunciendo un poco el ceño.

—El control mental no mola, señorita —digo, serio. O repito, más bien. Esa afirmación no se diferencia mucho de lo que acababa de decirle—. Y, por supuesto, hay formas con la que podemos identificarlo, pero para eso es necesario un gran control mágico y un amplio conocimiento de la magia oscura.

Así que no te lo enseñaré, al menos hoy.
Quizá si no hay más remedio, en el futuro, me digne a darles clases sobre estos temas, pero lo cierto es que no me gustaría. Nunca me han gustado estos temas, ni tan siquiera cuando era mi padre quien me enseñaba en vez de mis maestros.

—No esperaba menos —comento, sonriendo—. Sería una verdadera lástima que un príncipe no fuese conocido.

Esbozo una sonrisa traviesa, pero asiento obediente. Creo que diciendo eso no he quedado muy bien, pero quiero que se entienda que no soy una mala chica y que no pretendo realizarlo. Es solo como una opinión.

-Eso tiene sentido -admito-. Supongo que me queda un largo camino que recorrer y todo eso. Entonces tendré que fijarme más. La verdad es que en el momento solo pensaba que eran muy chungos y tal. Es difícil ponerse protector cuando una mano de dos metros amenaza con aplastarte.

Bueno, bueno. Baja Modesto, que sube Svend. No, en serio. Es cierto que lo es. Y parece que lo sabe. Pues muy bien.

-Eso es verdad...-. Termino por, en un momento, agacharme a llamar a Thor, que al final viene, cuando le enseño algo de comida-. Aunque es algo triste también que tenga que estar usted bajo la lluvia, señor príncipe -añado, entretenida. Pero respetuosa, eh.

Asiento.

—Es lo normal. Lo raro sería pensar lo contrario. —La miro. Tardo unos segundos en volver a hablar—: A todos os queda un amplio camino por recorrer, pero espero que lo recorráis. Confío en vosotros.

Hasta en el chrysos, aunque no lo ponga fácil.
Si es que soy un blando. Pero si tantos esfuerzos han hecho para proteger y luchar por Brontë, entonces no veo motivos para no darles al menos ese voto de confianza.

—Desgraciadamente, no se me permite tener a mis esclavos en Brontë, así que no hay nadie que pueda sujetarme el paraguas y tengo que mojarme como todos vosotros. Pero no creas que es habitual.

Hablo con tono serio, pero todo lo que digo es mentira.
Yo soy así como campechano. Bueno, no mucho, claro, uno tiene sus límites, pero sí un poco, ¿no? Yo creo que sí.

Me froto la nariz, algo azorada. Si hace hasta que me sienta bien. Y llevo unos días de bajón, que...

-Bueno, yo lo doy todo. O doy mucho, al menos. Y me pondré las pilas con el pequeñajo ahora también. Promesa de Njorthrbiartr- añado, dando una caricia al bicho, que busca más comida-. Sin descuidar, claro, mi trabajo en todo lo demás, claro.

Me yergo y me estiro un poco. He empezado educada y ahora... Por favor, Fifi. Te ven tus padres y la colleja que te cae...

-¿Esclavos? -repito entonces, mirándolo de reojo, evaluándolo.

No sé si reírme o no. Porque sabiendo lo que sé de Aren Darvenwish... Bueno... No sería lo más raro que he oído...

Sonrío.

—Eso está bien. Espero que la próxima vez que nos encontremos Thor te haga más caso, pues.

Miro de nuevo al animal, ensanchando la sonrisa.
Qué simpático es.

—Cientos de esclavos —respondo, volviendo a mirar a la chica, serio—. ¿No me crees, acaso?

Asiento con las manos en los bolsillos, muy segura. Como para quitarme la razón, Thor se aleja un poco de nuevo. Va corriendo hacia unos matorrales. Ha debido de ver/oír/sentir/oler/loquesea algo. O solo le ha parecido un matorral divertido. No sé bien qué le pasa por la cabeza.

Y lo de los esclavos... Sigo sin tener claro si es un sentido del humor peculiar o la realidad. Termino por reír vagamente, que siempre queda como mejor.

-Bueno, es usted un príncipe. No tiene Lumen fama de esas cosas, pero si la cuestión es si lo creo posible... ¿Por qué no iba a serlo? Poder tiene de sobra.

Sonrío cuando se ríe y termino por negar.

—Realmente no tengo —aclaro. No vaya a ser que lo vaya contando por ahí—. Aunque sí tengo criados, claro.

Suspiro. Luego alzo la vista al cielo. Parece que Blues ya ha terminado con el interrogatorio y que ha sacado lo mismo que siempre: nada. Qué frustrante.

—Si me disculpas, tengo algunos asuntos que atender. —Sonrío—. Espero que volvamos a vernos, Frikka Njorthrbiartr —añado, mirándola, posando un segundo la mano sobre su hombro, dejando ir una suave descarga, antes de desaparecer.

*se desvanese*

Ah, que era una broma... Tiene más sentido y resulta más grato. Claro.
Dejo ir una risa algo tensa. Es que ya me he reído. Pero que no se crea que no es gracioso. No está mal para un príncipe. Lo esperaba más estirado.

-Eso es lo normal, imagino. La diferencia de que cobren a que no lo hagan es sustancial.

Cuando anuncia su retirada de pronto alzo las cejas. Parece que me quedo sin compañía y sin paraguas. Asiento, sin embargo.

-Claro, no se preocupe, señor. Ha sido todo un honor conocerlo-. Creo que se dicen cosas como esa, ¿no?

Y entonces me toca. Sin rollos raros, bueno. No es que aspire a ser princesa...
Enseguida noto la información entrar en mi cabeza y no puedo evitar abrir los ojos, sorprendida, pero para cuando lo busco ya no está.

-Joder... -murmuro, llevándome una mano a la frente. ¿Esto es verdad?

Parece que sí, en todo caso. O yo me siento así...

Lo pruebo con Thor antes de irme, pero no noto mucha reacción. Solo se queda como empanado, pero se pone así a veces. No sé si será su personalidad o...
Sea como sea, acabamos volviendo dentro, huyendo de la lluvia.

Ahora me dan pena los macacos.

*se van*

Kyoti avanza sigiloso, con la flecha sobre el arco y cuidado de dónde apoya los pies. Llega a colocarlos en posiciones extrañas para lograrlo, aunque siempre con cuidado de mantener el equilibrio. No debe salir de la zona boscosa, ni dejar de camuflarse entre las ramas. No puede creerse su suerte. ¿Cómo puede un animal dejarse ver tan fácilmente? Quizás estén poco acostumbrados a ser cazados aquí, aunque al chico le extraña que se desaproveche un terreno como es el bosque.

No será él quien vaya en contra de lo que se le ofrece. Kyoti se sitúa con cuidado. Las sombras cubriéndolo. La brisa contra el rostro. Espacio para ver y apuntar entre las ramas. Tensa el arco, concentrado. Si consigue la pieza, la ofrecerá en las cocinas. Aunque no debería pensar en desollarlo cuando aún no lo ha matado. Las cosas tienen un orden. Kyoti alza el arco, buscando ponerlo a tiro.

*Caza*

Kyoti se tensa al ver venir al animal, consciente de cuánto puede afectar a la situación. Observa a la cierva con atención, tensando un poco más el arco, y en el mismo motivo en que el mugido del bismonte empieza suelta la cuerda y ve la flecha volar hacia su presa, que se ha puesto en movimiento...

La flecha alcanza al animal en el muslo derecho, terminando de animarlo a huir, pero también previniendo su avance. Kyoti ya tiene otra flecha que lanzar, y remata al animal con un nuevo tiro. La cierva se desploma con la garganta atravesada, pero Kyoti espera a ver cómo reacciona el bismonte. Como salga en estampida puede ser un problema.

Dos flechas en un solo objetivo. No es una buena caza. Supone, además, dos agujeros en la piel. No es la forma de conseguir una pieza. Kyoti suspira, algo decepcionado.

Llegué guiado por el mugido de Telma para ver cómo un animal caía al suelo, muerto, y busqué enseguida el origen de la flecha, llevándome la mano a la espalda para tomar a Värdjas, repentinamente alerta. Telma, nerviosa, alternaba los ojos entre el animal muerto y yo, aunque parecía calmada por haberme visto llegar.

-¡¿Quién va?! -bramé, buscando entre las hojas-. Espero que no planearas llevarte una segunda pieza hoy -siseé entonces, en voz más baja.

Mi pobre Telma había tenido que ver algo espantoso. Si hubiese llegado tan solo unos segundos antes...

Al llegar el segundo individuo al claro, Kyoti no puede sino sentir cómo un sudor frío le recubre el cuerpo. ¿Ha hecho algo malo? ¿Está prohibida la caza? ¿Era suya esa cierva? Mithos, ¿qué va a pasarle? Piensa en mantenerse oculto, en huir, pero eso solo lo hará parecer más culpable. Al final, tembloroso y pálido, se incorpora de su posición encogida, aún con el arco en la mano.

-He-e sido yo -balbucea con un hilo de voz, sintiéndose prácticamente desfallecer-. No creí que... No pretendía... Po-por favor, si he hecho algo que... Pagaré lo que sea...

No es capaz de hilar ni una sola frase.

Un chico salió de entre las plantas con un arco en la mano y lo miré con semblante severo. ¿Iba por ahí disparando a todo animal que viese o tenía algún criterio para elegir? Solté a Värdjas, sin embargo, dejándola a mi espalda, revisándolo.
¿Era un guerrero? Para mí una cara nueva, eso no podía negarlo.

-Por suerte no has atacado a Telma -dije, dándole una palmada en el cuello a mi compañera-. ¿Eres cazador? ¿O es por diversión?-. Miré de nuevo al animal muerto, todavía serio-. Debes saber que hay varios guerreros que tienen mascotas, compañeros o como quieras llamarlos. No he oído de nadie que tenga ciervos... ¿Te has informado bien?

Kyoti no sabe qué cara poner. ¿Qué está pasando? ¿Está soñando? Parpadea, boquea un momento, incapaz de hablar, y al final toma aire. Venga, ánimo.

-N-no cazo bismontes -es todo lo que se le ocurre balbucear-. N-no se me había ocurrido qu-que alguien tuviera un ciervo de mascota -. Al decirlo, el agobio crece. ¡¿Pero quién tendría un ciervo de mascota, por Mithos?!-. S-soy curtidor. Cazo mis propias piezas y-y preparo cuero con las pieles. Ta-también pensaba enviar la carne a las cocinas...

No tiene muy claro si lo que está diciendo lo mantendrá a salvo o empeorará su situación. Al menos, él ha recogido el arma. De todas formas, no espera que eso garantice nada.

Enseguida comenzó a explicarse. Y al menos no cazaba bismontes, claro. Pero sí ciervos. Y aquella forma que tenía de ponerse nervioso me decía que había algo más.

-¿Y bismontes? –inquiricé, todavía severo-. Tampoco creo que sea un compañero habitual. Otra guerrera, Lea, no sé si la conoces, tiene un vulpus. Y no he oído hablar de ciervos, pero de todos modos preguntaría por si acaso. Supongo que el servicio sabrá de los animales domesticados que haya.

Quizás estaba siendo algo duro con él, pero mi pobre Telma estaba nerviosa tras haber visto aquello y no podía dejar de pensar que así como había sido el ciervo podría haber sido ella…

Kyoti abre la boca para explicar que la diferencia entre ciervos y bismontes es que los bismontes suelen pastorearse, y por tanto sí se consideran una propiedad habitual, pero se ve obligado a cerrarla ante la mención del vulpus. ¿Qué es un vulpus, para empezar? ¿No es como un perro salvaje? ¿Hay vulpus en Fulmen? Empieza a pensar que se está llevando un sermón que no le corresponde.

-P-preguntaré -asegura, esperando que eso sea suficiente para él.

Con timidez, hace amago de acercarse a la cierva. Se pregunta si puede, al menos, aprovechar la pieza que ha derribado. Quizás él considere que, por respeto a su hipotético dueño, deberían enterrarla. ¿De verdad hay alguien en Brontë que pueda tener ciervos como mascotas? ¿Y los dejan estar en el bosque libremente? Porque Kyoti duda seriamente que él sea el único cazador del lugar. Si hay un vulpus por ahí suelto, en primer lugar...

Tras obtener aquella respuesta del chico terminé por cruzarme de brazos y, finalmente, esbozar una sonrisa, asintiendo levemente. Tampoco iba a llevarlo a las mazmorras por hacer algo como aquello. El aviso estaba dado, pero al final no había pasado nada malo. Nada más allá del susto de Tel, bueno.
Dicho aquello, di un par de palmadas más a Telma, que estaba más calmada y lo seguí con la mirada mientras se alejaba hacia su presa.

-Soy Rick Dehnel, por cierto –le dije finalmente, ya sonriendo tranquilo-. No nos hemos visto antes, ¿no? Eres un guerrero, ¿no? ¿Has llegado hace poco?

Por lo visto, la respuesta que ofrece a su avance es sonreír. Kyoti no sabe cómo tomárselo. ¿Es una señal de que considera que controla perfectamente la situación? ¿Como un padre que decide extender la paz tras amonestar a su hijo?

¿O era...? ¿No sería una broma, no? La posibilidad lo hace palidecer más todavía. ¿Y si es otro como Gerald y Frikka? ¿Y si solo se está burlando de él? Claro, pero ¿y si él le hace ver que se ha dado cuenta y entonces descubre que no era el caso? Está en un callejón sin salida, y Kyoti apenas se atreve a hacer algún movimiento.

Decide limitarse a lo que es natural hacer: tiene que revisar el cuerpo, retirar las flechas y atar a su pieza. No cazará más hoy; por un lado, porque duda que el flamma le permita hacerlo; por otro, porque cargar una cierva es peso suficiente para él. Limpia las flechas y las guarda y procede con la limpieza del animal.

-S-sí, he llegado hace muy poco -murmura, sin alzar la vista-. Aún me estoy acomodando... diría.

El tiempo primaveral lo hace más fácil, pero aún así, Kyoti sigue teniendo frío.

"Muy poco." Entonces era un recién llegado. Y entonces, si era un recién llegado, quizás había sido demasiado estricto. Temí, de pronto, haber convertido mi habitual hospitalidad en desagrado, en severidad.
¡Demonios!

-Yo llevo aquí mucho tiempo. Fui de los primeros en llegar cuando Brontë surgió. Puedo ayudarte si necesitas algo -me apresuré a decir, tratando de sonar animado y amable para borrar mi bronca-. ¿Cómo te llamas, por cierto?

No era sino un flamma, por otra parte. ¡Uno más de los míos!

Telma, por su parte, relajada, volvía a comer hierba.

Kyoti lo mira, tratando de mantener una sonrisa amable que resulta un tanto temblorosa. Uno de los primeros. Mithos, es casi como si fuera un capitán del ejército, o algo así. ¿Y si se ha metido en un lío más gordo de lo que pensaba? Él no tenía malas intenciones...

-S-soy Kot-Kyoti. Soy Kyoti -balbucea, intimidado.

Asegura las ataduras y procede a acomodar la cierva para levantarla. Quizás debería darle el cuero cuando lo haya preparado. Eso podría aplacarlo.

Parecía verdaderamente nervioso. Me froté la mejilla, pensativo. ¿De verdad resultaba tan amenazante? Era todo un guerrero, desde luego, pero me consideraba bastante afable.
Miré a Telma un momento, como esperando una respuesta por su parte. Ella me devolvió la mirada, pero solo rumió, silenciosa.

-Entonces Kyoti, ¿eh?-. ¡Podía hacerlo! Se me daba bien hacer amigos, ser simpático y aquellas cosas-. ¿Vienes de Ignis? ¿Y conoces a mucha gente ya? O... ¿Necesitas algo? Consejos, ayuda para conocer gente, entrenamientos... ¡Rick Dehnel está aquí para ti!

De pronto, parece demasiado entusiasta. ¿Cuál es la situación? ¿Intenta disculparse? ¿Es una amenaza implícita? ¿Tendrá doble personalidad? Kyoti traga saliva, echándose su pieza sobre los hombros.

-Pues... conozco a alguna gente... A varios... No son muchos... me parece -responde, desviando la vista-. C-creo que estoy bien. Es decir. No me molesta que... Bueno, claro que no, me refiero a... S-sí, vengo de Ignis.

Eso sí ha sido extraño.