Cementerio

Cada palabra que me asestaba era como un millón de puñales que me atravesaban. Y lo que más me dolía de todo es que eran todas ciertas. Desde lo del parche, pasando por los abrazos... y asta su última frase era cierta... no dijo ni una sola mentira... ni una...

Buendo se fue, me dirigí a Hewina con lágrimas en los ojos, pero sin llorar y pude ver que ella estaba en la misma situación que yo...

Mierda. Aren tenia razon... ¿a quien quería engañar? mi corazon era suyo y punto.
Me sentía muy mal conmigo mismo... podría haberme matado allí mismo... o haberme castigado... pero no lo hizo... y ... a pesar de pasar de el y decirle cosas horribles, el se dedicó simplemente a decir hechos reales...

Cogí a Hewina de la mano y le acaricié el pelo con la otra.
-No te precupes. No nos va a hacer nada.- dije besándole la frente.

*se van de la mano*

Me adentro en el cementerio para echar una visual... soy nuevo, al fin y al cabo y no conozco la mayoría de los lugares. Es un lugar muy tétrico... pero me gusta: es como yo.
*se queda*

Me había pasado el día en los exteriores, esperando encontrarme con Alexander, pero ya se me había hecho de noche, así qué decidí volver al palacio.

Y entonces le vi... paseando tranquilamente por el cementerio.

Me adentré en el cementerio siguiendo sus pasos, y cuando estuve a pocos metros de él le dije: "Buenas noches... Alexander Price"

Una voz me distrae de mis pensamientos y me giro lentamente. Es la mujer cláritas. La veo de arriba a abajo... realmente es muy guapa y tiene buen cuerpo... quizas se rinda ante mi: al fin y al cabo los caeruleus somos infinitamente mejor: nosotros lo sabemos y ellos lo saben.
Un buho se posa en una rama. Lo veo y sonrio: me gustan mucho los buhos.
-¿y bien?¿que te trae por aquí?¿quiere volver a "tocarmela"?

Alexander dió media vuelta y me vió fijamente. Después se fijó en un buho que se posó en una rama y sonrió, para a seguir decirme aquello.

"¿De qué va este tipo?", pensé.

Decidí ignorar aquello, y le dije: "No, lo siento. No es momento para tocar canciones. Ya sabe... podríamos molestar a los espiritús."

Entonces le dije mientras observaba las tumbas: "¿Sabe? Aquí yace toda clase de personas. Nobles... guerreros..."

"...e incluso sirvientes.", dije mientras lo miraba fijamente a los ojos.

"¿Qué opina? Sirvientes aquí... mezclándose con altos cargos... ¿no le parece degradante?", dije con una media sonrisa fingida.

Comienza a hablarme y cuando termina, le respondo.
-No. Me da exactamente igual: una vez muertos no somos mas que carroña, nos guste o no. Pero mientras esté en vida, si. Los sirvientes no son más que carne con patas. Realmente no deberían enterrarlos como personas. Deberíamos dejarlos en el bosque al amparo de las bestias o tirarlos al mar, para que se pudran lentamente... total:... será por sirvientes- digo con una sonrisa de autosuficiencia.
-¿Que pasa?- digo acercándome a ella- ¿quieres unirte a mi harén de sirvientes tu también? bueno... los cláritas siempre habéis estado bajo la omnipresente sombra de los caeruleus... te guste o no.
-siempre ando con una pluma encima... cuando quieras, firmamos uno de mis contratos: mira una persona inteligente ya me ha regalado su cuerpo, vida y alma ¿ves?- digo enseñándole el contrato de silvanus y guardándolo enseguida-. ese renacuajo enclenque de Silvanus Kettleburn.- dije con una enorme sonrisa.

Alexander vió por donde iban los tiros, y me dijo aquellas palabras.

"Canalla...", pensé enfurecida, mientras mantenía una falsa sonrisa.

"Nada me honraría más...", , le dije. Entonces me acerqué lentamente a él, y una vez estuve a medio metro de él murmuré: "Ebrain aitchbrëa..."

El destello cegador hizo que Alexander retrocediese, tápandose los ojos, y aproveché para coger rápidamente el contrato de donde lo había guardado.

Entonces di un salto hacia atrás para alejarme de él. Cuando me vio desconcertado, conjuré una clair ëm yäk y la usé para destruir el contrato, mientras le decía: "Entonces... el papel es solo eso... papel... ¿no cree? Algo hecho a partir de carroña de árbol... y efímero. Como tu poder en las personas"

Me limpié las manos de las cenizas del ya nulo contrato,y entonces agarré mi báculo con una mano.

Esbozo una enorme sonrisa cuando veo que se acerca a mi posición. Pero entonces una luz enormemente potente me atraviesa las pupilas y, aunque cierro los ojos, ese brillo no se va de mi cerebro.
-Aghh PUTA!- bramo. pero no logro ver nada después del ataque aunque tengo los ojos muy abiertos. Solo veo blanco. Noto su mano en mi chaqueta e intento impedir que me robe, pero es inutil.

Mientras habla, voy recuperando mi visión poco a poco.
Oigo como arde un papel "mierda" pienso con los puños cerrados.

Mi visión estaba casi recuperada.
-Acabas de cometer el peor error de tu vida, maldita zorra asquerosa.- digo mientas me acerco- veo que está armada con un báculo, pero no me asusta.
Vas a ver todo el poder caeruleus en su mayor potencia.
-Âchnam! Âchnam!- dos enormes bolas aparecen en menos de un segundo en las palmas de mi mano y se dirigen hacia ella a una velocidad de vértigo, esperando que ambas den en el blanco: al fin y al cabo es de noche...

Desenvaino los dos pinchos de acero que oculto en mis antebrazos, pasando mis manos por ellos, como acariciándolos pero no le ataco. No quiero terminar con ella tan rápido.

FDR: los pinchos que tiene son como los del Assassin's creed... no se si me explico

Él me lanzó dos rápidas âchnams que debido a la oscuridad se me hicieron difíciles de ver. En aquel corto periodo de tiempo reaccioné protegiéndome con mi báculo. Logré parar una, pero la otra me dio de lleno en una pierna, haciendo que gritase de dolor.

"Maldición... son muy poderosas...", pensé mientras me encogía.

Me había dejado la pierna dolorida, pero no conseguiría librarse de mi tan fácilmente... al fin y al cabo si la oscuridad jugaba a favor de él... mi luz sería mi aliada.

Me levanté y corrí hacia él con dificultad, ya que mi velocidad se había visto reducida debido al dolor de mi pierna, y mientras conjuraba una cläir ëm yäk. Cuando estuve lo suficientemente cerca volví a conjurar ebrain aitchbrëa, y justo después lancé la clair ëm yäk.

Después me escondí como pude tras una lápida.

Esbozo una sonrisa de placer en cuanto oigo su grito de dolor.
Bien, eso me gusta.
Pero la pequeña zorrita parecía que estar demasiado dolida con mi persona como para dejarse acobardar... su pierna parece realmente dañada, pero a parecer no le importa. Esta furiosa y el dolor parece no importarle.
Corre hacia mí mientras conjura uno de sus hechizos, justo cuando voy a reaccionar, ella vuelve a brillar como el sol, volviéndome a dejar ciego por unos instantes, entonces siento la bola de energía en mi vientre.
Afortunadamente, sus hechizos son menos efectivos de noche, por lo que solo retrocedo un par de pasos... pero mi vista sigue dañada, por lo que le da tiempo a esconderse detrás de una lápida.

-¡Cobarde!¡ Por eso nosotros somos mejores!¡No huimos nunca!¡Ese trato entre Cáligo y Lumen nunca debió haber existido!¡Debisteis haber sido extinguitos!¡MALDITOS CLÁRITAS! OS ODIO

Comencé a destrozar todas las lápidas cercanas con mis enormes hechizos... una nube pasa por delante de la luna, tapándola, haciendo que nos quedásemos completamente a oscuras.
-Âchnam! grito y una enorme bola brota de mis dedos, destrozando una lápida, que justamente contiene mi ansiado premio.
La chica está llena de polvo, dolorida, por lo que me acerco a ella y me siento a cuatro patas encima de ella, inmovilizándola. Está bastante débil después de semejante topetazo, por lo que no me cuesta mucho dejarla a mi merced.
-¿que debería hacer ahora?-digo pasandole mi pincho metálico por la garganta- no lo haré tranquila. Si soy un amor...- dijo dándole un beso en la mejilla.
Paso mi mano por su ensangrentada pierna, mientras me dirijo a las profundidades de su vestido.
-Creo que vas a tener que compensarme por hacer que libere a mi esclavo- digo con una torcida sonrisa, mientras le muerdo una oreja. En el fondo me da asco... pero bueno: uno tiene que hacer sacrificios si quiere ganarse el respeto de las zorritas de Brontë.

La lápida se deshizo encima mía, dejando mi cuerpo hecho trizas y dejándome desplomada en el suelo.

Intenté incorporarme de nuevo, pero fui incapaz, y entonces se puso encima mía, dejándome inmóvil. Después de aquellas cosas que me dijo y me hizo, agarré la mano que tenía aquella cuchilla que me había puesto hace unos momentos en la garganta, y le dije con un hilo de voz "Prefiero morir... antes de que...", pero paré porque la sangre empezó a salir de mi boca mientras tosía.

"antes de que alguien como tú me toque...", dije al fin.

Esto había llegado demasiado lejos. No debí haber luchado, pero sin embargo, no me arrepentí de nada. No podía consentir que alguien como él se saliese con la suya, y ahora lo pagaría caro... pero habría merecido la pena.

Cerré los ojos, mientras lloraba y pensaba en Silvanus.

Un sonido siseante cruzó el aire haciendo que una ardiente herida apareciese en la espalda del muchacho tirado sobre la claritas, resonando como un chasquido seco.

A los pocos segundos una figura poco visible para la claritas hizo presencia en el lugar, enrollando su preciada arma, y sus ojos refulgitaron de violeta gracias a la rápida fluidez de la magia en sus cuencas.

-Los guerreros de Brontë no son sucias bestias salvajes y mucho menos los guerreros provenientes del país con la mejor de las armadas -. El líder Darvenwish caminaba y hablaba despacio en un tono manso que delatava su perenne sonrisa hasta que llegó junto a los jóvenes, mirándolos sin bajar un centrímetro el mentón.

-Te creía con mejores gustos...- Se permitió mencionar, mostrando una sonrisa ladina. Hizo un gesto con la mano para que el caeruleus se apartase de la joven y se quedó mirándola. -Y aquí vuelve al nido la meretriz de blanco... ¿que opinará el pequeño Kettleburn de esto? -Se mostró serio por unos segundos y luego alzó la mano enguantada hacia la claritas de forma que su ropa se fundió en llamas oscuras que no dejaban herida sobre la piel hasta que la muchacha quedó completamente visible. Miró al muchacho.

-Eso es lo que vas a encontrar ahí abajo. Yo que tú me lo pensaría dos veces antes de ...ensuciarme -.Indicó, mostrando un gesto entre divertido y asqueado. Como los jóvenes del palacio continuasen tana gitados, el castigo a cuenta gotas para la claritas iba a ser más interesante de lo que habría imaginado.

Justo cuando voy a empezar mi trabajo, oigo un chasquido y luego un dolor agudo en mi cuerpo.
-AGG! que demonios?- entonces aparece Aren de entre las sombras. Mientras habla, yo estoy rojo de ira, dolor y vergüenza.

-Le aseguro que no es de mi gusto, señor... mas bien, creo que me estaba costando digerir esta situacion. Me da asco esta mujer.

Entonces se dirige a ella y hace que le arda la ropa, dejándola completamente desnuda.

-Tiene razón, señor. Gracias por su consejo. Definitivamente, no voy a caer tan bajo.- digo mientras me froto el latigazo. Pero esta cláritas ha roto algo que era mio. El contrato de Silvanus Kettleburn, señor. El contrato que decía que era mio, su cuerpo, su alma y su carne. Esta maldita zorra lo ha destrozado- dije con rabia- ahora tendré que volver a engañarle para que firme algo de tal calibre sin que sospeche...

Se oyó el sonido de un látigo y Alexander gritó, y entonces apareció Aren.

Ellos dos conversan, y Alexander accede y asiente a todo lo que Aren dice, dándole la razón.

"Por lo visto... ya se conocían.... ... ... Tal para cual...", pensé enfurecida.

Después Aren se dirigió hacia mi, y después de decirme aquello deshizo mi ropa con su magia.

Yo me encogí intentando taparme mientras lloraba, y ellos dos siguieron conversando, mientras me humillaban.

Entonces Alexander le contó a Aren lo de el contrato.

El líde caeruleus escuchó al muchacho mientras este daba explicaciones sobre la situación y le agradó sumamente el conocer información de tal calibre. Son sonrisa se ensanchó. Realmente aquel piscis era sumamente idiota. Le gustó también la franqueza del muchacho, mostrando sus intenciones iniciales sin tratar de cubrirlas con excusas baratas. Le divirtió bastante.

Miró a la claritas desde su posición superior y con los ojos algo entornados, dándole unos segundos para que tratase de escrutar en él las cosas que podían pasársele por la cabeza.

-Ante una situación de ataque a la propiedad privada como es esta, el agravio ha de ser enmendado -.Indicó con calma el líder, dirigiéndose a ambos chicos. -Fuera como fuese la calidad de ese trato, el pacto estaba zanjado y relaizado según lo que se me da a entender, por lo que el individuo Silvanus Kettleburn se hayaba a las órdenes plenas de Alexander Price. Siendo así, Hewina Astalde debe reponer los daños causados al legítimo dueño del artículo como causante del incidente -. El líder volvió a mirar a la claritas y amplió su sonrisa. Algunos de los guerreros eran tan idiotas que le dejaban los castigos en bandeja.

-Como líder de Caligo y uno de los encargados en salvaguardar la plena paz en este castillo, ordeno que Hewina ha de tomar el cargo del joven Kettleburn al menos hasta que este recuperar sus funciones plenas al servicio del señotiro Price -.Quiso hacer una pausa y recrearse en el momento para, tras ver la cara de horror de la muchacha, aclarar con una sonrisa de escualo.

-En caso de que la culpable rechace el castigo, pasará a mi potestad -.Sentenció con un tono más relajado y zalamero que daba un toque más tétrico a sus palabras.

Ante las palabras de mi lider, sabias, elegantes llenas de significado y perfectamente ordenadas, una enorme sonrisa se dibuja en mis labios.
Le doy una vuelta entre mis dedos a uno de mis pinchos y me lo guardo de nuevo en mi manga. Mientras que el otro juguetea alegremente con mi pelo.

"Dios... Aren: como molas" pienso mientras espero la respuesta de la chica

Escuché sus palabras aterrada... mientras mi interior se llenaba de ira.

"Señor Aren... debe saber que no hay pruebas de que... de que haya sucedido tal cosa... ", dije mientras me incorporaba, con un hilo de voz.

"No puede someterme... a tal castigo. Él podría estar mintiendo... me ha pegado, y ha intentado violarme... ha atentado vilmente contra mi persona y sin embargo usted le da a él la razón... y me condena a esto... Exijo justicia.", dije mirándolo fijamente a los ojos.

"¿Qué pensarían los demás líderes de esto...?", le dije, mientras volvía a toser.

No había dicho ninguna mentira, y al fin y al cabo sabía que no podría librarme de esto, así que no me quedaría callada. Hay cosas como la libertad de una persona que valen mas que la ley... pero por desgracia, la ley pesa más, y no siempre va cogida de la mano de la justicia.

El líder sonrió de medio lado a las plabras de la muchacha y se acercó unos pasos a ella hasta quedar a poco menos de un metro.

-Aunque no haya pruebas en este momento hay testigos de que dicho contrato se ha llevado a cabo. Apuesto a que el joven Silvanus todavía recuerda perfectamente el momento en que puso su firma sobre el papel. Y, en relación al manuscrito propiamente, en cuanto Barthemius se encargue de encontrar los restos del pergamino te aseguro, ratita, que todo el asunto quedará zanjado. Además, para tranquilizarte respecto a la justicia llevada a cabo, te informaré de que Barthemius pertenece a tu raza y entre sus amplias cualidades está conocer la presencia de dicha magia dentro de un corto periodo de tiempo -.El líder amplió su sonrisa pero no dejó de lado una mueca casi sádica.

-Poco importa a alguien como tú la opinión de la élite respecto a temas tan absurdos. Cumplirás el castigo impuesto siguiendo la ley gerárquica de este lugar si no quieres que se tomen medidas al respecto -. Miró a la claritas de arriba a abajo y se retiró dando la espalda a los jóvenes. Pasos después se giró para decir sus últimas palabras.

-Espero no tener que volver a indicar las condiciones. Si hay algo que odio es tener que repetirme absurdamente -. Se humedeció los labios con su lengua bífida, pues algoque odiaba era la sequedad que le producía hablar de continuado. -Buenas noches y contad con que esté al tanto de vosotros-.

Dicho esto, el líder desapareció del lugar al momento.

*Desaparece*

-Ya lo has oido, querida. Digo dando media vuelta y yéndome del cementerio a paso ligero, mientras suelto una sonora carcajada que hace que el búho que estaba encima de la rama se pierda en la negrura de la noche


*se va*

Ira... odio... y dolor. Esas son las sensaciones que me inundaban en aquel momento.

Cuando Aren se fue Alexander me dijo aquello, y se fue del cementerio riéndose. Se habían salido con la suya... y ambos se jactaron de forma similar.

"Algún día fracasareis... malas personas...", pensé enfurecida.

Entonces me hice un ovillo y comencé a llorar desconsoladamente.

Entré corriendo en el cementerio pero no se veía nada.
Entonces mi descalzo pié tropezó con un montón de cascotes y me caí al suelo.
Me levanté dolorido, pero mis ojos ya se habían adaptado a la oscuridad y ví un montoncito de carne enroscado en el suelo, llorando.
-HEWINA! HEWINA! estas bien?- dije poniénodme de rodillas a su lado mientras la inspeccionaba.- Porqué estás desnuda?

Oí como Silvanus gritaba mi nombre, y entonces lo vi, y se puso de rodillas a mi lado, preguntándome si estaba bien, y por qué estaba desnuda.

"Sil...", dije llorando y sin responder a sus preguntas, y entonces me incorporé léntamente y lo abracé, usando las pocas fuerzas que me quedaban.

La pobre no podía ni articular palabra. Estaba temblando y horrorizada.
Me quité los pantalones y la pate de arriba del pijama y se las ofrecí. Le quedaban un poco cortas las prendas... pero bueno, por lo menos estaban caletitas de mi cuerpo.
Se las puso lentamente, pero estaba llorando y casi no tenía fuerzas, por lo que tuve que ayudarla a vestirse.
La abracé y mi cara tocó una substancia de parecía baba en su oreja. "¿que diantres?" - Hewina... quien ha estado aqui contigo?

Silvanus se quitó su pijama y me lo ofreció. Empecé a ponérmelo, pero no tenía fuerzas para nada, así que Silvanus me ayudo a vestirme lo. Sentía que me iba, y entonces Silvanus me abrazó y me preguntó quien había estado allí conmigo.

"Alexander... y Aren", dije con un hilo de voz, mientras tosía de nuevo. Y entonces perdí el conocimiento.

Ya sabía que Alexander había estado allí... pero ¿Aren? ¿mi Arencito? ¿que demonios? no entiendo nada. Necesito que alguien me ponga al día... todo esto es muy confuso.
Mañana hablaré largo y tendido con Alexander... y Aren, si lo encuentro... tengo ganas de verle.
Entonces vuelvo a abrazar a Hewina, per ella se desmaya.
-JODER, HEWINA! que pesas mucho! no te desmayes ahora! me la cargué como pude y me la llevé para el interior del castillo.


*se van*