Sala de baile

Iba a mantenerlo en secreto, pero al final soy un bocazas. A ver si consigo decir lo justo para no desvelar la sorpresa. Que bueno, tampoco es que sea para tanto, pero es que una sorpresa sería tan interesante..., creo. Me gustaría ver su cara de sorpresa, es decir... Que, por cierto, no sé cuándo es el de Lluvia, y debería averiguarlo, porque no me gusta ser atento con una y a la otra no regalarle nada porque no sé el día. Por una vez que tengo amigas a las que felicitar, ¿no?...

"Planeo apuntarme a una misión." "Me da un poco de miedo, pero aún así."

Frunzo el ceño, decidido. La verdad es que hasta he entrenado últimamente. Tampoco tanto, pero... Está bien, ¿no?
Siempre tengo la sensación de que moriré joven... ¿A dónde pretendo ir?

"Elegiré algo fácil, pero quiero ayudar." "Hasta he estado preparándome."

Y tengo otros intereses. Intereses sorpresa, claro. Tú no debes saber ese tipo de cosas. Y de verdad espero que sea algo fácil, porque yo...
Esbozo una mueca.

"Da algo de vértigo."
<<Eres muy valiente. No sé cómo lo haces.>>

Me recuesto contra ella, buscando un poco de seguridad, como arrepintiéndome ya de haber elegido ir de misión. También estoy algo cansado. Para que luego diga que me voy demasiado pronto a dormir. Pues hoy es la excepción. No puede volver a decirlo en un tiempo, al menos.

Me quedé mirándolo, aún más sorprendida. De misión, ¿eh? Aquello sí que era inesperado. Acabé por esbozar una sonrisa, algo maliciosa, aunque también algo más sincera.

-Oh, ahí no vas a engañarme -repliqué-. Eres un impostor, ¿verdad? ¿Dónde está el verdadero Jun? ¿Lo has encerrado en un baúl?

Suspiré, con cierto cansancio, cuando se acercó de nuevo, pero le rodeé los hombros con el brazo, dándole un apretón de ánimo. Aquello ya parecía más el Jun de verdad. Aunque seguía sorprendida, la verdad.

-Bueno, la verdad es que te pareces más a mí de lo que crees -reconocí, un poco a regañadientes.

Era cierto, ¿no? Los dos habíamos llegado hasta el palacio escapándonos de casa. Aunque él parecía menos convencido de lo que había hecho que yo, pero eso era más una cuestión de terquedad y orgullo que otra cosa. También éramos los dos unos críos, nos gustase o no.

-Yo también tengo miedo de cosas, no soy de piedra -remarqué.

Sonrío, de lado. Desde luego, no es raro que diga. Eso. No me lo hubiese creído ni yo hace unos meses, así que ella... No sé. No me sorprende. Soy un poco cobarde. Demasiado como para que tenga sentido. Pero es su regalo, y es necesario. Se lo debo. También debo viajar para buscar materiales para construir el ala, así tenga que ir a Ventus...

Ladeo la cabeza, curioso. De modo que... ¿A ella? Eso sí es un halago, la verdad. Que me diga que me parezco a ella... Supongo que no habla de mandón, y creo que eso es lo peor que ella tiene. La admiro mucho, así que la que tiene que estar desolada es Massen.

Me acerco, tímido, y acaricio su mejilla con la nariz. Le iba a dar un beso, lo admito, pero creo que no sé hacerlo bien. A Lluvia le di uno en el pelo, creo, o dos, cuando fue lo del ala, pero era un momento especial. Pero ahora, entre que no es tan intenso, la vergüenza y que creo que en toda mi vida habré dado, redondeando, una docena...

"A cobarde no me ganas."

Bostezo un instante. Luego sonrío.

"Te admito mucho, Massen."

Ya está: dicho. Quiero ser como tú cuando sea mayor, y eso que "ya soy mayor". Esa es la verdad. ¿Por qué no decirlo si lo pienso? No hay que engañarse ni que engañar...

No pude evitar soltar una especie de risa, algo sarcástica. Pues anda, que menudas admiraciones más raras. Pero estaba en su derecho, no iba yo a desprestigiar a sus ídolos, ni mucho menos, solo faltaba. El respeto ante todo.

-Si yo lo entiendo, que hay mucho que admirar -bromeé.

Le di un leve cabezazo en la sien. Era raro que me dijera aquellas cosas, porque yo a él lo veía de forma diferente. Jun no me parecía exactamente más débil que yo. Simplemente, me parecía que teníamos cualidades tan diferentes que era difícil comparar. Probablemente bastase con situarnos a los dos en su torre para que fuera yo la que pareciera una absoluta torpe. Me preguntaba si alguna vez él se había parado a pensar en eso.

-Tampoco te subestimes, que a eso tiendes mucho -le advertí.

Al final acabé por soltarlo, que aún se iba a agobiar con tanto cariñito. Y tampoco era yo muy de cariñitos. Quizá fuera el mal humor, que me hacía tender más a ello, porque sino no entendía muy bien aquel ramalazo.

-Deberías irte a dormir -comenté con una pequeña sonrisa, viendo que estaba cansado-. Luego no te funciona bien la cabeza, y a ver qué haces tú sin ella -. Entonces recordé su comentario de antes-. Pero bueno, que tampoco es obligatorio, ¿eh? Como si te quieres quedar aquí toda la noche, asunto tuyo.

Frunzo el ceño. Pero bueno...

<<Pues sí.>> Y lo refuerzo con un asentimiento. ¿Qué hay de malo en admirar a una amiga? Me ayuda, me apoya, es fuerte y ni sueño con parecerme a ella, cuando es la persona más joven que he conocido aquí.

Me froto donde me golpea, más por reflejo que por dolor, y termino sonriendo de nuevo.Si es que ni siquiera sé estar con mala cara más de un minuto. Y menos con ella, que se le contagia y ella funciona de manera exponencial, casi diría, con estas cosas.

<<¿Tú no vas a dormir?>>, inquiro, risueño, mirándola, ya más tranquilo, estirándome en la butaca del piano.

Asiente. De modo que yo también puedo controlar un poco sus acciones, eh... Quizás cuando consiga una comunicación perfecta... Hay que practicar más los signos.

Nos levantamos y salimos. Mañana no me voy a levantar... Ella porque tiene aguante, creo, pero yo...
Ay...

*se van*

Lluvia entró en la sala de música sonriendo, con unas partituras entre las manos. Después de la misión, había decidido aprovechar su tiempo libre en dos cosas: entrenamientos y practicas de piano. Había empezado a ir a la sala de entrenamiento todas las mañanas, y permanecía ahí un par de horas, intentando acertar con las flechas en la diana, y había rescatado las partituras del fondo de su baúl para dedicar sus tardes a tocar, como había hecho hasta antes de llegar a Brontë.

Tras observar la sala con atención, asegurándose de que no había nadie ahí, la muchacha cerró la puerta y se acercó al instrumento. Colocó las partituras en el atril, abrió el piano y observó el teclado. Tomó aire, lo soltó. Apretó los dedos de las manos una, dos, tres veces, y luego, con lentitud, comenzó a tocar, pasando de las notas más agudas a las más graves, sin prestar, todavía, atención a la primera de sus partituras.

Después de un tiempo practicando, la pequeña aether cerró el piano, recogió sus cosas y se fue, sonriente.

*se va*

Tenía suficientemente presentes sus tareas como para entender que, muy probablemente, no debería estar allí en aquel momento. Pero, ¿qué hacer? La gente del servicio parecía empezar a incomodarse cuando la veía llegar, preguntando continuamente de qué tareas podía ocuparse. Por otra parte, no había tenido noticia de más encargos a los que dedicarse, por lo que se sentía un poco perdida.

Por otra parte, aquella sala tenía un algo magnético que la llamaba. Un algo magnético, también conocido como instrumentos. De todos los tipos y formas. Y Ben no podía resistirse a semejante variedad.

Aquella vez, tras pasearse entre ellos, viendo las opciones, se había sentado ante un arpa. Era un instrumento grande, lo suficiente como para que le costase un poco alcanzar todas las cuerdas, pero, al igual que el piano, era fácil de tocar una vez habías probado las distintas notas. Y era un cambio con respecto a su flauta; un cambio notable.

Así pues, Ben punteaba las cuerdas, ignorando aquellas veces en que sus dedos se trababan, dejando ir melodías que conocía bien. Ah, si tuviera un instrumento así en su poder, las cosas serían distintas...

*Se queda*

Atravieso los pasillos hacia el comedor, aún con el arco y el carcaj a la espalda, pero un suave sonido me detiene cuando paso junto a una puerta abierta, y no puedo evitar volverme hacia el interior, curioso. Me asomo dentro, buscando el origen, y no puedo evitar alzar las cejas al ver cuál es. Desde luego, no hubiese dicho que era a la que más imaginaba tocando, pues, según he podido comprobar, no sabe leer. No obstante, no ha habido momento mejor que este para comunicarme con ella. Bueno, sí... Uno en el que no esté ocupada. Pero de todos modos me interno en la sala, con una sonrisa y gesto curioso, acercándome a ella pero guardando las distancias, llevándome una mano al colgante un instante.

Tras un momento de duda, termino por sentarme en el suelo, a una distancia prudencial, sin dejar de mirarla con curiosidad.
Espero no molestarla, que estoy siendo un maleducado que...

Poco a poco, los dedos iban ganando agilidad, y el hecho de sumergirse en el ritmo de la música ayudaba a que los errores fueran reduciéndose. Tampoco había escogido piezas complicadas, eso no habría tenido el menor sentido, con lo que había acabado por formársele una sonrisa en los labios al notar cómo la música iba tomando una forma reconocible.

Por supuesto, no había perdido la atención con respecto a lo que había a su alrededor. Estaba acostumbrada a tocar para un público, a llamar su atención incluso, así que no se vio perturbada en absoluto cuando el joven claritas entró en la sala. Tampoco hizo más que un gesto de cabeza hacia él, sin detenerse, ni por asomo. Una pieza debía llevarse hasta el final.

Y, cuando hubo terminado, estiró los dedos y se volvió con soltura hacia él, con una pequeña reverencia.

-¿Qué hay, camarada? -saludó.

Hago un pequeño gesto con la mano, tímido, de saludo, cuando me mira, y esbozo una pequeña sonrisa. De todos modos, no quiero interrumpirla, así que escucho en silencio (y tampoco es que tenga muchas más opciones) hasta que termina. Entonces aplaudo despacito, sin mucho escándalo, y ensancho la sonrisa cuando se vuelve hacia mí.
Creo que hoy voy a poder sorprenderla. ¡Sin duda! Todavía no he usado esto con nadie que no fuese Lluvia o Massen... Con Lyam escribí de todos modos. Pero con ella no tengo mucha más opción, de modo que...

Me levanto del suelo y me acerco hacia ella, descolgándome el amuleto al tiempo. Una vez he llegado a su lado, se lo tiendo, con la cuerda abierta, indicándole con un gesto que se lo pase alrededor del cuello.

Esbozo una sonrisa, nervioso. Espero que lo entienda, que aún voy a parecerle sospechoso y...

Vio al chico acercarse y lo miró con curiosidad. Siguiendo sus gestos, tomó el colgante que le tendía. Sin embargo, antes de ponérselo lo miró con atención, evaluándolo.

-¿Qué es? ¿Un regalo? ¿Vas regalando estas cosas a todo el mundo o qué?

Ante la insistencia del chico, acabó por ponérselo. Era extraño, desde luego. Le provocaba una especie de cosquilleo. Miró alternativamente el colgante y al chico, mientras jugaba con el amuleto a pasárselo entre los dedos.

-Un poco aparatoso, ¿eh? -comentó.

Abro mucho los ojos y niego, poniendo las manos por delante, cuando pregunta si es un regalo. Desde luego, no me gusta ser descortés, pero no querría que algo tan útil como esto se lo llevase la primera que pasa por una confusión. Y, desde luego, si tuviese que regalárselo a alguien, con perdón, no sería a ella.
Me tranquilizo un poco, sin embargo, cuando ya se lo ha puesto, y hasta me atrevo a esbozar una sonrisa. Ahora será fácil explicarlo.

-Será aparatoso, pero es igual de útil -comienzo, sin mover los labios-. Y creo que así nos irá bastante mejor.

Siento hasta un leve cosquilleo. Siempre me ponen nervioso este tipo de cosas...

Ben tenía la vista fija en el colgante cuando la voz sonó ante ella, pero alzó la vista rápidamente, fijándola en el chico. Llegó incluso a dar un pequeño respingo y soltar el colgante, mirando a Jun con desconfianza.

-¡La leche! -fue todo lo que pudo decir en primer lugar-. ¿Eso has sido tú? ¿No era que no le dabas a la lengua? No me vengas con chismes de mal fario, que me da.

Como tratando de asegurarse de si se trataba del claritas, buscó a su alrededor. ¿Quién sabía? A lo mejor había alguien más en la sala y ella no se había dado cuenta. ¿Intentaban tomarle el pelo, quizás?

No puedo evitar una risa muda al verla reaccionar. Solo de recordar cómo me sentí yo cuando me escuché al principio... Y eso que ahora no lo hago, pero imagino cómo se siente. No es algo que te pase todos los días. Aunque la reacción de Massen fue más divertida.

Señalo el colgante con un gesto.

-Es gracias a eso. Puedo proyectar sonidos en tu cabeza, por decirlo de algún modo. No es nada raro, tranquila.

Tampoco diría que es exactamente así, pero no quiero ir extendiendo el rumor de que tengo un objeto extraño, que creo que sería peligroso. No es que crea que por aquí anden muchos amigos de lo ajeno, pero no es la primera vez que me secuestran, así que mejor ser precavidos.

-Y, desde luego, lo encontrarás mucho más cómodo que tener a un tercero leyendo lo que escribo -. Asiento con cierto ánimo, como si fuese una idea brillante-. Por cierto, ¿dónde has aprendido a tocar el arpa? -inquiero, curioso, mirando el instrumento.

Poca gente habrá en el mundo que toque el arpa y no lea, creo yo.

Ben miró al chico de hito en hito, poco convencida con sus explicaciones. Tomó de nuevo el colgante, sintiendo con más fuerza el particular cosquilleo, y de nuevo lo miró a él, aún con cierta seriedad.

-No me vayas a meter nada raro en la cabeza, ¿eh, chaval? -advirtió, poco confiada.

De todas formas, acabó por aceptar lo que decía, sin más. No iba a dejarse engañar como si tal cosa. Pensaba estar atenta a la menor cosa rara. Sus argumentos, sin embargo, fueron suficientes para que se lo dejara puesto y decidiera no insistir.

Miró el arpa cuando él preguntó.

-Pues aquí -respondió, como si fuera una obviedad-. Esta gente está bien servida de música, ¿eh?

Pongo las manos extendidas frente a ella, entre ambos, como tratando de aplacarla, con una sonrisa algo tensa. Tampoco quiero que se crea que tramo nada malo. Estoy seguro de que soy inofensivo. Menos cuando se escapa todo de mi control, claro. Entonces soy peligroso. Pero eso no lo elijo yo, así que no podría hacerle nada ni queriendo. ¡Y no quiero, Mithos! Claro que no quiero...

-Tranquila. Es solo para hablar. Si no quieres, no es necesario. Puedo irme y...

O buscar a alguien del servicio que me traduzca, pero eso sería un poco incómodo, supongo. Y tampoco es que tenga algo concreto que decirle, bueno. Solo la vi y..., no sé. Me apeteció, diría.

Abro mucho los ojos, con sorpresa, a su respuesta.

<<¿Aquí?>>

Enseguida agito la cabeza.

-¿Aquí? Si no llevas tanto. ¿Cómo has podido aprender en unos meses?

Bueno, tampoco es que sonase a maestra, bien pensado. Si tiene mano para la música, que hay gente que parece más propensa, quizás le haya pillado el truco en unos meses. Tampoco es para tanto, bien pensado.

Me acerco con calma al arma, rodeándola sin tocarla, clavando los ojos en ella. La verdad es que es bonita.
La miro de nuevo, esbozando una sonrisa.

Asintió, sin entender muy bien su insistencia.

-Claro. Aquí. Con esa -señaló el arpa, algo confusa.

Entonces arrugó la nariz, sintiendo cómo la confusión acababa de apoderarse de ella. Se la frotó un momento y negó con la cabeza, poniendo las manos ante sí, tratando de corregirlo.

-Eh, eh, no, espera, para el carro -pidió-. ¿Qué dices? ¿Qué meses? Solo he venido hoy a tocar. No me la estoy apropiando ni nada. ¿Es tuya? Solo la estaba probando, ¿eh? Así, de buenas. Ni le he hecho nada.

¿Sería aquello gorronear? Nadie le había dicho que no pudiera tocar. No se había llevado nada, solo lo había usado y dejado en el sitio. Palabra del niño Efestito. Aquello no tenía nada de malo, ¿no? Si lo tenía, era tan fácil como limitarse a tocar la flauta, que tampoco sonaba tan mal.

Sí que vuelvo a abrir los ojos con cierta impresión, de nuevo, justo cuando habla. La verdad es que sí que me sorprende, sí.

-No, no es mía. Por lo que sé, todos los instrumentos pertenecen a la familia Campbell, al palacio. Pero creí que llevarías practicando desde tu llegada-. Esta vez sí me atrevo a hacer sonar un par de cuerdas, dubitativo, antes de mirarla con una sonrisa ilusionada-. ¿Eres uno de esos genios musicales?

Hago sonar una cancioncilla simple en su cabeza, una que me cantaba una cuidadora de pequeño, y la miro con emoción, inclinándome un poco hacia ella.

-¿Puedes tocar eso?

Sonrió al principio, algo tensa, tratando de deducir si eso significaba que podía tocar los instrumentos o no. Acabó por reír.

-¿Hay genios de eso? -preguntó, entretenida.

Frunció el ceño entonces, dando un nuevo respingo, cuando empezó la música. Miró a su alrededor, aunque no parecía venir de ningún sitio particular. De nuevo miró al chico con cierta desconfianza, aunque acabó por sonreír.

-Creía que era solo para hablar -reprendió, algo nerviosa.

Se sentó ante el arpa y estiró los dedos, antes de tocar un par de notas al azar. Frunció el ceño, recolocándose.

-A ver, repite -pidió-. Despacio.

Si tenía la melodía, podía reproducirla con cierta facilidad.

Asiento, manteniendo la sonrisa. Pues vaya pregunta... El abuelo me hizo estudiar a algunos famosos en su momento, explicando lo importante que era también ese tipo de cultura. Pero si no sabe que existen y no sabe leer, dudo que le suenen.

-Claro. Hay gente que es especialmente buena en música, que está por encima de todos los demás -. Me encojo de hombros, pensativo-. ¿Dónde aprendiste?

Bajo un poco la cabeza, arrepentido, al ver su incomodidad. Dije que podía transmitir sonidos a su cabeza, ¿no...? Aunque, bueno... Sí que dije solo para hablar.

-Lo siento. Me emocioné -le hago llegar, un poco más bajo, con tono arrepentido. Sin embargo no dudo en repetir la música, con algo más de calma esta vez, cuando me lo pide, pasando a mirarla curioso, entonces.

Ben lo miraba, ladeando la cabeza. Su insistencia con respecto a su aprendizaje empezaba a resultarle escamosa. ¿Aprender qué? ¿A soplar una flauta? ¿Había sitios especiales para aprender eso? Se encogió de hombros, sonriendo.

-No sé, por ahí -respondió, algo evasiva-. Tengo una flauta y me gusta tocar. Y aunque suene un poco distinto, la música que sale de cualquier otro instrumento es la misma. No tiene mucha ciencia, no te creas. Si quieres te enseño un poco.

Al final, el chico retomó la melodía, y Ben decidió centrarse en ella y olvidar su origen. Poco a poco, fue arrancando cada nota, al principio con algunas dudas, y poco a poco más seguridad. No era una melodía difícil; hasta podía entreverse qué vendría a continuación en algunos pasajes.

De reojo, observaba al mudito, preguntándose si estaría bien así.

Cada vez me asombra más. Ni siquiera es consciente de su habilidad. Hay tanta gente que querría poder hacer lo que ella hace... ¡Habrá tanta gente que ni esforzándose podría llegar a la mitad de lo que ella tendría solo practicando un poco! Me siento tan... tantas cosas a la vez.

No tarda demasiado en tocar la canción, y sonrío, asintiendo. Me trae recuerdos, aunque suena un poco diferente tocada por ella. Cada uno toca a su manera, al fin y al cabo. Y falta la canción, la letra, por encima, claro...

-¿Sabes leer una partitura? -inquiero entonces, con una sonrisa animada.

Quizás no haya sido una pregunta muy acertada. Pero quizás sepa. Y si no sabe... ¡Eso le daría tantas oportunidades! Yo apenas sé tocar torpemente un par de acordes al piano, alguna canción sencilla, pero sé leer una partitura.
Bien pensado, no me ha servido de mucho. Pero bueno. Está bien compartir más que conversaciones de guerreros con la gente.

Ben sonrió cuando Jun asintió, sintiéndose orgullosa de sus logros. Y, entonces, repitió la melodía una vez más, un poco más rápido, para afianzarla. Cuando hubo terminado se frotó la nariz, satisfecha. Aunque la satisfacción no le duró mucho, pues pronto llegaron nuevas incógnitas.

-¿Qué es eso? -preguntó, curiosa.

Sus dedos, sueltos, seguían punzando cuerdas, medio al azar, medio en busca de nuevas melodías. No estaba muy claro si lo hacía ella a propósito o si ni siquiera se daba cuenta.

Como pensaba... ¡Es un diamante en bruto! O se está burlando de mí, que siendo como soy de crédulo siempre podría ser que... No, no. Me gusta confiar en la gente. Y creo realmente que está siendo sincera. Parece bastante sincera.
Enseguida le envío imágenes de pentagramas a la cabeza. Son cosas simples, que es difícil reproducir una imagen tan exacta.

-¿Alguna vez has visto algo como eso? Así se escriben las canciones -explico, enarcando ambas cejas con curiosidad-. Para que puedas tocarlas incluso si no las has explicado.

Quizás estoy yendo un poco rápido.