Jardines (1) [completo]

-Bah, bah, bah... a ver si te largas a tu casa, niña! que esto es la guerra no un parbulario...!!!- le gritaba mientras se iba.

La verdad es que Adela no entendía que leches hacían niños en Brontë: ella slo cofiaba en hombres y mujeres fuertes, preparados para luchar... y no en mozuelas que se bañana desnudas en una fuente... desvergonzada- musité.

-Yo, senil... JA!- dije en alto, - no caerá esa breba.


*se va*

Llegué a los jardines, con el pelo aún mojado por la ducha, y con un libro en las manos. Lo había cogido en la biblioteca hacia unos días, cuando fui a devolver el que estuve leyendo durante las últimas semanas. El libro en cuestión era pequeño, más que el anterior, lo cual facilitaba cargar con él. Por ello, había decidido ir a los jardines. El sitio me gustaba, y, dado que el libro no era pesado, podría leer allí sin problemas.

Nada más llegar me senté en uno de los bancos cercanos a las mesas, y comencé a leer.

*se queda*

Decidí dar una vuelta por los jardines. Creo que era el lugar mas bonito del palacio... Solo esperaba no encontrarme con ninguna niña repelente por el camino. Mis viejos huesos ya no están para esos trotes.
Arranqué un par de azucenas con la firme intención de llevármelas para decorar mi habitación.

Hacía un tiempo maravilloso y los pájaros no paraban de trinar en medio de aquel silencio.

Entonces eché un vistazo a mi alrededor y un resplandor rojo llamó mi atención: parecía una joven chica y su pelo me gustó mucho, porque nunca había conocido a una persona pelirroja antes. Estaba enfrascada en lo que parecía un libro.

Me acerqué a ella con una sonrisa.
-¿Puedo sentarme pequeña? estos huesos míos están pidiendo descanso a gritos- dije con una sonrisa un poco forzada-. Me llamo Adela, ¿y tu?

Apenas llevaba un par de páginas leídas cuando una voz me hizo volver al mundo y olvidarme de las princesas del cuento. De pie, a unos metros de mí, estaba una señora de sabe Mithos cuántos años. Tenía el pelo de color marrón, y sus ojos, también marrones, eran opacos, lo que indicaba que era una mujer chrysos. La mujer me preguntó si podría sentarse y yo, como toda respuesta, me levanté con rapidez y me eché hacia un lado, dando a entender que podía sentirse.

— Claro que puede usted sentarse aquí... ... — balbuceé. Segundos después, la señora se presentó como Adela y me preguntó mi nombre. Y yo, evidentemente, respondí — Yo soy Inger... Inger Nielsen.

Me pasé una mano por el cuello y sonreí. Me preguntaba que hacía una mujer como ella en el Palacio. Lo primero que pensé fue que igual era del servicio, aunque luego descarté la idea porque me imaginaba que los miembros del servicio tendrían que estar demasiado ocupados como para salir a tomar el sol a los jardines. Luego pensé que tal vez fuese familiar de alguno de los miembros del Palacio. Tal vez fuese la abuela de algún miembro del servicio; o tal vez fuese la abuela de algún guerrero. A lo mejor era familiar de la chrysos "Alehyss Lester"... O a lo mejor era la abuela de... Realmente no sabía de quién más podría ser familiar. De hecho, sólo se me ocurría que fuese familiar de Lester o de algún miembro del servicio. A fin de cuentas, sin contarla a ella, eran los únicos chrysos que había en el Palacio, y el resto de los alumnos no tenían ningún rasgo común con dicha raza...

— ¿Es usted familiar de Lester? — pregunté. Y luego me apresuré a añadir —: Es curiosidad... No hace falta que responda... ...

-¿Lester? pregunté extrañada- lo siento querida, no conozco a esa persona... no me suena tampoco su apellido- Acerqué una de las azucenas a mi nariz y la olí con los ojos cerrados.- no, Inger, querida- doy un suspiro- yo he venido a luchar. como tu- dije viendola fijamente, pero con una expresión dulce.
Entonces cambié mi rostro de repente y pasé un brazo por su espalda, agitándola suavemente- Claro que respondo, hija mia jajaja, no me seas tan tímida, mujer, que yo no te voy a comer un trozo- dije entre risas.
-Bueno, dime: ¿que hace una supuesta guerrera de Brontë leyendo un librito para niños?... dije con una cara re reproche, pero con una sonrisa.

Adela no conocía a Lester. Tampoco le sonaba su apellido. Ladeé la cabeza, preguntándome por quién habría venido a visitar. Sin embargo, estas dudas no tardaron mucho en disiparse. Tras acercarse una azucena a la nariz, la mujer dijo que ella venía a luchar. A luchar como yo.

Boqueé varias veces. Quería decir algo, pero me había quedado sin palabras. Me extrañaba que una mujer tan mayor viniese a luchar. Era raro. Muy raro. Se suponía que las peleas estaban para los jóvenes... ... ¿No? Adela, por su parte, pasó un brazo por mi espalda y me dijo que no tenía que ser tan tímida. Yo, como toda respuesta, esbocé una sonrisa nerviosa, y ella siguió hablando. Ahora sus comentarios hacían referencia al libro qué leía. O, mejor dicho, a qué hacía yo, una supuesta guerrera, leyendo un libro. Un libro para niños.

— Bu... Bueno... Me gustan estos... Libros... — balbuceé, sonrojada —. Son... divertidos... O al menos a mí me parecen divertidos... ... No sé... ... Me gustan... ... — Me pasé una mano por el cuello —. Mucho... ...

-Bah, bah, bah... una chica joven, guapa y lista como tu no puede perder el tiempo con estas ñoñerias, dije haciendo un desprecio con la mano al libro. Tienes que estar con los amigos, y bueno, con el novio y esas cosas- dije entre risas... parece mentira que una vieja te tenga que decir estas cosas jajaja- debería ser yo quien estuviera leyendo, que total, no tengo nada que hacer, debes aprovechar tu juventud, pequeña... me gusta tu pelo, sabes? nunca había conocido a un peliroja- dije con una sonrisa. ¿sabes una cosa? te voy a hacer un gorro de lana, que combine con tu pelo, ¿que te parece? yo si quieres, le hago unos agujeritos para las orejas- dije graciosa, mientras le apretaba suavemente una de ellas.

No pude evitar sonrojarme al escuchar las palabras de Adela. Bajé la cabeza, y me pasé una mano por el cuello, en silencio.

— Bueno... ... Tampoco soy tan guapa... Ni tan lista. — La observé con timidez. Realmente, de sus tres elogios, el que más se acercaba a la realidad era el de joven —. Y, bueno, también estoy con mis amigos... Bueno, aunque aquí no tenga muchos... ... El caso es que no estoy siempre leyendo... ... — Me pasé una mano por la nuca —. Y no tengo novio... ... ... — Negué varias veces. ¿Qué le importaría a Adela lo que tenía o dejaba de tener? —. Y eso... Leer es un... ... entretenimiento... ... Leo cuando no tengo nada que hacer... ... — Fruncí ligeramente el ceño —. Aunque tal vez debería entrenar... ... ...

Suspiré. No sabía que decirle. No quería parecer una maleducada, pero no quería aburrirla con mi vida. Tras permanecer unos segundos en silencio, murmuré:

— Y aprovecho mi juventud... ... ... Creo... ... — La miré de reojo, en silencio —. Y, bueno, gracias por decir que le gusta mi pelo... Si nunca has visto a alguien pelirrojo, está de suerte porque aquí ... ... Aquí hay otro pelirrojo... Rick... Seguro que le cae bien... — Esbocé un amago de sonrisa —. Aunque hace días que no le veo... ... ... — Volví a negar con la cabeza —. Da igual... El caso es que hay otro... — Me callé. Notaba cómo empezaba a liarme yo sola. Y no quería liarme y confundir a Adela. Si lo hacía, seguro que hasta yo me confundiría —. ... Y... Eh... ... Gracias por el gorro... Aunque no hace falta que me haga nada, en serio... ...

Sonreí con timidez. Entonces, nada más agradecerle el gesto, recordé que aún no había devuelto el ungüento que había cogido de la enfermería. Boqueé varias veces, notando cómo el blanco de mi piel se volvía aún más blanco. Seguro que en la enfermería lo necesitaban. Seguro que lo necesitaban tanto que habían decidido buscar al "ladrón". Aunque, claro, yo no era una ladrona. Simplemente lo había cogido sin permiso porque el médico no estaba. Y tenía pensado devolverlo cuando antes...

— Lo... Lo siento... Acabo de acordarme de algo... — Balbuceé —. Ha sido un... placer... ... Gracias por el gorro y todo... ... Pero ahora tengo que... Irme...

Y dicho esto, me fui con prisas hacia el dormitorio, en busca del ungüento.

*se va*

FdR. :_D Tengo que irme

En cuanto se va, miro al suelo.
-Se ha puesto muy nerviosa... Quizas no deberia ser tan efusiva... la pobre parecía muy confusa...- volvía a oler las dos flores que tenía en la mano. Sería mejor llevarlas cuanto antes a mi mesilla de noche, o no adornarían nada...

*se va*

Llegué al jardín algo de mal humor. Hacía demasiado calor para mi gusto. Me acerqué a la fuente, pues el agua hacía esa zona más fresca. Para mi alegría, el servicio parecía haberse encargado de arreglarla, y el agua volvía a brotar. Me arrodillé frente a la fuente y metí los brazos hasta los hombros en el agua. Cerré los ojos y apoyé la mejilla en el borde de la fuente. Se me clavaba en el carrillo, pero no me importaba.

*Se queda*

Llegué a los jardines aún con legañas en los ojos...
Tenía hambre, pero antes de irme a comer, quería tomar un poco el aire.

Entonces, mientras paseaba por los jardines, vi a la enana de Massen ahí, tirada, cual colilla... parecía mareada por el calor.
Esbocé una sonrisa de oreja a... bueno... de oreja a cicatriz mientras me acercaba a ella por detras.

Entonces le cogí la cabeza y se la metí de golpe en el agua, mientras la agarraba fuertemente... no tenía miedo a ahogarla... era una piscis... no nos ahogábamos tan facilmente.

Que divertida era esa niña... mientras pataleaba para librarse de mi atadura.

Sin previo aviso, sentí una fuerza que empujó mi cabeza al interior de la fuente. Sentí el escozor de mi mejilla al rozarse contra la piedra de la fuente y abrí mucho los ojos de golpe. Apoyé mis manos en el fondo de la fuente, intentando librarme de la mano (porque parecía una mano) que presionaba mi cabeza. Al verme incapaz, recurrí a mis piernas, buscando agarrar las de mi atacante para hacerle perder el equilibrio. En un momento dado en que disminuyó la presión sobre mi cabeza aproveché para hacer un gesto brusco con el cuello, que me hizo caer hacia atrás, encima de alguien.

Me incorporé rápidamente, tosiendo y boqueando, mientras me limpiaba la sangre de la mejilla.

- Eres... Eres un estúpido, Silvanus Kettleburn -jadeé entre toses-. Y un abusón y un desconsiderado. ¿Por qué has hecho eso? Yo... -callé, en busca de aire.

Me di la vuelta para marcharme, molesta. No estaba para bromas, y menos esa clase de bromas. Toqué mi mejilla mientras caminaba, intentando hacerme una idea de la forma de la herida.

La niña pataleaba y yo me divertía... lo que no sabía es que realmente le había hecho daño.

Pero entonces, ella se libró de mi, cayendo encima mía. Su pelo me moló toda mi ropa nueva y al caer, mis zapatos brillantes aún desde el primer día, se rascaron contra la fuente. Además, la parte de atrás de mi camisa blanca, se manchó de verdín de la hierba.


Entonces Massen comentó a insultarme... con cierta razón, porque tenia sangre en la cara... Quizas me hubiese pasado un poco. Solo le veía un punt positivo a todo esto: Massen ya no me trataba de usted. Ese era un paso importante.

-E!, perdoname... que yo solo quería divertirme un poco.- dije agarrándola de su pequeña muñeca.- ven aqui... dejame ver eso- dije pasando mi dedo por su herida, puse cara de dolor... en serio... lo siento, entonces babé mi dedo pulgar con mi baba y se lo pasé por la herida.- Ala, Ala, dije dandole una palmadita en el culo. A correr, que ya estas nueva.

A continuación me encendí un cigarro y comencé a fumar, sin darme cuenta del estado de mi ropa y mis zapatos... no me había fijado aún.

¿Qué se había creído? ¿Cómo se atrevía a tratarme así? Aparté su dedo de un manotazo cuando pretendió limpiarme la herida, y lo miré con el ceño fruncido y los ojos brillantes de furia.

- No me toques -siseé, librando mi muñeca de su mano y empujándolo-. Y no me hables como a una cría. No soy una cría. El crío eres tú, Kettleburn, así que haz el favor de madurar y dejar de molestar a todo el mundo con tus tonterías.

Un fuego rabioso se había encendido en mi pecho, y sin saber muy bien como canalizarlo, le quité el cigarrillo de la mano con un golpe y lo pisoteé cuando calló al suelo.

- Y no le restes importancia a lo que te digo porque me saques una cabeza. No te atrevas a menospreciarme.

Y de nuevo me di la vuelta. Menudo estúpido.

Massen parecía realmente enfadada... ¿quien se creía que era esa enana? entonces hizo algo que no me esperaba: tiró mi cigarro al suelo y aún por encima lo pisó de mala manera, dejándolo inservible.

Entonces fui detrás de ella hasta alcanzarla.
La cogí del cuello de la camisa y me la acerqué a la cara, dejándola de puntillas.
-Te tocaré, y te menospreciaré lo que a mí me dé la gana... niñata ¿acaso te crees muy mayor? Mirate... das pena...- entonces eché el humo que albergaba aún en mis pulmones en su cara.

La solté de golpe, empujándola para atrás.
Entonces bajé la cabeza... ¿era necesario perder a una amiga por algo tan simple como una broma que había salido mal?- entonces me vi los zapatos... mis brillantes zapatos marrones tenían unos rascazos tremendos e la punta.

Levanté la cabeza y atravesé con mis ojos a Massen.
Creo que estábamos muy enfadados los dos.


FDR: *UKES QUE AMENAZAN A NIÑAS*

Kettleburn me siguió y me alzó en el aire. Tosí cuando me echó el humo de su cigarro en la cara. A continuación, me lanzó contra el suelo. Cerré los ojos y apreté la mandíbula. No iba a dejarme amilanar, por más que hiciera. Me levanté en silencio y me sacudí la ropa. Luego volví a limpiarme la mejilla y me froté el codo, también sangrante ahora. Lo miré de nuevo. Él levantó también la vista para mirarme a mí. Realmente, no entendía qué estaba haciendo. Primero me metía la cabeza en la fuente, luego pretendía arreglarlo restándole importancia y a continuación volvía a hacerme daño. Negué con la cabeza y tragué saliva, para asegurarme de que no me temblaba la voz.

- No sé por quién me tomas -le dije-. Ni quién te crees que eres. Pero desde luego, si tratas así a todo el mundo, no creo que te duren mucho las amistades.

Pensé en intentar irme nuevamente, pero no quería llevarme más golpes. Ya había tenido suficiente. Si iba a intentar hacerme daño otra vez, al menos estaría preparada para defenderme.

Me había manchado la ropa... por su maldita culpa... estaba que no cabía en mi... quería darle una patada a la niña esa en la cabeza y matarla, como a un maldito boro...
Respiré hondo... ¿que te pasa Silvanus?¿que estas haciendo? solo es ropa... y ella siempre se ha portado muy bien contigo... Callate, dios, has visto lo que te ha echo en la ropa? Ayer Hewina te dejó con el calentón y hoy una enana te mancha la ropa y tu la vas a dejar ir así?... No le escuches, Sil, tu siempre fuiste una persona buena, amable y divertida... ¿porqué te comportas así?

Mi conciencia me estaba volviendo loco.

Pero decidí ser fiel a mis principios y esbozar una sonrisa torcida en mis labios. Saqué otro cigarro y lo encendí, mientras me acercaba lentamente a la piscis.

Entonces sin mediar palabra, la cogí como un saco de patatas y me la llevé de los jardines.


*se van*

Las flores brillaban en la eterna luz que bañaba siempre a Brontë. Infinitos colores destellaban y bailaban bajo mis pies.

Una suave brisa hacía aquella escena mucho más mágica. Mi rubio pelo ondeaba gracioso y al comás del canto le pos innumerables pájaros que escondían sus nidos entre los setos y los árboles.

No pude evitar tumbarme encima de la húmeda y fresca hierba y simplemente: cerrar los ojos.

"Donde estás, Hewina Astaldë" pensé.

Salí a los jardines y vi a Silvanus tumbado en la hierba.

"Ja... ahí está", pensé mientras sonreía con malicia.

Me acerqué a él despacio, y pude ver que tenía los ojos cerrados.

Entonces me alejé de él sin hacer ruído, y cuando estuve lo suficientemente lejos me escondí entre unos arbustos del jardín, saqué mi ocarina y empecé a tocar una melodía breve que interrumpía durante unos segundos, para que le costase más localizarme.

Un precioso sonido... dulce... no era un pájaro... no era un animal... era un instrumento... fuera lo que fuese me arrebató mi momento de relax absoluto.
¿quien sería? justo cuando me levanté para ver de donde procedía el sonido, este paró de inmediato.

Entorné los ojos, ¿me estaban tomando el pelo?¿que demonios?
Entonces volvió a sonar durante unos segundos, pero me pilló desprevenido y no pude localizar su posición.
Me estaba cogiendo un berrinche de aúpa.

Di unos pasos hacia delante, pero nada...
Entonces me rendí. No iba a encontrar a esa persona en unos jardines tan grandes, por lo que me senté en el suelo, con las piernas y los brazos cruzados, hinchando mucho los carrillos y con los ojos entornados. Me estaba desesperando así que ahora me quedaría muy atento, para percivir cualquier movimiento.

Observaba a Silvanus escondida entre los arbustos, mientras me reía sin hacer ruido.

Él optó por sentarse y permanecer atento, mientras miraba a todas partes. Como no había gritado mi nombre supuse que no se había dado cuenta todavía de que era yo, entonces decidí hacer los sonidos que había usado como reclamo para Tristán aquella vez en el bosque cuando Silvanus lo buscaba, para ver si así se daba cuenta.

Oí un sonido familiar... ¿donde había escuchado yo eso antes?
Entonces me acordé: El bosque, Tristán perdido, un reclamo...HEWINA!

Que bruja era... jajajaja. Pero bueno, si quería jugar al escondite... no tenía nada que hacer, puesto que yo tenía un as en la manga que ella no poseía: Tristán.

Lo saqué de mi bolsa y lo espabilé un poco, puesto que estaba medio adormilado.
-Venga muchacho, busca a Hewina, que está por aquí escondida.

El dragón alzó la cabeza y movió las pequeñas aletas de su nariz. A los pocos segundos, el dragón emprendió el vuelo rápidamente, desplegando sus brazos y dejando que las membranas que cubrían a estos se desplegasen, otorgándole el preciado don del vuelo del que tanto abusaba el condenado.

Seguí su frenético vuelo hasta que me acerqué al seto donde estaba Hewina.

FDR: si, efectivamente, Tristán es como el dragón de Harry Potter 7.2 (el blanquito ese, pero Tristán es rojo y enano jajajaaj)

Él saco a Tristán, que acudió al reclamo delatando mi posición.

"Oh, pues se va a enterar", pensé.

Cuando Tristán se metió entre los arbustos lo metí en mi bolsa, y aproveché para esconderme rapidamente en una estatua que había al lado.

Mientras, Silvanus se acercaba victorioso hacia el arbusto en el que estaba, y una vez estuvo al lado de este empezó a buscarme dentro, pero yo mientras lo observaba, asomándome por la estatua. Me puse rápida y sigilosamente detrás de su campo de visión para que no me viese, y mientras me saqué el pañuelo que llevaba en el cuello. Después me acerqué a él sigilosamente por detrás, y le vendé los ojos con el pañuelo.

Él gritó asombrado, y cuando se llevo las manos a la cabeza para quitarse el pañuelo se las agarré, y con una cuerda que había cogido de la sala de entrenamiento le até las manos por detrás de su espalda.


Después le susurré al oído: "por malo...", y le besé suavemente en los labios mientras me reía.

Tristán se metió en los arbustos y yo detrás de el unos segundos despues... pero justo cuando creí que había encontrado a mi chica... nada... ni chica, ni dragón ni ocarina... nadie.
-¿Tristán?¿Que demonios?¿Donde estás?

¿Como es posible? No entiendo nad...- entonces antes de que pudiera reaccionar, alguien me tapó los ojos con un cálido pañuelo que me impedía ver absolutamente nada.
-¡Eh! ¿Que diablos pasa?, entonces quise quitarme el pañuelo de la cara, pero sin previo aviso, mi acosador cogió mis manos y las ató a mi espalda en un rápido movimiento.

-Entonces ella me susurró al oído y me dí cuenta que esto era una venganza por haberla dejado ayer con el calentón encima.

Y sin previo aviso me besó en los labios.
-Hew, porfa... no me hagas esto, dije con una sonrisa.

Yo no podía ni ver ni mover mis manos... así que ella tenía el control... que faena.

"Ni porfa ni nada, hoy estarás todo el día así, como castigo", dije enfurruñada.

Entonces abrí mi bolsa y cogí a Tristán, y le dije : "Ala, ya puedes salir pequeñín".

El dragón miró a Silvanus extrañado, pero finalmente se apoyó en su cabeza, sin darle importancia a que tuviese esas cosas puestas.