Jardines (1) [completo]

¿silvanus?¿donde había oído yo ese nombre?
LEÑE! era el niño-niña! que le habra pasado?
-Bah! ya se de quien me hablas. Mira, es mejor que dejas las cosas como están. Lo mejor que puedes hacer es dejar que pase un tiempo para que las heridas cierren y si os volveis a encontrar, no volváis a mencionar ese tema. Es decir: enterradlo y, si tan amigo tuyo era, pues es mejor conservarlo, ¿no crees? no dejeis que una riña os separe. Ademas, me apuesto un brazo a que era algo del embarazo de esa chica... ¿como se llamaba?¿Ladiwa?¿Jerina? bah, esa. Ella me dijo que el pobre estaba un poco angustiado por ese tema.

Alzo las cenas al escuchar a Adela y pongo una mueca de poca convicción. Espera algo mejor de una mujer de su edad.

- Sí, claro, mejor enterrarlo y ya si eso que nos explote en el pecho... -Comento desanimado. Aunque en parte sí quería ahcer eso. No volver a oír más acerca del tema, no volver a mencionarlo. Las veces que había salido delante de mí acababa poniéndome enfermo...

Entonces menciona el embarazo de Hewina y abro mucho los ojos al verla.

-Ah, ¿lo sabía usted? ... Bueno, sí, supongo que podría reducirse a eso...- Comento, algo triste. -Mire, la verdad es que no sé a donde va a llegar todo esto... Pero espero que al menos sea a algo bueno -.Miro al cielo y me pongo en pie, sacuéndome el pantalón. Luego recojo mis cosas.

-Gracias por su tiempo, señora Ungilde, pero ahora mejor me voy a dormir. Si no le importa, nos vemos enotro momentos -.Hago una pequeña reverencia con un ala y me pongo en camino de las habitaciones con las cosas bajo el brazo derecho. Suspiro. Ahora que me he relajado un poco ya no veo tanto drama. Igualmente, sigo molesto, o preocupado o a saber...

*Se va*

Pobre niño... parecía cansado, así que decide irse a dormir.
Dejo de brillar y suspiro.
-Espero que le valla bien a esos dos camándulas...

Decido irme yo tambien... es tarde

*se va*

Me senté en la fuente muy contento: ayer había sido un dia genial. Aquelñ lider... bueno... era un lider genialoso. Me remangué los pantalones y metí las piernas en las frías aguas de la fuente, mientras las movía de alante atrás, mientras tarareaba la canción que ayer Nagorr cantaba en las termas. Que genial era aquel tipo. Ya me había caído bien por su forma de ser, pero eso de que fuera el amigo de Aren... Buah!... algún día nos iremos los tres de fiesta.
Mojé mis manos en el agua y me las pasé por la cara y la cabeza. Entonces noté al pasar mi manbo, que la herida de mi cabeza estaba ya en parte curada de un dia para otro.
-Ala... y esto? ¿como se me ha curado la cabeza tan rápido?- entonces recordé que ayer Nagorr me había rebuelto el pelo... quizás él hubiese echo magia para curarme sin que me diera cuenta...

*se queda chapoteando un rato*

Hace un día maravilloso para pasear con las manos en los bosillos y estirar un poco las alas. Los jardines estaban muy soleados y se estaba estupendamente allí. Mucha tranquilidad, los pájaros reboloteando, las moriposas danzando... Ains... Estaba muy contento, la verdad.

Encuentro a Silvanus cuando me aproximo al centro de los jardines. Cómo no, metido en la fuente. Algún día le fabricaría una pecera portable...

-Te vas a encojer más de lo que estás -.Le digo sin acercarme mucho al agua.

Estaba feliz pensando en Aren cuando una voz me despertó de mi pensamiento.

Era Heylel, percía de buen humor... siempre con sus comentarios para hacerme saltar...

Saqué las piernas del agua y metí la cabeza en ella desde fuera antes de contestarle. Estaba fria.... era genial.

-Que sepas, mi emplumado amigo, que a mi no se encoje nada nunca... no como a otros... Algún día deberías mojarte als alas, como experimento... quizas se te queden pequelñitas, como una gallina... y quizás así descubras tu verdadera personalidad.
Me escurrí el pelo, puesto que el agua se me escurría por loa cara y pasé mis manos empapadas por la cara de mi amigo.
-Tengo algo que contarte.

Escucho a Silvanus cuando trata de molestarme, pero yo sigo riéndome de la forma en que se molesta.

-Ya se te ha encogido el cerebro -.Le comento cuando saca la cabeza del agua. Entonces viene y me moja la cara -con esfuerzo, porque es un tapón-

-Venga, hombre, primero llégame a la cara para hacer eso -.Comento riéndome, pasándome el dorso de la mano por los ojos. Hace calor así que tener la cara húmeda es agradable.

Le puse una mano en la cabeza para que parase quieto.

-Bueno, pues quieto y cuéntame -.Le digo, mirándolo con curiosidad.

-Mas quisieras... mi cerebro está en continuo crecimiento, chaval!.
Cuando me dijo que antes de hacerle eso deberia llegarle a la cara, me crucé de brazos e hinché los morros- Si estuviera a tu altura te haría otras cosas...
Me senté a su lado y comencé a contarle que ya no iba aser papá y le enseñé la herida de la cabeza y como había sido todo y esas cosas y como conocía a Nagorr etc.

Cuando terminé, solté un suspiro y me senté dentro de la fuente con ropa y todo. Hacia calor.

-¿que te parece mi vida? jajaja

Después de sus tonterias Silvanus se sienta en la fuente para contarme eso que tenía que contar con lo que me siento en el borde de la fuente.

Silvanus me contó que, finalmente, ya no sería padre. Eso resultaba una buena y mala noticia. Por una parte me alegraba que ya no estuviese agobiado ya que, cuando uno es demasiado joven y no se siente preparado, un hecho de tal calibre puede desmembrar sus planes de vida. Pero por otra habría sido muy bonito que ambos tuviesen esa fiel muestra de amor. Me contó también a cerca de su nuevo encuentro con el líder de Caligo y su proposición suicida. En ese momento no supe muy bien como sentirme ya que siempre me daba rabia que el líder caeruleus siguiese por ahí hiriendo a la gente impunemente y, por otra, ¿por qué silvanus se lo había propuesto a él? ... También me comentó que, en caso de que no aceptase, me lo propondría a mí. Me sentí algo extraño... Habría aceptado con gran felicidad aquello y por supuesto no habría dejado a Silvanus en coma. Y, sin embargo... No quise pensar en ello o acabaría sintiéndome mal conmigo mismo.

Finalmente me da una última buena noticia -¡al fin!- sobre que había conocido a Nagoorr y lo amable y divertido que era. Es el único momento en que me animo a comentar algo.

-Sí, ese tipo es genial. Una magnífica persona. Cuando se enteró de que estaba casado me dio un colgante para mi mujer -.Comento sonriendo, recordando con alegría aquel momento.

Entonces menciona que ambos habían estado hablando de sus buenas opiniones sobre el líder de Caligo... Vaya, no pensaba que aquella gran persona pudiese tener aquella opinión de un ser tan "especial".

- Pueees, tu vida es realmente problemática -.le comento todavía riendo, aunque realmente tenía una mezcla sentimental que superaba con creces cualquier coctel: Preocupación, indignación, asombro... ¿enviadia?. Rasco la cabeza mojada de Silvanus y le doi un pequeño golpe. -Con la edad que tienes deberías ser más precavido -.

-EEEE! PORQUÉ A TÍ TE DA COSAS ESE SEÑOR? yo también quiero!... si me diera un colgante o algo bonito, se lo regalaría a Aren, y entonces ZAAS! lo tendria en el bote!
Y entonces viviríamos juntos, y dormiríamos juntos y comeriamos juntos y nos bañariamos juntos y gobernariamos cáligo juntos y pasearíamos juntos y todas las cosas que se hacen juntos...
Me dijo que debía ser precavido por lo que esbocé una mueca... si, precavido y aburrido como tu no? Heylel- dije echándole un brazo por la espalda y con el otro haciendo un semicírculo en el aire- tienes un mundo maravilloso a tu alrededor... y tu- dije viendolo a los ojos... te dedicas a adorar a una mujer que estátan lejos... de verdad... que aburrido eres... aunque claro... quizás estés muy enamorado de ella... en tal caso, deberías decirle que se viniese para acá.

-Eeeh, no seas crío -.Le digo soltando una carcajada. Entonces empieza a decir eso de que le regalaría algo bonito al líder caeruleus y se ensueña en una extraña vida que, solo de escucharle, hace que me sonroje de pura vergüenza, abriendo un poco más los ojos.

- ¿Pero tú no te habías olvidado de eso para amar a Hewina? Anda, cálate, cállate ya que no quiero escuchar más sobre eso... -Comento con cierta vergüenza poniendo una mueca con los ojos apretados mientras me tapo los oídos.

Entonces me agarra por el cuello haciendo que encorbe un poco la espalda y lo miro extrañado mientras me habla. Cuando acaba me río y me libero de su de su agarrón.

-No necesito un "mundo maravilloso" para pasármelo en grande -aunque me creas un aburrido-. Mi mundo maravilloso está donde esté Gabrielle o, simplemente, donde pueda imaginármela -.Comento ampliando una sonrisa encantadora. -Además, tú deberías entender eso si vas diciendo esas cosas de Darvenwish -.Le comento, dándole un golpe en el hombro. -Ya le he dicho que viniera, a ver si se anima-

parece que a heylel no le gustaba mi mundo de fantasía, por lo que dejé de hablarle de eso... aunque me habría pasado así todo el dia.


-Que genial! rtengo ganas de ver a la santa martir que te aguanta dia si y dia tamien para darle mi más sincero pésame. jajaj- salí de la fuente y me despedí- bueno, nos vemos dije dandole un abrazo "humedo", puesto que lo dejé todo mojado- Chao!

*se va*

Me rio cuando Silvanus hace su comentario antes de que salga de la fuente. Entonces se despide y me da un abrazo.

Voy a apartarme porque no quiero mojarme la ropa como ese idiota, pero entonces recuerdo que no habíamos hablado desde la vez que salí malhumorado de la biblioteca. Era extraño, ya ni me acordaba de haberme enfadado con él, pero le debía una disculpa. Acepté su abrazo.

- Pórtate bien. Ah, y te debo una disculpa -.Comento risueño. Por la cara que pone parece que no se entera mucho de por qué me disculpo, pero no importa. En pocos segundos lo pierdo de vista.

Miro a mi alrededor y me miro la ropa. Voy a tener que pasear un rato más para secarme. Bueno...

*se va*

Caminaba por los jardines, con lentitud, sin prisas. Con la mirada clavada en el cielo. Había terminado de explorar los exteriores del Palacio.

Sonrió. Ahora podía dedicarse a otros asuntos más interesantes, como el jefe de Kettleburn. O como el propio Kettleburn. Aquel bocazas seguro que podía contarle más cosas acerca de Brontë. Cosas interesantes, claro. Por cosas insignificantes no perdería su tiempo con el piscis.

Iluminó un poco su cuerpo. Sólo un poco. Lo suficiente para poder ver bien. Dio un par de zancadas largas y se acercó a uno de los bancos que había en el jardín. Ahora que había terminado la exploración, podía sentarse y contemplar la noche. No sabía por qué, pero se le había antojado agradable ver la luna.

- Tan blanca como siempre, doña Luna - murmuró, antes de sentarse.

*se queda*

Paseaba por los jardines antes de irme para cama... hoy había sido un día duro... y quería despejarme un poco.

Entonces vi un pequeño fulgor que me llamó la atención, por lo que mis curiosos pasos me llevaron asta Lyam.

estaba embobado viendo la luna, por lo que decidí acercarme lentamente por detrás de él y taparle los ojos suavemente con las manos.
Me vendría bien despejarme un poco con el.

-¡Hola! dije destapándoselos y sentándome a su lado.

-¿que haces?- pregunté mientras hacía círculos en la tierra con mis zapatos.

Tristán, que nunca había visto a Lyam, miró con extrañeza al joven y le olisqueó una mano desde el banco.

Alzó una ceja cuando alguien le tapó los ojos con las manos. Pero no dijo nada. Total, el asaltante no tardaría en identificarse. O al menos asó recordaba ese juego.

- Hola, Kettleburn.

Y así fue. El piscis, que era el que le había tapado los ojos, no tardó en saludarle. Y después, tras destaparle los ojos, se sentó a su lado. Lyam sonrió, jocoso.

- Tenía pensamientos profundos mientras miraba la luna. ¿Por?

Ensanchó su sonrisa. Miró de reojo al dragón (que debía ser de Kettleburn) y apartó la mano de su hocico.

Reprimo una risa con la mano.
-¿pensamientos profundos viendo la luna?- entonces le golpeo con el codo mientras alzo las cejas repetidas veces, con una picarona sonrisa en mis labios- ¿no estarías pensando en un ligue o algo asi? jajaja.

-Ah! por cierto ¿sabes? mi jefe ayer me dio un premio.- dije sacando la funda de cuero y rubíes que me había dado Alexander, con el fin de darle envidia, al fin y al cabo, para algo de lo que podía fardar, no iba a perder la posibilidad- ¿a que mola? Ahora Altheda, que es como se llama mi daga, está super genial guardada en esta super mega genial funda... si es que tengo un jefe que no me lo merezco jajaja.


Lyam apartó rápidamente la mano del hocico de Tristán. parecía que no le gustaban los animales mucho... o por lo menos los dragones.
Tristán gruñó e hizo un amago de mordisco. No le gustaba este tipo, por lo que dio media vuelta y se metió en mi bolsillo.

Puso los ojos en blanco. ¿Ese chico no conocía la ironía? Dio por hecho que no después de que el piscis le golpease con el codo y alzase las cejas, con una picara sonrisa en la cara.

Esbozó una sonrisa sesgada.

- Claro. Pensaba en ti, Kettleburn. Me vuelves loco. En serio - dijo, con tono monocorde -. La luna me recuerda a tus ojos. En serio. Créeme.

Esperaba que no lo hiciese. A saber con qué le saltaba. Lo miró de reojo. El piscis había sacado el regalo que le había hecho su jefe. Una funda de cuero con rubíes. Interesante. Lyam sonrió. Sin duda, era un buen premio.

- Vaya, ¡qué chula! Eso sí que es un premio y lo demás son tonterías, ¿eh, Kettleburn? Qué suerte tienes. - Ensanchó la sonrisa -. Ahora ten cuidado, no vaya a ser que alguien te la robe. Ya sabes... - Lyam se acercó al oído del piscis y susurró -: La envidia es muy mala. Seguro que algún desalmado, de saber que tienes semejante funda, intentaría robártela. - Le guiñó el ojo. Se separó y añadió, esta vez en un tono más alto -: Aunque, bueno, supongo que en Brontë no habrá nadie así.

Cruzó las piernas y miró de reojo como el dragón se escondía en el bolsillo del piscis. Dejó escapar un bah y clavó su vista en el cielo.

Ante sus comentarios, me pongo un poco rojo
-Boh... no seas tonto...- dije con una sonrisilla. Sabía que lo decía en broma... nadie se enamora de mi... excepto quien no quiero que se enamore...

A Lyam le encantó mi nueva funda.- ¿ves? te dije que me iba a encantar- entonces se acercó a mi y me susurró aquellas cosas. entonces yo tragué saliva y apreté la funda y a Altheda contra mi pecho.- no... tranquilo... no dejarían entrar a ladrones en Brontë, ¿no crees?

Entonces Lyam ignoró a Tristán y se puso a ver el cielo de nuevo.

-Tranquilo... a veces es un poco cascarrabias... además, hoy no ha tenido un buen dia.

Pasaba por los jardines cuando oí una voz conocida: Kettleburn. Maldita sea ¿por qué no está durmiendo ya? debe descansar para estar fresc para mis tareas.

Me acerqué, pero no estaba solo.

-¡Kettleburn! ¿que haces aún despierto?- entonces reparé en su amigo y alzo las cejas- ¿y bien? ¿no vas a presentarme a tu nuevo amiguito?- dije pellizcándole una mejilla al muchacho chrysos para luego darle una palmadita suave en la cara.

Entonces volví a dirigir mis ojos hacia el piscis.
-Mi anillo. L quiero mañana sin falta. Arréglatelas tu y tu condenado amigo aether. Mañana lo quiero y punto, sinó atente a las consecuencias. Por cierto, quiero que le digas al lider de Cáligo cuando lo veas, - si no lo veñia y antes- que quiero hablar con el. ¿entendido?
-Toma. mañana quiero esto limpio y dolado en mi cama- dije quitándome la chaqueta, que estaba un poco sucia en un codo. Ademas, le he dicho a los chicos del servicio que a partir de ahora no me hagan la cama. A partir de ahora la harás tu todos los días. ¿te parece bien? como la hagas mal o quedena arrugas, te enteras ¿lo pillas?

Lyam esbozó una sonrisa torcida.

- No. No creo que dejasen entrar a ningún ladrón. La seguridad de este sitio parece buena, ¿no? - Ensanchó la sonrisa y bajo el tono de voz -. Además, ¿qué ladrón entraría aquí para robar? Con todos los líderes que hay... Nadie sería tan estúpido, ¿verdad?

Ignoró el comentario referente al dragón. A él no le gustaba el bicho. Al dragón no le gustaba él. ¿Para qué darle más vueltas? Desvió su vista hacia el cielo, preguntándose qué tema de conversación podían tener él y el piscis. Tras unos segundos meditando, decidió que ya era hora de saber qué le había pasado en su oreja. Iba a preguntarle cómo la había perdido cuando un chico apareció. Debían tener más o menos la misma edad, aunque estaba claro quién tenía más dinero de los dos.

El caeruleus, pues esta era la raza del chico, se dirigió, nada más llegar, a Kettleburn. Por lo que decía (y por la ropa que llevaba), Lyam dedujo que tenía que tratarse del tal Alexander. Observó de reojo al piscis, y luego clavó su vista en el caeruleus. Frunció el ceño al notar cómo el tal Alexander le pellizcaba la mejilla. Y lo frunció aún más cuando le dio una palmada en la cara.

Pero no dijo nada. En su lugar, observó la escena que sus dos acompañantes protagonizaban, en silencio. Ya intervendría cuando el caeruleus dejase de dar ordenes.
Cuando el discurso del caeruleus terminó, clavó su vista en los ojos de este.

- ¿Y usted no tiene pensado presentarse? Llega aquí y lo primero que hace es ponerse a dar ordenes, sin dignarse a presentarse. - Sonrió jocoso -. Qué falta de modales más grande. No lo esperaría viniendo de alguien con tan buen porte como usted. - Ensanchó la sonrisa -. Y ahora... ¿Podría sentarse o algo? Me tapa la luna.

-Por supuesto. Nadie se atrevería a robar mientras Doña Úlcera de Estómago esté cerca. hacía tiempo que no hablaba de mi líder... no es una mujer agradable... pero bueno... supongo que no toleraría robos, ni ella ni ninguno de los 6 restantes.

Me sobresalté cuando oí mi apellido, pero me sobresalté aún mas cuando vi quien lo pronunciaba.
Mis músculos se tensaron y me puse de pié automáticamente. Esta vez estaba peinado, por lo que no me dijo nada al respecto. Después de lo de ayer, ahora me concienciaba mucho a la hora de peinarme.

-Di-digame, señor. Buenas noches.- se acercó a Lyam y le apretó la mejilla y le dio una suave bofetadita- Es un chico nuevo, señor...- dije con la cabeza gacha- se llama Lyam... Lyam nosequé, porque no sé su apellido. Porfavor, tratelo bien, que es muy buen chico.

Comenzó a darme órdenes a lo que yo respondía con un "si señor" y cada vez hundía más la cabeza en los hombros.

Entonces Lyam empezó a "criticarlo" por sus modales. yo me llevé la mano a la frente y retrocedí unos pasos, haciéndole señas a Lyam de que parase de decir aquellas cosas.

Me quedo boquiabierto, viendo hacia los lados ante la respuesta del joven chrysos. mientras busco con la mirada a una tercera persona a la que se podría estar dirigiendo este mequetrefe.
Pongo la mano en mi pecho y me indigno.
-¿perdona?-digo cojn una sonrisa enorme de incredulidad mientras niego con la cabeza- ¿perdona? no tengo que demostrarle a una rata de pacotilla que tengo clase: eso ya se vé a leguas... no me dignaré a hablar con alguien con esas pintas. ¡Hortera! Me sentaré cuando yo lo vea oportuno, chaval. No cuando tu me lo digas. Entonces, en un rápido movimiento, dejo caer mis pinchos de acero que oculto en las mangas de mi camisa y apoyo ambos en el cuello del chico. mientras le susurro.- bien, bien bien... si quieres que me siente, deberás buscarme un asiento, ¿no? por supuesto, no voy a sentarme en el mismo banco que tu- entonces me acerco a su oido y le susurro: dile a silvanus que se ponga a cuatro patas.

Suspiró. Se había metido en un buen lío por no poder quedarse callado. Por no poder contener sus nervios. Por culpa de eso, ahora tenía dos púas de acero a ambos lados de su cuello. Miró de reojo a una de ellas, a la de la derecha. Estaba fría. La izquierda también. Menudo engorro. No tenía intención de pelear. Pero tampoco tenía intención de obedecer a lo que el caeruleus le decía. De hecho, preferiría pelear antes que obedecerle. No soportaba a la gente con esos aires de superioridad. Si por el fuese, el ego que tenían podía comerselos. Así tendría un buen uso y le haría un favor a la humanidad.

Sonrió de lado.

- Agradecería que alejase sus armas de mi cuello. No es agradable. Están frías. - Suspiró. Acercó la mano derecha (que estaba apoyada en el banco), con cuidado y rapidez, a su pierna derecha, donde estaba la funda que guardaba su daga. Agarró la empuñadura. Sacó la daga. El caeruleus le susurraba cosas al oído. Podría aprovechar para atacarle, pero, en su lugar, decidió colocar la punta de la daga en el vientre del caeruleus. Ensanchó la sonrisa. -. No quiero pelear, así que, haga el favor de dejarme tranquilo. Si no quiere sentarse en el banco, siempre tiene la hierba.

FdR. Como a mí no me dieron oportunidad para moverme, deduzco que puedo hacer lo mismo (aunque no sé... ...)
Me imaginé que Alexander está mirándole a la cara cuando le susurra al oído, por eso saca la daga (se supone que es así, ¿no?)
Y me imaginé que la agilidad y la velocidad también influyen a la hora de coger objetos (es así o no?)

Si hay algo mal, decidmelo

Miraba horrorizado la escena... mi nuevo amigo... jo... estaba en una situación bastante incómoda.
Me sentía impotente, completamente inútil... ¿que hacer?

-S-s-se-eñor... no... - callé. No quería meterme en problemas.

Pero entonces vi como la cosa se ponía muy muy tensa... ahora Lyam había sacado su arma y ambos estaban en peligro mortal. No quería que ninguno de ellos muriese o se fuese para la enfermería... uno porque era mi amigo y el otro... bueno, porque me había salvado la vida en una ocasión... este sería un buen momento para salvarle yo la suya.

¿pero como?
Veía como sus miradas se cruzaban en silencio, pero Lyam le dijo que si quería sentarse, se sentase en la hierba o algo asi... no lo entendí muy bien, mas que nada porque estaba lejos y estaba ante todo, nervioso.

Ante aquellas palabras, dios... parecía que se iban a destripar mutuamente.
Entonces, con lágrimas en los ojos, grité:
-ESTAOS QUIETOS DE UNA VEZ! LOS DOS! ACUAERUM, ACUAERUM.

Dos bolas azules brotaron de mis dedos y salieron como bolas de cañón hacia ellos.

Ambas impactaron cada una en su objetivo, haciendo que ambos se tambaleasen y dejasen de apuntarse mortalmente con filos de metal.
-Muy bien. Ahora comportaos como personas civilizadas, joder. Que no sois niños. PORQUÉ TODO EL MUNDO SE PELEA HOY?- dije rememorando la pelea con Adela.