Jardines (1) [completo]

Heylel volvió a preguntar si éramos pareja, y yo volví a preguntarme de dónde habría sacado esa idea. ¿Por qué creía que éramos pareja?

— No... ... O... Sea, él es simpático, divertido y gracioso, pero... ... Y no digo que... — Negué varias veces. ¿Qué quería explicar o decir? Tras unos segundos en silencio, me animé a expresar en alto la duda que me carcomía por dentro —. ¿Dónde ves que seamos pareja... ...? O sea... ... ¿Por qué piensas...? No... No lo entiendo... ...

Volví a bajar la cabeza, azorada.

Inger parece algo incómoda, debe ser por mi insistencia, pero es que no entiendo cómo no pueden ser pareja... Entonces ella hace la pregunta opuesta y me quedo callado unos segundos.

-Bueno... Se os ve bastante juntos y no hacéis mala pareja -.Acierto a comentarle. Lo que le digo es cierto, aunque me coma la parte fundamental de mi acusación infundada.
Entonces, como he metido la pata y ahora mismo estoy algo avergonzado, aprovecho para taparme con una de mis alas. Jo, que corte.

Tras su respuesta, Heylel se tapó con una de sus alas. Al ver su gesto deseé tener alas yo también, pues así podría taparme para que no notase que estaba sonrojada. Pero como no tenía alas, y era de día y él podía ver, decidí no alzar la vista. Pensé en lo que Heylel me había dicho. ¿Se nos veía bastante juntos? Parpadeé varias veces. ¿Hablaba en serio? Vale, era cierto que era con la persona con la que más veces había hablado de todo el Palacio. Y también era cierto que me resultaba agradable estar con él. Pero, aún así, no esperaba que diésemos esa impresión.

— ¿No hacemos mala pareja? ¿Tú crees...? — Fruncí ligeramente el ceño, confusa —. ¿Y se nos ve bastante juntos? ¿En serio...?

Me pasé una mano por el cuello, pero no alcé la cabeza. Sabía que seguía sonrojada, y no quería que me viese así.

O al menos no quería que me volviese a ver sonrojada.

Cuando responde, bajo un poco el ala para verla. Por su comportamiento, si no son pareja, seguro que lo serán -o quieren serlo- el caso es que no puedo confundirme mucho, seguro.

-Sí, bueno. Pero tampoco es que parezcais dos enamorados cada vez que se os ve. Debo ser yo que me hice a la idea. Eso de estar casado y tal... -Comento con una sonrisa tímida bajando el ala. Al ver lo azorada que está Inger casi me siento mal.

-Pero, bueno, siento mi confusión. Si no lo sois, pues no lo sois. -.Le digo.

Heylel bajó un poco el ala, respondió a mis preguntas. Mientras hablaba, yo me limitaba a asentir y a pensar. A pensar en que Heylel sólo nos había visto una vez y en que yo no entendía nada. Aquel día, en el lago, no pasó nada relevante. Rick se había disculpado por haberme "atacado" y yo había aceptado sus disculpas. Luego él había dicho que tenía que redimirse por su error, y yo le había convencido para que se quedase y no se fuese. Y luego había aparecido Heylel, que había interrumpido a Rick al hablar, y que nos había "secado" cuando salimos del lago.

— Pero... Pero si sólo nos viste juntos una vez... ... En el lago... Y... ... — dije, con la confusión pintarrajeada en la voz, y con las mejillas sonrojadas —. No... ... Bueno, da igual... ...

Entonces pensé que, si anteayer había visto la pelea, probablemente había visto cómo llevábamos a Silvanus a dentro. A lo mejor nos había visto cogidos de la mano y había pensado mal. Aunque, por otro lado, estaba bastante oscuro para que pudiese ver algo... ...

— Oye... ... ¿Anteayer qué se supone que viste...?

Cuando parece que el tema va a relajarse, Inger dice que solo he coincidido con ambos una vez y pregunta si he visto su pelea. Pienso un momento. Es cierto que solo me he cruzado con ellos una vez y realmente lo que es ver, anteayer no vi nada...

-Ya, sí. Es cierto que solo hablamos los tres juntos una vez pero, ya os tengo visto de refilón por fuera del palacio cuando voy a dar una aleteo por ahí... No me refiero a que os vea todos lo días charlando, pero así por algún pasillo... Es lo que tiene vivir todos juntos en un palacio, la gente coincide. No sé si me entiendes -. Trato de convencer a Inger. La verdad es que nunca los he visto cuando he paseado por ahí. Puede que a otros sí, creo que una vez me pareció ver a Alehyss en los jardines cuando iba por el pasillo... O igual era una sirvienta crhysos...Pero la gente se cruza, ¿no? ¿No...?

-Y la verdad es que la pelea no pude verla... Estaba en el observatorio con una chica parvus y vimos que afuera se veían conjuros. Luego Nagorr nos dijo lo de la pelea, ¿sabes? Nagorr Brum, uno de los líderes parvus. Me encontré con él ese día, es un hombre genial, en serio. Creo que deberías conocerle -. Comento hablándole de Nagorr para cambiar de tema.

Asentí varias veces. Al parecer todas sus impresiones derivaban de habernos visto por los pasillos. Y al parecer tampoco había visto nada el otro día. Cuando mencionó a Nagorr Brum, decidí que lo mejor era cambiar de tema, por lo que no hice ninguna mención más a su primer comentario y me centré en el segundo.

— Vaya... No conozco al jefe parvus, la verdad —. Me pasé una mano por el cuello —. Pero, si tú dices que es genial, seguro que lo es. Con un poco de suerte, a lo mejor me cruzo con él algún día, ¿no?

Dibujé una pequeña sonrisa.

Me alivia ver como Inger se da por satisfecha y pasa a hablar del líder parvus. ¡Una nueva misión salvada por los pelos, Heyl! Que bien...

-Sí, es un hombre muy agradable, y aunque se ríe bastante, impone respeto -.Comento inicialmente. -Sí, supongo que algún día te cruzarás con él y seguro que te cae bien -. Rio. Luego aleteo un poco las alas. Lo cierto es que tengo hambre y ahora que he desenredado el entuerto, estaría bien una retirada a tiempo.

-Bueno, Iner, siento haberte acusado hoy en falso -.Bromeo.- Me voy a lo mio, nos vemos pronto -.Sonrío y me despido con una mano para luego volver ambas a mis bolsillos. Por poco hoy... Menos mal que Inger estaba más nerviosa que yo. Mejor no volveré a hablar del tema.

*se va*

Asentí un par de veces. Por lo que Heylel decía, Nagorr Brum parecía ser un hombre muy simpático. Tras explicarme lo agradable que era el parvus, Heylel se despidió, disculpándose por haberme "acusado en falso". Al escucharle me sonrojé levemente y negué con la cabeza.

— No pasa nada... — dije y, después, me despedí con un gesto de la mano —. Chao, ya nos veremos.

Ahora volvía a estar sola. Suspiré. Ya no estaba molesta con el piscis (aunque, si me lo volvía a encontrar, no respondería de mis actos). Me acerqué hasta la mesa donde había dejado el ungüento y el libro. Al ver la crema pensé en ir a la enfermería, pero, dado que Silvanus probablemente estuviese allí, descarté la idea. Ya iría más tarde a buscar a un enfermero o así.

Cogí el libro y lo abrí por la página en la que había detenido mi lectura ayer. Luego tomé asiento en unos de los bancos y comencé a leer.

*lee~*

Vi su silueta y supe quién era porque la había visto allí varias veces antes, y raro sería que fuera otra. Además, solo ella leería por la noche.

Me acerqué de puntillas, procurando que mi inmenso cuerpo no crujiera por sí solo, o no hiciera crujir nada, lo cual era una tarea ardua y cansada, pero creía que no me descubriría porque, al ser de noche, estaría demasiado segura de que nadie la descubriría como para estar alerta.

Entonces podría poner mis manos sobre sus hombros, sonreír como un psicópata y gritar: " ¡¡BUH!! "

Un grito agudo ascendió por mi columna y se perdió en los jardines. Giré la cabeza, asustada, para comprobar quién había sido el psicópata que había soltado semejante grito y que tenía sus manos en mis hombros.

Al verle no pude evitar suspirar. Detrás mía estaba Rick, con las manos en mis hombros y una sonrisa de loco en el rostro. Boqueé.

— ¿Qué... qué demonios? ... ¿Ah? — Miré a los lados. Luego volví a mirarle a él —. ¡¿Qué demonios haces?!

Y, a pesar de que había alzado el tono de voz, esbocé una amplia sonrisa. Su gesto de loco psicópata, si bien me había asustado al principio, ahora mismo me arrancaba una sonrisa.

— Idiota... — murmuré, aún con la sonrisa pintarrajeada en el rostro.

Volví la vista al frente. El libro se me había caído al suelo por culpa del susto. Suspiré, y miré a Rick de reojo.

— Te parecerá bonito y todo — comenté, con un deje de diversión en la voz.

Me empecé a reír nada más ver su reacción. Incluso llegaron a escapárseme un par de lágrimas y tuve que sujetarme el estómago con ambas manos como si se me fuera a caer, pero al final pude suspirar y recuperar un poco la compostura, aunque no podía evitar dejar salir alguna risa de vez en cuando, fruto del repentino ataque de esta.

- ¡Ha que estar siempre alerta! ¡Nuca sabes si habrá malhechores cerca!-exlamé mientras me agachaba a recoger su libro y lo sacudía antes de tendérselo-. ¡Si fuera un enemigo ya estaría dándote vueltas sobre una hoguera para tenerte bien crujiente!

Estaba de buen humor porque no me había encontrado con Lester. De hecho, llevaba un par de botellas de diferentes licores en un morral de cuero que había preparado por si surgía alguna celebración espontánea.

Me giré, para poder mirarle a la cara, y luego fruncí el ceño. Me había sonrojado levemente, como consecuencia de la vergüenza que me produjo escuchar todas sus risotadas. Recogí el libro en cuanto me lo tendió y lo dejé en la mesa. Luego me crucé de brazos, y después crucé las piernas. Le miré, con una molestia fingida pintarrajeada en la cara, y, tras unos segundos en silencio, decidí hablar.

— Disculpe, señorito enorme, pero dudo mucho que un malhechor venga a atacarme a los jardines — Esbocé una pequeña sonrisa irónica —. ¿Y qué es eso de que si fueras un enemigo ya estarías dándome vueltas sobre una hoguera para tenerme bien crujiente, eh?

A pesar de que él estuviese de pie y de que yo estuviese sentada, le miraba con orgullo. Orgullo fingido, pero orgullo a fin de cuentas.

Me doblé por la cintura con los brazos en jarras para poder estar cara a cara con ella. A mí no me iba a desafiar ningún ser en el universo, por muy dama o caballero que fuera.

- Pues digo, señorita confiada, que ningún malhechor que se precie descartaría un roast beef de dama, y eso es bien sabido por todos. Recuerdo una historia que mi madre me contaba de pequeño sobre unos malandrines que cocinaban a sus víctimas para no tener que robarles el dinero. "Ladrones nunca" era su lema. "Nosotros solo cazamos". Y, perdona, pero, uno nunca sabe si habrá malhechores o no por los alrededores.

Miré a los lados, como si esperase encontrarme a alguno, auqne no veía nada de nada.

Esbocé una sonrisa.

— Oído cocina, señor Denhel. La próxima vez tendré más cuidado por si aparece algún malhechor en lugar de un enorme flamma — Ensanché la sonrisa y, con ella aún dibujada, le di un capirotazo en la frente —. Y no sé qué haces mirando a los lados cuando es más que evidente que no ves...

Estiré los brazos hacia arriba, al tiempo que cerraba los ojos. Al bajarlos, abrí los ojos y observé a Rick.

— La próxima vez seré yo quién te asuste, ya verás...

- No podrías asustarme hicieras lo que hicieras, por favor... ¡Soy Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de...! Me refiero... Mírate y mírame. ¿Cómo pensarías hacerlo?

La señalé mientras hablaba. Era obvio que no sabía lo que decía, porque alguien como yo no era fácil de asustar. Solo amigos de la infancia como Aren podrían asustarme, y no creía que Aren fuera a asustarme si Inger se lo pedía, aunque compartían raza... Quizás fueran amigos también, pero... Inger no haría algo así porque estaba coladita por mí.

Saqué pecho. Por supuesto, una vez más, yo tenía razón.

Al escuchar sus seguras palabras, no pude evitar echarme a reír.

— ¿Qué no podría asustarte? ¡Claro que podría, Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de...! — Dije, imitando su tono de voz y con una amplia sonrisa dibujada en los labios —. Pues, para que te enteres, podría asustarte una noche muy, muy, muy oscura. Te perseguiría y, cuando menos te los esperases, haría... — cerré las manos — ¡Buh! — y abrí mucho los ojos y los puños —, y así te asustaría.

Le sonreí de nuevo, y le volví a dar un capirotazo aunque, esta vez, en lugar de darle en la frente le di en el pecho.

— ¡Ja...!

Enarqué una ceja.

- ¿Buh? Por favor... -. Hice un gesto de desprecio con la mano, como si la echara de mi lado-. Que no tengo cinco años. Con eso como mucho te ganarías un coscorrón accidental por intentar asustar a la gente en oscuras noches tenebrosas.

Me rasqué la cabeza. Sería una pena que se me escapase la mano y le pegase si hacía eso. Debería andar con cuidado.

- Haría falta más que eso para asustarme. Por lo menos por lo menos... Un ejército o... -. Me rasqué la barbilla-. Una cuarentona posesiva reclamándome como el padre de su hijo bastardo... -. Me estremecí-. Brr...

Esbocé una sonrisa altiva.

— Ya, ya, ya... ¡Eso dices ahora! — le di un pequeño golpe en el pecho, sin fuerza —. Los buh son el elemento más terrorífico del mundo, por favor. No sabes quién es, y eso te asusta. Créeme. Cuando lleve a cabo mi venganza pegarás un grito taan... ... alto que despertarás a todo el Palacio.

Me pasé una mano por el cuello, colocando un mechón detrás de mi oreja derecha. Luego le miré de reojo y alcé una ceja.

— ¿Cuarentona posesiva reclamándote como el padre de su hijo bastardo? Vaya, vaya, vaya con Rick Dehnel... Pues a lo mejor llamo a alguna para que te asustes aún más.

Y tras mi terrible amenaza, sonreí.

Negué mientras alzaba el dedo índice para que también él mostrase una negativa, balanceándose de un lado a otro.

- No no no no no. Lo más terrorífico del mundo es una mujer despechada, no un buh. A menos que ese sea su nombre, en cuyo caso, ¡¡qué nombre más feo!!

Me tocaba el pecho. Ya iban dos veces, aunque eran toquecitos amistosos. Que no se creyera que no me daba cuenta, porque veía sus intenciones.

- Y lo de la cuarentona... No creo por ahora poder tener ningún hijo bastardo de una de esas...

Por lo que sabía, ninguna de las mujeres a las que me había beneficiado tenían una edad tan cercana a los cuarenta como para que me preocupase. Eso o eran muy mentirosas y se conservaban de fábula.

Alcé ambas cejas.

— Bueno, tú dices que es una mujer despechada y yo digo que es un buh. Como, por suerte, ninguna mujer despechada vendrá a asustarme, cuando te asustes con mi buh ya decidirás qué da más miedo.

Sonreí. Luego volví a estirar los brazos hacia arriba y, al bajarlos, me volví a pasar un mano por el pelo. Después le observé y ensanché la sonrisa.

— Pues esperaré a que hagas algo con alguna cuarentona y luego la contrataré para asustarte... Ya verás, es un plan perfecto... Aunque tenga que esperar un tiempo, merecerá la pena verte taaan asustado.

Saqué una botella de mi morral. Era licor de cereza. La abrí con los dientes y se la tendí.

- ¿Quieres? -pregunté-. Solo así sería capaz de acercarme a una cuarentona, así que puede que sea la única posibilidad que tengas en tu vida de asustarme dentro de nueve meses, porque no creo que puedas derrotar a los malos desarmada y con tu "buh", sinceramente.

FdR- Venga. Borrachos todos! ò__o

Rick sacó una botella de su morral. La abrió con los dientes y, luego, me la tendió. Yo ladeé la cabeza hacia la derecha y observé la botella, vacilante. Tras unos segundos en silencio, decidí aceptar su botella.

— Gracias... — susurré, y, después, le di un trago.

No había probado demasiados licores, pero aquel debía de ser licor de cerveza, pues su sabor me resultaba familiar. Le tendí la botella, y luego me eché hacia un lado, para que se pudiese sentar en el banco.

— Bueno... Siempre puedo buscar a una cuarentona sexy que no aparente su edad. Si la encuentro, seguro que crees que es una joven de treinta como mucho.

Di un largo trago a la botella y luego la dejé sobre la mesa. Para un enorme mastodonte como yo, el alcohol no era nada.

- Pfff... ¿Y dónde vas a encontrar a ese milagro de la naturaleza por el que no pasen los años?

Casi me apetecía carcajearme, pero no lo hice por educación.

- Tal vez en Ignis, que las arrugas salen menos por nuestra piel, pero creo que ni con esas. La barrera de los cuarenta es como mágica y siempre se nota.

FdR- Como Aren oiga esooo XD

Rick bebió y, luego, dejó la botella en la mesa. Yo, tras escuchar su pregunta, me llevé un dedo al mentón, pensativa.

— Bueeno... Tengo mis contactos — Cerré los ojos —. Así que igual conozco a algún milagro de la naturaleza de esos — Esbocé una sonrisa orgullosa —. Además, tal y como dices, los flamma tenéis menos arrugas gracias a vuestra piel, y yo conozco a bastantes flammas... ¡Sólo tendría que encontrar a alguna de cuarenta recién cumplidos y, ala, asunto resuelto! — Le miré de reojo —. Como los habría cumplido recientemente, la barrera de los cuarenta no sería visible en ella.

Crucé los brazos de nuevo.

— ¡Es un plan perfecto, que lo sepas!