Jardines (1) [completo]

Casi sin darme cuenta, Lyam me ha puesto su afilada daga a la altura de mi estómago, entonces esbozo una sonrisa.- me gusta como juegas, pero a mi tampoco me apetece pelearme con gente de tu calaña.- entonces me dice que tenía un banco o la hierba mismo para sentarme. Entorno los ojos y aprieto aún mas mis pinchos de acero contra su piel, haciendo que de uno de ellos brote una gotita de sangre.- sabes...- digo acercándome aún mas- sabes para que tengo un criado? pues te lo voy a explicar... tengo un criado para hacer con el lo que a mi me dé la gana... y si me apetece sentarme encima de el, me siento, ¿entendido? tu no eres nadie para decirme como debo tratar a mis súbditos.

Estamos muy pegados los dos, pero entonces oigo gritár a Kettlebur, por lo que desvio la mirada hacia el, pero lo unico que puedo ver es un hechizo que me golpea en el rostro, haciendo que me caiga al suelo.

me levanto del suelo y me acerco a piscis, cogiéndolo de la muñeca.
-Buenas noches, Lyam.

*se lo lleva y se van*


FDR: vas a morir

El impacto del aqueareum del piscis hizo que Alexander y él dejasen su disputa a un lado. Cuando el caeruleus cayó al suelo, Lyam guardó la daga en la funda y se pasó una mano por el cuello. Le sangraba un poco. Nada grave.

Miró de reojo cómo Kettleburn y su jefe se iban. No se molestó en despedirse, a pesar de que no estaba enfadado con el piscis. Se pasó una mano por la mejilla derecha. Le dolía un poco y estaba, evidentemente, mojada. Pasó su mano a su pelo. Mojado. Y pegado a su cara. Como pudo, se apartó algunos mechones del rostro y se levantó. Se pasó ambas manos por el pelo y se lo echó hacia atrás. Luego observó la luna. Suspiró. Estaba malhumorado. Otra vez.

- Tsk...

Se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección al Palacio.

*se va*

Fui a los jardines con el tidnle en brazos, ya que de momento no era oportuno adentrarse en el bosque, porque una de las bestias se había escapado y probablemente todavía rondaba por ahí...

Me senté en uno de los bancos, y dejé mi báculo (el cual me había pasado horas limpiando porque tenía restos de la criatura y sangre) y mi bolsa a mi lado.

No había pegado ojo en toda la noche, a pesar de lo que me habían dicho Adela y Lyam, y no paraba de pensar en lo de anoche. A pesar de que me hubiese mentalizado de que tarde o temprano tendría que matar, aquello había sido muy duro para mi. Y para colmo lo de el árbol... y lo de Silvanus...

Me heché a llorar de nuevo, y el pobre tidnle me miraba desde mi regazo con preocupación. Entonces recordé que debía dejarlo libre. Lo cogí y lo dejé en el suelo, y entonces le dije sonriente, mientras lloraba: "Se libre... y huye de este horrible lugar"

El tidnle comenzó a hacer ruiditos apenado, y entonces voló de nuevo hasta mi regazo, mientras me miraba fijamente. Yo lo miré asombrada, y entonces comencé a sollozar, mientras sonreía. Lo cierto es que yo ya me había acariñado de él... y si él eligió estar a mi lado no me sentiría mal, y se lo permitiría siempre me quisiese. Lo acaricié con ternura, y él se puso boca arriba para que le acariciase la barriga. Entonces comprobé que era macho.

Comencé a acariciarle la barriga, y le dije: "Bueno... debería darte un nombre por el cual llamarte, bichín"

Entonces el tidnle dijo algo que sonaba más o menos como "ñjooooyuuuugh"

Le dije mientras me reía: "¿Hoju? Jum... sí... podrías llamarte Hoju"

Él se quedó quieto y me miró fijamente, y yo me heché a reir. Entonces lo cogí y lo alcé hasta mi cara con delicadeza, y le dije: "¿Hoju entonces?", y entonces me dio un lametazo en la mejilla. Yo me reí más aún, y entonces dije: "Pues ala. Te llamarás Hoju."

Lo volví a poner en mi regazo, y él se acurrucó. Yo mientras lo acariciaba, y allí nos quedamos allí... Hoju y yo.

Tiempo después comenzaron a oirse los rugidos de las bestias en la lejanía, por el bosque.

"Oh, no...", murmuré llevandome una mano a la cabeza. Entonces cogí mi bolsa y metí a Hoju en ella, y después lo puse debajo del banco.

"Hay peligro otra vez, Hoju... así que quédate aquí", le dije, pero él salio de la bolsa y se posó en mi cabeza.

"Hoju no, tienes que quedarte. Es peligroso", le dije mientras intentaba agarrarlo, pero no quería quedarse solo, quería irse conmigo.

"Bueno... está bien. Pero quédate aquí", le dije metiendolo nuevamente en la bolsa. Entonces me la puse en el hombro, cogi mi báculo y me fui corriendo hacia el peligro, tal que ayer.


*se va*


FdR: https://www.youtube.com/watch?v=YZa1hs7RAx8
xDDDDDDDDDDD

Llegué a los jardines en un suspiro, llevándome por delante ramas, rocas y raíces. Cuando me encontré en el lugar, estaba lleno de arañazos y sudoroso, pero al menos no había tardado mucho. Utilicé un flagrare para iluminarlo todo un poco y caminé hacia una zona con flores, revisándolas rápidamente hasta dar con unas de grandes pétalos violetas y bordes blancos que me parecieron de buen gusto. Arranqué unas cuantas, compuse un ramo medianamente aceptable y sonreí conforme.

- Rick Dehnel, eres todo un casanova - me dije.

Con el mismo ímpetu con el que había salido, entré de nuevo.

*se va*

Llevaba un buen rato haciendo ejercicio en los jardines. De hecho, tanto que hasta mis fuertes brazos comenzaban a cansarse. Tenía el ancho tórax lleno de sudor y mi camiseta húmeda descansaba a un lado desde hacía ya tiempo. Pero ni con esas, ni tras cientos de flexiones, abdominales y sentadillas, lograba recuperar mi sensación de fortaleza. La repentina aparición de Aren el día anterior me había turbado hasta ese punto y no era capaz ni de concentrarme en mis ejercicios.

- Vamos... Vamos, Dehnel -. Mis propias palabras me infundían ánimo para seguir.

Traté de dejar la mente en blanco. Aunque no era algo que se me diera bien, y menos en un momento así. Pero no quería pensar en la pérfida sonrisa de ese hombre.

*se queda haciendo flexiones*

Salí a los jardines, con un libro en la mano. Había ido por la tarde, a devolver el libro que había cogido la semana pasada y a coger un nuevo. Como podía ver aunque fuese de noche, había decidido ir a los jardines. El sitio no sólo me gustaba, sino que, normalmente, no había nadie a esas horas por lo que nadie me molestaría.

Al llegar a los jardines, sin embargo, mi mirada se encontró con Rick. El flamma estaba haciendo flexiones en una zona de los jardines. Al verle, no pude evitar sonrojarme levemente. Me pasé una mano por el cuello, esbocé una tímida sonrisa y me acerqué hacia donde él estaba.

- Dentro de poco vas a dejar de ver... - murmuré, sonriente.

Una voz me desconcentró. Enseguida, sin dar tiempo a que atacase, me puse en pie de un salto y escudriñé la oscuridad. Lo cierto es que sin luz no veía nada bien.

- ¡¡¿QUIÉN VA?!!-. Fruncí el ceño. No me iba a dejar atacar por Aren, desprevenido como si nada. No otra vez. Ni por Lester-. ¡¡Si crees que no voy armado, que sepas que con mi cuerpo me basto!!

Tensé los músculos de mi fornido cuerpo, esperando el ataque inminente.

Abrí mucho los ojos al ver su reacción. No veía nada. Nada de nada.

Me eché a reír.

- Pe... Perdón, perdón - me disculpé. No estaba bien reirse de él -.Soy yo, Inger. - respondí -. Ya sabeees... Una chica no muy alta, pelirroja, caeruleus... - Sonreí -. Creo que nos hemos visto alguna vez.

Me pasé una mano por el cuello. Le miré de reojo.

- Podías haber conjurado un flagare en vez de empezar a gritar... ... - Negué varias veces -. Es decir... Es decir... No hay problema en que reacciones así... Sólo era una... ¿sugerencia? - Alcé una ceja -. O un consejo, si prefieres

Al escuchar la risa, me enfurecí aún más, pero pronto quedó patente que el fallo había sido mío. Relajé los hombros.

- Pues sí, nos hemos visto alguna vez, pero lo que es ahora...

Escudriñé el lugar que suponía que era su ubicación, aunque no lograba ver gran cosa. Quizás ni siquiera estaba allí, pero por mucho que estrechase los ojos, no conseguía mejorar mi nula visión.

- Tengo la suposición de que si grito muestro mejor mi energía al enemigo y de esa forma la batalla es más equilibrada y noble. Hasta el más bajo de los seres merece saber que será atacado antes de morir. ¡¡Solo así es una muerte digna!!

Me rasqué la nuca. Estaba lleno de sudor. Eso sí que no era nada noble.

- Eso y que no veo nada de nada... ¡Hay que aparentar fortaleza!

Sonreí.

- Bueno, yo a ti te puedo ver.

Escuché sus siguientes palabras con atención. Al parecer, le parecía noble gritar antes de comenzar una batalla. Ensanché la sonrisa.

- Pero si gritas... ¿No pierdes parte del... eeeh... ataque sorpresa? ¿O factor sorpresa? - Fruncí ligeramente el ceño -. Bueno, eso... Sé que me entiendes... ... O sea... Creo que me entiendes, mejor dicho. - Me pasé una mano por el cuello. Lo miré y sonreí de nuevo-. ¡Pero eso de la energía está bien! - Fingí voz grave -. Así nadie se acercará a Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de... ¡nadie se acercará!

Dejé escapar una pequeña carcajada nerviosa.

- Eso ha sido estúpido... Lo siento... - Me pasé la mano por la nuca. Ladeé la cabeza y lo miré -. Yyy... Dudo que necesites aparentar más fortaleza... ... Es decir... Es decir... Eres bastante grande y... No sé... Pareces fuerte... Yo diría que lo eres... Y... Eh... ... ... - Cambié de tema -. ¿Y si no ves nada, qué haces aquí entrenando a estas horas?

Negué con una sonrisa mientras meneaba mi índice de un lado a otro, reforzando mi gesto.

- No, no, no, señorita. Yo no creo en el ataque sorpresa como ataque correcto. ¡¡¡LOS NOBLES ATACAN POR DELANTE!!! No sé si me entiendes... Atacar por la espalda es de ratas asustadizas y sucias. Y...-. Sonreí-. Como bien has dicho, así nadie se acercará a mí. Aunque, de hecho, tú acabas de hacerlo Aunque supongo que tiene que ver con eso de que me ves.

Palpé el aire, aunque su voz había sonado algo más lejos, así que seguía sin saber dónde estaba.

- ¿Dónde estás, por cierto?

¿Grande? ¿Fuerte? No pude evitar esbozar una sonrisa. Todo eso que pensaban las mujeres de mí era tan reconfortante.

- Vine a entrenar cuando aún había luz, pero la noche ha caído más rápido de lo que esperaba.

Sonreí.

- Bueno... Eso igual es cierto... Aunque, para alguien como yo, el ataque sorpresa es... Mejor que un ataque no sorpresa - Fruncí ligeramente el ceño -. O sea... No sé si me entiendes... ... Si yo voy por ahí gritando quién soy, seguro que cualquiera acaba conmigo... ... - Negué -. Bueno, ¡cualquiera no! Sólo un cualquiera grande - Sonreí -. ¡Y me acerco a ti porque no te tengo miedo, jum!

Al ver cómo palpaba el aire, tratando de encontrarme, ensanché la sonrisa y me acerqué a él. Una vez estuve lo bastante cerca, apoyé mi índice en su pecho.

- Aquí - murmuré -. Aquí estoy. - Sonreí -. ¿Tanto tiempo llevas entrenando? Vaaaya...

Me rasqué la barbilla.

- Quizás un cualquiera muy grande pueda hacerte daño, pero... ¡¡YA SABES QUE RICK DEHNEL ESTARÁ DETRÁS DE UN ÁRBOL!! Así que solo me llamas y ya, pues mi deber es proteger a todo aquel que se encuentre en peligro y sea partidario de la nobleza. ¿Eres partidaria de el honor y la nobleza de actos, no?-. Aunque fruncí el ceño, también sonreí, dando a entender que bromeaba, aunque...

Me sorprendí al, de pronto, sentir su contacto en mi pecho. Muy rápido iba la chica para admitir que todavía era digna de vestir de blanco. Aunque el no poder verla y saber que ella sí me veía me perturbaba un poco. Digamos que me sentía algo más indefenso.

- De hecho... Estoy algo sudado y asqueroso. O sea... El sudor es algo noble si proviene de gestos nobles, como el entrenamiento o la libre donación de comida a pobres en las desérticas calles de algún lugar cálido, pero... Tampoco tienes que tocarlo...

Un caballero como yo no podía tener un encuentro con una dama y estar sudado antes de empezar. ¡¿QUÉ CLASE DE IMAGEN...?!

Sonreí.

- Claro que soy partidaria del honor y la nobleza de actos, Rick Dehnel - Ensanché la sonrisa -. Y bueno, gracias por estar detrás de un árbol... Si algún día necesito ayuda, te llamaré...

Ensanché la sonrisa. Retiré el dedo de su pecho. Él comenzó a hablar. Y de lo que dijo, casi no entendí nada. Arqueé una ceja, confusa, y ladeé la cabeza.

- ¿Huh? ¿Y eso a qué viene... ...? - Fruncí ligeramente el ceño -. O sea... ... No entiendo... ¿Por qué me dices eso? Es lógico pensar que estás sudado si estuviste haciendo flexiones... - Dejé escapar una leve risa -. Y no tenía intención de tocarlo...

Sonreí. La tenía tan en el bote que... ¡¡JAJAJAJAJAJAJA!!

- Me refiero a que ahora tu dedo está contaminado de Rick Dehnel. ¡¡Que mi sudor es muy noble!! Pero ahora estás sucia de él, y tampoco es la idea.

Estiré los brazos, sintiendo cierto agrado al notar cómo los músculos se tensaban y luego se aflojaban. Me agaché a recoger mi camiseta del suelo, tras tantear un rato.

- Si me acompañas al lago a que me de un rápido chapuzón... Te lo agradecería.

Sonreí.

- Tendré que limpiarmelo entonces. Si está tan contaminado...

Retrocedí un poco y le miré de reojo. Estaba estirando los brazos. Se agachó y recogió su camiseta del suelo (tras tantear un buen rato). Luego me pidió que le acompañase al lago. Me pasé una mano por el cuello, y sonreí.

- Bueno... ... Vale. Te llevo... - Ensanché la sonrisa, ligeramente azorada, y le cogí de la mano -. Vamos, vamos...

Comenzamos a andar y nos fuimos de los jardines.

*se van*

El día era soleado, e invitaba a tomar el aire. Envuelta en mis pensamientos, avancé por el jardín en silencio, mirando a mi alrededor y sin saber muy bien qué hacer.

*Pasea*

Salí al jardín para dar un paseo con Hoju (que reposaba en mi cabeza) ya que no quería ir al claro porque cabía la posibilidad de que no hubiesen retirado los cadáveres de las bestias todavía... y además me dolía verlo tan destrozado. Aún que de todos modos iría más tarde... o mañana.

Entonces vi a Massen de lejos, paseando. Hacía tiempo que no la veía.

"¡Maaaasseeeeen! ¡Holaaaaaa!", le dije gritando para que me oyese.

Me giré en dirección a una voz que me llamaba. A lo lejos vi a una chica de piel oscura y pelo castaño, a la que reconocí como Hewina Astaldë. Aunque había algo en ella (o más bien, sobre ella). Hacía mucho tiempo que no la veía. Con una sonrisa, giré sobre mis talones y me acerqué a ella.

- Buenos días, Astaldë -saludé, alegre, cuando la tuve más cerca-. Cuánto tiempo sin verla. ¿Cómo está?

Ahora que la tenía más cerca, pude apreciar qué era lo que me había resultado extraño. Un pequeño animalillo reposaba sobre su cabeza, mirándome desde allí con toda la naturalidad del mundo. En mi vida había visto nada semejante, aunque había que reconocer que era una auténtica ricura.

- Veo que ha hecho amigos -comenté, señalándolo con un leve gesto.

La miro sonriente mientras me habla, y entonces

"Ah, sí. Este es Hoju", le digo mientras miro hacia arriba, a pesar de no poder verle así.

"Se lo encontró Adela y me lo dio. Seguramente se separó de su manada mientras migraban o algo, ya que los tidnles suelen estar en ventus...", le comento.

Hoju le habló a Massen con uno de sus ruiditos, y se acercó a ella volando.

Yo me reí levemente, y entonces le dije a Massen: "¿Y tú como estás? No te he visto en las batallas. ¿No te has enterado?"

Hoju. Vaya un nombre raro. Me preguntaba si era un nombre común en Lumen. Mi sonrisa se congeló al oír el nombre de Adela. Esa estúpida vieja chocha...

"Controla tu lenguaje, Massen Dew" me reñí a mi misma, tensa. "Astaldë no tiene la culpa de la existencia de ese monstruo. Y este bichito tampoco."

Comentó que era un tidnle, y que provenía de Ventus. Me pregunté si sería una cría, pero no se lo dije a ella. El pequeño Hoju hizo un ruido extraño y se acercó volando hasta mí. Alcé los brazos para cogerlo, pero se alejó levemente al ver mis intenciones. Sonreí de nuevo. Era precioso. Mientras la pequeña bestia y yo compartíamos una especie de juego de atrapar y escapar, Astaldë me comentó algo acerca de una batalla, que me hizo olvidarme por completo de su mascota y ponerme seria.

- ¿Batallas? ¿Qué batallas? ¿Qué ha pasado? -lo cierto es que me preocupaba que le hubiera pasado algo a alguien. Decidí no preguntar por nadie en particular, aunque en mi cabeza se agolpaban los nombres de Silvanus, Heylel y Alehyss. A esta última llevaba demasiado tiempo sin verla, pensé-. Lo cierto es que llevo varios días sin salir del Palacio -expliqué a Astaldë-. ¿Quién era el enemigo? ¿Está todo el mundo bien?

"Vaya. Pues resulta que el otro día aparecieron las bestias de aquella vez en el lago... y al día siguiente apareció una más grande en el claro del bosque que debía ser la jefe.", le comenté.

"Y bueno, más o menos estamos todos bien. En la segunda batalla Silvanus y Adela perdieron el conocimiento, pero ya están bien.", le dije.

Hoju al ver que Massen ya no le prestaba atención se posó en su cabeza, y yo me reí levemente.

Abrí mucho los ojos, asombrada. ¿Una bestia más grande? Muy a mi pesar, una pequeña yo en mi interior que mi dignidad intentaba estrangular hasta la muerte agradecía no haber estado allí. Y muy a mi pesar también, esa pequeña yo tenía sus motivos, pues una piscis de trece años no tenía demasiados recursos a la hora de luchar.

- Más bestias... -murmuré, agobiada por su presencia. Miré a Astaldë-. ¿Fue una lucha muy difícil? ¿Pudieron acabar con ellas? ¿Cuántos eran?

Sentía ahogarla a preguntas, pero realmente era un tema que me escamaba. Tenía que hablar con Silvanus, a ver qué tal estaba.

Volví a mirar a Hoju y me sonrojé ante la risita de Astaldë.

- Lo siento, Hoju -reí yo también-. No me pillas en un buen momento para jugar. Pero un día jugaré contigo como corresponde -prometí.

FdR.: Perdón por tardar tanto xDU

Cogí a Hoju de la cabeza de Massen para que no le molestase, y lo dejé en mis brazos.

"Pues en la primera batalla eran 5 bestias... derrotamos a 4, y una de ellas se escapó, y lo cierto es que fue mas difícil que la otra, porque tras las anteriores batallas adoptaron una nueva estrategia. Estaban muy bien organizadas. Es muy raro... no es un comportamiento normal. De hecho Aren Darvenwish, el líder, nos lo corroboró.", le dije, y entonces hice una pequeña pausa mientras me crispaba al recordar a Aren, pero dejé de pensar en ese odioso en el acto.

"Y bueno, al día siguiente apareció la bestia grande y el cadáver de la pequeña... por lo que supongo que fue la bestia grande quien la mató. Era mucho más fuerte... y era mas rabiosa.", le comenté.

Escuché su relato con atención, frunciendo el ceño extrañada cada vez más profundamente a medida que narraba.

- ¿Está segura de que eran las mismas bestias? -pregunté-. Cuando luché a su lado no parecía que nuestros enemigos fueran demasiado inteligentes, ¿no cree? Al menos ese es el recuerdo que conservo...

Luego añadió la extraña muerte de la otra bestia. Aquello tenía cada vez menos sentido.

- ¿Por qué iba la gran bestia a matar a un subordinado? A mí me parece más lógico que estuvieran enfrentados... -aventuré-. ¿Consiguieron vencer también a la gran bestia? -pregunté, interesada.