Jardines (1) [completo]

Salgo a los jardines para dar una vuelta. No tengo nada mejor que hacer y paseo viéndome una mano enguantada.

Saco un libro, me siento y leo. Total... no tengo nada más que hacer que estudiar Ciencias Políticas.

*se queda*

Después de cenar no encontraba nada que hacer. Hoju ya dormía en mi bolsa, pero yo todavía no tenía sueño... así que decidí salir a dar un paseo (no sin antes coger prestado un farol de hierro y abrigarme adecuadamente).

Paseaba meditabunda, y tras varios pasos me asombré levemente al ver a alguien en plena oscuridad. Ese alguien era Alexander, quien parecía estar entretenido con un libro.

Era muy probable que se hubiese percatado de mi presencia, pero no obstante desvié la mirada y seguí caminando, como si no le hubiese visto.



FdR: lol XD

La noto, oigo sus pasos. Oigo a su rata hacer ruidos en su bolsa. Me ignora.

Lazo la vista del libro un momento y dejo que pase por delante de mi.- te han cortado la lengua para que te quepa mas polla, ¿verdad? Maleducada.
Me acerco a ella y le doy la vuelta, cogiéndola del brazo y virándola fuertemente para verla a los ojos. Paso el canto de mi libro por su mejilla.

Hago una pausa.


-¿Que tal, Âstalde?- le digo con una voz realmente dulce y falsa.

Tras dejarle atrás me habló de forma grosera, como de costumbre.

Tensé levemente los hombros.

"Claro, la maleducada aquí soy yo... maldito e infame ser", maldecí en mi interior, pero entonces él se acercó a mi, me dió la vuelta rápidamente, y sin dejar demostrar siquiera mi asombro apoyó su libro en mi cara.

Lo miro unos instantes con profundo odio, y entonces él habla.

"Pues estaba estupendamente... hasta que me encontre contigo", le respondo con una sonrisa totalmente falsa.

Pongo morritos y pestañeo muy fuerte, pniendo cara de pena.- ¿A si?- digo agarrándole la barbilla- pobre Hewina... pobre- digo acercándome mas a ella. Dime Hewina, ¿aceptarías un consejo para que se te quitara esa cara de malfollada?- entonces le aprieto la mandíbula, agarrándola con fuerza mientras dejo caer el libro al suelo para sacudirme la coleta.- Mírate... das pena, aunque no me extraña: tener ¿sexo? con Kettleburn tuvo que ser de lo maaaas deprimente- dijo con una sonrisa imaginándome la escena... que asco. Entonces la suelto con un movimiento briusco hacia abajo.- No me extraña que estés sola. Si Ketleburn no te aguanta, nadie lo hará. - hago una pausa y tiro de su pelo hacia atrás, para que alce la vista y poder ver su cara de amargada solitaria.- je, si no me diera tanto asco tu raza...

"Cómo se atreve...", pienso tras su discurso, mientras me contengo y espero pacientemente a que decida soltar mi barbilla, pero entonces me tira del pelo.

Reacciono con un fuerte quejido sin dudar en darle un rodillazo en la entrepierna.

"Sinceramente... prefiero estar sola antes que estar con alguien tan detestable como tú... o como tu líder., digo entonces.

"Y no porque sea tan racista como tú... realmente lo que tiene auténtico valor es el interior de las personas.", digo a seguir.

Entonces me di la vuelta y murmuré: "Y tú, no vales nada...".

Tras esto procedí a alejarme de él.



FdR: perdón, tuve que editar porque había leído mal y creí que tiraba de su pelo hacia atras, y no de el de ella U._. xDDDD

Su gesto ofensivo hacia mi entrepierna hace que le suelte el pelo y cubra mis partes con una mano mientras que con la otra agarro su pierna con fuerza. Le aprieto el muslo, clavando mis dedos en su cuerpo mientras entorno los ojos. -Zorra.- sentencio.
Bla bla... un monton de palabras bonitas y éticamente correctas salen de su boca. No les dí ni importancia ni valor. Sin embargo su última frase me molestó.

Acelero el paso para alcanzarla y volver a tirar fuertemente de su brazo.- Ven aquí, niña. No he terminado contigo esta noche.

Saco una de mis púas y la poso suavemente sobre su piel morena.

-¿Que yo no valgo nada? de verdad crees, maldita muerta de hambre, ¿que yo no valgo nada?- tengo tantas ganas de escupirle que exploraría... pero prefiero aguantarme un poco más.

-Creo que te tento que enseñar modales- digo muy cerca de su oido.- Pero no seré yo quien te los enseñe- susrro con una sonrisa macabra.

Entonces le doy una bofetada, me giro sobre mis puntas y, sin dignarme en recoger el libro del suelo: me voy.- Eso es solo un aperitivo, puta.

*se va*

Como era de esperar, cualquier cosa que dañe su ego hace que desate su ira, por lo que me da la vuelta nuevamente y me amenaza con su arma.

Entonces me dice aquello, y yo asiento con una leve carcajada. Si de verdad pensaba que así me iba a amedrentar, la llevaba clara...

Después me susurró aquello al oído, me abofeteó y se fue, tras decir otra sarta de palabrería barata.

Me acaricio la mejilla y pienso enfurecida: "Pf... modales... ¿qué entiende por modales? ¿Lamerle los zapatos? pf... qué exista gente así en el mundo..."

Entonces me percato del libro que dejó tirado en el suelo. Por un momento pensé en pagarle con la misma moneda destruyéndolo a base de clair em yäks, a ver que tal le sentaba a él que le rompiesen los libros... pero no estaba segura de si era suyo o de la biblioteca, por lo que decidi dejarlo allí tal cual.

"Yo no te enseñaré modales... pero algún día sí que te daré tu merecido...", murmuré, y entonces me alejé de allí.


*se va*

Salí a los jardines, con un abrigo y con unos guantes. A pesar de que las temperaturas de Caligo fueran más bajas que las de Fulmen, por algún motivo tenía frío.

Comencé a caminar. Los jardines me gustaban (de hecho, era mi lugar favorito de Palacio, junto con el lago) y pasear por ellos de noche también me gustaba. Era agradable.

*se queda*
FdR. cutre post

Veo desde las ventanas de palacio a Inger caminando por los jardines, doy un par de saltitos y salgo corriendo hasta ella, saliendo corriendo por los pasillos, el hall y, finalmente, los jardines.

Me la encuentro de frente y me coloco la coleta. Me estiro la chaqueta, carraspeo y hablo.

-Hola, Inger- digo tendiéndole una mano.-¿como estas? le pregunto ciertamente preocupado, ya que desde la mision de los bismontes no la había vuelto a ver y, encontrarse con una de las pocas personas con las que me llevo realmente bien, siempre es agradable.

Tras unos minutos caminando, Alexander apareció en los jardines, por lo que detuve mi paseo para poder hablar con él frente a frente. Desde que habíamos ido a la misión, no lo había vuelto a ver y, dado que había vuelto bastante malherido, me preguntaba cómo estaría.

Sonreí y le estreché la mano.

—Buenas noches — dije. Ensanché la sonrisa—. Pues yo estoy muy bien. Las heridas que me hice en la misión ya casi han desaparecido, así que no me duele nada y eso... — Clavé mis ojos en los suyos y ladeé la cabeza, sin borrar la sonrisa —. ¿Tú cómo estás? La última vez parecías bastante malherido... ¿Ya te has curado o algo así...?

Me pasé una mano por la nuca.

-Me alegro- digo caminando a su lado- yo ya estoy bien, pero me ha quedado una pequeña cicatriz... tendré que seguir haciendo curas con aceite de rosa, para que se me cure por completo...no me gusta mucho tener cicatrices, por muy sexys que digan las chicas que son-digo frotándome un brazo mientras rio- ¿a ti te gustan las cicatrices?- digo sonriente y moviendo las cejas de arriba abajo muy rápido durante unos segundos para luego reirme negándo con la cabeza por mi reacción- jaja déjalo, solo era una broma.

Me azuzo la coleta hacia atrás y saco las manos de los bolsillos, y me las froto un poco. La verdad es que este invierno está siendo bastante frío, ¿verdad?

La veo de reojo. La nieve le sienta bien. Tuerzo un poco la boca y aprieto los labios con una sonrisa. Tengo ganas de cogerle de la mano y pasear, per no me atrevo. No creo que haya la confianza suficiente, por lo que simplemente balanceo las manos de delante a atrás.

-Oye... ¿te apetecería volver a entrenar conmigo en alguna otra ocasión? reconozco que aquel empate estuvo muy bien, pero si algún día te aburres... pues podemos practicar un poco.

No es que se me diera mal tratar con chicas. Se me daba mal tratar con chicas que me gustan, por lo que de momento, comenzaré hablando de un tema banal, mas que nada para romper el hielo que, a estas alturas del año, es mucho.

Escuché su respuesta en silencio, mientras caminábamos. Al parecer, ya se había curado y le quedaría alguna cicatriz por culpa de las heridas. Sonreí al escuchar su comentario de las cicatrices y lo miré de reojo.

—No me molestan. — Me encogí de hombros y me pasé un mechón por detrás de la oreja —. Es decir, si alguien tiene cicatrices, pues tiene cicatrices. Tampoco voy a armar un escándalo o algo así porque alguien tiene una cicatriz porque, a fin de cuentas, dudo que quisiese tener la cicatriz. O sea... Lo que quiero decir es que si están, están y si no están, no están. No me va a gustar alguien más porque tenga una cicatriz o porque la deje de tener... — Fruncí ligeramente el ceño y apreté los labios —. No sé si me explico... ... — Negué con la cabeza —. El caso es que me dan igual...

Me pasé una mano por la nuca y bajé la cabeza. Clavé mi vista en el suelo y escuché a Alexander en silencio. Sonreí.

—Bueno... No sé cómo es el invierno aquí, pero lo cierto es que hoy tengo algo de frío... — Ensanché la sonrisa y lo miré — ¡Aunque me apuesto lo que sea a que en Caligo hace más frío! — Volví mi vista al frente —. Y sobre lo segundo... Bueno, supongo que no habrá problema porque entrenemos otro día...

No paro de verle mientras se explica. Pobre, parece que le hayan comido la lengua y que ahora le cuesta hablar de forma ordenada y con sentido, pero bueno, eso la hace si bien, más dulce de lo que ya es.

Entonces habla sobre el frío de Cáligo.

-Jaja, bueno,a ver, teniendo en cuenta que es una isla... pues quieras o no el mar animora bastante las temperaturas, por lo que rara vez nieva, aunque el viento... eso ya es otra cosa, el viento helado del océano es el que da la sensación de frío, pero bueno, en mi casa tenemos muchas chimeneas y la verdad, no creas que noto mucho el frío.-hago una pausa mientras veo a los árboles del jardin.- deberías venir algún día a Cáligo... seguro que te encantarían mis casas.- digo con una sonrisa.

Un par de muercielaguillos vuelan en el cielo nocturno y la verdad, la noche está muy silenciosa.

La veo de reojo. Sonrío. Vuelvo a ver la frente. Suspiro.

-¿Oye, Inger... a ti te gusta leer? ¿tocar algún instrumento? ¿cuales son tus hobbies?

Escuché su explicación acerca del clima en silencio y, cuando me dijo que tenía que ir algún día a Caligo, me eché a reír. Aunque por el tono y las palabras que había empleado durante la explicación ya había sospechado que creía que no vivía allí, el escuchar su invitación hizo que, irremediablemente, me riese. No me reía de él, sino de la situación.

—¡Oh, por Mithos! ¡Vivo en Caligo! ¡Sé como es el clima! — exclamé, entre risas. Negué varias veces y tomé aire. Luego lo miré, sonriente —. Lo siento, lo siento... ¡No me rio de ti! Es sólo que... ... — Dejé escapar una suave carcajada —. Que me hace gracia la situación... ...

Bajé la cabeza y me pasé una mano por el cuello.

—Perdón si te ofendí... — Alcé la vista y me mordí el labio inferior. Luego sonreí —. Eh... El caso... ... Que sé cómo es el clima. Y, bueno... En mi casa no tenemos tantas chimeneas como tú (creo)... — Ensanché la sonrisa —. ¡Pero tenemos muchas mantas...! Y... Bueno, no pasamos frío ni... Nada parecido... ...

Me encogí de hombros y volví mi vista al frente. No tenía muy claro qué podía decirle, así que me limité a caminar en silencio, esperando que él sacase un tema de conversación. Cuando lo hizo, lo miré de reojo.

—Me gusta leer... Y no toco ningún instrumento. — Sonreí —. En cuanto a mis aficiones... — Fruncí ligeramente el ceño, pensativa y permanecí unos segundos en silencio. Luego hablé —. Bueno... Me gusta leer cuentos... Y... Escuchar historias... Y pasear... ¡Y ver espectáculos! Y... — Lo miré de reojo y me pasé una mano por la nuca —. Me gusta comprar ropa... Y tener ropa nueva y esas cosas... ... ... Aunque eso suena un poco... ... Eh... Muy de chica... O así... Pero me gusta —Me encogí de hombros. Esbocé una amplia sonrisa —. ¿Cuáles son las tuyas?

Me quedo con la boca abierta al oir sus palabras y la señalo, me señalo, la vuelvo a señalar y me señalo a mí mismo de nuevo.
-¡No me digas que eso es cierto! jajajaja ¿entonces porque te explico nada? jaja - me doy con la palma en la frente- que tonto soy, debí preguntarte antes, no, tranquila no estoy enfadado ni molesto PARA NADA! por mithos! podemos ser hasta vecinos- digo riendo.

-Bueno, bueno, las mantas están bien. Yo me he tenido que acostumbrar a ellas. Al principio era reacio a usarlas pero bueno...- digo encogiéndome de hombros.- ahora me gustan. Supongo que no puedo vivir siempre acorde a mi posición. Una persona preparada debe saber acomodarse a todas las situaciones por mucho dinero que tenga, ¿no crees?

Me dice sus hobbies y me pregunta por los mios.

-Bueno, me gusta leer, y me apasiona la política. Algún día me gustaria formar parte del gobierno de Cáligo. Aren Darvenwish es mi referencia... pero bueno, creo que cambiaría algunas cosas de su política, se está quedando anticuado. Ultimamente he estado estudiando con ahínco nuevas formas de gobierno, nuevas medidas, nuevas formas de convencer a un pueblo... creo que yo podría gobernar Cáligo mejor que Darvenwish.
Mis medidas son frescas, nuevas... no sé. Me veo capaz de guiar a mi pueblo. Pero claro- digo haciendo una pausa.- eso en un futuro. Bueno también me gusta Abofetear a Tontoburn y a Giliwina. Pero no te consiento que digas que ir de compras y la ropa con cosas de chicas... porque me encanta gastarme la ropa en trapos- digo poniendo mi mano en el pecho, exagerando mi gesto de una forma muy graciosa.

Al final, acabo riendome de mi mismo.

Sonreí al ver su reacción.

—Dudo que seamos vecinos... — Ensanché la sonrisa y lo miré de reojo—. No sé, algo llamado posición social me dice que no podemos ser vecinos de ninguna forma posible... A no ser, claro, que estés engañando a todos y en realidad seas un herrero disfrazado de noble... Cosa que dudo.

Volví mi vista al frente. Alexander siguió hablando, ahora centrandose en responder a mi pregunta acerca de sus aficiones. Yo lo escuché en silencio, con los ojos clavados en el suelo y con el ceño fruncido. ¿Cómo podía ser Aren Darvenwish la referencia de alguien? ¡Ese hombre era un ser horrible, sin duda! Tan... ¡Parecía una serpiente! ¡Un monstruo! ¡Una serpiente monstruo con alas de murciélago y zarpas y con una mentalidad de ser de las profundidades de los avernos! ¡Era peor que lo peor que te pudieses imaginar! ¡Y era su referencia! ¡¿Cómo podía ser su referencia?! ¡Era absurdo! Su referencia debía ser alguien diferente, con un modelo político diferente al del señor líder de Caligo. Pero no, era Aren Darvenwish. ¡Aren Darvenwish! Y, aún por encima, le gustaba pegar a la gente (a la que le ponía motes. Seguro que no existía nadie llamado Tontoburn y a Giliwina).

Lo miré de reojo. Apreté los labios. Fruncí el ceño y volví mi vista al suelo.

—No creo que abofetear a la gente sea una buena afición — murmuré —. De hecho, no es una buena afición. ¡Eso está mal! Sea quiénes sean esos dos, no deberías ir por ahí tratandolos mal. A fin de cuentas, son como tú... — Me mordí el labio inferior —. ... Y... ... Bueno, dudo que puedas llegar a ser un buen político si tratas así a la gente...

Dejé que la frase se perfilase en el aire y lo miré de reojo.

-No, siento quitarte las ilusiones, pero no soy un herrero- digo con una sonrisa.

Ante su regañina me encojo de hombros.- y tuerzo la sonrisa apretando los labios. Su última frase me duele. Tendré que recapacitar en ella. Quizás no consiga atraer a esta chica si sigo con esta actitud...

-Bueno... si te sientes mal, te prometo que despues de ajustar cuentas con Giliwina, no les volveré a tocar, ¿vale?- digo pasándole el brazo por la espalda en un acto total de valentía.

Le froto la espalda porque hace frío y veo a la luna.

Es tarde, ¿que te parece si nos vamos a tomar algo calentito al comedor y seguimos la charla allí?- digo con una sonrisa.

*se van*

Miré mis pies mientras caminaba, la hierba se aplastaba bajo mi peso, pero no estaba pensando en eso. Fruncí el ceño, a pesar de que quería tranquilidad y en los jardines no había nadie, mi mente no se despejaba. Y todo por la maldita carta que había recibido hacía ya casi una luna. Todos los años mis padres me decían lo mismo y, por supuesto, este año no había sido distinto. Lo único que me aliviaba era saber que no estaban delante mía dándome la tabarra con ese tema.

Estuve caminando un buen rato hasta que me harté de dar vueltas sin rumbo y me acosté sobre mis alas, mirando el cielo.

*Se queda*

Volaba por el cielo, atravesando el frío viento de la noche, observando las estrellas y a la vez el reflejo de la luna en el lago. De vez en cuando, al batir mis alas observaba como rápidamente un rastro de plumas se alejaba a una velocidad vertiginosa. Entonces, me di cuenta de que una silueta yacía en el suelo, a pocos metros del palacio. Podía distinguir con mi vista de águila que se trataba de un aether, pero no lograba diferenciar a la persona en sí. Por lo que decidí acercarme y comprobarlo con mis propios ojos.

Para mi sorpresa, se trataba de la joven Thamerlein, lo supe poco antes de aterrizar a su lado.

- Vaya, vaya... Mira quién esta observando el estrellado firmamento, si es mi aether favorita del castillo - comenté sarcástico, ella era la única aether (mujer) que conocía en el palacio de Brontë.

Me acosté a su lado, apoyando mi cabeza sobre mis hombros, después de coger un pequeño hierbajo y colocármelo en la boca a modo de cigarrillo.

- Las noches como estas son las mejores para pasarlas al aire libre, ¿no crees? - no esperaba ninguna respuesta, la joven irradiaba vibraciones de inquietud, era algo que sólo un jefe de mi nivel podía percibir sólo con estar al lado de una persona.

Vi algo volando a lo lejos, supuse que era un pájaro y dejé escapar un suspiro. Yo también quería volar, quería irme a lo más alto del mundo y no volver... Añoraba Ventus.

Poco a poco el pájaro comenzó a descender. Me sobresalté, ay madre! Había confundido al jefe Aether con un pájaro. Me sonrojé levemente, aunque no tendría por qué saberlo. Me senté cuando aterrizó ante mí. Abrí la boca para contestarle formalmente, pero recordé cómo me había regañado la otra vez. Estaba pensando en qué decirle cuando se recostó a mi lado y me dijo que era una noche estupenda.

Me sentí un poco inquieta por su proximidad. Siempre había soñado con conocer al gran Timber Bright y ahora estaba ante mí, tumbado en la hierba despreocupadamente. Tragué saliva y me centré en el arco que sujetaba con mis manos. Parecía que Timber estaba muy cómodo y me dio envidia, yo tambien quería sentirme así...-S-sí...- Respondí a su pregunta entrecortadamente. Fruncí el ceño ante lo poco decidida que sonó mi voz. -¿Qué estoy haciendo?- Suspiré y me dejé caer en la hierba otra vez, haciendo que se levantaran hierbajos y flotaran por el aire unos segundos por su escaso peso para volver a caer al suelo.

Estaba acostumbrado a que la gente se cortase y se controlase a la hora de hablar conmigo, y era normal, soy un jefe aether; sin embargo, la respuesta de Thamerlein no era la que me esperaba.

- ¿S-sí? - Repetí su respuesta, imitando su tono de voz y tratando de transmitir la misma inseguridad (o vergüenza) que ella le había dedicado a ese monosílabo -. Parece que hay alguna razón que te ha movido hasta aquí... Y así poder estar sola...

Continuaba acostado, y giré mi cabeza hacia ella. Sonreí ligeramente , y entonces volví a dirigir mi mirada hacia el cielo estrellado.

- Por mucho que ascienda los cielos, nunca alcanzo las estrellas... - Comenté con gesto solemne en mi cara, era como si mis recuerdos estuviesen plasmados en el firmamento.

Fruncí el ceño nuevamente cuando me imitó. Luego lo miré ¿a caso los jefes también podían leer la mente? Suspiré otra vez para relajarme, no quería que me volviera a salir ese tono asustadizo y que se riera de mí. Cerré los ojos y le contesté todo lo tranquila que pude.- Así que es cierto que los jefes leeis la mente...- Sonreí sin felicidad, me había olvidado de la maldita carta pero ahora me la recordó de nuevo.

Escuché atentamente su comentario, no parecía yo la única que quería olvidarse de todo.- Al menos asciendes.- Dije abriendo los ojos. Levanté la mano derecha e intenté tocar una estrella.- Esto es lo máximo que me acerco yo...- Murmuré.

Me reí ante el comentario de Thamerlein, parecía que había dado en el clavo respecto a que le pasaba algo, aunque no hacía falta ser un "jefe" para saberlo.
Observé como alzó su brazo hacia el cielo, "alcanzando" las estrellas. Entonces se me ocurrió una brillantes idea.

- ¡Ya lo tengo! - Grité mientras levantaba mi tronco con gran velocidad y dirigía mi mirada hacia la joven.

Me impulsé hacia delante y logré ponerme de pie sin necesidad de ayudarme con las manos.

- ¿Te apetece venir conmigo? Conozco un lugar maravilloso para pasar una noche como esta. - Pregunté inclinándome hacia ella, estendiendo mi brazo derecho para que se agarrase a él, y poder ayudarse para levantarse del suelo.

Me sorprendió cómo se levantó de repente, sin necesidad de ayudarse del suelo.

Lo miré entre confusa y divertida, parecía un niño que había encontrado un nuevo juego. Observé como me tendió la mano y me quedé mirando sus dedos estirados hacia mi. No estaba muy segura de qué hacer. Lo miré a los ojos y entonces las dudas se disiparon, por favor, estaba frente a Timber Bright!

Apoyé mi mano derecha en el pasto y me levanté ignorando su mano tendida hacia mí, no quería que pensara que necesitaba ninguna clase de ayuda. Miré mi falda y me sacudí los hierbajos. Levanté la vista.- por qué no?- Le dije con una sonrisa.

*Se van*