Jardines (1) [completo]

No había como correr un poco antes de la comida. Bajé a los jardines con este fin: un poco de aire fresco y ejercicio vendria biena a mis aterecidos músculos mientras no tenía otra cosa que hacer.

Decidí empezar con un trote ligero a fin de poner a punto mi poderoso y atractivo cuerpo y calentar los músculos. Posteriormente, tras estirar un poco para no perder flexibilidad (y ya no tenía mucha) haría series de flexiones y abdominales. Era perfecto.

Para finalizar el entrenamiento, haría una serie de mil golpes con Värdjas para potenciar mis golpes y, asimismo, mejorar mi técnica.

- ¡¡VAMOS ALLÁ!!

*se queda entrenando*

Tras llevar a cabo el entrenamiento al completo, conforme con mi increíble forma física, abandoné los jardines para entrar en el palacio.

*se va*

Caminaba por los jardines, ahora cubierto por marrones hojas ya que los árboles habían perdido su follaje. Las susodichas crispaban bajo sus pasos raudos y tambaleantes debido a la ingesta de alcohol con el estómago vacío. Aún así, Bocanegra conservaba todas sus funciones mentales bastante intactas.
Se aburría un poco. Hacía tiempo que no hablaba con alguien en condiciones.
El frío viento zumbaba en sus orejas hasta que la dueña de los órganos decidió sentarse en un banco, mientras sacaba una bolsa de cuero rellena de negra regaliz. Las raíces de regaliz eran bastante amargas, pero una estupenda fuente de energía y, como no tenía cosa mejor que hacer, se quedó mordiendo las duras raíces y absorbiendo su rico sabor.

*se queda*

Correteaba por el jardín, tarareando a todo volumen canciones improvisadas, girando sobre mí misma de vez en cuando y sin fijarme mucho en lo que había a mi alrededor. Hasta que la vi. Frené en seco, poniéndome muy seria de pronto, y corrí junto a ella. Aún sentada, me quedaba un poco alta, pero eso no me amilanó en absoluto.

- ¡Tú! -grité, con el ceño fruncido y expresión sombría, mientras la señalaba.

Entonces bajé el dedo, relajé mis facciones y empecé a reírme escandalosamente.

- Hola -saludé, tras recuperar el aliento. Me senté a su lado-. No nos conocemos, ¿verdad? -sonreí.

Alzó una una ceja al oír el pronombre que hacía referencia a ella y se giró de inmediato para ver a la mujer que había proferido tal berrido, lanzando la raíz que chupaba al suelo y esbozando una media sonrisa.

-¡¿QUE?!- le chilló a la cara con aire crispado y enfadado. ¿quien se creía esa parvus para dirigirse a la Capitana de ese modo?

Después de los dos gritos, la pequeña se empezó a reír como una loca.

La capitana puso cara de asco- lo tuyo no es normal... háztelo ver- dijo pegándole un buen trago a su botella, ya casi vacía.

-Bocanegra- sentenció escupiendo en su mano y ofreciéndosela a la chica.

Su forma de reaccionar era de lo más divertida. Ensanché mi sonrisa, mostrando todos mis dientes, y cuando escupió en su mano y me la tendió, observé su gesto con curiosidad. Sonriendo con el ceño fruncido, no dudé en imitarla, escupir en mi mano y estrechar la suya con fuerza.

- Stalon -respondí-. Todo un placer.

Apoyé las manos en el banco y balanceé las piernas, una adelante y otra atrás, volviendo a mis tarareos improvisados, esta vez más bajito.

Escupió en su mano y se la tendió a la más bajita de las dos. La Capitana esbozó una sonrisa apretada. Le agradaba encontrar a alguien del carácter de aquella joven, aunque quizás era demasiado infantiloide, al ver como balanceaba sus piernas de delante a atrás.

Entornó los ojos y la vio desde las alturas- Estás loca- le espetó sentándose a su lado. Se abrió de piernas y apoyó sus codos en sus rodillas, con la botella jugueteando en sus manos.

La vio de reojo y dejó salir un "je" mientras negaba con la cabeza. Sacó entonces una raíz de regaliz de su bolsa y se la tendió a la joven sin verle a la cara, mientras ella le pegaba un mordisco enorme a una de las amargas raíces.

-¿Llevas mucho en este sitio?- preguntó por preguntar mientras se sacaba el sombrero para dejarlo descansar en el banco, a su lado y sacudirse el rojo pelo.

Loca. No era la primera vez que me lo decían. Ni sería la última. Me encogí de hombros, riendo entre dientes. Me hacía gracia cuando la gente decía aquello. ¿En qué se basaban? Vaya panda de locos.

Cuando me ofreció una de sus regalices, practicamente se la arrebaté de las manos. A continuación, me levanté de un salto y miré a derecha e izquierda, ignorando su pregunta. Luego me volví hacia ella, agarrando la regaliz con los dientes. Arranqué un trozo y mastiqué, volviéndome hacia ella.

- ¿Oyes eso? -le dije-. Es el sonido de que tengo que irme -la señalé-. Pero que sepas que no voy a desaparecer para siempre. Volveremos a encontrarnos -la miraba con los ojos entrecerrados. Entonces sonreí, le guiñé un ojo y salí corriendo entre escandalosas risas.

*Se va*

FdR.: Lo siento... Otro dia roleamos más XD

Y, del mismo modo que vino, se fue. Como si un golpe de viento se la hubiese llevado.
Cogió la regaliz, le dio un mordisco y salió por patas. La Capitana simplemente se quedó con la boca abierta, llevándose una mano a la cabeza y rascándosela para luego, con la otra, acomodarse los pechos.

"Debo dejar de beber tanto" pensó al imaginarse, tal vez, que la pequeña parvus podría haber sido fruto de su estado de ebriedad.

Pero se encogió de hombros y terminó su botella, para luego tirarla al medio de las flores e irse para dentro

*Se va*

Como siempre, Arpa iba en mi mano derecha y mi carcaj colgaba de mi espalda, entre las alas.

Salí del castillo y me acerqué a los jardines, no es que tuviera algún interés especial en ir allí, simplemente se me antojó. Por mucho frío que hiciera, estar encerrada bajo las puertas de ese palacio no era sano.

Me senté en el césped dónde me pareció apropiado y sonreí ante el escaso frío que sentía y la brisa en mi cara.

*Se queda*

Atravesaba los gélidos vientos que se encontraban sobre el castillo. Realicé varias vueltas descendiendo poco a poco el nivel de altura, rodeando el edificio. El suelo estaba cada vez más cerca, y distinguí en los jardines a una figura la cual ya había visto varias veces desde los cielos.

Apoyé mis descalzos pies sobre la hierba que cubría los jardines, estaba un poco fría, pero eso me gustaba. Estaba a unos veinte metros de la joven Thamerlein, esta vez pretendía darle un buen susto. Me acerqué poco a poco hacia ella. Un paso, dos pasos... veinte pasos, entonces la tenía en frente mía, dándome la espalda. Mi mano rozó su hombro con delicadeza, apoyándose sobre él.

- Buenas noches, princesita - saludé imitando el tono que acostumbraba a utilizar en aquellas situaciones.

Estaba mirando el cielo cuando una mano se posó sobre mi hombro. Iba a sacar una flecha de mi carcaj y apoyarla en la cuerda pero me quedé a medio movimiento, ya que conocía esa voz. Sonreí y bajé el brazo, me giré y ahí estaba, tan apuesto y enigmático como siempre.

-Buenas noches Timber.- Le respondí al saludo y opté por ignorar el apodo que había utilizado. Miré su pelo revuelto y deduje que habría sido el viento de los cielos.- dando una vuelta?- Le pregunté. No sabía muy bien cómo, pero poco a poco había dejado atrás los tartamudeos, aunque posiblemente se debiera a que parecía que el jefe Aether no quería que lo tratara como eso, como un jefe; o al menos eso me había dado a entender negando a que le llamara cosas como "Señor".

Sonreí ante las palabras de la joven aether, parecía que ya se empezaba a tomar un poco más de confianzas, parecía que el paseo del otro día había reforzado nuestra confianza.

- Pues la verdad es que sí... Estaba surcando los cielos cuando de repente me tropecé con una hermosa figura, y después de darme cuenta de que se trataba de mi reflejo en el lago te vi a ti - comenté con tono jocoso y soltando una ligera risa.

- ¿Y qué te trae a ti casi todos los días por aquí?¿Acaso echas de menos algo de Ventus? - Pregunté esperando a que se abriese un poco más.

Levanté una ceja ante su comentario un tanto egocéntrico pero no dije nada, puede que en cualquier situación hubiera soltado algún comentario irónico, pero aún seguía siendo mi jefe y eso no se olvidaba fácilmente.

Luego me hizo una pregunta que me sorprendió un poco.- Pues... la verdad es que vine aquí porque sí...- Le dije la verdad, aunque sonara absurda.- No me gusta el castillo, es como estar en una jaula gigante...- Me rasqué el brazo. Obviamente echaba de menos mi patria. Sonreí al pensar en Ventus y lo elevado que estaba.- Posiblemente más de lo que te imaginas...- Le dije respondiendo a su pregunta.- Tú no?

Al parecer Thamerlein veía el castillo como una jaula gigante, vaya... que visión más triste...

- ¿En serio? Pues deberías de aprender a disfrutar las cosas que tienes en él - dije acariciando su cabeza, tratando de no despeinarla.

Me puse a su derecha y me senté poniéndome a su misma altura.

- La verdad es que no... Puedo ir volando cuando me plazca, o simplemente transportarme mediante magia - comenté aún con mi tono jocoso, pero lo que estaba diciendo era totalmente cierto.

Agaché la cabeza, probablemente ella echase muchísimo de menos a su familia, y la pobre no podía volar aún.

- Quizás algún día que no te lo esperes podrás volver de visita - sugerí tratando de sonar interesante.

Lo miré sugestivamente, ¿a qué se refería? Noté su mano en mi cabeza y no me resistí, al contrario, me hizo un poco de gracia.- Puede que exagerara un poco al llamarlo jaula gigante, sé que hay cosas interesantes dentro de él...- Pensé en la gran biblioteca y en los numerosos y agradables baños.- Pero aún así prefiero salir al aire libre.

Vi que se sentaba a mi lado y decía otro comentario haciendo gala de sus habilidades.- No lo dudo...- Murmuré con una sonrisita.

Lo miré a los ojos cuando me dijo lo último.- Lo dudo bastante...- Sonreí tristemente.- Estamos en medio de una guerra y yo vine aquí para hacerlo lo mejor que pueda. No pienso volver con las manos vacías y eso es algo que no veo muy probable...- Y con ello me refería al "volver"

Vaya... Parecía que la joven Thamerlein estaba preparada para cualquier reto del castillo.

- Se ve que te preocupas por Mithos, eso está bien... - comenté sonriente, no sé muy bien por qué.

Giré mi cara hacia ella, dirigiéndole mi vista.

- ¿En medio de una guerra? ¿De dónde has sacado eso? - Empecé a reírme, ¿en serio los miembros del palacio habían sacado esa conclusión? - Nadie ha dicho nada de... guerras... por ahora...

Sonreí orgullosa ya que me había felicitado.

Entonces me miró, soltó un comentario un poco absurdo y luego empezó a reírse para soltar otro comentario. Fruncí el ceño ya que la cosa no me cuadraba.- Estás tomándome el pelo...- Le dije seriamente. Era obvio que estábamos en guerra. A ver, es cierto que los jefes no nos habían comentado nada a pesar de llevar ya varias lunas ahí entrenándonos, pero de ahí a que todo fuera una gran mentira y no estuviéramos en guerra...- No, definitivamente esto tiene que ser una treta para que no meta las narices en asunto...- Pensé, ya que yo seguía frecuentando la biblioteca por si encontraba alguna información de lo que estaba pasando.- Seguro que lo hace porque contra lo que estamos luchando es algo que sólo los jefes deben saber para que no llegue a oídos traicioneros...-Pensé mirando con un poco de confusión al jefe.

Reí.

- ¿Tomándote el pelo? tal vez sí... Tal vez no... - La verdad no la sabíamos ni los jefes.

En ese momento me acerqué ligeramente hacia ella, incluso el frío de la noche podía a veces molestar a un jefe tan viril como era yo. Sentí como mis alas rozaban las suyas.

- ¿No tienes frío? - Al igual que yo... Apenas llevaba abrigo -. Últimamente hace más del normal...

Volví a reírme.

- Eres una aether dura de pelar, ¿verdad?

Noté un roce en mi ala derecha y me di cuenta de la cercanía en la que nos encontrábamos, no sabía por qué, pero mi corazón se había acelerado un poco.

Era cierto que hacía más frío de lo normal y que el fresco se notaba. Me fijé en su pecho desnudo y me sonrojé levemente, normal que tuviera frío...- N-no mucho...- Tartamudee mirando hacia otro lado apartando la vista del maravilloso cuerpo del aether que estaba ante mí.

Escuché su voz nuevamente y, otra vez me giré para encontrarme con sus ojos, mis mejillas enrojecieron un poco pero con muchísima suerte pensaría que era del frío... A quién quería engañar, obviamente no colaría... Intenté salir como pude y volví a girar mi cabeza.- Como debería ser.- Dije con todo el orgullo que pude.

Tham parecía haber empezado a ponerse nerviosa, acompañada por un sonrojo excesivo (pues podía distinguirlo entre la oscuridad).

- Pues chica, eres increíble - comenté seguido por un suspiro, que provocó que por mi boca saliese el vaho propio de una noche heladora.

Apoyé mis manos en el suelo y con un impulso me elevé a cinco metros del suelo, volviendo a caer sobre el suelo.

- Pues yo no sé tú, pero necesito entrar en calor, ¿qué te parece dar un pequeño paseo? - Pregunté extendiéndole mi mano izquierda para que pudiese agarrarse a ella y ayudarse a erguirse.

Ví como se levantaba acinco metros sobre el suelo y por tercera vez en esa noche pensé en lo terriblemente fanfarrón que era Timber Bright.

Lo miré mientras volvía a apoyar sus pies en el suelo y luego miré su mano tendida.- Me encantaría.- Le dije con una sonrisa, la verdad es que si que hacía fresco. Me levanté apoyando mis manos en el suelo, volviendo a ignorar su mano. Era cierto que no podía volar 5 metros sobre el suelo y caer elegantemente como hacía él, pero tenía mis propios medios para levantarme del suelo. Empezó a caminar y yo le seguí.

*Se van*

Llego a los jardines y me siento en uno de los bancos de piedra para darle un par de setas a Tristán.
Hace un poco de frío, por lo que llevo puesto mi gorro con orejeras y un abrigo bastante calentito. Las flores estan un poco mustias porque el frío las ha ido quemando poco a poco. El jardín, aunque quiere estar alegre, no siempre lo consigue, puesto que a sus clorofílicos habitantes, el frío parece no sentarle muy bien que digamos.

*se queda*

Llegué a los jardines con paso lento, no tenía nada mejor que hacer y observar los al rededores del castillos era la opción más revitalizante -desgraciadamente-. Hacía algo de frío, aunque se podía aguantar bien, comparado con las temperaturas extremas que sufría Humus continuamente. Entonces me encontré a una figura sentada en uno de los bancos de piedra que había en el jardín. me acerqué un poco, pero la figura seguía sin sonarme. Era un niño rubio de pequeña estatura para no ser parvus, tenía algo raro en la oreja, pero a esa distancia no pude distinguir nada.

Me acerqué un poco más.

Siento unos pasitos que se acercan a mí y alzo un poco la vista. Es una parvus.
Es la primera parvus que veo en mi vida. Chica quiero decir, puesto que el primer parvus fue el jefe Nagorr.

-Ho-hola. digo con una sonrisa. ¿eres nueva? pregunto girando la cabeza y pestañeando un par de veces.

Tristán alzó su cabeza y emitió un sonido extraño para echar a volar hacia ella para olisquearla desde su pequeño hombro de parvus.

-Perdónale, es que le gusta conocer a gente nueva.

El chico, piscis -creo-, se percató de mi presencia, dirigiéndome un saludo.

- Hola - saludé yo también, como gesto de buena educación -. No sé qué consideras como nueva, pero llevo ya varios meses - respondí a su pregunta.

Al parecer estaba con un pequeño dragón, el cual se acercó a mi hombro y me empezó a olisquear. Para ser tan pequeño no me tenía miedo, aunque tampoco es que fuese una gigante.

Me fijé en su oreja de nuevo, esta vez ya más de cerca -me acerqué otros pocos pasos-. Le faltaba parte de la oreja, pero ya estaba cicatrizada. ¿Qué le habría pasado? ¿Habría sucedido en el castillo?
Le miré a los ojos, eran de un color muy bonito.

- Yo me llamo Elektra, Elektra Samon - dije mi nombre dibujando una sonrisa en mi cara, ahora esperaría a que dijese el suyo.