Jardines (1) [completo]

Salió a los jardines con la botella en su mano mientras que con la otra se sacaba un moco para luego tirarlo lejos.

Se encontró una piedra en el camino y comenzó a darle patadas como si de un balón se tratara, pero en una de esas le dio demasiado fuerte y la piedra rebotó en la espinilla de un aether que caminaba por allí.

-¿Estas bien? -dijo con voz ronca acercándose a el, pero sin mostrar mucha pena por el daño que le pudiese haber producido. Al fin y al cabo ¿que coño? era un hombre. ¡Bah! que se joda.

La fémina se acercó a el analizando su rostro, su torso su culo, su... bueno, su "eso" y finalmente sus alas, todo mientras ella daba una vuelta alrededor de él.

-Encantada, supongo- dijo escupiendo en su guante de cuero y ofreciéndosela joven.- Me llamo Bocanegra. - entonces levantó el labio y dijo: ¿y tu?

Sigo inmerso en mi calmado paseo cuando una piedrecita salta hacia mí y observo que hay una mujer a unos metros. Se acerca y pregunta si estos bien con lo que sonrío cordialmente.

- Claro, no es nada -.Respondo amable. La mujer se acerca rápida y me rodea con lo que mi gesto se vuelve curioso. Me giro un poco para seguir su trayectoria y comprobar qué se supone que estaba mirando.

- ¿Tengo algo... raro?- Pregunto mientras no deja de examinarme. Entonces la mujer se presenta escupiendo en su guante y mi gesto es todavía más extraño.

- Aah, sí, encantado también. Yo soy Heylel -.Dudo un momento en si debo o no debo estrecharle la mano. No sé qué clase de saludo puede ser ese pero a mí me parece realmente poco higiénico. A pesar de todo puede ofenderse si le niego el saludo así que, después de unos segundos, le estrecho la mano y se la suelto sin poder evitar mover la mia de forma extraña para tratar de quitar el fluído.

Como no quiero quedarme pensando que tengo una mano llena de babas de una tal "Bocanegra" decido sacar algún tema de conversación.

- Y... bueno, supongoque viene a formar parte del ejército, ¿no?

El hombre pareció contrariado ante las formas de la mujer y cuando este le preguntó si tenía algo raro, ella respondió de inmediato.
-Pene.- dijo sin inmutarse.

El hombre aceptó el saludo.
-Menos mal, pensé que aquí todos eran como el mamalón ese- dijo haciendo referencia al jefe de los caeruleus.

A continuación dio un trago a la botella mientras el hombre realizaba su última pregunta.
-Bueno, eso es un daño colateral, yo vengo a otra cosa, pero mientras, si... supongo que tendré que formar parte de este "ejército" dijo haciendo comillas con los dedos.

Se volvió a quedar viéndolo fijamente mientras quitaba su sombrero y se lo ponía al joven.
-Dime, Heylel ¿me conoces? ¿te suena el nombre de Bocanegra? -el otro día aquel hombre la había enfadado bastante por que no conocía sus hazañas por Aqua, ahora necesitaba que alguien hubiese oído hablar de ella para que su ego no se viese dolido.

Levanto las cejas extrañado cuando la mujer afirma que tner pene es algo raro. La verdad es que no sé como tomarlo...

Entonces menciona a un tal mamalón que no parece agradarle. La verdad es que es una mujer un tanto peculiar.

- Vaya, por mi parte vengo directamente a eso -.Comento por aportar algo a la conversación. Entonces pregunta si la conozco y si me suena el nombre de "Bocanegra"

Me quedo unos segundos callado porque la verdad es que me suena poco o nada pero quizá sea importante para ella.

- Bocanegra... Pues... hombre, sonar... Sí, supongo que en algún lugar... -Me llevo una mano a la nuca. -Yo es que soy de Ventus y lo que me llega de abajo pues mucho mucho no creas que...- ai, Mithos, espero que no se le de por golpearme con esa botella o algo si le digo que no.

Al ver su cara ante su primera respuesta la chica ríe.

-Que sea raro no quiere decir que sea malo- dijo con mirada picarona mientras se paseaba un dedo enguantado por la comisura de sus labios mientras dibujaba una sonrisa.

- Es una pena que un joven como tú venga a perder la vida de esa manera. Que desperdicio, pero bueno es normal que lo hagas, la testosterona os hace ser... así.- dijo poniendo los brazos en jarra.

-Bueno, he de admitir que eres el segundo ¿hombre? bueno, no: eres la segunda cosa con pene que me encuentro, y por lo menos parace que en Brontë no oleis mal. Eso so convierte en... ¿menos hombres?- la mujer rió. Le gustaba meterse con sus simples cerebros.

-Bueno, te lo perdonaré, pero solo porque eres de ventus y hombre- entonces la chica se acercó al oido del hombre y susurró unas palabras-
-Yo soy La capitanta Bocanegra, Jefa suprema del Purgatorio, mi barco. - No le gustaba dar el nombre de su barco, por si alguien lo encontraba amarrado y así evitar disgustos. De echo, su barco no tenía el nombre escrito en la proa, como acostumbran a llevar el resto de los barcos para evitar ser identificado fácilmente.

Entonces a la capitana le sonaron las tripas.

-Bueno, cariño- dijo pellizcándole una mejilla. - Si me necesitas, búscame y te anotaré en mi lista.- dijo guiñándole un ojo y riendo mientras cogía su sombrero de la cabeza del chico.

Con media vuelta, dio un trago y se marchó.

*se va*

Dedico una media sonrisa momentánea e incómoda a la mujer en cuanto hace su primer comentario.

-Bueno, es una obligación moral, supongo. Mi mujer habría venido si pudiese también -.Indico, teniendo la necesidad de mencionar a Gabrielle de cualquier forma.

Entonces la piscis -porque eso parecía- comenzó a hablar sobre su evaluación masculina.

-Dudo que un hombre sea menos hombre por tener una higiene adecuada -.Comento algo más serio ante sus chistres sexistas.

La mujer no parece enfadada con mi respuesta con lo que se acerca a mí para susurrarme quién se supone que es.

Me aparto un poco, algo incómodo por su acción y veo como la mujer se despide.

-Suerte por Brontë -.Indico para despedirme también.

La verdad es que ese tipo de mujeres me parecían algo maleducadas porque me recordaban a los hombres que desvalorizaban todo aquello que no estaba en torno a su ombligo. No le doy mucha importancia, simplemente meto las manos en los bolsillos y continúo mi paseo.

*se va*

Caminé por el jardín del castillo. No tenía nada especial que hacer y ya había entrenado lo suficiente por la tarde, además era una noche cerrada y la luna era preciosa, iluminaba todo con su luz blanca.

Seguí caminando hasta que me sentí estúpida dando vuelta tras vuelta, así que finalmente me senté en el suelo. Ví una hoja solitaria entre la hierba y la cogí con mis dedos. Fruncí el ceño al pensar en lo fácil que lo tenían ellas de volar; sólo con impulsarse y dejarse llevar por el viento, ala, ya se deslizaban por el cielo. Moví las alas un poquito y las miré de reojo. Puse la hoja delante de mi cara y la solté al mismo tiempo que soltaba una bocanada de aire. Me quedé mirando como la hoja desaparecía en el frío aire de la noche.

*Se queda*

Era de noche y, mientras estaba volando sobre el castillo decidí ir a ver el jardín. Me encantaba observarlo las noches frías.
Di varias vueltas en el aire sobrevolándolo, preparando para el aterrizaje más perfecto que jamás había realizado; entonces diferencié gracias a mi vista aguileña a una joven aether. Me impulsé rápidamente con las alas y con gran velocidad me coloqué de pie a su lado en tan sólo cuatro segundo

- Buenas noches, princesa, ¿qué hace la más deslumbrante y magnífica de entre todas las aves en un lugar como esté a estas horas? - Pregunté con tono lisonjeante, mientras le arrancaba la flor a una de las plantas que más cerca tenía y se la ofrecía como gesto caballeril.

Cerré los ojos lentamente cuando la hoja desapareció de mi punto de vista.

Repentinamente, escuché una voz a mi lado, demasiado cerca. Maldije lo descuidada que me había vuelto desde que había llegado a ese castillo. Con un rápido gesto propio de mi raza, me levanté, agarré a Arpa con una mano y con la otra situé una flecha en su cuerda mientras apuntaba en dirección a la voz. Me sorprendí cuando me di cuenta de que un pecho desnudo estaba demasiado cerca de mí.- ¿Cuándo ha...?- No acabé de formular la pregunta en mi mente cuando mi unas plumas detrás de su pecho.- ¿Otro Aether?- Me pregunté si sería el chico que estaba con Silvanus la otra noche y sin dudar, miré a mi acompañante a la cara, todavía apuntándolo.

Mi sorpresa fue máxima cuando mis ojos encontraron su rostro. Una sonrisa en la cara, los ojos chispeantes, el pelo azul... Se me cayó el arco, por primera vez en toda mi vida, Arpa se me había caído, y lo peor de todo es que no hice ningún gesto por agacharme y recogerla. Abrí la boca y no me salían las palabras, me sentía estúpida. Conseguí recobrarla consciencia y automáticamente apoyé una rodilla en el suelo y miré la hierba.- Mierda... mierda mierda mierda Tham!- Al final logré murmurar.- Mi más sinceras disculpas.- No podía creerme que estuviera hablando con quien estaba hablando...- Sé que mi osadía ha sido enorme, pero le juro que de haber sabido que era usted...- Tenía frente a mi al jefe de los Aether, ni más ni menos; y yo le había apuntado con una flecha. A mi jefe!- Lo siento muchísimo Bright-sama.- Dije usando el sufijo honorífico.

De repente la joven me apuntó con un arco mientras preparaba una flecha para lanzarla, aunque poco después lo dejó caer; al parecer me había reconocido como uno de los jefes aether. Comenzó a disculparse y a reverenciarse. Le coloqué entonces la flor en el pelo.

- No te preocupes, estoy acostumbrado a que la gente me considere un peligro. No hago más que embarazar a sus hermanas e hijas - comenté jocoso mientras se dibujada en mi cara una sonrisa de oreja a oreja -. Debería de ser yo quien se disculpe, no has sido tú la que se ha acercado a mi rápidamente.

Entonces me agaché y recogí su arco y su flecha.

- No debería dejar los juguetes en el suelo, que luego alguien los pisa sin querer y se puede hacer daño - le ofrecí el arco con mi mano izquierda y la flecha con la derecha -. Y por favor, no te inclines, no vaya a ser que venga Aren Darvenwish's por detrás y te utilice como... si fueses un pisicis inútil.

Entonces me dijo que no me disculpase.- Pero cómo no me iba a disculpar!- Pensé.- A ver, si fuera otra persona posiblemente me habría enfadado por aparecer de repente...- Pensé en Silvanus.- Pero... por dios! Que es Timber Bright!- Me maldije a mi misma por mi estupidez.

Soltó un comentario que no sabía como tratar, es decir, se supone que tenía que reírme? Así que simplemente no dije nada, pero luego acabó su comentario diciendo que tendría que disculparse él.- Ah no! Por supuesto que no, ha sido culpa mía señor.- Dije levantando la vista realmente sorprendida, cuando me di cuenta de este gesto volvía mirar el suelo.- Usted puede hacer lo que le plazca...- Murmuré.

Escuché el sonido de la hierba y me di cuenta de que se había agachado. Con mi vista perférica vi que cogía a Arpa y mi flecha. Levanté la vista nuevamente y como acto reflejo le rogué.- Por favor, no lo rompa. Es demasiado importante como para...- Me di cuenta de con quién estaba hablando, me mordí la lengua para no seguir hablando y volví a bajar la cabeza. Cerré los ojos fuertemente intentando no pensar en que podría hacerle a mi precioso arco.- Lo siento, no pretendía decirle lo que hacer, yo...- Esperé a que su mano golpeara mi cara o algo por el estilo; pero me sorprendió cuando me tendió mi arma. Sin volver a cometer el mismo error otra vez, mantuve mi cabeza inclinada; al menos hasta que me dijo que me levantara. Lo hice ya que él me lo había dicho, pero me debatí internamente un rato, ya que lo normal es que no estuviera a la misma altura que él.

Observé mi arma y la cogí nerviosa, pero cuando noté la madera en mis dedos me relajé, me sentí realmente bien cuando realmente percibí que no le iba a hacer ningún daño.- Sí señor.- Le dije cuando me recomendó no tirar mi arma.- Muchísimas gracias Bright-sama.- Dije con una leve reverencia.

La joven Aether se comportaba de una forma muy extraña, parecía que tenía mucho miedo de mí, o quizás fuese respeto, aunque más a menos es lo mismo.

Volvió a hacer una reverencia y a nombrarme muy formalmente, parecía difícil de hacerle darse cuenta de que yo sólo era un soldado y medio en el mismo ejército en el que estaba ella.

- No me gusta que me llamen por mi apellido, me ofende; ni tampoco quiero que me nombres con el sufijo "sama", me parece de gente vulgar - comenté para que así me llamase Timber y sólo Timber.

- Pero no te preocupes, te perdono si me dices tu nombre, hermosa jovencita - añadí con una sonrisa de lo más amable y amistosa que podía, y eso ya era una buena sonrisa.

Lo miré nuevamente sorprendida cuando me dijo que no le gustaba como lo llamaba. Incliné un poco la cabeza. Me había insultado, me había llamado vulgar y yo no era eso, ni mucho menos. Fruncí el ceño levemente pero me controlé y volví a mostrar mi habitual rostro serio. - Lo siento...- Cerré los ojos un momento.- Timber.- Murmuré. Era verdad que a mi tampoco me gustaba tratarme a mi misma como inferior, pero había momentos en los que no quedaba más remedio y ese era uno de ellos.

Me colgué el arco al hombro y guardé la flecha en el carcaj, completando mi docena. Lo miré a los ojos, maldita sea, aun por encima de ser un jefe, era rematadamente hermoso. Abrí la boca para decirle mi nombre, pero me estaba perdiendo en su sonrisa deslumbrante.- Maldita sea Tham!- Me grité a mi misma y agité las alas para sacármelo de la cabeza.- Soy Thamerlein.- Dije sonriendo amablemente, cada vez era más sencillo.- Thamerlein Naëgling.- No sabía si tenderle la mano o quedarme parada, pero no parecía el mítico jefe que se enfadaba con los demás. De hecho, todo lo que me había contado mi padre sobre el Aether, era que siempre se había comportado con todo el mundo como su igual y se reía relajadamente, descansaba donde quería y era feliz. Ahora estaba comprobando que era cierto.
Además, estaba ahí porque era valiente, así que me arriesgué y le tendí mi mano derecha.

La joven decía llamarse Thamerlein. Ya había oído alguna que otra vez ese nombre, pero no era muy común en Ventus. Poco después me tendió la mano, lo cual hizo que mi sonrisa se volviese aún más radiante, parecía que las confianzas empezaban a brotar, era cuestión de tiempo de que aumentasen, pero por ahora estaba bien así.
Estendí mi brazo y agarré su mano con la máxima delicadeza que pude.

- Encantado de conocerte, Thamerlein, siempre es un orgullo poder conocer a uno de los míos - por ahora la impresión que me había hecho de la guapa y joven aether había sido buena, y esperaba que así siguiese. No me gustaría que algunos tiren por los suelos la clase y la elegancia de nuestra raza, como había pasado con los piscis gracias a algún miembro.

- Y Thamerlein, no es por parecer descortés, ¿pero podía saber que te trae por estos parajes? ¿Cuál es la razón de que una joven tan hermosa como tú haya venido a este ejército a arriesgar su vida? - Pregunté convirtiendo mi sonrisa en un gesto varonil y apuesto.

No pude evitar sonreír cuando dijo que era un placer.- El placer es mío, por supuesto.- Respondí cortésmente.

Me preguntó que qué hacía ahí.- Creo que es lo correcto- Le respondí.- Porque no puedo quedarme de brazos cruzados en mi casa sabiendo que mi raza podría morir en cualquier momento; y si puedo dar mi fuerza y aportar un poco en esta guerra lo haré y defenderé con toda mi alma este planeta.- Aclaré. Sabía que mi respuesta era la propia de un guerrero, que quería defender su planeta. Pero mi razonamiento iba más allá, no podría dejar que destrozaran la naturaleza, que destrozaran Ventus. Eso sería peor que si me destrozaran a mí, ya que Ventus era mi hogar, era dónde estaban mis seres queridos y no podía dejar que desapareciese por una simple guerra. No podía seguir cuidando de mis animales mientras cada noche pensaba que quedaba menos, no podía y por eso había acudido a Brontë.- supongo que si preguntas a cualquier guerrero de aquí te dará la misma respuesta e incluso con más y mejores argumentos.- Sonreí, al fin y al cabo, estábamos todos juntos en esto.

*Se quedan charlando tranquilamente un rato y después de eso, Timber se va*

Cuando se fue miré la luna, que cada vez estaba más brillante. Entonces me percaté de que tenía una flor en el pelo, la acaricié con los dedos como si se pudiera romper con nada. No me lo podía creer. Nada más y nada menos que Timber Bright. Sonreí a la vez que mis alas daban un pequeño aleteo de felicidad. La noche era joven, pero no tanto, así que con un paso tras otro, salí del jardín.

*Se va*

FdR: Por diversos motivos el user de Timber se ha tenido que ir así que con su permiso me lo he llevado xD

Llegamos a los jardín, y yo dejé salir un suspiro de mi boca, al fin podía respirar aire puro de verdad, y no acumulación de gases producidos en la cocina con aire que lleva meses encerrados y que todo el mundo respira.

Alcé la vista hacia arriba mientras caminábamos.

- Me encanta dar paseos de noche, es muy relajante - asentí sonriente y feliz de poder estar caminando por el hermoso y cuidado jardín que casi rodeaba del todo al castillo.

Entonces me acerqué un poco más a él sigilosamente; mis intenciones no eran otras más que recibir el calor que producían las suaves alas aether, aunque el ambiente fuese paradisíaco, el frío de la época no lo era tanto.
De repente, un fuerte cólico -mucho más que el que había tenido en el comedor- me vino de repente, yo lo reprimí como pude, pero no pude evitar soltar un gemido y pararme por un segundo, aunque traté de seguir como si no pasase nada; al ser parvus, a menos que estuviese mirando fijamente hacia el suelo no podría haber visto muy bien mi reacción.

Salimos al jardin y Elektra parece ponerse de mejor humor.

-Cierto. Aunque a mí me gustan de día. Como las tierras son tan extensas no te cruzas con demasiada gente y se está bien. De noche puede aparecer cualquier cosa por ahí... -Indico exagerando un poco.

Elektra se acerca un poco y yo hago mutis por la izquierda tratando de alejarme sutilmente. Hace algo de frío pero no es que me agrade acercarme demasiado a una desconocida. Entonces ella parece no encontrarse demasiado bien.

-¿Te ocurre algo? -Le pregunto, preocupado.

Me pregunta si me encuentro bien y tratando de parecer lo más amable posible miento para que no se preocupe por mí.

- No te preocupes, no me pasa nada - respondo mientras me retuerzo de dolor por dentro -. ha sido simplemente un ataque repentino, pero gracias por preocuparte.

Traté de reincorporarme como pude poco a poco y en unos segundos logré volver a caminar con normalidad, ¿qué me estaba pasando?

Caminaba con la vista fija en el suelo, no sabía muy bien qué decir en esa situación.

- ¿Tienes muchos amigos aquí en el castillo? - Formulé como pregunta comodín, a ver si con un poco de suerte fluía una conversación pregunta-respuesta, y así de paso podría empezar a conocer de verdad a Heylel, y no tener conocimientos sobre él, que era lo que había realmente.

Elektra dice que se encuentra bien a pesar de su gesto de molestia con lo que decido no incomodarla con más preguntas sobre el tema.

-Pues conozco a bastante gente. Inger, Silvanus, Alehyss, Hewina, Rick... Digamos que a esos a los que más -.Le digo amable. -Luego conozco más de pasada a Massen, Lyam, Adela o Summer... De hecho con la última apenas he hablado... Y... Alezander, claro -.Pronuncio el último nombre con cierto asco. No queria acordarme de ese tipo.

-¿y tú? ¿Has hablado con mucha gente? -Pregunto para animarla a hablar.

Me quedé boquiabierta al escuchar la lista de los nombres de personas que Heylel conocía, cuando la mía se limitaba en él y en el jefe caeruleus.

- Bueno... La verdad es que a parte de a ti, sólo he conocido a Aren Darvenwish's, y no es que haya hablado mucho con él - respondí un poco avergonzada por si parecía una parece insociable o algo así -. Así que imagínate...

La verdad es que algún que otro nombre que él había mencionado me sonaba, pero sólo de haberlo escuchado una o dos veces, y ni siquiera estoy segura de que hubiese sido durante mi estancia en el palacio.

Me sorprendo un poco al escuchar a Elektra y en cierto modo me compadezco de que una de las dos personas que haya conocido haya sido el líder caeruleus.

-Vaya, pues tienes que conocerles, son muy buena gente -Sonrío. -Bueno, la mayoría... -Añado pensativo.

Estiro las plumas y evito estirar los brazos por respeto pero estoy algo cansado.

Sonría cuando Heylel me dice que todos son muy majos. Quizás lo sean, y me encantaría conocerlos a todos.

De repente, más palabras iban a brotar de mi boca, cuando noto como una espada atraviesa mi estómago y no puedo evitar chillar de dolor y caer al suelo. Afortunadamente sólo había sido otro cólico, pero fue eso lo único positivo, por empecé a notar como me ardía el estómago y poco a poco sentía como si algo se estuviese comiendo mis entrañas. Después de lo que para mí fue un largo tiempo, el dolor empezó a desvanecerse.
Lentamente comencé a levantarme, creo que ya sabía cual era la raíz de todo.

- Me ha encantado hablar contigo... Pero... Creo que no me encuentro muy bien - comenté aún temblando por el dolor que había sufrido -junto al frío de la noche invernal-. Sólo necesito descansar un poco.

Camino tranquilamente escuchando a Elektra cuando esta se cae con un chillido de dolor y me asusta.

- ¿Estás bien? ¿qué te pasa? -Pregunto algo alterado y tratando de ayudarla a levantarse.

Escucho con preocupación lo que dice y la ayudo a ponerse en pie.

-Ven, te acompaño a la enfermeria -.Le digo. No voy a dejar qe se vaya a la habitación ella sola.

Elektra acepta y ambos entramos en el palacio.

*Se van*

Llegué a los jardines del palacio para tomar el aire fresco, tenía la mente nublada de tanto leer durante todo el día. Estaba bastante cansada y un cortito paseo por los alrededores del palacio despejaría mi mente nublada.

Mientras caminaba me puse a pensar en todo lo que tenía aún que hacer. Había perdido unos papeles y ahora tendría que volver a escriirlo, pero bueno, al menos ya había logrado esclarecer una parte.

Caminé y caminé, y cuando casi había dado la vuelta entera al castilo me rugió la barriga bruscamente. Era algo muy extraño a lo que no estaba habituada, siempre lograba contener el hambre, incluso anque no hubiese delante.

Miré a ambos lados y observé que no había nadie, fue entonces cuando reanudé el camino, acabando así la vuelta al castillo.

Miré fijamente hacia la entrada, caminé hacia ella y entré en el castillo.

*Me fui*

Caminaba sin rumbo fijo por los jardines, sin prestar atención, probablemente por primera vez desde el comienzo de mi estancia, a las plantas que bordeaban el camino. Mi cabeza estaba demasiado ocupada en dar vueltas a una idea que me corroía, y sentía mi estómago en tensión debido a los nervios.

¿Debía...? Probablemente no. No era lo que se esperaba de mí aquí. Pero... Era tan tentador... Tal vez, si hablaba con un líder, me darían permiso. Pero conllevaba dar explicaciones, y no quería que los rumores de difundieran. Además, me daba miedo la reacción que pudieran tener. Los adultos, a veces, eran muy enrevesados.

*Se va*