Jardines (1) [completo]

Me dirigí a los jardines para respirar aire fresco. También podía haber optado por ir al bosque, pero aún tenía que hablar con Timber sobre el asunto del desaparecido Silvanus y normalmente me encontraba con el jefe aether en los jardines. Claro que siempre me lo encontraba sin que lo estuviera esperando y la mayoría de las veces era cuando daba su "paseo nocturno".

Me apoyé contra un árbol y me dejé caer hasta sentarme en el suelo. Puse a Arpa en mis muslos y con un suspiro resignado cerré los ojos. A quién quería engañar, estaba claro que no sólo quería ver a Timber por el asunto de Silvanus. Abrí los ojos de golpe y sacudí la cabeza.- Dios... qué demonios me pasa?- Apoyé la cabeza contra el tronco y miré el cielo azul y las nubes blancas que lo cubrían.

Me obligué a pensar en qué estaría haciendo en ese momento el pequeño piscis. Cerré los ojos.- Mithos... y seguro que está solo y sin ayuda...- Pensé y poco a poco fui sumiéndome en el mundo de Morfeo.

*Se duerme*

Me desperté a las dos horas más o menos. Me froté la cara y me palmeé las mejillas para despejarme.- Bueno, hora de entrenar...- Pensé antes de recoger a Arpa e irme del lugar.

*Se va*

En cuanto me había dado cuenta de que había comenzado a llover, me había dirigido a paso rápido a los jardines, exultante. Si había algo que echaba de menos en verano era la humedad, y la llegada del otoño y sus lluvias me hacía revivir.

Así pues, me dediqué a caminar por el jardín sin rumbo fijo, con la poca luz que provenía del interior del palacio y de la luna, casi llena, mientras deshacía mis trenzas para sentir cómo mi pelo se empapaba de lluvia. Tarareaba.

Al cabo de un tiempo, la lluvia cesó, aunque a aquellas alturas yo ya estaba completamente empapada. Me estiré, desplegando al máximo todas mis membranas, feliz de sentir húmeda mi piel. Sin embargo, sabía que por más que me gustara aquella sensación, podía ponerme enferma. Por eso, medio a regañadientes, decidí retirarme.

*Se va*

Los jardines estaban vacíos, sin una sola de las flores de otoño que habitualmente lo poblaban. En su lugar, flores de invierno habían surgido aquí y allá, de distintas formas y especies, pero en general más pequeñas que sus predecesoras.

Yo rodaba por la hierba, húmeda y fría, buscando las zonas en que las nubes no tapaban el sol para tumbarme bajo él. Como el viento soplaba bastante, las nubes se movían con rapidez, y yo con ellas. Al final, ganaba más calor con aquel ejercicio que con los débiles rayos de sol.

Me fui aproximando, sin darme cuenta y con los ojos cerrados, a la zona de la entrada, hasta que en una vuelta sobre la hierba choqué contra la base de uno de los setos que bordeaban el camino. Abrí los ojos y me froté las costillas, algo doloridas, con una sonrisa. Iba a girar de nuevo para alejarme de la entrada, cuando oí una especie de pasos que se arrastraban hacia la puerta.

En menos que canta un gallo, me había enredado en el seto hasta que solo me ocultaron las ramas más superficiales, de forma que podía ver el camino. Una gran figura masculina avanzaba lentamente, apoyada en un bastón y cubierta de bultos y vendas. Mi sonrisa se amplió.

"Seguro que al chiquillo le gustaría verlo" pensé, sofocando una risita tapándome la boca con las manos.

Vi desaparecer al hombre tras la puerta principal. Entonces me destapé la boca y comencé a reír bajito. Tras grandes esfuerzos, conseguí escabullirme del seto, en el que me había enredado, y aún con ramitas enganchadas en el pelo y la ropa, me lancé sobre la hierba para perseguir de nuevo el sol.

*Se queda jugando, y tras un rato se marcha*

Después de comer, salí a los jardines a tomar el aire. Habían bajado las temperaturas, pero seguía haciendo más calor que el que hacía en casa en invierno. Me imaginaba al abuelo, resfriado y tapado con cuatro mantas, junto al fuego, quejándose del jaleo de la casa, y no pude reprimir una sonrisa nostálgica.

Llevaba un tiempo en el jardín, sentada en un banco, cuando noté un par de gotas que me caían en las mejillas. Había empezado a llover. Era una lluvia fina, fría, que caía casi con delicadeza. Resultaba de lo más agradable, así que me quedé al aire libre para disfrutar de su efecto. No tardé en comenzar a soltarme el pelo; necesitaba respirar, y me gustaba sentir la lluvia sobre mi pelo suelto.

*Se queda*

Corro hacia el palacio gritando muy, muy agudo, pues la lluvia me ha pillado en medio de los jardines y no quiero que ni una sola gota de esta asquerosa agua sucia me toque. Corro con las manos alzadas, espantando a todo animalillo viviente que a mi paso se encontrase debido a mis escandalosos berridos.
-IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII- chillo mientras, sin darme cuenta, me choco con una distraída figura que, cuando abro los ojos, me doy cuenta de que es mi super mega amiga para toda la vida Massen.
-Tíiia... ¿estás bien?- digo ya importándome menos el pelo, aunque sin que el hecho de que se esté mojando deje de fastidiarme.- Lo siento. ¿Te has echo daño?

FdR: e,eU me tomé la libertad de chocar, porque como estaba en las nubes... XDD pero como venía gritando, puedes apartarte y que Nagore se caiga sola. Eso le pasa por ir con los ojos cerrados por un jardín resbaladizo. xDD nwn~~

Un ensordecedor chillido, seguido de un choque repentino con una figura que tardé en identificar me sacó de mi ensimismamiento. Nagore, alterada, corría hacia mí con tal velocidad que estuve a punto de caer al suelo. Sin embargo, no llegué a hacerme daño.

-¿Eh? ¿Qué? -comencé, algo perdida-. Sí, sí, estoy bien -dije rápidamente, al darme cuenta de la situación-. Pero... ¿y tú? ¿Por qué gritas tanto? ¿Te ha pasado algo?

Apoyé una mano en su hombro, al principio para mantener el equilibrio y en seguida como gesto tranquilizador. ¿Qué narices le habría pasado?

-¡EL PELO, TÍA, EL PELO!- digo, dando saltos en el mismo sitio y en círculos, ya que la lluvia, poco a poco, iba ganando terreno-. ¡ODIO LA LLUVIA! -digo roja de furia.
-Jooo... Mira qué harapo se ha quedado... -mascullo mientras la cojo por una de sus muñecas y la arrastro literalmente hasta debajo de un árbol.

-Bueno, supongo que ahora no se le puede hacer nada. Tú no conocerás algún hechizo para secar el pelo, ¿no? -pregunto, abatida.

Pero entonces alzo de nuevo la vista y pongo un puño al frente. - BUENO, da igual- digo con tono enfático y cargado de ilusión (FDR: >=D XDD) - ¿Te has aprendido las vocales? -pregunto ahora, girada hacia ella, con el gesto serio y apuntándole directamente con mi índice.

Parpadeé, perpleja, ante su explicación. ¿Cómo podía no gustarle la lluvia? La lluvia era una auténtica bendición, y además muy necesaria. Y si el problema era el pelo, tenía fácil arreglo; bastaba con darse un buen baño luego para quedar como nueva. ¿Había algo mejor que eso?

Intenté explicárselo, pero, como era habitual, estaba demasiado alterada como para prestarme oídos. Me dejé arrastrar bajo un árbol (aunque a regañadientes) y negué con la cabeza cuando me pidió un hechizo que le secase el pelo. Negué con la cabeza, con una pequeña sonrisa. Lo único que podía ofrecerle era un hechizo que se lo mojase, pero no creía que aquello sirviera de mucho, ni que le hiciera la menor gracia.

No tardó en cambiar de tema, tan activa como siempre, y no supe cómo tomarme aquel cambio. Enrojecí hasta la raíz del cabello, pillada por sorpresa.

-M-más o menos... -tartamudeé, desviando la mirada-. La a es un primor, y la o... Pero, oye, ¿por qué no vamos a darnos un baño y nos cambiamos de ropa? Allí podemos hablar más relajadas -propuse, interrumpiéndome a mí misma.

FDR: MASSEN ZORRA! QUE QUIERE VER A MUJERES DESNUDAS XDD

Me llevo una mano a la frente. -¡No te has aprendido ninguna casi! - pero entonces escucho su propuesta. -Bueno, vale -digo agarrándole las mejillas y apretando fuerte-. PERO tienes que aprender a escribir y esas cosas -digo, seria-. Así que hoy puede pasar, pero hay que ponerse ¿eh? -digo, seria, pues no quería que mi reputación empeorase. Al fin y al cabo, el tío Nagorr se pondría contento si le llegan mis buenas obras y me dará más dinero en mi cumpleaños.

-¡Venga vamos allá! -digo contenta, con ella a rastras, como de costumbre.

*Se van*

Llegué hasta los jardines de puntillas. El aroma de aquel lugar, su aspecto, me trajo recuerdos y ello me entristeció, pero no estaba allí para lloriquear. Semiocultándome tras todo lo que podía, avancé en busca de comida. Quizás alguien se hubiera dejado algo tirado por allí, ¿quién sabía? Lo que no podía era ser visto. En primer lugar porque yo no debía estar allí, pero también porque sería una puñalada más a mi imagen pública. ¿Qué pensaría la gente de mí si me veía tan desmejorado y buscando comida como un perro? Desde luego, sería mucho más difícil recuperar mi imagen.

A veces envidiaba a Telma, que con unas hojas y unas hierbas ya podía vivir.

*se queda buscando comidita XD*

Me arrastraba por los jardines al borde de la muerte. Apenas podía ya respirar, y mi corazón latía a trompicones, incapaz de regar mi cuerpo con más sangre.

Reí mentalmente pensando que mi corazón regaba mi cuerpo como el servicio regaba aquel jardín. ¿Llevaría mi sangre pequeñas regaderas con comida a mis músculos? Aunque con el hambre que tenía, seguramente serían regaderas vacías...

Harto de vivir, me desplomé en el suelo y me retorcí como un animal enfermo.

"Lo siento padre... Lo siento madre... Lo siento Telma... Lo siento Corbin... No he sido lo que esperabáis..."

"Claro que lo has sido" escuché la voz de mi padre en mi cabeza, "Nadie esperaba nada de ti, Rick Dehnel, hijo de mí, hijo de mi padre, así que no nos decepcionas. Todos sabíamos que eras un inepto."
"Eso", añadió mi madre, "Ni siquiera tienes vocabulario suficiente para recrear las ilustres palabras de tus progentidores"
"Además eres feo" dijo Inger.
"Tu historia era un aburrimiento" añadió Corbin.

Me retorcí más en el suelo, al borde de la muerte. Finalmente, me quedé tieso y cerré los ojos.

Un agradable olorcillo llegó a mi nariz y me levante de un salto. Aquello tenía que ser una señal. Lo seguí como si fuese un sabueso e identifiqué a una hermosa dama con comida entre las manos.

La aceché tras unos matorrales, pensando en como asaltarla. Odiaba batirme con mujeres, pero la jungla era la jungla...

Me sorprende tanto su movimiento que en cuanto veo volar la navaja simplemente caigo sentado soltando un grito. Temblando, observo como entre mis piernas abiertas, a pocos milímetros de mi virilidad, brilla una afilada navaja.

Un quejido agudo surge de mi boca y se me empañan los ojos. No puedo dejar de temblar ni de mirar aquella arma castradora asesina.

Bien visto, me lo merezco por plantar cara a una mujer. Los verdaderos hombres no hacen eso, y con esas ideas en mente nunca podré recuperar mi nobleza.

No puedo ni hablar.

Ella se acercó preocupada y no tardó en correr hacia mí. Arranca aquel arma atroz del suelo y me tendió una mano. Si voz era angelical, como sus alas, su aspecto era... Lo siguiente. Casi veía brillos surgir de cada uno de sus poros, y escuchaba deliciosas canciones en lugar de oír su voz.

Tomé su mano con gentileza, alegrándome de haberme aseado, y noté como el tiempo se detenía para ambos. Rogué que Inger me perdonase, pues si ella era la dama de mi corazón, había ahora otra ante mis ojos y no debía ser ignorada. Las damas nunca debían ser ninguneadas.

Me alcé e hice una leve reverencia, recuperando por un momento mis modales de nobleza. ¡Pero incluso un mendigo sin más hubiera actuado como un príncipe al ver tanta belleza junta!

-No tengo nada que perdonarte, hermosa dama, pues nada has hecho que pudiera molestarme. En todo caso, disculpa tú mi andrajosa apariencia y mis modales, pues jamás debí siquiera esconderme de usted...

Las palabras surgían con tal facilidad que tuve que recordarme a mí mismo que era un mendigo intentando recuperar su honor.

FdR- Rick y las damas XD

Negué rápidamente, agitando mi cabello húmedo.

-No se confunda, señorita, pues no soy más que un mendigo desprovisto de honor. Caballero se me queda grande, más espero ser capaz de volver a llenar ese nombre de nuevo.

Cuando me ofreció la comida me sentí morir de felicidad. La hubiera besado profundamente si supiera quien era y si ello no hubiese sido el fin de nuestra, por el momento, amistosa relación.

-No le diré que no, pues no hacía otra cosa que buscar comida -le dije con ojos llorosos, resistiéndome a tomarla de las manos-. ¿Podría preguntar el nombre de el ángel en tierra que ha venido a salvarme?

Se presentó mientras me tomaba del brazo y me ruboricé. De nuevo, me olvidé de mi honor perdido por un momento.

-¡Mi nombre es Rick De!...l mendigo Rick, el mendigo. Porque me llamo Rick y ahora mismo soy un mendigo...

Me sentía algo estúpido, así que simplemente la seguí y me senté a su lado, manso, recordándome a mí mismo que todavía no podía actuar con total libertad. Aunque, bien pensado, quizás aquella dama necesitase ayuda. Cuanto antes recobrase mi nobleza, antes podría tratarla como merecía.

-Se-señora, yo... -tartamudeé-. Me preguntaba si tendría usted algún problema en el que pudiera yo, humildemente, ayudarla...

FdR- Miss Mithos

FdR: >/////////< que cosas dices >///o///<

Me entristeció pensar que ella no era una oportunidad para recuperar su nobleza, pero tampoco podía obligarla a necesitar su ayuda. Sin embargo, el plan de comer, aunque no muy heroico, sí le gustaba, así que asintió entusiasmado.

-Sin duda alguna, señorita. Si me lo permite, a vuestra salud -dije, tomándome la libertad de tomar un poco de comida sin aguardar por ella.

Al fin y al cabo, no era un caballero.

Tras tragar el primer pedazo me sentí en la gloria. ¡Había recordado el hambre que tenía!

Me avergonzaba de cómo comía, pero hacía demasiado que no comía tal manjar, y más aún que no comía caliente. Me sentía un maleducado y esperaba poder disculparme como era debido en cuanto acabase, pero mis reservas estaban muy bajas y no comer así hubiese sido un castigo para mi cuerpo.

"Delicioso" comentaba de vez en cuando, o "riquísimo".

Ella comía con delicadeza, lo que me hacía sentirme todavía más ridículo. Cuando ella ya tomaba una manzana yo aún comía como un perro que ha encontrado un trozo de carne en la basura.

- Mis disculpas... -dije con timidez cuando me permití detenerme un instante.