Jardines (1) [completo]

Desorbité (de nuevo) los ojos al escuchar la pregunta de la Capitana Bocanegra, al tiempo que me sonrojaba de forma considerable. ¿De dónde había sacado eso? ¡No tenía sentido! ¡Ni base! Ni... Nada. Antes de que yo respondiese, Corbin (que era a quién le había dirigido la pregunta) explicó que éramos solo amigos, y yo asentí con rapidez.

—E... Eso. Somos amigos... No entiendo el motivo de la pregunta....— Me llevé una mano al cuello. Luego suspiré —. Y... Eh... A mí me gusta mi nombre... — Bajé la vista al suelo. No era un nombre feo. A mí no me parecía feo al menos. ¿Le parecería feo al resto? Me llevé la mano a la nuca y la miré —. Y... Eh... Bueno... No sé por qué crees que debería llamarme Wini, pero... Supongo que puedes...

Realmente no me hacía demasiada ilusión, pero a lo mejor se tomaba a mal que no quisiese que me llamase así. Y yo no quería enfadarla o molestarla. Parecía una mujer demasiado... agresiva, o algo así, y yo no quería enfadar a alguien agresivo. Además, Heylel parecía que iba a hablar con ella, así que pensé que sería mejor permanecer en silencio mientras ambos debatían.

Haciendo caso de ese pensamiento, permanecí en silencio y con la vista clavada en el suelo mientras Heylel hablaba. Al parecer, ambos habían coincidido en la misión y el aether había tenido que recurrir a molestar a la piscis para poder acercarla a un hombre (o algo así), motivo por el que ahora ella lo ¿odiaba? o algo por el estilo. Cuando terminó de hablar, alcé la vista y miré a los presentes con una sonrisa nerviosa dibujada en los labios. Esperaba que con aquellas palabras la piscis aceptase el perdón del aether.

-Bah, pues entonces no se para que la tienes como amiga- dijo molesta por no haber acertado con su predicción- si total, los tíos solo las queréis para echar un polvo- entonces me dirigí a Wini- Ten cuidado con este pintamonas.- digo advirtiéndole con el dedo. -Al menor despiste, cunado te agaches a coger un libro de estos- dijo señalando el que tenía entre sus manos-... no te puedes fiar de ninguno, todos son iguales y cuanto más viejos, mas cerdos, como dato curioso.- sentenció levantándose de su lado.

Escuchó a continuación la retahíla de Heylel mientras se frotaba una sien, pensativa en todo lo que decía. -Bueno pichón, ya lo hablaremos en otro momento- dijo al sentir una punzada en la cabeza debida al alcohol de la noche. - ahora me duele la cabeza y me voy a dormir un poco. ENGA CHAVALES que os den- dijo la Capitana, poniéndose en marcha, escupiendo en el suelo delante de Heylel y lanzando la botella, ya vacía, al medio de los jardines, sin importarle donde caería.

Comenzó a caminar tambaleante hacia el palacio, mientras sus manos descansaban en su nuca, intentando no perder el equilibrio.

*SE VA*

FDR_ JODEEER MIS PADRES ME PILLARON Y ME CASTIGARON POR ESO TUVE QUE FORZAR EL ROL, T-T LO SIENTO!! T-T (E_E veis? por estas cosas los roles a tiempo real sn una mierder R_R enga... chaoU TT_TT joderU castigado me ayo ahora T_T

PD: ya le daré color

Aguantó una nueva retaíla de Bocanegra sin mover un músculo, dando por hecho que no tenía sentido. Definitivamente, era mejor dejarla estar. Que se desahogara, y ya se calmaría...

La paciencia tardó en dar su recompensa más de lo que Corbin hubiera querido, pero finalmente, tras unas cuantas sandeces más, Bocanegra se despidió y se alejó tambaleándose. El claritas suspiró, aliviado.

- Al fin un poco de tranquilidad... -murmuró.

Suspiro aliviado al ver que, al menos, no ha montado un numerito todavía peor después de escuchar mi respuesta y eso era un enorme paso en la fiera piscis.

Algo cansado por el momento, pude por fin prestar un poco de atención a los otros dos chicos.

—Disculpadla, a veces es una mujer... difícil de llevar —Comento con una sonrisa entre nerviosa y comprometida. —Siento haberos hecho presenciar esta discusión, de veras —Me disculpo ciegamente. —En fin, un placer verte, Inger, dale recuerdos a Rick que también hace tiempo que no le veo, espero que lo cuides bien —Le guiño un ojo con picardía mientras marco un poco el terreno del joven Dehnel frente al claritas. No tengo nada en su contra, pero la pareja es la pareja e Inger ya tenía su propia obeja. —Un placer conocerte, Corbin. Aunque siento que haya sido en estas circunstancias. Ahora, si me disculpáis, creo que iré a descansar un poco. Nos vemos —Con una sonrisa amable y un movimiento de alas me alejé del lugar y me adentré en el castillo. No sin antes echar un último vistazo atrás.

*se va*

Fruncí el ceño al escuchar lo que la Capitana Bocanegra decía, pero no dije nada. A lo mejor era producto del alcohol, pero la piscis decía algunas cosas que yo no compartía en absoluto. Cuando se fue, no pude evitar suspirar.

—Pues... Sí. Al fin algo de tranquilidad — dije, mirando a Corbin. Me encogí de hombros y esbocé una pequeña sonrisa al escuchar las palabra de disculpa de Heylel —. No tienes que disculparte tú... En todo caso, debería ser ella la que pidiese perdón... Creo.

Me pasé una mano por el cuello y volví a suspirar. Apoyé el libro en la mesa y tomé asiento de nuevo. Segundos después, Heylel se despidió, por lo que volví a levantarme para despedirme de él. En cuanto mencionó a Rick, no pude evitar fruncir ligeramente el ceño y morderme el labio inferior. No lo había visto desde el día en que me había dicho que había estado con otra, y no sabía muy bien cómo tomarme su ausencia. ¿Acaso no quería verme o no estaba interesado? Chasqueé la lengua.

—Lo haré si lo veo — respondí. Luego suspiré y añadí —: Buenas noches...

Observé cómo se iba y luego miré a Corbin. Esbocé una sonrisa y me pasé una mano por la nuca.

—Eh... Pues se han ido todos...

Heylel, tras disculparse por el "numerito", se excusó y se fue. Corbin se despidió de él con sentimientos encontrados. Por una parte, comprendía a la perfección el agotamiento del hombre, aunque lamentaba, tal y como él dijo, haberlo conocido en tales condiciones. Le aseguró, sin embargo, que lo entendía, y le aseguró que habría otras ocasiones.

Una vez a solas, el silencio inundó el lugar un momento, antes de que Inger comentase la situación. Corbin asintió, pensativo. Le había extrañado la mención del tal Rick, y más aún la reacción de Inger. Por otra parte, se fijó por primera vez en el libro que ella tenía, y que la poca luz le había impedido distinguir hasta que ella lo había dejado en la mesa.

- Es normal, es realmente tarde... -correspondí a su comentario-. Ese libro... ¿qué es? Si puede saberse, claro. ¿Por qué lo traes aquí? ¿Eres capaz de leer sin luz?

Observé a Corbin en silencio, sin saber muy bien qué más decir. Nunca se me había dado demasiado bien sacar temas de conversación, y no quería aburrirlo con algo que no le interesase. Por suerte para mí, él rompió el silencio preguntándome por el libro que estaba leyendo y si podía leer sin luz. Dibujé una sonrisa y cogí el libro, y luego me acerqué a él para tendérselo.

—Es un libro de cuentos de Ventus. — Ensanché la sonrisa —. O... Bueno, son más bien leyendas, pero... bueno... — Me pasé una mano por la nuca —. Quiero leerme los cuentos de cada continente porque... Eh... Solo conozco los de Ignis y Caligo... A lo mejor suena absurdo, pero me gustaría conocerlos.

Esbocé una tímida sonrisa. Me acerqué de nuevo a la mesa y tomé asiento sin darle la espalda a Corbin. Luego seguí hablando:

—Y sí... Puedo leer de noche. — Me coloqué un mechón detrás de la oreja y me humedecí los labios —. Los caeruleus podemos ver de noche... De hecho, vemos mejor de noche que de día... — Reí —. Es... Es un poco raro, porque somos como los únicos, pero bueno... Está bien por si te apetece pasear de noche... ¡Oh! Nosotros en Caligo hacemos todo de noche — Volví a reír —. Empezamos el día como... Eh... ¡Super tarde! Y nos quedamos hasta que es muy muy tarde... Justo al contrario que en Lumen, creo... — Le sonreí. Al hacerlo, me acordé de que no le había invitado a sentarse y me sonrojé de nuevo —. Oh... Eh... ¡Lamento haberme sentado sin decírtelo! O... O sea... Puede sentarte si quieres... Te dejo sitio... — Para darle fuerza a mis palabras, me eché hacia a un lado —. Es solo si quieres, claro... — Me pasé una mano por la nuca —. No voy a retenerte contra tu... eh... Voluntad...

Aceptó el libro con una sonrisa, y lo hojeó un poco, pero en vano, ya que al contrario que ella, él no veía absolutamente nada. De todas formas, sí pudo notar que esta vez era un volumen en buen estado, y lo comentó, con una sonrisa amistosa, además de añadir que sus gustos literarios no le parecían en absoluto una tontería.

A continuación la caeruleus habló de las costumbres de Caligo, que sorprendieron enormemente a Corbin. Tras toda una vida sin salir de un rincón perdido de Lumen, no se había atrevido a imaginar que hubiera costumbres tan distintas en los distintos continentes. Aunque, según lo que afirmaba la chica sobre su peculiar sentido de la vista, tenía sentido que así fuera...

Totalmente embebido por sus palabras, aceptó su invitación a sentarse encantado, y continuó escuchándola.

- No te preocupes tanto por mí -habló, en tono amable-. Estoy perfectamente a gusto. Lo que me estás contando es de lo más interesante, en serio. Debo reconocer que apenas he visto mundo, así que no es difícil impresionarme, pero no me estás reteniendo en absoluto. Te aseguro que, en el momento en el que quiera irme, lo haré sin dejar que me retengas. Pero sigue contándome, por favor. Caligo parece un lugar de lo más curioso, por lo que dices...

Le devolví la sonrisa cuando dijo que el libro estaba en buen estado y que mis gustos no le parecían una tontería. Al igual que la última (y primera) vez que lo vi, no pude evitar pensar que parecía que teníamos bastantes cosas en común, hecho que me alegró muchísimo. También me alegró ver cómo prestaba atención a lo que decía de Caligo y que se sentase a mi lado. Había temido que lo hubiese estado aburriendo, pero había resultado ser todo lo contrario. ¡Parecía interesarle! No pude evitar dedicarle una amplia sonrisa en cuanto estuvo a mi lado, aunque no tardé en transformarla en una donde la timidez era su rasgo característico.

—Yo... Es que no quería aburrirte — le expliqué. Me humedecí los labios —. O... O sea... A lo mejor no te interesaba ni nada y yo estaba aburriéndote... — Dejé escapar una suave risa —. Aunque, por lo que dices... No es el caso... Y, eh... me alegra bastante que no sea así...

Haciendo caso a su petición, le conté más cosas sobre Caligo: le hablé de nuestras tradiciones y costumbres, de algunas obras populares, de las fiestas más famosas de la nación... También le dije cómo era el régimen (aunque sin dar mi opinión sobre el líder caeruleus o los cinco que lo sustituían) y le conté cómo se adaptaban las otras razas al tipo de vida que había en Caligo, tomando como ejemplo a mi padre y a mi hermano. Finalmente le dije que yo tampoco había visto demasiado mundo, pero que sí que conocía bastante bien tanto Ignis como Caligo por motivos familiares. Pensé, nada más decirlo, que a lo mejor le interesaba conocer algo de la región vecina de Fulmen, pero ya se estaba haciendo tarde y decidí que no era apropiado retenerlo más tiempo (que yo tuviese el horario de Caligo no implicaba que él también lo tuviese). Nos levantamos del banco, yo recogí mi libro y luego nos dirigimos hacia el interior del Palacio.

*se van*

Salió a los jardines pensando que un paseo por los exteriores le ayudaría a despertar (o despejarse o algo similar). Como ya venía siendo habitual, acababa de despertarse hacia escasos minutos en la sala común, lugar al que iba con relativa frecuencia a leer... Y a dormir (o, mejor dicho, a quedarse dormido) en los días como aquel en los que estaba más cansado que otra cosa por las tardes y en los que no tenía ganas de hacer nada que requiriese pensar demasiado.

Siguiendo el rumbo que sus pies le marcaban, observó con desinterés y con los ojos ligeramente iluminados todo lo que había a su alrededor, mientras pensaba si debería limitar su paseo a los jardines o si sería buena idea dar una vuelta por todas las zonas exteriores de Brontë.

*se queda paseando xD*

No sabía la razón de que siguiera paseando por la noche, pues no veía nada, pero lo hacía. En este caso era normal, pues ya estaba tan harto de todo que solo la oscuridad me hacía sentirme luminoso. Bueno, la oscuridad y un par de ojos que brillaban como un pequeño faro en medio de tanta tiniebla.

- Identifícate -dije con voz pasiva, deseando que fuera alguien del servicio o una imaginación mía. No quería tener que ponerme a asesinar malvados en aquel instante. Sí, estaba de mal humor, pero no tanto como ayer y esperaba que mejorase.

La voz de Rick Dehnel hizo que detuviese su paseo cuando ya llevaba dadas un par de vueltas a los jardines. Puso los ojos en blanco (porque por qué demonios paseaba por la noche si no era capaz de distinguir a alguien que tenía dos puntos luminosos en mitad de la cara, alumbrándole perfectamente) y suspiró.

—Soy Lyam — murmuró con el tono más neutro que pudo encontrar. Luego añadió —: Y que sepas que nunca entenderé tu necesidad de pedirle a la gente que se identifique...

Observó al flamma. Al menos esta vez (por algún extraño motivo) no había empezado a gritar sandeces. Aunque, bueno, acababan de verse y uno nunca sabía qué podía hacer Rick Dehnel. Sus bruscos cambios de humor debían ser famosos en todo Brontë.

Lyam...

Me estremecí con desagrado primero, pero luego hice un gesto de dejadez con la diestra.

- Ah, vale -mascullé, y tanteé el terreno hasta llegar a un banco.

Me senté y miré hacia al cielo. Yo no quería verlo a él (ese maldito grimoso chispas), sino a Inger, pero cada vez que me la topaba era incapaz de dar una a derechas. Tenía que recobrar mi moral.

Nuevamente salgo a los jardines a dar un paseo nocturno. Son un buen lugar para despejarse antes de ir a dormir y después de un duro día de entrenamiento con lo que me gusta pasear por aquí. Además, así veré si vuelvo a encontrarme a Inger, que disfruta con este lugar, y en compañía de quién.

Cuando llevo un par de minutos fuera veo, a cierta distancia de mí, a dos personas conocidas: Rick y Lyam. Hace tiempo que no veo a ambos tórtolos alejados de sus palomas con lo que es un buen momento para una charla entre hombres. Me acerco animado a ellos.

—Buenas noches. Rick, Lyam... ¿Cómo lo lleváis? —Pregunto con una sonrisa amable. Pero me doy cuenta de que no parecen muy animados así que enseguida se me borra. —Hum... ¿Interrumpo algo importante? —Pregunto, algo avergonzado.

La respuesta de Dehnel le cogió por sorpresa. Esperaba que, cuando supiese con quién estaba hablando, hiciese como todas las veces que se habían encontrado; es decir, esperaba que pusiese a gritar sandeces y que empezase a elaborar extrañas teorías completamente irreales sobre los motivos por los que estaba paseando tranquilamente por el paseo. Sin embargo, el flamma se limitó a decir ah, vale y a sentarse, los ojos clavados en el cielo oscuro que se alzaba sobre ellos. En ningún momento, no obstante, se planteó preguntarle qué le pasaba. A él ni el flamma ni le parecía interesante ni le caía bien, y estaba seguro que el aprecio era mutuo, así que no encontraba ningún motivo por el que debería preocuparse por su estado anímico. Además, acababa de despertarse y no quería escuchar un monólogo sobre cualquier cosa absurda que podría alterar la alegría (o tontería) característica de Rick Dehnel. Pensó en irse, porque estaba seguro de que era la mejor opción de todas, pero antes de que llegase a hacerlo, la voz de Heylel sonó en los jardines.

El chrysos miró cómo el aether se acercaba hasta su posición y lo saludó con un gesto de la cabeza. Luego respondió a su pregunta:

—Por mi parte, no interrumpes nada — murmuró —. Yo estaba paseando y Rick llegó. Ni tan siquiera hemos llegado a tener algún tipo de conversación. Y, en cuanto a lo primero, lo llevo bien, aunque estoy un poco cansado...

Volvió su vista al frente. Ver al aether le había recordado su último encuentro, donde Heylel había huido después de que el chrysos le preguntase con toda la amabilidad y delicadeza qué había escuchado sobre él y Alehyss y de que él le respondiese que le había escuchado decir algo a Rick Dehnel. El chrysos chasqueó la lengua, centrándose de nuevo en los jardines y olvidándose de la escena del comedor, y miró de nuevo al aether.

—¿Tú cómo estás?

Por suerte el petardo asqueroso y extraño contrabandista de Lyam no se esforzó por hablarme. Mejor, pues así no me tendría que esforzar por responderle y podría, simplemente, centrarme en que todas aquellas estrellas juntas no lograban igualar siquiera mi antiguo fulgor, pero que yo estaba tan apagado como aquella noche en la que la luna sonreía malvada.

Y estaba hecho un poeta...

Sin embargo la repentina presencia del espectro de Heylel hizo que tuviera que esforzarme por participar en aquello. Para mi desgracia, habría de compartir mi pena con mi buen amigo aether.

- No interrumpes nada, buen amigo -le dije- si con interrumpir te refieres a una conversación agradable, pues con él no la tenía ni podría tenerla de querer hacerlo. Sin embargo -suspiré- sí que interrumpes algo en mí, y ello es mi pena y mi tristeza, que desde hace ya un tiempo me asola...


FdR- Traducción: ESTOY MU TRISTE ;O;

Escucho primero a Lyam que da una respuesta un tanto brusca para mi gusto ya que Rick parece algo ido y bajo de fuerzas, algo muy extraño en Rick Dehnel. Sin embargo, sonrío con cierto nerviosismo a Lyam y asiento.

—Me alegro, Lyam. Yo estoy bien, gracias —Respondo todo lo amablemente que me permite mi preocupación por el flamma. Lo normal es que esté pletórico y lleno de energías y ahora, sin embargo, está muy decaído y, sobre todo, callado.

Pero pronto recupera el habla -al parecer muy apenado- y expresa su situación de forma que me preocupo algo más. ¿Qué podría haberle pasado para tal afectación? Oh, no podía ser... Ese tal Corbin. Quizás hubiese visto como acompañaba a Inger muy "amigablemente" ¡O peor! ¡Quizás Inger le había dicho que ya no le amaba para irse con el claritas! Me pongo nervioso, bastante. No puedo soportar la pérdida de un amor tan bonito como el de ambos, sobre todo habiendo sido su celestina observando paso a paso cada uno de sus acercamientos. Me partía algo dentro de mí...

—Te veo bastante afectado, Rick. Dime, ¿qué te ha ocurrido? ¿Tiene que ver con Inger? Puedes contármelo —Digo apoyando una mano en uno de sus enormes hombros. Luego veo a Lyam un momento ya que parece permanecer al margen de toda la situación. Pero enseguida vuelvo a Rick. Me pregunto si de veras estará dispuesto a contarme algo ya que nunca se ha parado a hablar conmigo de forma... ¡AH! El pulso se me acelera y abro mucho los ojos para luego tratar de disimular mientras Lyam mira hacia otro lado. ¡Lo del bulo de Lyam y Alehyss! ¡Demonios! ¡No debí haberme acercado! ... Pero ¿¿Y si ahora Rick estaba así de mal porque había discutido con Lyam sobre esa falsa acusación?? Rick en su paseo diario, Lyam queriendo guardar su importante y conflictivo secreto, se encuentran, uno culpa al otro, otro niega tales sandeces, uno acaba derrumbado por la incomprensión y el otro manteniendo una frialdad inquisitiva... ¡TODO ENCAJA! ¡Y yo soy el único culpable!

Sin soportar mi culpa, caigo de rodillas ante Rick con la cara desencajada.

—¡Lo siento mucho, Rick si te he hecho daño! ¡Yo no tenía la intención! —Le digo con gran amargura, ya sin importarme lo que pudiese pensar el chrysos.

Frunció el ceño al escuchar las palabras de Rick Dehnel.

—Te recuerdo que eres tú el que imposibilita que tengamos cualquier tipo de conversación agradable — murmuró, más para sí que para el resto. No era que él quisiese, precisamente, hablar con Rick Dehnel y formar una gran amistad con él, pero sí quería aclarar quién impedía que algo así se llevase a cabo. Vale, tal vez él era un poco sarcástico de más con el flamma, pero es que él se lo pedía a gritos (y nunca mejor dicho) con sus comentarios sobre contrabandistas y demás.

Suspiró y cruzó los brazos, volviendo la mirada al aether en cuanto escuchó su voz. Asintió, dándole a entender que lo había escuchado, y luego clavó la vista en el suelo, sin dejar de prestar atención a la conversación. Se preguntó, mientras observaba la hierba, quién sería la tal Inger y qué clase de relación tendría con el flamma, aunque esas dudas no tardaron en disiparse en cuanto vio al aether arrodillado frente al flamma. Con la confusión pintarrajeada en la cara, miró primero a Heylel y luego a Rick, para volver a mirar a Heylel. ¿A qué venía eso exactamente? ¿Por qué pedía perdón? ¿Qué les había pasado? Y lo más importante, ¿era necesario arrodillarse? ¡Y eso que el aether parecía alguien serio y normal!

—Eh... ¿Estás bien, Heylel...? — inquirió, antes de volver a mirar al flamma.

Las preguntas de Heylel fueron certeras. ¡¡INGER!! ¡¡INGERR!! ¡¡INGER!! ¡¿CÓMO PODÍA SER TAN SABIO COMO UNA MADRE Y UNA ABUELA JUNTAS?! Desde luego, aquel aether debía de ser, sin duda, no un ave, sino un ángel mandado por el mismo Mithos para resolver mis problemas y ayudarme a sobrevivir en aquel mundo tan cruel que solo odiaba a los atractivos Dehnel.

- Ella...

Mi voz se quebró. No podía decirle la verdad. ¡¡No podía sin más!! Y no porque la vergüenza me ganara, sino por el orgullo de ella, que debía mantenerse puro a ojos del resto. Entonces Heylel siguió hablando y me di cuenta de todo.

Él no era un ángel. Era EL MAL.

- ¡¿LO SIENTES?! ¡¡ASÍ QUE FUISTE TÚ!! ¡¡TÚ ERES EL CAUSANTE DE MI PESAR!!

No entendía cómo. No sabía si se había disfrazado de mujer o si simplemente había contratado a una prostituta, pero parecía que él era el culpable de lo sucedido en el río. ¡¿CÓMO PODÍA SER TAN RASTRERO Y MAL AMIGO?!

Lyam parece reaccionar y preguntar si estoy bien pero me limito a levantar una mano -todavía cabizbajo- para indicarle que no pregunte por el momento. Al menos hasta que resuelva la situación.

Pero la respuesta de Dehnel lleva un "ella" que parece no acertar a terminar y, por un momento, me paro a pensar que quizás entonces no haya sido a causa de mis entuertos el que su estado anímico fuese decadente. Sin embargo, en cuanto alcanzo a levantar la vista intrigado, Rick parece arder en cólera y, sin apenas darme cuenta, me siento retroceder hasta quedar sentado en la tierra debido a sus gritos. Entonces debe de ser eso, ¡debe de serlo! Se me humedecen los ojos un poco, pero no debo dar lástima, sino redimir mis culpas.

—¡Sí, lo siento! ¡No pretendía buscarte ningún mal! ¡Solo le dije a Lyam que tú me habías dicho lo de su relación con Alehyss porque me pareció recordarlo así! ¡Perdóname! ¡Sé que no es excusa para el mal que te he causado con el chrysos y por eso sé que mi lugar es éste, como el de un perro! ¡Nunca debí inculparte sin saberlo a ciencia cierta! ¡Tu honor, Rick Dehnel! Se supone que soy una persona confiable... No merezco tu amistad —Acabo a cuatro patas sobre el suelo, a los pies de aquel que un día fue bien querido entre mis amistades y al que había traicionado tan ruinmente solo por no querer parecer indiscreto a los ojos del sospechoso Lyam. ¡Soy un cobarde!

Alzó las cejas en cuanto Heylel le mandó callar con la mano y se encogió de hombros. Volvió a cruzarse de brazos y observó al flamma y al aether con resignación, esperando algún tipo de respuesta o algún momento para poder intervenir. Pensó en que debería irse, porque realmente no entendía demasiado de lo que estaba pasando y no sabía qué decir, pero luego descartó la idea porque, de alguna forma, le interesaba saber qué demonios les había pasado a esos dos.

Escuchó en silencio las palabras de Dehnel, sin variar su expresión, y luego observó cómo Heylel retrocedía. Desde su punto de vista (él ahora mismo se sentía poco más que un mero espectador), aquello tenía su punto cómico. La reacción del aether se le antojaba exagerada y, bueno, Rick Dehnel era Rick Dehnel, así que nunca sabías con qué iba a saltar (como en aquel momento, que pasó de estar decaído a sus habituales gritos). Solo varió su expresión en cuanto el aether habló, porque en ese momento no pudo evitar llevarse una mano a la frente y fruncir el ceño. Para empezar, la relación que mencionaba no existía, era un clarísimo producto de su imaginación, y para seguir, no entendía de dónde había sacado que él y el flamma habían discutido.

—Solo aclararé que esa relación no existe y es imposible que exista y nunca existió — dijo con sequedad, mirando primero al aether y luego al flamma —. Y que juraría que yo no le echo ningún mal al flamma... Al menos ahora, claro...

Pensó en añadir algo más, y luego pensó que no, que no debía decir nada más y que, de hecho, su último comentario sobraba. Y el primero también podría sobrar porque Mithos sabía si lo iban a escuchar o no (y porque ser solo un espectador de aquel momento era divertido de alguna forma).

Me quedé en blanco al oír al aether. ¿No se refería, entonces, a la dama de agua chupóctera? Menos mal, entonces, que no había dado más datos, pues hubiera quedado muy extraño. Sin embargo, ahora me tocaba a mí improvisar algo para desviar la atención de todos y fingir que hablaba de lo mismo que Heylel, y no de ninguna violadora de los ríos.

- No te preocupes -dije respirando hondo, como si me calmase-. Creí que habías sido tú el que... me había robado... eeeerlaaaa... la liga de Inger esa que tanto me pone porque ambos nos queremos mucho y no hay nada sospechoso que decir de nuestra relación, pero veo que el bribón ha sido otro.

Asentí con seriedad. Había disimulado perfectamente.

- En cuanto a la relación entre la puta y el contrabandista, es decir, Lyam y Lester, o al revés... Como sea... Eso siempre fue para mí algo obvio. Seguramente no puedan amar, pero dos seres tan sucios, sin perdón -añadí mirando al chrysos-, tienen, por la fuerza, que compartir lecho.

Lyam, cómo no, enseguida se hace ver diciendo que tal relación no existías. Que no lo sabía yo, vamos. Yo podría haber fallado a la lealtad de mi amigo Rick Dehnel, pero Lyam parece mentir por gusto. Ignoro sus palabras ya que ahora me preocupa más el flamma y, al parecer, en cuanto me responde, todo ha sido un malentendido. Suspiro aliviado y me pongo en pie, limpiándome la tierra de las rodillas y manos.

—Entonces todo ha sido un malentendido... Igualmente, perdóname, Rick. No debía mencionarte tan a la ligera ya que, aunque me hayas contado tú lo de Alehyss y Lyam, quizá preferías que no lo mencionase... —Bien, al final el tema ha quedado zanjado porque Rick sospecha -o, como yo, sabe- de la relación de ambos y pudo "haberse olvidado" de que me lo había mencionado en algún momento. Una parte de mí se tranquiliza aunque otra sigue algo atenazada por la culpa. No volveré a inmiscuír a otros en mis asuntos, es de muy mala persona y yo no soy así, no señor...

Pero puedo cetrarme entonces -ya libre de culpa- en aquello que Rick dice sobre la... ¿¿Liga de Inger?? Así que alguien se la ha "robado". Recuerdo aquellas sonrisas de ayer con el claritas. "Te he echado en falta". Me imagino a Inger cediendo su prenda al caballero como acompañamiento "Oh, toma mi prenda, querido Corbin, y así me tendrás muy cerca". ¡Por Mithos, qué descaro! ¿Y a espaldas de Rick? No, Inger no podía ser una chica así... Aiaiaiaiai, que mareo de cosas. Lyam y Alehyss no me preocupan ya que su extraña relación parece ya oficial, pero Inger... ¿Pequeña caeruleus, por dónde te me estás yendo? Aiaiaiai, tengo que hablar con ella...

—Bueno, amigo Rick, si es así y todavía te preocupa, podemos hablarlo en otro momento más adecuado... —Comento mirando a Lyam. Luego me dirijo a él. —Siento todo el espectáculo, Lyam, pero no podía perdonarme que mi lengua fuese la culpable de un enfrentamiento entre compañeros. Si me he equivocado lo siento mucho también, espero que me perdones y nos volvamos a ver en mejor ocasión —Hago una reverencia con el ala a modo de disculpa y luego me dirijo a ambos. —Perdonadme los dos, pero esta disputa me ha dejado agotado y me gustaría descansar bien antes de volver a hablar con vosotros para aclarar el asunto y poder volver a convivir. Buenas noches y lo siento mucho —Con una última reverencia me doy la vuelta y me retiro del lugar. Creo que escribiré una nueva carta para Gabrielle antes de irme a dormir.

*se va*

Como había supuesto, sus comentarios fueron ignorados y tanto el flamma como el aether siguieron hablando de su malentendido (porque, al final, todo había sido un malentendido). El chrysos escuchó todo lo que decían en silencio y con la resignación reflejada en su expresión, sin aportar ningún comentario. Alzó las cejas al escuchar que el problema del flamma era la pérdida de una liga, y frunció el ceño cuando se refirió a él como prostituta (con a) o contrabandista, pero no dijo nada, de la misma forma que se calló un no hay nada de Alehyss y Lyam cuando escuchó al aether.

Solo habló cuando el aether se despidió, aunque tampoco dijo gran cosa. Simplemente, se limitó a decir que no pasaba nada, que no hacía falta disculparse y que buenas noches. Luego observó como Heylel se iba y, después, volvió a mirar a Dehnel. Chasqueó la lengua.

—No me voy a molestar en contestar a ninguno de tus comentarios porque no obtendría nada más que una jaqueca intentándolo, así que buenas noches — casi gruñó, antes de darse la vuelta y comenzar a andar en dirección a Palacio. Si antes no tenía ganas de hablar con Dehnel, ahora tenía muchas menos.

*se va*

Fdr. se molestó x__D

No entendí exactamente de qué lugar ilógico de su cerebro insano venía el enfado de Lyam, por lo que solo despedí a Heylel cuando se fue y pasé del chrysos.

No estaba perfecto, pero había recobrado algo de energía. Tenía, o suponía que tenía, las cosas más claras, así que partí en dirección al castillo con cuidado de no tropezarme con nada mientras cavilaba en cómo me sentía ahora. Al menos no tan destrozado como hacía un par de días.

Ahora tocaba luchar.

*se va*