Jardines (1) [completo]

Aunque me abrazó, en cuanto terminé de hablar me soltó. Eso me hizo sentirme más frío. Noté que, junto con las lágrimas que acudían a mis ojos, empezaban a llegar los mocos a mi nariz, así que sorbí y me agaché en el suelo, agarrándome las rodillas con las manos como si fuera un niño pequeño para llorar en silencio para que nadie escuchara como alguien tan sucio como yo se compadecía de su ser.

- Me violó vilmente como una fulana... -susurré con la voz ronca casi para mí, aunque debido al silencio incluso alguien a un par de metros lo hubiera oído.

Observé cómo se agachaba y no pude evitar sentir pena por él. Avancé hacia él y apoyé las rodillas en el suelo mientras él sollozaba. Volví a tragar saliva y luego suspiré, antes de volver a rodearlo con mis brazos. Si no se hubiese puesto así, lo más probable era que no lo hubiese creído, pero viendo cómo lloraba, se me antojó obvio que decía la verdad. Nunca antes lo había visto así y no había demasiados motivos para no creerle. A fin de cuentas, si uno acaba de cometer una infidelidad por placer (sin que se haya visto obligado o lo que sea que haya pasado), no va a contarselo a su pareja, ¿no?

Suspiré.

—Ey, no llores, no te preocupes... — murmuré —. No... No pasa nada...

- Sí pasa... -gemí como un niño-. ¿Cómo voy a proteger a los demás si no puedo defender mi cuerpo de su boca ponzoñosa de víbora? Es, sin duda, peor... Peor que... Le-lester...

Sorbí y temblé un poco más antes de seguir.

- Me sentí tan débil... Tan inerte... Tan verjado...

Me tapé la cara con las manos. No habían tocado más que un pecho de aquella arpía, instadas por las suyas, que me obligaron a tocar su malvado cuerpo, pero ya las notaba sucias.

- Me robó lo único que tenía para ofrecerte y que guardaba junto con las flores del lecho, pues las riquezas de mi familia no están conmigo y no tengo hermosas joyas en mi baúl... Y ahora soy un sucio y triste ser cuya nobleza le ha sido arrebatada por algo peor que diez millones de viudas...

Lo estreché con fuerza cuando comenzó a hablar y lo besé en la frente. De nuevo, volví a sentir pena por él. O, mejor dicho, la pena que sentía por él se intensificó o algo así. Fuese como fuese, no me gustaba verlo así. Ni a él ni a nadie, claro. No era una imagen agradable.

Vi cómo se cubría la cara con las manos e intenté apartarselas con las mías. En cuanto lo logré (o en cuanto él me dejó, mejor dicho, que por algo era mucho más fuerte que yo), le acaricié una mejilla y le sonreí.

—Bu... Bu... Bueno... A ver, en cuanto a lo primero... — Fruncí ligerament el ceño, pensando en qué decir. Cuando más o menos lo supe, hablé —: Digamos que te pilló desarmado y... Eh. Bueno. Seguro que no era un combate justo — Esbocé una corta sonrisa —. Y sobre lo otro... — Desvié la mirada durante unos segundos —. Sobre lo otro... Bueno, sigues teniendo las flores, ¿no? Ya es algo que puedes darme...

La miré con los ojos húmedos. Es verdad que no veía nada, y menos aún con los ojos llenos de líquido, que me hacían verlo todo aún más borroso, pero imaginaba que ella estaba allí y eso me consolaba.

- Yo no hice nada con ella... -balbuceé-. Fue ella sola... Esa bruja endiablada... Y-yo no...

Yo ya no era un Dehnel, balbuceando y sollozando como una señorita. Debía recuperar mi honor, mi apellido... Debía recobrar mi fuerza, mi valor y mi nobleza. Todas esas cosas que aquella soez desconocida me había arrebatado.

Volví a besarle la frente (sin soltarle) cuando habló. Según lo que decía, él no había hecho nada y había sido aquella mujer sola... Suspiré. Era cierto que lo creía, pero no me resultaba demasiado agradable seguir hablando del tema.

—Mira... Yo... Yo te creo, ¿vale? — Esbocé una pequeña sonrisa y acerqué mi rostro al suyo para que pudiese, al menos, intuirla —. Así que... Así que no te pre... Preocupes por eso... Ahora ya pasó y no puedes hacer nada, salvo... Salvo no dejar que vuelva a hacerlo... — Me pasé una mano por el cuello —. Así que... No llores, porfa..

Me pareció que asentía, pero no pude comprobarlo porque siguió tiritando y sollozando. Tras permanecer unos minutos ahí fuera, abrazados, decidimos (o decidí, mejor dicho) que lo mejor será volver al interior de Palacio a dormir.

*se van*

Llegué al jardín de buen humor, y me dediqué a pasear por él buscando flores y plantas que me llamarán la atención. Después de un rato de búsqueda, alguien interrumpió mi actividad llamándome. Cuando me volví hacia la voz que me reclamaba, me encontré con un chrysos del servicio. Le sonreí educadamente, preguntándome qué querría, pero cuando vi el sobre que llevaba en la mano me estremecí levemente.

- Ha llegado esta carta de Aqua -dijo, tal y como me temía, tendiéndomela.

Suspiré, algo exasperada. ¿Otra vez?

- ¿Para... mí? -murmuré, sin aceptarla, mirándolo con ojos suplicantes, una mirada que dudaba mucho que él pudiera entender.

Efectivamente, la expresión de su rostro reflejaba a la perfección no sólo que no entendiera mi desánimo, sino que además le daba exactamente igual. Finalmente, sintiéndome algo estúpida por mi pregunta, extendí la mano hacia mi correspondencia y me incliné levemente, en gesto de agradecimiento. El chico se dio la vuelta y se fue.

Yo apreté la carta hasta arrugarla, con rabia. Estaba harta de tanta tontería. No había tenido correspondencia en mi vida, ni quería tenerla. Miré a mi alrededor, para asegurarme de que nadie me veía, y me senté en el suelo mirando el sobre cerrado en todo momento. Entonces, para descargar mi rabia, agarré el sobre con fuerza y lo desgarre en trozos cada vez más pequeños. Con un grito de rabia, lancé los trozos al aire, pero la falta de viento hizo que me volvieran a caer todos encima.

Cansada de mi propio enfado, me levanté, sacudí los trozos que me habían quedado enganchados en la ropa y el pelo y los tiré al suelo sin cuidado. Por último, sintiéndome derrotada, decidí que mejor sería entrar en el palacio. Ya no me apetecía estar al aire libre

*Se va*

Salí al jardín para dar una vuelta. Desde que me había encontrado con la parvus hacia una semana, no había vuelto a ver a nadie. No había vuelto a ver a la parvus (a pesar de que le había dicho que le podía dar una pulsera), ni me había vuelto a encontrar con el claritas Corbin (a pesar de que había ido a la biblioteca), ni con Rick (a pesar de que lo estuve buscando), ni con Heylel (al que hacía muchísimo que no veía), ni con nadie nuevo. Suspiré. Al no haber visto a nadie, me había dado tiempo a terminar algunos libros (como el que había estado leyendo el lunes), pero también había tenido tiempo para aburrirme. ¿Dónde estaba la gente? ¿Dónde estaba Rick? Hacia tanto que no lo veía...

Volví a suspirar y me acerqué a una de las mesas del jardín. Observé los árboles, las plantas y el cielo y, tras permanecer unos segundos quieta en el mismo sitio, volví a andar. Caminar me entretendría.

*se queda*

Corro como si fuera una deportista a toda pastilla por los jardines, me ha parecido ver algo brillante y quizás sea un dragón. Entonces, echo el cuerpo hacia delante y apoyando mis manos en el suelo, doy una boltereta lateral para terminar con una simple luciernaga entre mis manos.- Miercoles en azufle- mascullo- mientras aplasto a la luciérnaga contra una roca

Me levanto rápidamente de entre las flores y me fijo en que hay una chica que lo ha visto todo, o por lo menos eso parece pues me está viendo fijamente, a lo que yo respondo con una sonrisa enorme enseñando todos los dientes, mientras echo el cuerpo hacia delante - ¡Wuolaps!- digo alzando una mano en el aire, mientras me hacerco a ella sin parar de moverme a un ritmo sibilino, como si mis brazos y piernas fueran de goma, imitando los pasos de baile mas famosos hasta la fecha, rodeando a la chica y al final, tendiéndole una mano- Me llamo Nagore- digo chasqueando la lengua, con aires chulescos- Oh, yeah- digo al termianr.

Apenas llevaba dados un par de pasos cuando una figura apareció corriendo en los jardines sin mediar palabra. Alcé amabas cejas, sorprendida, y miré a la parvus (pues la figura era una parvus) con curiosidad, antes de soltar un pequeño grito agudo al ver cómo aplastaba a una adorable luciernaga contra una roca.

La parvus se acercó poco después, sonriente, y yo me llevé las manos a los labios. ¡Pobre luciérnaga! ¡Con lo bonita que era! ¿Qué necesidad había de matarla?, pensé, con las pupilas posadas en la roca donde se había cometido el crimen. Cuando la parvus se presentó, volví mi vista hacia delante y la miré. Suspiré.

—Yo me llamo... Inger... — susurré. Me hubiese gustado preguntarle por qué le había hecho eso a la luciérnaga, pero decidí dejarlo pasar. No quería iniciar una discusión con alguien que acababa de conocer.

-Inger es un nombre que suena a Ignis. Eres de allí? inquiero cotilla, para luego sentarme en un banco cercano, mientras me suelto el pelo de ambas coletas, dejándolo suelto a la altura del cuello, que es por donde me llega.
-Oye, tia - comento mientras me peino con los dedos. - ¿tu has visto a mi tío Nagorr? - comento con un deje despreocupado, mas atenta a mi pelo que a ella, mientras quesqueo la lengua un poco molesta por llevar tanto tiempo sin noticias de el. - Es que joder, tia - dig levantándome de nuevo, incansable, mientras me recojo el pelo ahora en una equeña coleta- es que lo he buscado hasta debajo de las piedras, pero con lo idiota que es seguro que era una de ellas- comento riéndome mas para miq ue para nadie recordando cuando era mas pequeña y jugaba conmigo a adivinar que piedra era.

Le veo y sonrio. Parece maja, pero un poco mojigata. Me encojo de hombros. Veamos hasta que punto puede ser mi amiga- Oye Inger, ¿tienes novio? ¿Sabes si hay chicos guapos en Palacio? Porque yo he visto a uno que... joder... - comento sonriente, recordando a Follow- Pero ninguno será tan guapo como mi querido y amado Prustin Rieber- digo llevándome las manos al pecho en forma de corazón mientras pestañeo rápido y digo su nombre con un suspiro.

Negué con la cabeza.

—No. Soy de Caligo, no de Ignis, pero mi padre sí que es de allí.

Me acerqué al banco donde ella estaba y me senté. Como estabamos hablando y no había nadie más cerca, pensé que no pasaría nada porque nos sentasemos juntas. La miré de reojo. La parvus jugaba con su pelo mientras hablaba.

—No... No lo he visto... — murmuré. Esbocé una tímida sonrisa —. Lo... Lo siento. Supongo que debería haberlo visto, pero... eh... No me he cruzado nunca con él... Creo.

Me llevé una mano a la nuca y me encogí de hombros. Luego desvié la vista y la clavé en mis rodillas. No había entendido muy bien el chiste de la piedra, pero decidí dejarlo pasar. Sin embargo, no pude (o quise) dejar pasar su siguiente pregunta. Noté cómo se me enrojecían las mejillas y me pasé una mano por el cuello. Alcé un poco la vista y la miré.

—Yo... Eh... Bu... Bueno... No sé... No sé si serán más... Guapos que Prustin... Pero... Yo, eeeh... — Suspiré y volví a llevarme la mano a la nuca. Tragué saliva—. Creo... Creo que sí que hay gente guapa... Po... Por ejemplo, yo estoy saliendo con Rick y... Eh, bueno, me parece guapo... — Me humedecí los labios —. Y... Bueno, Heylel tampoco es feo, ni Runek... — Posé mis pupilas en mis rodillas y me pasé una mano por la nuca de nuevo —. Y, bueno... Luego hay un claritas... Se llama Corbin... Es guapo... Es decir... No es alguien a quién puedas mirar y decir que es feo... A mí me parece... Guapo. O eso creo... O... O sea... — Me volví a pasar una mano por el cuello y clavé mi vista en la hierba, azorada —. Y, bueno... Supongo que ya irás viendo tú sola...

-¿íiiia que te pasa en la boca? - digo llevándome incrédulamente la mano a la frente.- ¿Porqueno hablas todo seguido? - digo mientras no dejo de sobarme el pelo. Pero entonces reacciono y pese a la pesadez de su discurso, respondo a todo el.- ¿asi que tienes novio? Pues ya me lo presentarás un dia. - comento soniente. Después de escuchar un monton de nombres que no había escuchado en mi vida, me encojo de hombros.- Seguro que ninguno es tan guapo como Follow o como Prustin - digo airosa. -Aunque tendré que conocer a ese tal Corbin.-comento ceñuda- me ligaré a uno de los dos y luego haremos cenas de parejas y todo eso! será genial! - Ya veras! yo es que aun no he tenido una relacion formal y eso, pero bueno, la teoría me la se toda toda y solo me falta ir a la práctica - digo poniendo las manos en la cadera y elevando el pie en una piedra, quedando en una pose muy heróica.

La verdad... es que esta chavala era un poco aburrida, no quiero llegar a decir tonta, pues la conoco desde hace poco, pero es que es un poco soporífera por lo menos, para mi forma de ser, tan movida. Pero bueno, por lo menos no es una maleducada.

Doy un par de pasos rápidos de baile con los pies mientras muevo armoniosamente la cabeza con mis movimientos- Ingerrrr te vienes a las habitaciones y seguimos charlando allÍ? es que hace frío ya- comento - venga tía, vamos- digo tirando de ella.- Era una buena idea. Hablaríamos de cosas de chicas y si me aburría, me echaba a dormir y punto.


*se van*

Salí a los jardines sin saber muy bien qué quería hacer. Una parte de mí, la que había decidido que era buena idea llevar un libro, decía que podía aprovechar que no hacía ni mucho frío ni calor para leer fuera; otra, que podía dar un paseo por los exteriores aprovechando el buen tiempo.

Me acerqué a una de las mesas más alejadas y apoyé el libro sobre ella mientras tomaba asiento. Abrí una página al azar y comencé a leer, aunque no tardé demasiado en cerrarlo. Sin levantarme, observé el paisaje con la cabeza apoyada en la palma de mi mano derecha. Suspiré. Lo que realmente me apetecía era charla con alguien, no dar paseos o leer. Llevaba bastante tiempo sola, leyendo y sin encontrarme con nadie, así que estaba bastante aburrida de hacer siempre lo mismo.

Volví a suspirar y comencé a pasar las páginas del libro sin prestarles atención. A lo mejor alguien me veía por una ventana y se acercaba a hablar, o a lo mejor alguien pensaba que era un buen momento para pasear o algo así.

*se queda*

Celebró de buen agrado la cena que tomó, pues era de su agrado y ahora, con aires renovados y el estómago lleno caminaba pesada y arrastrando los pies mientras bebía para digerir mejor la comida por los jardines, mientras tarareaba una canción pirata bastante grotesca en la que los hombres de un barco pierden el juicio y se cortaban los penes unos a otros.

Vio a una chica a lo lejos, y decidió acercarse. Le gustó que tuvieran el mismo color de pelo, así que se acercó y saludó- Buenas noches chavala - dijo echándose el pelo hacia atrás haciendo resonar uno de sus pendientes de oro.

Aunque generalmente era más amigo del día que de la noche, por una vez Corbin decidió salir a la oscuridad para perderse un rato. Siguiendo el camino mientras arrastraba los pies, pendiente de cada silueta, cada árbol o arbusto y cada sonido, fue avanzando por el jardín bajo la luz de la tenue luna, que en su estrechez apenas iluminaba nada. Tenía experiencia con situaciones bastante peores que aquella, y su falta de visión no le incomodaba.

Aquel paseo sin rumbo le hacía acordarse de noches en las que Falace lo obligaba a salir a la intemperie, generalmente en invierno, cuando aún era niño. Falace siempre había parecido disfrutar con el sufrimiento ajeno, y aunque decía que aquello se limitaba a un entrenamiento nocturno (como ella decía, a Falace la sangrienta la habían apresado en la noche), Corbin nunca dudó del regocijo que sentía al verlo perdido en altas capas de nieve, sin una luz por la que guiarse.

Suspiró, aliviado. Habían sido tiempos duros, y las consecuencias de tales entrenamientos solían resultar nefastas para el chiquillo, que más de una vez sufrió de hipotermia. Sin embargo, a pesar de su sadismo, Falace lo quería, no podía negarlo, y Corbin siempre confió en que nunca lo abandonaría a su suerte. Hasta el mismo día de su muerte, Falace no le había fallado.

Siguiendo unas voces a lo lejos, fue tomando una dirección concreta.

*Se acerca a las chicas*

FdR.: e__e sí, con todo el morro

Salgo a los jardines a dar un paseíto nocturno después de escribirle la última carta a Gabrielle. Estoy bastante contento dentro de lo que cabe y, aunque la preocupación aun me embarga, empiezo a asumir que esto a fin de cuentas es un ejército y no puedo desanimarme por cada mala noticia.

Mientras camino por el lugar me doy cuenta de que hay un grupito de gente entre los que reconozco a Inger y a dos personas más. Agito las alas y sonrío bastante contento de verla para luego levantar la mano y saludar mientras me acerco.

—Buenas noches —Comento ya a lo lejos. No me importa conocer a más gente si han llegado al palacio hace poco. Pero cuando ya estoy más cerca me fijo en que una de los presentes es Cassandra y me freno un momento ya que quizás empiece a gritar como una loca diciendo lo el mucho rencor que me tiene. Tomo aire y frunzo ligeramente el ceño un momento. Tengo que enfrentarme a sus juicios ya que son incorrectos, no puedo dejarme amedrentar por unas malas interpretaciones. Cuando retomo la marcha y estoy más cerca me fijo en que al chico no lo conozco.

—Hola, un placer coincidir con gente esta noche —Hace una buena noche, espero que no acabe desagradable.


FdR: Todos a una! : D

Me giré al escuchar una voz desconocida a mi espalda mientras daba las gracias porque alguien hubiese decido salir a los jardines. A escasos metros de mí había una piscis a la que, efectivamente, no había visto antes. Tenía el pelo rojo, era bastante alta y sujetaba una botella con sus manos enguantadas. Me pregunté qué habría dentro de ella, pero antes de que pronunciase palabra, en mi campo de visión aparecieron dos personas más: Corbin y Heylel. Esbocé una amplia sonrisa y me levanté del banco. Me alegraba de verlos. Bueno, también me alegraba de que hubiese aparecido la piscis, pero era una alegría diferente porque a ella no la conocía y a ellos sí.

Miré a la piscis.

—Buenas noches — dije, sonriente. Luego volví mi vista a Heylel, sin variar la expresión —. Buenas noches a ti también. — Y finalmente miré a Corbin. Me pasé una mano por la nuca antes de hablar — Y... Eh... Buenas noches a ti también, Corbin... — Ensanché la sonrisa. Hacia un montón que no veía a tanta gente junta —. Eh... ¿Cómo estáis? — inquirí. Y nada más decirlo me acordé de que la piscis no me conocía. Con las mejillas sonrojadas, la miré —. ¡Eh! Yo... Lo... Lo siento, no me he presentado... Soy Inger... Inger Nielsen... Y, eh... Siento mi falta de modales... Y... Bueno, yo no conozco su nombre y, eh — Me pasé una mano por el cuello —. ... ¿Puedo saberlo? Si quiere, claro. Aunque tampoco sé si os conocéis todos y... Eh... Bueno... A lo mejor deberíamos presentarnos... O a lo mejor no... Co... Como queráis...

Tragué saliva y bajé la vista al suelo, azorada. Por algún extraño motivo, mi serenidad duraba solo un par de segundos.

FdR. party :DDD

-Buenas- le respondió la capitana, mientras, con los ojos entornados miraba a lo lejos, como dos chicos se acercaban, uno de ellos el insufrible y machista Heylel que, según el, en la batalla debía quedarme atrás por su condición de fémina.
Crujió los nudillos y escucho su nombre. -Capitana Bocanegra - dijo escupiéndose en la palma, para, sin darle tiempo si quiera a decidir a la chica si quería estrecharla o no, la retiró, pues sus pupilas se habían dilatado al ver al alado a lo lejos y avanzó un par de metros hacia delante, poniéndose delante de la joven, que, dudosa, parecía un poco corta de miras.
-Hombre... mira quien ha aparecido por aquí... don tengo pito y por eso me irrito~~ -comentó con voz canturrona e hiriente, echándose hacia delante y enseñando todos los dientes.

Miro a continuación al de pelo negro- hola chaval. - dijo elevando su sombrero con el índice de su derecha a modo de saludo. - ¿nombre? - preguntó, ara después volver a ver a heylel con furia en los ojos.- ¿que pasa? te traes amiguitos para que te protejan el culo, ¿no?- inquirió con una sonrisa de escualo, mientras pinchaba el pecho del joven alado con fuerza con su índice.

Se dio la vuelta, bebió y se sentó bastamente al lado de la chica- Bien dij echando el brazo por encima de los hombros de la joven pelirroja mientras volvía a beber- Estoy aquí con mi amiga Winipeg y venis vosotros a incordiar? - comentó dando otro trago- mira que reunión más pintoresca- dijo más bien para ella.- hombres...

Las voces provenían de dos jóvenes que charlaban, a las que pronto se unió, junto a Corbin, un alado. El chico alzó una ceja, impresionado, pues era la primera vez que veía uno, pero por educación fingió no estar sorprendido.

- Buenas noches, Inger. Te he echado en falta en la biblioteca estos días -comentó, con naturalidad, esbozando una sonrisa. Saludó a su vez al aether, para volverse hacia la otra joven y responder a su pregunta-. Soy Corbin -miró levemente al aether, para dar a entender que también se lo decía a él-. Y debo decir que Inger tiene razón. De los cuatro que aquí estamos, es la única a la que conozco.

Miró de soslayo a la otra chica, que parecía afectada por la bebida. Pensó en pedirle un trago, pero desconfiaba del líquido que contenía aquella botella y de su estado, pues viendo a la joven, bien podía estar bebiendo cualquier cosa. Respondió a sus palabras, animado.

- Pues sí, bastante pintoresca, aunque es un gusto ver que de vez en cuando hay actividad por aquí -comentó, cruzando los brazos y acomodándose en su postura.

Como esperaba Bocanegra viene hacia a mí soltando sus reproches y no me queda más opción que suspirar y esperar a que termine su retahíla de palabras hirientes.

—Deberíamos hablar de eso Bocanegra... —Respondo con frustración para luego dar un momento de atención a los otros dos presentes. Me fijo en el saludo de Inger hacia el chico -según aprece, claritas- y luego eso de que "la ha echado en falta". Frunzo ligeramente el ceño fijándome en ellos mientras la pirata vuelve a hablar. Inger sigue teniendo una hermosa y floreciente relación con Rick Dehnel, ¿cierto? Por alguna razón su amistoso encontronazo me intranquiliza. Cuando el chico se presenta, reacciono.

—Un placer, Corbin. Yo soy Heylel —Comento con na sonrisa amable.

Pero entonces tengo que volver a hacer caso a la piscis porque estoy perdiéndome sus reprimendas.

—Por favor, ¿podrías venir a hablar conmigo un momento? Solo apra que pueda explicarte... —Pido lo más cordialmente que puedo. Así también les dejaremos a ellos dos hablar con tranquilidad y ver por qué Rick Dehnel no está paseando con Inger.

Abrí mucho los ojos al ver a la Capitana Bocanegra (nombre de la piscis) escupiendo en la palma que me estaba tendiendo. Esbocé una mueca de asco, mientras me preparaba para estrecharsela (porque yo era una chica educada y sabía que había que estrechar las manos), pero, antes de que pudiese hacerlo, ella retiró su mano y yo suspiré aliviada. No me hubiese gustado estrechar esa mano.

Miré a Corbin, que acababa de saludarme, y noté como enrojecía al escuchar sus siguientes palabras. Me llevé una mano al cuello y esbocé una tímida sonrisa, antes de clavar la vista en el suelo y de contestar:

—Ah... Eh... Yo he ido algunas veces, pero no muchas y... Bueno, cuando fui no estabas y... ... — Alcé un poco la vista —. Me alegro de verte...

Iba a decir algo más, pero la voz de la Capitana Bocanegra hizo que desviase mi atención hacia ella y Heylel. Al parecer ya se conocían y no se llevaban demasiado bien. Me pregunté a qué vendrían las acusaciones de la piscis. Heylel no parecía la clase de persona que ella estaba definiendo. Pensé en decir algo en su defensa, pero Bocanegra me rodeó con un brazo e insinuó que los chicos estaban incordiando. Negué con la cabeza.

—Oh, a mí no me molestan... — dije, con la vista clavada en el brazo que me rodeaba —. De hecho, creo que cuánta más gente mejor, aunque si quieres ir con Heylel, adelante... Y, eh... Es Inger, no Winipeg... — Me llevé una mano a la nuca otra vez. Seguro que si Heylel se explicaba, la piscis comprendería que era un hombre muy simpático y agradable.

La Capitana entornó los ojos ante la petición de Heylel- No.- sentenció. Si tienes algo que decimelo me lo dices delante de todos, gallina- le dijo seria, dándose la vuelta para volver y sentarse al lado de su compañera de género.
Escuchó atenta la conversación entre aquellos dos y sin reparo, preguntó al joven clartias- ¿tu le das a esta chavala? -preguntó sin ningún tipo de tapujo con el fin de saber si eran novios o no y luego bebió fuertemente.

Oh, venga... ¿Inger? Es un nombre horroroso- dijo la Capitana riendo como una loca- ¿Puedo llamarte Wini? es más... como tu- no le quiso decir que Wini le parecía un nombre tonto para no herirla. Pobre chavala... pero tenía que espabilar. Le estaba haciendo un favor, de todos modos.

-Tu- dijo ahora con voz ronca y grave, con cara de pocos amigos- acércate y habla si quieres, y sino, callate- le dijo con cara de asesina.

Definitivamente, la tal Bocanegra era un elemento de cuidado. Mejor no enemistarse con ella, visto lo visto... Ante su pregunta acerca de su relación con Inger, Corbin soltó una pequeña risa de sorpresa.

- ¿Qué? ¿A ella? -miró a Inger, sorprendido. Era simpática, agraciada, y tenía bastante en común con él, por lo que había podido averiguar, pero su relación era demasiado superficial como para pensar en algo así... Y él nunca había tenido pareja-. Somos amigos, eso es todo -contestó con sencillez.

A continuación, hubo de aguantar otra retaíla de estupideces de Bocanegra, que además de estrafalaria y maleducada era de lo más cargante. Tal vez sin alcohol fuera algo más agradable. Desde luego, Corbin compadecía enormemente a Inger y al tal Heylel, y agradeció que quisiera llevarse a la muchacha, lamentando en la misma medida su rechazo.

La respuesta de la piscis es bastante grosera con lo que frunzo el ceño con cierta resignación. Esta mujer tiene una forma muy impertinente de hacer las cosas pero, ya que he sido yo el que ha montado todo el lío, esta vez lo haré a su manera.

—Como quieras, bocanegra... —Indico. Luego miro a los otros dos presentes con gesto de compromiso —Dilcupadme, por favor, no quería hacer de esto un numerito —Me quedo con la copla de la pregunta de bocanegra sobre si tienen alguna relación y, como si la oreja me palpitase, escucho la respuesta de Corbin. Huum... Eso espero, muchacho.

Pero debo centrarme en la piscis y acabar de una vez. Tomo aire.

—Vamos a ver, Bocanegra... Siento haber hecho algo durante la misión que te molestase, pero si lo hice fue porque la mujer a la que fuimos buscar me dijo que debíamos acercarnos al hombre de la mesa -que al final resultó ser un señuelo- sin levantar sospechas y el probocaros a todos para que os acercaseis fue lo primero que se me ocurrió —Explico inicialmente. —siento de veras haberte dirijido esas palabras, ¡juro que no lo pienso realmente! Yo defiendeo enteramente que las mujeres son tanto o mejores que cualquier hombre, ¡yo mismo llevo el apellido de mi mujer! Y bien sabe Mithos que si la pobre estuviese en condiciones haría de guerrero mejor que yo... —Mis últimas palabras son apagadas y cabizbajas. Contárselo de esa forma y reconocerlo, a pesar de tenerlo muy sabido, se me ahce doloroso ya que recuerdo la lesión de Gabrielle y todo su empeño por mantenerse como una digna guerrera. Son en momentos como estos en los que más la echo de menos.

—En serio que siento haber faltado a tu condición de mujer y de veras me resulta un compromiso que pienses eso de mí. Soy un hombre humilde y bien es sabido. Por favor, te pido que me perdones —demando a la mujer ya con cierta tristeza.