Jardines (2)

Creo que por llano que lo plantee no acabo de entenderlo. No después de tantos problemas y quebraderos de cabeza. No después de tantas molestias. Pienso en preguntar, en insistir, en profundizar en el tema, pero ni siquiera me apetece. No creo que vaya a sacar nada de ello. En realidad, no me importa demasiado lo que diga. Me preocupan otras cosas.

-No quiero empezar con acusaciones. No tengo ganas de discutir -advierto-. Pero creo que no estoy diciendo nada descabellado si te digo que me inspira más desconfianza lo que puedas hacer que lo que puedas decirme. Puedo aceptar esas disculpas si es importante para ti, pero para mí no van a significar mucho por sí mismas. Quizá una voluntad, una iniciativa, pero nada más. No sé si simplemente querías decirlo o buscas algo con ello, pero si es lo segundo, déjame decirte que necesito alguna muestra de fin de guerra antes de relajarme mínimamente contigo cerca -. Pongo los ojos en blanco-. Supongo que todo a su tiempo, si eso llega a pasar.

Me extraña mi propio comportamiento. No me olvido de la última vez que lo vi. No es fácil de olvidar. Pero, pese a mis cálculos, no le tengo miedo. Quizá se lo llegué a tener, o quizá solo me lo pareció. El caso es que ahora, por más perturbador que sea su aspecto y por más desagradables que sean mis recuerdos, no consigue más reacción en mí que desconfianza. Y eso ya lo tenía de antes. Supongo que no todo cambia porque sí.

Doy un pequeño empujoncito a Vilo, instándolo a que deje de echárseme encima y se vaya a jugar un poco. Insiste un par de veces antes de salir corriendo, pero acaba por hacerlo.

FdR: Pause~~

Enarco una ceja ante el comentario, sin responder. No sé si intenta quitarle importancia, causar compasión o simplemente informar, pero me es un tanto indiferente. No sé qué es lo que le pasa, aunque es evidente que algo le pasa, pero tampoco voy a preguntarlo. Me quedaré, por el momento, con la atención puesta en "mientras continúe la guerra".

-Supongo que por algo se empieza -acepto, seria-. Aunque, ¿qué quieres que te diga? No es que pretenda que os hagáis inseparables, pero mientras te dediques a atentar contra la vida de gente que me importa, no creo que otros esfuerzos hagan muchos. Creo que no es mucho pedir que no vuelvas a intentar matarlo. O lo que quiera que intentaras hacer aquella noche.

Y aún así una parte de mí me dice que no aceptará la petición. Por cuerda que a mí me parezca. Porque, por serio que se ponga ahora, no es que él esté demasiado cuerdo, precisamente.

Roto los ojos, aburrida de esa forma de pensar tan infantiloide.

-No importa si sabe defenderse o no -replico, hablando con calma-. Estoy hablando de lo que hagas tú, no de cómo reaccione él. Cómo responda él a lo que hagas no va a afectar mi actitud hacia ti. Como mucho, afectará a mi actitud hacia él. Pero no creo que cómo me comporte con él te importe ni sea de tu incumbencia.

Me encojo de hombros un momento, pero acabo por asentir. No sé por qué se empeña en que no creo lo que dice, pero no voy a discutir. Ha demostrado no estar bien de la cabeza, pero no lo considero un mentiroso.

-Ya que no la necesitas, no te daré mi opinión -respondo, sin más, con tono indiferente-. Aunque me gustaría que no crees historias donde no las hay. No soy una precisamente sociable, pero tampoco me divierte poner a la gente en mi contra, ni ponerme yo en contra de la gente. No tengo nada contra ti mientras no me perjudiques. Aunque supongo que, ahora que ya has hecho lo que querías hacer, lo que yo te diga no te interesa demasiado.

Acabo por dejarlo estar. No quiero seguir discutiendo, y menos si me va a tomar a risa. Creo que he dejado mi visión del asunto suficientemente clara, así que no insistiré más en ello. Lo que haga a partir de ahora queda en sus manos.

No sé si me sorprende o me hace gracia que, de hecho, después de negar su interés me pida mi opinión. Mucho diferenciarse de Rick, pero no deja de querer saber. "Por si acaso". En fin.

-Bueno, pues ya que preguntas, te lo diré. No creo que tenga motivos para no creerte. Básicamente porque tampoco veo qué ibas a ganar mintiendo. Para pedir disculpas sin intención de pedirlas, mejor te salía no pedirlas en absoluto. Tampoco creo que de verdad vayas por ahí planeando asesinatos, aunque eso no justifica tus arrebatos -lo miro fijamente, con gesto grave-. A lo mejor no fue a mí a quien clavaste la espada, pero eso no quita que lo que hiciste me dejara una marca considerable.

Su pregunta acaba por impacientarme un tanto. Dehnel, Dehnel, Dehnel. Creía que era a mí a quien quería pedir disculpas, pero a lo mejor lo que necesita es declararle su amor a él. Que menuda obsesión, Mithos.

Me tomo la paciencia, aún así, de pensarlo un momento. No sé muy bien cómo dejar claro algo que me ha costado tanto dejarme claro a mí misma.

-Rick me gusta -acabo por simplificar-. No me gusta manipular a la gente. Creo que es fácil manipular a Rick porque es predecible, como dices, pero no es lo que busco. Sí es agradable poder relajarse con él sabiendo que en ningún momento tiene malas intenciones y que se esfuerza por complacerme, pero también me importo yo misma, no solo lo que hagan otros por mí. ¿Qué te pasa con Rick, Gerald? ¿De verdad alguien tan fácil de tener calado, como dices, te resulta tan problemático? ¿Por qué te has obsesionado tanto con él?

O sin el poco. Vaya dolor de cabeza cuando se juntan.

Supongo que debería haberlo visto venir, pero, de hecho, esperaba un poco más de prudencia por su parte. Algo más de tiento. Bien pensado, ¿Gerald, prudente? ¿Cuándo?

Reacciono sin alterarme, de todas formas, aunque con firmeza. Que acepte una disculpa o le dé una oportunidad para hablar no implica que vaya a caer otra vez en lo mismo. Creo haberlo dicho, aunque parece que no con suficiente claridad.

Lo cojo por la muñeca, apartando su mano de mi cara, y retrocedo un par de pasos, esquivándolo. Lo suelto y me mantengo en mi nueva posición. No sonrío, pero tampoco estoy alterada. De hecho, me entraña la calma con la que me lo estoy tomando todo, en general.

-No creo que te hayas ganado eso -apunto, negando suavemente, tranquila.

Me encojo de hombros, sin más. No sé qué puedo decirle. No, la última vez tampoco. No voy a ponerme radical al respecto. Mientras acepte una negativa, no tengo ningún derecho a prohibirle que intente lo que quiera. Y parece que esta vez está siendo bastante manso.

-Ya lo he notado -asiento-. Creo que puedo vivir con ello. No le des más vueltas.

Después del tono en que se presentó Rick, me esperaba algo bastante peor. No voy a entrar en cómo lo ha tratado a él, pero por mí creo que no tengo que preocuparme demasiado. Después de todo, yo también quería una tregua.

Una vez Gerald se ha ido, llamo a Vilo. Espero que ahora sí tenga sueño, porque no tengo ganas de seguir paseando.

*Se van*

No es que me haga especial ilusión lo de salir a helarme, pero ver a Vilo tan emocionado con la nieve tiene un precio que estoy dispuesta a pagar. Lleva dos días ya nevando, y cada vez la capa que se amontona es más consistente, así que me aseguro de ponerme unas buenas botas y una capa gorda y salgo con el al jardín.

Salta, corre, se revuelva. Desde luego, está encantado. Llega a confundirse fácilmente con la capa de nieve, y se dedica a cavar por ella y lamer el suelo. No es más que agua, pero parece que aún no está convencido.

De vez en cuando se vuelve y hace algún ruido extraño, llamándome. Yo lo voy siguiendo, pero con calma. No voy a tirarme a la nieve a jugar, lo siento.

*Pasea*

Llevo la placa de insecto que conseguí en la misión de Humos debajo del brazo. ¡¿Cómo no se me ha ocurrido antes?! Esa es la verdadera pregunta. Porque es resistente, fina y se desliza de puta madre.
Iré al bosque a ver si encuentro alguna ladera interesante y jugaré a que tengo otra vez ocho años y esto no es un ejército.

Me cruzo con Lea en mi carrera y le hago un gesto, saludando, pero sigo avanzando. Entonces escucho un sonido que, o ella tiene verdaderos problemas gastrointestinales o...
Dejo caer la placa en el suelo y me vuelvo, buscando.

-¡Eh! ¡Eh!

Me acerco con zancadas, adoptando enseguida una gran sonrisa, invocando un hândall para ver un poco mejor. Que ya bastante refleja la nieve como para verlo a él...

-¡Vilo! -exclamo, echándome encima para darle un par de caricias efusivas. Está tan calentito que se nota incluso a través de la ropa. Luego alzo la vista hacia Lea-. Hey. ¿Qué hay?

Dámelo. Por favor. Deja que me lo lleve al bosque.

Pronto topamos con compañía. ¿Qué hace esta niña con esa cosa? Ni siquiera estoy muy segura de lo que es. De todas formas, no parece lo más interesante en este momento ni siquiera para ella, que deja lo que quiera que lleve en las manos y se lanza sobre Vilo. Y, prácticamente al tiempo, Vilo está lanzándose ya sobre ella, buscándole la cara para llenársela de babas. Pero mira que salió sociable el enano.

Llego a esbozar una pequeña sonrisa. Sospecho el motivo, pero el caso es que de un tiempo a esta parte Frikka ha dejado de ser tan insoportable. Ya se encarga Vilo de mantenerla ocupada, de todas formas.

-Hola -saludo, tratando de mantenerme al margen. Tampoco es que Vilo permita llamar la atención, ya que la reclama toda para sí-. Te va a...

Tarde. Antes de que pueda terminar de decirlo, Vilo ha saltado sobre ella y la ha echado al suelo. Pues menos mal que hay nieve, la verdad. Me acerco un poco, dudando.

-¿Estás bien? -pregunto.

Viene a mí como si nos uniese algo auténtico. Me encanta el puto peludo, joder. Si se descuida me lo robo.
Ya veré cómo, porque no es tan fácil de llevar bajo el brazo, ya.

Enseguida me empieza a lamer la cara. Eso no mola tanto y trato de apartarme como puedo, aunque bueno... No puedo evitar reír. Es gracioso, quiero decir.

Vuelvo la vista hacia Lea cuando habla, curiosa. Es en ese momento que el cachorro se me echa encima y juntando eso con mi posición inestable acabo cayendo de espaldas. Lo primero, un estremecimiento, claro. Que es nieve, no brasas.
Bueno, tampoco creo que unas putas brasas fuesen a ser mejor por estar calientes...

-Pequeño cabrón -río entre dientes, atacando aunque esté sobre mí para quitármelo de encima, jugando.

En cuanto consigo alzarme me sacudo un poco la nieve, risueña.

-Oh, claro. Soy medio piscis. Esto no es nada comparado con jugar con cuatro gilipollas en medio de la nieve de por allí -comento, entretenida.

Bueno... Estrictamente yo allí me helaba y poco salía. Pero las medias verdades no hacen daño, eh.

Me vuelvo hacia el vulpus con una sonrisa socarrona. Lo mareo moviendo la mano sobre él, tentándolo pero sin dejar que la atrape.

-Te crees rival para mí, ¿eh?-. De nuevo, alzo la mirada hacia la dueña-. ¿Si le lanzo un palo me lo va a traer? -inquiero, con gesto verdaderamente interesado.

Vilo trata de aprovechar su situación de superioridad para seguir con sus juegos, pero ella no parece demasiado afectada. Mejor. No quiero problemas. Me sorprende lo bien que se toma al bicho este todo el mundo. Asiento cuando dice que está bien, y ella se levanta sin problemas. Vilo, alterado, sigue dando vueltas a su alrededor, contento.

Parece que como compañera de juegos no está mal. El principal problema de Vilo es que no controla, y cuanto más grande es, peor se pone la cosa. Pero ella no parece molesta, así que mejor.

Alzo una ceja a su pregunta. Bueno, creo que espera más de lo que debería. No está entrenado para el circo, monada. Es un animal, no un juguete.

-Lo dudo -respondo, dedicando a Vilo una mirada divertida-. Probablemente saliera corriendo tras él, lo mordisqueara y moviera hasta que se cansara de él y luego se olvidaría.

Para él eres tú el juguete. Si no haces nada interesante, no tiene motivos para volver a por ti.

Miro al bicho de reojo. Ya me había dicho una vez que no sabía dar la pata. Creí que en este tiempo le habría enseñado algo. Pero bueno. Cada uno tiene sus intereses.

-Eso no suena tan divertido -comento, acuclillándome de nuevo junto a él para darle unas caricias y unos bamboleos-. Qué grande te haces, cabrón. ¿No me traerías un palo si te lo lanzo? ¿Ni siquiera a mí, huh?

Y, de nuevo, me vuelvo hacia Lea, con una sonrisa divertida. La muy sosa me va a decir que no, claro.

-Supongo que no te apetece tirarte por una ladera nevada, ¿no? Estoy reviviendo mi infancia -comento, dejando ir una risilla burlona-. No te pega. Bueno, claro. Para ti no es revivir nada. ¿No os tirabais por las dunas en trineos o algo?

Claro que sí, va a hacerlo por ti. Es justo en lo que está pensando.

Su pregunta me pilla un poco por sorpresa. Bueno, no diría que tirarse dunas abajo fuera mi actividad favorita. Quizás en las primeras horas de la noche podía hacerse alguna vez, pero tampoco era nuestro pasatiempo habitual. Además de que internarse en el desierto no era normalmente una buena idea.

-No, no era algo muy común -respondo. Miro con desconfianza la placa que ha dejado en el suelo. ¿Es eso? ¿Un trineo? ¿Sin agarres, siquiera? Esta niña es idiota-. ¿Y dónde piensas hacerlo? No me apetece mucho, si te digo la verdad. Además de que me consta que Vilo acabaría mal.

Es capaz de meterse delante de la placa en plena bajada, o de saltar de ella si iba dentro y romperse algo. No tiene el menor sentido del peligro, ni mucho menos control.

Echo un vistazo a la placa. En estos minutos se ha cubierto con algo de nieve, pero la tengo calada. No la voy a perder. Aún tiene que servir para otras muchas cosas, seguro.
Pero lo de deslizarse sobre ella suena bien.

-Pues en el bosque, claro. Hay algunas colinas que están bien. Estoy segura de que ahora, con la nieve, se deslizará perfecto.

Que no le apetece mucho, eh. Qué sorpresa. No me la imagino viviendo a tope en ninguna situación. Otra cosa no, pero sosa lo es un rato.

-Tú no eres muy intrépida, eh -comento, con una sonrisa, mirándola de reojo-. Hay que desmelenarse a veces, eh. Sienta bien. Y no va a nevar todos los días. Pero bueno. Allá tú. Te pierdes una gran experiencia.

Unión entre guerreros. Estoy segura de que los líderes se lo tomarían muy bien.

En el bosque. El bosque tiene árboles, preciosa. En el bosque lo que vas a hacer es romperte la nariz contra algún tronco. Y, lo que es por mí, bien puedes hacerlo tú solita. No creo que necesites ayuda. Viéndote, cualquiera diría que no sería la primera vez, así que...

Me encojo de hombros. Pues no, yo tampoco estoy aquí para entretenerte, y creo que no hay que pensar mucho para deducir que no soy el alma de la fiesta. Mala suerte, búscate a otra. Que mucho te quejas pero luego siempre me vienes detrás.

-Me gusta entretenerme con cosas más tranquilas -repongo-. Ya hay tiempo para gastar energía cuando se va de misión.

Miro a Vilo, pensativa.

-Aunque, si mantienes tu "trineo" lo suficientemente lejos de él para no atropellarlo, supongo que podríamos acompañarte -propongo, con cierto desinterés en la voz-. A Vilo le gusta el bosque.

Con cosas más tranquilas, eh. Claro que sí. Sosa, lo que yo decía.
Si no gastas energía antes de irte de misión, luego cuando vas no aguantas una mierda. Habría que ver a esta volando en un cangrejo gigante por Humus, a ver qué cara se le ponía. Si no es capaz ni de tirarse en trin...

Alzo las cejas, sorprendida. ¿Ella quiere pasar más tiempo conmigo?
Bueno, seamos estrictos... Ella quiere que su amigo peludo pase más tiempo conmigo porque no le gusta correr por las laderas, pero a mí sí. Pero no se fía lo suficiente de mi responsabilidad, así que viene de madre a mirar.
¿Algo así?

-¿Por qué iba a atropellarlo? Si me encanta el chucho -comento, frotándome el mentón con el dorso de la mano. Está helado, eh. Pero a estas horas empiezo a ver bien, así que compensa.

Deshago el hechizo, risueña, y me acomodo un poco el pelo. La bufanda tapa, pero el pelo no da menos calor. Un auténtico orgullo.
Me acerco entonces a por la placa.

-Bueno, pues si os apetece, venid, claro. Cuántos más, mejor. Así... juega por el bosque, o como sea.

La miro de reojo.
Cuando veas lo mucho que me divierto verás cómo sucumbes.

Pues porque se ve a la legua que tienes la cabeza más llena de aire que él, y mira que eso es difícil. Me encojo de hombros.

-No he dicho que fueras a hacerlo voluntariamente -puntualizo.

No es que importe mucho si pone pegas o no, porque el bosque es de todos, pero el caso es que no las pone. Poco dispuesta a pasar frío y estar a ciegas, invoco un flagrare antes de echar a andar con ella. Vilo, feliz, nos adelanta, viendo posibilidades de acceso a uno de sus sitios favoritos.

No me pongas ese tono, niña. Te estoy dando la oportunidad de jugar con él. Es lo que querías, ¿no?

*Se van*

Tras varios días sin dar señales de vida, Vilo ha vuelto a aparecer por fin. No sé qué hará todo el tiempo que pasa en el bosque, pero sospecho que no se le da muy bien la caza, porque es evidente que tiene hambre. Supongo que tendrá que ir aprendiendo. Por lo demás, parece estar perfectamente, y aunque se muestra satisfecho, está extrañamente tranquilo.

Del problema de la comida me he ocupado yo, y en seguida traga, tan bruto como siempre, y se queda royendo los huesos que le han quedado. Se me hace raro verlo tan tranquilo, pero no voy a poner pegas. No me pasa nada por relajarme un rato en lo que él se entretiene. Después iré a dormir; ya veremos si él quiere venir conmigo o no. Creo que el bosque no le hace ningún mal. De hecho, es lo que más le conviene de lo que puedo ofrecerle.

*se quedan*