Pasillos

Torció una nueva sonrisa, devolviéndole el gesto al claritas. Menudo humor tenía el chaval, de todas formas.

Como no supo qué responderle (¿qué podía hacer? ¿Decirle que ni nombres ni nada, eh, Jun, eh y luego soltar graves risotadas como Nagorr Brumm? AJAJAJAJA, JUN, QUÉ GRRACIOSO ERRES. Ni aunque se hubiese chutado a calmantes), decidió no decir nada y mantener la sonrisa. Cuando el muchacho volvió a hablar, no obstante, frunció el ceño, confuso. Entonces sí se había ido.

—Bien —respondió, resuelto. Alzó las cejas—. No sabía que te habías ido.

¿Por qué se había ido?
O más bien: ¿por qué había vuelto?

Asiento, animado. Es normal que no se haya dado cuenta, no lo he visto más que un par de veces, así que bien podría haberse ido él.

"Tuve que volver a la Torre." "Al fin y al cabo, el abuelo estaba preocupado."

Hubo más motivos, claro, pero bueno... Creo que este es suficiente. No es que sean secretos, pero estar escribiendo cosas innecesarias en la pizarra es un poco aburrido. Si estuviese en otro sitio, pues aún cogía un par de hojas de papel y una pluma. Y de todos modos, tampoco es cuestión de aburrirlo. Así está bien.

"Volví con Massen hace un mes y pico."

Lo miro y sonrío. Me resulta un hombre algo callado y serio. No sé bien qué decirle.

FdR- e.e A que viene Nagorr a decir eso. Lyam borde hater. XDD

Frunció, de nuevo, el ceño. ¿La Torre? ¿Qué era la Torre? ¿Vivía en una torre? Evidentemente. ¿Era una torre especial, tenía algún tipo de relevancia? El muchacho no dejaba de ser importante. Lo había sido en su momento, por algo habían tenido que salvarlo.

—¿Qué es la Torre? —preguntó, simple. Alzó las cejas, curvando las comisuras de los labios—. ¿Es dónde vives? Vivías. —Frunció el ceño, y luego negó con la cabeza. Volvió a mirarlo—. Está en Lumen, ¿no? Debió haber sido un largo viaje, entonces.  

Se sorprendió que hubiese vuelto con Massen Dew, pero no dijo nada al respecto. Tal vez fuesen amigos, y como ella había estado fuera, tal vez hubiese pasado por ahí. No era un detalle demasiado relevante, simplemente curioso.

Sonrió.

FdR. Le reto a que venga y diga exactamente eso, venga.

Eso ya es más difícil de explicar en la pizarra, pero me las arreglaré usando letra más pequeña para que quepa más, espero... Que tampoco es para tanto, vamos.

"Vivo en la Torre Szorshüvel'Ëm. Es una especie de sitio dedicado" "a la enseñanza de artes mágicas avanzadas."

Asiento. Efectivamente, está en Lumen, aunque el viaje no fue para tanto, incluso se me hizo más corto que la ida.

"Pero yo no estudio allí.", me acuerdo de escribir, al final.

No quiero que ahora vaya y se crea que soy aquí un maestro. Las circunstancias son bastante diferentes, la verdad.

FdR- No e.e XD e.e pero lo verás pronto, lo vaticino

El chrysos leyó varias veces la pizarra, curioso, con el ceño fruncido. La Torre Szorshüvel'Ëm. Ladeó la cabeza. El nombre, por algún motivo, le sonaba. Aunque no sabía nada de ella. No recordaba haber leído nada donde apareciese mencionada, ni tampoco sabía dónde estaba situada exactamente ni, hasta que Jun lo dijo, a qué se dedicaba. Parpadeó. Probablemente había escuchado el nombre en algún lugar.

Sonrió. No obstante, lo más interesante era el propósito de la torre. Quien llevase aquel lugar debía ser un mago extremadamente poderoso.

—Me suena, pero no sabría decirte de qué. —Ensanchó la sonrisa—. Seguro que el que lleva el sitio es un mago, o maga, excepcional.

Buscaría información sobre el lugar en cuanto tuviese ocasión. Y también sería interesante saber más cosas sobre su líder, pero suponía que aquello sería mucho más complicado. Aún así, si realmente sentía una insaciable curiosidad, si sentía que debía saber más sobre aquel hombre o mujer, hecho bastante improbable de darse, siempre podía preguntarle a Madame. Por algún motivo, tenía la certeza de que la mujer conocía aquella organización, y también a quién la llevaba.

—¿Entonces simplemente vives ahí con tu... Abuelo? —Lo miró de nuevo—. Aunque seguro que él tampoco estudia allí.

Asiento, animado. Debe de querer ser un mago, o algo así. Y la información sobre la Torre no es nada que no deba contar. De hecho, está para eso, ¿no?

"Es bastante conocida en el mundillo" "de los magos. Seguro que te" "suena de eso."

Vuelvo a asentir con ganas cuando habla del que la dirige. Por supuesto, el abuelo es un mago muy poderoso, aunque, para ser sincero... nunca lo he visto hacer nada excepcional. Pero tiene que serlo, ¿no? Al fin y al cabo es el abuelo, es fuerte, se le ve... Y si está ahí es por algo.
Cuando me hace imaginar al abuelo estudiando no puedo evitar reír, mudo, un instante.

"El abuelo es el que dirige la Torre."

Aunque, de alguna forma, sigue estudiando. Siempre está en su cuarto haciendo cosas, o probando experimentos y leyendo libros. Ni yo sé bien qué hace.

Frunció de nuevo el ceño, pensativo. Tal vez haya escuchado ese nombre de algún mago. De hecho, probablemente algún mago se lo hubiese dicho, era lo que tenía sentido. Dena tal vez se la hubiese mencionado. A fin de cuentas, ella era maga, y desde su más tierna infancia había tenido interés por la magia, así que muy probablemente la conocía, y muy probablemente también la había mencionado en alguna de sus conversaciones; él, por su falta de interés en el tema, probablemente había olvidado su existencia hasta ahora.

—Probablemente —admitió, sonriente. Luego asintió—. Sí, de hecho, creo que sí.

Ensanchó la sonrisa.
Jun asintió cuando él dijo lo del líder, así que no había duda de que debía ser fuerte. No la había antes, no obstante. Sólo alguien realmente poderoso podía dirigir a un grupo de magos expertos. La mera insinuación de lo contrario era imposible.
Lo que sí no imaginaba, ni se le había ocurrido pensar siquiera, era que el abuelo de Jun fuese el líder de la torre. Sorprendido, alzó las cejas. Luego arrugó el ceño. Que fuese su abuelo quien dirigiese la torre le había cogido por sorpresa, pero tenía sentido: a Jun lo habían secuestrado porque era importante. Su importancia radicaba, entonces, en que era el nieto de su abuelo, quien debía ser más poderoso, ya no como mago, sino como figura, de lo que él podía imaginarse. Además, eso explicaba por qué vivía en esa torre si no estudiaba en ella.
O no.

—Entonces debe ser un hombre realmente importante, ¿no? —Sonrió de nuevo—. Ya no sólo como mago, sino como... Todo. —Suspiró. Y observó el muchacho. Pero si su abuelo era el que dirigía la torre, ¿por qué él no estudiaba en ella? ¿Eso del poder mágico no tenía nada que ver con la sangre, no se transmitía como el color de ojos o algo así? Si era sincero, no tenía ni la más remota idea—. Es extraño que no estudies en la torre, siendo tu abuelo quién es. —Apartó la vista—. Creo.

Parpadeó.
Y reprimió un bostezo.

¿Un hombre importante? ¿El abuelo? Bueno, es un mago importante y fuerte, así que claro que sí, ¿no? Es el director de una gran torre de magia... Pero bueno... ¡Y también conoce al señor Brumm! Claro...
Asiento, con una sonrisa.

"Es un mago importante." "Y a veces viene gente importante" "a reunirse con él"

Si eso no es ser importante, no sé qué puede serlo. Recuerdo cuando el señor Brumm venía, hace años.

Su último comentario me hace esbozar una sonrisa tímida. Qué corte decir esto... Aún me voy a llevar otra bronca.
Dudo un instante antes de escribir.

"El abuelo no me deja usar magia." "Pero estudio otras cosas."

Hay un detalle más, pero eso ya no puedo decirlo.
Me contagia el bostezo. También estoy cansado.

Asintió, sonriente. Y a pesar de que se preguntó qué clase de gente importante iba a visitarlo, decidió callarse. Ya bastantes preguntas le había hecho al claritas, no le extrañaría que empezase a pensar que tenía un interés que rozaba lo excesivo con todo ese asunto.
Sí habló, sin embargo, tras escuchar su segundo comentario.

—La magia no lo es todo, a fin de cuentas.

Se encogió de hombros.
Realmente lo que quería haberle preguntado era el motivo por el que no le dejaba hacer magia. Pero dudaba que se lo dijese, así que optó por ignorar su malsana curiosidad.

Miró un segundo por la ventana, dándose cuenta de lo tarde que se había hecho. Y de pronto, recordó que al final no había pasado por el comedor. Negó con la cabeza. Era un completo desastre. No obstante, poco podía hacer ahora; mejor sería que se fuese a dormir. Era ya demasiado tarde como para ir a cenar.

—Bueno. Ha sido un placer coincidir contigo. —Esbozó una amplia sonrisa—. Pero ya es bastante tarde, y no sé tú, pero a mí esto de madrugar sin haber dormido bien no me va demasiado. —Suspiró—. Supongo que nos veremos. Buenas noches.

Y tras despedirse del muchacho, se fue, y durante unos segundos más, continuó pensando en su conversación.

*se va*

fdr. tengo clase a las 12 sory :_)

Asiento con una sonrisa satisfecha a su respuesta. Lo cierto es que, efectivamente, existen muchos más conocimientos importantes no relacionados con la magia. Y aunque sirve como apoyo para muchas cosas, es importante saber desenvolverse sin ella para poder reaccionar en ciertas ocasiones.

Parece que no tiene más preguntas. Espero haberle servido de algo, la verdad. Cuando pasa eso me siento bastante satisfecho.
Me estiro un poco, también estoy agotado, y echo un ojo a mis papeles. Se han desordenado todos, peor ya lo arreglaré mañana. Y debería ver si consigo ver a Lluvia un día de estos, que no he vuelto a coincidir con ella desde que dejó la enfermería.

Mientras tanto, a seguir esforzándose.

*se va*

Atravesaba los pasillos con las manos en los bolsillos. No me había quitado la capa, al final, porque tenía algo de frío. Sentía la cabeza algo ligera, pero nada que un Dehnel poderoso no pudiese soportar. Y, desde luego, estaba muy contento de haber podido ver a Telma. No quería que la pobre estuviese asustada sin motivo.

Me apoyé en una de las ventanas para mirar hacia el exterior, aunque no diferenciaba nada. Me froté la cara con la mano. Tenía la cabeza algo caliente, pero mi padre siempre decía que de tener una cabeza caliente mejor que...
Apoyé la cara contra el cristal y cerré los ojos un momento. Quizás, ya que no podía dormir, era un buen momento para escribir a Heylel. En algún momento iba a tener que hacerlo, al fin y al cabo, que todavía no le había preguntado qué tal las cosas...

*se queda*

De camino a las habitaciones, ya con ánimo de dormir, me topo con alguien a quien no espero. O a quien no hubiera esperado encontrar en los pasillos hasta que hace un par de horas vi que había abandonado la enfermería. Es irónico que no esté donde voy a buscarlo pero sí donde no lo busco.

Pues, la verdad, no tiene tan buen aspecto como para andar por ahí. Seguro que era el único que opinaba que estaba suficientemente bien como para irse. Después de que le atravesaran el vientre, no es normal que esté por ahí. Al menos espero que haya ido a ver a Telma.

-Hola -murmuro con voz seca cuando aún no he pasado por su lado.

Alcé la vista, repentinamente, y al ponerme recto me dio un pinchazo en el vientre, pero conseguí no hacer ninguna mueca. Enseguida dibujé una sonrisa, animado. Aquello era lo que Mithos me daba a cambio de no poder en la enfermería.
Observé de dónde venía y luego me acerqué un poco a ella, revitalitizado.

-¿Acabas de cenar? -inquierí, contento.

Me sentía extrañamente activo. No quería pensar en Gerald y su misterioso compañero, o compañera, porque no creía que hablar con Lea de aquello fuese lo correcto. No me apetecía demasiado, por el momento.

O tal vez no tenga un aspecto tan enfermizo. Sí. Lo tiene. Por más que pretenda que está perfectamente. Cuando te han abierto en canal hace dos días no estás perfectamente, no va a conseguir que me lo crea.

Mantengo la expresión fría. Que sonría si quiere. Yo no le veo la alegría al asunto. Asiento apenas a su pregunta y luego dirijo la conversación a asuntos más importantes.

-¿Has estado ya con Telma? -inquiero.

La sonrisa se me borró un poco, pero logré mantenerla. Mithos, resultaba un poco... En fin...
Asentí a su pregunta, procurando hacerme ver seguro y calmado.

-Fui a verla después de la cena-. La miré de reojo-. Estaba encantada. No pude resistirme a ir después de imaginar lo preocupada que estaría...

Tenía ganas de llevarme una mano a la frente, pero no podía parecer cansado o preocupado. Volví el cuerpo hacia ella, con gesto amable.

-¿Qué pasa?

Siempre pasaba algo. Y se me daba mal adivinar las cosas, de modo que quizás, si preguntaba... Aunque mi padre siempre decía que al preguntar a una mujer por sus problemas esta siempre decía "nada", y que la respuesta real nunca era esa.

Bien. Ha cumplido. Quizá hasta pueda justificarlo, siendo ese el caso. Me conformo. Llego incluso a amagar una sonrisa al imaginar a Telma. Creo que me hubiera gustado verlo. Hubiera sido buena ocasión de remarcar "lo mucho que Telma odiaba a Rick, como quedaba de manifiesto".

-Espero que después de esto se quede más tranquila -comento-. Estaba preocupada por ti, se le veía en la cara.

No tenía muy claro si pasar de largo o no cuando lo vi, pero acabo por decidirme a apoyar la espalda en la pared. Supongo que puedo permitírmelo.

Cuando pregunta, pongo un instante los ojos en blanco antes de cerrarlos un momento. Genial, ¿ahora empieza el interrogatorio? Porque entonces mejor me voy.

-No es nada -murmuro. Luego lo señalo con un cabeceo-. ¿Qué tal va la herida?

Asentí, contento. Si Telma la hacía estar de mejor humor, hablaría de Telma. Al final hasta iba a poder usarlo como truco. Aunque no entendiese lo que pasaba exactamente, mientras funcionase y no fuese innoble era una buena opción a la que acudir.

Mi padre siempre acertaba, por supuesto. Y tampoco era nada para Lea, porque, como el gran Reick Dehnel me había enseñado, aquello decían las damas, y Lea era una, al fin y al cabo, por mucho que intentase camuflarse. Pero lo mejor era no tentar a la suerte, que empezaba a ver cómo se las gastaba, así que no indaguicé más.

-Mejor -respondí, llevándome la mano a la zona un instante-. Aunque me operaron usaron algo de magia, así que supongo que no corre el peligro de abrirse. Ya he podido comer. Pero me desaconsejan entrenar por un tiempo -añadí, con una sonrisa que remarcaba lo obvio, con un deje de burla, hacia los médicos, no hacia ella

Me lo habían dicho de verdad, como si fuese un loco de las espadas y los abdominales, pero hasta Rick Dehnel sabía cuando relajarse.

Me apoyé a su lado, contemplando la pared de enfrente, callando un momento. ¿Habría visto ella a Gerald?

Asiento. Tengo que admitir que no sé absolutamente nada de medicina, es un hecho. Pero puedo imaginar que la magia, bien empleada, lo hace todo mucho más fácil. No en todas partes los médicos son buenos magos, pero de Brontë no puede esperarse menos, imagino.

Miro a Rick de reojo.

-Sí, tú sonríe, pero te veo capaz de ponerte a subir escaleras haciendo el pino -ironizo, aún no del todo de buen talante. Lo he visto hacer el número suficiente de barbaridades como para creérmelo-. Pero bueno, ya que te lo han prohibido, supongo que lo ideal es que te dediques a suplicarle a Telma perdón y malcriarla en la medida de lo posible. Eso no implica esfuerzos físicos, ¿no?

Y menos mal que está Telma, porque este es capaz de ponerse a hacer ejercicio por no encontrar otro entretenimiento.

Qué dura... ¡Aunque razón no le faltaba! El entrenamiento del cuerpo era necesario en guerreros como nosotros, y si perdía el ritmo perdería la fuerza con la que machacar a los adversarios. Al fin y al cabo, si en aquel instante atacasen Brontë, con herida o sin ella, tendría que luchar.
Pero bueno, mejor que no volviese a pasar otra vez. Y menos tan pronto.

-Supongo que mientras Telma no sea demasiado cariñosa y me de cabezazos no habrá problema. Pasaré todo el tiempo que pueda con ella.

La miré de reojo. Terminé por volver la cabeza para que fuese más sencillo. Estaba junto a ella, podía imaginar el calor de su cuerpo a través del aire, de su mano a la mía. Y seguía sintiendo un cosquilleo que me hacía querer acercarme con más fuerza que nunca.

-Gerald está hablando con alguien y no quiero volver -murmuré, borrando la sonrisa y bajando el tono.

Parecía un cobarde, pero no estaba asustado. No quería verlo porque temía, finalmente, terminar explotando y deseando partirle la cabeza.

Ladeo la cabeza, en actitud valorativa.

-Sí, controlar su entusiasmo es un detalle importante -reconozco. Con la fuerza que tiene ya es capaz de reabrirle la herida y empeorársela en un arrebato de mimos.

Frunzo ligeramente los labios a su referencia a Gerald, tensándome. Mejor. Mejor que hable con alguien. Mejor que alguien lo tenga entretenido y vigilado, y no que tenga oportunidad de seguir rajando a la gente.

Bajo la vista al suelo.

-No creo que se quede mucho tiempo -murmuro a mi vez, pensativa-. Lo justo para no morirse si lo encierran directamente en una celda -. Guardo silencio un momento, antes de mirarlo de reojo-. ¿Por eso te fuiste?

Yo ni siquiera me he acercado. Ni tengo intención de hacerlo. No me veo preparada para enfrentarme a lo que pueda pasar la próxima vez. Ya he escarmentado suficiente.

Hablar del villano del chrysos no parecía una buena idea. Su expresión me lo dijo. Tenía ganas de hacer un par de preguntas, pero al mismo tiempo temía incomodarla con mi cháchara sobre un tema que era demasiado reciente.
Negué ligeramente, bajando la vista.

-Eso es lo que él querría, que abandonase la enfermería por su sola presencia-. Esbocé una sonrisa tensa-. No conseguirá acobardarme hasta ese punto. Era él el moribundo, por mucho que quiera presumir de lo contrario algún día. Pero no soportaré que vuelva a excederse...

La miré, en tensión. No quería ponerme a decirle que la siguiente vez que Gerald me mirase con aquella sonrisa extraña le arrancaría la cabeza del cuello. Aquel pensamiento jamás era noble. Querer herir por venganza y saberque disfrutaría de ello me rebajaría a la posición de un malvado más.
Quería preguntarle a Lea qué demonios le pasaba a Gerald con ella, o conmigo, si era amor, si era una obsesión insana, si solo era malvado..., pero no lo hice para no incomodarla más. Ya bastante había hecho.
Quería besarla de nuevo, así que me acerqué, buscándolo.

Después de todo lo ocurrido, sigo sin tener muy claro que ha llevado a Gerald a llegar tan lejos. Y, la verdad, no sé si quiero saberlo. Rick, sin embargo, sí parece bastante empeñado en establecer qué es lo que ha pasado exactamente, aunque tal vez no en los mismos términos en los que yo pienso. Una parte de mí está intranquila ante la posibilidad de que se obsesione y vuelva a darse una escena similar. Ya he tenido bastante.

Está tenso, tanto como yo. Y, cuando se acerca, mi primer pensamiento es que aquí es tan posible o más que se repita la situación. Porque, aunque yo misma he dicho que no es posible, siento pánico al pensar que Gerald pueda pasar por aquí en cualquier momento. Cuando lo evito, miro alrededor, de hecho, buscando a él o a otro. Pero solo hay boros moviéndose aquí o allá.

Vuelvo la vista a Rick con cierto aire de ansiedad. Tragando saliva, acabo por avanzar un paso, pegándome a él, tratando de hacerme rodear por sus brazos. La idea de lo que ha pasado vuelve una y otra vez en oleadas.

Quizás había obrado mal. Parecía nerviosa. Me había puedo a pensar que todo estaba bien porque nadie había muerto y las cosas, aunque extrañas, no habían terminado en tragedia. Sin embargo, había estado equivocado: ella no parecía estar tan bien. De hecho, no la recordaba haber dicho nada en los establos. ¿Tal vez creía que aquel acosador loco la seguía y que por eso había sucedido aquello? O me tenía miedo a mí, por atraer a locos y malandrines...

Por aquello mismo sentí un alivio inmenso cuando se acercó. La rodeé, la abracé con fuerza, envolviéndola, evitando presionar demasiado contra el vientre, pero sin preocuparme por el dolor. Pegué la mejilla a su pelo, cerrando los ojos un momento.
Recordaba el último abrazo como aquel, el primero... Había sido la noche del ataque, y la había soltado para ir a buscar a Inger. Había besado su frente y había dicho "tengo que irme". La había dejado sola y temblando, y no lo había comprendido por completo hasta aquel preciso momento, en los pasillos.
Qué irúnica vida...

La atraje un poco más, con firmeza, con cariño. Era como sostenerla.
Protegerla...
Me encargaría de que no volviese a pasar nada como aquello aunque tuviese que arrancarle los ojos a Gerald. Aunque aquello no gustaría mucho a nadie. Pero buscaría una forma. Porque tenía que haber una forma.

Parece que lo entiende, y a cubierto siento que me relajo un poco. Es... extraño. No estoy segura de por qué, pero funciona. Aún echo una mirada a los pasillos, completamente vacíos, antes de terminar por soltar el aire que he estado guardando junto con la tensión. Siento que me oprime, pero no llega a hacerse desagradable.

O sí. Si insiste, sí. Porque puede arropar mucho, pero no facilita el conseguir aire. Cuando empiezo a sentir el agobio me separo un poco, sin llegar a retroceder. Solo un pequeño empujón, una señal de que afloje un tanto. De que me deje tomar aire.

No sé cuándo he pasado a estar apoyada en él, pero estoy cómoda. Emite más calor que otros, como es lógico, y es algo en lo que, por ser quien soy, no puedo evitar fijarme. Cierro los ojos un momento, consciente de pronto de que estoy tremendamente cansada.

Alzo la vista, seria, y apoyo una mano en su cuello. Me alzo entonces un poco, otorgando un beso suave, apenas un roce. Como agradecimiento.

Me encontraba a gusto, incluso pese al escozor, que había pasado a un segundo plano. Cuando apreté mucho me lo hizo saber, y aflojé un poco. Me guiaba, pero por una vez no sentía que no podía moverme y que ella me arrastraba. No sabía, de todos modos, si ella comprendía lo que mi abrazo quería decirle. No sabía siquiera si a ella le parecería bien que quisiese protegerla. Inger, en su momento, se había sentido mal al respecto.

Su beso, un roce tan puro, inocente..., me arrancó un cosquilleo en la garganta. Un contacto tan breve bastó para que la mitad de mi tensión se liberase también. Correspondí, como no podía a ese, con uno suave en el nacimiento del pelo, en la sien. ¡Hubiese muerto allí mismo y lo hubiese hecho noblemente! Aunque ella no parecía preparada para volver a pasar por otro susto de aquellos, de modo que preferí no pensar en ello.

No pude contar el tiempo que pasó. Al cabo de un rato, por mucho que desease aferrarla por si se iba, hablé.

-¿Vamos a descansar? -murmuré, bajando la voz.

"Juntos", pensaba, aunque sabía que había mil motivos para no hacerlo, empezando por su voluntad y terminando porque debía dormir en la enfermería, lugar al que menos me apetecía regresar de todo el palacio. Así que no pronuncié aquella palabra, aunque lo desease.

Descansar sería bueno para ella. Y, al final, incluso yo estaba cansado. Ella accedió, dejando claro que no era el único, y aquel abrazo finalizó, dejándome una extraña sensación de frío en el cuerpo al separarme de ella.

Se ofreció a acompañarme, y no quise molestarla con una negativa; por una vez acepté. No me apetecía entrar en la enfermería, quería quedarme con ella, pero era lo mejor para ambos.
No miraría hacia la cama de Gerald, simplemente.

Me despedí de ella, esbocé una sonrisa y esperé a que se alejase un poco antes de entrar.

*se van*