Pasillos

He salido algo después de él, así que cuando veo el pasillo ya no está, y eso que me he abalanzado. Pero esos segundos han bastado para perderlo. Miro a ambos lados, derecha e izquierda, y gruño con desagrado.
¡¿Por qué lo hace todo tan difícil?! ¿Es que no puede una persona ser su jodida amiga? Todo es suyo, joder. Es como un perro, meando en las cosas y en las personas. Decide irse, decide quedarse, decide todo...

Finalmente elijo un camino, tras una leve duda. La izquierda, porque es zurdo. Y si ha decidido seguir su mano dominante pues... Yo no sé si...
Qué cojones.

Al poco lo veo. Tampoco está tan lejos. Pues qué suerte.

-¡Eh, capullo! -lo llamo. Supongo que responderá tan bien como a su nombre-. ¡Deja de largarte, joder! Me acojoné, nada más.

No era cierto. Te mentí, como siempre que tengo que salir airosa y no sé qué decir. Exagero, oculto, miento, tergiverso. Tenía miedo y la mano en tus pantalones. Era violento, joder. No estoy con nadie. Estuve con alguien una vez. Fue algo puntual. Quizás se hubiese repetido, pero no volví a verlo.

-No te largues, por favor.

Resoplo.
Estoy agobiada, realmente. No sé qué me pasa. No sé que quiero. Pero no te vayas.

FdR- pauza

De verdad que tengo ganas de escupir en el suelo. Empieza a cabrearme de verdad. Ahí se muera en una esquina, no me importa. Se lo merecer, por gilipollas.
Bueno, no eh. Que no pase. Es mentira. Lo he pensado en un arrebato.

-¡¿No quieres explicaciones?! ¡Pues no te las daré! ¡Pero si no te gusta sentirte idiota deja de hacer el idiota y ven aquí! -. Me siento como... Como mi madre. Es lo más parecido que se me ocurre ahora mismo. Por mucho seme que tenga papá, la autoritaria es ella igual-. Venga ya. ¡¿Qué cojones pasa?!

Pues vaya mierda...
Y ya, si voy a parecerme a mamá en la entereza, pues no pasa nada, pero como acabe vistiendo bebés con vestiditos y mierdas como esas preferiré haberme ahogado en vómito durante alguna gastroenteritis.

Ahogo un gruñido, dejando salir el aire de forma rasposa. Me cago en la puta de su madre. Este tiene que ser hijo de su hermano, o alguna mierda de esas, porque...

-¡¿Y pensabas apartarte hasta el puto Caligo?! ¡No te he puesto una jodida orden! -. Pero debería, puto depravado de los huevos. Y nunca mejor dicho.

Me paso una mano por la cara. De verdad que no sé qué le veo para preocuparme siquiera. Es un capullo, un infantil y un... ¡Ni se me ocurren putos insultos ya! ¡Gilipollas de mierda! ¡Por ejemplo! Hostia ya...

-¡¿Qué quiero, Gerald?! ¡Pues te diré qué no quiero! ¡Que las únicas opciones que existan no sean que sea una puta niña de seis años que debe de tener contigo, por lo menos, lazos de sangre de primer grado o que la otra opción sea ser una puta cualquiera!-. Resoplo, indignada. No estoy arrastrándome, no es eso-. ¡Vayámonos de copas como hacen los colegas! O... ¡Mierda!

Respiro con fuerza, agitada.
No sé a qué parte de mi subconsciente le parece erótico esto. Es una parte a la que debería matar. Creo que eso resulta contraproducente, evolutivamente hablando.

No soy un coño... Al menos si voy a serlo una noche finge un poco que no lo soy. A las putas a las que te tiras les pones sonrisita de bueno, y a mí ni eso, y eso que no creo que cobre una mierda al final. Para eso prefiero meterme a monja, creo. Tampoco es que haya cometido mucho pecado.

Noto cómo la expresión se me crispa. De verdad que hacia mucho que no me ponía a gritar como una verdulera de esta forma, pero es que lo pide. Y estoy hasta los cojones de someterme calladita a sus deseos. Voy a estar a su puto lado hasta que se muera, pero no voy a ser su perrito.
O a lo mejor sí, que cuando se me pase el cabreo aún me veo arrastrando la cola de vuelta.

-¡Pues entonces...!

Cierro la boca de pronto, cuando termina con sus gritos. ¿Lo "éramos"? ¡¿Ahora lo "éramos"?! ¡Qué dramatismo, joder!
Aunque la verdad es que duele sentirse relegada del puesto de "colega" de esa forma. Supongo, quiero pensar, que es por el cabreo...

Pero dice algo más. Y no puedo evitar responder de nuevo. Pero esta vez no escondo mi poco pecho. La verdad es que me siento indignada. Quiero decir...

-¡¿Sabes qué?! ¡Tengo veinte putos años! -. Me llevo las manos a las tetas, agarrando una con cada una. No son muy generosas, ¿y qué?  Tampoco es que tú lo seas, ¿no? Nunca te he visto regalando nada, ni cumplidos, joder-. No... ¡No me van a crecer más! ¡No me hagas sentir como si debiese disculparme! ¡Es jodida grasa!

Resoplo, llevándome la mano a la frente. Pero por qué coño le sigo el juego...
Termino por apoyarme algo abatida contra la pared. Esto no puede estar pasando.

Los gritos que sonaban por los pasillos me advirtieron a tiempo de que tomara ciertas precauciones en mi avance, y así lo hice. Tardé un momento en reconocer las voces, pero acabé por hacerlo. No llegué a doblar la esquina, pero sí a ver al chrysos. Había oído que estaba de vuelta, pero no lo había visto. Tardé un momento más de lo debido en reconocerlo, y cuando lo hice sentí el impulso de desviar la vista.

No avancé tanto como para llegar a ver a Frikka, aunque sabía que era ella. No tenía interés en cruzármelos en una situación como aquella. Había caminos alternativos, y yo allí no pintaba nada en absoluto.

*Se va*

Noto que enrojezco. Ahora sí me siento gilipollas, de pronto. Y todavía me estoy agarrando las tetas como si se tratase de dos cachos de carne. Bueno, estrictamente hablando...
Aflojo el agarre primero, dejando resbalar las manos hasta que los brazos caen a ambos lados de mi cuerpo, inertes. Ahí ha dicho algo con sentido. La que más vueltas le ha dado a eso soy... yo...

-Ya... -. Dejo ir el aire en un suspiro cansado. Se me ha ido la fuerza-. Eso tiene sentido...

Tanto que jode.
Soy una cría. Tiene razón. Por muy adulta que sea en otras cosas, realmente soy una cría. Y acabo de demostrarlo.

Me echo el pelo hacia atrás con las manos. Vaya un agobio, eh. No me gusta sentirme tonta.

Bajo la vista al suelo, estrechando los ojos. La luz me incordia, y llevo demasiado despierta. Estoy cansada. En otro tiempo a estas horas me despertaría.
Bueno, que no es que me vaya a ir a dormir ahora. Es más por el rollo este de los gritos. Se me ha desinflado el cuerpo.

-Bueno, relaja un poco -le digo, algo hosca, pero ya más calmada-. No es para ponerse así. Tienes razón. He sacado las cosas de quicio-. Suspiro. La verdad es que no me siento orgullosa. Él está mal. No soy un buen apoyo. También yo soy una egoísta, creo-. Lo siento.

Me siento monocorde y torpe. Es irritante...
Vuelvo el rostro hacia él, seria.

Parece que la cosa se ha calmado un poco. Eso me hace estar más cómoda. La verdad es que estoy algo cansada después de esto, pero no me quiero ir. No me gusta la idea. Creo que sería lo fácil, pero no tengo tiempo para lo fácil.

-Bueno... -. Me encojo de hombres-. Yo he estado entrenando desde que os fuisteis... Me he relacionado con alguna gente, pero no podría decirse que haya sacado mucho. Creo que, de hecho, me he puesto a Massen en contra por un malentendido. La conoces, ¿no? La piscis -. Me peino un poco el pelo, pasando los dedos entre los mechones, más para entretenerme que por nada-. Y me acosté con aquel flamma con el que me viste, Narbe -. Me llevo una mano al aro de la oreja y esbozo una sonrisa-. Y no he vuelto a saber mucho de él. Supongo que viene y va. Muchos lo hacen, por aquí.

Vuelvo la cabeza hacia él. Tuerzo una sonrisa.

-No es que haya sido una vida interesante, la mía. La mayor parte del tiempo lo pasaba preocupada.

Y con razón...

Dejo ir un resoplido, sonriendo. Niego un par de veces.

-¿Pero qué dices...? No me arrepiento. Me dio mi primer porro, me invitó a beber no sé qué mierda, y me hizo cosas que nadie me había hecho antes-. Bajo la vista al suelo-. Creo que me vino bien. No me arrepiento de lo que hice, aunque haya pasado de mí-. Me encojo de hombros-. O de lo que me hizo, más bien -comento, riendo entre dientes-. No creo que me diese yo mucha maña.

Al menos no me miró con asco y repitió. Supongo que no quedé defraudada. Lo recuerdo hasta con cariño.
Lo repetiría.

Asiento, mirándolo.

-Y tanto. Menos mal que Cierzo escribió, porque si fuese por un cabrón que me sé...-. Frunzo el ceño-. Que quería hablar con él, a todo esto, pero parece que va evitando a las personas.

Me encojo de hombros. Supongo que puede decirse eso. No estoy descontenta con Narbe, ni lo desprecio ni nada así. No me siento despreciada ni usada. Me gusta, ¿no? No es uno de esos gustar apasionados de la mierda libros que se leen por ahí, pero me cae bien, me trató bien, y me hizo olvidar cosas desagradables un par de veces. Me subió la moral, imagino. Eso está bien.
Pero tampoco es algo que Gerald tenga que saber.

-Cierzo me mandó un par de cartas. No gran cosa, pero gracias a la primera supe que no se os había comido un gigante. Estuvo bien tener noticias, y quería darle las gracias, pero entonces... desapareció él. Supongo que ya nos cruzaremos.

La sonrisa, más relajada, me hace darme cuenta de que la tormenta ha pasado. Me estiro un momento, perezosa. Entonces me acerco a él con decisión, que esto es como depilarse, y paso los brazos en torno a su torso, hundiendo la cabeza en su pecho un instante, cerrando los ojos.
Un abrazo, sí.
Soy su colega. Pues seré su colega maricón por un momento. No pasa nada.

Está vivo.
Qué alivio...