Sala común

Escucho a la tal Anna, aun algo inquieta, y me alegro ligeramente cuando veo que se va: empiezo a estar cansado.

-Perfecto, espero impaciente pasar a verla.-Sonrío con toda la gentileza que me permite el sueño y ayudado por la alegría de que se vaya y pueda descansar un rato, me da demasiada pereza levantarme y marcharme a los dormitorios. -Ha sido un placer conocerla, señorita Helix.

Tras una leve inclinación con la cabeza espero a que cierre la puerta para dejarme caer sobre el sofá, poniendo los pies sobre el reposabrazos con las piernas dobladas haciendo un arco. Tanteo el suelo buscando el libro, que he tirado al tumbarme tan de golpe, y lo pongo sobre una mesita cercana. Si me quedo aquí no me voy a poder levantar para irme a dormir. Pero la vagancia me puede y acabo quedándome tal cual en el sofá por no querer hacer el esfuerzo de incorporarme.

Por supuesto me quedo dormido y no es hasta unos horas después, aún de noche, que me despierto y decido irme a dormir a la cama y no en ese sofá. Me llevo el libro, ya pensaré qué hago con él mañana. Bostezando dejo la sala común.



*se va*

Me dejo caer sobre un sofá todo lo largo que soy (de frente, de espaldas me haría daño en las alas) y suspiro. Ha sido un día bastante largo y duro. Sobre todo duro. Con un poco de suerte estando aquí me entre sueño.

Sin un libro ni nada que hacer era la opción más preferible ya que no había nadie y hacía rato que no se cruzaba ni con sirvientes por los pasillos. Y tampoco es que sea tan tarde.

Me recosté sobre un lado de forma que miraba hacia el respaldo del sofá, con las alas colgando hasta el suelo. Me estiré, estando aún tumbado, y solté un bufido.

El hombre apareció en la sala y miró a los lados como si no recordase haberse desplazado allí. Antesde mover nada más, sus seis pesadas alas se agitaron pesadamente dejando caer un par de plumas.

—Oh, así que había alguien en la planta baja, parece que ya no soy consciente de tantos detalles como antes... —Su voz sonaba agrietada por la edad, pero animada y amable de todas formas. Guardaba también un matiz incluso irónico sin llegar a serlo del todo.

—Buenas noches, muchacho, hacía tiempo que no veía a nadie con plumas pro aquí, empezaba a plantearme regalar alguna —Comentó, divertido, desplazándose prácticamente flotando a ras de suelo hasta sentarse en el orejero junto al sofá.

—Pareces... abatido. Ya no sé si  íltimamente todos estamos apagados o será cosa de raza...—Indicó, apoyando el antebrazos en la oreja de sillón, con el cuerpo hacia él. —¿Muy costoso el trabajo de guerrero? —Preguntó, entretenido.

Me sobresalto al oír una voz cercana. Había cerrado la puerta y no la he oído abrirse, ¿me habré quedado dormido? Me giro para tener una vista mejor del salón que la del respaldo del sofá y me topo con la mirada de un hombre, un aether algo entrado en años. No sabía que había aethers con seis alas... Me incorporo ligeramente sobre un codo, algo nervioso ante la idea de que sea otro ser, algo que desconozco y que se asemeja a mi raza. No parece tener intención de hacer nada malo así que relajo la postura y me siento, con las piernas aún estiradas sobre el sofá. Una vez deja de flotar y se sienta a mi lado hago una ligera reverencia con la cabeza.

-Buenas noches. -Río.-Sí, la verdad es que yo tampoco he visto muchas alas por aquí, empezaba a pensar que estaba sólo.

Observo maravillado las alas, me pregunto si serán todas funcionales o si será una desventaja. Igual consigue alcanzar más velocidad o se cansa menos...

-La verdad es que ha sido un día movidito. Supongo que es coincidencia, no creo que sea problema de la sangre aether. -Sonrío; la he dejado caer. Estoy al 80% seguro de que es un aether pero no me vendrá mal oírselo decir.

-La verdad es que no he tenido mucho trabajo como guerrero. Entreno bastante pero nunca he....- Una parte mi cerebro reacciona y ata cabos y, como la pólvora, una idea se extiende llegando a mi parte racional que lo transforma en una violación tremenda de las normas de conducta.
De golpe, con una explosión tan repentina como la revelación que acababa de tener, mis ojos y mi boca se abren de par en par.

-¡Estabas volando! ¡Has venido flotando hacia el sofá! -Le digo en un tono algo más alto de lo normal y señalándole con una mano temblorosa.

El hombre sonrió con amabilidad y asintió.

—Bueno, es difícil estar sólo en un palacio como este. Aunque conocí a una muchacha que parecía estarlo mucho... Claro que esas cosas al final acaban siendo como uno las siente. A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos delante de los ojos... —Divagó con calma, asintiendo un par de veces con gesto de recuerdos lejanos. Luego miró de nuevo al muchacho para escucharlo. Lo observaba con el ceño algo fruncido, en un gesto de gran concentración e interés casi paternal.

—Puede ser, puede ser... Aunque siempre he creído que somos algo susceptibles a los cambios de corriente repentinos... Claro que qué anciano de mi edad no lo es ejejeje —Comentó, entretenido. Luego recuperó rápidamente el gesto del ceño, el interesado hasta un punto excesivo, asintiendo de vez en cuando. Sus gafas se despegaron de su cara lentamente, por sí solas, y al cabo de un raro el hombre las estaba limpiando con un pañuelo suave, ya apra cuando el muchacho había empezado a gritar. No ocultó una risa divertida.

—Ojojojojo sí, es un poco injusto, ¿no crees? Bueno, alguna ventaja tenia que tener ser un representante en Brontë en lugar de quedarme en casa paseando entre las higueras esponjosas... —Comentó desairado y entretenido sin levantar la vista de la limpieza de sus gafas.

Escuchaba atentamente pero sus palabras no lograron tranquilizarme. Representante... O sea, este es el representante de los aether aquí... Eso explicaba lo de que apareciese de la nada como Fera o la cara perro pero no sería hasta más tarde que deduciría eso.

-O sea que ser el representante le da derecho a volar...-Pensaba en voz alta, mirando las gafas del hombre flotar de un lado a otro. -¿Eso quiere decir que hay alguna forma de escalar en importancia y conseguir privilegios? Creo que me voy a volver loco si sigo sin poder volar con normalidad...

Medité unos segundos lo que acababa de decir.

-De hecho...¿Por qué es un privilegio? Esa cosa de...¡puf! y aparecer entiendo que lo sea... ¡O lo de las gafas! -Las señalé. Ahora las estaba limpiando y parecían inofensivas pero las había visto volando hasta su mano. Hasta unas gafas pueden y yo no... -Pero...¿volar? -Descargué toda mi desesperación en la palabra volar. Era como tener el mono. Tenía el mono. Y no había droga en el mundo que me lo pudiera quitar. ¿Estaba pasándome? Ni si quiera le conocía pero la desesperación y tal vez que fuera un aether me hizo olvidar todo protocolo.

El hombre frunció de nuevo el ceño, pero esta vez más por extrañeza a causa de sus palabras.

—Diría que más bien es al contrario... Soy el representante de Ventus en Brontë y no tú porque yo puedo hacer algo así dentro de las barreras de Brontë. ¿No te parece más lógico? —Levantó a vista para mirarlo a la cara con una sonrisa. Luego volvió a centrarse en las gafas.

—Oh, bueno, supongo que para eso tendrías que ser considerablemente fuerte y apto y presentarte en el consejo de Ventus y... bueno, ¿ves la edad que tengo, verdad? ejejeje... —Comentó, acabando de limpiar sus lentes con calma. Luego soltó las gafas y miró al muchacho mientras éstas volvían a su lugar en la cara del hombre.

—Comprendo que te sientas atado. Sí, es muy duro llevar toda una vida empleando algo tan cómodo y de pronto que te condenen a descender a la tierra, como los antiguos dioses ejejeje... Pero forma parte del entrenamiento en Brontë. Los caeruleus deben adaptarse a compaginar su vida con la luz, los claritas disfrutan de demasiadas horas a oscuras, los piscis se ven más resecos y los flamma... diria que los flamma se conforman con poco. A los aether les toca desarrollar el resto de sus capacidades y valerse en tierra. Al menos hasta que te hayas hecho algo más fuerte. De todas formas, siempre puedes ir hasta el pueblo de paso y quitarte las ganas volando por los campos. Siempre que salgas del radio de la barrera puedes recuperar las alas —Le explicó, pasando una pierna por encima de la otra y acomodándose en el sofá, girado ligeramente hacia la derecha.

Sus palabras me tranquilizan, tiene lógica, pero eso no hace más que frustrarme. Lo de presentarme al consejo de Ventus lo veo lento y aburrido. Puta burocracia...

-Veo algo injusto que sea el único impedimento que se pone a los guerreros. Un flamma podría incendiar medio palacio y no por ello hay un hechizo que le frene... -Observo las gafas volver a la nariz del aether y evito lanzarles una mirada de odio.

-Además...¿no es contr-aproducente. -Uff.- tener guerreros limitados en palacio? Seguro que hay mejores formas de evitar un ataque desde el aire que no haga que los soldados de Brontë con alas tampoco puedan defender desde arriba...

Táctica en batalla, cero. Experiencia en batalla, cero. Pero cabezota sí que era un rato. Si no fuera imposible diría que las gafas brillan con la luz como riéndose...Tengo que hablar con la enana y que me enseñe a ir al pueblo, no creo que saque nada en claro de aquí...

El hombre miraba al muchacho con entretenimiento, empecinado en sus demandas. Podía entenderlo, le daba algo de razón en parte, pero así estaba estipulado.

—Creeme, muchacho, antes de que un flamma incendiase medio palacio cualquiera de los líderes lo habría encarcelado ya diez veces. Piensa un poco con la cabeza, hijo, imagina cuántas amenazas podrían sobrevolar la zona impunemente. No te lo tomes como una limitación, sino como un entrenamiento intensivo. Sabrás valerte más que con esos dos algodones —Sonltó una risilla y las alas se le agitaron un momento. Las mediales parecieron plegarse ligeramente más lentas que las de los extremos. Luego el hombre se puso en pie y le dio unas palmadas en el hombro al chico.

—No te preocupes, muchacho. Siempre hay sitio en la avanzadilla aérea de Ventus para uno más. Aunque a esos no les piden ser guerreros de Brontë —Le dio la espalda tras unas cuantas palmadas más de la cuenta y tras dar un par de pasos desapareció.

*se desvanece*

Al ver que no obtengo resultado desisto y escucho al aether dándome varios lógicos motivos por los que no puedo volar. Me muerdo la lengua para no decir algo indebido, no quiero acabar preso otra vez.
Antes de que un flamma incendiase medio palacio cualquiera de los líderes lo encarcelarían y obviamente no habría dos muertos como cuando yo llegué, claro. Estarían durmiendo los líderes. Procuro no enfadarme y le quito peso al asunto, aunque sigue mosqueándome

-No creo que el ejército de Ventus sea lo mío. -Dibujo una de mis mejores sonrisas y me despido de él cuando se va. De golpe. Asustándome. No creo que me acostumbre nunca a esto.

Noto aún la presión de las palmadas del aether en el hombro. Se ha ido y no sé cómo se llama...Ni él cómo me llamo...Bueno, eso es un empate. Será cosa de aethers. Hacía tanto que no hablaba con otro aether...Casi me hacía echar de menos a mi familia.
Negué con la cabeza rápidamente ante tal idea. Qué horror, eso es falta de sueño. Y rascándome la nuca salgo de la sala común camino de los dormitorios.


*se va*

Entro con la firme intención de leer de una vez algo de lo que saco de la biblioteca pero los sofás son demasiado cómodos y no tardo en quedarme embobado mirando las páginas y con la mente en blanco. Es otro de esos aburridos libros de geografía de Fulmen que no dejo de coger, pero soy incapaz de acabar mis apuntes al respecto.
Tan ensimismado estoy que ni saco una agenda para apuntar nada y simplemente miro las ilustraciones pasando pesadamente las páginas del volumen como esperando encontrar algo interesante. Aunque de sobra sé que no será así. Aun así no pienso irme, eso sería rendirse.



*Se queda*

Un grito y un movimiento brusco me apartan de mi trance y cuando bajo la vista me encuentro la de una especie de perro enorme y blanco.

-Ala...-Abro mucho los ojos y poso delicadamente el libro a mi lado sin cuidar de guardar la página en la que estaba. Mis manos y mis hombros comienzan a temblar. -H-h-hola...

Mis pupilas se dilatan y se me tensa la espalda. Noto como se me erizan las plumas de las alas y el pelo de la nuca. Me tiemblan las manos un poco más que antes conforme las voy levantando.
Trago saliva. Me fijo en sus ojos. Su tamaño. Sus dientes. Sus patas. Su pelo.
Su pelo...
Tan suave y blanco....
Una sonrisa desquiciada se dibuja en mi cara y acaricio la cabeza del animal con más entusiasmo del que debería. Sé que me hablan y que hay alguien en la puerta pero en este momento el protocolo es lo de menos.
Le acaricio y cuerpo y empiezo a reír.

-Eres precioso, qué pelo tan blanco que tienes. -Pego la cara contra él y le rasco detrás de las orejas. Me encantan los animales que no son pelotas de ojos.
Tal vez demasiado. Debería comportarme.

Con cada lametón del cachorro me río más fuerte y uno bajo la barbilla me hace girar la cara y veo a la chica apoyada contra el marco de la puerta. Supongo que de ella venía la voz y cuando la bola de pelo se empieza a emocionar más me controlo un poco (lo intento) y le aparta ligeramente hacia atrás sin dejar de acariciarle el cuello con entusiasmo contenido.

-L-Lo siento. -Digo sonriendo conteniéndome la risa que me provocan las cosquillas que me hace el pelo del animal. -Estoy siendo un completo maleducado pero los animales así me pueden. Creo que no nos conocemos. -Hago esfuerzos sobrehumanos para hablar con ella y no girarme a jugar con el perro pero cuesta continuar una conversación mientras me lamen la cara.

-De verdad, lo siento. No soy así normalmente pero me temo que no me deja comportarme. -Le digo sonriendo algo avergonzado.

El chucho hace cada vez más fuerza así que me retuerzo hacia un lado para ponerme de pie.

-No, en serio, lo siento. Soy Adain F. Stoke, es un placer. -Mientras con una mano lo acaricio con la otra completo una ligera reverencia.

Al final me va a tirar o me va a morder o algo. Siempre me pasa igual. Es bastante grande, la verdad, aunque si fuera peligroso supongo que me hubiese dicho algo la tía esta...
Aprovechando que no tengo una mata de pelo blanco tapándome la cara me fijo mejor en ella. Tiene el pelo largo de un rojo oscuro y los ojos de un verde brillante. Me fijo en sus rasgos y entorno ligeramente los ojos. La verdad es que no me suena de nada haberla visto. Es bastante guapa...

Observo a la joven tirar del animal. La verdad es que es lo mejor, se me va mucho la cabeza con los animales. Me aliso la ropa que me ha quedado algo descolocada por revolcarme por el sofá. Cuando se presenta asiento y sonrío. Aunque hay algo que me choca lo dejo pasar.

-Ya veo que es un entusiasta. -Me seco la cara con la manga y sonrío de nuevo. -Pero la verdad es que ya es un logro que su forma de ser revoltoso sea tan cariñosa. Sobre todo siendo tan grande. Al menos no se entretiene mordiendo piernas. -Suelto una carcajada bajando la mirada al cachorro.

Así que Lea y Vilo. Sigo divagando, dándole vueltas. Lea y Vilo...
Lea y...

-Lea... -Miro a la joven con curiosidad, buscando algo en su cara que me aclare las ideas. Abro los ojos algo sorprendido y se me dibuja media sonrisa. -La chica flamma...-Digo finalmente, pensando en voz alta. Je, la chica flamma...

Bla, bla, bla...Perro, perro perro...Que no muerde, vamos. Apenas escucho lo que me dice y no tardo en saltar.

-¡Eres la novia de Rick! ¡Por eso me sonaba tu nombre! -Ensancho la sonrisa y suelto una carcajada.

La verdad es que me hacía algo de ilusión conocerla por fin. La famosa chica flamma que tan mal le hacía sentir por no poder tenerla y que por fin había conseguido. Bueno, vamos a ver como es la chica en cuestión.

-Conozco a Rick. Nos conocimos al poco de llegar y ,al menos por mi parte, le considero un buen amigo. Me ayudó mucho a adaptarme a Brontë y hablaba mucho de ti. Así que la verdad es que tenía algo de ganas de conocer a la famosa Lea.

¿Supone? La verdad es que en comparación no parece nada emocionada con el asunto, pero estoy decidido a ver que es lo que la hace tan maravillosa para Rick.

-Vaya, casi lo dices como si no fuese contigo el asunto. Rick prácticamente flotaba el día que me lo contó. Aunque lo cierto es que no parecía tener muy claro si debía. -Una idea me cruzó la cabeza. -¿No se lo habrá inventado, no? -La verdad es que me parecía raro que me hubiera dicho aquello pero bueno, a lo mejor sólo quería discreción. Aunque su reacción no fuera nada discreta. Además, ¿a quién se lo iba a contar? Creo que no conocemos a nadie en común. Además, ni que yo fuera don popularidad...

Supongo que no pasa nada con que le comente algo. Controlando no meter la pata, claro. A nadie le molesta oír lo enamorados que están de ellos.

-Pues la verdad es que siempre ha dicho que eres una buenísima persona, que no dudara en hablar contigo si encontraba la oportunidad. -Reflexiono un poco. -La verdad es que te mencionaba mucho pero no se metía demasiado en el tema. -Recordé lo triste que se había puesto aquella vez después del entrenamiento. -La verdad...Por lo triste que estaba antes de estar contigo y lo contento que está ahora creo que de verdad te quiere mucho. Así que espero que sus palabras no estuvieran edulcoradas por sus sentimientos y que me lo trates bien. -Sonrío y frunzo el ceño. Supongo que lo ideal sería un golpe en el brazo pero no me parece apropiado. -El muy idiota...Me alegro de que esté tan contento.