Sala común

Mi sonrisa se borró de la cara cuando lágrimas empezaron a brotar de sus verdes ojos. Rápidamente me aparté y di un paso hacia atrás.

- No llores... - ordené con un tono ligeramente confuso y débil, no entendía por qué lloraba; sin embargo no debía mostrarme culpable, ya que no tenía ni idea de lo que había pasado.

Me acerqué otra vez a él y le sequé las lágrimas.

- Tranquilo, no voy a hacerte nada, no es tu culpa - comenté acariciándole suavemente la mejilla izquierda -. Si te sentiste obligado a hacerlo, lo entiendo.

Realmente no lo entendía, ¿por qué se había cortado la oreja?
El caso es que no quería soportarlo llorando, así que decidí fingir que me sentía culpable y que no me interesaba. La verdad, Silvanus Kettleburn no estaba muy cuerdo, lo que encajaba cada vez más con su "comportamiento".

Parecia que mis lloros habían hech su efecto y me habían librad de tal carroñera busca-informaciones.

Entonces se acercó para secarme las lágrimas y entonces ví que tampoco era tan mala... eso o fingía muy bien...
-Snif... no, no es que me sienta obligado...-mentí- sino es que... ya sabes que... bueno... detrás de todo lo que hago, pienso, hablo y escribo siempre está Aren... ya se que te vas a casar con el, pero eso no implica que yo valla a dejar de quererlo... sino que simplemente lo querreré en la distancia... de lejos... es eso...

Entonces la abracé con fuerza.


-Te envidio.- dije muy bajito.

Sus palabras me cabrearon, me cabrearon mucho. Poco a poco me aparté de entre sus brazos, me sentía incómoda y molesta.

- Te lo he dicho, Silvanus, olvídate de Aren - ordené con tono exigente y severo - Puede que parezca cruel y despiadada, pero todo lo que hago lo hago por tu bien.

Lo miré fijamente a los ojos, de una forma fría, pero quizás con cierta empatía.

- Admito que no es fácil dejar de pensar en la persona a la que amasl - comenté poniéndome por un momento en su ro -. Pero eso no te da derecho a estropear la vida de esa persona y otra ajena a ti, sobretodo cuando esa relación significa un gran símbolo en todo el mundo.

Me acerqué un poco más y le volví a mirar a los ojos.

- Si no lo haces por mí, hazlo por ti - añadí, colocando mi mano sobre su pecho; y si quisiese salir corriendo y llorando, mi mano lo evitaría.

Sus palabras me doliern mucho, mucho mas que los bruscos gestos que me propinó, puesto que, en mayor o menor medida, ya estaba acostumbrado a que me zarandeasen de mala manera.
-¿Por mi por que?- dije muy malhumorado.-¿acaso es una amenaza?- no quería haber dicho eso último, pero estaba my nervioso.

Entonces apoyó su mano en mi pecho, preparada para agararme en cuanquier momento.

Entonces volví a llorar, pero esta vez bajé la cabeza... no quería que me viera mas... quería que se muriera, que se puedriese... que desapareciera del mundo... era cruel... paro a la vez realista... yo no podía hacer nada... y ella en eso tenía razón.

Caí de rodillas. Sin fuerzas.

-Si me estas pidiendo que renuncie a él... tendrás que matarme antes... no dejaré de perseguirle en cuanto tenga la menor oportunidad... aunque el siempre haya pasado, pasa y pasará de mi... me da igual... lo quiero yo mas que tu... y eso no puedes rebatirlo, porque es verdad. Tu solo lo quieres por mero papeleo de naciones o algo por el estilo... ¿me equivoco?

Las palabras de Silvanus provocaron una ligera risa en mi boca, ¿él quería más que YO a Aren? Y lo mejor de todo es que se arrodilló llorando, ya no sabía que más hacer para ridiculizarse a sí mismo.

- No tengo que decir nada que no quiera - respondí negándome a hacer ningún comentario respecto a sus últimas palabras.

Volví a mostrar mi tessen, pasándolo por segunda vez por su cuello.

- Como te vuelva a ver llorando, te mataré - aseguré presionando un poco más mi arma sobre su cuello.

Aparté el abanico, poniéndolo en frente de su cara, y haciendo gestos hacia arriba con él, indicándole que se levantase.

despues de respnder de una manera muy borde, me puso su tessen en mi cuello, mientras presionaba mis finas venas.
me matará si vuelvo a llorar... no quería morir, así que intenté contenerme lo más que pude...

Entonces hizo un gesto con el tessen para que me pusiera de pie, así que obedecí.

-¿Te importa si me siento en este sofa?... estoy bastante cansado... dije suspirando y esperando a que me dijese "si" o "no", porque no quería moverme sin su consentimiento.


Tristán se había quedado dormido.

Silvanus dejó de llorar y se mostró bastante cansado. Me pidió descanso, reposo en el sofá donde había compartido "grandes" momentos con Aren.

- Como quieras... - respondí sonriente, mientras me adelantaba sentándome yo antes que él, colocando una pierna encima de otra.

Alcé la vista, la conversación había degenerado mucho. No tenía muy claro qué pretendía el joven piscis, ¿seguiría llorando, hablando de Aren, dormir?

- Lo más importante es descansar... - comenté fingiendo alegría y compasión por todo su sufrimiento acumulado.

Me senté después de que ella lo hiciera... pasaron 3 segundos con un silenci muy incómodo. Los dos sentados, sin decir nada...
Entonces me desabroché la camisa. Hacía calor... al fin y al cabo, era un piscis...
-¿P-puedo apoyar mi cabeza en tus piernas? es que me gustaría acostarme... me duele la espalda un poco... oi ha sido un día duro... ha estado leyendo mucho rato...¿no te importa no? Podemos seguir hablando igual... te contaré lo que quieras... al fin y al cabo, no eres mala chica... slo defiendes lo que es tuyo... sinceramente, yo también lo haría...- dije bajando la cabeza un poco.

¿Qué coño? ¿Quería apoyar su cabeza sobre mis piernas? ¿Qué clase de degenerado era ese tipo?
Me levanté rápidamente y me giré hacia él...

- ¡Ah! Me ha dado un pinchazo en la pierna - No entendía a qué venía una escusa por parte de una líder, pero me parecía muy cruel decirle a un loco que no quería contacto físico con él, no quería que se cortase otra oreja o algo por el estilo.

Fue entonces cuando dijo algo que me llamó la atención.

- ¿Contarme cosas? ¿Acaso sabes algo que me pueda importar a gran escala? - Pregunté incidiendo en el comentario que había realizado.

Me sobresalté en cuanto se puso de pié, por lo que yo también me puse de pie de golpe.
-Estás bien? lo mejor sería que te acostases boca abajo en el sofa. Espera, te daré un masaje, si tu quieres. dije remangándome la camisa

En cuanto me pregunta si se algo... Nieg rápidamente con la cabeza muchas veces.
-¿yo? ¿saber cosas de importancia? no, señora, no... - mentía como un cosaco.
-Aunque trataré de responderle a lo que usted me pregunte, es si sé la respuesta, por supuesto.

Cuando me levanté él también se levantó, ofreciéndose a calmar mi supuesto "calambre". La verdad es que no me venía mal un masaje en la pierna, y podía permitir que me destensara los músculos, mientras no quisiese acostarse conmigo, claro.

- Bueno, la verdad, no me vendría nada mal - aseguré volviendo a sentarme y levantando la pierna para que el piscis la masajease. Estaba convencida de que las mujeres no éramos de su gusto, casi al cien por cien.

Increiblemente, ella acptó mi oferta, por lo que me pilló un poco desprevenido y tardé unos segundos en reacionar.
-Oh! si, vale, vale, me puse de rodillas en el suelo y comencé a masajear la parte baja de su enorme y estilizada pierna. la verdad es que me había comenzado a sonrojar un poco... "espero que no se hayha dadol cuenta"- pensé.

Llegué a la rodilla.
-¿Fué por el cuádriceps o siguo por la parte baja de la pierna?¿te encuentras mejor?...Esperoq eu no te haya dolido mucho... Cynara, espero que me perdones... me estoy dando cuenta de que me he portado como un auténtico sinverguenza... no se que hacer para compensarte por haber aguantado mis lloros y berrinches... yo si fuera tu, ya la habría cortado el cuello al niñito rubio tocanarices.

Vaya... Sin quererlo tenía al enamorado de mi prometido a mis pies, trabajando para mí.

- Es toda la pierna - aseguré con la finalidad de que el masaje nunca acabase, cualquier contacto relajante era de agradecer; ya hacía tiempo que no lo hacía con Aren.

Después el piscis rubio de ojos verdes parecía no estar de acuerdo con mi comportamiento, pues de haber sido él jefe -cosa totalmente imposible- ya me habría matado.

- No sería justo quitarle la vida a una persona que sueña con lo mismo que contigo mismo, sería muy egoísta, ¿no crees? - Pregunté tratando de seguir su conversación y aprovechar para que el masaje nunca acabase. No es que fuese muy bueno, pero el cansancio en mi cuerpo se conformaba en esos momentos.

Cuando dijo que era toda la pierna, me rubricé un pco más. Comencé a subir mis manos hacia el final de su pierna, para masajear esa zona.

-Si... supongo que si- dije muy cortado, puesto que ahora estaba muy ocupado intentando hacer bien mi trabajo.

-Bueno Cynara... ¿no crees que ya esta? dije acercando mis manos a la zona más alta de su pierna, para terminar ayí mi trabajo.

Silvanus se detuvo cuando llegó a la zona superior de mis piernas, se le veía ruborizado. ¿Pensaba que le dejaría profundizar más allá de mi kimono?

- El masaje no ha estado mal - comenté indiferente mientras me levantaba del sofá y lo levantaba del suelo agarrando su cara delicadamente con mi mano.

- Te mereces una recompensa - afirmé con una sonrisa pícara.

Acerqué mi cara lentamente hacia la suya, acercando mis labios a los suyos. Cuando pude notar su nariz sobre la mía, sonreí aún más pícara.

- Gracias - comenté alejando después mi cara y dirigiéndome hacia la puerta.

Era un genial esclavo, quizás algún día le cortaría la otra oreja para tener yo otra de recuerdo.

*Se va*

Parece que el masaje le había gustado, porque me dijo que eso se merecía un reconpensa...
Pero me quedé de piedre cuando ella me levantó y se acercó peligrosamente e mi...
Pero al final, no me beso... creo que me estaba inmiscullendo demasiado en la relación entre dos persnas... aunque bueno... quizás esto se convierta en un triángulo amoroso... quien sabe.
Cuando se separó de mí yo estaba bastante ruborizado...
-De- de nada- musté.

Cuando ella se fue, y simplemente me dejé caer en el sfa, muerto de cansancio y me quedé allí dormido.

*se duerme*

Llego a la sala común, con un gran cúmulo de libros entre las manos, tras haberme pasado toda la tarde estudiando diferentes tipos de magia y bestias en la biblioteca. Subo las escaleras con calma, mientras pienso que, a lo mejor, debería pasarme más por el Palacio para conocer a los estudiantes. Pero, justo cuando llego a la zona reservada para los líderes, la idea se disipa de mi mente acompañada por un suspiro. ¿Para qué conocerlos en persona si ya oigo a Blues gruñir acerca de lo incompetentes, ruidosos, inmaduros, e insensatos que son?

Me acerco a uno de los sofás y me siento. Luego dejo los libros sobre la mesa y los contemplo en silencio. Libros sobre bestias, libros sobre magia y el libro del piscis con el que me había encontrado en los comedores. El volumen no sé cuántos de Charity Strauss que el piscis me había encasquetado está debajo de los libros que he sacado en la biblioteca, esperando a que su dueño venga a buscarlo.

Suspiro.

— No pretenderá que yo se lo lleve, ¿no?

Dejo que la pregunta se filtre en el aire y cojo uno de los libros de bestias que saqué de la biblioteca, dispuesto a leerlo.

*se queda. Sí, se queda xD*

El líder llegó a sala común tras unas cuantas bocanadas de aire para relajarse. La gente era inútil y estúpida, sí, la gente en general, pues cuando creía que se comportaba de forma aceptable siempre acababa resultando indignante y sacándole de sus casillas. La inutilidad de la mayor parte de las personas era tan supina que, a veces, le era imposible soportarlo.

Subiendo las escaleras llegó a la zona privada de la sala común y abrió la puerta de golpe haciando uso de su magia para luego dirigirse a su mesa cercana a la ventana.

Al entrar pudo ver con ofuscación como el líder claritas estaba allí leyendo cualquier tontería.

- ¿No tienes que estar dormido ya? -Preguntó de entrada mientras se sentaba de mala gana en la butaca.

El ruido de alguien al subir las escaleras hace que despegue la vista de las letras. Frunzo ligeramente el ceño y parpadeo varias veces al ver cómo Aren, el lider caeruleus, abre la puerta con magia y entra en la sala. En silencio, observo cómo el líder camina, con una mezcla de enfado, ofuscación y qué sé yo qué más, hasta una de las mesas. Y luego, cuando se sienta en la butaca, alzo las cejas y dejo el libro en la mesa.

— Debería... — Estiro los brazos y esbozo una sonrisa ligeramente socarrona —, pero hoy me apetecía trasnochar... Bueno, la verdad es que acabo de llegar de la biblioteca. — Me paso una mano por el pelo y lo miro de reojo —. ¿Y tú? ¿No tendrías que estar dando vueltas por ahí en busca de un nuevo ligue del servicio?

El líder dedicó una mirada de reojo al rubio y tardó unos segundos en contestar.

- Debería...- Se burló.- Pero hoy recuerdo que voy a casarme -. Realmente no es que no lo recordase, sino que por lo generl le importaba poco. Pero era una buena excusa para imitar las palabras del líder de Lumen.

Dejo escapar una carcajada sarcástica, acompañada de un par de aplausos, cuando termina de hablar. ¡Menudo humor!

— Ja, ja, ja, ja. ¡Fabuloso! Realmente sabes imitar mi tono de voz — Comento, dibujando una enorme sonrisa que no tarda en desaparecer para dar paso a una "cara de Blues" —. Vale, muy bien. Me encanta tu humor. De hecho, me encanta tanto que estoy pensando en proponer un tópico nuevo: el humor Darvenwish. ¿Qué te parece? Será mejor que el humor parvus, ¡ja, ja, ja!

Crujo los nudillos al terminar de hablar y miro al líder de reojo.

— ¿Y recuerdas también el día o de eso te acordarás mañana? — pregunto, fingiendo curiosidad.

El líder Darvenwish ignoró al claritas durante sus primeras palabras y se dedicó a responder con calma sin llegar a mirarlo.

-Creí que las bestias no te dejaban tiempo para ser irónico -.Indicó, acomodando la cabeza en la mano del brazo que tenía sobre el reposabrazos de la butaca.

Sin embargo, lejos de molestarle demasiado, dejó que sus comentarios incluso le divirtiesen y sonrió con malicia ante su última pregunta.

-Debería consultarlo en mi agenda -.Indicó, cruzando las piernas.

El líder guardó silencio durante unos segundos y luego retomó la palabra.

-¿Qué tal te trata Nagorr? -Preguntó, mirando por la ventana.

— Las bestias me enseñan a ser irónico — aseguré, con convencimiento e ironía —. ¿No lo sabías? ¡Por eso las estudio!

Tras responder a su primer comentario, vuelvo a estirar los brazos y escucho con atención sus palabras. Su segundo comentario hace que esboce una pequeña sonrisa; el tercero, por su parte, hace que ensanche la sonrisa.

— Respecto a lo primero, espero que no hayas dejado tu agenda al alcance de tu prometida. ¡A saber lo que se le pasa por la cabeza! — Frunzo ligeramente el ceño y pintarrajeo la confusión en mi cara antes de proseguir —. ¿Te imaginas que pensase que estás con otras mujeres? Vamos, a ver quién le sacaba esa mentira de la cabeza. — Le miro de reojo, y luego sonrío y borro la confusión de mi rostro —. Y en cuanto a lo segundo, pues muy bien. Es un hombre bastante divertido. E inteligente. Con un sentido del humor muy peculiar y todo eso. — Asiento varias veces —. Sí, me trata muy bien.

Al comentario del líder de Lumen el líder caeruleus masculló un divertido "Seguro" mientras dejaba que este siguiese hablando.

Sonrió de nuevo con el comentario de la agenda y se dedicó a continuar la farsa.

-Es lo que tienen las mujeres, enseguida se les pasan esas locas ideas por la cabeza y después uno no sabe como sacárselas...- Después se dedicó a escuchar los comentarios sobre su amigo el gran parvus. Lo cierto era que esuchar halagos hacia él le sentaba tan bien como halagos a sí mismo.

Se frotó la frente para relajarse un poco.

-Sí, es un gran hombre. Espero que sepas compensar su tiempo- Sentenció mirando de reojo al de piel oscura con una sonrisa pícara.

Cierro los ojos, esbozo una sonrisa y asiento varias veces al escucharle hablar.

— Estas mujeres... ¿Qué se les pasará por la cabeza para pensar esas cosas? — Me encojo de hombros, dando a entender que no se me ocurre nada, y luego miro al caeruleus de reojo —. Entendería que lo pensase de, no sé... ¡De mí! En el hipotético caso de que fuésemos a casarnos, claro... — aclaro, sonriente, antes de proseguir —. ¿Pero de ti? Vamos, si llega a pensar eso, sin duda necesitará un médico... O alguien que inspeccione esa cabeza pelirroja que tiene.

Me paso una mano por la cabeza, echando algunos mechones hacia atrás.

— Claro que compenso su tiempo. — Pongo una mano sobre mi pecho y miro al caeruleus con una especie de seriedad sobreactuada —. Pregúntale qué opina de mí. Y si dice que le molesto, simplemente dímelo... — Alzo en puño, como haría un guerrero que acaba de vencer —. ¡Y entonces me alejaré para siempre del simpático parvus!