Sala común

El líder caeruleus se puso a juguetear con un libro de bolsillo que había sobre su mesa mientras se reía de las estupideces que decía el líder claritas.

-Eh, no te metas con mi mujer -.Interrumpió con un falso tono de reproche.

Luego retomó la charla sobre el parvus ya que a este l tenía un aprecio infinito.

- Nagorr es demasiado caballeroso como para quejarse de un principito -. Indicó con una media sonrisa. -Además eres demasiado plasta como para alejarte -. Le soltó, lanzándole hacia atrás el librito de bolsillo.

Dentro de lo que cabía, aquella era una forma alternativa de diversión.

Aprieto el puño con fuerza y desvío la mirada hacia una esquina al escuchar el primer comentario del caeruleus. Estrecho los ojos y, tras unos segundos, lo miro de reojo.

— Lamento si le he ofendido, señor mío. — Aprieto la mandíbula y me doy un ligero golpe en el pecho con el puño —. Juro solemnemente que me redimiré por semejante falta de respeto hacia usted. ¡Mañana mismo, sin falta, comenzaré con un castigo que durará meses si es necesario! ¡Qué meses...! ¡Años! ¡Más que años...!

Frunzo ligeramente el ceño, y dejo escapar una risa sarcástica.

— Miento. No duraría ni una hora. Una pena...

Escucho las palabras de Aren al terminar mi "discurso". Y, antes de que el libro pueda golpearme, lo agarro con la mano derecha.

— ¿Plasta? ¿Con Nagorr? ¿Yo? Por favor... ¡Nada más lejos de la realidad! — Esbozo una amplia sonrisa y abro el libro por un página al azar —. Yo soy un joven tranquilo, serio, atento... ¡Vamos, el hombre que cualquiera querría a su lado, por favor!

Observo las letras del libro sin entusiasmo y lo coloco en la mesa, al lado de los otros.

Y luego clavo mi vista en el caeruleus.

Ante las "pasionales" palabras del jefe claritas, el líder caeruleus se dedica a escuchar y alzar las cejas de vez en cuando para finalmente hacer el respectivo comentario.

- Me vale si puedo castigarte un par de minutos -. Indicó, divertido, el hombre mientras se acomodaba en su asiento.

Entonces escuchó las siguientes palabrasdel claritas y volvió a burlarse.

- ¡Ja! Por supuesto, con lo poco que hablas y eso... Todo un amor...-Comentó con tono jocoso.

Me llevo una mano a la barbilla, pensativo, cuando Aren habla.

— Bueno, unos minutos no, pero unos segundos no puedo negartelos... ¡Que me he metido con tu mujer, por favor! ¡Qué menos que unos míseros segundos de castigo! — comento, jocoso.

Cruzo las piernas, apoyo los brazos en el respaldo del sofá, y miro al caeruleus con soberbia.

— No es la primera vez que me dicen eso... Que si qué callado eres, que si por qué no hablas más, que si qué tímido puedes llegar a ser... Pero todos terminan con lo mismo: eres un amor, Svend — Cierro los ojos y esbozo una amplia sonrisa altiva —. Pero no me esperaba que tú me lo dijeses... Ahora ya no sé cómo mirarte.

-Suficientes -. Sentenció el líder caeruleus a las primeras palabras del claritas. -No seré yo quien te fuerce si acabas tan rápido -. Indicó con una sonrisa torcida, quitándose una mota de suciedad de la manga izquierda de su chaqueta.

Luego alzó las cejas y en su cara se formó cierta mueca de suficiencia. ¿Halagos gratuítos él? Por favor.

-Desde abajo, como siempre -. Respondió calmadamente, con un deje jactancioso. En un momento como aquel no se desperdiciaba ni la altura.

Dejo escapar una risa seca al escuchar su primer comentario.

— Bueno, me imagino que tenemos la misma resistencia a los castigos... — Le miro de reojo — Aunque, según lo que comentan por ahí, me parece que antes comprobaremos la tuya, ¿no?

Entrecierro los ojos y clavo mi vista en los libros, mientras Aren sigue hablando. Cuando termina, me levanto, recojo los libros, me acerco hasta donde está él. Lo observo en silencio, con una sonrisa torcida dibujada en el rostro, antes de susurrar:

— Nunca se me ha dado bien mirar desde abajo, señor Darvenwish...

Y dicho esto, desaparezco.

*se esfuma*

-Permíteme dudarlo -. Puntualizó entre unas palabras y otras del líder claritas. Luego soltó una risa corta y ronca desde su garganta al escuchar sobre su castigo. -O la de Jillian -. Comentó con tono altanero y bravucón.

Entonces sintió como el claritas se acercaba a donde él estaba y le dedicó una mirada con su habitual sonrisa.

- Aprendes rápido...- Soltó cuando el joven líder fue a desaparecerse frente a él.

Suspiró y sonrió para sí. No sabía con quien se lo pasaba mejor discutiendo, pero la verdad es que la mayoría de los líderes eran buenos centros de descarga de tensiones. Ya fuese por un motivo u otro. Salvo Jillian, claro. Ella las creaba en lugar de aliviarlas. Debía ser cosa de raza.

Se levantó y dio unos cuantos pasos por la sala. "Tensión crhysos". Le dolía un poco la espalda... Sonrió para sí. Ya tenía algo que hacer en sus aposentos. Ahora solo tenía que pensar, chrysos y....

*Desaparece*

Entré en la sala común para relajarme un poco.
Dejé caer mi bolsa en el suelo y tiré mi cuerpo encima de un comodísimo sofa.
me acurruqué entre los infinitos cogines que lo adornaba, por lo que rápidamente me empezaron a dar calorcito... se estaba muy bien allí... quizas a partir de ahora se pasase mas por la sala común a dormir en aquel sofa... rodeado de blandísimos cogines... parecían caros, porque estaban rellens de plumas extremadamente suaves y mullidas.
Cerré los ojos y me quedé allí, escuchando el silencio y el crepitar de la chimenea, que estaba encendida, por lo que la habitación estaba bastante acogedora.

Tristán se acercó al fuego se quedó viendolo mucho rato... quizás a el también le gustaria poder expulsar llamas de aquel tamaño... quien sabe. El caso es que el pequeño reptil se quedó dormido al lado de la chimenea, en la alfombra. Era realmente bonita esa estampa: un piscis acurrucado en un sofá y un dragon enano acurrucado en la alfombra.

Tenía una sonrisa pintada en mis labios.
-Ya no me voy a preocupar de ir buscando al amor de mi vida. Soy joven. Sé que aparecerá el solo... Hewina tiene razon... pobra Hewina... ayer casi cometo un error.

*se queda medio duermevela*


...


Después de una larga siesta al calor del fuego, los cojines y el sofá, me desperté amodorrado y con la cara pegada al sofa del sudor... estaba bastante sudado y mis ojos estaban adornados por abundantes legañas.
Bostecé y salí.

*se va*

Entré en la sala común de buen humor: estas últimas semanas habían pasado apaciblemente en aquel hermoso lugar. La comida había mejorado... definitivamente el servicio necesitaba una llamada de atención, pero ahora que estaban avisados, se esforzaban bastante en hacer una comida decente.
Me dejé caer en un sofá orejero que había allí. Entonces suspiré y vi a mi alrededor... estaba lleno de estanterias... con libros... que rollazo.
Nunca me había gustado leer, no se sacaba nada en limpio de ahí: ¿de que me valia conocer las experiencias de otras personas si no las he vivido en mis propias carnes? es decir, yo no me iba a leer un libro que tratase de las aventuras de un niño en Aqua, por ejemplo... porque para eso, prefería ir yo a a Aqua y fin del problema.
Saqué de mi zurrón unas gafitas de media luna y me las puse... no me gustaba llevar gafas... de echo, nuca me las ponia, puesto que solo eran para la vista cansada, pero como iba a hacer un laboriosos trabajo de calceta, pues intuía que acabaría viendo borrosos los hilos.
Si, tenía pensado hacerle un gorro con orejeras a aquella mujercita tan amable del parque... ya no me acordaba de su nombre... es que era un caso a estudiar para los nombres... en fin... iba a ser una preciosa pieza que me llevaría mucho trabajo... me gustaba hacer las cosas bien... o sino no hacerlas... solo esperaba que le gustase a la pelirroja su nuevo gorrito.

Me puse a faenar de inmediato.

Aquella estampa me daba un aire de abuelita de cuento que yo para nada era... pero no se puede luchar contra la edad, así que allí me quedé yo, tejiendo un maravilloso gorrito con orejeras para aquella chica tan maja. Me gustaba ser agradecida con quien se lo merecía.

...

A la media hora estiré los brazos para desentumecerlos, pueto que llevaba en esa postura desde el principio... este sitio, aunque acogedor... era aburrido... la "abuela" necesitaba acción, por lo que quizás mas tarde se pusiera a entrenar un poco... "pero de momento, lo primero es lo primero" pensé mientras veía mi gorrito a medio acabar.

*se queda*

Entré en una estancia acogedora... se parecía al salón de mi casa, había sofás y cogines caros... "por lo menos no todo es andrajoso en este palacio" dije mientras pensaba en aquel chico rubio.
Me senté en una butaca.
Era cómoda.
Había un cuenco con unas galletas... pf, no era mucho, pero tenía hambre... al fin y al cabo, había estado caminando durante muchos días.

*se queda*

FRD: ¿puedo poner que se queda o no? ¿eso quen lo decide?

El líder Darvenwish bajó los escalones con presteza y elegancia en busca de su lacayo claritas que había recorrído aquella zona hacía unos minutos y ya estaba retrasándose con el recado. Lo cierto es que podría haberlo esperado en sus aposentos para escarmentalo posteriormente, pero los estudios topográficos sobre la sierra de Catelor le aburrían demasiado como para permanecer sentado mucho más tiempo. Además, en ocasiones encontraba gratas sorpresas en la plata baja, como cuando la líder flamma había estado revolviendo entre las cosas de los guerreros o cuando Lester había comenzado su divertida cuerda floja.

Al cruzar el umbral de las escaleras encontró en una de las butacas de la sala a un joven caeruleus de ropas cuidadas y pelo lacio. Amplió su habitual sonrisa maleficiente y se situó frente al muchacho a una distancia prudencial. No lo había visto anteriormente, con lo que debía haber llegado hace poco. No olvidaría a un caeruleus con aquella apariencia en el palacio.

-Preséntate, muchacho -.Indicó con los pies juntos y la cabeza alta, sin borrar el gesto casi gravado de su boca.

FdR: Si tu personaje se queda en un sitio para rolear con otras personas sí que puedes e incluso debes indicarlo con un *se queda*. En caso de que quieras dejarlo en un sitio e irte de la página deberías especificar que se duerme o que se queda haciendo algo pero que tú no vas a responder.
Por cierto, algo que se pasó por alto en la presentación de tu raza XD: El sistema político de Caligo es una dictadura, así que Aren es la máxima autoridad allí XDD

Escucho unos pasos que se acercan a mi persona, por lo que giro la cabeza.
Era Aren Darvenwish, nuestro representante político más importante que yo había conocido nunca.
Dijo que me presentara, por lo que cogo una servilleta blanca que esta doblada encima de la mesa y me limpio las manos, puesto que he estado comiendo galletas: no sy un bulgar cochino.
-Alexander Price, hijo del barón y la baronesa Price. Cáligo, señor.
Me paso la servilleta suavemente por los labios y la deposito nuevamente en su sitio.

El líder de Caligo atendió a la breve respuesta del muchacho y entornó ligeramente los ojos. El joven, debido a su cuna, se veía dotado de modales y buen trato, sin embargo, quizá por el mismo hecho de su título, no se había levantado ante su presencia. Recordaba a la otra caeruleus de pelo rojo y familia herrera. En su situación, el respeto o la vergüenza habían jugado en contra en su presentación, pero en caso del muchacho quizá fuese mayor el agravio. De todos modos, ya tendría nuevas modificaciones en su próxima carta a Los cinco*.

El líder no se movió de su posición y continuó su pequeño interrogatorio, ahora dotado de mayor formalidad debido a la primera respuesta concisa.

- ¿Hace cuanto reside en el palacio? ¿Trae algún tipo de acompañante? -Preguntó el hombre con tono automático, el cual hacía cierto contraste con la extraña sonrisa de su semblante. A pesar de que la primera pregunta pudiera haber sido relevante, se interesó más por la respuesta a la segunda, ya que el caeruleus podría haber venido acompañado por cochero o mayordomo.

*Los cinco son los que gobiernan en Caligo bajo las órdenes de Aren mientras tiene que quedarse en Brontë

Mis azules ojos están clavados en los sullos, intentando averiguar algo más sobre este hombre... pero no lo consiguen.
Ante sus preguntas, me levanto y camino lentamente alrededor del sofá en el que estaba sentado, mientas mi dedo íncice recorre el suave terciopelo del mismo.
-Pues... digo dubitatiovo- creo que 32 minutos y medio. y no, he venido, solo. No necesito a nadie para que me ayude o me haga compañía. Soy autosuficiente en todos los aspectos- digo justamente antes de volver a sentarme en la butaca.

El líder observó el comportamiento del muchacho y las formas de su respuesta. En cierto modo le recordaba a Alehyss Lester y en cierto modo no tanto. La impresión que podría haber causado el caeruleus sobre el líder comenzó a remodelarse hacia un chiquillo demasiado poco inteligente como para tratar de serlo hasta el punto que pretendía. No por falta de potencial, sino por estupidez.

El líder se llevó la mano al cinto y extendió su bastón negro para colocarlo bajo su brazo justo en el momento en que Barthemius hacía presencia en la puerta de la sala común. Muy sigilosamente, como de costumbre. Entonces el líder le dedicó a su lacayo una sonrisa menos tensa y luego miró al chico segundos antes de desaparecerse.

Al momento apareció al lado de la butaca donde el joven estaba sentado, con la contera del bastón apoyada en el pecho de este.

-Yo lo llamo "pérdida de tiempo"-.Indicó, sin mirarlo, antes de dar los últimos dos pasos hacia su sirviente y desvanecerse junto a él.

*Desaparece*

Mi lider se saca de repente el bastón del cinto y lo pone debajo de su brazo, justo entonces entra su sirviente, y casi sin poder reaccionar, noto la contera del bastón presionando mi pecho.
Por supuesto no me moví.
Dice que no tener criados es una pérdida de tiempo y se va.
Me quedo sentado unos segundos.
Entonces me levanto y entorno los ojos hacia el fuego de la chimenea.
-Âchnam!- grito enfadado. La bola oscura chocó contra el fuego apagándolo y dejando la estancia a oscuras.
Estoy de mala leche.
Odio que me hagan estos feos a mi persona. Me sacudo la arruga que el bastón ha dejado en mi chaqueta mientras me dirijo a oscuras hacia la puerta.

*se va*

Entramos en la sala común y encendimnos el fuego, decidimos coger algunos cogines y dormir debajo de una mesa, tapados con un mantel... no era plan de que nos pillasen durmiendo ahí los líderes... o alguien.
Nos quedamos abrazaditos encima de los cogines y debajo del mantel, con Tristán entre nosotros.


*se duermen*

FDR: veis como hace falta un establo y/o un fallado?? EN ALGUN LADO TIENEN QUE DORMIR LAS PAREJITAS!!!!!!!!!!!!

Me desperté y tenía mucho calor, Hewina y Tristán dormían apaciblemente entre los cojines, así que decidí no despertarlos e irme a tomar algo al comedor.

*se va*

Entro en la sala común y me meto rápidamente debajo de la mesa de nuevo. Tengo un enorme moratón en la cara, debido al supino bofetón que me "regaló" mi nuevo jefe. Hewina seguía durmiendo. Pobre... debía estar agotada.
Tristán estaba durmiendo en sus pechos.
-Jo, que suerte...- musité. Lo cierto es que llevaba mucho tiempo si hacerlo, debido a la condición actual de Hewina y bueno, Aren ni pensarlo: ahora tenía que estar con Hew al 100%... Que rabia.
Entonces vi como respiraba, profunda y tranquilamente. Jo, que guapa era... y lo mejor que era toda mia... para mi. Me quedé hipnotizado durante casi un minuto entero viendo su cara, su pelo, su cuerpo.
No podía aguantar mas, por lo que decidí desabrocharle el vestido por el lateral y separar la parte de arriba, dejando su cuerpo al descubierto.
Me puse a cuatro patas sobre ella y comencé a acariciar su cuerpo, muy despacio. Entonces me recliné sobre ella, haciendo que mi cabeza llegase hasta su moreno cuello y mi legua comenzó a recorrerlo.

Estaba durmiendo plácidamente, cuando entonces noté algo húmedo que recorría mi cuello, acompañado de un aliento cálido.

Gemí de forma inconsciente durante un rato, pero entonces me desperté del todo y abrí mucho los ojos. Una vez se me desnubló la vista pude ver a Silvanus encima mía.

"Sil... ¿q-qué haces?", le pregunté, sonrojada. Entonces me percaté de que tenía el pecho descubierto, y me tapé avergonzada mientras mis mejillas se sonrojaban más.

Tristán se apartó de muy mal humos de sus "cómodos aposentos" dado que yo lo estaba aplastando con mi cuerpo. Hewina gemía y yo notaba su aliento en mi cara.
Entonces se despertó.
-Nada... que te vi ahí tan tan... ¿como se dice? provocadora... dormida y sin nadie que te protegiera de mi voraz bocado... que he tenido que atacarte.- dije con una risita
Entonces se dio cuenta de que estaba semidesnuda y se tapó rápido, poniéndose colorada.
-¿que haces?¿porqué te tapas?si ya nos hemos visto todo.- mientras hablábamos sentado uno frente al otro, noté que su mirada no estaba puesta en mis ojos, como de costumbre, sino que miraban hacia oro lado, preocupados.
-¿Q-q-que estas viendo?¿tengo algo en la espalda?- dije frotándomela.

Me percaté de que Silvanus tenía un moratón en su cara y lo miré horrorizada. Entonces él me preguntó qué estaba viendo, y si tenía algo en la espada.

"¿Quién te ha hecho esto?", le dije rozándole el moratón con un dedo y temiéndome lo peor.

-Ah... no, ¿eso? no es nada es que mira, te explico: estaba en el lago dando un paseo y claro, no me dí cuenta de que había un agujero en la orilla porque, claro, a veces, los mecñas se ponen a excavar y excavar y excavar y claro, hacen uno agujeros muy profundos, y yo no me di cuenta y me caí en uno de ellos de morros... jajajajajajaja - dije echando una mano a la nuca y alzando la mirada hacia el techo.- tranqula, no es nada, no...

Entonces Tristán se acercó a mí y escaló por mi camisa hasta ponerse a la altura de mi cara, torció el gesto y olió el moratón, entonces soltó un bufido y se ocultó en las manos de Hewina.

Silvanus se explicó inventándose una excusa de las suyas, mientras miraba al techo, entonces Tristán le olió el moratón, y este se quejo con un bufido y se escondió en mis manos.

Miré a Tristán, y entonces miré lentamente hacia Silvanus, entrecerrando los ojos. El seguía rascándose la nuca con una risa nerviosa.

"Silvanus Kettleburn. Te dije que no me mintieses más. Lo haces fatal.", le dije viéndolo con una expresión treméndamente seria, mientras acariciaba a Tristán.

Entonces me acerqué a él y olí el moratón, para comprobar qué había notado Tristán.

"...¿vino?", pensé extrañada, y entonces le di un pequeño lametón para confirmarlo, y sí, sabía a vino.

"¿Por qué tienes vino en el moratón si te habías caído en el lago?", le pregunté con los ojos entrecerrados.

Tragé saliva al oir mi nombre completo y al ver su cara.
-No... no es un-una mentira... yo.. entonces se acercó a mi y me lamió el moratón.
-EE!! ¿que haces? PENSÉ QUE ME IBA A DAR UN BESO! ¿y me lames?

Entonces soltó aquella frase lapidaria.
Me puse blanco y agaché la cabeza.
-No se como lo haces... pero siempre consigues sacármelo todo... en fin: supongo que me conoces demasiado bien.
Comencé a contarle todo lo ocurrido: lo del contrato, el sueldo, las monedas, como había firmado y como me había dado un golpe tan tremendo que me tiró de la silla, el guante mojado el libro en la cabeza el anillo... etc.

-¿y bien?- dije timidamente al final- no... no te enfades mucho Hew... yo no sabía que había letra pequeña... y lo vi todo de color de rosas... perdon...