Sala común

Me rio con la respuesta de Silvanus.

- La próxima ya sabes...- Comento mientras me levanto para sentarme a su lado. Al mirar a donde estaba Tristán me fijo en que tiene una especie de paquete en el regazo.

- ¿Y eso? ¿Es la lista de tareas? -Pregunto con cierta ironía.

Me puse colorado como un pimiento y me levanté de un salto de su lado.

-Eeeeee... esto... no... Jajajajajaja es una cosa... es donde guardo... las facturas de la herrería... del aceite para las antorchas y el recibo del diezmo... porque claro, a veces te pueden robar y entonces Jillian se enfadaría si perdiese las cuentas del castillo...- entonces cerré los ojos y alcé la cabeza- claro, Heyl, tu de estas cosas no entiendes, solo a una mente lúcida y brillante como la mía le confieren tales mandatos y encargos, estás a años luz de mi posición en este palacio. Ademas, tengo cosas muy importantes en esta carpeta que incluso incumben al mismísimo Aren (dibujos pervertidos de él conmigo que no habían visto la luz ni la verían nunca jamas)- no es que no quisiera darle en dibujo... pero me daba muchísima vergüenza ¿y si no le gustaba? no.. no podía no gustarle: era él, perecía que hubiese capturado su imagen en el tiempo.

Por su cara, supuse que no había colado y al final de un silencio tenso, me rendí.

-Bueeeno... vale es un regalo para ti... por animarme la otra noche... entonces saqué con cuidado el lienzo- no te rías- dije colorado- toma - se lo entregé, con un ojo cerrado y el otro abierto, con miedo, esperando su respuesta.

Me sorprendo cuando Silvanus salta del sofá totalmente ruborizado y lo miro incrédulo cuando empieza a hablar sobre recibos y cosas importantes mientras alzo las cejas.

- Si estuviste aprendiendo matemáticas hace poco -. Comento con un tono hilarante para que viese que mentía muy mal.

Entonces confiesa y me dice que es un regalo para mí. Abro bastante los ojos.

- ¿Para mí? Bueno, gracias, no tenías que...- Cuando lo abro y veo lo que es abro mucho más los ojos. Es un dibujo impresionante de... mí. Miro a Silvanus y luego al dibujo y se me escapa una sonria amplia mientras me mantengo asombrado.

- Wow es... genial En serio, es decir... Oh, venga, lo agradezco muchísimo, pero no puedo aceptar un trabajo así. Es fantástico y tienes que enseñarlo o venderlo o sacar partido de tu capacidad porque es magnífco -.Le digo todavía asombrado. Había hecho un dibujo de mí y era perfecto... Jope.

Respiro aliviado al ver su reacción, pero niego ante lo que me dice con una sonrisa.

-No, no, tranquilo, si tengo muchos aquí guardados, ese es para ti. ¿porqué no se lo mandas a Gabrielle para que le ponga un marco bonito? no si quieres puedes dejarlo aquí, en Brontë, como tu veas. digo sonriente

-En esta carpeta guardo mis más gloriosas obras. Mira: esta es de mi primer día en Brontë, dije sacando una lámina de una alfombra quemada en un Hall maravillosamente realista- esta es del primer día con Tristán, dije sacando otra que parecía el hermano gemelo del reptil y bueno... luego tengo otras, variadas y sin importancia dije poniendo delante de los dibujos de Aren y míos las que acababa de sacar, dejándolos por detrás de todo.

Miré al impresionado Heylel y sonreí de nuevo- anda, vente conmigo que tengo que dejar esto en las habitaciones y de paso, dejas también tu dibujo, ¿vale? así no se estropeará

*se van ambos*

FdR: a la noche no me conecto... (sin internet... T-T)

Me senté en frente de la chimenea de la sala común. Hacía frio y Tristan estaba temblando: no dejaba de ser un reptil.
-Ala, ponte ahí cerquita del fuego, luego te daré un par de setas y te duermes, ¿vale?

Mientras yo cogí un par de galletas y un libro de pociones que guardaba en mi mochila. Hacía tiempo que no hacía ninguna y no quería olvidarme.

*se queda*

El líder Darvenwish se adentró en la sala común en busca de un lugar donde relajarse un rato y quitarse las humedecidas botas.

Decidió entrar por la zona inferior ya que a aquellas horas no solía haber demasiada gente en aquel lugar. Se sorprendió vagamente al encontrarse al piscis rubio allí sentado frente al fuego. Hacía un tiempo que no tenía noticias sobre él y su encargo con lo que sacrificó algo más de su tiempo para poenrse al día. A fin de cuentas, ¿qué diversión había en el descanso?

- Buenas noches, Silvanus, ¿cómo llevas tus quehaceres? -Preguntó con una sonrisa relajada al tiempo que se sentaba en el sofá amplio donde hacía tiempo que no se acostaba con nadie y cruzó las piernas. Agradeció que la luz de la chimenea llegase vagamente a su cara ya que los ojos comenzaban a resentírsele un poco por pasar toda la tarde fuera.

-Oh, buenas noches señor- dije cerrando el libro- muy bien, gracias. Parece que Alexander ya no me presiona tanto como antes. Ahora estoy mucho más relajado. Gracias por preguntar.

Me ruboricé un poco y me froté el ojo de la cicatriz. Se me había metido esa manía en las últimas semanas y no sabía porqué.

-Y... bueno, ¿sabe? el plan para sacarle toda la información a Alexander... es que es un plan complejísimo ¿sabe? y claro: uno necesita arduas horas de planificación, pero en poco tiempo tendré un informe con todos los resultados-. Mentí. Nunca jamás había mentido a Aren. Pero no tenía otra solución. Ojalá nunca me pillase. Odiaba mentir, mas que nada porque se me daba muy muy mal.


No pude evitar ver sus botas empapadas.
-¿ha estado por fuera señor? se ha puesto perdido.- indiqué.- Si quiere yo... podría limpiárselas.- dije ruborizado.

FdR: ya le daré color, tengo miedo que se me cale

El líder no ignoró del todo las primeras palabras del chiquillo ya que eso quería decir que había influenciado a Alexander y eso siempre era potivo. Por otra parte, esa no era la información que quería.

Silvanus habló sobre que su maravilloso plan para sonsacar la información era demasiado complejo y no había tenido tiempo de llevarlo a cabo. El líder se llevó una mano a la frente y la frotó.

- Ven aquí, Silvanus -.Dijo con cansinismo. Aquel crío no ahbría sido capaz de tramar nada más duradero de cinco minutos.

Levantó la mano y miró al muchacho extrañado cuando mencionó lo de sus botas. El hombre las observó y miró al muchacho con un gesto resuelto.

- Si gustas... -Permitió.

Parecía agotado. Lo denotaban sus gestos y el tono de su voz.
Me acerqué a el,


Suspiré profundamente y me puse de rodillas delante de el. Cogí un trapo de mi mochila y comencé a limpiar con ganas las botas, apartando el barro y las hojas secas. Luego pasé mi manga para dejarlas brillantes.

-Ala, como nuevas señor.- dije volviendo a mi sitio en el sofá: a su lado.

Nos quedamos callados un rato y lo vi a la cara... tenía una herida en el labio, fruncí el ceño y no dije nada.

-¿Sabe si ha venido algún guerrero nuevo?- solté la pregunta sin pensar y de golpe, pero quería saber si el chico del bosque era un estudiante y por eso sabía cosas de mi o era un admirador secreto que había recorrido tierra mar y aire al oír hablar de mis proezas, para enamorarse perdidamente de mi.

El piscis se dedicó a limpiar las botas del líder caeruleus, momento que éste aprovechó para permanecer en silencio y disfrutar de la tranquilidad. Una vez el trabajo estuvo acabado su tiempo de treuga finalizó y el piscis se sentó a su lado para posteriormente preguntar.

- Creía que era yo quien debía preguntar -. Indicó torciendo la sonrisa y observando al chico de reojo. Se acomodó en el sofá y miró al frente con despreocupación. - Pero sí, únicamente una mujer piscis que, por cierto, si la ves, te permito golpearla -. Indicó con tono despreocupado e indiferente. Miró al muchacho.

- ¿Por qué ese interés? -Kettleburn no preguntaba las cosas porque sí o por simple ingenio y el hecho de verle salir corriendo del bosque era algo que aun no había resuelto. Tampoco podía asegurar que saliese corriendo por toparse con el aether ya que había tardado demasiado en acudir al lugar después de verle salir corriendo.

Esbocé una sonrisilla oculta y hundí mi cabeza entre mis hombros. - Va-vale, lo haré. Le pegaré, señor.- dije ruborizado y sonriente. Primero pegaré y luego le preguntaré porqué me lo ha ordenado. Dije gracioso.

Me puse serio ante su segunda pregunta. Serio y rojo como un tomate- Bueno, porque el ayer me encontré a un aether misterioso en el bosque. tenía un parche y unas alas inmensas, mucho mas grandes que las de Heylel, debe ser un guerrero bastante experimentado y... bueno lo vi y me habló y... bueno ¿sabe una cosa? ese hombre sabía cosas... muchas cosas, sabía mi nombre, sabía como era mi personalidad. Seguro que era un admirador secreto, ¿no cree? es que si fuera un alumno podría entender que supiera cosas de mi, pero yo nunca lo había visto y bueno... ¿y si me espía por las noches? ¿y si me quiere raptar? - entonces me puse mucho mas colorado: Morbo máximo.

El líder ignoró la curiosa alegría del piscis en cuanto le dio permiso para armar contra la mujer y prestó toda su atención a sus siguientes palabras.

Al parecer sí se había encontrado con el aether y, al parecer, el aether pintaba -y había pintado- mucho más de la sarta de sandeces que le había soltado. El líder miró a Silvanus con severidad pero no por reprocharle algo sino porque realmente ya no le miraba a él sino que recreaba el encuentro con el aether.
Ese tipo sabía cosas de los alumnos de Brontë y eso solo podía significar que consiguía entrar en algún momento o que estaba recibiendo información desde cualquier parte y eso era algo que no le gustaba en absoluto. Quizá estuviese relacionado con la muerte de la parvus o quizá no. los sucesos estaban demasiado alejados en el tiempo aunque, por lo que parecía, aquel hombre ya estaba al tanto de bastantes cosas -al menos del piscis-. No podía encontrar un nexo de conexión y eso le revolvía las entrañas. Algo fallaba en aquellos dos casos. Algo... Nada estaba encajando como de costumbre.

Se giró por completo hacia el muchacho y lo agarró por los hombros con algo de ceño.

- ¿Qué sabía exactamente ese hombre, Silvanus? -Indicó con un tono bajo de voz y mirando al crío con fijeza. -Qué exactamente. Palabra por palabra.

El lider me agarró con firmeza y yo lo ví con miedo intentando pensar con rapidez.
- A ver... me dijo que quien era yo y entonces se acercó a mi y me dijo qeu no hacía falta que me presentara, quería probar suerte a ver si lo adivinaba, o algo asi. Rubio, enclenque, ruidoso, afeminado... esa fue su descripción- dije con verguenza - y bueno me llamó Silvanio Kuttleburn pero yo le corregí y le dije que era Silvanus Kettleburn. ¿Porqué señor? ¿que pasa?- pregunté con preocupación. Quise acariciarlo, pero no me atreví: Parecía alterado.

Escuchó al picis y gravó sus palabras como si las estuviese reencribiendo en su mente. Nombre, características físicas, características de comportamiento. Alguien estaba elaborando un perfil de los guerreros y posiblemente de todo el castillo en general. Reflexionó sobre su conversación con el aether antes de comenzar con las estupideces y volvió a dirigirse al piscis.

- ¿Te trató de usted? ¿En algún momento se dirigió a ti guardando la compostura? -Preguntó con cierta gravedad y frunciedo algo más el ceño. Posiblemente no iba a gustarle lo que escucharía del piscis y eso lo aliviaba por una parte pero lo crispaba por otra.

Aren daba miedo. Y es extraño que yo le tuviese miedo.
-No... no... no me trató de usted... me dijo: "¿Quién eres tú?" y... y... - entonces comencé a llorar. La presión me estaba matando- y si... bueno fue amable. Guardó - dí un respigo- guardó la compostura, de hecho le tendí una mano y el me la estrechó normal...- entonces me sequé los ojos aún con los brazos aprisionados por las manos de Aren- ¿que pasa Aren? ¿he echo algo malo?- dije entre sollozos.

Entonces me volví a fijar en su labio. No podía quitarle la vista de encima a esa herida.- ¿te lo ha echo ese aether? dije pasando un dedo por su herida suavemente mientras me enjuagaba las lágrimas con la manga.

El líder caeruleus apretó los dientes ante la esperada respuesta del piscis. Ese sucio tuerto había metido demasiado las narices y no sabía ni hasta qué punto ni como. Maldijo lo vulnerable de aquel mugriento palacio frente a situaciones como aquella. Estúpida Jillian, estúpida zorra mimada...

Al ver como el chico comenzaba a llorar volvió en sí y lo soltó para soltar el aire por la nariz mientras trataba de pensar en claro. ¿qué se suponía que iba a hacer ahora? Para empezar enviar guardias a las zonas circundantes de Brontë: Lago, río, bosque... Incluso cerca de la fuente termal. Pondría en alerta a los demás líderes -inútiles, a su parecer en este momento- y, sobre todo, andaría con pies de plomo.

Se recostó en el sofá y se frotó el ceño. Entonces escuchó la pregunta de Silvanus sobre su herida del labio y se llevó la mano a ella. Casi lo había olvidado. Había mantenido aquel incordio antiestético para cargar contra la claritas y, aunque ahora había cosas más importantes, decidió dejarlo caer de todos modos.

- No, no es nada. Un mal encuentro con tu amiga la claritas. Me suplicó atención y acabó colgándose de mi cuello. Su ímpetud y mi forcejeo hicieron que mi labio cargase con las consecuencias-. Indicó con tono frustrado. No por el hecho fantástico sino porque no pudo cambiarlo al pensar en lo que acabab de saber.

Me quedé agarrándolo por su brazo, con la cabeza viendo al fuego, con la boca abierta, y los ojos fijos. No articulé palabra. Simplemente me quedé de piedra.


...


Pasaron varios segundos y reaccioné.
-Ha-a-astamañana... musité dandole un beso en la mejilla aún sin pestañear.

Salí como un alma en pena, con los brazos colgando y sin creerme lo que acababa de escuchar, como si una gran losa de piedra estuviera atada a sus tobillos y a sus muñecas.

*Se va*

FdR: pobre: menudo shock... lo acabais de dejar para el cementerio.

El líder observó al muchacho cuando cayó en la cuenta de que se había quedado mudo. Entonces se levantó y se marchó con un susurro.

El líder frunció el ceño con indignación. No había acabado con él. Debía preguntarle si el aether le había dado otro nombre, quien sabe si ese cabeza hueca había olvidado mencionarlo cuando le dijo exactamente "palabra por palabra". También debía dejarle en claro lo que exijía respecto a Alexander y...

Se puso en pie con la cabeza levantada y la mandívula apretada y, en un movimiento seco, dedicó una onde de choque de un color morado profundo a la habitación haciendo que todo quedase patas arriba. Tomó aire mientras papeles y restos de tela caían a sus lados oponiendo apenas resistencia a la gravedad.

Una chrysos del servicio se acercó corriendo y se quedó de piedra al encontrarse con la escena. El líder la miró con rabia y le estampó:

- ¡Tú, estúpida! ¡Recoje todo esto! -Dicho esto caminó con rápidez y rabia hacia la puerta y dio un empujón a la mujer para que le dejase paso. El líder sentía que llevaban un día entero tomándole el pelo y eso lo enfurecía en gran medida. Los ojos le brillaban en un morado muy poco esperanzador.

*Se va*

Llegué a la sala común y me senté en el sofa, mientras sacaba a Hoju de mi bolsa para que se acomodase donde quisiese. La chimenea estaba encendida, por lo que desprendía un calor que invitaba a hacerse un ovillo... de hecho eso hizo Hoju, así que yo acabé tumbándome en el sofá, mientras contemplaba el fuego.

No paraba de darle vueltas a lo que ponía en la carta que me envió Silvanus. Últimamente la leía una y otra vez... a pesar de que no fuese un texto muy agradable.

Suspiré... nuevamente sentí la necesidad de leerla, así que abrí mi bolsa, la saqué y la leí, mientras recreaba la voz de Silvanus diciendo aquello en mi cabeza.

"¿A qué se refiere exactamente con: el que tuvo, retuvo...?", pensé de nuevo, ya que aquello era lo que me cuestionaba una y otra vez.

Poco después de plantearme aquello solía intentar disiparlo de mi mente... y eso hice nuevamente.

Aparté la carta hacia un lado y cerré los ojos, mientras intentaba tranquilizarme con aquel calorcito tan acogedor.


*se queda*

Llego a la sala común mientras me pongo un par de guantes blancos.

Veo a Hewina acurrucada en el sofá, medio dormida junto a su mascota.
-Te va a doler la espalda luego- asiento sin parar a verla mientras me pongo a revisar unos libros que hay allí.

Estaba ya prácticamente dormida cuando una voz familiar me sobresaltó. Abrí los ojos y me incorporé lentamente, y entonces vi a Alexander mirando los libros de la sala.

"Maldito mentiroso...", pensé mientras me enfadaba. Me senté con las piernas cruzadas y miré hacia el fuego.

"Tranquilo. Mi espalda ya ha soportado cosas peores.", digo, rememorando cuando había roto una lápida contra mi espalda.

De todos modos aquel sofá no estaba nada mal... al menos a mi no me parecía incomodo.

La veo alzando una ceja y dibujando una sonrisa que cruza mi cara.
Parece molesta o enfadada. Jeje, Como si a mí me importara mucho.

-Si, ese cabezón lleno de...- hago una pausa y me quedo pensando que puede haber dentro de la cabeza de esta cosa.- ese cabezón te tiene que dejar la espalda echa un nudo- digo viéndola mientras me aliso la chaqueta, dando a entender que en su cabeza no hay nada.

Lo miré de reojo unos segundos, pero decidí ignorarle. No merecía la pena responder a un comentario ofensivo tan simple y estúpido.

Hoju, que ya estaba despierto, se colocó en mi regazo y comencé a acariciarlo.

Entonces cogí la carta de Silvanus y la guardé en mi bolsa, por si acaso.



pd: curiosamente a Hewina se le sube mucho el ego cuando esta con gente que tiene el ego ya subido de por sí XDDD

Veo como guarda algo.
-¿Que escondes cláritas?- digo dando un par de pasos hacia ella.- no me fio de ti, generalmente las que van de buenas son las peores putitas- sonrío y tiendo mi mano.- es algo ilegal, ¿verdad?- digo sonriendo y extendiendo la palma de mi mano enfrente de ella.

Me crispé levemente ante aquel comentario, pero mantuve la compostura y le dije: "No es nada ilegal. Y por supuesto, no es nada de tu incumbencia"

Tras esto desvié la mirada, ignorando la mano que me había tendido. No se que pretendía con eso, pero si pretendía que le iba a dar lo que había guardado estaba muy equivocado.

"Por cierto... yo tampoco me fio de ti. Los que critican a la gente por diversión no suelen ser buenas personas.", dije mientras me recostaba más en el sofá y cruzaba los brazos.

"Y no digamos nada de los que mienten, manipulan y tergiversan todo a su manera", le dije con un tono cortante, esperando que se diese por aludido ante todo esto.