Sala común

La miré confuso. Me rasqué la sien.

- ¿No era la segunda letra? -. Alcé la vista hacia el techo, pensativo, preguntándome qué se me habría escapado de aquel extraño idioma que tantas veces creí haber escuchado-. ¿Es la tercera, entonces? O a lo mejor las chicas caeruleus usan otro lenguaje... De verdad creí que había acertado esta vez, pero veo que soy imbécil y nunca acierto.

Se me estaban empezando a empañar los ojos de frustración. ¿Y si no quería sexo? A lo mejor simplemente no quería hacer nada conmigo.

- ¡¡Uno solo ejecuta gulas de egipto que se esán ocurriendo no en emisarios si están estrechas del encinar etimológico finiquitado empezando ni se unta otras dos eses!!

Lo miré confusa. ¿De qué clase de lenguaje hablaba? ¿Y a qué venía lo de la segunda o la tercera letra? ¿Era ese el código del extraño lenguaje del que hablaba? ¿Y a qué se refería con que las chicas caeruleus utilizaban otro lenguaje? ¡El único que no estaba hablando con coherencia era él! ¡¿Qué demonios significaba esa última frase?!

Suspiré. A lo mejor no quería hacer nada. Clavé mi vista en el sofá.

—En serio... No sé de qué hablas, Rick... — Lo miré de reojo. Esbocé una tímida sonrisa —. ¿Todavía quieres dormir conmigo o no...?

Suspiré. Parecía que, efectivamente, no tenía ni idea del lenguaje que yo le estaba hablando. Y con el rollo de pensar tanto en palabras cuya segunda letra fuese la que yo quería me había tenido que concentrar tanto que hasta me dolía un poco la cabeza. ¡Si ya decía mi padre que los hombres debíamos hablar lo justo!

Sonreí y la abracé.

- Está bien. ¿Nos tumbamos y dormimos aquí? Puedes acomodarte sobre is anchos y fuertes músculos si quieres.

Ya buscaría una forma mejor de pedirle aquello que iba después de los besos. Mejor esperar que quedar de maleducado.

Sonreí y le besé la mejilla.

—Vale... Pero, antes de tumbarnos y todo eso, voy a coger unas mantas — murmuré, mientras me levantaba.

Salí de la sala común y fui a los dormitorios de las chicas. Una vez allí, cogí las mantas de mi cama con cuidado (no quería despertar a nadie) y me puse el pijama (ya que había ido hasta allí, podía aprovechar. Era más cómodo dormir en pijama que con ropa). Luego me fui, con el mismo cuidado con el que había entrado, y volví a la sala común.

Me tumbé con Rick, nos tapamos con las mantas y hablamos hasta que nos quedamos dormidos.

*se duermen*

fdR. :_D cutre

Entré en la sala que siempre había sido desconocida para mi, a pesar de que se oían ciertos rumores que indicaban que estaba maldita, o hechizada. Pero la verdad, no era gran cosa. Un par de estanterías decoraban el cuarto con libros probablemente informativos y poco entretenidos. Después varios sofás y mesas se disponían por toda la habitación. Era, digamos, una sala "acogedora".

- ¿Y qué se supone que se hace aquí? - Pregunté en voz muy baja, con la intención de que si hubiese alguien más en el cuarto escondido por ahí, que no me pudiese escuchar.

Me dirigí lentamente a uno de los sillones individuales y me senté.

*Me quedo*

Entré en la sala común, pues ya había acabado con mi investigación y ahora podría hacer lo que me saliese en gana. Estaba completamente silenciosa, y si no fuese porque me acerqué a uno de los sofás, no habría podido ver que había una joven parvus sentada (pues el respaldo del sillón la eclipsaba totalmente).

- Buenos días - saludé. Como jefa mi deber era al menos mostrarme respetuosa con los miembros del palacio, además, tenía una reputación que mantener.

Me dirigí a uno de los sofás para dos personas y me senté en ellos, de forma que la joven parvus no estuviese en frente mía, sino en un lateral -el izquierdo-.

*Me quedo*

Otra mujer estaba en la sala. No sabía si acababa de entrar o si ya estaba dentro. Se acercó a mí y me saludó, para después sentarse en un sofá a mi derecha.

- Buenos días - le respondí al saludo, como todo el mundo acostumbraba a hacer en esas situaciones.

Estar en silencio no me gustaba, así que decidí presentarme, al menos la situación no sería tan incómoda.

- Mi nombre es... Elektra Samon - comenté un poco incómoda, no estaba acostumbrada a esto de hablar con desconocidos por propia voluntad, normalmente eran ellos los que se presentaban forzándome a mantener una conversación con ellos. Esto era diferente.

La joven parvus se presentó como una tal Elektra Samon. Parecía inofensiva, pero quizás eso se debiese a su estatura propia de los parvus. Como buena líder, mi deber era corresponder a su conversación.

- Encantada, Elektra, mi nombre es Cynara Ethrial - dije dibujándoseme una leve sonrisa en la cara.

Cogí el tessen que tenía amarrado a mi pierna derecha mediante una liga, y con un gesto ágil y sutil, lo abrí ocultando la mitad inferior de mi rostro, mostrando en su lugar el símbolo del clan flamma de los Ethrial.

- Aunque algunos me conocen como... La jefa flammas del castillo de Brontë - añadía esperando a ver su reacción, que si se trataba de una buena chica, sería la adecuada.

En el momento en el que acabó de presentarse la que ahora sabía que era la jefa flamma (Cynara Ethrial) me levanté dirigiéndole una gran reverencia.

- Encantada de conocerla, estoy a su disposición en todo lo que me pida - declaré recordando esa misma situación con el jefe caeruleus.

- ¿Será cierto lo que dicen que la líder flamma y el líder caeruleus se van a casar? Tendré que corrobrar la información ahora que tengo a uno de los dos - Pensé para mis adentros, mi plan no hacía más que empezar.

- Disculpe mi actuación precipitada a la hora de presentarme - añadía, como disculpa, tratando de mostrarme lo más educada posible, al fin y al cabo, era lo que los jefes pedante querían, ¿no?

Cerré el tessen y negué con la cabeza.

- No hace falta que me trates con tanta...formalidad - aseguré mientras colocaba el filo de mi abanico en su mentón, haciendo que levantase la cabeza, apenas utilizando la fuerza -pues si utilizase la fuerza podría hasta rebanarle el cuello-. - Me gusta sentirme cómoda cuando hablo con la gente, no que me traten como a una reina - mantí, adoraba que me tratasen como una princesita, pero para eso ya tenía a Aren.

Hice retroceder el tessen para que no se sientiese incómoda, y me acerqué un poco hacia ella.

- Y cuéntame, ¿qué te ha traído por estas tierras? ¿Cuál es la razón de que vengas a este castillo? - Pregunté fingiendo interés. Pues supuestamente los jefes estábamos entre otras cosas para "cuidar" de todos los que viniesen.

Parecía que a esta jefa no le gustaba que la tratasen con formalidad -algo muy raro que casi nunca se solía dar-, aunque por mí mejor, no tendría que controlar cada una de mis palabras. Noté el filo de su arma cerca de mi cuello y no puede evitar estremecerme, aunque logré controlarme, ya que lo retiró poco después, para realizar dos preguntas -que vienen a ser una, ya que preguntó lo mismo-.

- Pues... La verdad... Estaba un poco cansada de trabajar en las minas... Pensé que sería mejor idea ayudar al mundo, el que nos da la vida, con toda mi alma - respondí tornando mi mirada con un brillo esperanzador -. Llevo aquí más de tres meses y aún no hemos hecho nada de nada.

Noté como se me acercó un poco, entonces decidí sutilmente retroceder un paso, esperando que no se diese cuenta, o que no lo tomase como un gesto descortés.

Sonreí ante su respuesta, inundada en la inocencia y esperanza de un niño pequeño. No pretendía ser cruel, simplemente me resultaba gracioso que esa fuese la única razón por la que hubiese decidido acudir al castillo, porque eso demostraba el verdadero amor que sentía la parvus por su patria.

- Eso es admirable, muy poca gente tiene el coraje de participar en un proyecto en el cual corre su vida peligro, de forma voluntaria, simplemente para ayudar a su patria - expresé con admiración y realizando un gesto con las manos que tratase de expresar el mismo sentimiento.

Me fijé en la chica. Su físico era realmente encantador, no encajaba con su perfil para nada. Si la hubiese visto en otra situación, habría apostado que se quedaría en casa todos los días a ayudar a su madre a hacer la comid y a realizar las tareas domésticas, no a matar guerreros y bestias para "salvar al mundo".

- Y dime... ¿vas a participar en el torneo? - pregunté tratando de averiguar más cosas de la joven. Quizás podría sorprenderme algo más.

Sonreí involuntariamente ante el comentario de la mujer de cabellos de fuego, al principio la líder se había mostrado un poco taciturna, pero a medida que la conversación fue avanzando se había vuelto más... "agradable".

- ¡Por supuesto! - Exclamé, tan sólo pensar en que iba a participar en un evento así dentro de el castillo, sería la primera vez que entraría en acción.

Tendría que aprovechar ahora para preguntar algo, para sacarle algo de información a la líder, ¿pero qué debía hacer? No podía mostrarme ruda, eso estropearía mi imagen ante Cynara Ethrial.

- Y... ¿Usted participará como jurado? - Esa pregunta era perfecta, me serviría para cambiar las tornas en la conversación, ahora sería yo quien preguntase.

Me sorprendió un poco la reacción de Elektra, ¿tan emocionante resultaba participar en un torneo? La verdad... Era un poco rara.

- ¿Cómo jurado? ¿Yo? - La retórica en la pregunta podría notarse a cien kilómetros de distancia -. Sinceramente, lo dudo, pero quien sabe... Siempre podrán necesitar una suplente - comenté un poco jocosa, pensando que probablemente serían varios los jefes que no querrían actuar como jurado.

Entonces me di cuenta de que tenía que marcharme, había quedado con otros jefes fuera del castillo, y tendría que preparame.

- Discúlpame, pero ahora no puedo seguir hablando contigo - comenté poco después de responder a su pregunta, sin darle tiempo a decir nada más -. Ha sido un placer conocerte, espero poder hablar otro día contigo.

Entonces, sin más rodeos, abandoné la sala rápidamente, dirigiéndome al cuarto donde las jefas dormíamos, para poder organizar y preparar mis cosas para marcharme.

*Me fui*

Cuando iba a realizar mi segunda pregunta, después de saber que probablemente la líder flamma no actuaría como jurado; esta abandonó la sala, tras despedirse con una fácil y rápida disculpa. No tuve tiempo ni para decirle adiós en su presencia.

Me dio un poco de rabia, yo quería conocer datos sobre su vida, serían información fresca para intercambiar en el castillo.

Yo también tenía cosas que hacer, aunque no era tan urgente como aparentemente lo eran los menesteres de la señorita Ethrial.

*Me fui*

Entro en la sala común mientras mastico una galleta. Está muy rica y aún tengo 2 más. Una será para Tristán y la otra... para mí, supongo. Me sientoo delante del fuego con las piernas cruzadas.

-Aquaerum- digo en un tono normal. Una pequeña bola azul -más pequeña de lo normal a propósito- se crea en mi mano y la lanzo de una mano a otra como si fuera una pelota. A ver cuanto tiempo soy capaz de mantenerla. Quiero perfeccionar mi capacidad con la magia...

*se queda*

Llegué a la sala común con el libro que había estado leyendo estos últimos días bajo el brazo. Nada más entrar, me encontré con Silvanus Kettleburn, que estaba sentado enfrente del fuego. Fruncí el ceño y lo observé en silencio. Llevaba meses sin hablar con él. Y no me arrepentía de haberle retirado la palabra, pero, por otro lado, tal vez estaría exagerando...

O no. El piscis me había tratado mal desde el día que nos conocimos. Y si bien se había disculpado un par de veces, nada más mostrar su arrepentimiento había vuelto a tratarme mal. Era como una especie de pez que se mordía la cola, o algo así...

Suspiré. Seguro que me ya había visto y, en ese caso, no decir nada sería rebajarme a su nivel.

—Hola.

Y ahora me iría lentamente.

Una voz casi desconocida me sobresalta, haciendoque mi pequeño Aquaerum desaparezca de mis manos. Giro rápidamente la cabeza. Es ella.

-H-hola- digo poniéndome de pié como una flecha.- cuanto tiempo...- digo rascándome la nuca un poco nervioso.- ¿qu-qué tal? - comento en tono bajito. - Hacía tiempo que no... hablábamos...

El Aquaerum con el que estaba jugando desapareció y el piscis giró la cabeza. Yo lo miré, con el ceño fruncido, y esperé a que él hablase. En cuanto me saludó, asentí. Observé cómo se ponía en pie y escuché en silencio lo que decía. Hablaba en un tono tan bajo que era bastante complicado escucharle.

—Bien — respondí con sequedad.

Alcé la vista del suelo y contemplé la estancia. Observé la chimenea, el sofá, los cojines, la mesa... Y luego clavé mis ojos en los suyos.

—¿Y tú?

Ante una pregunta tan directa y concisa, que denota su mal estar latente conmigo aún, me pongo tenso y aprieto los puños. -Yo-yo muy bien- digo rápido y un poco nervioso.- Yo... yo me alegro que tu estés bien y esas cosas...- digo llevándome una mano a la mejilla para rascármela un poco nervioso. No sé muy bien de qué hablar con ella. Hace tanto tiempo que no la veía que era como una desconocida para mi. Solo se su nombre.

-Tienes buen aspecto- digo para romper un poco el hielo.

FdR: .________. rol genial XD

Asentí.

—Eso está bien — murmuré.

Me pasé una mano por el pelo y coloqué un mechón detrás de mi oreja derecha. Lo miré de reojo.

—Yo también me alegro de que estés bien, supongo.

Mis dedos tamborilearon sobre la tapa del libro que sujetaba. Había ido hasta la sala común para poder leer y, definitivamente, había sido una mala idea. Habría sido mucho mejor haber ido a los jardines, porque así no me habría encontrado con Kettleburn y, como no lo habría visto, no habría hablado con él y, como no habría hablado con él, ahora mismo podría estar leyendo sin ninguna clase de problema.

Suspiré.

—Gracias. Intento cuidarme para estar bien — respondí, con sequedad —. Tú también pareces... Sano.

FdR. te di a elegir entre Lyam e Inger y elegiste a Inger... xD
así que no me vengas con esos comentarios.

FdR: ya, pero tenía ganas de este rol XDDDD aunque sea sosito XD


Sonrío tímidamente y aprieto los labios sonriente.

Me fijo en su libro cuando lo golpea varias veces con sus dedos. Doy un timidísimo paso hacia delante- ¿Está bien ese libro?- entonces me acuerdo de algo de lo que podríamos charlar un poco. - Ah, por cierto, ¿estas mejor de tus heridas de la misión? Emocionante, ¿verdad?aquellos tipos nos la jugaron bien- le comento sonriente.

Me palpo el bolsillo. La noto. La saco.
-Ah, tengo una galleta aquí. ¿La quieres?- pregunto tendiendo mi mano hacia ella.
Si la acepta, quedaré encantado, sino, me la comeré yo un poco mas tarde.

Retrocedí un paso y asentí.

—A mí me gusta — murmuré —. Es una recopilación de cuentos, así que no sé si eso entra en tu definición de buen libro.

Me pasé una mano por el cuello y escuché su siguiente comentario. Fruncí el ceño. ¿En serio creía que nuestro fracaso de misión era un buen tema de conversación? Porque, sin duda alguna, no lo era. Todo nuestro esfuerzo no había servido para nada. Si bien habíamos llevado los bismontes, el líder caeruleus nos había sancionado, por lo que nuestra recompensa (lo que, al menos para mí, era el aliciente para haberme apuntado a la misión) había empeorado.

Chasqueé la lengua.

—Estoy bien de mis heridas... Pero no creo que la misión fuese "emocionante" — Lo miré de reojo —. Yo la definiría como "peligrosa"... Y como fracaso... O algo así.

Alcé ambas cejas al ver cómo rebuscaba algo entre sus bolsillos. Cuando extrajo aquello que buscaba (una galleta), negué con la cabeza.

—No, gracias. No tengo hambre.

Jolin, no acerté en nada... ¿de qué podría hablar? es una chica muy dificil...

Bueno... tienes razon, pensándolo bien... pudímos haberlo hecho mejor...- digo viendo al suelo.

No cogió mi galleta. Por lo menos he sido amable. Retiro el brazo lentamente y me llevo la galleta al pecho, para luego guardarla. Me siento un poco inútil.

Doy un par de pasos hacia atrás y cojo a Tristan del suelo. Solo se escucha entre nosotros el crepitar del fuego. Cuando vuelvo a la posición inicial, vuelvo a hablarle.

-¿Aún sigues enfadada conmigo por lo de aquella vez?- digo llevándome un dedo a la boca

Asentí.

—Definitivamente, pudimos haberlo hecho mejor — murmuré.

Me pasé una mano por el cuello y observé cómo guardaba la galleta. Me pregunté, mientras nos sumíamos en silencio, si podría irme de la sala común sin quedar como una maleducada. La conversación no nos llevaba a ningún sitio (y admito que yo no ponía nada de mi parte), por lo que no veía del todo mal abandonar la sala. Si me iba, yo podía leer y él podía seguir haciendo lo que quisiese que estuviese haciendo antes de que yo llegase.

Justo cuando iba a despedirme, el piscis me preguntó si seguía enfadada. Alcé la vista del suelo y clavé mis ojos en los suyos. Fruncí el ceño.

—¿A qué vez de todas te refieres? — pregunté, con frialdad. Alcé ambas cejas —. Porque a lo mejor sólo recuerdas un motivo por el que debería estar enfadada contigo, y, realmente, hay más que uno... — Volví a fruncir el ceño. Suspiré —. Mira, esta conversación no lleva a ningún sitio. Tú no me caes bien, y creo que yo a ti tampoco, así que... Mejor me voy y... Sé feliz haciendo lo que sea que estuvieses haciendo... No te odio, por si te lo preguntas. Y, bueno... Somos compañeros, así que no voy a ignorarte si estás en peligro en una misión o algo así —Me pasé una mano por el cuello. Volví a suspirar —. Pero no disfruto demasiado con tu compañía...

Me di la vuelta. Avancé hasta la puerta. Lo miré por encima del hombro.

—Descansa. Pasatelo bien y todo eso... Buenas noches, Kettleburn.

Y me fui.

FdR. sé que la despedida es muy wrf? pero acabo de acordarme de que mañana quedé "temprano" con una amiga xDU