Sala común

Lluvia caminaba por los pasillos alegremente. En los últimos días había descubierto más sitios de Palacio: aparte de la biblioteca, había encontrado una sala con muchos instrumentos, las mazmorras y también la sala común, a la que se dirigía ahora mismo.

Cuando llegó, se encontró con que allí ya había gente: una aether desconocida, alta y con unas alas y un pelo precioso, y la piscis Massen Dew, que parecía estar leyendo algo. Lluvia esbozó una sonrisa, todavía pegada al marco de la puerta, y saludó con cierta timidez:

—Hola...

Alcé la vista al oír una suave voz, y al ver a Lluvia en la puerta sonreí. Cerré el libro y lo dejé sobre mi regazo, y al desviar la vista a él vi otra figura por el rabillo del ojo. Fier estaba asomada a la ventana. No la había visto entrar.

-Hola, Lluvia -saludé, invitándola a entrar con un gesto. Me volví hacia Fier-. Perdona, Fier, no te había visto. Buenas noches.

Dejé el libro a los pies del sofá, en el suelo, y me descalcé. Después, encogí las piernas, subiendo los pies al sofá y recostándome levemente sobre el brazo, en busca de una postura más cómoda. Contemplé el fuego, que crepitaba en la chimenea, un poco más allá.

Lluvia ensanchó la sonrisa y se adentró en la sala. Se acercó hasta el sofá donde la piscis estaba sentada y tomó asiento tras comprobar que no molestaba.

—¿Cómo estás? —preguntó, mirando a la piscis. Luego alzó la vista y observó a la otra aether, que, según las palabras de Massen, parecía llamarse Fier. Lluvia parpadeó un par de veces, como medio absorta. Pensó que, aunque ambas eran aethers, apenas se parecían.

—Me llamo Lluvia Al'Lanster, señorita... —murmuró, volviendo a sonreír. Luego, como si acabase de acordarse de algo, se puso en pie y se acercó hasta la aether. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas—. ¡Disculpe mi insolencia! —exclamó, mientras le tendía una mano—. Soy Lluvia Al'Lanster y lamento no haberme presentado con el debido respeto y... Eh. —Frunció ligeramente el ceño—. Espero que disculpe mi falta de modales, señorita... ¿Fier?

Me encogí de hombros cuando Lluvia se dirigió a mí, con una sencilla sonrisa. Seguía dando vueltas a las palabras de Nagore, a la que no había vuelto a ver a pesar de nuestra reconciliación. También Follow estaba desaparecido de nuevo, aunque en él eso era más habitual. Aún así, no quería cargar a la chica con mis problemas; ya bastante había hecho confiándoselos a Fier.

-Bien, gracias -respondí.

Iba a preguntarle qué tal estaba ella, pero se volvió hacia Fier, algo nerviosa y guardé silencio. Contuve una sonrisa divertida. Su ansia de mostrar sus buenos modales me recordaba a mí misma. Había tardado mucho en aceptar que bastaba con el respeto entre compañeros.

Sonrió ámpliamente.

—Un placer, Fier Galatea —murmuró. Luego miró a Massen, girando el cuello para poder observarla por encima de su hombro. Ensanchó la sonrisa—. ¡Me alegro de que estés bien! Yo también estoy bien. He encontrado muchas cosas —frunció el ceño—, aunque también me he perdido un par de veces, ¡pero...!

Antes de que pudiese terminar la frase, Lluvia notó cómo la aether la levantaba sin previo aviso. Soltó un pequeño grito, sorprendida por la situación, y miró a Fier con los ojos ligeramente desorbitados y las cejas muy arqueadas. Cuando empezaron a girar, buscó algún tipo de apoyo en los hombros de la aether. No entendía qué estaba pasando. ¿Por qué hacía eso? ¿Era una especie de saludo de los guerreros? ¿Había saludos secretos entre los guerreros de Brontë? Mientras giraba, miró a Massen, completamente confusa, esperando que la piscis dijese algo.

Cuando finalmente la dejaron en el suelo, se llevó una mano a la frente y se sentó en el sofá, ligeramente mareada por las vueltas. Miró primero a Fier, luego a Massen y después volvió a mirar a la aether. Frunció ligeramente el ceño.

—¿Po... Por qué? —preguntó. No tardó demasiado en añadir—. Bueno, no necesito otra prueba de que usted no es mucho mayor que yo, pero no entiendo por qué ha hecho eso...

Observó a Massen de reojo. ¿Lo entendería la piscis?

Cuando vi a Fier alzar a Lluvia en el aire, no pude evitar abrir los ojos como platos, y al ver la jovialidad de Fier y la sorpresa de Lluvia tuve que morderme el labio inferior para no reír. La escena era realmente graciosa, aunque me decepcionó un poco no ver a Lluvia echar a volar con el impulso. Era lo que hubiera esperado.

Cuando Fier dejó a Lluvia en el suelo y le habló, no pude evitar una leve expresión de orgullo. Fier también había sido cariñosa conmigo, pero no me había alzado en volandas ni me había llamado niña. Observé a Lluvia, apenas unos centímetros más bajita que yo. No sabía cuántos años tendría, pero estaba bien no ser considerada la pequeña por una vez. En casa no había sido la pequeña más de un año.

Me encogí de hombros cuando Lluvia me miró de reojo, observándolas a las dos con una sonrisa, en silencio. No se parecían en nada, pero a la vez sí. Era extraño y tierno.

Parecía que Massen no sabía el motivo por el que la aether se había comportado de aquella forma. Lluvia frunció el ceño, confusa. A lo mejor no lo había hecho antes y, simplemente, se había comportado así sin ningún tipo de motivo secreto (como un saludo o así).

Lluvia observó cómo Fier se sentaba y ladeó la cabeza. Escuchó lo que decía con atención, como si esperase que la aether se explicase. Cuando lo hizo, Lluvia formó una perfecta "o" con los labios, aunque no tardó demasiado en hablar.

—Oh, no creo que sea rara, es sólo que me cogió por sorpresa. —Esbozó una tímida sonrisa. Se preguntaba por qué la aether tendría un día raro, pero no lo preguntó. En su lugar, dijo—: Espero que mañana tenga un día mejor.

Seguí observándolas en silencio. Eran una pareja la mar de curiosa. Observé a Fier. No sabía qué le habría pasado, pero sí parecía que tuviera un día raro. Esta vez sí que reí, aunque bajito. Parecía un buen primer encuentro, y no quería entrometerme.

Recogí mi libro del suelo y me levanté.

-Me alegra veros a las dos tan animadas -dije, sonriendo-. Pero para mí ya es un poco tarde. Espero que te estés adaptando bien, Lluvia. Como ves, Fier está como en su casa -le dediqué un guiño cómplice-. ¡Buenas noches!

Y, sin más que decir, me volví hacia la puerta y me fui. Retomaría la lectura en otro momento.

*Se va*

Lluvia sonrió.

—También ha sido un placer verte a ti —murmuró como respuesta al comentario de Massen. Luego comenzó a mover la mano derecha de un lado a otro, como si se despidiese de la piscis—. Buenas noches, Massen.

Observó cómo la piscis abandonaba la estancia y luego se volvió para mirar a Fier. Escuchó las palabras de la aether en silencio, sin borrar la sonrisa. Fier parecía simpática; al igual que Massen, también se alejaba de la idea preconcebida que Lluvia tenía de los guerreros de Palacio. La aether comenzaba a pensar que tal vez había exagerado al imaginarse a unos compañeros tan serios como los que había creado en su mente antes de pisar Brontë.

—Espero que tenga un día mejor, ya sea entrenando o estudiando. —Esbozó una amplia sonrisa. Cuando preguntó qué le gustaba hacer en Palacio, frunció ligeramente el ceño, pensativa. Lo cierto era que no llevaba el tiempo suficiente ahí como para saber qué era lo que más le gustaba del sitio. Le había gustado explorar el bosque, y también le había gustado la biblioteca, pero no conocía sitios suficientes como para responder con seguridad a esa pregunta. Tal vez dentro de un par de días se encontrase con un lugar que la cautivase por completo.

—Bueno... No llevo mucho tiempo por aquí, si le digo la verdad. —Se pasó una mano por la nuca. Luego clavó sus ojos en la aether—. Pero de lo que he visto me gustan la biblioteca y el bosque. ¿A usted qué le gusta?

Escuchó con interés las palabras de la aether, los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre sus manos. Tenía curiosidad por saber qué más sitios había en Brontë, por saber cómo era la gente... Por el orden en el que la aether había enumerado las cosas, Lluvia se imaginó que sus compañeros debían ser tan simpáticos como las chicas que conocía. No obstante, esperaba tener oportunidad de comprobarlo ella misma.

—Nunca he estado en el observatorio. Ni he subido a los tejados ni he ido a los balcones —murmuró, mirando a Fier. Sonrió—. Pero espero poder ir pronto. Y también espero conocer a más gente, porque casi no conozco a nadie... —Ensanchó la sonrisa—. Aunque coincidimos en que lo mejor de la biblioteca es la cantidad de cosas que puedes encontrar en ella.

Lluvia alzó las cejas al ver la voltereta de la aether. Si ella intentase hacer eso, pensó, probablemente se llevaría un buen golpe. Observó con curiosidad cómo movía las alas. Le gustaban las alas de Fier; no se parecían en nada a las suyas.

Alzó las cejas y sus labios formaron una "o" cuando Fier comenzó a hablar de la gente que conocía. Parecía que llevaba mucho tiempo en Palacio, pues había dicho un montón de nombres. Conforme hablaba, Lluvia intentaba anotar mentalmente los nombres de todos los guerreros que Fier nombraba, y cuando pidió que la tutease, notó cómo se sonrojaba. No era la primera persona que se lo pedía (Massen también lo había hecho), pero no pudo evitar sorprenderse. No estaba acostumbrada a tutear a la gente.

—Oh, lamento haberl... Haberte tratado de usted —susurró—. Pensé que querías que te tratase así. Lo siento. —Esbozó una tímida sonrisa. Luego se humedeció los labios—. Y sí que conoce... Conoces a un montón de gente. —Alzó las cejas—. Yo, como ya dije, apenas conozco a un par de personas, pero, si dices que todos son simpáticos, te creo. Espero poder toparme con alguno de ellos pronto.

Recordaba que Massen le había dicho algo parecido cuando le había preguntado acerca de sus compañeros, y que la aether lo confirmase sólo hacía que la imagen de aquellos guerreros tan serios y gruñones que se había imaginado se difuminase. Lluvia sonrió, contenta. Si antes ya quería conocer a más gente, ahora sus ganas de encontrarse con alguien nuevo sólo habían aumentado.

Pese a que estaba disfrutando de la compañía de Fier, la aether comenzaba a estar cansada. Era bastante tarde y no estaba acostumbrada a quedarse despierta hasta esas horas. Se levantó del sofá e hizo una pequeña reverencia. Luego miró a Fier, sonriente.

—Ha sido un placer conocerte, pero lo cierto es que estoy algo cansada. —Se encogió de hombros con cierta timidez—. Así que, si me disculpas, creo que me iré a dormir. ¡Espero que nos veamos otro día! —Esbozó una amplia sonrisa—. Buenas noches, Fier.

Y dicho eso, abandonó la sala común.

*se va*

Las cosas parecían haberse arreglado entre Massen y yo, y ahora, un poco más relajada, decido que es un buen momento para dar una vuelta por los alrededores, pues no tengo mucho sueño, la verdad.
Repaso con mi dedo libros de las estanterías con en fin de encontrar alguna respuestas a una pregunta que no la tiene.
Al final acabo por suspirar y sentarme, con modorra hacia el fuego, viendo como crepita, pensando en nada.

*se queda*

Paseo por el palacio sin rumbo, satisfecho y con el estómago lleno. Todo el edificio parece estar lleno de mil rincones que descubrir y estoy dispuesto a recorrerlos uno a uno. Otra cosa no, pero tiempo para investigar...

Camino distraído, sin fijarme demasiado en dónde pongo los pies o a dónde me dirijo. Llego a una sala cálida, con sillones y una chimenea, pero no reparo en ella. Mi mente vuela a la cena que acabo de disfrutar y reflexiono sobre si podría haber comido un plato más para saciar mi gula. Tan enfrascado en mis pensamientos estoy que, mientras paso tras los sofás, no veo la alfombra, que se levanta como por arte de magia para hacerme la zancadilla. O eso quiero pensar. Caigo al suelo rodando, pero me levanto rápidamente.

- Con todos ustedes... ¡el fantástico yo!- hago una reverencia hacia un público inexistente y me aplaudo y ovaciono a mí mismo. Es mejor reírse de uno mismo, ya que nadie más está ahí para aprovecharlo.

-¡Por Mithos!- chillo dando un salto en mi asiento-. ¡Joder!-casi río sofocada, al ver al Flamma rodar y levantarse como un circense de su caída.
- Menudo susto-digo azorada y levantándome- ¿Estás bien?- pregunto acercándome, preocupada. - Me llamo Nagore. ¿Eres nuevo? - pregunto tendiéndole mi mano. Es mono... y sex... NONONO NAGORE NO. Le hiciste una promesa a Massen. No más chicos o por lo menos, no más chicos precipitados. Respiro profundamente. Bien. Control.
-¿Cómo te has caído, hombre?- río. - Debes andar con cuidado.- hablo fijándome en su decorado cuerpo. Realmente es guapo.- Tío, qué bueno estás~-mascullo entre dientes.

Abro mucho los ojos. Al parecer, sí que tenía público. Una chica ha visto mi torpe caída... Otra pequeña monada, al parecer. Sonrío un poco azorado, pero... ¿qué sería la vida si nadie se riera de ti?

- Narbe, un placer- tomo su mano y le guiño un ojo-. Y no me he caído. Eso es solo una pequeña muestra de mi arte de tirarme al suelo en los modos y momentos más inoportunos y extravagantes. Llevo meses practicando este. ¿Te ha gustado?- rompo a reír y niego divertido-. No, la verdad es que he sufrido una emboscada por parte de la alfombra. Soy nuevo y claro, se aprovechan de mí...- la chica murmura algo que no alcanzo a entender-. ¿Decías algo, monada?- tengo un pequeño problema con estas chicas. Debería aprender a calcular su edad o podría meterme en un aprieto...

Río y le sigo la broma, realmente divertida.- Pareces un Parvus en vez de un Flamma. ¿No tendrás sangre Parvus? Tu sentido del humor no es normal.- afirmo secándome una lagrimita divertida, haciendo referencia al legendario Humor Parvus del que mi tío Nagorr habla todo el rato y del cual alardea.

-Pues si las alfombras te putean, ten cuidado con los tentáculos de los boros- río, moviendo mis dedos cerca de él, como si fueran dos mini-boros, para reír de nuevo.

Cuando me llama monada, siento una presión muy fuerte en la cabeza y en la nariz, como si me fuese a sangrar o algo. - N-n-no... no dije... nada- digo ocultando un: "estás buenísimo" recordando las mil y una malas experiencias que he tenido con los chicos. Debo preguntarle a Massen y hablarle sobre este. Quizá me dé el visto bueno o algo. No sé. De momento, actuaré con cautela.
Sin embargo, no puedo contenerme del todo.
-¿T-t-t-te parezco... mona?- río perpleja. Nunca llegaré a acostumbrarme a los piropos y a los buenos tratos.

Bajo la cabeza para hacerme un moño rosa mal hecho, para que no me moleste el pelo. - Dime, ¿te has hecho tú solo todos esos... agujeros?- le pregunto señalando su cara, ciertamente asombrada por sus pendientes- ¿Es la moda de Ignis o qué?- río. - ¿Tienes más por el cuerpo? Algún día deberías dejar que los vea. Un combate de entrenamiento estaría bien. Al fin y al cabo, somos guerreros y debemos estar listos.- Río.

Vuelvo a tener esa extraña sensación de duda. ¿Se estará riendo de mí? ¿Es así como los parvus se ríen de la gente? Pero Nagore parece realmente divertida por la situación, así que bajo la guardia. Un poco. Parece agradable y estas chicas me recuerdan tanto a mis hermanas... (Lo cual debería ponerme sobre aviso. No hay nada peor que creer que por no levantar dos palmos del suelo no te van a putear. A mis pequeñajas las carga el diablo.)

- ¡Claro que eres mona!- me contengo para no revolverle el pelo. La acabo de conocer, no puedo ir despeinando a la gente cuando la conozco. Además, pronto se lo recoge en un pequeño moño. Me siento desubicado por un momento, cuando pregunta por mis agujeros.- ¡Ah, los piercings! Sí, solía hacérmelos yo solito. Creía que me daban aspecto de tío duro- finjo un rugido y sonrío-. Ya forman parte de mí como mis manos o mis orejas- se me iluminan los ojos cuando habla de entrenar. ¡Entrenar! Es justo lo que me hace falta. Así me sentiría un poco útil. Le tomo de ambas manos y tengo ganas de saltar-. ¡Claro que sí! Siento que me estoy oxidando. ¡Necesito la adrenalina del combare

-Bua... eso tiene que doler...- sentencio dibujando una mueca de dolor divertida.
-Lo han conseguido- digo mirándolo de arriba abajo y devolviéndole el rugido, graciosa, inclinándome hacia delante y enseñando todos los dientes.
-Pues ya sabes machote: la próxima vez que nos veamos, será para echarnos unos entrenamientos.- digo alzando mi mano para que la chocase, guiñándole un ojo. - Bueno, Narbe. Ha sido un verdadero y absouto placer conocerte. Estaré encantada de volver a verte- digo riendo y contentísima, deseando hablar con Massen para contarle que he conocido a un nuevo chico.
-¡Hasta mañana!- me despido corriendo ilusionada, con energías renovadas.

*se va toa japi*