Jardines (2)

Ríes, tintineante, brillante, cristalina. Asientes suavemente a su ocurrencia, coincidiendo con el encanto de tus experiencias bajo la lluvia. Porque, realmente, todo lo que incluya tu presencia es de por sí encantador.

─Oh, bueno, por supuesto que puede tener su encanto ─coincides en un arrullo─. Aunque reconozco que esa experiencia prefiero tenerla con los pies en la tierra.

Vaya, incluso cuando el deber lo llama, no es capaz de renunciar a su presencia. Es comprensible. ¿Quién podría desprenderse de tu compañía? Y tú, dispuesta a compartirla con el mundo entero, a ofrecerles esa bendición, concedes de nuevo.

─Por supuesto, me encantaría ─aceptas su propuesta─. Te acompañaré dentro. Tampoco me conviene dejar que se me haga tan tarde.

Y así, brindándole un momento más de tu compañía, ambos volvéis al interior del palacio.

*Se van*

da puntos.

Hacía frío y ya había caído la noche, pero por extraño que pudiera parecer, me apetecía dar un paseo. No quería alejarme mucho del propio palacio, pero aunque no fuera un enamorado de la nieve, sí era una novedad, y casi cualquier cambio era bienvenido en la rutina. Los jardines, en concreto, tenían un encanto particular cubiertos por la nieve.

Así que me limité a pasearlos, disfrutando del silencio y de la blancura del entorno.

*Pasea por ahí*

Ver una sombra caminar por los jardines me hace apurar el paso hasta llegar casi a correr hacia la persona que pasea, con una sonrisa en los labios. Escucho todos los cacharros de mi mochila hacer ruido en lo que avanzo, al golpearse unos contra otros. Ni siquiera sé de quién se trata, pero lo cierto es que me genera cierto respeto la idea de entrar y me apetece ver una cara familiar.

Resulta ser Cierzo, aunque no lo diferencio del todo hasta que estoy bastante cerca. ¿No era antes más alto? ¿Acaso he crecido tanto?

Le dedico un gesto de saludo con la derecha y una sonrisa amable. Emocionada, un poco. No es que haya pensado mucho en Cierzo en concreto, pero ahora, al verlo, como que me alegro mucho de verlo.

Resultó que no era el único que había decidido salir a dar un paseo. O eso pensé, al principio hasta que me di cuenta de quién se acercaba a saludarme. Porque, oscuridad aparte, tardé un momento más de lo que hubiese sido educado en reconocerlo. Claro que no me consideraba culpable de ello.

Enarqué una ceja. Aquello sí que era una sorpresa. No era que tuviera una relación muy estrecha con aquel chaval, pero lo conocía lo suficiente como para que me llamase la atención encontrármelo allí. Y, tal y como venía, no tardé en concluir que no era que hubiese salido a dar un simple paseo.

─¿Jun? Dichosos los ojos, ni recuerdo la última vez que te he visto por aquí ─saludé, con una inclinación de cabeza─. Aunque viéndote así, me atrevería a decir que es que acabas de llegar.

¿Cuánto hacía que estaba fuera? Ni me acordaba de él, prácticamente.

No puedo evitar sonreír de oreja a oreja, la verdad. Que me haya reconocido es hasta un alivio. Me daba un poco de miedo llegar aquí y encontrarme con que ninguna cara me suena y con que nadie recuerda la mía.

Palpo con energía mis bolsillos. ¿Dónde he metido la pizarra? El colgante lo tengo a buen recaudo, pero no lo llevo al cuello. Ah, aquí la tengo. Enseguida garabateo en ella, con trazo firme y rápido.

"Acabo de volver de Aqua. He estado allí unos años formándome."

Borro con el puño una vez lo ha leído y escribo de nuevo.

"¡Me alegro de verte!"

Es verdad. Me esfuerzo por estarme quieto, pero se me escapa la sonrisa sin poder evitarlo. Casi abrazaría a Cierzo, de no ser por lo raro que sería.

Desde luego, se veía al chaval animado de estar de vuelta. Y más resuelto que otras veces; lo recordaba más tímido. No sabía decir si se debía a lo emocionado que parecía o a que había crecido. Quizás un poco de ambas.

Al poco había sacado un soporte para comunicarse. Si ni me acordaba de que no hablaba. Le hice un gesto para que se acercase a la ventana; de noche y sin luz, no era el mejor método para hablar, pero el pobre trabajaba con lo que tenía.

Así que formándose en Aqua. ¿Formándose en qué? Para luchar, tampoco le hacía falta irse de Brontë. Aunque siempre había sido un chaval con intereses que casaban lo justo con el propósito del palacio.

─En fin, pues bienvenido ─respondí─. Me parece que te has traído el clima contigo. Te alegrará saber que probablemente está todo como lo dejaste. Hay algún nuevo reclutamiento, pero más allá de eso, la última temporada ha sido bastante tranquila.

Yo también había pasado períodos fuera, pero creía que ninguno había sido particularmente largo. Pero sabía que Brontë no siempre daba las sorpresas más agradables, así que podría decirse que en ese sentido el rapaz no tenía mucho con lo que ponerse al día.

Sonrío, asintiendo con energía. Llego a reír, en silencio, cuando hace el comentario del clima. Estoy algo nervioso, emocionado. Es lo único que explica que no pueda dejar de moverme.

"Me alegro de que no haya malas noticias."

Borro con el puño y escribo de nuevo.

"Tendré que ponerme al día con las caras nuevas. Y reencontrarme con las viejas."

Borro con el puño y me quedo un momento mirando la pizarra, pensativo. Mira, no puedo. Me acerco a Cierzo abruptamente para hacer lo que más sinceramente me sale de dentro: abrazarlo. Espero que no le ofenda. Es un gesto rápido y firme, con intención de separarme enseguida. Es que... necesito saber que es de verdad. Que todo esto es de verdad.

Enseguida agacho la cabeza varias veces, en una disculpa muda. ¿Pero qué estoy haciendo? Aunque al levantar la vista de nuevo, no puedo evitar estar sonriendo.

"Lo siento. Es que estoy muy contento de haber vuelto."

Iba a responder, pero ya no me dio opción. De pronto lo tenía encima, y me quedé un tanto paralizado, y lo más que me salió fue darle una palmadita en la espalda. No pude, en cualquier caso, ocultar mi expresión de perplejidad. Quizás estaba tratando con el chaval en un momento especial en el que necesitaba otro tipo de compañía.

─No te preocupes ─respondí, conteniendo el impulso de retroceder un paso. La verdad era que no sabía muy bien qué decirle. Me parecía que no era yo quien mejor podía darle la bienvenida, pero él parecía tan imbuido en sus propias emociones que dudaba que fuese capaz de gestionar nada solo en aquel momento.

Carraspeé, tratando de ocultar mi incomodidad.

─Si te parece, puedo acompañarte dentro ─ofrecí─. Vendrás cansado, pero si no esperas mucho a lo mejor aún tienes tiempo de saludar a alguien más. Te puedo poner al día, entre tanto, aunque ya digo que no hay muchas novedades.

¿Acompañarme dentro? Me encuentro asintiendo con fuerza, con energía. Lo cierto es que estaba verdaderamente nervioso con la idea de entrar a Palacio así, sin más, después de tanto tiempo. Pero cuando me ofrece venir conmigo me siento más seguro, de pronto.

"Lo agradecería.", escribo de todos modos. No es que crea que no ha quedado claro solo con el asentimiento ensusiasta, pero nunca está de más dejar las cosas claras.

Acomodo la mochila a mi espalda y me vuelvo, empezando a caminar hacia la puerta de entrada. Ahora sí. Espero, de verdad, poder saludar a mucha gente ahora que estoy de vuelta. Me muero de ganas por saber quién sigue por aquí.

*se van*

Parece que no ha dejado de nevar todavía. Lo cual agradezco, porque me encanta estar entre la nieve. Hoy decido salir a dar un paseo después de la comida. Y qué mejor lugar para pasear que los jardines. Es un sitio tranquilo y encantador. Por razones obvias no se ven muchas flores en esta época del año. Las pocas plantas que florecen con el frío se encuentran ahora medio tapadas por la nieve.

Camino con tranquilidad por uno de los senderos, moviendo los brazos alegremente. Mis pies se hunden ligeramente con cada paso. Observo el paisaje blanco a mi alrededor. La nieve acumulada sobre los setos, cubriendo las plantas más pequeñas, adornando las copas de los árboles. Me paro en una zona donde hay varios parterres haciendo un gran dibujo simétrico. Me acomodo la bufanda para taparme hasta el mentón, aprovechando lo ancha que es. Seguramente, dentro de un mes esto estará lleno de flores.

Me acerco a uno de los parterres. Parece que hay algo de color por aquí. Me agacho, quedando de cuclillas. Con la mano voy apartando la nieve suavemente y va apareciendo un color rosa intenso. Es una hortensia, creo. Me dedico a liberarla de la nieve que la esconde. Lo hago con delicadeza para no estropearla.

*se queda*

Alguien dice mi nombre, una voz que conozco. Giro la cara, todavía desde el suelo. Anda, pero si es Anna. Me incorporo y vuelvo al sendero para encontrarme con ella.

- ¡Anna, hola! -dejo que se vea mi alegría. Al fin y al cabo es una agradable sorpresa toparme con ella.

Está más abrigada que yo, que soy bastante calurosa. Pero aún así va tan mona como siempre que la veo. Cuando me acerco pudo ver que sus mejillas están coloradas, probablemente debido al frío. Y pienso en la hortensia rosada en medio de la nieve.

- ¿Tienes mucho frío? Veo que vas envuelta en lana -le digo con una suave sonrisa.

Al salir al exterior me di cuenta de lo sabia que había sido mi decisión. Encogí un poco los hombros. Desde luego, por más que le hubiera dicho a Kris, Nevus se me quedaba ya bastante lejano. Me había malacostumbrado a las comodidades de Brontë, al sol del hemisferio norte. No era que lo pasase mal en el invierno de Fulmen, pero ya no me parecía tan suave como hacía algunos años. Quizá tenía que volver yo por Aqua una temporada.

Al pasar por los jardines vi que, efectivamente, los exteriores estaba algo más animados que el interior del palacio. Desde luego, la nieve era popular.

─¡Buenas! ─saludé a Kris y a Anna al pasar junto a ellas, pero no me paré a unirme a su conversación.

Siguiendo mi camino, dejé atrás los jardines.

*Se va*

FdR.: holi jeje

Anna se encoge dentro de su bufanda. Y de repente me inunda un calorcito por dentro del cuerpo. ¿Pero cómo puede ser tan linda?

- No, qué va. Resisto bien el frío. Con esto es más que suficiente -levanto un poco uno de los extremos de la bufanda al mencionarla.

De repente hay alguien que pasa a nuestro lado. Y nos saluda.

- Ah, hola, Massen -la saludo con la mano mientras sigue caminando.

Vuelvo a mirar hacia Anna y me fijo en que el animal que la sigue es unos de esos híbridos de las nieves, como la que me presentó Azael. Porque no es ella, ¿no? Inclino la cabeza a un lado, mirando al ave.

- Ahm, ¿Rina?

Al final me he retrasado más de lo que me hubiese gustado, pero bueno, es lo que hay. Ahora me toca compensarlo corriendo. Llevo una mochila a la espalda con todo lo necesario, al menos. Me he asegurado. Dos veces.

Ir dando zancadas no significa que no me quede educación. Cuando me encuentro a dos personas en los jardines me detengo y les sonrío. A una no la conozco, pero la otra es, inconfundiblemente, Anna. Le dedico una sonrisa muy amplia a las dos y me paro a escasos metros, haciendo una reverencia gentil. No tengo tiempo a presentarme, tendría que buscar la pizarra...

Tras el saludo, continúo corriendo, agitando la mano y mirando atrás un instante, en un gesto de despedida.

*se va*

La risa de Anna es tan mona como el resto de ella. Y yo no puedo evitar reír un poco también.

Parece confusa por la interacción con Massen. Pero como ayer me dijo que acababa de volver, igual es que Anna no esperaba verla por aquí.

Cuando la chica frente a mí me responde, la confusa paso a ser yo.

- Bueno, no conozco a Johan. A mí me la presentó Azael

Ahora aparece corriendo un chico que creo que es la primera vez que veo. Me fijo que sigue el mismo camino que Massen. Cuando llega a nuestra altura nos saluda. A pesar de no conocerlo, le correspondo al gesto. Luego Anna sigue hablando.

- Sí. El caso es que me apetecía un paseo tranquilo por la nieve. Y venía por el sendero y vi que aquí había unos parterres cubiertos de nieve. Pero una de las flores se veía un poco. Y tiene un color rosado tan bonito que no pude resistirme a destaparla -le indico con la mano dónde está la flor de la que hablo.- Esta en concreto es una planta que florece en invierno, así que no creo que le importe la nieve -le sonrío.