Bosque

El chrysos asintió. Él había probado a entrenar la magia en alguna ocasión, como cuando descubrió el sakrom. Había resultado de alguna forma interesante, aunque siempre preferiría emplear su tiempo en algo en lo que sabía que progresaría. 

—Yo a veces la he practicado también. Aquí y en la banda, digo. —Se encogió de hombros—. En combate a veces la utilizo; más ahora, con la espada, claro. 

El material del que estaba hecho lo propiciaba, a fin de cuentas, y él no iba a ignorar aquello. Lentamente, comenzó a rotar las muñecas, calentando de alguna forma. Mientras, escuchaba a Alehyss. Él también entrenaba a diario, últimamente.

—Suelo enfrentarme a tu replica. He combatido contra ella usando la espada, usando una ballesta, usando solo un puñal y desarmado —admitió—. También he entrando mucho contra mí mismo y contra Dehnel, aunque el combate contra la replica de Dehnel fue un desastre. No suelo entrenar con otros guerreros en parte porque no suelo verlos y en parte porque me gusta practicar solo. —Torció una sonrisa—. ¿Quién es el nuevo? Yo al único nuevo al que he visto en la sala de entrenamiento es a Kyoti, un flamma, no sé si lo conoces. 

Calló unos segundos. Luego echó un vistazo hacia el cielo y murmuró.

—Yo tampoco tengo preferencias.

Las armas de metal hacen que la magia chrysos sea más eficaz. Asiento a eso. Yo misma la uso con la mía, pese a su ineficacia, por tratar de potenciar mis ataques, aunque sea mínimamente.

-Es una buena combinación-. Esbozo una sonrisa, casi como una disculpa. Conmigo misma, imagino-. Lo malo es la magia, que parece no convencerse de ello. Y eso que mi padre es un gran mago. Pero no heredé eso de él. Ni de mi parte claritas, por lo que se ve -añado, torciendo el gesto-. ¿Sabes? Puedo soportar grandes cantidades de luz. Pasa desapercibido porque no es exagerado, pero queda algo de eso en mi sangre, según parece.

Me gusta la noche, sin embargo. No soy muy partidaria de pasarme el día entero bajo el sol. No soy más claritas de lo poco que lo soy, a fin de cuentas.

Lo de mi réplica me hace alzar las cejas, aunque no varío la expresión.

-¿Y a qué viene esa obsesión? -inquiero, entretenida-. ¿Buscas la mejor forma de anularme para poder matarme llegado el momento?-. Es una broma, pero nunca se sabe-. Se llama Adain. Es un aether. Algo flojo, pero con motivación. Y nunca sobran aethers. Está bien tener apoyo aéreo.

Le devolvió la sonrisa, ladeando un segundo la cabeza a la derecha. Entendía su frustración con la magia. Él sentía algo parecido, o similar. Su madre tampoco había sido una gran maga, así que probablemente heredase aquello de ella; dudaba, por otra parte, que su padre lo hubiese sido, aunque quizá le había pasado lo mismo que a Alehyss. Quién sabía.

—¿En serio? ¿Cómo de grandes cantidades? —Ensanchó la sonrisa—. No sabía que tu padre fuese un gran mago. Seguro que eso también le sirve de ayuda en su trabajo. —Era médico a fin de cuentas—. Yo, por mi parte, creo que heredé la falta de talento mágico. De pequeño chispeaba me pasase lo que me pasase, y a mi madre le pasaba cuando se enfadaba. Ahora me pasa menos, pero, no sé, cuando estoy enfadado no puedo controlarlo y parezco un... Karnikarsh. Y creo que también podría pasarme si estoy extremadamente contento. 

Se le ocurrió un comentario al respecto de lo último, pero se lo calló. 
Al escuchar la pregunta de Alehyss, torció la sonrisa y avanzó un par de pasos hacia ella.

—Quizá —respondió, fingidamente enigmático—. No es algo que deba revelar así como así, ¿no crees? —Alzó ambas cejas, ensanchando la sonrisa. Luego, volviendo al tema del nuevo, asintió—. No lo conozco, pero los aethers siempre son bienvenidos. Bueno, los nuevos en general. Si tanto entusiasmo tiene, seguro que acabará volviéndose un compañero interesante.

Arrugo un poco el ceño, pensativa. Termino por encogerme de hombros.

-No estoy segura. No es excesivo, ya lo he dicho. Para mí es normal. Solo sé que a veces lo que a otros los deslumbraba a mí no. No puedo mirar directamente al sol, evidentemente, y un hechizo claritas me ciega lo mismo. No soy inmune, solo es una curiosidad.

En el caso de mi madre es diferente. En ella los rasgos de la mezcla son mucho más notables, tanto a nivel físico como a nivel biológico.

-Lo de chispear es habitual. He conocido a mucha gente a la que le pasaba. A fin de cuentas, nuestra magia tiene fama de ser la más inestable.

Me pasa a veces. Pocas, sin embargo. He aprendido a controlar mis emociones a ese nivel. No soy insensible, pero sí tengo una entereza. Adquirida, en mi opinión.

Tuerzo la sonrisa cuando trata de ponerse misterioso. Al final solo elude el tema. Me hace pensar que hay algo más, algo negativo, pero no quiero preguntarlo. No quiero parecer preocupada por un detalle como ese.

-También he visto a Kyoti. Ese parece un poco más dormido -comento, sin poder evitar una sonrisa-. Hay bastantes caras nuevas y a veces tengo la sensación de que apenas he abierto los ojos para volverme hacia ellas. No querría estancarme en los de siempre.

Asintió, sonriendo.

—Es interesante. Pensé que lo único claritas que tenías era la piel y las orejas, bueno, estas más o menos.

Se encogió de hombros. Aunque no fuese más que un poco, no dejaba de ser curioso. Suponía que los mestizos tenían esas cosas.

—¿A ti no te pasa? Lo de chispear, digo. —La miró, curioso. Juraría que a veces sí la había visto, aunque solo fuese un segundo, pero no se lo iba a decir—. Que sea tan inestable puede ser uno de los motivos por el que se nos da tan... Regular.

Aparte de la falta de talento, claro.
Al chrysos no le pasó por alto cómo la sonrisa de la muchacha se torcía, así que decidió dejar esa actitud enigmática. No volvió al tema, sin embargo, sino que respondió a lo otro, asintiendo levemente.

—Yo de momento solo conozco a Kyoti, de los nuevos. Y, bueno, he hablado más con Ben, la caeruleus. —Se encogió de hombros—. Debería intentar hablar con más gente, sin embargo, aunque no sé hasta qué punto seré bienvenido ahora mismo...

Negó suavemente. Luego metió las manos en los bolsillos, sacó una goma, y se ató el pelo, apartándose los mechones que le molestaban. Ya hacía bastante que no se lo cortaba y en un combate prefería ahorrarse molestias.

Supongo que es normal tener rasgos de otras razas. Aquí hay muchos mestizos. Ben es la que primero imagino, porque es una verdadera mezcla, pero no es la única. Algunos lo son a simple vista, y no me sorprendería que otros que no lo parezcan lo fuesen. En mi caso, soy tres cuartas partes chrysos. Queda poca parte claritas en mí, y supongo que si existe una próxima generación se perderá. Aunque estrictamente podría hasta tener descendencia claritas, según me explicó mi padre.
No me interesa la descendencia, no obstante. En absoluto.

-Me pasa algunas veces -confirmo-. También me pasaba más de pequeña. Supongo que es una cuestión de control. Y lo cierto es que, hasta la fecha, no he visto ningún gran mago chrysos por aquí.

Menciona a Ben y asiento. Una chica curiosa, pero simpática. Es animada, pero no entrometida. No me desagrada.
Su último comentario, sin embargo, me hace ponerme algo más seria.

-Es una situación complicada. Comprendo que la gente sea algo reticente. Todo lo que puedo aconsejarte es que trates de ser simpático-. No se me da muy bien serlo. Quizás él no tenga muchas ganas-. ¿Te ha pasado algo con alguien?

Sonrió, asintiendo. Al final a ambos les pasaba lo mismo. Suponía que a la mayoría de los chrysos les pasaba lo mismo.

—De pequeña seguro que estabas muy graciosa, toda seria y chispeante —comentó, jocoso. Se imaginaba a Alehyss de joven como una cría ceñuda, por algún motivo—. Creo que Anna es una buena maga. Me curó unas heridas en un momento, una vez, hace ya tiempo.

El día que la había conocido. Lo recordaba perfectamente. Tampoco había visto a la chyrsos tantas veces como para no hacerlo.

—¿Cuándo no he sido yo simpático, Alehyss? —preguntó, volviéndose hacia ella. Terminó por negar, suspirando y caviló su siguiente respuesta. Finalmente dijo—: Le contesté bastante de malas a Anna un día, por eso el otro día te dije que creía que me tenía miedo. —Se encogió de hombros—. Se fue corriendo y tal. Yo estaba muy... Furioso y creo que lo pagué un poco con ella, aunque no llegué a hacerle nada. Por lo demás, no he visto a tanta gente: a ti, al líder claritas, a la líder chrysos, a Kyoti y a Ben. Ben es agradable y a Kyoti lo vi en la sala de entrenamiento, así que... ¡Oh, y a Dehnel! Le chocó bastante descubrir que casi, casi acertaba con lo de contrabandista.

Se rió suavemente. Luego suspiró.

—Pero intento no molestar a nadie. —La miró un segundo a los ojos, en silencio. Terminó por añadir—. Tú incluida.

Esbozo una sonrisa algo tirante. Estoy segura de que lo hubiese divertido. A él y a muchos. Recuerdo a noche que mi padre me encontró llorando y diciendo que estaba estropeada. Comprendo que son cosas de niños, pero sigue siendo algo vergonzoso dejarlo ver.

-Anna -repito, pensativa-. Podría ser. No parece que tenga ninguna virtud física, pero si ese es el caso...-. Tengo otro motivo además de las corazas, además-. Quizás podría buscarla.

Fui bastante antipática en su momento. Enmendar un error no es algo negativo. Una disculpa no estaría mal, si ha aguantado aquí todo este tiempo.

-Tienes tus momentos -le digo, mordaz, con una sonrisa. Pasa entonces a contarme algunas cosas. Por lo que dice, no parece que Anna difiera demasiado de la que conocí-. ¿Se lo dijiste a Dehnel? -inquiero sin embargo, algo escéptica-. ¿Por qué? Mithos, llevo tanto sin saber de él que es hasta raro. ¿Sigue igual de... idiota?-. Me encojo de hombros, entonces-. Bueno, espero que no lo intentes. Si fueses buscando molestar a la gente serías un cabrón. Me gusta pensar que lo haces sin querer -le digo, cáustica, ensanchando la sonrisa cruel.

Asintió.

—O al menos es buena con hechizos curativos. —Se encogió de hombros. Luego sonrió, jocoso—. Al final va a resultar más interesante de lo que parecía, ¿eh? 

También cosía. Él no sabía a qué precio, claro, pero quizá si le pidiese sus servicios algún día. Aunque antes tendría que disculparse por asustarla siempre. 

—¿Mis momentos? Por favor, si soy la simpatía hecha persona —replicó, jocoso, dando un paso hacia ella, torciendo la sonrisa. Negó suavemente—. Bueno, Rick ya venía con ciertas ideas y, en fin, supuse que era mejor decírselo a las claras que mentirle. Todos sabemos cómo es Rick, no me extrañaría que si le dijese que no luego me acusase de, qué sé yo, asesinato y hurto con alevo... Eso. 

El siguiente comentario de la muchacha le hizo alzar ambas cejas y soltar una especie de resoplido, incrédulo, teatral.

—¿Qué insinúas con eso? ¿Acaso te molesta mi compañía, Lester? —Negó suavemente—. Increíble, increíble.

Asiento, tranquila. Supongo que todo el mundo aquí tendrá algo interesante o destacable, aunque sea algo malo. Ella me pareció sosa desde el principio, y débil, pero eso no quita que pueda tener habilidades ocultas. No es la única que parece débil.

La simpatía hecha persona. Resoplo, mordaz.

-Creo que te confundes conmigo -comento, irónica. Lo que dice de Rick tiene sentido, por otra parte. Supongo que hizo lo correcto. A fin de cuentas, debía "confesar"-. Alevosía -digo, terminando su frase.

Está en la mitad de su frase, yo mirándolo, cuando una sensación me envuelve y me hace dejar de escucharlo. Durante un segundo mi gesto es ausente, y de pronto lo miro algo desorientada.

-¿Eh? ¿Qué?-. Miro un momento atrás, como esperando encontrar algo a mi espalda. Evidentemente, no es el caso-. Tengo que irme -le digo, volviendo a mirarlo-. Alguien quiere verme.

Madame Desmarais llevaba tiempo sin dar señales. Supongo que eso en si mismo era una señal de que las daría pronto. Pero ha sido extraño esta vez. Parecía impaciente.

Se rió con suavidad. Claro, seguro. 

—Estoy seguro de que no —replicó—. No eres del todo desagradable, pero tampoco tan simpática. 

Sonrió ampliamente. Mientras hablaba, se dio cuenta del cambio de expresión de la muchacha, y frunció el ceño, preocupado, avanzando hacia ella, encendiendo un segundo los ojos para iluminar la zona a la que Alehyss daba la espalda cuando ella se giró. Su confusión, y relativa preocupación, aumentó al escucharla. ¿Alguien quería verla? ¿Quién? ¿Un líder? Luego pensó mejor: ¿Madame? Quizá fuese la caeruleus. 

—¿Ahora? ¿No es un poco tarde? —murmuró. Negó suavemente—. Bueno, supongo que entrenaremos otro día... 

Tampoco era tan importante, realmente. 

—Buenas noches, supongo. Bueno, cuando sea que te vayas a dormir, claro.

Le sonrió un poco.

Tras el corte de conversación no tardo en recuperar la compostura. Pero el tema ha muerto. De todos modos, no era momento de seguir con él, dada la situación.

-No es tarde para ella -digo en primer lugar.

Madame Desmarais es caeruleus. Eso cambia los horarios. Pero, más allá de eso, sé que a ella le dan igual los míos. Si me necesita me llamará, independientemente de lo que se trate. En eso consiste el acuerdo, al final. Incluso me sorprende su poco abuso.
Pero hoy parece importante. Es raro notarla inquieta.

-Lo siento -me disculpo primero, con un gesto incómodo. No es algo que dependa de mí, pese a todo-. Buenas noches.

No tardo en dirigirme hacia Palacio. Siento una leve opresión. Me angustia pensar que pueda tener noticias sobre Jager, malas noticias, y que de ahí la prisa del mensaje.
Pero no tienen que ser malas noticias, a fin de cuentas...

*fin de escena*

Hoy no es que tenga mucha energía, pero la cosa es que si salgo a correr Thor me viene detrás, y así me despejo un poco, que dentro de lo que cabe hace bueno. Llevo el pelo recogido en una coleta alta que noto balancearse a mi espalda con cada uno de los pasos del trote ligero.
Soy más rápida que él, por lo que a veces me paro a esperarlo, trotando en el sitio para no enfriar. Sus intentos por volar algunas veces son muy divertidos, cuando emocionado bate las alas y se eleva torpe, aunque para mí eso es más saltar que volar.

Cuando vuelve a mi lado retomo la marcha apurando el paso, e incluso dejo ir un bostezo breve. Vaya forma de empezar la noche.
Y cada vez empieza más tarde...

*se va*

Corbin no podía evitar que el buen tiempo lo animara a aprovechar el día. La luz lo llamaba sin que pudiera evitarlo. Pero eso no quería decir que debiera abusar de ese interés instintivo, y se obligaba a entrenar, como otras tantas veces, en zonas sombrías, incluso oscuras.

El bosque era ideal para ello. Las zonas más espesas lo obligaban a desenvolverse sorteando ramas y raíces, hojas y rocas que se pusieran en su camino. Y aunque no estaba suficientemente oscuro como para suponer un problema, Corbin no se permitía depender demasiado de la vista, y avanzaba sin prestar atención con los ojos más que lo justo, preocupado de agudizar los demás sentidos.

Así, Corbin se desplazaba a la carrera, alerta pero sin depender de sus sentidos, preocupándose, además, de su sigilo y capacidad de ocultarse.

*Se queda*

No hay nada que odie más que la luz. Aunque eso, evidentemente, es una mentira. Pero hay pocas cosas peores que sentir ese dolor agudo en los ojos cuando la hay en exceso. Lo único gracioso es el aspecto de los ojos, porque la pupila se contrae tanto que casi desaparece, aunque aquí o estoy con Retales o nada, porque a los diurnos no les pasa y como tengo los ojos en la cara no me los puedo ver a mí misma.

Thor ha estado media mañana dando por culo, y al final, bueno... He tenido que sacarlo un rato. Al final era que quería hacer sus cosas (pobre), así que aún tendré que darle un premio por no habérmelo hecho encima.

El bosque es un buen sitio para el paseo porque no da al cielo abierto. Dejo a Thor un poco a su bola, al final, y yo trepo a un árbol y me acomodo bajo unas ramas algo gruesas con una gorra en la cara. No es como si fuese a dormir, pero al menos un descansito...
Y él que haga lo que quiera.

Corbin detuvo su carrera de golpe, al oír un ruido que le resultaba extrañamente familiar, pero que no supo identificar en un primer momento. Se quedó quieto, atento, alerta, y entonces el extraño ser apareció ante él, tan atento como el propio claritas, mirándolo fijamente. Corbin lo reconoció nada más verlo. La mascota de la caeruleus. Y, por lo visto, él también lo había reconocido, ya que se le acercó con la misma actitud pedigüeña.

Corbin, sin embargo, prestaba más atención a la idea de que la caeruleus pudiera estar cerca, acechándolo, que al propio animal. No la vio por ninguna parte, y acabó por agacharse junto a él, mostrando que no tenía nada en las manos, ningún rastro de comida. A fin de cuentas, no estaba de caza aquella vez.

El animal, al ver que no tenía nada que ofrecerle, continuó un rato más con sus juegos y comenzó a serpentear de nuevo por el bosque. Corbin, pensando que quizás pudiera descubrirle algo interesante, comenzó a seguirlo, no menos sigiloso y atento a lo que lo rodeaba.

En verano solíamos ir a comer fuera algunas veces. Aunque vivíamos en la ciudad, cuando papá estaba de permiso nos llevaba al campo. Mamá preparaba algo de comer y alquilábamos un carro. Nunca tuvimos uno propio porque tampoco salíamos tanto, y mantener un animal de tiro es muy costoso...
Si hay algo bueno que decir del sol es que, pese a la luz, el calor que da resulta de lo más agradable...
Recuerdo cuando Armod me dijo que podía trepar al árbol más rápido que yo y no fue así. Yo estaba a punto de coronar la cima cuando...

Entreabro los ojos y me encuentro con la tela de la gorra. He escuchado algo. Joder, qué falta de respeto...
Con gesto perezoso me la saco de la cara y me froto un poco los ojos para mirar hacia abajo, buscando algo que ver. Acabo por encontrarme con la figura de Thor, que sale de entre unos arbustos, saltando contento, y se acerca a un árbol cercano al mío. Enseguida trata de comenzar a trepar, animado y algo torpe.
Me dejo caer de nuevo cansada sobre la rama, con un resoplido.

Corbin centraba su atención allí donde la centraba el animal, pero no tardó en descubrir que este no seguía ningún patrón interesante. De todas formas, no le pasó desapercibido el resoplido, y su atención giró inmediatamente hacia la figura que descansaba en una rama. Así que desde allí acechaba ella. Corbin sabía trepar, pero no entraba en sus mejores capacidades, ni tampoco en sus mayores intereses. De todas formas, clavó los ojos en ella, preguntándose cuáles podían ser sus intenciones.

Y sus intenciones parecían ser quedarse donde estaba. ¿O solo fingía para que bajase la guardia? Desvió un momento la vista hacia el animal, y de nuevo a ella. ¿Qué pretendía con aquello? ¿Era simple casualidad o se estaba haciendo la inocente? ¿Cómo saberlo? Desde luego, no era sencillo.

Pero Corbin acabó por decidir que la solución era no entrar en su juego. Él no ganaba nada intentando pasar desapercibido cuando ella lo había localizado, así que le valía más un cara a cara. Sin saber muy bien qué lo llevaba a dejarse ver de forma oficial y tan evidente, repasó el suelo con la mirada hasta dar con una rama seca y la pisó con fuerza, dejando sonar un potente chasquido. Tenía los ojos fijos en ella, alerta.

Aunque estaba colgada boca abajo de aquel árbol, de un pie, la mueca de ira de mi madre no se volvió una sonrisa. Ni siquiera del rev...
Un nuevo crujido me hace fruncir el ceño. A ver, Thor. ¿Qué cojones quieres?

Vuelvo a erguirme con gesto hosco y miro en dirección al árbol. Thor, que ha logrado encaramarse a una de las ramas más bajas, a algo más de un metro del suelo, salta desde ella, contento, como si planease suicidarse pero con una sonrisa. Enarco una ceja viendo cómo cae al vacío e intenta planear un poco. No es que le salga muy bien, aunque sí se ve un amago de planeo, y acaba rodando entre ramas y hierbas cuando alcanza el suelo.
Pues bien por...

Arrugo otra vez las cejas, topándome con la otra figura. Pues sí que estoy dormida.

-No te había visto -comento, desperezándome un poco-. Pues sí que estoy empanada hoy-. Dejo ir un bostezo. Adiós siesta-. ¿Te ha molestado el escamoso?

Pese a que su intención era un cara a cara, ver cómo ella se incorporaba lo hizo retroceder hasta pegarse a un árbol, sin perderla de vista. ¿Estaba fingiendo? ¿O de verdad no lo había visto? Incluso si lo decía... ¿Por qué iba a admitir que lo tenía en el punto de mira, después de todo?

Negó con la cabeza, tan serio como le era habitual.

-No demasiado. Solo me ha localizado.

¿Era el animal el peligroso, entonces? ¿Era de él de quien debía cuidarse? Corbin no lo tenía claro. Se recordó entonces, sorprendiéndose con su propio pensamiento, que en teoría ninguno de ellos estaba en su contra. En teoría, siempre en teoría, y nunca bajando la guardia.

-¿Crees que este es un lugar seguro para dormir? -La pregunta no llevaba ningún tono de reproche, por supuesto. No era más que curiosidad.

Me desperezo un poco más, pero acabo buscando con la mirada la forma de bajar. No estoy para acrobacias...

-Supongo que querría más comida -comento, casi para mí. Thor vuelve a la carga, animado, sin ninguna tara tras la caída-. Se la diste una vez y no lo olvidará fácilmente.

Acabo por ver que no me queda otra que ser mínimamente atlética y me cuelgo de la rama en la que estaba para estar más cerca del suelo al dejarme caer. Me froto las manos contra la ropa al llegar abajo, limpiando los rastros de corteza.

-Bueno, la verdad es que me he caído de algún árbol, y dolía la vida. Pero esa rama era bastante ancha, y no me duermo mucho al dormir -le comento, echando otra mirada arriba, hacia el árbol-. Y mejor arriba que en el suelo -añado, volviendo a él. No quiero mancharme de tierra o de mierda o lo que sea.

Corbin asintió. Ya había llegado a la misma conclusión, aunque esperaba de él unas reacciones a su entorno más útiles de estudiar, más interesantes. Miró un momento al animal, que hasta el momento no le había dado motivos para que le prestase atención.

-No tengo nada que ofrecerle esta vez -explicó, preguntándose si ella también esperaba que lo alimentara.

No quedó muy convencido con su explicación. De todas formas, a su último comentario no pudo sino asentir.

-Siempre puedes asegurarte al tronco con una cuerda. Bien atada, no hay manera de caer -apuntó, recordando ocasiones en que se había visto en la necesidad de hacer cosas semejantes.

Asiento, todavía algo adormilada. Pues una pena para Thor. En lo que a mí respecta, cumplo con su alimentación. Si luego quiere ir de mendigo por ahí porque no le llega pues que se esfuerce.

Como si mis pensamientos lo hubiesen llamado, el escamoso viene hacia mí y acerca la cabeza a mis piernas, restregándose un poco. Que quiere atención ya lo sé.
Si será...

Me agacho un momento para darle un par de caricias, aunque esa forma de oler los dedos antes de dejarse hacer me la conozco. Al final juega un poco con la mano, pero acaba aburrido y vuelve con Corbin, que es la novedad.

-A ver, tampoco es que fuese algo planeado. De hecho, no llegué a dormirme. Solo que me mata salir a estas horas-. Poco a poco me he ido notando algo más despierta-. ¿Y qué tal todo? ¿Has vuelto a pillar algún conejo? -inquiero, acabando con una sonrisa de suficiencia por mi chiste accidental.

Corbin dirigió apenas una mirada al animal, que no le inspiraba demasiado. Era un cachorro muy dependiente, desde luego. Dudaba que, con esa actitud, pudiera sobrevivir solo. Aunque, probablemente, era culpa de ella que tuviera aquel comportamiento. Estaba seguro de que, si se viera obligado, aprendería a seguir sus sentidos de forma mucho más interesante, y se volvería un depredador digno de atención.

No acababa de entender el razonamiento de la chica, pero hablaba con tanta naturalidad al respecto que parecía absurdo preguntar. Probablemente daba por hechas más cosas de las que Corbin podía entender. O quizás, sencillamente, fuera una inconsciente y no entendiera los peligros de su entorno.

Negó a su pregunta, con la misma seriedad de siempre.

-No he salido de caza últimamente -respondió con voz monocorde-. Aunque el buen tiempo anima a ello. Quizás me quede fuera esta noche.

De todas formas, no debía ser el buen tiempo lo que decidiese sus acciones.

Alzo las cejas, curiosa, y me atrevo a dibujar una sonrisa divertida. Así que esta noche, eh.

-Cuando hacía buen tiempo iba con mi familia a comer al campo -le comento. ¿No le había contado algo así ya?-. ¿Quieres compañía? Thor estará encantado de comerse las entrañas de lo que sea, y a mí siempre me refresca salir de noche. Que por aquí una se ve forzada a acostumbrarse al día, pero comprenderás que para mí...-. Me estiro mientras hablo, interrumpiendo la frase, dejando ir un gruñido de satisfacción-. Qué gusto... La cosa-. Flexiono las rodillas un momento y las extiendo de nuevo. Ya casi estoy a punto. Podría correr cien putos kilómetros-. Que podría ser interesante. No eres mucho de gente, ¿no? ¿Conoces a Retales, a Ben? Esa se apunta a todo. Aunque tampoco voy a forzarte ahora a esas cosas.

Que tendrá cosas que hacer. O querrá estar solo.
Yo tenía que ir con Retales de fiesta, que las cosas se dicen y luego se las lleva el viento.