Claro del bosque

"Ve, Hoju... ten cuidado...", le dije con preocupación mientras señalaba a la bestia, y él salió volando e imitó a Tristán.

Entonces Silvanus bajó del árbol, corrió hacia la bestia y comenzó a morderle el rabo y a darle patadas.

"¡Será tonto!", dije con indignación. Me había quedado sola, y todos estaban enfrentándose a la bestia, así que bajé del árbol y me uní a ellos.

Mientras me acercaba lancé dos clair ëm yäks hacia su costado desde una distancia cercana pero prudente, y desde la cual la bestia me podía ver, para ver si así dejaba de cebarse en adela.

La bestia ruge, pero no me suelta.

-Desgraciada!- digo calcándole una potentísima patada en su cuello- ya te he dicho que soy mas vieja que tu jajaja, no tienes nada que hacer.

Entonces veo que el rubito se encarama a la cola de la bestia para llamar su atención, entonces, asesto una segunda patada al animal.

Su ataque no le hizo nada a la bestia. Maldijo por lo bajo. Lo único bueno que tenía aquello era que ahora sabía, más o menos, que la piel de la bestia era gruesa (o, al menos, más gruesa que la de las bestias del día anterior).

Retrocedió un par de pasos, cavilando qué podía hacer. Kettleburn, que estaba en el árbol la última vez que lo vio, apareció en escena y comenzó a atacar la cola de la bestia de una forma bastante primitiva. Lyam frunció ligeramente el ceño.

Dos clair ëm yäks se dirigían hacia la bestia. Supuso que sería Hewina, aunque no sabía si había bajado del árbol o no. Por su parte, la anciana pareció ignorar el aparente dolor que debía sentir y se dispuso a atacar al cuello de la bestia.

Tras suspirar profundamente, el muchacho decidió que podía intentar atacar al costado de la bestia. Pensó que la bestia se defendería antes de la anciana (porque la tenía más cerca) y que podría aprovechar para atacar con su daga desde cerca (no lanzandola). Así pues, se dirigió hacia el animal con ese objetivo en mente.

El combate que presencio no está muy claro. El mayor problema es la oscuridad, pero si encendiese algo ahora mismo haría que la especie de bestia que gruñe se fijase en mí, estropeando el factor sorpresa. Decidida a echar una mano, aunque parece que se han desenvuelto bien, me acerco a la zona de la batalla, rodeando al animal sin salir de la zona de árboles, pretendiendo ponerme a su espalda sin que se percate de mi presencia.

Y entonces siento la necesidad de hacer algo que nunca se me había antojado antes: un ataque suicida. Me siento animada por una especie de "¿Por qué no hacerlo?"

Tomo mi arma, espero a que sea buen momento y aprovecho la ira del ser para introducirme definitivamente en el claro a toda velocidad, cargando contra tu espalda. Mi intención es subirme a su lomo y pasar la cadena de mi kusarinaga alrededor de su cuello, algo así como unas riendas, para cortar su respiración, calmarla un poco y mantenerme sujeta de forma que no me caiga si hace movimientos bruscos. Luego, aprovechar el material de mi arma para lanzar un chrysantae.

Un ataque suicida, vamos... Si me viera Jager se reiría de mí por siempre... Espero, al menos, servir de distracción para alguna clase de ataque definitivo de los otros combatientes.

Lógicamente, me daba igual lo que pasaba a mi alrededor: yo tenñia un hueso roto y los brazos extremadamente doloridos, entonces el pequeño piscis distrajo de una manera muy burda a la bestia, que hizo que se distrallese, lo que me dió cierto tiempo para desenfundar mi espada

Después de que la bestia recibiese un montón de golpes, sus fusiosas garras se postraron sobre mis hombros, haciéndome crugir de dolor...

-Zorra...- entonces dirigí mis dos piernas a la barriga del animal, que ahora estaba encima mía, alzándolo del suelo varios metros, dandome la posibilidad de laventarme y alejarme un par de metros.

Me dolía todo el cuerpo: un brazo lo tenía practicamente inútil y el otro, me dolía al mover el hombro.

Mi ataque hizo que la bestia se tambalease, y entonces mientras Lyan atacaba, vi como Silvanus yacía junto a una roca.

"¡¡¡NOOOO!!! ¡¡¡SIL!!!", grité desesperada.

Justo cuando di un par de pasos para dirigirme a él, la bestia auyó, y entonces vi como cargaba una bola oscura y me la lanzaba.

Me costaba verla debido a la oscuridad, así que reaccioné tirándome hacia un lado a ras de suelo, gritando: ¡¡¡Clair ëm yäk!!! y en el acto lanzándola.

Su ofensiva funcionó y pudo clavarle la daga en el costado al animal. Por el rabillo del ojo observó cómo la bestia movió su cola en dirección hacia él. La cola del animal apenas levantaba un palmo del suelo, por lo que pensó que, tal vez, podría saltar hacia atrás para esquivar el golpe. Intentaría, primero, arrancar la daga del costado del animal y, después, trataría de saltar hacia atrás para evitar el coletazo de la bestia.

Agradezco mentalmente el haber usado un chrysantae, pues de no ser por él habría caído al suelo. Una vez medianamente estabilizada en el lomo de la bestia, me aferro a mi arma como si mi vida dependiera de ello (¿Y acaso no lo hace?). He visto por el rabillo del ojo lo que ha hecho a uno de los guerreros y no me apetece ser yo la próxima en caer de esa aparatosa forma.

- Chrysantae... - digo, y tras ese invoco otro, mientras tiro de la cadena hacia atrás, intentando incordiar al animal y frenarlo.

Parece que lo siguiente es matarlo, pero esta bestia me hace pensar en las otras, y en que su comportamiento es extraño. ¿Nos ataca simplemente por alimentarse?

Frunzo el ceño.

Por suerte la bola no consiguió darme, aun que la explosión hizo que me desplazase unos metros hacia la derecha, y la clair ëm yäk que le había lanzado me dejo ver en su luz como impactaba en la nuca del animal.

Entonces la bestia cayó a cuatro patas sobre Adela, y mientras Alehyss atacaba me acerqué a la bestia corriendo, conjuré una clair ëm yäk y me lancé hacia sus patas, esperando clavar mi báculo en alguna de ellas, mientras asestaba también la clair ëm yäk en esa dirección.

No había conseguido saltar la cola de la bestia, pero sí que había conseguido sacar la daga de la piel de esta. Al caer al suelo, soltó un quejido y maldijo por lo bajo, pero no tardó mucho en levantarse. Pudo ver, gracias a que tenía los ojos encendidos como, a lomos del animal, una chrysos (a la que no había visto antes) agarraba la mandíbula de la bestia con la cadena de una hoz con cadena. La bestia estaba en el suelo. Miró de reojo cómo Hewina se lanzaba a atacar a las patas del animal (con un clair ëm yäk y con su báculo) y apretó la empuñadura de su arma con fuerza. Siguió a la claritas, dispuesto a atacar a la bestia en algún punto vital (por una parte del costado o del cuello). Si conseguía llegar hasta ella, no sólo utilizaría la daga, sino que conjuraría un Chrysantae.

Me bajo del lomo de la bestia y guardo mi arma mientras miro fijamente al animal, iluminando al fin mis ojos para poder ver con claridad. Tras unos segundos pausados en los que doy su muerte por formalizada, paso mi mirada por el resto de los presentes, y finalmente la dejo caer en la mujer que está tendida en el suelo. Me acerco y me agacho junto a ella, presionando una vena en su cuello para comprobar que tiene pulso. Tras esta formalidad, me yergo de nuevo.

- ¿Ha atacado si más? -pregunto a nadie en particular, refiriéndome a la bestia.

Finalmente conseguimos vencer a la bestia.

"Descansa en paz...", murmuré, y entonces la chica chrysos después de comprobar el pulso del cuello de Adela pregunta algo, pero ignoré su pregunta y les dije a ambos con los ojos llorosos y la voz temblorosa: "Atended a Adela, por favor", y en seguida me dirigí corriendo hacia Silvanus. Ya le respondería Lyam.

Cuando estuve junto a Silvanus me senté sobre mis rodillas, y mientras intentaba reanimarlo le decía: "Sil... Sil despierta, por favor..."

Su pecho se movía con su respiración, así que con suerte solo estaría inconsciente, pero se había dado un buen golpe en la cabeza y después de el otro golpe que lo había dejado en coma, no era oportuno que se diese mas, por lo que estaba muy preocupada.

"Sil...", dije rompiendo a llorar, y desistí. Con suerte se despertaría más tarde.

Entonces Tristán y Hoju aparecieron volando. Por suerte estaban bien. Ambos se posaron en el suelo a nuestro lado, mientras nos observaban.

"Hola chicos...", les dije a ambos mientras seguía llorando, y los acaricié.

Entonces Tristán comenzó a lamer a Silvanus en la cara.

Sentí una substancia caliente en mi cara... pensé en Aren, pero abrí los ojos forzosamente y vi a Hewina, Hoju y Tristán, que me lamía la cara dejandomela húmeda y caliente.

-Oh, por dios... estate quiero............ Hew...... habeis ganado, ¿no?...... siempre supe que eras genial....... fijate - toso- yo aquí, en el suelo... medio muerto...... y tu...... sin un rasguño............ a veces pienso en porqué me quieres tanto si no valgo para nada............

Arrancó su arma de la piel del animal y la guardó en su funda. Observó cómo la claritas se dirigía corriendo hacia el piscis, que parecía llevar un buen rato en el suelo. Asintió para sí, y luego se acercó al lugar donde estaba la anciana. Ahí también estaba la chrysos que había aparecido en mitad del combate.

- Diría que sí, pero no estoy seguro al cien por cien - dijo-. Ayer aparecieron unas bestias semejantes a esta, pero más pequeñas. Acabamos con todas menos una, que escapó. Con esta me encontré hoy, en el lago - Oteó el lugar, buscando la daga de Kettleburn y luego continuó -. Pero no peleé contra ella. Nada más verme, se fue. Yo la seguí y llegué al claro del bosque. Cuando llegué, Kettleburn y la bestia ya estaban en medio de un combate. Y, bueno, la bestia esa - señaló al animal con el que se habían enfrentado - acabó con la otra.

Se encogió de hombros. Luego se acercó hacia el lugar donde estaba la daga del piscis y la cogió. Volvió a clavar su vista en la chrysos.

- ¿Cómo está la anciana?

Silvanus se despertó, y suspiré aliviada. Entonces me miró, pronunció mi nombre, y me dijo todo aquello.

Con aquello que me dijo hizo que me sintiese bien, pero a la vez mal... ya que era un comentario un poco violento e inoportuno. Además le costaba mucho hablar y tosía, así que posé un dedo en sus labios y le dije sonriente: no digas nada...

Entonces me levanté, y le tendí la mano para ayudarlo a levantarse. Mientras Hoju voló hasta mi hombro.

Dirijo un gesto de saludo a Kettleburn en cuanto se despierta, aunque o estoy segura de si me ve. Entonces me sorprende escuchar la respuesta de un joven chrysos al que jamás he visto. Clavo mis ojos en él mientras habla, atendiendo a sus palabras, y me siento muy aliviada al percatarme de que existen personas en este lugar que no están locas, que no quieren matarme sin motivo o que, simplemente, no van por ahí abrazándote sin saber quién eres.

- Vaya... Supongo que habrá que informar a los jefes de esto, aunque tal vez lo sepan ya -. Enarco una ceja y guardo silencio unos segundos. Me vuelvo entonces hacia la anciana para esponder a su pregunta-. Está viva, pero creo que deberíamos llevarla a ver al médico y...

Escruto al desconocido, preguntándome si será o no de fiar. Finalmente, me atrevo a tenderle una mano.

- Soy Alehyss Lester.

Miró de reojo a Kettleburn, que se había despertado, y a la claritas. Asintió para sí, de nuevo, y volvió a clavar su vista en la chrysos. Volvió a asentir.

- Sí, será mejor que los jefes sepan qué clase de criaturas pululan por aquí. - Se echó unos mechones de pelo hacia atrás y añadió -. Aunque, como tú dices, igual ya lo saben... Sea como fuere, deberíamos decir que hemos terminado con las bestias. Al menos a los alumnos que lucharon ayer. Les agradará oírlo.

Se volvió hacia la anciana, Adela. Según lo que contaba la chrysos, estaba viva aunque, tal y como ella decía, lo mejor sería llevarla al médico. Miró a su alrededor. A saber quién cargaría con ella. La claritas no parecía muy fuerte y Kettleburn estaba medio muerto. Sólo quedaban él y la chyrsos, que ahora le tendía una mano y le decía su nombre. Sonrió y se la estrechó.

- Lyam. Encantado, Lester. - Miró a Adela. Ensanchó la sonrisa -. ¿Crees que podremos llevarla?

Hago caso a Hewina y callo, pero le tiendo una mano para que me ayude a levantarme.
-Gracias, morena- digo poniéndole una mano en el hombro, en señal de aprobación: nuestra relación es tensa, pero de momento, nos respetamos. Entonces le golpeo la frente con mi dedo índice- eso por la bellota.


Entonces oigo la voz de mi querida y confesora Al.

-Alehyss!- digo mientras corro hacia ella

La abrazo y me restriego, como de costumbre en su pecho.

-Como te he echado de meeeenos. Buah! tengo infinitas cosas que contarte... Y UNA DE ELLAS FUERTÍSIMA!- dije pensando en el cadaver parvus.

Tras el silencio sepulcarl en el que se queda el claro al finalizar la batalla, los guerreros retomaron sus charlas para evaluar los daños. Fue entonces cuando unos aplausos pausados rompieron en la noche mientras una alta y estilizada figura se hacía visible en el calro, lugar donde la luz de la luna permitía. al menos, distinguir las figuras.

- Que maravilla de soldados, cuanto arrojo en sus combate, que forma de mostrar valor y corage -.El líder caeruleus pronunció su discurso con tono pausado y su habitual sonrisa en los labios mientras se acercaba con paso sereno. Llegado a un punto más o menos cercano a los guerreros el hombre se detubo.

- Veo que al menos os habeis podido defender de la criatura. Es un alivio, supongo -. Comentó mirando a su alrededor y reparando en el animal -. Contestadme a una pregunta, pero que solo levanten la mano los inteligentes -.Se rió. - Apartando el hecho de lo fortérrima que pudieseis creer a esta criatura, ¿qué impresión os ha dado? - Preguntó con un deje divertido en su tono.

Asiento a la petición de Lyam.

- Claro. No hay problema.

Pero mis palabras se ven interrumpidas rápidamente por el entusiasta piscis que pronto se me restriega de forma desvergonzada. Aunque todo esto se arregla en cuanto menciona que tiene cosas que contarme. Tal vez saque algo en claro esta vez.

- Claro -. Esbozo una sonrisa-. Tenemos que hablar.

Y entonces guardo silencio. Una desagradable presencia se deja ver en el lugar. Noto como un escalofrío me recorre.

- ¿Impresión? -. Me dirijo al jefe caeruleus-. ¿Que no tenía motivo alguno para atacar, quizás? Porque dudo que os refirais a lo suave de su pelaje.

Cuando lo levanté Silvanus me dio las gracias, y me dio un golpe en la frente por lo de la bellota.

"Au", le digo con tono seco llevandome la mano a la frente, y entonces él pronuncio un nombre, y corrió hacia la chica chrysos y le habló, mientras Tristán lo seguía.

"Por lo visto la chica se llama Alehyss. No la he conocido aun... curiosamente solo la veo en batallas", pienso, y entonces decido acercarme a ellos.

Me sequé los restos de lágrimas mientras me acercaba, y una vez estuve junto a ellos, el sonido de unas palmadas empezó a resonar por el claro. Quien las emitía se acercó a nosotros, con su peculiar voz...

Escuché lo que decía mientras lo maldecía en mi interior, y no quise decirle nada.

Mientras tanto acariciaba a Hoju, ya que se había asustado un poco con la llegada de Aren, y entonces Alehyss comenzó a hablarle a Aren, mientras los demás observabamos.

Dibujo una sonrisa ante la respuesta de Al, pero entonces lo oigo: es el.

Aparece en escena y me despego de Al, con intención de abrazarlo a el... pero a los tres pasos, me paro en seco... había mucha gente delante... no podía dar esas muestras de cariño.

-Señor... esa bestia... casi nos merienda a todos- digo rascándome la cabeza- no podemos vivir con esta desazón de que en cualquier momento nos entre un bicho de estos por la ventana del cuarto de baño... ayer han venido, hoy han venido... pueden estar viniendo ahora... ¿que diantres les pasa?