Sala de baile

De modo que Antikris es toda una cocinera, aún por encima. Vaya primor de chica. Todo a lo grande. Y, para colmo, en vez de escandalizarse o no reaccionar a mi comentario, se echa a reír. ¡Y vaya respuesta! Río con ella, a carcajadas. Las ha cultivado ella misma, dios. Me muerdo la lengua para no preguntarles qué tipo de abono les echa porque la verdad es que creo que está un poco fuera de lugar.

-Es la hostia esta chica -le digo a Massen. En cuanto a su ofensa...-. No puedes irte y esperar que pare mi vida, Massen, pero te hemos tenido en cuenta. He llamado Massen a mis hijos. A los tres. En honor a ti. No serás mi dama de honor, pero siempre has estado en mi corazón.

Y has salido por mi... De pensarlo, mientras bebo, me da la risa y me atraganto, por lo que empieza a darme un ataque de tos.

Hablar con Kyoti es raro, porque de alguna forma nunca tuve tanta confianza con él como con Massen, pero al mismo tiempo es como que me da paz. Y me hace sentir que he vuelto de verdad, me resulta como natural.

-Si quieres nos ponemos al día un día de estos. Me gustaría volver a tirar juntos también. Pero no ahora, claro. Ahora bebemos juntos -digo, chocando mi copa con la suya con una sonrisa-. Si te encuentras raro después de comer eso o lo que sea, avisa. Yo no la he probado todavía. Me lo estoy pensando aún.

Me rasco el mentón con cierto pudor cuando dice que estoy cambiado. Es como que todos lo dicen, y yo mismo me doy cada vez más cuenta, y aunque por un lado se me hace ilusión, por otro es como si estuviese siendo observado constantemente. Aunque cuando dice que estoy guapo me resulta inesperado, me tenso y me ruborizo un poco. No es lo que esperaba. O sea, no es lo que se dedica a decirme todo el mundo, desde luego.

-Bueno... Es este traje, tiene estilo. Vístete de negro y prepárate para triunfar-. Río-. Tú también. Nunca te había visto esa ropa. Te queda bien.

Vuelves a entrar en la sala con las alas ligeramente extendidas, consciente de lo importante que es que se sepa que ya estás aquí de nuevo. No abandonarías así a tus admiradores, claro. Apuras lo que queda de tu copa antes de depositarla en una de las mesas y dirigirte a la pista de baile.

No tardas en hacerte hueco entre la gente, que se vuelve a mirarte y te sonríe. Correspondes, claro, regalándoles toda tu elegancia, la gracia de tus movimientos, la belleza que desprende cada uno de tus gestos. Y en seguida te haces una con la música, brillando con un fulgor que, si no fuera por tu natural amabilidad y dulzura, deslumbraría a los asistentes.

Que le gustaba mucho organizar. Claro, iba a ser eso. Bueno, por lo menos era consciente de que quizás debería ir frenando. Más o menos. Ya se vería. Le dediqué una inclinación de cabeza a su comentario y le hice un gesto con la copa.

─Igualmente. Hasta luego ─la despedí.

Permanecí callado, saboreando el silencio, pero no pude evitar un resoplido cuando Alehyss habló. Simpática. No sabía si era la palabra que yo habría utilizado.

─Hay entornos capaces de mostrar facetas sorprendentes ─medité─. Este le sienta de una manera un tanto particular. Casi querría preguntar si es su hermana y no ella.

Organizar, le gustaba.

A Pris no tardó en volver a iluminársele la sonrisa. Buscó a Kyoti con la mirada, con cierto interés y algo de malicia. Vaya, así que ocupado. Dio un sorbito más a su copa y la dejó en una mesa cercana, junto a la copita de mousse vacía, antes de volverse hacia Zaih y tomarla de la mano, aquella vez con más firmeza.

─Pues vamos, que se nos llena la pista de baile y esta gente no puede quedarse sin saber de lo que somos capaces ─la animó─. Mira, aquel de allí es Johan, ¿te acuerdas de que te hablé de él? Se lo ve muy entregado.

Aunque no sabría decir si eso parecía un baile tradicional piscis, precisamente. Lo importante, al final, era divertirse. Y Pris ya no podía seguir conteniendo los pies.

Kyoti abre mucho los ojos y asiente con entusiasmo. Pero no tarda en moderarse un poco, porque quizás es demasiado entusiasmo; empieza a sentir que le da un poco vueltas la cabeza.

─Claro ─dice, de todas formas─. Me encantaría. O sea, sí, claro, es decir, no ahora. Luego. O sea, otro día.

En realidad, tiene muchas ganas de tirar con Jun. Era su compañero de tiro con arco, de algún modo. O esa es la imagen que se ha hecho de él. Tampoco es que siempre entrenasen juntos. Espera que no lo haya descuidado, de todas formas.

Sonríe, contribuyendo al gesto de chocar las copas. Aquello, en cambio, es novedoso, pero también tiene su gracia. Niega suavemente (con más cuidado, no sea que se maree) a su comentario.

─No, es decir, estoy bien. Es... Bueno, Johan dijo que... que tardaría un poco. Creo que todavía, bueno, que no me ha hecho efecto. Aún. Ah, pero, no te sientas obligado. Es decir, si no quieres...

No sabe por qué, pero cuando Johan se lo dijo a él había sonado mucho más lógico que cuando él intenta decírselo a Jun. Bueno, sí sabe por qué; porque él no es Johan, es Kyoti, y se le da regular expresar nada.

Kyoti abre la boca para explicar que no, es decir, que sí que está guapo, claro que está guapo esta noche, pero que no se refiere a eso, que no habla de la ropa, que habla de él, que ha crecido, que está mayor y que está guapísimo. Pero una voz de alarma en su interior consigue, milagrosamente, hacerse con el control, así que vuelve a cerrar la boca, sonríe, asiente, baja la vista a su propia ropa.

─Bu-bueno, es decir, tampoco quería... N-no es nada, no pretendía, en fin, destacar. ¡Pero gracias!

No sabe por qué dice eso si hasta se ha molestado en pintarse la raya de ojo, que tampoco es algo que haga todos los días. Se le ocurre, de pronto, en un fugaz pensamiento de pánico, si todavía tendrá bien el maquillaje.

Mientras Frikka y Massen hablan sobre los supuestos hijos de la caeruleus, yo me dedico al bizcocho. Doy un bocado y lo saboreo. Está muy bueno. Está jugoso y dulce. Con el toque característico que le da el ingrediente secreto, tiene los sabores bastante bien equilibrados. Tengo que ir luego a felicitar al cocinero.

Al acabar mi trozo me termino en un par de tragos la cerveza. Ya empiezo a sentir el puntito del alcohol subiéndome a la cabeza. La verdad es que me suele hacer efecto bastante rápido, quizás por mi constitución. Decido dejar de consumir sustancias por ahora. Nunca es divertido pasarse.

Está siendo muy divertido estar con esta gente, pero me muero por bailar. Ben ha ido a otra mesa, así que espero a que regrese con nosotras para hablar.

- ¿No os apetece muchísimo bailar? Porque a mí sí -y en cuanto lo digo empiezo a caminar de espaldas, sin dejar de mirarlas, con pequeños pasos hacia la pista de baile y a moverme al ritmo de la música.- ¿Venís?

Sonreí, mirando a Kris, que parecía en su salsa. Desde luego, tenía desparpajo de sobra para encararse con Frikka y ganarse su respeto. Asentí solemnemente a la explicación de Frikka.

─Bueno, si es así, tendré que perdonarte. Una prole de Massens es lo que necesita cualquier familia ─. En realidad, no. Y yo de proles y de Massens sabía bastante.

Ben había desaparecido, y Kris parecía con ánimo de bailes. Volví la vista a la pista donde, entre la gente, pude ver a Johan, que parecía estar sufriendo algún tipo de ataque. La verdad, una vez me había librado de él tenía pocas ganas de volver a acercarme. Aunque, por otra parte, ir a bailar no tenía por qué significar compartir el mismo espacio.

Me serví una copa de licor, sonriendo, meditando un momento qué quería hacer.

Ben volvió a hacer acto de presencia con su mousse y media en mano justo cuando Kris se alejaba marcha atrás en dirección a la pista y sonrió de oreja a oreja. Bailar. Pues claro que quería bailar. El único problema era...

─¡Kris, esto está de morirse! ─le gritó, antes de terminarse la copita que tenía a medias rápidamente. La otra se la llevó consigo, moviéndose al ritmo de la música, también en dirección a la pista de baile. Le dirigió a las otras dos una mirada sugerente, alzando un par de veces las cejas, invitándolas a unirse también.

La pista en cuestión estaba bastante concurrida, y vio algunas caras conocidas. Dos chicas nuevas que bailaban dándose bastante arte, Curtis con su particular elegancia, Valter en su estilo particular un poco más allá. Se dirigió hacia él sin dejar de bailar y le dio un suave toquecito.

─Un éxito, el bizcocho, eh ─comentó, antes de atacar su segunda copita de mousse.

Me encojo de hombros, echando un vistazo al gentío, encontrando la espalda de la chrysos, que camina hacia los balcones. Si tiene una hermana idéntica que simplemente es igual de contenida que ella, pero borracha, han tenido que tener una infancia muy moderada. O muy extraña. Sonrío al imaginarlo.

-En fin, no es que no disfrute de tu compañía, Cierzo, pero creo que saludaré a un par de personas más. ¿Me acompañas o prefieres quedarte en esta esquina? No te lo recriminaré, en cierto modo también me resulta lo más apetecible.

Quedarme es tentador, pero necesito un poco de movimiento. Y Cierzo, que es agradable y no es molesto, junto con mi propia personalidad, son alicientes muy fuertes para pasarme horas aquí.

Una prole de Massens. Qué cosa más bonita. De pensarlo estoy deseando tener tres embarazos, de verdad. Seguidos. Así, uno fuera, otro, otro.

-Pero eso, que te prometo que en mi segunda boda serñas la dama de honor. Y en la tercera la madrina. Ya si llego a cuatro pues me caso contigo. ¿Hay trato?

De pronto todos los ánimos están puestos en bailar. Antikris quiere bailar, Retales quiere bailar... Massen no sé si quiere baular y yo... Pues no estoy segura, pero quiero ver bailar a la gente, así que no pierdo nada yendo a echarme unas risas. Termino la copa y me lleno otra para ir con con combustible.

-¡Venga! ¡Vamos un rato! -acepto con entusiasmo.

Tampoco es como si hubiera que ir muy lejos. Enseguida estoy por la zona y Retales va a hablar con el azulito, así que yo me acerco a Curtis, mi copañera de entrada, y me uno un poco a su ritmo, aunque con pasos más estilosos.

-Al final sí que estás dándolo todo, eh. Y yo que el otro día no te creía.

Massen no parece muy segura de venir a la pista, así que no le insisto. Las otras dos se me unen en seguida. Al acercarme al cúmulo de gente que baila cerca de los músicos, empiezo a fijarme en que hay mucha gente que conozco. La primera persona que veo es Curtis, que está divina, bailando con elegancia. También veo a Azae... digo, Johan, que sin duda debe de haber comido de su propio bizcocho.

Decido acercarme a las dos chicas que parecen bailarinas profesionales. Conozco a una de ellas, Zaih'ra. Creo que desayuné un día con ella. Algo seca, pero maja. Me pongo a bailar en la zona en la que están. No soy tan buena como ellas, pero sé moverme, me tienen dicho que no se me da mal. Imito alguno de sus movimientos a modo de interacción y los intercalo con los de mi propio repertorio.

- Hola. Zaih'ra, ¿verdad? -le sonrío

Negué con la cabeza, apuré la jarra y la dejé sobre la mesa.

─Ve en paz ─la invité─. Yo creo que voy a salir también un poco fuera. El ambiente aquí está empezando a hacérseme un poco cargado. Ya nos vemos luego.

Y, tras despedirme, me volví hacia los barriles, meditando qué quería probar a continuación. Me decidí, previsiblemente, por otra de las variedades de cerveza disponibles, me serví una jarra y eché a andar hacia los balcones, con intención de buscar un pequeño descanso al ajetreo de la habitación.

*Se va*

Miré a Johan cuando mi hermana lo señaló y no pude sino poner los ojos en blanco, pero con una sonrisa. Aún recordaba nuestro "no encuentro" en los balcones. Desde luego, no podía decir que bailase bien, pero se movía como lo que se podía esperar de su olor aquel día.

Enseguida empezamos a bailar y, aunque no quería, en absoluto, lucirme, lo cierto era que con poco esfuerzo al final terminé por hacer un poco. Pero no por presumir, sino porque mi cuerpo, aunque lo contuviese, sentía aquella músiica y se movía al ritmo sin ninguna dificultad. El baile era una lengua para mí, y llevaba mucho sin hablarlo.

Tenía los ojos cerrados y los abrí un momento para ver frente a mí a Krista, que me saludaba. Asentí a su pregunta, confirmando que recordaba bien mi nombre.

-Cuánto tiempo -le dije, forzándome por mantener una sonrisa, reduciendo el ritmo de baile-. ¿Qué tal todo? No te había visto.

Desde luego, se había vestido para lucirse bien.

Sonreí a Frikka y asentí con mucho sentimiento.

─Estaré esperando esa cuarta oportunidad, no lo dudes. Y, si vuelvo a salir de viaje entre tanto, me aseguraré de mantenerme accesible para todas tus bodas, bautizos y comuniones, no vaya a pasarme como la última vez ─prometí.

Al final parecía que todo el mundo quería bailar. Busqué con la mirada y vi que, de hecho, era el plan al que se estaba sumando la mayoría de la gente. Yo, que no tenía demasiada intención de hacerlo, las acompañé de todas formas con una copa llena hasta cerca de la pista, pero sin llegar a mezclarme con todo el mundo. A lo mejor me acababa animando, pero bueno, que me convencieran un poco.

Me quedé mirando el espectáculo, con una sonrisa divertida. Jun parecía muy ocupado para atender a cotilleos, pero a lo mejor conseguía yo alguno por aquella zona. Más allá de las bodas de Frikka, que era lo único que tenía hasta el momento.

Johan está sintiendo la música. Es como si una espiral de colores y sonidos se metiese en su cabeza y lo poseyese, y su cuerpo, como si fuesen tentáculos que se balancean imitando las ondas del sonido. Está en su mundo, en su cabeza, sin ver nada de lo que lo rodea, que solo son borrosos cuerpos que también se mueven.

Una voz lo saca de su ensoñación. Ben, la chica del piano, lo mira. Tarda un momento en entender lo que le ha dicho, aunque le sonríe igual. No es que el bizcocho haya hecho efecto, pero la fusión de lo que ha fumado y de lo que siente en ese trance le hace sentirse extasiado.

-Ah, gracias -dice finalmente, con tono risueño-. Espero haber acertado con la cantidad. Luego iré con Kyoti fuera, a disfrutar de la naturaleza. Después de bailar-. Extiende una mano hacia ella y le toca la cara con suavidad, como para comprobar que está ahí-. ¿Quieres venir también?

Desde el momento en que empiezas a bailar, se nota en seguida cómo cada vez más personas se congregan a tu alrededor, atraídas por la fuerza magnética que es la de tu atractivo, deseando compartir contigo el baile, el espacio, el ritmo de la música. Tú, entre el gentío, sigues luciendo como la luna sobre las estrellas, y dejas que tu luz, en lugar de eclipsarlo, ilumine todo tu entorno.

Frikka, en particular, parece no ser capaz de mantenerse mucho tiempo alejada de ti. Le sonríes, le guiñas un ojo, y te mueves junto a ella, demostrando cómo tus dotes artísticas van más allá de la que fue tu profesión.

─Hay que saber divertirse ─señalas, en sus propias palabras─. Aunque supongo que a ti no hace falta que nadie te lo diga.

Ben no rehuyó el contacto, sino que se limitó a sonreír, inclinándose ligeramente hacia él y disfrutando de la música. Miró de reojo a Fif, que bailaba con Curtis un poco más allá. Luego se lo comentaría.

─Claro ─aceptó, moviéndose con la música, que la llenaba de energía─. Tengo algo más, también. Setas. Pensaba ofrecerte luego. Si te apetece, claro.

Como le había dicho a Fifi, Johan siempre era muy generoso con lo que tenía, así que Ben, que no llevaba material encima con tanta frecuencia, también quería contribuir cuando tenía oportunidad.

Todo me parece muy divertido. Kyoti, la conversación, esta fiesta... Aunque sigo sin estar tan borracho o tan animado como para meterme en un lago con la nieve alrededor.

-Pues a partir de mañana hablamos para ver cuándo disparamos unas flechas.

La verdad es que tanto hablar de la tarta... Termino por acercarme y coger un trozo yo mismo. No voy a ser aquí el único sin probarla.

-Venga, me uno a vosotros. Que pase lo que tenga que pasar-. La bajo con un trago de licor y le sonrío-. No quiero perderme lo que sea que vayáis a vivir todos juntos. Lo que me da miedo es no poder "hablar". Tendréis que perdonarme.

La verdad es que es muy tímido. Creo que antes estábamos más cerca en eso de ser tímidos. Pero ahora es como que él está más cortado.

-¿Y por qué no vas a destacar? Eres buen arquero, eres simpático, eres buena persona... Deberías destacar más, Kyoti.

Me río. Debería ser libre. Todos deberíamos serlo.

Kyoti sonríe. Sonríe más de lo que suele. Siente un cierto cosquilleo por dentro. De verdad le hace ilusión. De verdad le hace mucha ilusión.

─Gracias. Quiero decir. ¡Claro! Está el terreno de entrenamiento que te echa en falta. Es mucho más divertido disparar en compañía.

Debería dejar de decir tonterías. Y entonces Jun se acerca al bizcocho y Kyoti abre mucho los ojos, repentinamente sorprendido. No sabe por qué le sorprende, pero se tapa la boca con las manos y, en el proceso, salpica un poco de licor. Y entonces se da cuenta de que tiene un vaso en la mano y bebe. Está frío, pero no tanto como le gustaría. O quizás es que empieza a tener él demasiado calor. Qué vergüenza para un flamma.

Abre la boca para responder, pero la vuelve a cerrar y se lo piensa. ¿Por qué no debería? No es que no deba. Es más que...

─Hay... Hay muchos chicos guapos aquí hoy ─termina diciendo, reflexivo─. Y me gusta... mirarlos, pero. Eh. No lo sé. No sé por qué yo no. Eres demasiado bueno conmigo, Jun.

Lo mira, un poco perdido, como esperando que él le dé la respuesta que no encuentra.

Cuando Curtis me guiña el ojo le devuelvo el gesto, divertida, pero enseguida me tenso un poco y empiezo a guiñar los dos ojos en intervalos, bromista. Así mejor. Luego le dedico una sonrisa socarrona.

-Claro que nadie me gana a divertirme. Mira y aprende-. Y dicho y hecho, empiezo a hacer unos buenos pasos de baile la hostia de molones, agitando el pelo hasta que me sale despedido el sombrero, pero, lejos de preocuparme, la miro desafiante y me toco el colmillo con la lengua, imitando un habitual gesto de Retales-. ¿Te hace una batalla de baile?

Aunque con la copa en la mano me parece complicado. La apuro por si acaso, no vaya a decir que sí. Ya empieza a subir.

Tras tomar un par de chupitos de diferentes licores y de probar alguna que otra cosa de comer, entre ellas una mousse demasiado dulce, me acerco a donde se encuentra Massen con un vaso de ginebra sola. A estas alturas ya siento cierto calor en el cuerpo, pero sigo tranquila. Lo malo es que no hay muchas presas a la vista, y supongo que terminaré la noche de forma tranquila.

Alcanzo a la piscis desde atrás, silenciosa, aunque no es difícil serlo en medio del barullo. Me inclino un poco hacia adelante para hablar cerca de su oído.

-Veo que tus amiguitas se divierten -comento, con tono entretenido-. ¿Tú no bailas?

Hasta a mí me están empezando a entrar ganas. Hay algunas personas que lo hacen de forma risible, aunque respeto el valor, pero un par, en especial, se mueven bastante bien.

Frikka parece especialmente emocionada, y especialmente dispuesta a reclamar toda tu atención. Consientes, entretenida y hasta algo conmovida, correspondiendo a su propuesta con una sonrisa insinuante. Te haces con el espacio suficiente para batir un momento las alas, sin violencia, pero con la fuerza suficiente como para enviar en su dirección una ráfaga de aire que le remueve el pelo en traviesas caricias. Y, por supuesto, sirve para realzar una vez más la blancura de tus plumas, en contraste con las remeras secundarias azules, que realzan tu figura envuelta en el mismo color.

─Suelo considerar el baile una colaboración, más que una batalla ─replicas, con un deje divertido en la voz─. Pero puedo concederte el gusto.

Por supuesto que quieres. Puedes cumplir con cualquier cosa que te propongas. Y frente a sus gestos de corte violento contrastan los tuyos, sinuosos, sugerentes, pícaros y siempre, siempre llenos de gracia.

Es un gusto ver bailar a las chicas que tengo enfrente. Me quedo extasiada por un momento con la fluidez del cuerpo de Zaih'ra, mientras yo no dejo de moverme. Me dejo llevar entre ella y la música. Y me siento liberada y en paz.

Me habla y vuelvo un poco a la realidad. Y me doy cuenta de que no me he presentado a la otra chica. Qué desconsiderado por mi parte.

- Pues muy bien, la verdad. La fiesta está siendo maravillosa. Espero que tú también te lo estés pasando bien -le regalo una sonrisa.- Vuestro cuerpo parece estar hecho para la música. Ah, por cierto, yo soy Kris -digo esto último hacia la otra chica y le sonrío ladeando levemente la cabeza.