Jardines (1) [completo]

Es una noche aburrida, en unos jardines aburridos. Estoy sentado en un banco de piedra aburrido, mientras jugueteo con los pétalos de una aburrida flor.

Las polillas vuelan alrededor de las aromáticas flores.

Me gustan las polillas. Son silenciosas y suaves: como yo.

*se queda*

La noche era silenciosa y tranquila, y decidí salir a los jardines en busca de aire fresco. En realidad, lo que quería era ir al bosque, pero después de mi conversación con Hewina y teniendo en cuenta la hora, había decidido que no era buena idea alejarme del Palacio.

Caminaba distraída, pensando en la carta que aún guardaba entre mi ropa, y no percibí la silueta de un chico sentado en uno de los bancos casi hasta llegar a su altura. Frené en seco, nerviosa. No lo veía muy bien, pero no me sonaba. Decidí acercarme a averiguar quién era.

- Hola -saludé-. Qué bonita noche, ¿no le parece?

Una voz dulce me arrebata de las garras del aburrimiento. Es una mujer... una chica... una niña... ¿que demonios?
-Hola, pequeña...- piscis, parece ser- piscis- digo poniéndome de pié, dejando ver mi metro ochenta de altura en su máximo explendor. Parece por lo menos educada. Extiendo mi mano metida en un perfecto guate blanco hacia su cara- Me llamo Alexander.

Pequeña... Empezamos con mal pie. Sin embargo, me prohibí a mi misma poner malas caras por ello. En el momento en el que se levantó quedó patente que, a sus ojos, yo era pequeña. No pude evitar parpadear y mirarlo de arriba a abajo. Definitivamente, era alto. Cuando me di cuenta de que mi gesto podía malinterpretarse, me sonrojé y bajé la vista.

El chico, sin contestar a mi pregunta, se limitó a presentarse como Alexander. Estreché la mano que me tendía, alzando de nuevo la vista hacia su rostro, al tiempo que me presentaba:

- Encantada -comenté-. Yo soy Massen Dew. No lo había visto nunca por aquí... -añadí, sin saber muy bien si estaría preguntando de más-. ¿Hace mucho que llegó a Brontë?

Parece que me trata de usted... y no debe tener más de 13 años, o así. Me gusta: vé que soy superior y me respeta. Bien, bien: buena chica.
-El justo y necesario para que usted y yo no nos hubiésemos encontrado antes, señorita...- dije esperando a que me dijese su nombre. La trataría de "usted", como al líder Darvenwish, de momento, eran las dos únicas personas que se habían ganado dicho honor... me siento extraño haciéndolo, ya que puedo ver a la perfección que es de una posición social más baja que la mia y Alexander Price no se rebajaría a este nivel a no ser que la otra persona le ofreciese un respeto inimaginable desde el primer instante en que lo conocieran, y esta mini-Kettleburn se había ganado ese honor.

Abrí mucho los ojos, completamente incrédula, cuando al responderme me di cuenta de que me trataba de usted. Qué sorpresa. La primera persona en todo el Palacio que respondía a mis formas. Entendía que el resto no vieran la necesidad de ser especialmente educados con alguien de mi edad, pero el hecho de que una persona lo hiciera me hacía sentir un cosquilleo de emoción en el estómago.

- Massen Dew -puntualicé, intentando mantener la calma y la dignidad en mi voz. Aquel joven tenía clase, desde luego. Aunque también resultaba un poco acaramelado, pero podía pasar ese hecho por alto-. Yo... Provengo de un pueblo al norte de Aqua -decidí empezar a hablar, porque estaba teniendo problemas para darle conversación-. Usted es de Caligo, ¿no es cierto, señor Alexander?

Del norte... eso explica su color azulado...
-Por supuesto. De la mismísica capital- digo sacudiendo mi coleta con una mano al viento.- sientese a mi lado, señorita Dew

-Bien, bien... ¿y que hace una moza como usted, tan joven en un lugar tan peligroso?- digo volviéndome a sentar

Sonreí ante su respuesta y su gesto. Desde luego, se notaba que era un chico de ciudad. Yo apenas recordaba mi vida allí, pero estaba claro que él no vivía en los barrios bajos de la ciudad, como había sido mi caso. Me preguntaba qué clase de vida habría llevado una persona de su condición.

Cuando me invitó a sentarme incliné levemente la cabeza, en señal de una pequeña reverencia y me acomodé en el banco a una distancia prudencial. A continuación, comencé a hablar, contestando a su pregunta.

- Vine de Aqua en cuanto recibí la llamada al Palacio -comencé-. Vivía en casa de mis abuelos, con mis hermanos, y la verdad es que allí no había demasiado que hacer -me encogí de hombros, con la mirada perdida, recordando la que había pasado a llamar "mi vida anterior". Apenas hacía unos meses que me había ido, pero me resultaba ya muy lejano, casi como si lo hubiera vivido otra persona. Volví a la realidad de pronto, y continué:- Tengo dos hermanas mayores trabajando en el ejército de Aqua, en la capital, y bueno... Pensé que, teniendo en cuenta que no sabía muy bien qué iba a hacer con mi vida, probar a venir aquí podía ser interesante.

Lo cierto es que sonaba un poco estúpido, pero desde mi punto de vista, la llamada a Brontë había significado algo extraño y especial. No era muy fácil describir lo que sentía al respecto.

- Pero, ¿y usted, señor? ¿Qué le ha traído a Brontë?

La chica se sienta a una distancia prudencial de mi.
-Tranquila, Massen, que no le voy a comer un cacho- dije riendome.- no me tendrá miedo, no?- dije con una carcajada.

Ella comienza a explicarme sus motivos, alo que yo asiento y suspiro cuando acaba- sin duda una vida fascinante, espero que consiga seguir los pasos de sus dos hermanas, el ejército parece un buen lugar para conseguir un oficio, ¿verdad?

Entonces la pequeña y respetuosa Dew da en el clavo, por pura chorra, por supuesto. Un rictus de terror se apodera de mi cuerpo y mi cara se vuelve blanca.
-Yo he venido para cumplir con mi patria, por supuesto. No busco un oficio, ni un pasatiempos ni por supuesto un plato de comida caliente, como muchos pordioseros que aquí hay.- por supuesto no iba a decirle que había venido a Brontë huyendo de un capo de la mafia de Cáligo.


Entonces desvio el tema de coversación.

-¿Olle, conoce a Kettleburn? sois los dos unicos piscis que hay ¿no? ¿hay mas? quizás me encontrara con otro Tontoburn y así tendría dos criados en vez de uno.

Reí, sonrojándome, ante su comentario, pero no me moví del sitio.

- En absoluto -respondí, negando con la cabeza-. Recuerde que está hablando con una chica resuelta e independiente, no crea que me asusto con facilidad -bromeé, aunque lo que decía no era demasiado cierto.

Cuando pregunté por sus motivos para venir al Palacio, me dí cuenta de su nerviosismo. ¿Habría dicho algo malo? A fin de cuentas, me había limitado a devolverle su propia pregunta, pero tal vez había sido indiscreta. Por si acaso, decidí no insistir en el tema, aunque no pude evitar un gesto algo molesto durante un instante, pues uno de mis motivos para estar en Brontë sí era un plato de comida caliente. En mi situación, no me sentía con fuerzas para volver a casa, pues enfrentarme a mi abuelo no era algo que me apeteciera en absoluto.

Entonces cambió de tema, preguntándome por Kettleburn.

- Sí, lo conozco -asentí. Lo cierto es que mis sentimientos hacia el piscis eran algo contradictorios-. Es... una persona bastante especial, ¿no cree? No se encuentra uno mucha gente como él por ahí... No sé si hay más piscis -me encogí de hombros-. Si los hay, yo no los he visto, desde luego. Bueno, sí. Está la gran Blues Splash. O al menos, estaba. Tal vez se haya ido del Palacio, porque hace mucho que no la veo...

De pronto, sentí unas enormes ganas de bostezar, y en mi esfuerzo por contener el bostezo (pues me parecía de muy mala educación dejarlo salir, ya que tal vez Alexander lo interpretara como una señal de aburrimiento) se me llenaron los ojos de lágrimas. Tragué saliva y parpadeé para contenerlas.

- Vaya, que tarde se ha hecho... -comenté-. Con su permiso, será mejor que me vaya -resolví, levantándome-. Mañana quería aprovechar la mañana para entrenar, que lo estoy dejando de lado, y a fin de cuentas se supone que para eso estoy aquí... -sonreí-. Buenas noches, señor Alexander. Ha sido un honor haber podido conocerlo.

Y, con una inclinación de cabeza, me di media vuelta y me adentré en el Palacio, en dirección a los dormitorios.

*Se va*

-No esperaba menos de una mujercita como usted- digo sonriente.

Parece que lo de "el plato caliente" le molestó un poco. Pche... en fin... supongo que todo el mundo no tiene mi enorme solvencia económica... es una pena... me cae bien esta chica, pero quizás tenga que emplearla como a Kettleburn, para que no pase hambre, le compraría ropa decente y me haría con un ejército de piscis-sirvientes que me convertirían en el rey del mambo.

si... quizás se lo proponga. Pero a esta no la trataré mal... será mi pupila, no mi sirvienta... parece una chica capaz e inteligente... ¿como pueden ser tan contrarios el zopenco de Kettleblurn y esta joven? en fin...

Blues Splash... no olvidaré ese nombre... me gusta saber para quien trabajo.
Es tarde, y como es de esperar, el joven cerebro manda señales de cansancio a la pobre niña.

Se disculpa y se despide: si señor... yo no lo habría echo mejor.

-Tranquila, yo le acompaño, que aquí ya hace un poco de frio- dije con una sonrisa.

*se van*

Después de la charla con Aren, estaba con una sensación extraña: es decir, estaba ilusionado porque sabía como sacarle la información a Alexander, pero por otro, estaba bastante enfadado por que Aren me "amenazaba" con sustituirme por otro que, literalmente: "le mordiera la cola" dios! es que cada vez que lo pienso... Agggghhh es que le retorcía el pescuezo, de verdad...

Bueno, pero ahora mi objetivo era otro: prepararlo todo para Alexander, por lo que me acerqué a una mesa de piedra del jardín y puse un mantel, y me puse a preparar la mesa, muy bien puesta, con los cubiertos perfectamente colocados con servilletas de tela y un cartelito que ponia RESERVADO.

Entonces me sacudí las manos y me fui al comedor, a preparar la cena.

*se va*

Llegue a los jardines y los chicos del servicio se despidieron de mi y me quedé solo. Pronto vendría, le dije que viniese...

Para esta ocasión me había puesto mi mejor traje y por supuesto, llevaba el pelo completamente pegado al cráneo, como a el le gustaba, ya que de camino a los jardines, había hecho una paradita en el baño, para peinarme.

*se queda*

Kettleburn... siempre Kettleburn... ¿para que se cita conmigo en los jardines? debería estar durmiendo ya... sino, no rinde en su trabajo, pero quien sabe: quizás tenga algo que contarme.

Llego al lugar y habro los ojos como platos.
-¿que es todo esto? digo dando una vuelta alrededor de la mesa, con la esperanza de encontrar algún fallo o... algo... - Kettleburn, ¿te pasa algo? ¿a que viene todo esto? ¿estas enfermo y te vas a morir? si es así, aléjate de mi, digo poniendo cara de asco al verlo.

Alexander llegó puntual, no era de extrañar, por supuesto. Parecía contrariado.
-No, no me pasa nada, señor, tranquilo, aún tiene Silvanus para mucho tiempo, dije apartando la silla para que se sentara.- Lo que pasa es que bueno... hoy... me he visto con ganas de darle un sorpresilla... no se...- dije encogiendome de hombros- por supuesto no quiero que me page nada de esto, simplemente lo he hecho... bueno, pues porque me apetecía, y punto- dije con una sonrisa.

-¿que le sirvo?

Alzo una ceja. - que alegria... comento ante su primer comentario. Es extraño... muy extraño... - por supuesto que no te iba a pagar por esto- digo sentándome- lo has echo porque as querido, no ha sido una orden...

-Ponme un poco de cada... y bueno... si tantas molestias te as tomado... siéntate y come tu tambien, anda- no me fiaba ni un pelo de este... y si la comida tenía veneno, el sería el primero en catarlo... que yo no soy tonto...

Le serví la comida, y ante su ofrecimiento, me senté en frente suya. La cosa marchaba.
-Gracias, señor. Era extraño: Alexander solo comía las cosas que yo había probado antes. Me encogí de hombros. Manías...

Y así, pasó la agradable velada, charlando de cosas insustanciales...

Después llegó la hora del postre, y saqué el maravilloso flan y le serví un pedazo.
-no me lo va a rechazar, verdad? sé que le encanta.

Esbozo una sonrisa socarrona cuando me ofrece el flan... este enano sabe como engatusarme.

-Pues claro que no te lo rechazo... hasta la fecha te han salido todos muy bien.- entonces comienzo a comer.

De vez en cuando, lo mir de reojo, le brillan los ojos, parece ansioso por probar un trozo... pero solo había traido una cuchara...

Giro los ojos en círculo.

-Quieres? digo torciendo la sonrisa y ofreciéndole la cuchara. yo ya o quiero mas.

Me ofreció el pedazo que faltaba.

-Oh, muchas gracias, dije cogiendo la cuchara con mucho cuidado de no tocarle la mano, pues sabía que no le gustaba nada. Entonces cogí un trozo y me lo metí en la boca con cuidado... iba a probar su saliva, por primera vez. Me puse un poco rojo.


-Sabe? yo también tengo algo para usted- dije sacando el opio. Esta es la traca final. ¿se apunta?- dije con una sonrisa picarona. Es un regalo del mismísimo Aren Darvenwiiiiiish... dije con voz canturrona.

Ocurre algo que se escapa a mi control. ¿que hace este niño con opio? ¿en esto se gasta el dinero que le doy? Voy a rechazarlo, por supuesto... a saber que mierda es esa... pero entonces dice que es un regalo de Aren... me quedo quieto. Pensando... pero tengo el estómago lleno... estoy de buen humor... y bueno... ¿porqué no? si lo fuma Aren... no puede ser malo, no? ademas... una vez al año...


-Bueno, vale...

Su dragón enciende mi opio, me hace gracia.

-Quiero que fumes tu también. Sentencio. No quiero correr riesgos de que pase algo... así, si los dos estamos drogados, no habrá ninguno en superioridad intelectual...

Bien. Ya está ahora solo tengo que esperar...

Pero entonces suelta esa frase lapidaria... quería que fumase yo también... Mierda... esa cosa me afectaba mucho... pero tendría que seguirle la corriente.... o por lo menos parecer que le seguía la corriente, por lo que cogí un cigarro normal y comencé a fumarlo.

Vale, dije encendiéndolo- me lo fumaré mientras recojo esto. con el fin de poder darle la espalda y que no se fijase mucho en lo que fumaba.

Mientras recogía las cosas, se veía que ya le estaba haciendo efecto.

-Señor... cuenteme algo... venga, que así mientras recojo, me entretengo- dije fingiendo estar un poco mareado.

Esto es impresionante... todo me dá vueltas, menos mal que estoy sentado, que si no... es una sensación de lividez... mi cabeza está e las nubes... mi lider sabe lo que fuma, si señor. entonces me dice que le cuente algo... algo... algo son muchas cosas, y muchas cosas es todo...

Cojo una copa de vino... Kettleburn... mi liiindo Kettleburn... te contaré muchas cosas... pero...- entonces la copa se me cae de los dedos, manchando mi camisa y mi chaqueta- og, digo poniéndome de pie, con lo que casi me caigo- Ayudame... sacame esta ropa y vete a por una seca, así mientras pienso en lo que te tengo que contar... si... se lo voy a contar.... es de confianza, y el chico se hace querer, además no aguanto mas... esta desazon me está corroyendo- te contaré lo que quieras, de hecho, hoy estoy muy charlatan- digo dando una vuelta sobre si mismo, haciendo que mi coleta gire en el aire.

-Venga, llévate esta ropa y traeme algo calentito, que hace frío. Además, estar así, sin camisa... no es bueno... mi pequeño pissscis... digo frotándole el pelo ¿quien te ha peinado asi? que feo estas- digo dejándome caer en medio de las flores.

Alexander se mancha con el vino... desde luego, ha dejado de ser el... lo que hace el opio

Le quito la camisa y me voy corriendo al castillo.

Cuanto antes venga, antes me enteraré de todo.

*se va*

Salí a los jardines con aire meditabundo, todavía recordando mi encuentro con la vieja. No sabía cómo había descubierto que tenía un hermano, o lo que quiera que pasara con mi abuelo. Pero no me gustaba nada.

Avancé callada, sin saber muy bien adónde iba, cuando distinguí una figura en la oscuridad. Me acerqué, y descubrí al señor Alexander.

- Buenas noches, señor. ¿Cómo está usted? -saludé, con voz algo apagada. No parecía muy lúcido. Le sonreí amablemente y le agarré las manos, tirando de él para levantarlo-. ¿Se encuentra bien?

Me rio dando vueltas entre las flores. Las estrellas se mueven... es muy bonito.

-Jajajaja mira, Clara, que bonito está el cielo esta noche, digo acariciando una roca.

Entonces oigo una voz, y alguien me ayuda a levantarme... tengo la vista un poco borrosa, pero esas manos... puedo notar algo... algo... tiene ese tacto... y entre los dedos puedo sentir unas membranillas... era un piscis, Silvanus, por supuesto, que ya había regresado...

-Og, mi pequeño piscis... ¿ya te has cambiado el peinado? digo frotándole la cabeza con fuerza... ¿y te has quitado los tacones o que? estas mas encojido- entonces lo cojo por debajo de los brazos y lo siento en mis rodillas, despues de sentarme yo en la silla.

-Bueno, lo prometido es... deuda ¿no? Jajajaja- hoy tengo la risa floja...- Bueno, todo comenzó un día... eramos tres... muy buenos amigos... en Cáligo... NO ME INTERRUMPAS, continuo... no puedo seguir con esto dentro... necesito desahogarme... le conté a "Kettleburn" como era mi vida en Cáligo, como conocí a Volto y a Clara, como crecimos juntos, como nos divertíamos... y... y... y... como murieron, porqué, cuando, y donde... le conté lo del paquete, comenzando a llorar, y lo de la nota amenazante, y que seguramente ese hombre, aparecería en Brontë para reclamer ese dinero que yo no tenía y que canjearía por mi vida.

Hago una pausa y apoyo mi mano en el cuello del piscis sin antes tantear un poco, puesto que estoy perdido en las musarañas y no veo las cosas claras- me has servido de ayuda... ahora ya estoy mucho mejor... siento un alivio en mi pecho al hablar de esto- entocnes saco mi aguja metálica y presiono el cuello de "Kettleburn", sin llegar a cortar- pero como sueltes una sola palabra, te juro por mi madre que caes inerte aquí mismo- digo sin verle a la cara, puesto que estoy muy entretenido viendo para las estrellas y para la roca-Clara.

-Ahora lárgate,- digo empujándolo al suelo- y chitón, ¿vale?- entonces me caigo de la silla y me quedo rodando por el suelo, riendo de nuevo, ya no me acuerdo de las lágrimas.