Jardines (1) [completo]

Iba a reprocharle, a contestarle, a decirle que no haríamos nada él y yo cuando se fue. Fruncí el ceño, aún más molesta que antes, y apreté los puños.

— ¡No pienso hacer nada contigo! — grité, a pesar de que sabía que nadie podía escucharme. — ¡Me limitaré a hablar, nada más! ¡Qué lo sepas!

Apreté más lo puños. Y me quedé quieta, ahí, en medio de los jardines, durante unos segundos. Estaba molesta, y no sabía qué hacer. Cuando los segundos pasaron, rehíce el camino que había hecho con el caeruleus y recogí el libro. Pensé, al cogerlo, que tendría que haberme quedado leyendo. Así, al menos, no estaría molesta con Alexander.

Resoplé. Le dediqué un rápido vistazo a los jardines y me fui.

*se va*

FdR. No pasó nada =D
¡Hasta mañana!

Estaba de mal humor. Llevaba toda la mañana frustrado. La pelea que había tenido ayer con Kettleburn sólo le había servido para labrarse una mala reputación entre los alumnos de Brontë. Aunque sólo la chrysos había visto la escena, estaba casi seguro de que Kettleburn y ella se irían de la lengua. Y a pesar de que no comentasen nada, la imagen que ambos tenían de él había cambiado.

Frunció el ceño. Se mordió la uña del dedo pulgar. ¿Qué iba a hacer ahora? Si esos dos iban por ahí diciendo que era peligroso, agresivo o algo semejante, podría despedirse de la imagen que pretendía mostrar en Brontë. Y eso llevaría a cambiar miles de cosas que ya tenía planeadas.
Suspiró. Realmente sería un problema que fuesen contando que se habían peleado en la sala de baile (y, peor aún, que contasen que él había empezado la pelea o algo semejante).

Alzó los ojos y los clavó en uno de los arbustos del jardín (uno cercano al sitio donde estaba situado). Llevaba ahí fuera, sentado en uno de los bancos, toda la tarde. Después de haberle enviado una carta a Ronda, había ido a los jardines con el único objetivo de no encontrarse con nadie (no quería ver a nadie; estaba de mal humor y, cuando estaba así, prefería quedarse solo).

No se molestó en encender los ojos (a pesar de que casi no podía ver nada). Se llevó ambas manos a la frente y volvió a suspirar.

*se queda*

Llevo un ratín paseando aunque la verdad es hora de que vuelva al palacio. La visión es muy mala ya. Camino despreocupado con las manos en los bolsillos cuando paso frente a un chico sentado en medio del jardín. Como caigo en que está allí segundos después de pasar por delante, doy un par de pasos hacia atrás para ponerme de nuevo frente a él.

- Buenas, no quisiera molestarte si estás a lo tuyo pero, ¿te ha ocurrido algo? - Era ya bastante denoche y ver a una persona sola allí sentada y cabizbaja no resultaba muy alentador. Igual le había dado un mareo, un shock o un mal de amores que esos sí que te dejan en el sitio.

Una voz le hizo alzar la cabeza. Suspiró, frunció el ceño, y clavó los ojos en la silueta que tenía a unos metros de él. Ladeó ligeramente la cabeza. La voz le sonaba, pero no sabía de quién era.

- Perdón... - murmuró, antes encender los ojos. No quería molestar con la luz (por lo que, a pesar de que apneas había iluminado sus ojos, se disculpó).

Con los ojos encendido, pudo ver a la persona que tenía enfrente. Un aether de pelo blanco (no demasiado largo). Tras meditar durante unos segundos (en los que intentó buscarle la identidad al sujeto), asintió. Heylel a secas (No le había dicho su apellido). Lo había conocido en los cementerios. Según lo que había observado ese día, era amigo de la claritas Hewina Astaldë (o al menos la conocía).

Suspiró, se echó algunos mechones del flequillo hacia atrás (aunque estos no tardaron en volver a su posición original), y esbozó una pequeña sonrisa.

- Buenas noches, ¿Heylel...? Era así, ¿no? - Frunció ligeramente el ceño -. Soy un poco malo para los nombres, así que a lo mejor me estoy confundiendo. - Ensanchó la sonrisa. Estiró los brazos. Antes de bajarlos, continuó hablando -: Gracias por tu preocupación, pero estoy bien. No te preocupes. Simplemente he tenido... Un mal día. He dormido poco y, ya sabes, eso pasa factura al día siguiente.

Cruzó las piernas. Evidentemente, no iba a decirle que había peleado con Kettleburn, por lo que el aether tendría que conformarse con esa pequeña mentira (a fin de cuentas, había tenido un mal día y había dormido poco, por lo que no podía decirse que le estaba engañando. Sólo ocultaba parte de la verdad).

Al escuchar que sabe mi nombre me planteo que quizá nos hayamos cruzado en algún enfrentamiento con las bestias o algo así. Había mucha gente esos días y no pude ver a casi nadie. Asiento.

- Sí. Lo siento, pero yo no recuerdo bien el tuyo. Empezaba por ...l o s, ¿no? -Pregunto algo avergonzado por mi falta de memoria. - Yo sí que soy un caso para algunos nombres -. comento con una sonrisa.

- Bueno, me alegro de que te encuentres bien entonces. Siento haberte molestado -. Comento sin saber muy bien que decirle. Era un tipo al que le acababa de decir que no recordaba su nombre, ya había puesto suficiente tensión entre ambos. jo, que mala pata...

Ensanchó la sonrisa.

- Lyam. - apuntó, sonriente -. Si todos los alumnos de Palacio son como tú y yo, tendremos un problema de identidad.

No añadió nada más. Dejó que el aether hablase, sin intervenir. Cuando terminó, asintió. No sabía muy bien qué debía decirle (era la segunda vez que se veían, por lo que no se le ocurría nada). Tras unos segundos en silencio, decidió hablar.

- No te preocupes. De hecho, ¡debería agradecerte tu preocupación! - Clavó sus ojos en los del aether. Se echó hacia un lado -. Si quieres sentarte, adelante. Sé que no hemos hablado mucho (de hecho, sólo nos vimos una vez), pero creo que podemos tener una conversación civilizada... - Estiró, de nuevo, los brazos -. Y ya que ha sido idea mía, intentaré sacar un tema: ¿qué tal estás, Heylel? ¿Llevas bien tu estancia en Palacio?

Torció una sonrisa. No tenía demasiadas ganas de hablar, pero podría aprovechar ese encuentro para hablar con el aether. Llevaba bastante tiempo queriendo hablar con él, por lo que no desperdiciaría la ocasión. Con un poco de suerte igual conseguía algo interesante.

Asiento a Lyam a modo de agradecimiento con una sonrisa en la cara. A ver si ahora no se me olvidaba su nombre.

Entonces nos quedamos un rato en silencio sin saber qué decir, pero Lyam consigue hilar a cualquier cosa para dejar de mirarnos las caras mientras nos hacemos viejos lentamente.

- Oh,no, gracias. Si estoy de paso y enseguida me voy -. Le comento sin pretender ser descortés. - Pero gracias. Y bueno, siempre trato de tener conversaciones civilizadas. No deberías ser una escepción -. Digo sonriente mientras estiro un poco las alas. Luego pongo los brazos tras la cabeza antes de responder. - Pues todo va bien, gracias por preguntar, Lyam -.Bromeo. -Mi estancia está siendo tranquila aunque, por desgracia, o con todo el mundo -. Indico recordando que aun le debía algo al caeruleus. -Pero en general estoy contento. -Sonrío.

Asintió al escuchar el primer comentario del aether y volvió a su posición original. Si no se iba a sentar, ¿para qué estar en una esquina? Observó cómo movía las alas y dejó escapar una leve risa. ¡Alguien civilizado! ¡Al fin! Sus últimos encuentros le habían hecho pensar que el sentido común estaba desaparecido en Brontë, pero, por suerte, parecía que aún quedaba alguien normal.
El aether continuó hablando y él permaneció en silencio (no iba a interrumpirle en mitad de la narración). Se preguntó con quién habría tenido problemas (parecía alguien lo suficientemente sensato como para escapar de ellos). Cuando terminó de hablar, Lyam ladeó la cabeza y sonrío.

- Entonces estás, más o menos, como yo. Mi estancia está siendo tranquila, aunque he tenido algún problema con alguna que otra persona. - Frunció ligeramente el ceño -. Por ejemplo, este caeruleus... Rubio, alto... ¿Cómo se llama? - Se llevó una mano a la barbilla, pensativo -. No me acuerdo... - Miró a Heylel. Sonrió - ¿Sabes a quién me refiero? A un tipo joven, alto, rubio... No sé si lo conoces...

No añadió nada más. Evidentemente, se acordaba del nombre de Alexander, pero quería comprobar si el aether lo conocía o no.

Lyam comenta que ambos estábamos en la misma tesitura y entonces empieza a describir a un caeruelus, rubio, alto... Y la verdad es supongo que mi cara resulta algo extraña ya que de pronto muestro una mexcla entre sorpresa y satisfacción.

- ¡Alexander Price! -Afirmo con entusiasmo sin subir el tono de voz. -Síii, precisamente es el tipo con el que no acabo de "civilizarme" -Bromeo con cierta retranca mientras no puedo evitar una media sonrisa. Así que Alexander iba plantando nuevas y nuevas enemistades. Que se joda. No me extraña qe alguien como él no le caiga bien a nadie. A nadie.

- Si ha sido con él, te doy toda la razón. No le soporto y no soy de no soportar gente. Es más, siempre me he llevado bien con todo el mundo, pero bueno... - Comento algo más desasosegado. Que bueno es sentir que uno no está solo en el mundo. Uno, su odio y ¡bien! más gente.

Torció una sonrisa. Le había gustado la respuesta del aether. No sólo conocía a Alexander, sino que le caía mal. Y eso era bueno (bueno para él, claro). Al menos ahora sabía que, en caso de que Alexander tergiversase algo acerca de lo ocurrido en el lago, Heylel le creería a él. Además, le gustaba ver (por cruel que sonase) que Alexander no era del agrado de alguien (de hecho, esperaba que no fuese del agrado de mucha, mucha gente).

- ¡Vaya! No sabía que también tenías problemas con él - comentó, casi sonriente -. Me pregunto si habrá más gente en nuestra situación. Si su actitud con los demás es la misma que tiene conmigo, la verdad es que lo dudo. - Suspiró -. Pero, bueno, allá él, ¿no?

No dijo nada más. Quería saber qué problema había tenido Heylel con el caeruleus, pero no quería quedar como un cotilla. Así que lo dejó estar. No preguntaría. Si el aether respondía, perfecto. Si no, se conformaría con saber que a él tampoco le caía bien. Eso era suficiente de momento.

- Ya somos dos. Podemos formar un gremio -. Bromeo tras la respuesta de Lyam. Estiro los brazos, algo cansado.

- No sé. ¿Conoces a un piscis llamado Silvanus? Ahora trabaja para él así que supongo que los habrás visto juntos. A él tampoco le trata muy bien que digamod, pero supongo que Silvanus tiene gran resistencia para los cretinos -. Me permito decir con desaire aprovechando que podía hablar un poco mal de la gente. No es que me guste, pero soy humano.

- En fin, Lyam, me alegro de haberte visto y haber compartido opiniones -.Sonrío.- Pero yo ya me retiro. Cuidate y ya nos veremos -. Me despido y bostezo una vez emprendido el camino. Que bien me ha sentado encontrarme al chrysos, sí.

*Se va*

FdR: Complot contra Alexander muahahaha XD

Se limitó a asentir en cuanto escuchó el nombre de Kettleburn. No mencionó nada acerca del piscis y, por supuesto, tampoco nombró la pelea que habían tenido ayer. Simplemente, asintió y esbozó una sonrisa (que ensanchó al escuchar el insulto que Heylel le dedicó al caeruleus). Cuando el aether se despidió, le dedicó un gesto con la cabeza.

- Hasta otra, Heylel. Un placer coincidir contigo. - murmuró, antes de que se fuese.

Permaneció un rato más en los jardines, pensando en lo que le había dicho el aether. No le había sonsacado demasiadas cosas, pero al menos conocía su enemistad con Alexander Price. La conversación con Heylel también le había servido para descubrir su apellido.

Torció una sonrisa. Se puso en pie y se fue de los jardines. Al final, haber permanecido allí toda la tarde le había servido para algo.

* se va*

Salimos afuera y comenzamos a caminar por los jardines del palacio, pero entonces me percaté de que era de noche, y en cuanto nos alejasemos un poco del palacio ya no miraríamos nada.

"Oh, vaya, deberíamos ir a coger un farol...", dije, pero justo cuando me giré para dar media vuelta e ir a buscarlo Lyam se "encendió", recordándome que él era chrysos.

"¡Ahhhh, cierto! ¡Que tú eras mi farol particular!", dije riéndome levemente.

Sonrió y se encogió de hombros (sin borrar el gesto).

- ¿Quién necesita un farol cuando es chrysos? O, mejor dicho, ¿quién lo necesita cuando tienes un chrysos al lado?

Caminó y se puso a la altura de la claritas, que se reía con suavidad.

- Soy un farol para todo aquel que necesite un farol. - Guardó las manos en los bolsillos del pantalón y suspiró. Luego sonrió -. Bueno... Ahora que estamos aquí creo que ya podemos hablar de lo que teníamos que hablar, ¿no?

Avanzó un par de pasos, alejándose un poco de la chica, y se giró (para no darle la espalda).

- Te escucho.

Ya le había preguntado cómo le había ido el día y ya había bromeado con ella. Ahora podían cambiar de tema y abordar el asunto por el que se habían reunido.

Él dijo que era un farol para todo aquel que necesite un farol, por lo que entorné los ojos con cierta picardía y dije: "Que amable y servicial".

Él me sonrió, y entonces me propuso hablar sobre aquello, cambiando así de tema y centrándonos en lo que realmente teníamos que hablar.

Mi sonrisa disminuyo considerablemente, y entonces le dije: "Sí... supongo que sí". Después él avanzó unos pasos, se giró y me dijo "te escucho".

Comencé a caminar, y cuando estuve a su lado el comenzó a caminar también. Mi rostro se volvió totalmente serio del todo mientras tenía la mirada perdida en la oscuridad, y entonces comencé a hablar, tras un suspiro.

"A ver... Silvanus hace unos días me dijo que tú le habías dicho a Alexander que le pegase a él en vez de a ti por no se qué motivo... y durante unos días Silvanus fue maltratado físicamente por Alexander, con la excusa de que estaba cumpliendo con lo que tú dijiste. Y claro, Silvanus se lo habrá creído... pero yo no. Se como es Alexander, y siempre está engañando a Silvanus para que confié en él. Al fin y al cabo, aun que tú le hayas dicho eso, ¿que sentido tiene que Alexander cumpla con lo que dijiste al pie de la letra si "se supone" que aprecia a Silvanus? En fin, no estoy muy al tanto del tema, pero lo que sí se es que Alexander no es trigo limpio, y que Silvanus es muy... iluso", dije, y cogí aire tranquilamente durante unos segundos, haciendo así una breve pausa.

"En fin... de todos modos... ¿no es cierto que le dijiste eso a Alexander, no? Supongo que no, ya que no me parece propio de una persona normal decir algo así, y además me dijiste el otro día que no sabías que le habías hecho...", dije. Aparentemente no tenía motivos para mentirme, ya que el propio tema era bastante enrevesado y absurdo, pero bueno... nunca se sabe.

Escuchó a la claritas en silencio mientras caminaban. La miraba de reojo mientras ella hablaba y, conforme avanzaba su discurso, notaba que su enfado iba en aumento. Frunció el ceño, apretó la mandíbula y oprimió los puños. Deseó que apareciese Alexander. Lo deseó con todas sus fuerzas. Quería acercarse a ese cretino para darle más de un puñetazo. O cortarle su hortera coleta (entre otras cosas). O ambas. Quería que él sufriese el mismo dolor que había sentido él cuando notó el látigo del líder caeruleus en su espalda. Por su culpa, él, que no había hecho nada, se había llevado los golpes. Por su culpa.

Se paró en seco. Una parte de él quería ir corriendo a los dormitorios a destrozar algo del caeruleus. Otra, más sensata, le decía que debía controlarse para no volver a meterse en problemas (aunque, a lo mejor, si los golpes los recibía cuando no hacía nada, ahora igual no le pasaba nada). Tomó aire. Crujió los nudillos. Miró la espalda de Hewina. Disminuyó la cantidad de luz que emitía. Volvió a tomar aire.

- Así que Alexander le dijo eso, ¿eh? - Torció una sonrisa, sesgada -. Alexander Price, ese capullo, le ha dicho eso... - Apretó, aún más, los puños. Ensanchó su sonrisa, torciéndola aún más -. Me alegra saber esto.

Miró a la chica. Apenas emitía luz en esos momentos.

- Yo no le he dicho nada de eso a ese imbécil. Pero, bueno... Si al señorito le gusta jugar con estos temas, sería de mala persona dejar que se divierta solo...

Se olvidó de todos los planes que había hecho. Ahora mismo, en su mente sólo estaba la idea de divertirse con el señorito Price.

Noté como la luz que Lyam emitía se iba atenuando poco a poco, y escuché lo que tenía que decir respecto a lo que le acababa de contar. El tono de su voz hacia notar su rabia contenida, y su cara era un poema... (uno muy intenso y violento cabe decir).

"Vaya... me lo temía., dije en voz baja.

Permanecí callada unos segundos, y tras ese silencio prudencial pregunté con curiosidad. ¿Y qué es lo que ha pasado, entonces?"

La voz de la chica le hizo volver a "tierra". Alzó la vista, clavó sus ojos en la claritas y se acercó a la chica.

- ¿Que qué ha pasado? - siseó. Torció una sonrisa -. ¡Lo que pasa es que ese imbécil va por ahí tergiversando las cosas! ¡No entiende nada! ¡¡Es un completo gilipollas con un ego tan grande que ha debido de cambiar su inteligencia por espacio para poder guardarlo!! El otro día en el lago no fui yo quien dijo eso. ¡¡Fue él, que es un completo hijo de...!! - Negó varias veces -. Fue él el que dijo que Kettleburn pagaría por - Agudizó la voz - todo lo que no he podido hacerte a ti - Apretó la mandíbula -. ¡JA! ¡Se cree ese niñato pijo que puede hacerme algo a mí! ¡¡Más quisiera!!

Oprimió los puños. Quería romper algo (algo de Alexander. Quería romper a Alexander, realmente). Tomó aire.

- Ese imbécil... ¡¡Se va a enterar!!

Miró a la chica. Sonrió y caminó hacia el lugar donde estaba ella.

- Pero tú no digas nada. - Ensanchó la sonrisa y se acercó aún más a ella-. Será nuestro secreto, ¿vale? - Le guiñó un ojo -. Debemos de hacerle ver que no puede tratar así a la gente, ¿no?

Ladeó la cabeza.

"Claro, descuida.", dije poniendo una sonrisa momentánea. "Coincido plenamente contigo... ese Alexander es odioso. No le vendría mal un escarmiento, ya que trata a todo el mundo como si fuese una simple chusma a su lado... como si fuésemos mediocres y muy inferiores", dije a continuación.

"Y claro, Silvanus sí se rebaja a ese nivel por él, pero yo no pienso llegar a ese extremo. Ya tengo suficiente con tener que guardarle cierto respeto a líderes que no se lo merecen", dije pensando en el obvio. Entonces suspiré y dije: "Ojalá pudiese hacerle ver que... ...bueno, no importa.". Hablaba demasiado libremente. Lyam parecía tener mi misma opinión, y parecía ser de fiar, pero bueno, al fin y al cabo tampoco nos conocíamos mucho, y tampoco es plan contarle todas mis penurias e inquietudes.

"De todos modos... antes de nada deberías hablar con él, ¿no crees?", le dije mirándolo a la cara. Lo primero es lo primero... y lo último Alexander, en este caso (y para mi en todos).

Asintió conforme la chica hablaba. Opinaba lo mismo que él. Perfecto. Así se aseguraba de que la tendría de su lado en caso de que hubiese algún problema (no lo habría. Los problemas sería sólo para Alexander). No le dio importancia a la frase que la chica dejó a medias. No le interesaba su vida con Kettleburn (fuese cual fuese la relación que tuviesen). De hecho, Kettleburn no le interesaba lo más mínimo. Si quería ser el esclavo de Price, que lo fuese. A él eso le daba igual. Lo que no iba a consentir era que ensuciasen su imagen.

Miró a Hewina. Alzó una ceja.

- ¿Hablar con quién? ¿Con Kettleburn? ¿Para qué? - preguntó, con sequedad -. Ya me he metido en problemas por su culpa. Ahora mismo, si puedo no verle delante, mejor que mejor.

Que se joda, pensó. Pero no lo dijo.

Lo miré algo apenada, y entonces le dije: "Es comprensible que estés resentido con él... pero tienes que entender que él actuó de esa forma porque fue engañado y manipulado... y no estaba en buenas condiciones (físicas y mentales). Si él ya es ingenuo de por sí... imaginate si le sumas el dolor de las palizas de Alexander y el dolor de tu supuesta traición."

"El dolor puede cegar mucho a una persona... y el miedo, incluso. Tendrías que haber visto como estaba, el pobre...", le dije, desviando la mirada apenada, mientras lo rememoraba.

"Además... no se si llegasteis a tener una buena relación, pero él te consideraba un amigo... te tenía aprecio, y sintió que le traicionaste. Tampoco se si tú le tendrías el mismo aprecio que él te tenía a ti, pero si te importa algo deberías hablar con él... solo tú puedes hacer que vea que Alexander tuvo la culpa de todo", le dije entonces.

Cruzó los brazos y puso los ojos en blanco. Escuchó el discurso de la claritas, en silencio, a pesar de que, en su interior, iba añadiendo comentarios a las frases de la chica.

"Pero tienes que entender que él actuó de esa forma porque fue engañado y manipulado". Y porque es idiota, añadió en su mente. "Si él ya es ingenuo de por sí..." . Ingenuo no es la palabra, apuntó para sí. "Tendrías que haber visto como estaba, el pobre...". Lo vi, me lo enseñó antes de atacarme como un descosido, pensó. "Él te consideraba un amigo". Qué rápido pasa de la amistad al odio. "Tampoco se si tú le tendrías el mismo aprecio que él te tenía a ti" Quiso reír. ¡Por supuesto que no, por Mithos! "Si te importa algo deberías hablar con él." No me importa nada; que se joda, pensó. "solo tú puedes hacer que vea que Alexander tuvo la culpa de todo" Sonrió. ¿Qué era eso exactamente? ¿Acaso creía que era un héroe de cuento? Ridículo

Cuando la chica terminó de hablar, descruzó los brazos y se acercó a ella.

- Mira, Hewina... ¿en serio crees que Kettleburn va a creerme? Ya le dije que no había hecho nada, y como toda respuesta recibí un buen puñetazo y una agradable amenaza entre otras cosas. No digo que no le tenga aprecio. Lo que quiero decir es que, ahora mismo, él no quiere verme y yo no quiero ganarme más golpes. No sé si me entiendes.

"¿Amenaza?", pensé mientras abría un poco más los ojos, y entonces recordé los latigazos de su espalda.

"Aren... siempre en medio. Siempre amargandonos más la existencia. Sieeeeeeeempre...", pensé con el ceño ligeramente fruncido, y entonces escuché el resto de lo que Lyam me tenía que decir. Por lo visto no estaba por la labor de solucionar el tema.

"Bueno... tampoco digo que vayas corriendo. Deberías esperar un tiempo a que se calmen las cosas. Ahora mismo Alexander le dio una semana de vacaciones, así que tendrá tiempo para serenarse y reflexionar.", le dije.

"Pero bueno... tampoco voy a presionarte a que lo hagas... solo te daba mi opinión.", le dije. No insistir más era la mejor opción... y al menos tras haber confirmado mis sospechas ya podía estar más tranquila (aun que lo cierto es que nunca dejo de preocuparme).


FdR: ya se que la amenaza fue de Silvanus en realidad, pero Hewina llegó a esa conclusión... XDDD

Puso los ojos en blanco y resopló. ¿Por qué tenía que ir él a ayudar a Kettleburn? ¿Ir a hablar con él qué supondría? ¿Más golpes? ¿O actuaría como alguien civilizado? ¡Si es que, además, ni tan siquiera quería verle! Kettleburn lo odiaba; él no quería verle y le daba igual que pensase que había sido culpa suya. Cuando se descubriese que Alexander era un capullo, Kettleburn debería entender que él no había hecho nada. O al menos eso sería lógico.

Suspiró. No había pensado que Kettleburn era imbécil. Aún iba a malinterpretarlo todo aún más. Resopló. ¿Por qué no había gente inteligente en el Palacio? Una buscaba a alguien que convenciese al piscis de algo (por supuesto, ella no podía hacerlo. ¡No! ¡Claro que no! A pesar de que pareciesen tan amigos, ella no podía abrirle los ojos. No. Tenía que ser él, a pesar de que el piscis lo odiase). Y el otro era tan estúpido que se creía todo lo que le decía el imbécil de su "jefe".

- ¡Vale! ¡Vale, vale, vale! Está bien. Hablaré con él. ¿Contenta?

Resopló. Qué pesadilla.

Lo miré con cierto asombro. Entonces sonreí ampliamente y dije: "Sí"

Hoju también se alegró, y me imitó con uno de sus ruiditos.



FdR: XDDDDDDDD