Jardines (1) [completo]

Ensanché la sonrisa. Heylel tenía razón. Lo mejor de conocer a alguien era descubrir que era simpático y agradable. Y que os llevabais bien. Yo me llevaba bien con Rick. Heylel debía de haberlo visto. A lo mejor creía que eramos amigos. Fruncí ligeramente el ceño. ¿Éramos amigos? La verdad era que Rick era la persona con la que más había hablado de todo el Palacio. Y era simpático y divertido. Me caía bien. ¿Podría considerarle mi amigo? Aunque nos conocíamos desde hace poco... ¡Ah! A lo mejor lo que iba a decirme ayer en el algo era eso: que me consideraba su amiga.

Suspiré. Podía habérmelo dicho con Heylel delante. ¡Si él ya casi lo había descubierto! Negué varias veces con la cabeza. Rick era más tímido de lo que parecía. Aunque, claro, ¿quién era yo para hacer esas afirmaciones?

Sonreí y miré a Heylel.

— La verdad es que sí... Al principio todo es tan... ¡No sé! Novedoso. Sí, esa es la palabra. — Ensanché la sonrisa. Sin duda alguna, lo mejor de conocer a alguien era que todo era nuevo —. Y, bueno, dudo que me lleve un chasco — Ladeé la cabeza hacia la derecha, sonriente. Estaba de muy buen humor —. La rutina no será un problema... A fin de cuentas, parece que hacemos las cosas sin pensar... ¡Ayer en el lago ni tan siquiera habíamos llevado una toalla o así! La impulsividad ganará a la rutina — Alcé el brazo derecho, con la mano cerrada, recreando un signo de fuerza o algo similar. La rutina no acabaría con nuestra amistad. Claro que no. Luego recordé las últimas palabras de Heylel. Pobre, seguro que todavía no había encontrado a alguien con el que pasárselo bien. ¡Seguro que por eso echaba tanto de menos a su mujer! —. No te preocupes, Heylel, pronto encontrarás a alguien que ocupe parte del vacío que dejó tu mujer... No digo que lo cubra del todo, pero, hasta que os volváis a encontrar, al menos te aliviará de la soledad...

Esbocé una amplia sonrisa. Seguro que ese discurso animaría a Heylel.

Al escuchar sus palabras puse las manos sobre los hombros de Inger.

-Ese es el espíritu, compañera -.Comenté con falsa solemnidad. Era genial que un amor así se gestase de tan buen modo. Pero me horrorizo cuando habla del vacío de mi mujer. ¡Por Mithos! ¡Claro que no lo llenaría! Puede que ella fuese una libertina en el amor, pero yo no, por supuesto.
La suelto y me llevo una mano al pecho, con angustia.

- ¡No, claro que no! Lo siento si tienes ese pensamiento, pero riñe mucho con el mio. Nunca podría sustituír a mi mujer de esa forma. El ímpetud de un hombre es una gran excusa para acabar con las cosas más puras y hermosas, pero yo no soy así. No habra nada en este mundo que desée más que a mi mujer -. Comente con ceño al final, seguro de mis palabras. Ser infiel a mi querida esposa ¡Nunca!

Ensanché la sonrisa cuando Heylel reafirmó mis palabras. Pero al ver cómo su expresión cambiaba, borré de inmediato el gesto anterior. El aether se llevó una mano al pecho, y yo bajé la vista. Parecía que le había ofendido. Yo siempre había pensado que tener amigos podía estar ligado con tener una pareja, pero parecía que Heylel no opinaba lo mismo. Suspiré. Pobrecito. Así nunca tendría a alguien con quien hablar. Nunca tendría a alguien con el que estar cuando su mujer estaba lejos. Estaría siempre solo.

Me pasé una mano por el cuello. Me daba pena el aether. Y, además, había descubierto que no pasaríamos a ser amigos. Seríamos por siempre conocidos, simplemente. Qué pena.

Alcé la vista y clavé mi mirada en sus ojos. Tenía que disculparme.

— Lo siento, Heylel... No pretendía ofenderte. Sé que tu mujer nunca podrá ser sustituida, pero, no sé, pensé que podrías tener a alguien con quien hablar... Lamento haberte molestado...

Esperaba que me perdonase. Jo. Ni tan siquiera lo había dicho por mal.

Cuando veo que la chica se desanima, relajo el gesto. No quiero enfadarme con ella o algo así, pero que me inviten a la infidelidad de esa forma me resulta bastante molesto.

-No quiero discutir estas cosas, ¿de acuerdo? -Comento con una tímida sonrisa. -Claro que está bien tener alguien con quien hablar, hacer amigos... Pero nadie ante o entre mi mujer y yo. -Bueno, debo relajarme. Seguro que cuando le envie la carta a ella incluso se reirá del comentario. Sonrio y estiro las alas.

- Bah, bueno, supongo que son cosas que se dicen. No te preocupes, no soy tan dramático.

Asentí varias veces, al escuchar las palabras de Heylel. Al parecer me había perdonado. Alcé la vista de la mesa y lo miré. Ya no sonreía.

— Ya... Si las infidelidades son muy malas... ... Yo lo que quería decir era que encontrarías a un amigo... Aunque no me he expresado bien.

Bajé la cabeza. Él dijo que no me preocupase. Yo me pasé una mano por la nuca.

— Lo siento... — Lo miré de reojo —. La próxima vez, pensaré mejor las palabras que utilizo

Vaya, todo ha sido un malentendido. Pues mejor, así todo es nada. Me rio un poco antes de contestar y durante mi respuesta.

-Aah vale, perdona. Pensé que me decías que me echase un ligue o algo así. Claro que me gusta hacer amigos, sobre todo en un sitio como este donde no conozco a nadie.- Luego me tomo la libertad de darle un capirotazo.

-Y yo pensando que tenías una de esas relaciones polígamas con el flamma -. Sonreí.

Heylel pareció comprender que todo había sido un malentendido. Suspiré. Luego esbocé una tímida sonrisa, y él me dio un capirotazo. Me pasé una mano por el lugar donde me había "golpeado", tras un soltar un ¡ay!, y él siguió hablando. Le escuché con atención. Y, cuando terminó de hablar, fruncí mucho el ceño. ¿Relaciones polígamas? ¿Con el flamma? ¿Yo? Estreché los ojos y lo miré así, con los ojos entrecerrados. ¿Realmente me veía cara de eso?

— ¿Me ves cara de persona que mantiene relaciones polígamas...? — Abrí los ojos. ¿Qué clase de impresión daba? Evidentemente, lo del flamma se trataba de un simple ejemplo para ilustrar su comentario. Había usado a Rick como ejemplo para explicar su impresión. No había duda —. ¿En serio...? ¿En serio doy esa impresión...?

Inger pregunta por la impresión que da y la verdad se aleja bastante de la poligamia.

-No, claro que no. La verdad es que se te ve demasiado tímida como para eso -.Comento sonriente. -Pero, no sé, por los comentarios y eso. Parte del malentendido, nada grave -.Comento, aliviando la situación. No puedo comentarle que los escuché disculparse en el lago o me vería como un mirón o algo así. De esos asquerosos que espían a las parejas cuando... agh...

Suspiré, con alivio, al escuchar sus palabras.

— Menos mal... No me gustaría dar esa impresión, la verdad... — Dibujé una sonrisa —. Los malentendidos son malos, ¿eh? — Ensanché la sonrisa —. Ya llevamos dos en lo que llevamos de conversación.

Apoyé mi codo derecho en la mesa y luego apoyé mi mejilla en la palma de mi mano derecha. Observé a Heylel, preguntándome cuánto podría ver en la oscuridad. Ayer se había perdido yendo hacia el lago, pero después había vuelto solo. ¿Se habría perdido? ¿Se habría hecho daño en su camino de vuelta?

— ¿Ayer llegaste bien al Palacio...? — Lo miré con preocupación —. Es decir... Como era de noche, me preguntaba si te habrías perdido otra vez o así... ¿Llegaste bien?

Una vez zanjado el asunto, cambia de conversación. Hum... Cómo llegué ayer al Palacio...Ya...

-Bueno, me costó lo mio encontrar el camino de vuelta... Pero como planeo y puedo ver desde una perspectiva más alta pude encontrar el edificio -. Respondo con calma. La verdad es que no había sido fácil volver a pesar de haber estado por allí...

-Aunque la próxima vez me llevaré una antorcha o me acostaré antes-. Comento divertido. -Tú lo tienes tan fácil...Pff... Pero, ¿no es incómodo el cambio de horario? -. Tenía entendido que los caeruleus eran nocturnos y aquí la vida se hace de día ya que la mayoría somos diurnos.

Asentí con la cabeza varias veces. No había pensado en que él podía volar. La verdad era que tendría que ser genial poder surcar los cielos. Además de ser útil, claro.

— Claro... No había pensado en ello... ¡Seguro que te ahorraste muchos golpes!

Esbocé una sonrisa. Era agradable hablar con Heylel.

El aether mencionó que la próxima vez se llevaría una antorcha, o que se acostaría antes. Ensanché la sonrisa al escuchar su broma. El comentario tenía su gracia. Luego preguntó cómo era el cambio de horario. Ladeé la cabeza, pensativa. La verdad era que aún no me había acostumbrado al cambio de horario. De hecho, todavía seguí con el horario de Caligo. Dormía mucho por la mañana, y luego paseaba por la noche. Sabía que tendría que cambiar mi rutina, pero, de momento, no me veía con fuerzas para hacerlo. Me gustaba el ritmo de vida en Caligo. Probablemente fuese una de las cosas que más me gustaban de vivir en Caligo en lugar de en Ignis. Suspiré.

— Pues, de momento, todavía no me he acostumbrado... — Me pasé una mano por el cuello —. Sigo acostándome tarde y levantándome tarde... O sea, duermo por la mañana y paseo y demás por la noche... ... Sé que tengo que cambiar mi horario, pero aún no me veo con fuerzas.

Dejé escapar una leve carcajada y esperé su respuesta.

- Entiendo. Bueno, mientras no te cree problemas... -Comento encogiendo los hombros.

-Y, aparte del horario... ¿Qué tal es Caligo? -Pregunto con curiosidd.

FdR: ¡Y ahora dirá muchas mentiras sin fundamento! XD

Sonreí.

— De momento no tengo problemas.

Y entonces Heylel preguntó cómo era Caligo. Fruncí el ceño. ¿Cómo era? Pues tenía sus cosas buenas y sus cosas malas, aunque las malas ganaban a las buenas. Siempre me había mucho más Ignis que Caligo. Cuando íbamos a ver a los abuelos, siempre preguntaba por qué no nos quedábamos ahí. A Simon también le gustaba mucho más Ignis que Caligo, y a mi padre también. Allí se había criado, así que era obvio que quería quedarse. Sin embargo, a mi madre le encantaba su vida en Caligo, y no la cambiaba por nada del mundo. Por tanto, siempre acabábamos volviendo.

Y luego estaba el negocio familiar.

Mi hermano Simon había intentado convencer a mis padres de que le permitiesen irse con los abuelos a Ignis, pero ellos siempre se negaban argumentando que el negocio familiar era lo más importante y que, por tanto, tendría que quedarse con ellos a trabajar porque siempre necesitaban ayuda. Y últimamente necesitaban más ayuda, a pesar de que las ventas iban igual o peor.

Negué varias veces con la cabeza. Aquel cúmulo de pensamientos no respondían a la pregunta de Heylel. Simplemente explicaban que me gustaba más Ignis que Caligo, y el motivo por el que no vivíamos allí. Suspiré. ¿Qué podía decirle? Evidentemente, no iba a decirle que no soportaba al lider Aren. El jefe caeruleus estaba ahora mismo en el Palacio y podría escucharme. Si en Caligo me preocupaba por las palabras que usaba en cuanto alguien me preguntaba por el lider o por el país, en el Palacio tendría que ser más rigurosa. Él estaba ahí y podría escucharme. Y si me escuchaba decir algo malo de él o de su forma de gobernar, no sólo podría castigarme, sino que podría investigar o algo similar. Y si investigaba a mi familia, descubriría la unión que mi hermano tenía con los rebeldes. Y si lo descubría... ...

Negué con la cabeza. Luego miré a Heylel. Respondería a sus preguntas con cosas banales. Podría hablarle de una de las actividades más populares del país: la liga de caza, la cual se celebraría dentro de poco. Y podría decirle que el país no es feo. O algo así.

— Pues no está mal... Es bastante bonito, porque tiene mar... Yo vivo en una zona cercana a un mar, por lo que puedo encontrar buenas vistas si busco bien — Sonreí —. Además, la gente es bastante agradable... Y tenemos algunas actividades populares... A la gente les gustan... Por ejemplo, la liga de caza es muy popular... ...

Aunque a mí no me gusta demasiado, pensé.

Asiento cuando comenta lo de Caligo. Nunca me ha parecido un mal país, lo peor, el horario, claro. Y además no hay sitio para volar tranquilo supongo.

-Vaya, pues está bien supongo. Aunque para vistas debo defender a mi Ventus -. Sonrío, fanfarrón. -Es un sitio fresco, eso sí -. Añado con una risita.

Asentí, dibujando una sonrisa en la cara.

— Sí... Está bien...

Cuando mencionó a Ventus, casi solté un suspiro de alivio. ¡Claro que tenía que defender a Ventus!

— Seguro que las vistas en Ventus son impresionantes — Sonreí, esta vez de verdad —. Pero, aparte de que es un sitio fresco con unas vistas impresionantes, ¿cómo es? ¿Te gusta? ¿Es muy distinto a Fulmen?

Suelto el aire como si fuese a hacer un gran esfuerzo, pero es por sus preguntas.

-No tiene nada que ver -. Sonrio. - Ventus es muy amplio porque hay un montón de islotes desperdigados. La verdad es que lo que es tierra hay más bien poca. algunas de las islas están unidas entre sí, porque al principio los Aether tenemos un doble trabajo: aprender a caminar y a volar -. Indico con orgullo.- Y, bueno, poco más, la verdad... Lo bonito es más proporcionado por la vista de los demás continentes.

Asentí varias veces. Por lo que contaba, Ventus parecía un sitio maravilloso. Aunque el hecho de aprender a caminar y a volar parecía muy complicado.

— ¿Y eso de aprender a volar es complicado? Es decir... ¿Cómo lo haceis?

La verdad, me ha pillado en eso. Me encojo de hombros.

-Es...difícil, sí y se necesita mucha mucha fuerza en las alas, pero esta no se desarrollan del todo hasta los 25. A mi edad, yo que apenas he salido de mi pais, no puedo volar largas distancias -. Comento algo azorado por la situación. Me siento un Aether inútil.

FdR: y esa es la razón por la que los aether planean XD

Parpadeé varias veces al escucharlo. Lo cierto era que había jurado que Heylel podía volar. Pero, claro, desconocía un montón de cosas acerca de los aether.

— Vaya... Pero, bueno, seguro que cuando tengas 25 podrás volar enoormes distancias — Dibujé una gran sonrisa en mi cara —. Graandes distancias. ¡Podrás ir de Caligo a Aqua sin ningún tipo de problema, ya verás!

Ensanché la sonrisa. Luego estiré los brazos y miré a mi alrededor. Y, después, volví a mirar a Heylel.

Sonrío ante el comentario de Inger.

-Bueno, espero que antes... -Comento. La verdad es que es tarde y las plumas me pesan demasiado.

-En fin, Inger, lo siento pero yo he de dormir por la noche. -Rio.- Ya charlaremos más mañana o así. Nos vemos -. Me despido con la mano y me alejo del lugar.

A los 25...¡A los 23 máximo! Ese era yo...

*se va*

Me despedí de Heylel con la mano. Evidentemente, él no seguía el horario de Caligo, así que tenía que dormir. Suspiré. Lo malo de adoptar ese horario en Fulmen era que apenas coincidía con la gente. De hecho, los primeros días que estuve en el Palacio casi no me había encontrado con ningún alumno.

Estiré los brazos, y luego observé a mi alrededor. Los jardines eran bonitos. Me gustaban. Y, además, parecían un buen lugar para charlar, o hacer un picnic, o gimnasia, o lo que fuese. También parecían bastante tranquilos. Y seguros. Seguro que no había ninguna bestia vagando por ellos.

Alcé la vista al cielo. Había bastantes estrellas. Eso también me gustaba. Las estrellas y todo lo relacionado con la astronomía despertaba mi interés. Pero, a pesar de la curiosidad que sentía, nunca me había puesto a estudiar en serio sobre el tema. Apenas había leído libros que hablasen del tema, por lo que apenas sabía los conocimientos básicos. Recordé mi conversación con Heylel en el observatorio. A él también le gustaba la astronomía. De hecho, había mencionado algo como que le habría gustado estudiar ese tema. Fruncí el ceño. Realmente no me acordaba de demasiadas cosas, pero me sonaba que había dicho algo semejante.

Suspiré. El piscis del otro día también había mencionado que le gustaba la noche. No quería recordar nuestra conversación (ni nada que tuviese alguna clase de relación con él), pero al pensar en el tema me había acordado. Me pasé una mano por el cuello. Esperaba no volver a encontrármelo, aunque sabía que eso no iba a ser posible. A lo peor me buscaba para preguntarme si había recibido su carta...

Estiré los brazos. Permanecí un rato más en los jardines, observando las estrellas. Cuando decidí que ya era bastante tarde para estar por los jardines, me levanté y volví al Palacio. Otro día pasearía por los jardines o por el bosque. Ahora tenía que comer algo.

*se va*

Llegué a los jardines con un libro de cuentos infantiles en la mano. Había pasado por la biblioteca poco después de despedir Elektra y, tras un tiempo leyendo en el interior del Palacio, había decidido acudir a los jardines.

Era bastante tarde, así que no me extrañó que no hubiese nadie. Di un par de pasos y me senté en la hierba. Luego abrí el libro y continué leyendo el cuento que había dejado a medias en el Palacio.

Con paso tranquilo y elegante, el líder Darvenwish iba hablando a su vasallo para que anotase todos sus comentarios.

- Anota también el Volcán de Iracunda y los alrededores pedregosos del Palacio de Lord Efesto, además las colinas revoltosas y... ya te diré acerca del claro... -Entonces ambos hombros, uno detrás del otro, se cruzaon con la jovencita caueruleus de pelo rojo y el líder freno en seco su voz y sus pasos.

-Mira lo que tenemos aquí. ¿Te llamas? -Preguntó a la chica tras hacer una cortés reverencia mientras la miraba con curiosidad.

Una voz interrumpió mi lectura. Suspiré, dejé el libro a un lado, y alcé la vista.

No tardé mucho en bajarla para clavarla en la hierba. Ahí de pie, en frente de mí, estaba Aren Darvenwishs, el líder de Caligo, el líder de los caeruleus, y la última persona con la que querría encontrarme. Tragué saliva, ligeramente nerviosa, y, aún con la vista clavada en el suelo, respondí:

— Inger Nielsen, señor...

Y me quedé callada, esperando su siguiente comentario o pregunta.

el líder amplió su sonrisa al encontrarse con la respuesta de la muchacha e hizo un gesto a Barthemius para que se fuese del lugar.

- Inger Nielsen, vives en Caligo, ¿cierto? - Preguntó, recto frente a la chica de pelo rojo. Llevaba el bastón poco habitual recogido bajo el brazo izquierdo, aportándole un aspecto firme que no dudó en mantener.