Jardines (1) [completo]

Comencé a reírme, ¿ni si quiera sabía que era un líder? Jo... la verdad es que me había hecho muchas ilusiones pensando que tenía fans que ni siquiera conocía, todo falso.

Volví a acariciarle el pelo de la cabeza con mi mano derecha.

- Pues sí... También conocido como Timber Bright - aseguré firme y convencido, a ver si le quedaba claro.

Entones le miré fijamente a los ojos, poniéndome un poco más serio.

- ¡Preséntate, camarada! - Exclamé como si fuese un jefe del ejército, aunque la situación me parecía de lo más graciosa. Tenía que aprovechar.

Casi me explota la cara ante semejante descubrimiento y cerré los ojos cuando me acarició el pelo.

Lo vi de nuevo.

Este era tan guapo como todos los anteriores... Heylel, el admirador del bosque y ahora Timber. Creo que me voy a mudar a Ventus. Como estén todos asi de buenos, voy a ser muy feliz.

Entonces me grita y me ordena presentarme. Yo, que estoy medio en las nubes pensando en aether guapos, me sobresalté y me puse firme rápidamente.

-Si! Silvanus Kettleburn para servirle en lo que desée, señor! - digo con tono enérgico y recto como una vara.

Ahora que no podía agachar la cabeza y que lo tenía frente a frente, pude admirar lo explendoroso de su cuerpo.

... Por santa madre de Mithos, ¿como podía tener esos brazos? y y... creo que voy a explotar.

-Oiga... ¿cómo es que no le he visto antes?- digo bajito

Asentí sonriente mientras el joven Silvanus -ahora ya sabía su nombre- se presentaba como si de un militar se tratase. Puede que no hubiese empezado con buen pie, pero tampoco le guardaría rencor por aquéllo, todo había sido un malentendido, nada más.

- Bueno... Es que me paso todo el día trabajando y entrenando mi cuerpo - comenté enseñando mis blancos y resplandecientes dientes -. Ya sabes que para ser un buen jefe hay que sudar mucho.

Lo miré fijamente a los ojos, se le veía interesado por mí, eso era bueno.

- Y por eso no acostumbro a llevar camiseta, ¿para qué, si la mitad de los días me los paso sudando por ahí, mientras entreno? - Esa no era la verdadera razón de por qué no llevaba camiseta, pero lo pregunté como si la fuese.

- ¡Si quieres un día te llevo conmigo a mi zona de entrenamiento especial! ¡Podré enseñarte varias técnicas muy útiles en combate! - Exclamé colocando mi mano derecha sobre su hombro.

Joder... y que lo digas. Que bueno estaba. Tengo que entornar los ojos para que no se me salgan de las órbitas.

Mis mente se queda en blanco atolondrada por el movimiento de sus labios mientras habla. Es hipnotizante.

Entonces me dice que me llevará a la zona de entrenamiento especial para entrenar con el.

O DIOS MIO. matadme. NO ME LO PUEDO CREER.

-Si, si, si, iré encantado. - frunzo el ceño- verás como soy capaz de ponerte en apuros con un poco de entrenamiento- digo fanfarrón.

Relajo los músculos y comienzo a pasear a su lado.- Timber dime, ¿es bonito volar? - pregunto viendo al cielo- tiene que serlo...

Le veo.- ¿Puedo preguntarte una cosa un tanto personal?- digo rojo. No tienes que responderme si no quieres. - digo traganso saliva.

Me alegraba mucho que Silvanus estuviese entusiasmado por la idea de entrenar en mi lugar de entrenamiento especial. Quizás si llevase también a Tham y a otros podríamos organizar una excursión varios días y hacer un entrenamiento intensivo. Por lo menos SIlvanus se veía preparado para ello.

Entonces el piscis me preguntó si volar era bonito, en mi imaginación una lágrima caía de emoción.

- ¡¿Que si es bonito?! - Pregunté entusiasmado, con tono retórico -. ¡Es lo mejor que se puede hace en la vida! ¡Es el arte más bella del mundo! La verdad... Es todo un orgullo el poder ser aether y volar... - Bajé la vista, era una pena que hubiese gente que no pudiese volar, era lo único que me mantenía con vida y enérgico.

Entonces Silvanus me planteó otra pregunta, alcé la vista y volví a sonreír.

- ¡Que lo último que haya sean dudas! ¡Pregunta, por favor! - Grité a la vez que le proporcionaba débiles golpecitos en la espalda, de forma que no le llegasen a doler.

FdR: (¬o¬)
-Gracias por ridiculizar al resto de razas- digo con los brazos cruzados y enfurruñado- pues pues pues yo puedo bucear, ea, chínchate, Timber- digo picajoso, pero divertido, ara nada enfadado. Es una persona bastante agradable. Por lo menos se puede hablar con el, no como con la tonta de Blues... que asco que le tengo.

Bajo la cabeza y me rasco la nuca- No me judges ni nada, pero... ¿tu ti-tienes pare-reja? - digo tartamudeando.

Tristán nos sobrevuela y se posa en el hombro desnudo del gran hombre y le lame el cuello.

Silvanus trataba de echarme en cara que sabía bucear, aunque yo también sabía, ¿debería de no poder el hecho de tener alas? vale que eran un obstáculo a la hora de nada... Pero eso no quitaba que no pudiese.
Reí, no iba a negar algo que le hiciese sentirse bien consigo mismo. Yo era un líder de raza, y mi misión no era quitarle los ánimos a todo miembro, aunque sería bastante divertido.

Entonces abrí extrañado los ojos ante su pregunta, ¿es que acaso importaba? Seguro que quería estar al tanto para competir conmigo por alguna mozalveta.

- ¿Yo? ¡Qué va! - Escupí una ligera carcajada, pero me recompuse rápidamente -. Hace mucho tiempo que no tengo de eso... Aunque no estaría mal...

Me llevé el brazo derecho a la espalda, utilizando la mano de ese mismo brazo para rascarla.

Al final respiro aliviado al escuchar que no tiene pareja... eso es un obstáculo menos.
Frunzo el ceño.
Bien, Sil, bien.

Veo de reojo como se rasca la espalda, lo que hace que debido al movimiento, se le noten más los músculos.

-Yo...yo tampoco... tengo ninguna pareja. Lo mío es uno de esos amores prohibidos- digo sonriente, sentándome en un banco, deteniendo el paseo. . Pero bueno, no por ello me voy a quedar de brazos cruzados, ¿no? - comento sonriente.- se podría decir que en eso nos parecemos un poco. En lo de que no tenemos pareja y eso...- trago saliva.

-Oye... a ver como lo digo... ¿te gustaría... te gustaría quedar conmigo de nuevo otro día? - pregunto sin parar de moverme en el asiento. Estoy súper nervioso.

Parecía que Silvanus sufría de mal de amores, sin embargo no era correspondido. Odiaba esas historias siempre me deprimían mucho, puede que incluso hubiese sufrido alguna.

- Sí... Supongo... - Comenté sin entender muy bien a qué vino su comentario. había muchísima gente sin pareja, ¿eso ya es un pretexto para decir que nos parecemos? No me parecía mal, pero sonaba algo extraño.

Parecía que le había caído bien al chico, ¡que majo el hombre! Quería volver a quedar conmigo en otra ocasión. Puede que no fuese un aether, pero era tan leal a mí como si lo fuese, me gustaba cada vez más.

- ¿Que si me gustaría? ¡Me encantaría! ¡Tantas veces como quieras! - Exclamé. A mí también me encantaría poder quedar muchas veces con él y hablar de cosas de hombres y de entrenar duro.

Entonces me senté a su lado en el banco, que era bastante pequeño.

Vamos, vamos,vamos, Sil, que lo tienes en el bote...

-Maravilloso!- digo contento.- jajaja- me levanto de la ilusión y le doy un efusivo abrazo, sintiendo por fin su cuerpo.

Me aparto y pido disculpas- perdon, es que... me cuesta hacer amigos y... bueno, que un líder se lleve tan bien conmigo me hace muchísima ilusión- digo sonriente y contento.

-Ya verás, Timber, entrenaré contigo y seré el mejor guerrero. Estarás orgulloso de que esté en el ejército de Brontë- digo con seguridad.

Ahora, con Timber a mi lado, me siento seguro y arropado por su cuerpo.

Bien, ahora o nunca. Vamos a poner en marcha el plan "Ligar al Hetero" que le he enseñado a Tristán.

Le guiño un ojo a mi dragón que, ante la señal, rueda "muerto" desde el hombro de Timber hasta su ombligo.

El plan es que Tristán se haga el muerto y yo pueda llevar a cabo mi plan.

-Tristan! -digo llevando mis manos a la comprometida zona donde el dragón descansaba "inerte" - Timber! que se va a morir...- pero entonces aprieto el abdomen de Tristan con disimulo y este expulsa una bocanada de fuego azul y naranja que, como fuego de dragón que es, quema los pantalones de TImber, haciendo un agujero en ellos.

-Rápido!! ponte de pie!- le digo a Timber mientras conjuro un Aquaerum del tamaño de un dedo y casi sin magia, solo agua, para apagar el fuego.

La conclusión de mi maniobra ha llegado a su fin satisfactoriamente: el está de pie y yo de rodillas delante de él, con su miembro muy cerca de mi. Respiro entrecortadamente y Tristán sale volando, perdiéndose en la noche ya que el sol se ha puesto hace tiempo y los jardines están a oscuras.

-D-deberías quitarte los pantalones... están un poco quemados y... perdón por mojarlos... yo... lo siento mucho-digo con los ojos abiertos, con carita de pena y viendo hacia arriba, con un toque picarón, casi imperceptible.

FdR: e__eU tengo permisoooo

De repente siento que Silvanus me da un abrazo, aunque no me molesta, parecía que era una tradición suya al hacer amigos, por lo que debía respetarla si quería que él me respetase a mi y a mis manías tontas. Además, se le seguía viendo muy entusiasmada a la hora de entrenar conmigo, eso era importante, incluso podría convertirlo en mi aprendiz.

Antes de haber podido decir nada, sentí como un pequeño dragón, que poco después descubrí que era mascota de Silvanus, se apoyó sobre mi regazo. Parecía que se iba a morir, aunque la maravillosa actuación de Silvanus logra salvarlo. Sin embargo algo no salió bien, y es que había prendido fuego a mis pantalones. Iba a quitármelos cuando Silvanus me ordenó que me pusiese de pie, tendría que hacerlo igual si me quería quitar los pantalones, pero entonces sentí como una agua refrescante acababa con aquel enemigo tan temible que era el fuego.

- Vaya... no sé que decir - comenté algo avergonzado de que un miembro del castillo hubiese salvado mi ropa, y no hubiese sido yo, eso me quitaría autoridad -. Muchas gracias, tío.

Entonces miré hacia abajo, era cierto que tenía un agujero.

- Tienes razón, mejor me los quito, que además están mojados, y es incómodo - comenté mirándole a los ojos desde arriba.

En mi sitio, me bajé los pantalones, dejando ver mi ropa interior. Consistía en un trozo de tela que sujetaba lo que tenía que sujetar ocultándolo todo, pero quizás un poco ceñido. Dejé los pantalones tirados, ya no los necesitaría más.

- Qué lástima... Tendré que encargar otros... - suspiré bastante fastidiado, mis pantalones era geniales y se habían ido al traste.

Bien bien bien!!!! todo ha salido perfecto...

La madre de Mithos...

Al final se quita los pantalones y deja a la vista mi nuevo objetivo. Me muerdo el labio inferior, imaginándome su sabor y su poderío... y es que está tan cerca de mi... lo tengo tan cerca...

Pero es un lugar público y no es el observatorio que es poco frecuentado, por ejemplo, es un lugar en el que nos puede ver cualquiera y... no quiero que Timber sea castigado por hacer cosas incívicas en público.

Me muerdo la lengua y aparto la vista de lo que tanto esfuerzo me ha costado encontrar... pero es que el caso es que llevo tanto tiempo sin...

NO SIL! NO PUEDES! NO ES EL MOMENTO!

Niego con la cabeza y le veo, mientras asciendo hasta ponerme de pie de nuevo.

tengo un plan.

-Timber Bright, ruego que me perdones por haberte estropeado tu ropa. - hago una reverencia. - me ofrezco voluntario a ser tu aprendiz. Quiero que me enseñes, quiero recompensar con logros el daño causado esta noche. Por favor, Timber, sé mi maestro. - digo aún manteniendo la reverencia.

Silvanus me miró. Obviamente, no le importaba que estuviese en ropa interior, como machos que éramos era algo totalmente natural, como si fuésemos desnudos.
Entonces se levantó del banco, abriendo la boca para hacer una proposición, a la cual le dirigí una gran sonrisa.

- ¡Lo del pantalón no ha sido nada, pero igualmente estaría encantado de poder ser tu maestro! - Exclamé muy alegre y sonriente, apoyando ambas manos sobre sus hombros -. ¡Tío, sería una pasada!

Entonces me di la vuelta, enseñándole la espalda.

- ¡Súbete a mi espalda! - Ordené señalando por donde debía subirse y agarrarse -. ¡Vas a tener suerte! Como me has caído la mar de bien, te llevaré a mi guarida especial.

-Bien, genial! - hago otra reverencia- Maestro. - digo contento.

Entonces se da la vuelta y me dice que suba.

No me lo puedo creer- de verdad?- digo mientras le toco y noto su cuerpo caliente.

-Tienes una guarida especial?- digo con los ojos iluminados- será un placer, maestro- digo agarrándome fuerte a el, sintiendo su perfecto cuerpo.

Al final todo esta saliendo perfetamente

*se van*

Quería aire fresco. Me acababa de duchar y mis músculos se habían relajado después de la sesión de entrenamiento, así que estaba bastante descansada, por lo que me dirigí a los jardines del palacio.

En cuanto llegué, dejé a Arpa a mi lado y me tumbé en el césped disfrutando de la clara noche que ofrecía la luna.

*Se queda*

Rais llegó a los jardines, caminando lentamente acompañado únicamente por el sonido de su capa al moverse. Iba envuelto en ella de pies a cabeza, embozado y con la capucha echada. Únicamente eran visibles dos manos escamosas de color rojizo y las dos rendijas rojas en el fondo de la capucha.

Necesitaba meditar sobre lo que le había dicho aquella extraña niña en el hall (nunca había visto antes a un parvus ni a una parvus, por lo que su suposición no podía estar más errada al considerarla una infante.) cuando se encontró a si mismo en medio de los jardines. Había una muchacha echada sobre el césped, se paró en seco, mirando en la misma dirección que ella: Luna, estrellas... Nada nuevo, nada que no hubiera estado siempre allí. Sin embargo, decidió hablar, antes que recriminar. Era nuevo allí, no había necesidad de crear conflictos antes de tiempo y sin ningún motivo.

-Son curiosas -comentó mientras miraba hacia la bóveda celeste. No estaba muy claro si esperaba una respuesta o siquiera si esperaba que se le entendiese, sólo se quedó allí plantado, observando el techo del mundo.

Escuché unos pasos en el césped y acerqué la mano izquierda a mi arco, dejándola a unos escasos 10 cm; a pesar de que no iba a atacar más valía prevenir que lamentar.

Me senté en el césped y me giré para ver a un chico, con el que no me había cruzado nunca, mirando las estrellas. Sonreí un poco ante su frase y levanté la vista al cielo.- No sabría definirlas con una palabra, pero si tuviera que hacerlo, posiblemente diría que son hermosas.- Miré al chico.- Creo que no te he visto nunca... soy Thamerlein.- Le ofrecí mi mano derecha.

Miró durante un instante la mano, un instante de duda. Finalmenteuna de las escamosas manos se extendió hacia la mano de la muchacha para estrecharla sin demasiada fuerza, como si no acabase de entender el gesto.

Tras eso volvió a dirigir su mirada hacia el manto nocturno, pensativo.

-¿Hermosas? Sí... Emiten Luz, Luz en medio de la Oscuridad más profunda que un ser inteligente pueda imaginar... Luz, energía... Pura energía, poder -alguien que le escuchase halar no sabría si realmente se estaba dirigiéndo a la muchacha o hablando consigo mismo.- yo diría que son bellas.


Tras divagar, continuó durante unos segundos mirando hacia arriba, antes de que las dos rendijas sometieran a escrutinio a la joven.

-Soy Rais Dhamar, mago.

Cuando me estrechó la mano noté sus escamas.-Un flamma- Pensé al instante.

Poder... nunca lo había visto de ese modo, aunque supuse que así era como pensaban los magos. -Supongo que no necesito decirte cual es mi especialidad...- Le dije levantando mi arco.

-Así que... Rais, llevas mucho tiempo en el palacio?- Le pregunté intentando iniciar una conversación un poco más "normal".

- el tiempo es una cosa relativa, pero según mi cuenta, han pasado unas cuarenta y ocho horas con veinticinco minutos- dijo sin pararse mucho a pensarlo- es un lugar grande, pero aún no tengo muy claro mi función aqui. Parece que me toca esperar...

Rais se desanudó la capa, dejando ala vista una túnica negra con runas inscritas en filigrana a lo largo de la prenda de Terciopelo, escondió sus manos en las anchas mangas de la misma. Podía notarse que hacia algo con ellas, debido al movimiento de la tunica, pero era imposible determinar el que.

Al principio pensé que me estaba tomando el pelo, pero cuando no mostró
ninguna señal de estar bromeando me sorprendí.- Vaya, pues yo no llevo
un cálculo tan exhaustivo como tu, pero creo que un par de lunas más si
que llevo...- Le dije con una sonrisa.

No lo entendí cuando dijo lo de la función que realizaba. Pensé lo que me había dicho Timber de que no estábamos en guerra, en cómo Runek malgastaba su tiempo buscando a la propietaria de un sujetador, en todas las personas que conocía Lyam y en la actitud relajada de Silvanus.- Es que soy la única en este palacio que se toma esta guerra en serio?- Pensé frunciendo el ceño y empezando a enfadarme.

Ví como Rais se quitaba la capa y metía las manos en los bolsillos de la túnica que llevaba por debajo, parecía que cuando decía que iba a esperar lo decía en serio. Volví a dirigir mi mirada al cielo mientras pensaba en si irme del lugar o no.
Cuando decidí que no hacía nada allí y sería mejor invertir mi tiempo en descansar, me giré y vi como el chico movía las manos dentro de los bolsillos.
Se me erizaron las plumas de las alas y tensé el cuerpo en posición de alerta. No me gustaba nada esa actitud de interesante y distante, pero no habría imaginado que pudiera atacarme en ese momento. Di un salto hacia atrás con la ayuda del impulso de mis alas y me alejé unos 3 metros de Rais.- por qué ahora? He estado un montón de tiempo mirando el cielo absorta, incluso cuando llegó podría haberme matado; así que... por qué este preciso momento?- Pensé después de, con la rapidez propia de los Aether, sacar una flecha de mi carcaj y colocarla sobre la cuerda de Arpa mientras la levantaba.
Tal vez el movimiento había sido un poco precipitado, pero aquel chico era un mago y no sabía cuanto podía haber estado formulando el posible hechizo.- Saca las manos de los bolsillos.- Le dije apretando el arco con el que lo apuntaba.

Rais frenó en seco, dejando de hacer lo que hacia y extendió las manos, mostrándolas tranquilamente, aunque no sin fruncir el ceño ante la actitud de la chica.

-¿Padeces esquizofrenia o algo similar? -dijo mientras las rendijas se estrechaban. Ahora si estaba siendo mordaz, no le hacia especial gracia el brillo de una punta metalica apuntandolo- baja eso, podrías hacer daño a alguien.

Estaba quieto, pero en evidente tensión, la chica sólo tenia que dejar silbar la flecha antes de que el pudiese formular cualquiera de los conjuros que pasaban vertiginosamente por su cabeza en aquel momento. Sin embargo estaba totalmente quieto, estaba seguro de que era bastante más lento que la chica y aunque no lo fuera, no tenía intención de averiguarlo.

Sacó las manos y su respuesta me dejó en shock. Dudé un poco cuando me dijo que bajara el arco, pero al final lo hice. Parecía haber sido una equivocación. Mis mojillas se ruborizaron un poco.- Lo siento... es que como estabas moviendo las manos, pensé que me ibas a atacar con un conjuro, como me dijiste que eras un mago...- Le dije un poco nerviosa, sin embargo, no guardé la flecha.- Sólo por si acaso...- me dije. Tragué saliva y me permití el lujo de relajar un poco mi cuerpo, no parecía que el chico buscara pelea, aunque últimamente no acertaba mucho con lo que la gente parecía...

La miro durante unos segundos antes de expirar el aire y relajar los músculos.

-Si, soy un mago, lo que quiere decir que no soy un completo mentecato, por lo que si tuviese intención de hacerte algo, no lo haría en un palacio repleto de guardias y desde luego, no poniendote sobre aviso antes de atacarte quitandome la capa, diciéndote que soy un mago... No, si quisiese matarte lo más probable es que tu desayuno de mañana por la mañana estuviese envenenado.

Se bajo el embozo con una de las manos y se echó la capucha hacia detrás, tal vez mostrarle el rostro inspiraría más confianza.

-Me estaba recolocando la cadena de la daga, ¿Ves? -preguntó mientras sacudía la mano derecha y una daga envuelta en una cadenita dorada caia a la justa altura de la palma de su mano, lista para ser agarrada, aunque no la agarro; la punta metálica seguía apuntándolo, al fin y al cabo.

-Además, ¿No se supone que hay problemas más acuciantes de los que ocuparse ahora mismo? Escuché esa voz en mi cabeza y me vine hasta aqui para ayudar, no para que me cosan a flechazos antes siquiera de haber descansado como es debido del viaje.

Rais suspiró mientras confiaba en que la chica apartase la flecha de su trayectoria, no había ido a Palacio a morir.

Fruncí el ceño y apreté el arco, tuve que utilizar toda mi fuerza de voluntad para no tirarle la flecha a la cabeza. ¿Qué se creía? Sabía perfectamente que me podría haber matado antes y después, y sí, tal vez hubiera sido un poco precipitado, pero... ¿qué es esto de dejarme como una inútil?

Ví como se bajaba la capucha, y luego cómo me enseñaba la cadena de oro. Finalmente, con todo el orgullo que me quedaba, guardé la flecha en mi carcaj
- Primero, podrías haber intentado matarme en cualquier momento anterior, es cierto; pero no es normal que de repente guardes las manos en los bolsillos y empieces a removerlas...- Relajé las alas.- Segundo, por muchos guardias que haya, por favor estamos en un castillo donde se entrena un ejército...Si has vnida hasta aquí supongo que no serían un problema...- Puse la mano que no sujetaba a Arpa en mi cadera.- Y tercero, sólo iba a defenderme. No he luchado con nadie en el palacio hasta ahora.- No al menos en serio- Añadí para mí misma.- Y no es mi intención empezar ahora...- Le dije dejando clara mi actitud de paz.