Pasillos

Me pasé una mano por la nuca. La parvus se levantó de la silla, hizo una reverencia y cogió sus cosas. Quería que le enseñase dónde estaban los dormitorios.

— No es nada... — me pasé una mano por el cuello —. Para eso estamos... ... Supongo.

Ladeé la cabeza hacia la derecha, y luego me di la vuelta. Los dormitorios. Acaba de salir de ellos.

— Los dormitorios están por aquí — señalé un pasillo —. Es bastante fácil llegar hasta ellos... De hecho, fue al primer sitio al que supe llegar... Supongo que fue por la necesidad de encontrar el lugar donde iba a dormir —. La miré de reojo, con un tímida sonrisa dibujada en el rostro —. El caso es que no es muy difícil llegar.

Ensanché la sonrisa. Luego comencé a andar. Cuando llevaba un par de pasos, me giré para comprobar si la parvus me seguía.

Parecía que no molestaba a la simpática chica caeruleus, y cuando se puso en marcha la seguí automáticamente.

Según ella llegar a los dormitorios resultaba muy fácil, y casi no era neceseario ni conocer el palacio para saber donde estaban situados, quizás no me di cuenta en el momento.

Se detuvo un momento para ver si la seguía, yo la miré a los ojos con una sonrisa. Al ver que yo estaba detrás nos pusimos en marcha y nos dirigimos a los dormitorios.

*Se van*

Brim, bram, brum y el lugar de ser un aburrido me dedico a dar saltitos por el pasillo. Total, no hay nadie. Llevo las manos en los bolsillos y muevo las alas para impulsarme hacia adelante.

-Brim, bram, brum ~~-

*Se va*

Atravieso los pasillos con incisivos pasos. Desde luego, estoy de malas, y me avergüenza. Me avergüenza enfadarme por haberme asustado, como si fuera una orgullosa niña pequeña, pero al mismo tiempo me avergüenza haber perdido la compostura, aunque el causante fuera un auténtico jefe.

A mitad de mis cavilaciones, me detengo. Este parece el lugar desde el que Dehnel oteaba ayer mientras yo hablaba con Kettleburn. Y me doy cuenta de esto porque ahora soy yo la que puedo verlo a él desde la ventana. Junto a una chica...

Y decido ir a echar un vistazo.

*sale hacia el jardín*

Salí a los pasillos, volviendo a estar totalmente desorientada, sin ningún lugar conocido al que ir.
Mi actual objetivo era ir al baño a asearme, había estado varias horas durmiendo y no tenía una imagen demasiado acicalada.

Caminé y caminé abriendo muchas puertas, quizás varias veces las mismas, pues tenía miedo a alejarme de la zona. Supuse que los baños estarían cerca de los dormitorios, y sin embargo no los encontraba. Sería porque tenía la mente nublada y continuaba semi dormida.

Tras varios segundos, incluso algún que otro minuto de búsqueda, encontré la puerta que daba al baño de las chicas, o eso al menos creía.

*Se va*

Salí a los pasillos casi arrastrándome... ahora que tenía que andar con muletas, el pasillo parecía inmenso... pensaba que no se terminaría nunca... MI OBJETIVO: Aren.
Quería hacer 2 cosas con él:
1º: Pedirme mi oreja... no se si aún la tiene, pero quizás la haya conservado e igual aún se pueda injertar... o quizás la tiró directamente... ya no sabía lo que pensar...
2º: Quería una charla con él: la necesitaba. Necesitaba verle, que me cuidase... quizás no me respondió a la carta porque quiere verme personalmente... no se... habrá que comprobarlo.
Mientras yo estaba con la cabeza en otra parte, pensando en mis cosas, mi cuerpo se dirigió casi sin darme cuenta a la sala común... quizás mi subconsciente me hubiese traído hasta aquí, puesto que es el lugar con más posibilidades de encontrarme a Aren.
...
..
.
O a Blues.

*entro*

Camino por los pasillos bastante distraído. Después de escribir la carta diaria no tengo mucha idea de lo que hacer con lo que me amodorro un poco apoyándome en los ventanales del pasillo.

Sin mirar a nada en concreto, acabo dando cuenta de que en una parte de los jardines está Inger con el flamma Rick. Ahora mis palabras eran menos mentira que antes -un poquito menos...-. Que no eran pareja... Que si te cojo, que si me río... Ains... Si no eran pareja era porque aun no sabian serlo.

*se queda*

El líder Darvenwish, que había visto al aether por los pasillos, apareció a su espalda y se acercó al muchacho mientras miaba por la ventana.

-Una bonita visión, ¿cierto? -Comentó todavía auna distancia prudente, manteniendo su pérfida sonrisa. -Aunque creo que a estas horas, tu escena platónica se está esfumando. -Añadió consciente de la oscuridad que se abalanzaba sobre la noche.

Escucho una voz a mi espalda y, antes de girarme, abro mucho los ojos y los pelos de la nuca se me herizan. Me quedo helado, tieso, patidifuso. La voz profunda de aquel día.
Me doy la vuelta, temeroso, esperando haberme confundido y no tener que encontrarme con aquella mirada helada. Obviamente, su forma de expresarse es demasiado coincidene y, al terminar de girarme, compruebo como mi recuerdo era cierto. Frente a mí estaba el líder del ejército caeruleus, del que hacía cinco años me había salvado mi general por muy poco.

-Buenas noches, Señor -. Comento con el respeto que me permite la impresión. Las alas bajas.

El líder amplia su sonrisa con la reacción del aether. Está claro que lo recuerda y gracias a Nagorr ahora él le recuerda también.

-¿Qué tal el ala de tu mujer? -Preguntó con malicia, sabiendo donde debía presionar para moletar un rato al chico y recordar sus momentos de gloria.

Trago saliva y frunzo el ceño al escuchar su pregunta. Las alas se me crispan un poco y noto cierto sudor en la espalda. Maldito.

-No ha vuelto a usarla desde hace cinco años -. Replico, o casi rujo ya que echo la cabeza un poco hacia adelante. Los ojos se me humedecen de pura rabia. El muy malnacido... Si ella estuviese aquí ahora seguro que no se reía tanto. Bueno, probablemente sí... Trato de relajarme, no soy un tipo irascible. Vamos, cálmate...

Ante el parloteo del aether, el líder caeruleus se acerca un par de pasos. Le resulta gracioso comprobar su reacción en referencia a su mujer. Un hombre enamorado era, para él, un hombre idiota.

-Entiendo. Una pena, era una hermosa arquera. Supongo que ni siquiera esa ala afearía su figura... -Comentó con tono pícaro y descendiente, dedicando una mirada sugerente al aether para indicarle la mirada que le dedicaría a la mujer. El líder volvió a acercarse al hombre y miró sus alas, casi con ambición para luego acariciar el cuello peludo de su abrigo.

-También lamento no haber podido conocerla mejor. Supongo que no ha venido a Brönte... -Añadió, zalamero y atrevido.

Al escucharle casi me dan arcadas. La mirada que me dedica me hace arder por dentro. Pensar que pudiese estar pensando cualquier cosa con mi mujer... A pesar de que soy incapaz de controlar mis acciones corporales, intento no decir nada que pueda comprometerme.

-No vendrá -.Indico con el ceño fruncido y tono oscuro. Odio la forma en que mira, como si en lugar me mirar ya estuviese tocando, saboreando...

Ante la reacción crispada del aether, el líder caeruleus suelta una risa ahogada y ronca.

-Ya no recordaba tu gracioso tu sentimiento, Tulvind...- Comentó, lacónico. Luego se dio la vuelta y retrocedió unos pasos como si fuese a irse pero, en lugar de eso, soltó su lático y dedicó un golpe a la parte más exterior de su ala derecha. Tampoco quería anular a uno de los guerreros en una mera diversión. La cara de horripilancia y dolor del chico le bastaron.

-Cuida aquello que guardas, hombre sin apellido -Añadió antes de marcharse con una sonrisa torcida.
Un hombre que había tomado el apellido de su mujer era patético.

*se va*

Ignoro en silencio su comentario y casi respiro tranquilo al ver que se va. Pero entonces recibo un gratuíto latigazo en mi ala derecha que me hace abrir los ojos de golpe, con el miedo pintado en la cara y con el horrible impedimento de no poder soltar un quegido doliente.
Debido al golpe y al dolor me agarro el hombro derecho y no puedo evitar hincar una rodilla en el suelo para evitar caerme. Mi ala... No podía ser un brazo, una pierna o incluso la cara. Mi ala...

No esuchco sus palabras y solo deseo en silencio que se vaya de una vez. En cuanto me cercioro de que lleva los segundos suficientes fuera de mi vista, me reviso el ala en busca de la herida. Por suerte solo es como un corte limpio. Tsk. Miro al suelo. Mis plumas... Que horror, que vergüenza... Aprieto la mandíbula y repliego con cuidado el ala. Guardada no se ve la herida.

Me voy del pasillo cuando ya hay oscuridad absoluta afuera. No pretendo meterme en lios, no quiero causar problemas, no quiero que me metan en lios en los que no tengo nada que hacer...

*se va*

...
Me despierto con la cara en el suelo. Intento incorporarme pero me duele todo el cuerpo...
-Que demonios? ... Hago en el suelo?- entonces recordé ... comedor... Al, bebida... salir... seguramente a medio camino de los dormitorios me habría quedado dormido en medio del pasillo de lo cansado que estaba.
-Buah!- mi espalda... - me incorporo... tengo la boca pastosa y un dolor punzante en la cabeza...- joder... menuda resaca...
Tristán estaba medio muerto de cansancio en el suelo... aún adormilado... se despertó y se arrastró hasta mi mochila.
-Que suerte tienes, enano...- musité.
Bueno... será mejor que me mueva de aqui... dije frotandome el pelo, que estaba pegajoso y sucio.

*se va tambaleante*

Recorrí los pasillos medio a saltitos, tarareando. Tenía mucha energía aquel día. Me dirigí hacia la puerta de entrada, con intención de ir a los jardines, mirando periódicamente mi mano para contemplar a mi huésped.

*Se va*

De sus aposentos a la sala, de la sala al despacho, del despacho a los aposentos... El líder Darvenwish llevaba unos días demasiado monótonos para su gusto, pero al verse tan inundado en sus indagaciones ese hecho no le preocupaba demasiado. Siempre que estuviese ocupado no se aburriría.

Mientras caminaba por los pasillos en una de aquellas tres direcciones fue interrumpido por un pequeño incordio verde que casi se choca con su frente. El líder vio al dragón que pareció contento al dar con el destinatario de lo que llevaba agarrado en las patas.

-Tú otra vez... -Comentó con aburrimiento y cansinismo. Agarró la carta que le dio e hizo que se fuera. Entonces abrió la carta y leyó el cotenido con una sonrisa mordaz.

-Enternecedor...-Murmuró para sí con infinita ironía mientras arrugaba y quemaba el papel en su mano.
Hacía tiempo que no recibía cartas, flores o poemas de enamorados...Y recordar lo patética que podía llegar a ser la gente en aquella situación, adulterada por sus encantos, lo divertía en cierto modo.

*se va*

Tras salir de la habitación deambulé por los pasillos un buen rato, en busca del susodicho comedor. Tendría que haberlo, ya que vivía demasiada gente allí como para conseguirse la comida por su cuenta. Además, ¿dónde?, me pregunté con sarcasmo: no había nada en los alrededores del palacio.

Comencé a abrir puertas que me parecían importantes, aquellas que tenían tallados dibujos extraños o eran diferentes a las demás. Enseguida empecé a impacientarme, y mi estómago rugía con insistencia. Finalmente, di con el lugar que buscaba.

*se va*

Salí de la sala común justo antes de que una lagrimilla rodase por mis mejillas. Me mordí el labio inferior y luego los nudillos.... no quería llorar.
Salí corriendo por los pasillos en dirección: ningún sitio.
No sabía donde buscar a Aren... o a no sé... Alguien... no quería estar solo de noche...

La herida me dolía bastante, por lo que me apreté más mi camiseta ensangrentada y me fui pasillo adelante frotándome los brazos. Hacía frío y la gélida piedra no ayudaba...

Pasé entonces por los balcones...
-Pche... susurré - no creo que haya un lugar mejor...
Salí y me apoyé en la barandilla... estaba cansado...

*se va*

Salí de la sala de entrenamiento casi attastrándome... quizas deberia ir al médico... pero no me apetecía contarle lo que había pasado...

Me puse de pié y me fui arrastrando con las manos en la pared por los pasillos hasta llegar a una ventana, donde me apoyé en ella, cargando mi peso sobre mis codos.
El suelo estaba frío y yo estaba descalzo y en pijama, por lo que el labio inferior me temblaba un poco...
-Ha sido una noche extraña...-pensé- quizás nunca debí dejar que me lo hiciese... no se si eso afectará a su matrimonio... ademas, ahora me siento extraño... por un lado me veo genial, estoy feliz y contento... he conseguido a Aren, aunque fuera solamente por una noche... ahora no se si lo que ha hecho es apagar la desazón por tenerlo que me quemaba por dentro y dejaré de desearlo, o por el contrario, su acto solo servirá para acrecentar la llama de mi amor por el... de todas formas dijo que eso no se iba a volver a repetir... que mi vida estaría en peligro...- eché una mano al cuello- mi vida... nunca había visto su valor... me daba igual que me hiriesen... pero morir era otra cosa muy distinta...
Los pensamientos rebotaban en mi cabeza de una forma descontrolada... ahora todo se me venía encima:
Cynara... Alehyss... las bestias... las escaleras... su cicatriz... pies helados... cortinas... blues... Hewina... cuero... Tristán... placer...
Todo era muy confuso ahora... no sabía a donde ir ni qué hacer, además no sabía donde estaba Heylel... lo necesitaba... quería ver como estaba y pedirle disculpas por llamarle ''bocas'' por supuesno no le iba a decir a nadie lo que había ocurrido con Aren...
-bueno... quizás Al pueda saberlo, ya que ella es la que mas sabe sobre mi relación con Aren... si, quizas se lo cuente a ella... aunque claro, Heylel vió como me sangraba el vientre... y ahora no tengo rastro de ningún tipo... quizas haga preguntas... y si me vé caminar del modo en que lo hago... sacará sus propias conclusiones...
Mi mente trabajaba a una velocidad de vértigo...
pienso...
al rato, oigo a mis tripas rugir... después del esfuerzo de la pasada noche, necesitaba meter algo en el cuerpo... por la boca

*me voy*

entré en los pasillos con el pez en la pecera... lo apoyé en la ventana y yo me quedé viendolo... era muy bonito y gracioso...
-Espero que Inger sea capaz de apreciar lo bonito que eres... - dije mientras lo veía hipnotizado.


decidí dejarlo en el bordillo de la ventana con una nota:

INGER. ESPERO QUE TE GUSTE.

*me voy*

Salí a los pasillos rodillo en mano. Me gustaba salir siempre alerta.
Era de noche, y los grillos cantaban...
me apoyo en la ventana y me pongo a escuchar.

*se queda*

El líder Darvenwish daba su paseo nocturno habitual por los alrededores más recónditos del palacio para despejarse al menos quince minutos de la tediosa rutina que cada semana se veía obligado a llevar.

Fue entonces cuando, con las manos a su espalda y seguido de cerca por Barthemius, observó a una mujer de abanzada edad y características muy poco aprovechables.

Sonrió cortesmente pues debía mostrar sus amplios modales a tal mujer como aquella que, al parecer, pertenecía a una casta más bien baja y campechana pues en la mano sostenía nada menos que un utensilio de cocina. Realmente, el líder habría ignorado esa situación por no acercarse a la mujer, pero en los tiempos que andaban no podía uno fiarse ni de una maruja de pueblo. Posiblemente vendría de visita por algún guerrero, bien era sabido por el jefe de Caligo lo que las madres llegaban a hacer por sus mochuelos, pero aun así no sería él quien pecaría de imprudente.

-Buenas noches, buena dama. Dígame, por favor, ¿tendría yo el honor de ayudarla en algún asunto? - Habló el líder, como siempre zalamaero y animado, al tiempo que hacía una reverencia ante la mujer e impedía a un tiempo el paso a Barthemius.

Me giré hacia aquel hombre tremendamenta alto...
- Aren Darvenwish? acierto? las noticias vuelan, ¿sabe?- dije volviendo la vista a la ventana- me han dicho que el líder de Cáligo había venido hasta bronte... y visto sus ridículos atuendos, tan ostentosos- hice un gesto con la mano- decididamente, no he podido fallar, ¿hacierto? dije atravesándolo con mi profunda y opaca visión.
-No, querido, no deseo nada... bueno, me gustaría encontrar el comedor... quiero ver de que se alimentan aqui... parece que la comida no es muy buena, ee? dije con una sonrisa y pinchando suavemente con mi rodillo su vientre, chico... bueno, señor, -que ya se le ve alguna arruga-, sabe? debería probar mis croquetas de marisco, entonces si que se pondría fortachon...
Mire que bracitos... delgaduchos... en fin, doy la Señora Ungilde, Adela para usted, dije dandole una palmadita en el culo.
-Entre usted y yo, creo que es el mejor gobernante que ha tenido Cáligo en mucho tiempo, no entiendo esas ñoñerias de "democracia", creo que una nación fuerte, debe regirse por una mano dura, aunque para eso hay que estar fuerte, así que come, e? que no me entere que pasa hambre- dije con una sonrisa.