Jardines (2)

Edad : 31 Mensajes : 1315

Guardé silencio, manteniéndome quieta. Empecé a pellizcarme el labio inferior con los dientes y a soltarlo, jugando. Aspiré hondo por la nariz y solté el aire muy, muy despacio, de forma que ni siquiera se oía cómo lo expulsaba.

Me incorporé y me separé del chiquillo, agachándome un momento a arrancar una hierbita antes de echar a andar más lejos. Miré arriba. Entre las nubes se veían algunos puntitos brillantes.

-Hoy voy a dormir con las berzas, que son muy altas y me dan besitos de lluvia.

Qué puntitos más graciosos tenía el cielo...

Edad : 34 Mensajes : 1289

Zacharyas tuvo la sensación de que sus palabras habían incomodado a la parvus, aunque no las tenía todas consigo. Sin embargo el anuncio de la chica de que iba a "dormir con las berzas" le hizo suspirar. No podía, sin más, decirle que aquello era mala idea y que no lo hiciera, porque a ella no le haría gracia y acabaría por no hacerle caso. Por otro lado, pensó, decirle que vale e irse no le parecía muy responsable por su parte. Así pues, solo le quedaba recurrir a su papel de amigo colchón y ofrecerse a ir con ella, asegurándose de que no terminase resfriada.

El caeruleus suspiró y esbozó una sonrisa algo cansada. Lo cierto era que llevaba días durmiendo relativamente mal.

-¿Entonces vamos allá y me enseñas esas berzas tan altas?

Tendría que alejarse de ella evitando encontrársela unos días, hasta que decidiese qué hacer. Una vez estaba con ella, largarse sin más le parecía muy cruel.

Edad : 31 Mensajes : 1315

Me volví hacia él, mirándolo como si me estuviera planteando si era buena idea. Me encogí de hombros, sin mucho convencimiento.

-No son tan altas -repuse, con cierto tono enfurruñado-. No son tan altas como tú.

Mientras hablaba, me fui acercando a él, lo cogí de la mano y lo guié con total naturalidad hacia el campo de berzas.

*Se van*

Jefe de Raza Mensajes : 1036

El líder apareció de inmediato en los jardines observando como la chica acababa de caer gentilmente gracias al conjuro. Se acercó a ella con paso firme y ceño y la agarró con fuerza por el brazo, tirando hacia arriba.

—¡Mírame, maldita sea, y dime si eso que acabas de hacer va a solucionar alguno de tus problemas! —Le estampó con rudeza, buscando mirarla fijamente a los ojos. —¡Escúchame! ¡Te he permitido y dado más cosas que a la mayoría de personalidades de todo Mithos y me pagas huyendo de mí sin saber nada sobre qué te pasa! ¿Quién era Sodeth? ¿Quién te ha dicho que yo tenía la culpa? ¡Golpéame, muérdeme! ¡Pero al menos, respóndeme! —Ordenó con el tono alzado y sequedad, clavando en ella su imponente e inquisidora mirada.

No miró a su alrededor, no le importó. Todo aquel que se atreviese a acercarse para cotillear lo pagaría con creces. Su paciencia empezaba a agotarse con la chiquilla debido a la importencia que sentía por la escasez de sus palabras, pero con el resto del mundo se había agotado hacía unos minutos.

Edad : 31 Mensajes : 1315

No dolía. No hubo golpe, ni huesos rotos, ni siquiera un ruido. ¿Podía volar? Parecía una plumita. Fue tan extraño que por un momento se borró todo. No había Sodeth, ni Zacharyas, ni Aren, ni Eralt. Ni siquiera había Ayne. Era liviano.

No duró mucho. Antes de que me diera cuenta, todo había vuelto, con Aren al frente. Lo observé un momento, desorientada, todavía con las lágrimas cayéndome por la cara. Me mantuve un momento muy quieta, mirándolo fijamente, como si no entendiera lo que me estaba diciendo. Y, por fin, cerré los ojos, fruncí el ceño, me concentré y me puse seria.

-Sodeth era mi amigo. Sodeth me enseñó todo. Sodeth vino de Caligo a las cuevas de Humus. Sodeth me quería y me cuidaba, y no había nadie más. Sodeth estaba a mi lado siempre. Sodeth era el único. Luego cumplí diez años y los caeruleus se llevaron a Sodeth. Porque Sodeth era un traidor. Porque Sodeth era un desertor. Porque Sodeth no quería a Aren Darvenwish. Y Sodeth nunca volvió.

Suficiente. Más que suficiente. Así pues, con ansia, me lancé a por mi recompensa. Con un agudo y sonoro grito de guerra, me lancé, medio impulsada por un salto y medio por el brazo de Aren que me sostenía, contra él. Me agarré a su pelo para trepar hacia su cara, con uñas y dientes por delante, ciega de rabia.

Jefe de Raza Mensajes : 1036

El caeruleus escuchó las palabras de la chica tratando de procesar rápidamente la información. Desertores a Humus, cuando cumplió diez años, descubrimiento del traidor... Entonces ese tal Sodeth debía ser un terrorista en Caligo que hubiese escapado. Calculó aproximadamente el tiempo que podía haber pasado según la edad aproximada de Ayne y concluyó que era plausible que en las fechas por las que le salían los cálculos hubiese ciertas revueltas que acabaron con un par de expediciones a otros lugares con la ayuda de los continentes respectivos para encontrar a los terroristas.

Mientras seguía con sus cavilaciones, la pequeña parvus continuaba retorciéndose en el aire, presa de otro conjuro, tratando de atacarlo sin piedad. Parecía un animalillo salvaje, lleno de ira y violencia sin control. Se tomó unos segundos para observarla, sin apartarse un ápice.

Debía pensar seriamente sus palabras. Si lo que ella decía era como él lo pensaba entonces ese tal Sodeth había sido ajusticiado con otros terroristas en Caligo, quién sabe si habría sido atacado durante una pelea con los guerreros que fueron por él, si había muerto posteriormente o si continuaba pudriéndose en una mazmorra de Caligo. Sea como fuere, la chiquilla asumiría cualquiera de esas cosas como si él mismo hubiese hecho daño al muchacho. No atendería a razones de ese tipo. Debía pensar para no perder a la pequeña para siempre y para saber más sobre cómo se había enterado de su identidad.

—Ayne, ahora quiero que me escuches —Dijo, muy serio pero más calmado, con las manos a la espalda. —Tu amigo Sodeth, dices que se lo llevaron porque era un traidor —Tomó aire. Debía ser muy cauto con sus palabras. La chiquilla estaba aferrada por el conjuro por lo que tendría tiempo suficiente. —Soy el dictador de Caligo y, como tal, doy orden de que se arreste a todos aquellos que atentan contra la vida de las personas, no porque muestren su desacuerdo conmigo —Comenzó con calma, dando tiempo entre unas frases y otras para que la chica, aunque no prestase demasiada atención, se quedase con algo de información —Por supuesto confío en que un hombre tan importante para ti no tenía por qué ser culpable de algo tan terrible como el terrorismo —Indicó con calma. —Debes saber que mis órdenes son las de localizar a los presuntos culpables y juzgarlos, pero quiero que sepas que no lo estoy acusando —Tomó aire. Dejó tiempo. —Quiero que escuches atentamente lo que voy a narrarte—Le dijo, obligándola a que lo mirase a los ojos. —Lo que me cuentas se remonta a una época de disturbios en Caligo. Una pequeña crisis dio en acabar con protestas demasiado perjudiciales para las vidas de los civiles. En cuanto se pudieron contener los disturbios, muchos trataron de huir. Unos lo consiguieron, otros fueron encarcelados, unos pocos murieron y mataron en un enfrentamiento con las fuerzas de la ley... Durante un tiempo, se enviaron diferentes comunicados y patrullas a los continentes donde, se suponía, habían marchado los disidentes. Años después, se localizó en Humus una zona donde se encontraban algunos de éstos supuestos y un escuadrón se dirigió al lugar para detenerlos y ponerlos a disposición de la justicia. Serían enviados a Caligo y serían juzgados para corroborar si realmente eran o no culpables —El líder caeruleus volvió a tomar aire y a suspirar y se giró hacia los jardines, recordando la época. Aquello que le había parecido un desastre en su día, ahora se planteaba como una perfecta coartada.

—El escuadrón nunca volvió a Caligo —Le confesó. Y era cierto. Un desafortunado accidente en las terribles montañas de Humus había enterrado al escuadrón y rehenes al completo. O eso decían los informes oficiales. —El grupo no volvió. Ni los guerreros, ni los disidentes. No sé qué pudo pasarle a tu amigo Sodeth —Volvió a girarse para mirarla. —Ni a mis hombres, que tenían sus familias. No sé si abandonaron el encargo o si fueron chantajeados, pero nunca trajeron de vuelta a los caeruleus. No sé qué hizo entonces Sodeth, pero nunca fue ajusticiado en Caligo —El líder caeruleus hablaba seguro, firme. Parte de la historia era cierta, la otra parte simplemente no podía ser corroborada con lo que aquellas hipótesis no eran falsas.

El líder permaneció entonces en silencio. Aquello era todo lo que podía explicar con una acusación de ese calibre. Podía haberle mentido, haberle dicho que aquellos hombres no eran más que bandidos o traidores y esperar a que su mentira volviese a ponerlo en jaque frente a la chiquilla una vez ésta indagase un poco más. Decidió que aquella era la forma más correcta.

—Entiende que si me tomo esta molestia, Ayne, es porque te aprecio. Siento de veras lo de tu viejo amigo y si pudiera hacer algo para localizarlo y conocer toda su verdad lo haría, pero ese asunto quedó apartado hace muchos años por el daño y la conmoción que produjo a todo el mundo. No soy ningún asesino, no mato a todo aquel que me viene en gana. La responsabilidad de un continente es magnánima y si un error que cometí hace años te hizo tanto daño, te pido que trates de perdonarme por ello, pues asumiré las consecuencias de mis actos como persona que yerra y te daré la potestad para intentar redimirme —Añadió para dar peso a sus palabras y la posibilidad de la chica para poner un precio si así lo consideraba.

Edad : 31 Mensajes : 1315

No lo alcanzaba. Daba igual lo que hiciera, no lo alcanzaba. Me resistí, pataleé, me retorcí, lo intenté de todas las formas posibles, ignorando el dolor de mi cuerpo por todo aquello, buscando la manera de llegar, queriendo arrancarle la piel a tiras y extraerle los ojos de las órbitas. Chillaba, enfurecida, rabiosa por no alcanzar mi objetivo.

Aren hablaba y hablaba, despacio y con un tono extraño que mis gritos no podían enmudecer. No quería oírlo, quería matarlo. Quería arrancarle las entrañas y ver cómo se retorcía de dolor, hacerle tragar sus propios intestinos, ahogarlo en su propia bilis.

"El escuadrón nunca volvió a Caligo."

Me detuve de pronto, quedando suspendida en el aire como un peso muerto. Jadeaba, lloraba, pero ya no chillaba ni me revolvía. Aren siguió hablando y hablando. Yo ya no hice nada más. Me mantuve tal y como estaba, sin reaccionar a ninguna de sus palabras, ni tampoco a su silencio cuando se cayó.

Me sentía vacía de pronto. ¿Eso era todo? Ni siquiera podía llevar a cabo una venganza. Ni siquiera podía encontrar su cuerpo. Allí se acababa Sodeth, allí se acababa cualquier intento de volver a unir las piezas y darle sentido a todo. No quedaba nada más.

Jefe de Raza Mensajes : 1036

La chiquilla enmudeció y dejó de moverse. El líder asumió eso como que había escuchado al menos parte de sus palabras. Le cedió un tiempo de reflexión y luego, con un gesto de la zurda hizo que fuese descendiendo hasta quedar de pie en el suelo. Se quedó mirándola, simplemente, a la espera de que ella reaccionase. Aún quería saber cómo había conseguido saber que él era el líder caeruleus, pero primero debía comprobar que había vuelto un poco en sí. Aunque aquella reacción parecía una pequeña batalla ganada, no podía cantar victoria todavía.

Se quedó quieto, todavía con las manos a la espalda. Lo que eran las cosas, quién le habría dicho hace años que aquel desprendimiento impediría que la pequeña parvus se convirtiese en una enemiga y terrorista portencial.

Edad : 31 Mensajes : 1315

Sentí cómo comenzaba a descender poco a poco hasta tocar de nuevo el suelo, y solo entonces me di cuenta de que seguía temblando con fuerza. Me dejé caer sin hacer el menor esfuerzo por impedirlo. No había nada que pudiera hacer.

Hecha un ovillo, temblorosa, cerré los ojos con fuerza, sollozando. Era extraño, porque no sentía que tuviera fuerzas para nada, pero seguía llorando. Ni siquiera era capaz de controlar nada de mí misma, físico o mental.

Jefe de Raza Mensajes : 1036

El líder continuó en su posición dejando que la pequeña se desquitase de todo lo que estaba pasando por su cabeza pero, tras un tiempo prudencial, decidió volver a acercarse y, al verla enroscada en el suelo, volvió a hincarse junto a ella, apartándole un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Mi pequeña An, siento todo esto... Te dije que estaría para ti cuando me necesitases —Susurró con tono cariñoso. Con un gesto de la mano, hizo que se fuese formando sobre su cuerpecito un pequeño manto de plumas negras que se estructuró como una suave manta oscura —Dime, preciosa mía, ¿quién te ha hecho esto? ¿Cómo se ha abierto tu caja de Pandora? —Sus palabras sonaban aterciopeladas y suaves, casi como un arrullo que acompañaba a la pequeña en su intento de acuno.

Edad : 31 Mensajes : 1315

De nuevo, volvía a hablar. Me estremecí al oírlo. Su tono había cambiado, su actitud había cambiado, pero ya no parecía tener el menor efecto en mí. Apenas lo escuchaba. Aparté su mano cuando quiso acariciarme el pelo, encogiéndome más si era posible, sintiendo el dolor de todo mi cuerpo en tensión.

Me llevé las manos a la cabeza, enterrando los dedos entre el pelo y clavando las uñas en la piel. Mis sollozos se volvían más audibles por momentos.

Jefe de Raza Mensajes : 1036

Una respuesta negativa por parte de la chiquilla que parecía volver a crisparse parcialmente. El líder asumió que hoy no daría más de sí, ya que su capacidad de aguante comenzaba a ceder demasiado y no era conveniente volver al punto anterior.

Contuvo un chasquido de lengua de molestia, pero se dio por satisfecho. Al menos la parvus había detenido su rabia hacia él y ahora recapacitaría sobre lo que le había contado acerca de lo poco que tenía que ver con la desaparición de su amigo. Confiaba en que eso bastase.

—Está bien —Fue lo último que susurró en el mismo tono anterior y luego se puso de nuevo en pie, observándola durante unos segundos. Necesitaba saber cómo había hilado aquellos cabos, por qué antes no había ningún problema entre ellos y, de la noche a la mañana, lo conocía como Aren Darvenwish y deseaba venganza. Él no le había dicho su identidad como un mero juego infantil y, de entrada, no le habría importado que se enterase de quién era. Sin embargo, aquella reacción tan nefasta le hacían culpar de todo aquello al detonador, a aquello o aquel que había ayudado a Ayne a relacionarlo con la muerte de su amigo. Estaba convencido de que alguien la había aderezado con algún tipo de falacia respecto a su persona e iba a averiguar de qué se trataba.

Sin decir nada más desapareció del lugar dejando a la pequeña allí acurrucada. Ya volvería para hablar con ella en un momento más adecuado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que él también estaba cansado de tanta palabrería insulsa.

*Se desvanece*

Edad : 31 Mensajes : 1315

Se fue. Al fin, después de todo, cedió y se fue. Creí que eso facilitaría las cosas, pero no. Me clavé las uñas con más fuerza. No era mejor. Nada era mejor. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué me quedaba ya? Nada. Podía desvanecerme en el aire en aquel mismo momento y nada cambiaría.

Apreté los dientes, enfadada. No más lloros. No iba a llorar más. Ayne no lloraba. Nunca.

Tenía que desaparecer. Podía cavar en la tierra como una lombriz y ocultarme en un agujero donde nadie me buscase. Sodeth estaba bajo tierra. Podía encontrarme con él así...

Poco a poco, las ideas fueron nublándose hasta que todo se volvió negro.

*Se duerme*

Edad : 34 Mensajes : 1289

Zacharyas la había visto desde una ventana y preocupado había ido a los jardines, temiéndose lo peor. Durante un momento había pensado que podría haber caído por un balcón, o del tejado, y allí estaba su cuerpo frío y muerto. Cuando llegó junto a ella, sin embargo, el caeruleus pudo comprobar con alivio que no estaba muerta y, más que seguramente, no había caído, sino que simplemente se había quedado allí dormida. Al fin y al cabo, la pequeña parvus no parecía tener dificultades para dormirse en los sitios más insospechados.

Zacharyas se agachó a su lado. Algo extraño había. Estaba más despeinada que de costumbre. Además, no supo precisar si aquella especie de capa reseca que cubría parte de su cuerpo eran surcos de lágrimas o alguna otra cosa, pero era intrigante.

-Stalon -susurró a su lado, meciendo su cuerpo con una mano para tratar de despertarla.

La joven no respondió a aquel leve gesto, y el caeruleus no se atrevió a insistir más. Con cuidado se la cargó a la espalda y la acomodó contra ella. Luego, calmo, inició un recorrido hacia el palacio, tratando de no despertarla.

*se va*

Mensajes : 1439

En los jardines se podrán ver durante toda la jornada los puestos más entretenidos: manzanas colgadas de ramas con cuerdas para el concurso de comer manzanas, dianas para practicar el tiro de la piedra, un rincón con barro acondicionado para las luchas cuerpo a cuerpo, cucañas... Vamos, todo aquel que acuda podrá disfrutar de cosas realmente divertidas.

Edad : 32 Mensajes : 2682

Abrí los ojos abrazado a una piedra incómoda y dura. La luz, que hasta entonces no me había molestado, me saludó muy poco gratamente. La cabeza me dolía como... Buah...
Me retiré el pelo de la cara con una mano, frotándome los ojos y gruñendo. ¿Qué demonios había bebido? ¿Veneno? Porque, que yo recordase, la cena había sido relajada, con una o dos cervezas. Luego Nurbi y yo habíamos charlado un poco para que, finalmente, me despidiese de todos cortés y elegante y me fuese con Inger a contemplar las estrellas con bellas palabras de por medio para, finalmente, dormirnos abrazados.

Me separé de la piedra. Rezongué un poco más. Estaba seguro de que había muerto.

Edad : 25 Mensajes : 1446

Salgo al jardín a tomar un poco el aire. Lo cierto es que, bueno, ayer quedé espantado de la fiesta, así que espero que aquí no pase lo propio. Más que nada porque todavía tengo aquella imagen grabada en los ojos y... Oh, por Mithos... ¿Por qué tuve que verlo? Había más lengua fuera que dentro...
Me estremezco.

Para relajarme un poco, me dedico a observar las flores variadas. Llevo una capa para no mojarme, pero aún así el tiempo es desastroso.
Suspiro, para mí. Al final ayer no vi a Lluvia, el señor Nagorr Brumm no volvió tras marcharse y Massen Dew estaba demasiado ocupada hablando con aquel guerrero. Se notaba que todos ellos eran personas que se tomaban su vida en palacio muy en serio, pero que no tenían tiempo para alguien como yo, que... Bueno... Solo estoy aquí de paso. Es normal, al fin y al cabo.

Un sonido extraño me hace volver en mí. Es como un gruñido. La verdad es que da algo de miedo. ¿Será una bestia?
Busco a mi alrededor y encuentro un palo húmedo en el suelo, que agarro con ambas manos. Tembloroso, me acerco al lugar del que viene el sonido, poco seguro de que vaya a salir con vida de aquí. No obstante, cuando me acerco compruebo que es el guerrero de ayer, el de la lengua por fuera, y me ruborizo, apartando la mirada. Casi hubiera preferido que fuese una bestia...

Edad : 32 Mensajes : 2682

Un niño se me acercó. Me puse la mano a modo de visera para enfocarlo bien. ¡¿Por qué caía toda aquella maldita agua?! ¿Qué hacía yo durmiendo fuera abrazando a una piedra? Sin duda, un mago me había hechizado para que hiciese aquello, pues recordaba perfectamente la noche anterior y todo había sido muy correcto y educado.

-Seas quien seas, por favor -dije con voz ronca y pastosa-. Un poco de agua... Necesito agua...

Edad : 25 Mensajes : 1446

¿Agua? ¿Quiere agua?
Miro hacia arriba, viendo la lluvia caer. Me imagino que abre la boca y se la toma y río para mí, pero supongo que no... No es válida. Así que tendré que hacerle el favor, que lo hago encantado. Asiento energético y, con un gesto, le digo que espere.

Mi primera acción de ayuda a alguien. ¡Qué emoción! Por una vez puedo servir de algo más que entretener con conversaciones insulsas a los que están aburridos.

*se va corriendo*

Edad : 32 Mensajes : 2682

El amable chico se fue corriendo en cuanto le dije lo del agua. Qué simpático, la verdad... Quizás realmente había muerto y él fuera mi esclavo de la muerte que cumplía todos mis deseos por siempre para recompensar mi no demasiado larga vida de benignidades y buenas obras... Lo cierto es que sí, me lo merecía. Quizás no había muerto como noble, realmente no recordaba mi muerte, pero en la humildad se encontraban las cosas realmente buenas. Casi siempre, al menos.

Cerré los ojos, sonriente, esperando al muchacho.

Edad : 25 Mensajes : 1446

Llego jadeando junto al flamma de nuevo. Juro que me suda la espalda del esfuerzo, y tengo el pelo pegado a la cara de la lluvia, pero sonrío victorioso y le ofrezco la jarra de agua.
Ser útil es muy agradable. Me siento un poco mal aquí, de hecho, por lo contrario... Es decir, ellos luchan y por ello viven aquí, pero yo estoy de visita con toda la cara del mundo. Si ayudo un poco, sin embargo, esto cambia. Ser útil a los guerreros hace que me gane un poco más el techo y la comida.

Creo...

Edad : 32 Mensajes : 2682

La espera se hizo algo larga, pero finalmente mi querido guardián esclavo de la muerte regresó con una jarra de agua fresca que arrebaté sin dudarlo ni un instante de sus manos y me bebí como si se tratase de la más deliciosa cerveza del mundo. El agua bajó por mi garganta y me sentí revivir un poco, aunque seguía teniendo la cabeza a punto de estallar.

-Uf... Gracias, chaval...

Me incorporé como pude, tambaleándome un poco y usando su hombro de apoyo.

-¿Puedes decirme de qué he muerto? ¿Fue heroico?

Edad : 25 Mensajes : 1446

Sonrío cuando me agradece el agua. Es por cosas como esta por las que me gusta ser amable con los guerreros. El poco tiempo que esté aquí me gustaría causar una buena impresión y, además, no son guerreros cualquiera. Los guerreros de este palacio son las personas que me salvaron.
Observo al flamma con ojos emocionados. Parece fuerte, vigoroso, y por lo que vi ayer... Exitoso con las damas. Parece lo contrario a mí, que soy un enclenque bajito.

Su pregunta me hace enarcar las cejas, confuso. ¿Muerte? ¿De qué habla?

Edad : 32 Mensajes : 2682

Asentí, llevándome una mano a la barbilla.

-Comprendo -dije, más para mí que para él-. No tienes ni idea. Bueno... -. Me llevé una mano a la dolorida cabeza e hice una mueca de dolor mientras trataba de pensar. Era difícil en ese estado-. No pasa nada... Buscaré yo las respuestas a mis preguntas. Muchas gracias, chico.

Esbocé una sonrisa, aunque la incomodidad y las ojeras que tenía no debían de hacerme tan sexy como de costumbre. Puse mi mano en su hombro, paternal.

-Espero que volvamos a vernos.

Y, tras esto, me despedí llevándome el índice y el corazón pegados a la sien y separándolos agilmente.

*se va*

Edad : 25 Mensajes : 1446

El fuerte guerrero flamma se va sin demasiadas despedidas. No tengo ni idea de qué muerte o preguntas habla, pero lo cierto es que si beber lo que bebió ayer lo hace acabar así... He leído bastante sobre los efectos del alcohol en las personas, pero creo que jamás había visto a nadie como a la mitad de los guerreros que vi ayer en el comedor. En la torre el alcohol escasea.
Sea como sea, un motivo más para no probarlo. Te desorienta, te hace olvidar cosas, te da un falso valor muy peligroso y muchas otras cosas. ¿Para qué podría querer yo algo así?

Nada, nada... Que mejor que no.

*se va*

» Jardines (2)
» Jardines (1) [completo]
» Patios y jardines