Jardines (2)

Telma se alegró mucho al verme, tanto que casi me embistió y tuve que pararla con los brazos para no acabar tirado en el suelo sin moverme. Luego, cuando conseguí calmarla, salimos un rato a los jardines, para tomar un poco el aire juntos. Tomé asiento en uno de los bancos y cerré los ojos, fatigado. Ella se tumbó a mi lado y puso la cabeza cerca, por lo que pude acariciarla.

Hacía más fresco del que esperaba para la primavera. Me envolví un poco mejor en la capa, con el ceño fruncido.

-Sí que ha ido rápido la reparación de los jardines -comenté, contemplando el panorizama, que se veía bien gracias a las luces que salían de Brontë, por las ventanas-. Tendría que avisar de que no podré ir al pueblo a trabajar por un tiempo... -murmuré, aún con los ojos cerrados.

*se quedan*

Dormité un rato en el banco, y Tel me acompañó, tranquila. Pero como hacía frío, en algún momento decidí que volver dentro sería lo mejor. La llevé de nuevo a los establos y luego decidí que si quería seguir paseando un rato debía de ser por Brontë.
Los médicos se enfadarían si enfermaba.

*se va*

Atravieso los jardines con un trote suave, siendo consciente del peso de mi cuerpo en todo momento. El terreno, mucho más regular y seco que tras la tormenta, me ayuda un poco, y el césped amortigua un poco mis pasos. Respondo bien, me encuentro satisfecha, pero pese a todo me mantengo seria. No es ningún juego, y yo no soy una niña que se está divirtiendo. Esto no es más que parte de mi rehabilitación. Acudiré luego, en cuanto acabe, sino mañana, a ver a Errst para informarlo de las novedades. Supongo que a partir de ahora bastará con que yo me cuide y, como mucho, le de un par de partes más.

Espero no tener que volver a sufrir un dolor semejante nunca más.

Por ahora me basta con poder trotar un poco.

*se queda*

El chrysos salió, sonriente y con el pelo todavía húmedo, a los jardines. Al igual que los últimos días, había estado leyendo por la mañana sobre Lumen, sobre aquella torre donde el claritas vivía, y había empleado el resto de la tarde con las reparaciones, ayudando un poco a los miembros del servicio. A diferencia de otros días, en los que tras ayudar se sentía terriblemente cansado, hoy se sentía con la suficiente energía como para dar un corto paseo por los jardines. Hacía tiempo que no salía a simplemente tomar el aire; desde la tormenta, si pisaba los exteriores era para ayudar.

Iluminó los ojos al llegar (sólo lo suficiente para poder ver bien), y al hacerlo se sorprendió a sí mismo al toparse con Alehyss Lester, trotando por el terreno. Parecía que la pierna iba bastante mejor, de hecho, a primera vista parecía que estaba completamente recuperada. Mientras se alejaba de la construcción, el chrysos se preguntó si sería verdad.

—En qué horas más extrañas decides ponerte a correr.

fdr. hallo u3u

Me detengo al ver la luz, y me vuelvo hacia él, sin quedarme quieta por completo, estirando un poco para que la elasticidad no se pierda. Solo fortalecer no es suficiente, necesito todas mis facultades intactas.

-Buenas noches -saludo, con los ojos ligeramente iluminados, lo justo para verlo a él y un poco de lo que tiene detrás-. No son más extrañas que las que escoges para pasear -murmuro, monocorde, encogiéndome de hombros, alzando ambas cejas un instante.

De todos modos, es algo tarde. No quiero abandonar el buen horario que he conseguido desde que mi salud ha mejorado y volví a empezar a moverme. Madrugar es la prioridad, he de recordarlo.

-¿Cómo estás? -inquiero, doblándome con suma facilidad para tocar el suelo con las manos, manteniendo las piernas estiradas. Termino por tocarme las rodillas con la frente y luego vuelvo a erguirme.

Asintió, ensanchando la sonrisa.

—Cierto es.

Se encogió de hombros, sin nada más que añadir. Tenía razón: la hora era extraña para ambos. No había nada que discutir.

—Yo estoy bien. —Se acercó a ella, bajando la intensidad de la luz que emitían sus ojos para no molestarla—. He estado trabajando con los del servicio por la tarde, no demasiado, sólo un poco. —La miró—. Nada demasiado relevante.

Curioso, observó los estiramientos de la chica, cómo se doblaba para tocar el suelo con las manos, con aparente facilidad, y cómo tocaba sus rodillas con la frente. Cuando se irguió, él alzó la vista, mirando ahora su rostro, y carraspeó.

—¿Tú qué tal...?

Asiento a sus comentarios, sin decir nada al respecto. No soy de las que dan palmaditas en la cabeza a alguien que ha hecho su trabajo, aunque tampoco voy a desprestigiarlo. Al fin y al cabo, yo he pasado por hoy, centrándome más en mi cuerpo.

-Bien, como has podido ver -respondo a la pregunta, sin embargo, con una sutil sonrisa, llevándome la pierna derecha al glúteo y agarrando el pie, tirando un poco, para estirar el cuádriceps-. Satisfactorio.

Cambio de pierna tras unos segundos. La izquierda tira más, pero está bien. Estoy muy contenta, la verdad.

-¿Solo has salido a tomar el aire? -inquiero, por decir algo.

Sin duda, estaba bien. ¿Completamente recuperada? Tal vez, y si no era así, poco le faltaría. Era un poco sorprendente. Había esperado, por algún motivo, que su lesión durase más. Quizá la hubiese imaginado más grave de lo que realmente era, a pesar de que era consciente de que era una lesión severa. Ni idea.

—¿Estás ya completamente recuperada? —inquirió, volviendo a bajar la vista un segundo—. Es bastante sorprendente. Tu recuperación, digo. Imaginaba que llevaría más tiempo.

Le sonrió. Y luego, al escuchar su pregunta, asintió. Había salido única y exclusivamente para pasear. Sin más.

—Sí. A tomar el aire, sin más. —Torció la sonrisa—. Aunque prefiero mil veces estar contigo a estar paseando.

Dio un paso hacia ella.

Enarco las cejas un instante, a su comentario. Tampoco diría yo que "sorprendente" sea la palabra, aunque lo cierto es que Errst ha conseguido cosas de las cuales mi padre quería detalles.
Niego, suavemente.

-Todavía me duele hacer ciertos movimientos -respondo, alzando una de las rodillas, llevándomela al pecho, y abrazándola para tirar del músculo, manteniéndome también así unos segundos-. No puedo correr demasiado, ni he podido practicar todavía mis movimientos habituales. Pero lo cierto es que la mezcla de magia y medicina ha funcionado muy bien, y mi cuerpo ha ayudado.

Estiro la otra pierna mientras habla. Un paseo, por supuesto. Yo soy mejor que pasear...
Por supuesto.

Me paso la mano por el pelo, serena, contemplándolo, casi diría que juzgándolo, de alguna forma.
Me apetece una ducha...

La escuchó con atención. Por lo que decía, la magia debía haber sido lo que había ¿acelerado? su recuperación. Dudaba que tan sólo con medicina pudiese curarse con tanta rapidez, a pesar de que, tal y como ella había afirmado, todavía no estuviese del todo recuperada. No obstante, dudaba que tardase demasiado en estar al cien por cien.

—Seguro que no tardas mucho en recuperarte del todo —murmuró, dando un nuevo paso hacia ella. Observó cómo subía la pierna, llevándosela al pecho, y tras unos segundos, volvió a mirar su rostro. Se encogió de hombros—. O eso supongo. Creo. —Frunció el ceño—. No tiene pinta de que te vaya a llevar demasiado.

Negó con la cabeza. Realmente él no tenía ni idea. A lo mejor recuperar del todo su capacidad le llevaría semanas, qué sabía él.

La miró de nuevo, en silencio, sin saber qué añadir.
Quería besarla.
Y Massen Dew no estaba, y allí no había nadie salvo ellos, y no veía motivo para no hacerlo, así que se acercó a ella.

Una conversación un poco insustancial, pero asiento de todos modos. Supongo que no soy la interlocutora más adecuada. Además de que está más preocupado por alcanzar mis labios que por que se muevan para hablar, pero eso llevo sabiéndolo un buen rato.
Aunque a mí me va más eso del macho dominante que se empotra. Pero veo que todo lo que pueda decir le entra por un oído y le sale por el otro... En fin.

Pongo una mano en su pecho antes de que me roce, alzando un instante la vista, estrechando los ojos, sin permitir que me alcance por escasos centímetros. Lo escruto un instante. Por fin, hablo.

-Si lo que quieres es sexo entra con más vigor -pronuncio, seria, mirándolo a los ojos.

Frunció el ceño al notar la mano de la chica sobre su pecho, deteniéndole, y la miró, confuso. Estaba tan cerca de ella. Si no tuviese esa mano... Bajó la vista a la mano de la muchacha, observándola con el ceño fruncido, molesto por su posición. Luego la alzó de nuevo para mirarla a ella misma.

Cuando habló, frunció más el ceño, aún más confuso que antes, y ladeó la cabeza. Chasqueó la lengua, y después la observó en silencio. Finalmente, decidió acercar una mano a su muñeca, tratando de apartarle la mano, y la otra a su cuerpo. Si lograba apartar la dichosa mano, se echaría sobre ella, esta vez no educadamente como antes.

fdr. AJAJJAJAJAJAJA
por qué a mí. si yo soy ese ente de "YEEEEHEHEHEEEEEHEHEHEEYOUU"

Tengo ganas de poner los ojos en blanco y lanzar un suspiro al aire por un momento. Creo que todavía no ha captado la esencia de "con más vigor" por completo. Lo que más me gusta del sexo es sentirme deseada, tener la sensación de que el tipo que tengo enfrente mataría a su madre por hacer que yo, no que él, que yo sienta placer; por permitirle entrar en mí por un rato. Superior a diez minutos, si puede ser. No soy de chicos desesperados, sino de hombres seguros, sin embargo. Cuántos ha habido que eran poco atractivos y que me hicieron llegar a pensar, realmente, que había sido yo la interesada, en un principio.
Me gusta dominar. Me gusta ser dominada. No me gusta tirarme sobre una cama y que me embistan mirándome a los ojos. No me gusta dejarme dominar. No soy una chica compleja. Incluso podría llegar a aceptar que me llamasen pervertida, libinidosa, libertina..., pero extremadamente caprichosa.

Enarco las cejas un instante, altiva, mirándolo. Luego, solemne, aparto la mano. Lo veo venir, dispuesta a corresponder si me satisface. Y espero que tenga la seguridad suficiente. Llevo un tiempo acumulando estrés y, francamente, me apetece descargarlo.
Tampoco pido que seas Jager. No es necesario llegar a tales extremos. Me llega con que no pidas permiso con miradas raras.

Finalmente la muchacha apartó la mano, y él, movido por deseo, se acercó a ella, a sus labios, no de forma suave, sino más bien brusca, pegándose a ella, buscando que abriese la boca. A diferencia de otras muchas veces, donde sí que la besaba con dulzura, suavidad, casi ternura, esta ves no buscaba nada de esto. Ni ella. O eso creía. Eso esperaba, al menos. Aún le iba a dar un guantazo.

Al mismo tiempo, sus manos se acercaron a su cadera, agarrándola y acercándola a su cuerpo. Pronto descendió de sus labios a su cuello, sin muchos remilgos.

Cuando me alcanza pongo un instante los ojos en blanco. Por fin. No sabría qué más señales dar, sinceramente. Creo que el permiso concedido ya había llegado hace unos minutos. Y prefiero a los que piden perdón que a los que piden permiso.
No tardo en reaccionar, que ya llevo el suficiente tiempo quieta, mirando. Cuando quiere abrir mi boca soy yo la que entra en la suya, guiándolo, agresiva. Tengo una mano en su nuca, preparada para tirar de su pelo en cualquier momento, a placer. Muerdo el labio inferior, sin llegar a saña, pero sin cuidado, tirando ligeramente de él y soltándolo luego. Entonces se me escapa, bajando al cuello, haciéndome fruncir el ceño un instante, contrariada.
Si tal me saco ya las tetas, si le parece. Aunque no voy a ser yo la que ponga pegas a acabar rápido con esto. El sexo durante horas está bien, el sexo atropellado en mitad del jardín contra un árbol también está bien. Todo tiene su encanto, si sabes vérselo.

Dejo ir un único jadeo contenido y alzo un poco la barbilla, permitiendo su acceso, tirando del pelo hacia abajo. La otra mano se cuela bajo su camisa y llega a la altura del omóplato, desde el cual las uñas iniciarán un suave descenso, dejando su recorrido grabado en forma de surco blanco.

Al notar las manos de la chica, una en su nuca y la otra en su espalda, recorriéndole la piel, torció una sonrisa, divertido, sin separarse de ella. Las manos, que hasta entonces habían permanecido en su cadera, descendieron, acariciando sus muslos, su trasero, acercándose, pegándose más a ella. Sus labios, en su cuello, bajaron cuando la muchacha alzó la barbilla, besando, lamiendo, succionando, mordiendo su piel, tratando de no hacerle daño, pero sin excesivo cuidado.

Recorrió su cuello hacia abajo, hasta llegar a la zona donde estaba la clavícula, explorándola.

Era consciente, en parte, de que estaban en los jardines, pero decidía ignorar este hecho.

fdr. lmao

Sigue descendiendo, así que supongo que ha optado por la versión rápida. De acuerdo, entonces. Tiro de él, pues, con intención de encontrar un buen árbol contra el que recostar mi espalda. Una superficie de apoyo nunca sobra, excepto cuando... Irrelevante. Una vez acomodada, tiro de él hacia mí, separando las piernas de forma que la suya quede entre las mías. Nunca está de más tener, también, algo a lo que pegarse, contra lo que apretar en caso de necesidad.

Tengo, durante un instante, el caprichoso deseo de decirle que, ya que se dedica a bajar sin detenerse demasiado en cada punto, que se arrodille y baje del todo, y así me hace un favor. Sin embargo, ni siquiera yo soy tan ruin.

Me basto de una mano para desabrochar su camisa, a tirones, mientras lo permito seguir a lo suyo. No hace una temperatura como para pasearse desnudo, pero es lo mínimo. Me ayudo de la otra para deslizarla por sus brazos y tirarla al suelo. Luego me deshago de la mía propia, apartándolo un momento. El viento me hace estremecerme un instante, pero es estimulante.

Una nunca sabe cuándo la desnudarán, y por eso acostumbro a llevar puesta una ropa interior adecuada. Siempre he lucido mi pecho, ahora oprimido por el sostén, alto y generoso, con orgullo. Así ya lo haya visto. Sigue siendo digno de admirar.

Bien pensado, sí, prefiero uno rápido. Hace fresco.

Sin detenerse, ni soltarla, se dejó llevar por la chica, sonriente, divertido, y cuando finalmente se detuvieron, ella apoyada contra un árbol, él frente a ella, con una pierna entre las suyas, se separó unos centímetros y la miró, torciendo una sonrisa.

—Pensé que terminaríamos en otro lado —murmuró, jocoso. Luego ascendió un poco, sólo lo suficiente para volver a besarla, buscando explorar de nuevo su boca. Notó mientras cómo Alehyss le quitaba la camisa, sintiendo un leve estremecimiento al notar el viento en su piel, pero no se separó hasta que ella misma lo apartó. Entonces la observó, contemplando su pecho, alzando las cejas un instante, ensanchando la sonrisa.

Volvió a pegarse a ella, a sus labios, y su mano derecha, que hasta entonces había permanecido sobre el muslo de la muchacha, comenzó un ascenso desde su vientre hasta su pecho, colándose bajo el sostén, masajeando la piel.

Alzo las cejas un instante, con cierto escepticismo, deteniéndome.

-¿Y qué lugar podría ser mejor que este? -inquiero, con cierta socarronería, torciendo un poco el rostro para mirarlo.

Un árbol en los jardines... Todavía no lo he hecho aquí. No es el lugar de mi vida, pero tampoco lo es hacerlo entre sábanas de satén. Por supuesto, si tiene una idea magistral es el momento de exponerla. Si lo que pasa es que se siente desnudo y pudoroso puedo acabar contra un árbol, esté presente él o no lo esté.

Regresa a mis labios de nuevo, y succiono su lengua un instante, me introduzco en su boca, atrayendo su rostro hacia mí de nuevo con la mano que ha vuelto a su cráneo. Al final no se sabe imponer por encima de mí. Aunque tampoco se queda inmóvil, lo que resulta de agradecer. Hay hombres que te miran como si tus pechos tuviesen colmillos, y resulta un poco ridículo.
Me estremezco al primer contacto, suavemente, con un movimiento ondulante, esbozando una sonrisa breve, incluso pese al beso.

Pego la pelvis a su pierna, presionando un poco. Tampoco es que sea una fanática del frotamiento, siempre me pareció más estimulante a la penetración que al tribadismo, por ejemplo, pero un poco de presión en según qué zonas y según qué momentos no está de más.

Voy un instante a su cuello, arañando la piel con los dientes, pellizcando, succionando un instante y luego soltando. No pretendo dejar marca alguna, nada que se pueda ver. No me gusta incriminarme con pruebas. No tengo quince años.

Negó con la cabeza al escuchar su comentario, sin añadir nada más. Los jardines tal vez no fuesen su lugar predilecto, pero qué más daba. Tampoco se le ocurría un lugar más diferente, porque entrar ahora dentro de Palacio no era una opción factible. Así que qué más daba.

Se acercó más a ella al notar cómo su mano lo atraía a su rostro, correspondiendo a sus gestos, adaptándose a sus movimientos, siguiéndolos, mientras su derecha masajeaba, acariciaba, apretaba el pecho y la izquierda recorría su muslo. Al notar sus dientes en su cuello, pellizcando, succionando la piel, dejó ir un leve jadeo, sonriente.

La mano que permanecía en el pecho desabrochó el sostén de la chrysos, arrojándolo luego al suelo, y tras separarse de ella, de sus dientes, comenzó un nuevo descenso hacia la zona, deteniéndose al llegar al pecho izquierdo, rozando la piel primero con los labios, luego con los dientes, hasta finalmente succionarla. La mano derecha volvió al pecho libre, masajeándolo de nuevo.

fdr. pause u3u
todo el porno pausado, qué nos está pasando.

Pronto mi pecho entra en contacto con el aire frío. Tomo el sostén antes de que lo tire, con gesto solemne. Una rama sobresale del árbol apenas diez centímetros sobre mi cabeza, y cuelgo en ella la prenda. Es una ropa interior delicada y prefiero que no entre en excesivo contacto con el barro del suelo.

Permito que acceda a mi pecho sin queja, pegando la cabeza al árbol, cerrando los ojos un instante, relajando un poco la tensión del cuerpo. Me fascina lo diferente que resulta tocarse una misma, o incluso lo que varían las sensaciones según quién sea el que te toque, por no habla ya del cómo lo haga.
Termino por llevar una mano a su nuca, hundiendo los dedos en su pelo, guiando sus gestos cuando los quiero de otro modo, acompañándolo sin más el resto del tiempo.

Dejo ir un jadeo un instante, esbozando una sonrisa. Llevo un tiempo con una fantasía que hace mucho que no experimento. No es posible ahora mismo, pero no puedo evitar recordarla en esta situación...

Tiro de su pantalón hacia mí, acomodando la pierna que tiene entre las mías, obligándolo a hacer un poco más de presión, estremeciéndome un instante.

FdR- Mientras tanto, en la cabeza de Alehyss Lester: recuerdo aquel vídeo porno que vi en el que... ogh...

La lengua recorría el pecho trazando movimientos circulares, saboreándolo, notando cómo cambiaba el pezón, cercándolo, acariciándolo con los dientes, succionándolo. Los dedos de la chrysos, en su nuca, guiaban sus movimientos, y lo acercaban más a ella, a su piel. Su derecha, en el pecho libre, se dedicaba a acariciar, apretar, masajear la zona, y la izquierda recorría su muslo, de abajo a arriba. El chrysos empezaba a sentir innecesaria y molesta la presencia de los pantalones de la muchacha. Y la de los suyos.

Al notar el tirón, se pegó a ella, dejando ir un nuevo jadeo, haciendo presión con la pierna que tenía entre las suyas, tratando de aumentar de alguna forma el contacto entre la pelvis y su pierna. Sin separarse de ella, su mano izquierda ascendió, abandonando su muslo para dirigirse al cierre de su pantalón, desabrochándolo.

fdr. lmao

Enarco las cejas al ver cómo se dirige a mi pantalón, contemplando un instante su mano y luego levantando la vista para mirarlo a los ojos. ¿Ya? De acuerdo. Sin pegas. Rápido es rápido, aunque me suele gustar que sea un poco más bruto, en estos casos. De todos modos, Lyam no es el típico chico bruto. Tampoco es que sea malo no ser un bestia. Jager lo es y lo considero un auténtico cabrón. Es que al final una chica inteligente como yo termina apreciando esos rasgos animales y prehistóricos más de lo que quiere admitir. No me gusta que sean esos impulsos los que me guían. Da la sensación de que esté buscando a un macho dominante y fuerte para que sea el padre de mis hijos y nos proteja de las fieras, y yo no busco eso en absoluto.

Esbozo una sonrisa. Ya ha desabrochado el pantalón, y yo me descalzo y me lo quito, dejándolo, esta vez sí, en el suelo. Mi ropa interior, por supuesto, hace juego con el sostén. No soy una chica descuidada, al fin y al cabo. la presunción me puede.
Hago un gesto con la barbilla a Lyam, cruzándome de brazos con altivia, como si estuviese juzgando sus actos, aunque con gesto tranquilo y una sonrisa relajada.

Este tipo de cosas se hacen mejor en una noche de verano.

FdR- El pantalón de Alehyss no es su ropa interior, se puede tirar de cualquier forma XD

Se apartó un poco cuando Alehyss comenzó a desnudarse, dejandole el suficiente espacio para que no resultase incómodo, observándola, con las cejas ligeramente alzadas y los ojos entrecerrados, mientras lo hacía, recorriendo su cuerpo de arriba a abajo. Cuando la chrysos alzó la barbilla y se cruzó de brazos, orgullosa, él torció una sonrisa, pegándose de nuevo a ella, tratando de apartar sus brazos, volviendo a buscar sus labios, tratando de nuevo de explorar su boca.

Volvió a descender a su cuello, trazando un recorrido hacia abajo, pasando por su clavícula, su pecho, sus costillas, su vientre, agachándose conforme bajaba, acariciando sus muslos mientras sus labios recorrían su piel. Se detuvo al llegar a la pelvis, alzando un segundo la vista. E ignorando el lugar en el que estaban, porque, sinceramente, qué más daba ya, hundió la boca entre sus piernas.

fdr. lmao2
(surprise)

Cuando veo por dónde va me sorprende. ¿Piensa ponerse a hacer eso aquí, en la calle? Empieza a cobrar sentido la idea de marcharse a otro sitio, visto así.
Sinceramente, una mujer que no aprecie una lengua es algo estúpida, de modo que no pongo queja alguna. Incluso le facilito el acceso, aunque no es que sea muy cómodo en un lugar como este.
Sinceramente, jamás me ha importado que el lugar sea incómodo. Con un ñarbol para apoyar la espalda ya tengo demasiado. me he visto en situaciones peores muchas veces. Como aquella vez que...
Irrelevante.

Me alzo ligeramente sobre las puntas de los pies, recostando la espalda contra el tronco. Me veo obligada a alzar una mano y agarrar una de las ramas más bajas, ya que la pierna izquierda sufre especialmente en esa tesitura, y no puedo lesionarme por hacer algo como esto. Sería una irresponsabilidad.
La diestra, por su parte, libre, sujeta ahora su flequillo, a tirones menos controlados. Procedo a indicarle, de esa forma, cómo quiero que lo haga, dónde lo prefiero, qué ritmo me gusta.
Sinceramente, no es tanto que sea difícil hacerme sentir placer como que soy caprichosa, especialmente si llevo las riendas. Si es listo y hace lo que le pido no vamos a tener ningún problema.
Lo que sí espero es que él no crea que voy a arrodillarme a cambio. No me sería difíicl rechazarlo, por supuesto, pero a veces los hombres son así de interesados.

Dejo ir la respiración, más relajada. Este es el tipo de cosas que una espera hacer cuando sale al aire libre, por encima de un romántico paseo con las manos tomadas. Hay veces que la gente no piensa como debe.