Sala de entrenamiento

Ya había cenado. Hacía muy poco, de hecho. Tan poco como para que pudiera no ser recomendable lo que estaba haciendo, pero de hecho, tenía la comida bastante bien asentada en el estómago. Así que no me importaba ponerme cabeza abajo, ni dar volteretas ni tampoco correr por la sala.

De pequeña jugaba mucho a aquellas cosas, pero con el tiempo lo había ido dejando de lado. Sin embargo, empezaba a pensar que, aunque pudiera no parecerlo, aquello podía llegar a ser útil en Brontë. Había visto a Alehyss haciendo cosas semejantes (aunque, por supuesto, a otro nivel), así que tenía que serlo.

Por tanto, me había dedicado a recorrer la sala en volteretas laterales, y en aquel momento me dedicaba a hacer el pino, siempre cerca de la pared pero procurando no apoyarme. Se me había ocurrido que quizás estuviera bien aprender a andar con las manos, aunque no acababa de fiarme del todo. Después de todo, no tenía mucha fuerza, y me costaba sostenerme así demasiado tiempo. De todas formas, seguía siendo entretenido.

*Se queda*

Dado el bajo humor de estos días no entreno todo lo que debo, y el ataque ha sido reciente, por lo que me comprometo a hacer un poco más antes de irme a la cama. De esa forma podré enmendar un poco lo de los últimos días.

Me encuentro, nada más entrar, con que no soy la única que ha decidido hacer algo como eso. y me alegro de verla. Llevo un par de días queriendo hablar con ella un poco en profundidad. Tengo la sensación de que hace siglos que no lo hacemos.

Me detengo nada más cerrar la puerta, contemplando su trabajo con gesto entretenido. Le dedico un gesto de saludo, pero acabo por ponerme en marcha yo misma, iniciando un trote ágil para dar calor a los músculos de las piernas.

Tuve que darme la vuelta para ver a Alehyss. Traté de hacerlo boca abajo, pero me falló un codo y me vi obligada a llevar los pies al suelo. No me apetecía mucho verla después de lo del otro día, pero me obligué a sonreír y saludar. De todas formas, era evidente que no estaba allí por mí, así que no tenía por qué sentirme obligada a charlar. Además, Alehyss solía darme la libertad de no hablar si no quería.

Así pues, la dejé con su suave carrera y continué con mi trabajo. De nuevo, me impulsé para darme la vuelta, asegurándome de no usar la pared de apoyo, pese a que la tenía disponible. Comencé entonces a ejercitar las piernas en el aire, jugando con mi equilibrio.

Ella sigue con su entrenamiento y yo con el mío: no debe ser muy largo, así que acabo acelerando el ritmo y encadenando diferentes tipos de impulsos para practicar más que la resistencia en sí misma. Corro en zig zag y hago bruscas frenadas, o cambios de ritmo repentinos que buscan que sea capaz de reaccionar a un estímulo que me fuerce a ello en un combate.
Lo importante es, además, mantener la respiración en todo momento.

Llevo un rato dedicándome a esta carrera y me detengo, entonces. Estiro mínimamente y enseguida me pongo a encadenar algunos movimientos, lanzando algunas fintas, patadas y golpes al aire. Solo compruebo que todo marche bien.
Luego paro definitivamente y miro a Massen con gesto calmo. Espero a que ella vea que tengo intención de dirigirme a ella mientras observo sus acciones.

Me mantuve atenta a mis ejercicios, sin fijarme mucho en Alehyss. Parecía evidente que no iba a acercárseme, así que no tenía de qué preocuparme. Procedí a seguir intentando caminar sobre las manos, y cuando me cansé, me dediqué de nuevo a las volteretas laterales, que siempre me habían parecido más fáciles. También dejé algo de tiempo para poner en práctica mi flexibilidad, elemento que sí estaba convencida de que podía serme de lo más útil en según qué situaciones.

Pero, al final, Alehyss sí se dirigió a mí. Cuando vi que me miraba, quieta, remoloneé un poco, retrasando el momento hasta que por fin, a regañadientes, detuve yo también mis ejercicios. Me obligué a componer una sonrisa suave, tranquila. Sobre todo, tenía que mantenerme tranquila.

Ella no inicia una conversación cuando me mira. La escasez de palabras, tanto la que hay hoy como la que ha habido desde el día del ataque, hace que sea evidente la tirantez del momento. Sin embargo, llega a sonreír.

Relajo un poco el cuerpo, esbozando una sonrisa suave, como ella ha hecho. Luego adopto una leve postura ofensiva, alzando un momento las cejas al mirarla, como en una invitación.

-¿Quieres entrenar un poco de cuerpo a cuerpo? -le pregunto, con tono tranquilo, no excesivamente amable, pero siéndolo.

Quizás no sea momento para hablar, pero ella y yo casi siempre nos hemos entendido. No quiero que deje de ser así porque haya pasado algo. No tiene que ser necesariamente hablando como se solucione algo.

Bueno, visto así, no era tan malo. La miré un momento, dudando. Alehyss era mucho mejor que yo en el combate cuerpo a cuerpo. Pero, de hecho, aquel era un motivo de peso para aceptar; tenía mucho que mejorar.

Salté un poco en el sitio, relajando los músculos, y acomodé un poco el cuerpo. Después, poniéndome en posición de defensa, asentí.

No tardé mucho en lanzarme. Sabía que Alehyss era rápida, así que quizás el tomar impulso antes que ella me diera una mínima ventaja, aunque fuera inicial. Cuando hube reducido la distancia, amagué un puñetazo al rostro y lancé una patada a la rodilla.

Viene enseguida. No duda. Estoy segura de que será relajante para ambas. Afianzo la posición en lo que se acerca, y la sonrisa se borra enseguida, pasando a la expresión tensa, neutral, del combate serio.
Es rápida, pero sus momentos se pueden llegar a intuir pese a todo. Al menos a tiempo. Aunque esquivarlos podría ser un problema si me distraigo.

Busqué evitar el puñetazo apartando el rostro, aunque no fuese más que un amago al final, y la patada, sin embargo, no la esquivé sin más. Me impulsé con la contraria plegando la que ella había seleccionado como objetivo para dirigir un rodillazo hacia su vientre. El propio impulso se encargaría de dar el golpe.

No esquivó la patada, pero sí lanzó su contraataque. Viendo que no podía esquivarla en aquellas condiciones, interpuse la mano entre la rodilla y mi cuerpo, utilizándola de apoyo. De aquella forma pude permitirme un cierto retroceso para evitar su posible siguiente movimiento.

No fue más que un momento, por supuesto. No debía retroceder. Me lancé de nuevo, buscando en aquella ocasión una patada más alta, cerca del estómago.

Se defiende bien del ataque. Como mucho habré hecho que le duela un poco la mano o la muñeca, pero se ha defendido de la arcada. Si lo hace en un caso real podrá evitar un momento de oportunidad muy bueno para su enemigo.

No le doy mucha más coba y me preparo para el contraataque. Esta vez espero al último instante para echarme a un lado y evitar su golpe por poco, lanzando al mismo tiempo mis manos a por la pierna que lanza. Solo quiero agarrarla, inmovilizarla, en principio.

Ese tipo de movimientos pueden ser especialmente peligrosos si el oponente es muy fuerte. Ponerme al alcance de los puños de gente como Corbin, por ejemplo, es algo que debe evitarse.

Alehyss utilizó aquello para agarrarme la pierna, justo después de esquivarme. Entorné los ojos, concentrada, y entonces procedí a utilizar lo que, precisamente, había estado practicando apenas un momento antes.

Lanzando las manos al suelo, alcé la otra pierna, aprovechando el apoyo que ella me daba, en busca de su cara. Gracias a la ropa, la pierna sujeta se escurriría y podía rotar sobre ella, cambiando así mi posición. Las manos, en el suelo, me daban todavía el apoyo que necesitaba. Y, si no me soltaba, se llevaría un buen golpe.

Frunzo levemente el ceño, apenas un momento, a su reacción. Enseguida sé qué hacer, pero dudo un instante antes de llevarlo a cabo: la suelto enseguida, flexionando al mismo tiempo las rodillas para evitar su patada y, al mismo tiempo, lanzar un barrido a sus brazos, que la sujetan ahora.
Es cierto que poder moverse con manos y piernas es una habilidad muy útil, pero también es verdad que las manos no son un punto de apoyo tan bueno como los pies, por lo general, y que es más difícil salvarse de una caída si estas fallan que si es al contrario.

Sus movimientos son rápidos y mucho más precisos de lo que lo eran hace tan solo un año. Ver su avance me resulta muy grato. Ha crecido mucho como guerrera.

Efectivamente, no tenía ninguna intención de mantenerme sujeta en aquellas condiciones. Procedí, pues, a terminar el propio movimiento, impulsando las manos justo en el momento en que llegaban al suelo. De aquella forma, podía permitirme un movimiento lateral, que propiciaba que mis pies llegasen al suelo y también que mis manos quedasen fuera del alcance del barrido.

Pronto estaba de nuevo en pie frente a ella, pues, en posición de defensa. En seguida volví a la carga, amagando un puñetazo al vientre que finalmente lancé contra el rostro.

Mientras ella recupera la posición erguida yo hago lo propio, retrocediendo mientras. Ambas nos encontramos a la otra en posición defensiva, pero esta dura poco. Ella inicia un ataque, impulsándose hacia mí, y yo la imito, lanzándome a por ella.
La miro a los ojos, aunque soy capaz de ver el resto de su cuerpo parcialmente, dado que entra en mi rango de visión. Si hace algo raro será reflejado en los músculos cercanos a la zona, pero si pierdo de vista su mirada le será más sencillo encajarme una finta.

Yo lanzo una patada a su cabeza, de derecha a izquierda, que pretende enganchar su cuello y tirarla al suelo. Es mientras está a medio camino que veo el cambio de dirección de su puño, y paso a cubrirme con los puños para recibirlo.
Esquivar es primordial, pero recibir un golpe en los antebrazos para propinar otro puede ser apropiado.

Vi alzarse su pierna al tiempo que yo me acercaba, así que mi interés pasó del ataque a esquivarla. Apenas había rozado su antebrazo cuando flexioné las rodillas para pasar la cabeza por debajo de su pierna y alejarme.

No me gustaba haber dejado un ataque inacabado, pero se estaba protegiendo, después de todo. No era una gran pérdida.

Sentía el constante impulso de lanzar hechizos, lo que me hizo pensar en mi cada vez mayor dependencia de la magia. Fruncí el ceño. Aquello no podía ser. Alcé los puños de nuevo, dispuesta.

La rozo con la pierna, pero no logro alcanzarla. Es rápida y ágil. Se defiende bien, al menos. Aunque a estas alturas esto ya es una evidencia.

Trato de ir tras ella nada más haber tocado el suelo, acabando la patada e impulsándome enseguida. Prefiero asediarla con ataques aprovechando que ella no lo ha hecho esta vez.

Dirijo el primero golpe de puño directo a su cara. Tiene los brazos cerca, y ya cuento con que los aproveche para cubrirse. En cuanto vea el primer resquicio de movimiento lanzaré entonces el segundo ataque: una patada lateral a su pierna, a la altura de la rodilla, aprovechando que el primer movimiento ha sido alto para meter el segundo.

Por primera vez, esperé a Alehyss cuando vino a por mí. Era ella la que atacaba entonces, así que me concentré en esquivar y buscar huecos no defendidos en sus movimientos. Su primer golpe fue a la cabeza, así que me agaché para evitarlo. No fue hasta entonces que vi venir el de la pierna.

Rápidamente, me impulsé hacia su cuerpo con los puños por delante, buscándole el vientre. Si acortaba distancias, me daría con el muslo, así que el impacto sería menor. Yo, en cambio, estaría golpeando una zona sensible.

Evita el golpe con velocidad: es una chica inteligente, y prefiere hacer eso que encajarlo. En este caso es una buena decisión.
Decide venir. Eso requiere de otro tipo de respuestas.

Anclo la izquierda en el suelo, preparándome para recibirla, buscando pisarlo también con la derecha en cuanto tenga ocasión. Esta vez no me aparto, sino que la espero. Mi objetivo es aprovechar la inercia de su impulso hacia mí interceptando el puño que viene hacia mi vientre con la palma de la mano y llevando la opuesta a su hombro. Aprieto los dientes, concentrada, y trato de utilizar su propio impulso y mis manos como palanca para, con una llave, tirarla al suelo.

Era frustrante descubrir cuál era mi problema. Tenía las habilidades suficientes para moverme, pero no los conocimientos para utilizar esas habilidades. Antes de darme cuenta, estaba dándole la espalda a Alehyss y avanzando lejos de ella, sin poder evitarlo.

Al menos, pude mantener el equilibrio para evitar la caída. Y encima iba a tener que considerarlo como un logro y todo... En fin.

Me di la vuelta en seguida, con el ceño fruncido, concentrada. Salía mejor parada atacando que esperándola, pero no sabía cómo dar con su cuerpo. Acabé por impulsarme corriendo y saltar hacia ella, buscando echarme encima con todo el peso del cuerpo para tirarla.

FdR- Pausa

Viendo que parece aguantar el equilibrio no la asedio y espero un instante a que se recupere. Es un entrenamiento y no quiero ser más violenta de lo necesario. Peso que me haya dado la espalda hubiese significado, en caso de estar trabajando, un ataque inmediato.

Ver su nueva ofensiva me hace, enseguida, tensar el cuerpo para apartarme. Entonces, repentinamente, cambio de idea y acomodo la postura para recibirla de la mejor forma posible, para agarrar su cuerpo y acomodar el mío a una posible caída inminente de forma que, si caemos, lo hagamos ambas.
Con Corbin quizás no me atreva con esto, pero con Massen podría intentar una prueba de fuerza real. No siempre, por mucho que uno quiera, puede evitar los agarres y las caídas.

No esperaba que me dejase tirarla. Aunque implicase llevarme con ella. Busqué utilizar su cuerpo como colchón, evitando así los daños que pudiera suponer la caída. En todo caso, tenía que mantenerme sobre ella.

Busqué deshacerme de su agarre y tomar su brazo con ambas manos, retorciéndolo hacia atrás, hacia su espalda, para inmovilizarla.

Eso sí que no. No va a ser tan fácil, Massen.
Antes de perder pie por completo utilizo ese apoyo para girar un poco el cuerpo. No voy a permitirle que me deje debajo de sí por completo. Si caemos lo haremos las dos, sobre el costado. Hasta ahí me puedo permitir ceder.

Forcejea demasiado. Es demasiado violenta para la fuerza que tiene. Eso que podría servirle contra alguien de la mía o inferior no le valdría de nadie contra una persona más fuerte. Y uno no debe saber luchar solo contra aquellos que son más débiles.
Ella trata de retorcerme el brazo y yo, en respuesta, coloco la mano contraria sobre su codo, a modo de eje, empujando con ella hacia adelante, y tiro del brazo atrapado hacia mí, amenazando con romperlo haciendo ceder la articulación bloqueada en la dirección contraria.

Ya estoy preparando, al mismo tiempo, una posición desde la que poder atacar con las piernas.

Sabía que perdería toda la fuerza si estiraba el brazo, así que me resistí a su empuje. En lugar de aceptarlo, coloqué la otra mano con fuerza sobre su hombro para tirar de él hacia mí, de tal forma que podía aprovechar el tirón de su brazo para inmovilizarla sin renunciar a la posición de mi brazo.

Mantenía la respiración contenida, y los ojos fijos en ella, concentrada en resistir el forcejeo. Adelanté una rodilla hacia su estómago, aprovechándome del apoyo del suelo, para que cediera su fuerza por el golpe.

No niego que la violencia sea una buena forma de arreglar las cosas, pero termino por determinar que ha sido suficiente. Recibir sus golpes resulta doloroso, aunque pueda aguantarlos, pero el entrenamiento que propuse no buscaba ser uno de resistencia al dolor.

Ha soltado una de sus manos. Eso es más que suficiente. Así ha perdido algo muy importante: la protección del brazo que sigue agarrándome. Para ese solo tengo que girar la muñeca de la forma apropiada, ni siquiera con excesiva fuerza, para que la propia anatomía de su cuerpo la obligue a soltarme para evitar luxaciones.
Mientras ella tira hacia mí y su rodilla busca mi cuerpo mantengo la entereza, preparando una estrategia apropiada.
Acabo pegando mi cuerpo al suyo. Desde una distancia excesivamente cercana y en una postura como esa ella no podrá volver a enviar un golpe como ese. Busco cubrirla, agarrarla, pretendiendo conseguir en el forcejeo y balanceo de los cuerpos la postura dominante, sobre ella.

Pese a todos mis esfuerzos, era evidente que no tenía nada que hacer. Hasta tal punto era así que acabé por dejarlo estar. Cuando me obligó a cambiar mi postura y se situó sobre mí dejé de hacer fuerza, simplemente dejando el peso muerto.

Después, sencillamente, esperé. Sabía que no iba a seguir si yo paraba, y a mí seguía pareciéndome que necesitaba muchas lecciones antes de conseguir una victoria en una pelea así. Continuar no tenía ningún sentido.