Bosque

Silvanus se despertó con mi beso. Entonces me saludó, y me preguntó si estaba bien.

"Sí... estoy bien", le dije sonriente.

Entonces me percaté de que el se estaba fijando en nuestra desnudez, y comentó que sería mejor vestirnos.

Yo me ruboricé, y me levanté despacio mientras me tapaba un poco el cuerpo con mis manos, desviando la mirada de él. Entonces me propuso si nos bañabamos.

"Se referirá a bañarnos... ¿juntos?", pensé, y le respondí un tímido "sí...", a pesar de no estar segura de a como se refería.

me puse los pantalones, pero no la camisa, puesto que ella contestó "sí" a mi pregunta sobre el baño.
Cogí el farolillo para que nos marcase el camino

-Vamos al lago, pues, dije tendiéndole mi mano.

Él me tendió su mano, pero si le daba la mía no podía seguir tapándome el cuerpo malamente.

"Bueno... al fin y al cabo ya me ha visto...", pensé, y entonces le tendí la mano con la que me tapaba los pechos ruborizándome de todos modos, y al levantarme noté como un líquido fluía por mis piernas.

"Ay...", dije mientras me miraba la entrepierna, pero sin comentarle nada a Silvanus me apresuré en coger mis braguitas y en ponérmelas, cogiendo tambien mi vestido y mi bolsa.

El me miraba con cara rara, pero le dí la mano desviando la mirada y nos fuimos de allí.

Mi chica se ruborizó al darme la mano, puesto que de este modo dejaba al descubierto sus senos, por lo que yo dibujé una sonrisa en mi cara. Pero esta se borró de mi cara a los pocos segundos, cambiándola por un semblante de preocupación infinita: Al ponerse de pié, a Hewina le resbaló un líquido por entre sus piernas...

Ella soltó un quejido de preocupación al verlo... pero rápidamente se comenzó a vestir.

Yo la miré con cara de preocupación... tenía cierta angustia en el pecho... no sabía por qué... entonces ella me dio la mano de nuevo y, con su mirada perdida, nos fuimos de allí

*se van*

Me adentré en el bosque corriendo, alejándome así del claro, y después de mucho rato, cuando ya no podía más tropecé con la raíz de un árbol y me caí de bruces en el suelo.

Entonces comencé a llorar y a gritar desconsoladamente, como nunca lo había hecho en mi vida...

Sentía un dolor agudo en la garganta... y solo quería que la tierra me tragase por completo, para así desaparecer de este horrible mundo.
Sentía impotencia... odio... rencor... y, a pesar de todo, amor... amor por alguien que solo me utilizaba, y que irónicamente, estaba siendo utilizado.
Sentía ganas de morirme allí mismo...

...

Y entonces perdí el conocimiento.


*se queda*

Me acerqué al bosque, no sabía por qué pero me apetecía estar entre los árboles, caminando sin rumbo y sin prisa, sintiendo la brisa del viento en mi cara.

A lo lejos me pareció ver algo extraño, cogí a Arpa y saqué una flecha de mi carcaj apuntando a la cosa. Lentamente me fui acercando hasta que estuve a su lado, parecía una mujer, tenía el pelo castaño revuelto y el cara contra la hierba, por lo que no podía ver quién era. Toqué su cadera con la punta de mi flecha suavemente y al ver que no respondía me agaché y le dí la vuelta al cuerpo. Me sorprendí al ver que era Hewina.- Hewina?- Le toqué la mejilla y le di unas débiles palmadas.- Oye Hewina!!- Le grité empezando a ponerme nerviosa. No parecía tener marcas de violencia, pero consciente no estaba.

Me giré en redondo apuntando con mi flecha por si había algo cerca, algo que pudiera atacarme y dejarme como a Hewina, pero tras un minuto decidí que posiblemente hubiera huido.

Dejé a Arpa en el suelo y cogí la flecha con mi boca. Me agaché y me colgué a Hewina a la espalda, lo cual fue complicado porque entre mi carcaj y mis alas estaba incómoda. Una vez la la sostuve y estuve segura de que no se caía, agarré mi arco y la puse la flecha en su cuerda, preparada por si algo aparecía.

Empecé a correr hacia la enfermería.

*Se la lleva*

- ¡¡¡AAAAAAAAAH!!! ¡¡MUERE, VILLANO!!

Di un fuerte placaje contra el árbol que tenía enfrente. Luego retrocedí un par de pasos, cruzándome de brazos, y negué varias veces con la cabeza, lentamente, de un lado a otro.

- No... No está bien... Tiene que ser más contundente. Algo así como... -. Señalé al frente con el índice enhiesto, clavado en el horizonte-. ¡¡¡TUS DÍAS DE HACER EL MAL HAN TERMINADO!!! ¡¡AHORA ME TOCA A MÍ HACER EL DOLOR!!-.Sonreí, pero pronto mi sonrisa se borró-. ¿Qué? ¿No sabes quién soy? ¡¿Cómo?! ¡Pues apréndete mi nombre, aunque lo vas a olvidar muy pronto! Bueno... ¡Así podrás recordar quién acabó con tu sucia vida, rata asquerosa! ... No me gusta rata... mejor... ¡¡Engendro!!

Me rasqué la barbilla con la diestra, pensativo.

- Le falta algo... Pero... ¿Qué?

*se queda*

Cuando llegué al lugar del que provenían los gritos vi al chico que gritaba asestando contra un árbol.

Una expresión de auténtico horror se puso en mi cara, y entonces no pude evitar gritarle: "¡¡¡NO!!! ¡¡¡DETENTE!!!"

El chico se giró hacia mi sorprendido, y entonces reconocí quien era. Él había luchado contra las bestias aquel día en el claro del bosque... y fue el primero en aparecer cuando estaba sola contra ellas, sin poder hacer nada. Tenía que agradecerle aquello, pero no me pareció bien que le hiciese eso al pobre árbol...

"Perdón por gritarte... pero podrías dañar al árbol... y estoy segura de que él no te ha hecho nada", le dije.

Miré sorprendido a la voz que me detuvo. Bueno, a la voz no (no se podía mirar a una voz), sino a la chica de la que provenía.

- ¿Hacerme algo? ¿El árbol? Claro que no -. Sonreí-. Si es un árbol. Son seres inertes, mujer. No te preocupes. No atacan-. Acaricié la corteza con cuidado-. ¿Ves? No muerden ni nada. Tranquila. No pasa nada, eh. Solo lo usaba para entrenar.

Me ofendieron un poco sus palabras, pero casi todo el mundo pensaba de esa forma... y al fin y al cabo había sido cortés conmigo, así que suspiré y simplemente le dije: "Bueno... pero... hay una sala de entrenamiento en el palacio... puedes entrenar con los muñecos especiales que hay allí"

- ¡¿EN SERIO?! -. Puse mis manos en sus hombros mientras abría los ojos como platos-. ¡¿DE VERDAD HAY SALA DE ENTRENAMIENTO?!

Eso si que no lo sabía. Era una gran noticia, la verdad. Esos muñecos harían mejor de villanos que un árbol. Los árboles me servirían, por ejemplo, como muros y barricadas. Todo buen guerrero tenía que saber derribar muros a empujones.

Le tomé las manos con una gran sonrisa.

- ¡¡Gracias!! Por cierto, soy Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de... ¡¡Siento haberte moestado con mis gritos!!

El me agarró de los hombros asombrado, mientras me decía aquello, y después me agarró de las manos, mientras se presentaba y me pedía disculpas.

Vaya... que chico más entusiasta", pensé.

Me reí levemente y le respondí sonriente: "No te preocupes. mmm... lo cierto es que ya conocía tu nombre, porque lo gritaste aquel día en el claro, pero bueno... encantada, Rick. Yo soy Hewina Astaldë"

Sonreí mientras asentía. Ya había olvidado su apellido.

- Hermoso nombre para... -. Le guiñé un ojo-. Hermosa dama.

Miré a mi alrededor, pensando en algo que decir.

- Estabas por aquí cerca. ¿Me entrometo mucho si pregunto qué hacías en el bosque?

Cuando me dijo eso me ruboricé un poco y me reí levemente.

Entonces me preguntó que hacía en el bosque.

"Oh... pues... nada en especial... esque me gusta estar en el bosque", le comenté mientras desviaba la mirada y le soltaba una mano para rascarme una oreja, ya que todavía no me las había soltado y empezaba a sentirme un poco incómoda.

Estiré los brazos mientras sonreía, estirando los músculos de mis fuertes brazos, y le di la razón.

- A mí también me encanta el bosque. De hecho, es mi lugar favorito junto con el jardín, ¿sabes? Me gusta... Estar aquí...

La miré. Esta era una buena chica, y no Lester. Así sí merecía la pena hablar con alguien.

- A veces vengo a hacer ejercicio para estar en forma.

Sonreí y le dije: "Bueno, eso está bien"

"Está bien mientras no dañes a ningún árbol...", pensé.

"Yo también entreno por mi cuenta de vez en cuando. Al fin y al cabo es lo único que podemos hacer de momento, ya que todavía no han comenzado a adiestrarnos...", le comenté.

- Eso es cierto -comenté-. ¡Pero yo ya vengo adiestrado de casa! Mi misión es acabar con el mal, ¿sabes? No soporto el mal... Es tan... Injusto.

La miré intensamente, deseando de verdad que entendiera esos profundos pensamientos que le estaba confesando.

- No... No puede ser que existan los villanos y campen tan anchos... ¡¡NO!!Y por eso yo, Rick Dehnel, voy a acabar con todos! Así que, si no te importa, voy a continuar con mi adiestramiento.

Le puse una mano en el hombro, asentí y luego me marché trotando en dirección al castillo a ver cómo era esa tal sala de entrenamiento.

*se va*

FdR- Lo siento, pero me tengo que ir.

Después de decirme todo aquello se fue apresurado hacia el palacio, sin darme tiempo a despedirme siquiera.

"Me alegra que todavía exista gente así...", pensé mientras sonreía, y entonces me fui de allí.


*se va*

Rondo por el bosque a la espera de que Jager decida dejarse ver. Me permito el encender mis ojos un poco, mirando de un lado para el otro, buscándolo sin ganas. Pero desde hace rato un sonido me crispa, así que termino cediendo ante la curiosidad y dejando de lado el deber (¿No es, al fin y al cabo, mi deber investigar también?).

Me dirijo rápidamente al lugar de origen de los sonidos: el claro del bosque.

*se va*

Llego al bosque tras varios minutos de marcha y me permito el lujo de encender los ojos para no tropezarme. No solo me facilitará la visión, sino que también hará que él me vea más fácilmente. Busco un rato el lugar indicado -el lugar que él me ha indicado- y compruebo que aún no ha llegado, no sé si decir por suerte. Durante un instante me planteo que haya decidido tomarse la revancha por lo del último día, pero ni siquiera él es tan infantil. Así que me cruzo de brazos y espero paciente.

Pacientemente, diez minutos como mucho.

*se queda esperando*

En respuesta a su frase, tras chasquear la lengua con desagrado, apago la escasa luz que emanan mis ojos. Si esta bajo mi dominio arreglar que le alegre ver algo, sin duda lo haré.

- No sé qué tienes con las capuchas últimamente -gruño mientras le tiendo los dos cuadernos sin miramientos-. Toma.

Miro de reojo su silueta. Quiero acabar con esto cuanto antes, así que comienzo a explicarle.

- Hay tienes la mayoría de lo que he conseguido estos días Quiero que te los lleves, al menos por un tiempo. Ayer un chrysos llamado Lyam, no me dio apellido, me vio escribiendo y no quiero correr el riesgo de que decida curiosear -. Me detengo un par de segundos, pero retomo la palabra para añadir-: Tienes algo sobre él en las últimas páginas, aunque no demasiado. En cuanto a que no asistiera el otro día-. Mi tono no es de justificación, sino de mera explicación-. Hubo otro ataque de bestias. Todavía no tengo información sobre eso, así que procuraré conseguirla y te la entregaré la próxima vez que nos veamos.

Esté conforme o no, yo he terminado, por lo que no vuelvo a abrir la boca.

Cómo no, tras sus intereses profesionales, como siempre, acaban encontrándose sus intereses... ¿Sexuales? Ni siquiera estoy segura de qué quiere de mí más allá de eso, por lo que en el momento en el que me pregunta si sigo enfadada simplemente frunzo el ceño. Y cuándo pregunta lo de besarme, obviamente, preparo un contundente no, pero no me dá tiempo a hacerlo porque ya tiene experiencia, y ya sabe que si pregunta va a obtener una negación. Aunque, en cierta forma, me sorprende. Es la primera vez que llega a hacerlo. Hasta la fecha, en nuestros últimos encuentros (incluso antes de que me mandaran aquí, a Brontë), terminaba por marcharse sonriente, pero mentalmente cabizbajo (yo sé que lo estaba).

Le correspondo sin demasiado ímpetu, dejándome guiar sin más, más como un acto reflejo al contacto que por gusto. Este hecho me hace pensar que llevo demasiado tiempo sin contacto, aunque más tarde. En el momento del beso no pienso demasiado. Quizá por eso lo dejo seguir y no le suelto algo cortante sin más. Pero tampoco dejo que la cosa se alargue mucho. Cuando considero que es suficiente, haciendo un guiño al líder caeruleus, invoco un pequeño chrysantae y espero a que se aparte, mirándolo con reproche.

- No vuelvas a hacerlo -siseo molesta. Y en verdad lo estoy.