Bosque

Una luz me hace localizar rápidamente al flamma. Sin remolonear demasiado, doy un paso hacia adelante, haciendo crujir la rama de un árbol adrede.

- ¿Te parece bien escuchar a otros mientras hablan? -pregunto con tono casi empalagoso, haciendo mucho hincapié en el tono de interrogación.

No entendía muy bien la pregunta. O sea... Claro que sí. Había que escuchar a la gente mientras te hablaba. ¿O no me hablaba de la gente que hablaba conmigo, sino de la gente que hablaba sin mí mientras yo estaba? Me estaba liando...

Aaaah... Clarooo... Había hecho esa enrevesada pregunta para liarme y que no supiera qué decir. Quería tener la victoria psicológica desde el principio, pero no iba a conseguirlo.

Hinché el pecho con orgullo, mirándola. Me daba asco hacerlo.

- ¡Ya veo lo que intentas hacer, pero no te servirá de nada! Y, para que lo sepas, sé qué haces aquí, en el Palacio. Te he descubierto.

Y entonces esbocé una sonrisa de lado. Seguramente la dejaría helada y tendría que intentar sobornarme, pero no lo lograría, porque mi nobleza superaba todas esas cosas.

Avanzo un par de pasos hacia él, volviéndome completamente visible debido a la llama con la que ilumina el lugar. Mi mirada está teñida de desprecio, y mi ceño fruncido le aporta dureza, pero sé que no se amedrantará.

No entiendo su primera frase, pero creo que puedo hacerlo si parto del hecho de que es idiota. Lo segundo, sin embargo, me da ganas de reír. Por supuesto, no me río. Soy yo, por favor.

- ¿Qué se supone que sabes? ¿Qué has descubierto? Porque verdaderamente dudo que puedas descubrir algo si no hay nada que descubrir.

La señalé acusador. La verdad es que quería golpearla, pero primero las explicaciones, para que no pudiera quejarse. Nadie puede quejarse si las cosas están bien explicadas.

- ¡Eres una espía! ¡Has venido a investigarnos!

La había calado. Ella y Silvanus, los dos espías, trabajando para Aren. Si es que era obvio. ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

- Pero no te dejaré seguir haciéndolo -gruñí apretando los puños.

Palidezco y, de haber estado sonriendo, la sonrisa se habría borrado. Por suerte está oscuro. Aprieto la mandíbula. No puede ser que semejante imbécil me haya descubierto. Apenas nos hemos visto un par de veces y no hemos hablado. Por otra parte, tal vez alguien me haya visto haciendo algo raro y él se haya enterado.

Estoy nerviosa.

Me ha...

Un momento. Es tan estúpido y fantasioso que a lo mejor.

- ¿Estás mal de la cabeza? ¿Te han contado muchos cuentos de niño? La vida real no es una historia de caballeros, Dehnel, y deberías saberlo.

Palidecí. ¿Me había equivocado? ¿Era ella solo asesina y no espía? Tal vez fuera cierto y no estuviera relacionada con Aren y Silvanus... Entonces... Tenía que haber otro razonamiento lógico que explicase las cosas.

La miré furioso. ¡¿Quería desbaratar mis razonamientos para fastidiar o decía la verdad?! El fuego de mi mano la iluminaba, y su expresión no flaqueaba. De hecho, al verla no lograba encontrar los tentáculos que había imaginado la noche anterior...

Lancé un breve vistazo a su cuerpo, pero recuperé la compostura a gran velocidad. Era obvio que, si no era espía, era prostituta y asesina. Eso explicaba varias cosas más, como el poder que tenía para seducir a los hombres. Tal vez por eso Silvanus hablaba antes con ella: lo había seducido y lo tenía bajo su control. Pobre chico...

- Sé bien cómo es la vida... -susurré-. ¡¡Y SERÍA MUCHO MEJOR SI DESAPARECIERAS DEL MUNDO!!

Lancé el flagrare contra ella sin esperar un segundo. Luego me lancé yo. No tenía armas, por lo que esa era la única forma de estar en igualdad de condiciones: evitando que sacara la suya.

Se lanza contra mí como lo que es: un energúmeno. Si tuviera tiempo, arquearía las cejas con egocentrismo, pero no es el momento. En su lugar, me echo a un lado evitando así el hechizo y luego con otro salto evito la arremetida, lanzando una rápida patada contra su costado y luego retrocediendo lo justo para quedar fuera de su alcance.

- Eres bruto como una bestia. No deberían llamarte persona -escupo.

Recibí la patada y la pulla, pero la segunda fue más dolorosa. Fruncí el ceñó y me lancé de nuevo contra ella, intentando placarla.

- ¡Deja de hablar!

Llevaba tanto tiempo soñando con ese momento... Me moría por escuchar el crack de sus huesos al romperse, pero era escurridiza y rápida como una maldita anguila.

De nuevo, me zafo saltando hacia atrás. Su tamaño es inmenso, lo que lo hace más lento y me da tiempo a ver sus movimientos mucho antes de que se encuentre sobre mí. Por suerte, parece no llevar su espada encima.

Llevo rápidamente una mano a mi muslo con intención de coger mi arma.

- Eso deberías dejar de hacer tú. Dejar de ir por ahí contando a todos mentiras sobre los demás-. Frunzo el ceño.

Al ver el movimiento que se proponía realizar, salté hacia ella y lancé un derechazo directo a su cabeza. No iba a dejar que se armase tan fácilmente.

Podía verla a medias gracias a la luna, pero en ese momento no eran sus facciones o sus expresiones lo que ansiaba observar; me bastaba con si silueta para saber qué debía partir en dos.

- ¡DESAPARECE, MALDITA ASESINA!

Tampoco le pedía algo demasiado complicado. Podía hacerlo perfectamente si se lo proponía.

Y dale con lo de asesina...

Veo venir el golpe y me acuclillo rápidamente, notándolo mover el aire sobre mi cabeza y agradeciendo el haberla retirado de ahí. Aprovecho mi nueva posición y el desequilibrio que provoca su fuerte movimiento para estirar de nuevo las piernas con fuerza e, impulsándome con la trasera, aprovechar la cinética creada para hincar mi codo en su estómago.

- Creo que no voy a desaparecer todavía... -siseo.

Retrocedo rápidamente. Con un gigante como este, estar cerca no es buena idea.

Su golpe me hizo soltar un jadeo. No era demasiado fuerte, pero su velocidad y su agilidad de anguila me lo ponían difícil para golpearla. Además sábía dónde y cómo golpear. Pero yo tenía un plan, y el bosque me ayudaría.

- Flagrare.

La llama apareció en mi mano, iluminando la sonrisa que esbocé al mismo tiempo.

Me abalancé sobre ella. En cuanto me esquivase se llevaría una sorpresa al ver cómo le lanzaba mi hechizo.

Parece ser que, aunque sin duda es estúpido, tiene capacidad de aprendizaje. Esta vez, en vez de arremeter sin más, invoca al mismo tiempo una llama.

Esquivo el primer movimiento saltando hacia la izquierda, lo cual me deja un segundo para ver la bola ardiente volar hacia mí. Comprendo, quizás demasiado tarde, aunque tampoco tenía muchas más opciones, que tal vez esté a punto de encontrarme en un apuro.

Evito el fuego agachándome y aprovecho mi bajada para hacerme con mi arma.

Basta de juegos.

Necesito estar armada porque no me dará tiempo a levantarme antes de que él llegue.

Para mi sorpresa, tenía agilidad suficiente para evitar ambos ataques, sin embargo, tras el último su posición no era demasiado afortunada. Sin darle un segundo a recuperar la postura erguida, lancé una patada directamente a su costado. No pensaba tratarla mejor porque fuera una mujer porque, sencillamente, era una asesina, no una mujer. Y mi padre nunca me había dicho que protegiera a las asesinas, por muy mujeres que fueran, sino que que ajusticiase a todo malhechor.

Y no iba a permitir que ella saliese impune.

Magia por aquí, magia por allá y una estúpida luz parpadeante en el bosque mientras el líder comía en sus aposentos. ¿Qué-demonios-estaba-pasando? Si no llegaba a saberlo se irritaría en serio.

Apareció entre los árboles, oculto en las sombras de la noche cerrada y, con la calidad de su raza, descubrió a los causantes de la algarabía. El flamma y la chrysos. Que incompatibilidad, que rabia mutua.

El líder Darvenwish, que inicialmente se habría desquitado con cualquiera, prefirió quedarse como un silencioso espectador, sonriendo maleficentemente.

Acuclillada como estoy, no puedo más que ver venir la fuerte patada, y, en un torpe intento por evitarla, saltar en la misma dirección hacia la que se dirige el golpe.

Lo que en principio parece una medida desesperada tiene algún efecto: el golpe, en vez de acertarme con toda su fuerza, es atenuado por la propia velocidad de mi cuerpo, a favor del movimiento, pero de todas formas caigo al suelo con un quejido y dolor en las costillas.

Me pongo en pie de inmediato, retrocediendo un paso y clavando mi mirada en su silueta. Por lo menos me ha pegado, pues de haber decidido agarrarme tendría las cosas mañas complicadas.

Y ahora tengo mi arma. He escalado un puesto en mi posición combativa.

Vi el brillo de su arma. La muy cobarde la había sacado, creyendo que así estaríamos en igualdad de condiciones, pero eso solo me enfureció más. No había nada de honroso en luchar con un arma contra alguien que solo usaba las manos desnudas.

- ¿Crees que te servirá de algo? -gruñí.

Sin embargo, su quejido había sido música para mis oídos. Esperaba que recordase aquella patada por mucho tiempo.

O mejor.

- ¡Flagrare!

¡Que la olvidase cuando acabara con ella!

Aprieto la mandíbula, pero no evito el ataque. En su lugar, interpongo mi arma entre la bola de fuego y yo y observo complacida como esta choca contra el metal y se disuelve. Parece que su magia no es demasiado poderosa. Es otro dato a tener en cuenta.

- Pues yo creo que sí me servirá-. Sonrío.

Salto hacia un lado y luego hacia el contrario, me oculto tras un árbol y de este paso a otro, vistiéndome con las sombras para desorientarlo. Una vez esto a su espalda, mido la distancia y, sujetando la hoz en alto con la derecha salto hacia él lanzando un tajo de arriba a abajo, en diagonal, intentando dibujar una línea más en su espalda.

"Menuda brutalidad" Pensaba para sí, divertido, el líder caeruleus mientras se acomodaba en el árbol. La chica era rápida, pero se había llevado un topetazo tremendo... Era una pena machacar aquel cuerpo. De aquella forma, claro.

Por otra parte la furia del chico era genuína. Realmente parecía vengar la muerte de un ser querido. Toda esa fuerza desmadrada y desperdigada. Era realmente excitante.

La magia muy pobre, los movimientos felinos. Interesante acontecimiento. Le gustaba el arma de la chica. La miró moverse por las sombras hasta atacar a la espalda. "Así es una buena zorrita"

La visión del combate se le hacía encantadora. Dos guerreros luchando para su deleite como fieras encarceladas. Maravilloso. A ver qué podían hacer algunos de los guerrerillos del ejército de Mithos.

Tras una serie de sinuosos movimientos perdí su sombra tras un árbol. Gruñí.

- ¡¿CREES QUE ME IMPORTA QUE TE ESCONDAS?!

Aunque, de hecho, es muy incómodo.

Cuando me di cuenta de que estaba a mi espalda solo logré girarme a medias y retroceder un poco, por lo que noté cómo el filo de su arma trazó una recta casi perfecta en mi brazo, desde el hombro hasta el principio del antebrazo.

Sin esperar a sentir dolor, lancé mi izquierda hacia su derecha y mi derecha hacia su izquierda, tratando de sujetarla por algún lugar y hacer que se quedase quieta.

Aunque lo corto, parece insensible. Antes de dejarme apartarme de él, noto cómo me sujeta y entonces tengo que usar mucha concentración para no perder los nervios.

Porque sé de su fuerza.

Me concentro y trato de pensar con frialdad hasta dar con una estrategia que puede funcionar.

Lo miro fijamente a los ojos, iluminando tenuemente los míos para poder tener un contacto directo.

- ¿Ya te has aburrido de jugar?

Sujetándola fuertemente por los codos, para evitar que doblasde los brazos, fruncí el ceño.

- Zorra- siseé.

La empotré contra un tronco cercano y entonces, agarrándola por el mismo lugar, la alcé más de medio metro del suelo, pegándola de nuevo al árbol.

- No creo que estés en posición de hacer esas preguntas -gruñí-. Deberías, más bien, suplicar perdón o algo así. Aunque no creo que me apiade de alguien con el corazón tan negro.

Por suerte, esta vez no me alza por el cuello. El hecho de contar con aire para respirar es una gran mejora, así que no tengo mucho de lo que quejarme. Casi puedo decir que he tenido suerte.

Tomo aire, no vaya a ser, y me preparo para ejecutarlo todo a la vez.

Doblo rápidamente las piernas, apoyando los pies sobre el cuerpo del flamma, y, al mismo tiempo susurro-:Chrysantae.

Justo en el instante en el que la electricidad pasa de mis codos a sus manos, uso toda la fuerza de mis piernas para empujarlo e impulsarme hacia arriba. Extiendo una mano para alcanzar la rama más baja y así poder encaramarme.

Menuda capacidad tenía el chico. Un rajazo en su brazo y allí seguía. Si el líder Darvenwish llega a saberlo le daba diez en lugar de seis azotes.

Y la tenía agarrada. Se había acabado el escondite. Que momento... Y ella tan tranquila, como siempre, manteniendo la endereza. ¿Cómo no?

"Zorra, en eso pensaba yo" Reía para sí el líder siendo testigo de cada movimiento. Y cuando el muchacho zarandeó a la chica para empotrarla, el líde cambió de posición para tener una visión más nítida. Se apareció más cerca el lugar.

"Que poético..."Alguien de corazón tan oscuro jajaja"" Realmente el líder había encontrado un gran entretenimiento.

-Chrysantae...- Susurró con una sonrisa -demasiado bajo- el líder en cuanto la chica ejecutó su movimiento.

Fruncí el ceño. Lo había calculado, y eso era mezquino, aunque una parte de mí le reconocía el mérito.

Había aprovechado su hechizo para que yo aflojase la presión de mis manos y así poder escapar. Eso no me lo esperaba, así que no reaccioné a tiempo. Si lo hubiera sabido, hubiera agarrado su tobillo y la habría lanzado contra el suelo sin miramientos. Una caída de ese estilo le haría volver a la tierra y darse cuenta de que no era rival para mí.

Jaja... Volver a la tierra...

La obvservé con ira. En pocos segundos se había puesto fuera de mi alcance, y el grosor del árbol era bastante (yo mismo lo había elegido como árbol sólido para empotrarla); no podría moverlo.

- ¡¿Ahora huyes?! -pregunté agresivamente. Mi brazo sangraba.